Capítulo 6

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Gotham, Barrios bajos.

Jack Napier.

El ministerio de vinculación era ese lugar donde se trataban los "asuntos" de omegas y alfas. El lugar estaba casi desértico y se encontraba situado siniestramente al lado de una funeraria. Ignoró el fúnebre pensamiento y entró al edificio.

La zona de rezagados era un lugar de mala muerte donde terminaban algunos omegas gravemente heridos o abandonados por sus alfas. Estos permanecían con pocos o nulos cuidados médicos hasta que morían u otro alfa pervertido se los llevaba. Su cuerpo fue atacado por un escalofrío cuando vislumbró a una chica sin piernas y brazos en una camilla, leyó la pequeña descripción en el letrero que tenía enfrente y entonces supo lo que era, la omega fue convertida en una muñeca humana. Quiso vomitar, pero se contuvo cuando una doctora se percató de su presencia.

—¿Eres un omega?— Asintió —Tienes que pasar a sellar los documentos de ese lado— Señaló la habitación contigua sin mucho interés en él.

Jack se dirigió a la oficina con las piernas temblando. Entró en silencio, asomando la cabeza primero antes de ingresar, escuchando la conversación del empleado con el alfa que lo había seleccionado:

—Goza de buena salud y resistencia física, pero es un omega defectuoso, no es capaz de engendrar descendencia y en algunas ocasiones desobedece los comandos— El trabajador lo miró de reojo haciendo que el alfa se volteara también.

—No quiero utilizarlo para criar y no se preocupe...— El sujeto se relamió los labios en un gesto grotesco —Sé muy bien como entrenar a los de su calaña— Bisbiseó con sádico deleite.

—Muy bien, señor, solo necesitaré su firma aquí y las huellas dactilares del omega— Informó señalando el documento.

El alfa firmó y le ordenó a Jack, que hiciera lo mismo. El chico se negó consiguiendo que el sujeto se enfureciera, lo cogiera fuertemente de la mano y lo obligara de mojar sus dedos en la tinta para poner sus huellas.

—Voy a divertirme mucho educándote— El alfa sonrió y Jack, quiso echarse a llorar.

Ese hombre sería el causante de muchas de sus pesadillas.

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Gotham, Arkham Asylum.

Joker.

El dolor de cabeza era terrible, la desagradable ropa del asilo le irritaba la reciente mordida, las luces de la celda le molestaban y se tapó la cara con la almohada. Sabiendo que no podría seguir durmiendo, refunfuñó y de mala gana se sentó en el borde de la pequeña cama, tallándose los ojos.

—¡Buenos días, Puddin!— Oyó la voz chillona de Harley al pasar por delante de su celda siendo escoltada por dos guardias.

—¡Camina, payasa!— Uno de ellos se detuvo y abrió la celda del villano —¡Joker es hora del desayuno, mueve el culo!— Bramó y el payaso, bostezó.

—Ya voy Frank, no hay necesidad de gritar tan temprano— Se levantó y siguió al guardia con una sonrisa en el rostro.

El comedor estaba repleto con los idiotas de turno, Joker, hizo un gesto de disgusto ante la peste de los aromas alfa en el lugar, todos eran igual de desagradables. Tomó una charola y no tuvo que hacer fila, los reos se apartaban en su presencia, le sirvieron su comida y le entregaron su medicación. Observó las mesas y suspiró hastiado al ver a Harley, invitándolo con un efusivo movimiento de su brazo.

Se sentó a un lado de la chica y miró con asco a sus congéneres, el grupo que estaba presente tampoco parecía muy contento de tenerlo allí. Desayunaron en silencio hasta que uno de los idiotas se atrevió a dirigirle la palabra:

—¿Qué es eso?— Cuestionó Scarecrow, señalando con el tenedor de plástico su cuello.

—¿Te importaría no meterte en mis asuntos? Mi vida sexual es privada— Respondió con un tono amenazante, logrando que el hombre bajara la mirada.

—Me gusta dejar marcas en su piel. Grrr— Dijo Harley, para seguirle el juego.

—Asco— Musitó Two Face, a su costado.

(...)

Había cumplido una semana en Arkham, los doctores y guardias estaban en pánico ante ningún intento de escape realizado por el príncipe del crimen. Joker perdió las ganas de salir, sabiendo que fuera solo estaría él y su alfa, Batman.

