Capítulo 7

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Gotham, Mansión Wayne.

Bruce Wayne.

Alfred Pennyworth estaba en la cocina, picando los ingredientes pertinentes para la comida de hoy. Concentrado en realizar los cortes perfectos, no se percató de la pequeña y melancólica presencia que había irrumpido en el lugar, solo para tomar una bolsa de guisantes congelados de la nevera. El ruido lo alertó y atender al heredero Wayne, se hizo un imperativo.

—Joven Bruce, ¿qué ocurrió?— Dejó todo lo que hacía al notar los golpes en la rostro del pequeño y se acercó, revisando los recientes hematomas en su cara.

—Ellos me odian, Alfred— Lloró, solo se permitía soltar lágrimas frente a él.

—Eso no es verdad— Le quitó la bolsa de los guisantes, se agachó y lo abrazó, el niño correspondió al gesto.

—Es cierto, dicen que soy un alfa repugnante y un monstruo— Apretó el agarre como si temiera que él se alejara también.

—No es así, solo es un alfa muy fuerte que ha pasado por mucho, no les haga caso— Acarició el cabello del chiquillo, tratando de reconfortarlo.

—Pero es verdad, no quiero someter ni doblegar a nadie solo por ser... Esto— Alfred, sintió el profundo dolor y rechazo que sufría su cachorro.

—Joven amo, un verdadero alfa utiliza sus características para protegerse a sí mismo y a los que ama, no para menospreciar a nadie— Dejó de llorar y se apartó del mayor.

—Ni siquiera pude proteger a mis padres.

—Es un alfa, joven Wayne, pero también es un niño— Bruce jamás se perdonaría eso, pero al menos se tranquilizó.

—Gracias, Alfred— Su fiel amigo le sonrió y se irguió.

—Siempre estoy aquí para servirle. Ahora, déjeme limpiar esas heridas. Una bolsa de guisantes no será suficiente para bajar la hinchazón.

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Gotham, Mansión Wayne.

Bruce Wayne.

Bruce guió a su omega hasta su habitación, se sentía nervioso, aunque ya había hecho esto cientos de veces con otras personas. ¿Y cómo no estarlo? Le haría el amor a Joker, fuera del calor, aun cuando este le había asegurado que jamás pasaría. Habían acordado no quitarse los parches de aroma, pues el alfa del pelinegro estaba demasiado alterado como tener ese embriagante y picante aroma durante el acto sexual.

Esta vez, el omega podría sentir el dolor, el placer, la complacencia o el horror de estar completamente consciente durante el acto. Sin embargo, el deseo y el anhelo de contacto lo consumía demasiado como para sumirse en la preocupación. Sus cuerpos estaban pegados uno contra el otro, los besos eran largos y ardientes y les costaba respirar por la excitación, pese a que él estaba eufórico, los movimientos de su rival eran mecánicos, no había emoción en ellos.

—¿Estás seguro de querer hacerlo?— Se detuvo para preguntar.

—¿Qué te dije?— Inquirió y al no recibir respuesta tomó el rostro del alfa entre sus manos —Quiero que me cojas tan duro que mañana no pueda levantarme— Ronroneó y lo besó con fiereza.

Bruce trató de expresar frustrado lo que sentía. Ansiaba tenerlo, pero Joker aún parecía distante. Abandonó los labios de su omega, se acercó hasta su oreja, mordió suavemente su lóbulo y luego lamió todo el contorno.

—Iré despacio— Susurró al oído.

—Espero que no muy despacio— Recriminó.

Joker observaba la mirada depredadora y al mismo tiempo amorosa que le daba su némesis. Era tan extraño y nuevo que un alfa lo viera y lo tratara así, ni siquiera registró cuando se halló desnudo del torso y recostado boca arriba en la cama. Desde esa posición pudo admirar como su alfa comenzaba a quitarse la ropa hasta solo quedar en boxers, exponiendo sus trabajados y bien definidos músculos llenos de cicatrices. Era una escena exquisita y Joker, no pudo evitar el calor vertiginoso que le inundó el vientre.

En verdad me está excitando. ¿Podría disfrutarlo yo también?

