Capítulo 1

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Nota: He vuelto con una historia sencilla, no he escrito un fanfic desde hace cinco años y tal vez esté un poco oxidada, sin embargo espero les guste.

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Gotham 11:45 P.M.

Batman.

El murciélago estaba tendido en el suelo, cansado, sangrando y harto de escuchar la estridente risa de su rival. Se pasó la mano por la boca limpiando los últimos rastros de saliva sanguinolenta que caía por la comisura de sus labios. Gruñó, exasperado y aunque el dolor le taladrara las piernas se obligó a ponerse en pie. Miró con desprecio al payaso quien se relamía los labios carmesí, jugando hábilmente con el cuchillo entre sus dedos, lo señaló y bramó:

¡Tú, volverás a Arkham!— Había usado su voz de mando, era raro que su alfa se saliera de control y el único que lo conseguía en repetidas ocasiones era ese psicópata de cabello verde.

—Oh, vamos, Batsy, si apenas puedes ponerte en pie— Caminó dando pasos felinos y canturreó demasiado cerca de su cara —Tal vez debería entregarme, parece que la edad ya te está jugando en contra— Rió y Batman, apretó los puños.

Cegado por la ira inducida por sus más bajos instintos, lanzó una cadena de golpes que el payaso lograba esquivar y bloquear con agilidad. Le sorprendía lo rápido que era el desgraciado, pero no se rindió. Joker, aburrido de ver a su némesis tan agotado optó por tomar una de sus pistolas y apuntar al vientre del héroe, justo donde la armadura ya había sido dañada anteriormente y disparó, derribando a su rival por quinta vez en esta noche.

—Batsy, en serio, comienzas a dar lástima. Yo pensaba quedarme un rato más peleando contigo pero parece que algo más está invadiendo tu cabeza infestada de murciélagos— Se alejó observando el arma y la guardó —Puedo volver mañana si lo deseas— Rió.

Batman solo pudo soltar un quejido, tratando de contener la hemorragia torpemente con sus manos.

—Mierda, esto dejó de ser divertido— Joker se acercó a su rival y de una patada en el costado lo obligó a girarse —Voy a pedirte refuerzos, pero solo porqué quiero que sigas las pistas que te he dejado— Tocó el botón de emergencia en el cinturón del héroe y continuó —Me debes un caramelo por esto, Bats.

Batman lo vio alejarse, su vista se nublaba con el pasar de los segundos antes de perder el conocimiento por completo.

(...)

Bruce se despertó en la bat-cueva, le habían quitado la armadura y restañado sus heridas, se puso en pie atando la bata médica a su cintura y caminó con languidez hasta su computadora. Se recostó en su silla, agobiado por el agotamiento y comenzó a revisar el informe de su última misión.

Detrás de él, alguien carraspeó para llamar su atención. Suspiró, por ese aroma tan suave a galletas de mantequilla solo podían ser:

Hola, Alfred— Habló y vio al hombre estremecerse por el rabillo del ojo.

—S-señor, no sé si no lo ha notado pero está usando su voz de mando y no se ha puesto los parches— Bruce olfateó y se percató de que su aroma alfa estaba inundando su guarida.

—Perdón, ¿podrías traérmelos?

—Con gusto— A estas alturas su fiel amigo no se molestaba en convencerlo de descansar pues Bruce era tan terco que nunca obedecía —Que desastre, las heridas se han abierto de nuevo— Señaló al regresar con los apósitos en mano.

—Estoy bien, solo... Ponme los parches— Se quejó, maldiciendo en su interior al querer levantar la voz al hombre que lo crió.

—Lleva un día inconsciente y tiene una cita la próxima noche, Damian se ha encargado de la empresa— Informó y Bruce, un poco más impacientado prosiguió.

—Alfred... Quiero estar solo...

No esperó respuesta, solo oyó los pasos de su mayordomo alejándose.

Realmente el dolor que tenía no era físico, la última vez que fue a un doctor (un doctor real) este le había dicho que su cuerpo comenzaría a mostrar síntomas de abstinencia debido a que nunca había estado atado a nadie, le pasaba a todos los alfas en cierta etapa de su vida, pero él, al ser mayor y un alfa pura sangre, los médicos no sabían cómo reaccionaría. Normalmente se las arreglaba con pasar una noche tranquila con una chica guapa, ya fuese beta u alfa, pero con el pasar del tiempo había dejado de ser suficiente para la voz gruñona a la que se había esforzado tanto en enterrar en lo más profundo de su cabeza.

Ninguno de ellos es suficiente para mí. No son lo que necesito.

Gruñó, forzado su vista en las imágenes de la escena del crimen.

No quiero estar solo, quiero una compañera.

Su lado racional le repetía que ya tenía una gran familia, un hijo propio, dinero y buenos amigos. No necesitaba nada más.

No es cierto, quiero una compañera.

Sus manos apretaron fuertemente la silla y sintió sus dientes extenderse para morder, debía controlarse, su irá había sido el peor de los síntomas de abstinencia y eso le había costado más de una herida en sus patrullas como Batman.

Comenzó con respiraciones lentas hasta que se sintió lo suficientemente calmado y sus dientes volvían a la normalidad. Continuó observando los archivos, al parecer el Joker, planeaba verlo en una especie de arena de combate en el otro lado de la ciudad, había una fecha inscrita en una de las paredes de las fotografías. Mañana, el mismo día en el que sería su cita, su situación se ponía cada vez peor.

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