—¿No vas a comer?— Preguntó Killer Croc, mirando con deseo su charola.

—No tengo apetito— Se la entregó y el enorme cocodrilo la devoró al instante.

—¿Se encuentra bien?— Joker miró a Harley y explicó.

—Ya sabes, es "esa" razón— Hizo comillas con los dedos y prosiguió —Lo que sea que esté pasándole ya me está afectando a mí. No he podido dormir bien en los últimos días.

—Puedes pedirle al médico que te dé píldoras para conciliar el sueño— Enunció una voz rasposas.

—Puedo pedirle al médico que te dé una paliza a cambio de unos billetes. ¡No te metas en nuestra conversación, Dent!— Gritó el Joker, ganándose más de una mirada en el comedor.

—Rayos, estás muy irritable.

—No hay manera de que tome algo así en este lugar, cualquiera de ustedes intentaría asesinarme— Obvió haciendo reír a los presentes en la mesa.

—Sí, en eso tienes razón.

(...)

Segunda semana encerrado y estaba comenzando a perder lo poco que le quedaba de cordura en ese lugar. Arkham, siempre había sido su hogar, pero el vínculo que lo ataba al murciélago tiraba, diciéndole que su lugar estaba con Batman. Su omega tampoco ayudaba.

¡Debo ir con mi alfa!

Era de noche y los dejaron ver televisión durante un par de horas, Joker, se apoderó del control remoto y cambió los canales sin demasiado interés. El cruzado enmascarado era un pensamiento recurrente y no podía eludirlo ni siquiera viendo las caricaturas, pues el noticiero interrumpió la transmisión:

—¿Batsy?— Susurró viendo la deplorable imagen del héroe en pantalla.

—Carajo, B-man, se ve terrible— Comentó Harley, sentándose en el suelo.

—¡Súbele a esa madre!— Gritó Harvey, disfrutando del combate de Batman con Mad Hatter —¡¿Pero qué haces?!

—Dent, por mucho que le grites a la pantalla, ninguno podrá oírte— El hombre le levantó el dedo de en medio.

—Patético, parece que tendremos visitas pronto— Habló Riddler, al ver como Jervis, era derrotado.

—¡Al menos tendremos un suministro de té y galletas las veinticuatro horas!— Exclamó alguien desde el fondo.

Todos rieron.

(...)

Tercer semana, su insomnio estaba ya a otro nivel, su mente le jugaba malas pasadas y podía jurar que se encontraba en la bat-cueva por momentos, destruyéndolo todo. Se entretuvo durante la noche, jugando con un trozo de escombro hasta que una explosión lo hizo saltar. Las alarmas sonaron en todo el edificio y momentos después, todas las rejas de los reos se abrieron. Harley, se presentó en su celda, con la cara ensangrentada y empuñando un bastón electrónico.

—¡Corra, Mr. J!— Lo haló para que se levantara.

—¿Quién fue esta vez?— Inquirió al ver como varios de los villanos eran inmovilizados por los guardias.

—Mr. Freeze, tuvo un brote psicótico y ha dejado escapar a varios— Explicó, abriéndose paso, electrocutándo a los guardias.

—¡Ha! Menos mal— Le siguió el juego y golpeó a varios pacientes por el camino.

(...)

Llegaron a una de sus guaridas, por suerte el escondite estaba vacío y solo lo ocupaban las ratas. Su escape de Arkham los había llevado hasta el drenaje y terminaron hechos un asco maloliente. Harley, se llevó la peor parte, pues la chica cayó de bruces sobre las aguas negras.

—Necesito un baño— La villana contuvo las arcadas mientras se soltaba el cabello —¿Irá a ver al murciélago?

—¡¿Por qué preguntas semejante estupidez?!— Joker, se quitó los zapatos sucios y la chica lo empujó haciéndole perder el equilibrio —¡Hey!

—Tal vez no sea una omega, pero tengo conocimientos y sé lo que le está pasando a Batman— El príncipe del crimen le arrojó uno de los zapatos a la chica pero esta lo esquivó —¡¿Lo dejará morir así?!

—¡Él se lo buscó!— Bramó, levantándose y caminando hacia la ducha —¡Ahora vete, apestas!

—¡Usted también y me iré de aquí para no volver!— Joker, se giró, desconcertado.