Ambos ya estaba en ropa interior, Bruce apenas podía concentrarse en otra cosa que no fuese la pálida piel del payaso, que lo invitaba a explorarla y marcarla, como un lienzo en blanco esperando por los trazos del un pincel, y él era el artista. Había apetecido saborear cada expuesto rincón, arrebatarle con besos cada insulto, cada queja y cada pensamiento hasta que lo único que atinase a decir fuese su nombre en alto.

Lo haré sentir bien. ¡Le demostraré cuánto lo quiero!

Los labios húmedos y golosos de Bruce, impactaron justo en la mordida vinculante, una corriente de excitación viajó hasta el miembro de Joker, quien soltó un gemido e inconscientemente se aferró al alfa, pidiendo más contacto. La marca era un punto sensible ahora, un lugar que alocaba su lado omega y lo volvía sumamente receptivo. El pelinegro dejaba que su lengua y sus dientes atacaran la sensibilidad del terso cuello, mientras que sus manos terminaron de dejar desnudo a su compañero. Bruce se alejó y cogió el envase de lubricante en la mesita de noche junto a la cama, lo vertió generosamente en su mano y dirigió los dedos humectados al trasero del villano, provocándole un escalofrío por lo frío del líquido. Los largos y gruesos dedos se deslizaron con facilidad gracias a la sustancia, arrancándole un alarido de satisfacción a Joker y después, un tercer dactilar se unió a los otros para aumentar la dilatación y el placer.

Bruce vertió un poco de líquido sobre su otra mano y la dirigió hasta el pene del Joker, acariciándolo desde la base hasta la punta del glande, haciendo el camino de regreso hasta los testículos, comenzando con un vaivén continuo. El omega exhaló un ronco gemido, excitado por las atenciones que su alfa estaba propinándole. El frío hizo que su cuerpo se estremeciera y luego una oleada de calor lo golpeó. El alfa prosiguió la tarea de preparar a su omega adecuadamente, moviendo sus dedos con suavidad y delicadeza, abriéndolos como una tijera, sin detener el vaivén en el miembro que se levantaba firme entre su mano.

Tomó uno de los pezones rosados del payaso entre su boca y comenzó a jugar con el, lamiéndolo en círculos, chupándolo y mordiéndolo por momentos. Joker, sentía su cuerpo arder y de placer comenzó a jadear abriendo su boca levemente, dejando escapar saliva por un costado. En esa situación le sería imposible contener cualquier vergonzoso sonido. Bruce observó esto y se llenó de orgullo y posesividad. Detuvo todo su accionar, recibiendo un resoplido de insatisfacción del omega, sin embargo, este miró boquiabierto lo que estaba por venir. El alfa bajó hasta la entrepierna del payaso y no dudó en lamer la zona baja de su rival, arrancándole un grito de placer. Sin hacerlo esperar más, se llevó el pene erecto a la boca y empezó un lento vaivén de arriba hacia abajo, succionando la enrojecida virilidad. El cuerpo entero del Joker se estremeció al recibir el contacto y abrió más las piernas, permitiéndole un mejor acceso. Las continuas ministraciones del alfa hacían que el omega se removiera sumamente estimulado. Aquello era una deliciosa tortura por que por momentos iba demasiado lento para su gusto. Estaba sumamente excitado y el líquido viscoso comenzó a segregar de la punta de su pene.

—Bruce... ¡Ah! No te detengas...

Joker alzó su brazo y, buscando apoyo, pasó su mano detrás de la nuca, tentando el agarre para profundizar los movimientos. Todo era tan diferente a cuando Joker estaba en celo. Su rival hablaba coherencias y parecía querer tomar el control de sus acciones, eso le gustaba.

Bruce utilizó sus manos libres y las dirigió a los pezones desatendidos. Jugó con ellos un buen rato hasta ponerlos duros, escuchando los altos gemidos de su amante. Joker salivaba abundantemente y sus ojos se empañaron en finas lágrimas de placer, la imagen era tan tentadora que hizo temblar el cuerpo del alfa. Revisó el vínculo para obtener una mejor idea de lo que su rival estaba experimentando y preguntó.

¿Te gusta, mi omega?

Sí, me gusta mucho, alfa.

Esa era la voz suave del calor y escucharla solo hizo que su pene doliera por la abstinencia.