—¡¿A dónde irás?!

—¡¿No es obvio?! Iré con Ivy, porque es mi compañera y la amo y ya he estado mucho tiempo lejos de ella. Ciao— Se alejó, dejando a un Joker, muy enfadado detrás.

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Gotham, Mansión Wayne.

Joker.

Joker, trepó y cruzó el viejo muro que rodeaba la mansión. Se repitió una y otra vez que solo lo hacía esto por el bien de su relación como héroe y villano. No existía ningún subterfugio para su actuar, era lo necesario. A él no le importa, Batman, al menos no en un contexto amoroso.

Se acercó a la entrada y llamó a la puerta golpeando con la aldaba de estilo medieval. Pasaron unos minutos antes de que un hombre anciano, alto, de complexión delgada y presentado con elegante vestidura le abriese. El rostro del mayordomo se mantuvo inexpresivo y lo recorrió de pies a cabeza con la mirada, escudriñándolo.

—He venido a ver a Batman— Informó, Joker y el mayor le habló con su característico acento inglés.

—Entiendo, pase— Le permitió entrar, cada uno de sus movimientos eran parsimoniosos —Por favor, sígame, señor Joker.

El mayordomo lo guió por la apática mansión hasta la entrada secreta detrás del enorme reloj pendular. Descendieron por un angosto pasillo hasta la bat-cueva y se detuvieron frente a una pequeña cascada.

—Siga adelante, él... Está muy diferente, yo tendría precaución— Advirtió.

El anciano no avanzaría con él. En circunstancias diferentes, estar en la bat-cueva sería un deleite, pero ahora, su cabeza no lograba pensar en otra cosa que no fuese en lo que diría una vez tuviese al murciélago delante.

¡No soy un cobarde, puedo hablar con mi alfa!

Al menos su lado omega tenía gallardía. Avanzó a tientas por la escasa luz en la cueva, guiado por el estruendoso ruido que parecía ser ocasionado por Batman. Cuando llegó a la zona pobremente iluminada se estremeció al ver al murciélago destrozando las pantallas de su ordenador con los puños. Gruñía y babeaba, atacando todo lo que hallaba a su paso y recordó las extrañas visiones que tuvo mientras estuvo encerrado en Arkham. Batman, estaba hecho un desastre de instintos alfa.

¡Me necesita, me está buscando!

Joker, titubeó y pensó en darse media vuelta e irse, pero recordó las palabras de su omega y no quería ser el cobarde en esta ocasión. Se quitó el parche que ocultaba su aroma y al instante el alfa se detuvo, olfateando aquella agradable fragancia en el aire.

Joker— La voz profunda y rasposa lo hizo temblar.

—Batman, soy yo, tu omega— Comenzó a acercarse y el alfa retrocedió.

¡Quédate atrás!— Joker, se paralizó ante la orden —No quiero hacerte daño— El payaso luchó por salir del comando y lo consiguió, avanzando cada vez más decidido.

—No me harás daño— Llegó hasta donde estaba el héroe y extendió sus manos en dirección a la máscara, la tomó entre sus manos y se la quitó —Tú eres mi alfa— La arrojó a un lado y acarició la mejilla de su rival, seguido, le plantó un beso en la frente —Jamás me lastimarías.

Bruce gruñó y finalmente se quebró, cayó de rodillas y abrazó al payaso por la cintura, lloró amargamente sobre su regazo y balbuceó:

—Soy un monstruo—Joker rió suavemente y le acarició el cabello.

—No, solo eres un alfa muy fuerte y muy estúpido— Se agachó para estar a su altura y lo miró a los ojos.

Joker observó cada una de las facciones masculinas de su alfa, nunca le interesó quien se ocultaba debajo de esa máscara, pero debía admitir que Bruce Wayne era realmente guapo, lástima que el aspecto descuidado le quitaba un poco de su atractivo.

Tener tan cerca a su omega hizo gruñir a Bruce y se abalanzó sobre el Joker, aprisionando su cuerpo contra el piso metálico de la bat-cueva. El aroma picante y tentador que emanaba de su rival le alteraba los sentidos, quería más, quería hacerle saber que disfrutaba tenerlo cerca, que lo había extrañado como un perro que espera a su dueño, que lo amaba y que no quería que se apartara de su lado otra vez.