Joker, alcanzó el orgasmo, liberando el líquido blanco en la boca de su alfa, quien saboreó y lo tragó sin rechistar. Bruce, gruñó de placer y se deleitó al ver el estremecimiento de su pareja, sonrojado, empapado por una fina capa de sudor que perlaba su maravilloso cuerpo cándido y esos labios finos y rojizos que se mantenían entreabiertos y jadeantes. Se quedaron unos segundos quietos y en silencio, solamente mirándose el uno al otro hasta que el Joker, habló.

—Los alfas no chupan verga, Bruce— Rió, agotado.

—¿Ningún alfa te...?— Joker desvió la mirada, no estaba dispuesto a compartir esas cosas aún y probablemente no lo estaría nunca —Necesito que te relajes.

—Sé desempeñar bien mi papel, Brucie— Aseguró, volviendo a su actitud de siempre.

Joker sonrió, viéndolo retirarse el bóxer, dejándolo caer hasta sus pies, revelando el venoso y grueso pene que se erguía firme entre las piernas del alfa. Esta vez, sin las hormonas del calor nublándole el juicio, podría recordar a la perfección lo que era tener aquel duro trozo de carne dentro de él. Y debía admitir que la idea no era del todo desagradable.

No estoy en celo y realmente lo deseo. ¡Quiero qué me folle!

Joker se mordió el labio e hizo un ademán con el dedo, invitándolo a acercarse, abriendo sus piernas y canturreando un seductor:

—No seas tímido, Batsy. Te necesito.

Con ese llamado, Bruce no dudó en abalanzarse, subiendo sobre la cama, tomándolo de los glúteos para separarlos, alineando su miembro en esa entrada glotona y sin detenerse, ingresó de una manera lenta y tortuosa. Joker, estaba disfrutando del dolor de la penetración, era inaudito lo satisfactorio que era. Centímetro a centímetro, el miembro del alfa se deslizó dentro de él, quedando hundido hasta la base. Bruce, permaneció inmóvil, dejando que el payaso se acostumbrara a la intromisión.

—Joker te a...— La voz estrangulada de su compañero le llegó hasta sus oídos, pero el villano no quería escuchar lo que el alfa tenía que decir, sabiendo que a su lado racional no le gustaría oírlo.

—Muévete ya, Bruce— Ordenó, moviendo su trasero, deseoso por sentir la placentera fricción en su interior.

Tentado, el alfa comenzó un rítmico vaivén de sus caderas, tratando de acostumbrar al omega a invasión. Aunque sus más bajos instintos le clamaran que arremetiera con locura, se contuvo, solo deseaba causarle placer y evitarle dolor innecesario, aun cuando la zona estuviese bien lubricada era difícil moverse en esas paredes cálidas y estrechas. Gradualmente fue subiendo la intensidad de los movimientos, embistiendo con fuerza. Joker, se retorcía de placer, los gemidos y la transpiración de ambos cuerpos solo hacía más erótica la unión.

La constitución de Bruce temblaba, anhelaba la sensación de sentir aquel hombre como suyo, de marcarlo, cuidarlo y poseerlo. Se inclinó para besar al Joker, su lengua invadió la boca ajena y el villano se estremeció al percibir como inclinaba más su cadera hacia arriba logrando alcanzar más profundamente su interior. Su cuerpo entero tembló y tuvo que separase de esos fogosos labios para poder gritar a gusto.

—¡Ah! Más duro... ¡Joder!

Las estocadas movían la cama, Joker podía sentir los testículos de su amante chocando contra sus nalgas, el sonido de carne contra carne era morboso y erótico. Las embestidas le hacían gritar, dolía un poco pero se sentía completo y colmado.

La manera en la que el alfa oscilaba sus caderas, golpeando ese punto dulce en su interior con ímpetu y furor era exquisito. Nunca se había sentido tan bien y sus trémulas manos buscaron la piel del hombre, disfrutando de la tensión en sus músculos, clavando sus uñas en la carne cuando lo atacaba un espasmo. Pronto se dejó llevar por el placer que este le brindaba, chillando y gritando como una perra en celo.

—Mgh. Batsy, me... Me vengo... ¡Ah! ¡Más rápido!