Este omega es mío. ¡Me pertenece!

Su lado racional no estaba de acuerdo con esa manera de pensar, pero su alfa era posesivo y no dejaría que Joker escapara. Su boca se movió sobre el delgado cuello de su némesis, besando y lamiendo la piel sensible, mordiendo cuando sentía al omega estremecerse bajo el toque de sus manos que acariciaban las piernas del payaso, subiendo hasta llegar a su cadera, colándose debajo de su camisa anaranjada.

—B-Batsy...— Intentó apartarlo pero sus fuerzas se esfumaron —Detente... Ah— Un gemido casi imperceptible escapó de sus labios y se maldijo, el vínculo estaba actuando.

El alfa gruñó satisfecho en respuesta, pero se contuvo y se alejó aun cuando todos sus instintos le exigían continuar. Se sentó en el suelo, justo frente al payaso y habló:

—¿Por qué estás aquí?— Preguntó Joker, se irguió y arregló su ropa hecha jirones.

—No iba a dejarte morir de esta manera tan patética, aún nos quedan muchos bailes juntos— Explicó con desdén.

Batman había descuidado mucho su integridad, no dormía, no comía y estaba la mayor parte del tiempo en la calles de Gotham, rompiéndole los huesos a los criminales. Su lado alfa estaba desbocado, desesperado y triste por estar con el omega, así que su única distracción viable era estar patrullando la ciudad constantemente.

—Gracias.

—Solo dije lo que necesitabas oír, no confundas las cosas— Evitó mirarlo y continuó —Sé como funcionan tus instintos al estar atado a un omega, tú obviamente no.

—Entonces explícame.

—No soy la mejor persona para hablarte de esas cosas— El payaso odiaba todo lo relacionado con su género secundario.

—Joker eres el último de tu casta, creo que no hay nadie mejor que tú para mostrarme como funciona— El villano suspiró y cambió su expresión por una de molestia.

—Vale, lo haré. Pero primero, vas a darte un baño, te afeitarás y comerás algo. En ese orden— Dictaminó y Bruce, enarcó una ceja —Lo digo porque quiero un alfa limpio y presentable para mí— Aclaró con falsa inocencia, era consciente que el alfa de Bruce, moría por complacerlo.

—Eres un manipulador— Joker rió.

—Lo sé y esa es una de las ventajas que muchos omegas no aprovecharon.

Bruce se levantó primero y le tendió la mano para ayudarlo a levantarse, mano que, sorpresivamente, Joker aceptó. Ambos se encaminaron a la salida de la cueva y el mayordomo no pudo ocultar su expresión de absoluta sorpresa al ver a su amo acercarse, completamente calmado.

—Alfred prepáranos algo de cenar, por favor— Ordenó y pasó de él.

—S-sí, señor— El mayordomo miró con intriga y admiración al villano —¿Cómo...?— El payaso detuvo el interrogatorio.

—Oiga, abuelo, quiero algo que tenga mucho chocolate para el postre, ¿le importaría?

—Claro, señor Joker— Respondió con desazón.

(...)

Joker esperó en el gigantesco comedor, la mansión era sosa, pero no pudo resistir la tentación de tocar los platos de porcelana fina que estaban expuestos en las repisas. Rompió uno y rápidamente lo dejó en su lugar, se alejó silbando y volvió a tomar asiento, fingiendo que nada había pasado. Después de un tiempo que le pareció eterno, un Bruce Wayne, pulcro y en ropa de dormir entró al comedor. Si prestaba la atención suficiente, podía apreciar las perfectas abdominales debajo de esa translúcida camiseta blanca. Joker, no pudo evitar sonreír ante la imagen del hombre que tenía delante:

—¡Ahí está el Batman, qué me gusta!— Bruce se sentó y lo miró.

—¿El Batman qué te gusta?— Joker se rascó el cuello y tartamudeó un poco antes de responder.

—Ya sabes, uno que no tiene una barba horrible que me dé comezón cuando me bese— Bruce hizo una casi imperceptible mueca que Joker, pudo identificar al instante.

¡Lo hice sonreír!

Su lado omega saltó de alegría al poder alegrar a su amargado alfa y Joker tampoco pudo evitar esbozar una sonrisa, orgulloso de ello.