El alfa lo tomó de las caderas para tener un mejor apoyo y acometió con fuerza, dejando atrás el autocontrol que estaba procurando. El ambiente y los sonidos en aquella habitación eran bochornosos, gemidos y alaridos de placer eran proferidos sin reparo, el sonido viscoso de sus cuerpos chocando solo hacía más libidinosa la situación. En un instante alcanzaron la cúspide del placer, ambos hombres eyacularon, profiriendo el nombre del otro al unísono.

Permanecieron conectados de esa manera hasta que sus respiraciones se regularizaron. Bruce, llenó de caricias y besos el cuerpo de su rival. Joker, solo jadeaba y temblaba, recuperándose del abrumador orgasmo.

—Estás feliz— Soltó de pronto, sorprendiendo al alfa.

Aunque no obtuvo una respuesta verbal, el payaso fue acomodado por las diligentes manos del alfa y pronto se vio envuelto entre los fornidos brazos y arropado por las sábanas de seda.

No te vayas— Tenía la intención de ser una petición, pero las palabras salieron como un dictamen.

—Bruce si me das una orden, prácticamente me estás obligando— Percibió desdicha en el vínculo y añadió —No iré a ningún lado, murciélago tonto— Sonrió y besó el brazo que lo rodeaba.

Bruce Wayne no era una persona afectiva, pero estando allí, acompañado de su omega, no podía evitar abrazarlo y prodigarlo de besos. Por primera vez en años sintió esa tranquilidad y felicidad que perdió en la infancia. Ahora, esa comodidad la podía encontrar en su némesis, el hombre que alguna vez tanto odió. Era irónico, pero lo disfrutaba. Esa noche pudo descansar sin ninguna pesadilla.

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Fue duro despertar y no tener a su omega al lado, pero el lazo le indicó que no estaba muy lejos. Así que se apresuró a ducharse y vestirse para bajar a tomar el desayuno. Tenía que empezar a organizar las cosas, después de todo, tendría a su omega viviendo con él pronto o al menos eso era lo que esperaba.

Bruce entró al comedor y vio al Joker, usando la misma ropa de ayer, sentado en una de las sillas, tomando una taza de café caliente. Algo nuevo y agradable hinchó su pecho y su alfa interno gruñó de posesividad y complacencia.

Él sigue aquí y se siente como en casa. ¡Aquí es donde debe estar!

Dispersó esos pensamientos para no tener un arrebato de instintos y tomó lugar frente al Joker, quien levantó la mirada de su bebida y le sonrió con ternura.

—Buenos días, darling— Su rostro se iluminó y Bruce, se reprimió el imitarlo como un baboso.

—Buenos días, Joker— Respondió al saludo, lacónico.

Esa interacción se sentía tan ajena y al mismo tiempo tan familiar. Como si esa fuera la manera en la que todo debía acabar para ellos, despertando y conviviendo juntos, en paz y felicidad. Alfred, le entregó su taza de café en silencio y se retiró. Bruce, revisó el vínculo y no percibió nada en especial, el omega estaba tranquilo. Tomó un sorbo de su café y decidió hablar:

—¿Te quedarás a vivir aquí?— El payaso sabía su respuesta.

—No tengo otra opción, me necesitas cerca— Se estaba resignado y eso le hizo sentir culpable.

—Ya que vamos a estar juntos, deseo anunciarte como mi pareja— Declaró y la conexión le advirtió del inminente estallido de furia, no hacía falta, Joker, se veía muy enojado.

—¿Crees qué quiero eso, idiota? ¡¿Bruce Wayne, no puede esperar para mostrarme cómo un maldito trofeo?!— Prorrumpió, asqueado y exacerbado por la idea de ser un premio extravagante —¡No soy una de tus bonitas novias!

La declaración lo cabreó, Joker, lo estaba rechazando de nuevo. Esa actitud de negación lo confundía demasiado y su exceso de hormonas no ayudaba en su toma de decisiones, sin percatarse, usó su voz de mando y gritó más alto de lo que hubiera querido.

¡Cállate! ¡Harás lo que yo diga!

Y esa fue una orden, una orden de un alfa, su alfa. Joker sabía que era responsable de esa actitud dominante, le había dicho que él debía tomar las decisiones y ahora obtenía su recompensa.

Yo provoqué esto, le dejé tomar el control.

—Eres igual a los otros alfas— Acusó.

Se levantó y salió de la mansión. 

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