Alfred apareció con una bandeja en mano y la colocó en silencio sobre la mesa, la abrió liberando el aroma y el vapor de la comida caliente recién preparada que había en su interior. Arroz con curry. Joker se deleitó, aquello olía exquisito y sin dudas le abrió el apetito.

(...)

Después terminar la cena, Alfred regresó para entregarle su dulce aperitivo. Una deliciosa rebanada de tarta de chocolate, decorada con una montaña de crema batida y una fresa fresca.

—El postre que ordenó, señor Joker.

—¡Esto se ve exquisito!— Cogió emocionado una gran porción con la cuchara y se lo llevó a la boca, gimiendo de satisfacción ante el sabor tan dulce —Es tan buena...— Tomó un poco de merengue con su dedo y lamió la longitud sensualmente con su lengua, saboreando la suave cremosidad —¿Disfrutando del espectáculo?— Miró a Bruce, con picardía y el alfa salió de su embelesamiento.

—¿Lo haces a propósito?— Inquirió y el payaso sonrió.

—Sí, me encanta molestarte— Satisfecho con lograr turbar al mejor detective del mundo, decidió abordar un tema más serio —Háblame sobre esa cosa alfa que te sucede, te veías como un animal— Bruce, apartó su plato, molesto consigo mismo.

—Era un animal, tú me trajiste de regreso.

—Parecías estar en un frenesí— Él conocía muy bien lo peligrosos que llegaban a ser los alfas en ese estado.

—Cuando era un niño, un doctor me dijo que al ser un alfa de alto rango necesitaría obligatoriamente de un omega para que fuese mi compañero. Mis padres rechazaron la idea de arruinar la pureza de mi sangre y los omegas ya estaban extintos en ese entonces— Explicó.

Joker meditó las palabras y la idea de que su némesis lo veía como una vía de escape lo golpeó de nuevo. Y es que era así, estaba con él porque lo necesitaba para mantener sus instintos a raya, simplemente estaba siendo usado, como muchas otras veces. Y aunque no era un vínculo tan desagradable como los anteriores, ciertamente no era especial. Bruce notó la disconformidad en el aroma del contrario y habló para aclarar.

—Tenemos un contrato, podemos añadir ciertas pautas para que esto funcione— Joker rió ante la idea.

—Bruce sé que tu alfa no soportaría otra separación así— Admitió, no le gustaba la idea, pero no tenía otra opción.

—¿Estás sugiriendo...?— El alfa de Bruce se despertó emocionado.

¡Mi omega quiere quedarse conmigo!

Pero su lado racional le recordó que el hombre que tenía delante era Joker y Joker, no tenía la necesidad de estar con él. ¿Verdad?

—Tú eres el alfa, tú debes decirme lo que debo hacer— Bruce, no estaba conforme con su respuesta.

—Joker no puedo hac...— El payaso se levantó y golpeó la mesa con ambas manos.

—¡¿Por qué tienes tanto miedo?!— Gritó y Bruce, esquivó la mirada acusatoria.

—Es complicado.

Joker sonrió y avanzó con pasos felinos hacia Bruce, lo obligó a girarse y colocó una de sus rodillas entre las piernas del alfa, consiguiendo al instante la completa atención del filántropo. Aproximó su rostro y se detuvo solo dejando unos centímetros de separación del contrario y habló.

—Batsy, sé que quieres besarme y tocarme, pero te estás conteniendo— Bruce se mantuvo impasible.

—No haré nada que no quieras hacer, está estipulado en...— Joker rodó los ojos, exacerbado por la terquedad del alfa.

—Brucie ese contrato no es legal. Los omegas no tenemos derecho a tal cosa.

—No— Era una decisión perentoria.

—Alfa...— Bruce se tensó ante la mención de ese título siendo proferido con sensualidad por esos labios carmesí —Te necesito, ¿me vas a dejar así?— Canturreó, moviendo sus caderas en un vaivén mientras sus manos acariciaban sin escrúpulos los fuertes pectorales del pelinegro.

—Bufón, basta— Advirtió, con la voz demasiado ronca por la excitación.

—¿Es una orden, alfa?— Preguntó, aparentando desconcierto.

Las manos de Bruce, temblaron antes de alzarse y tomar la cintura del payaso, dudoso de hasta donde se le permitiría tocar.

—¿Realmente puedo?— Inquirió y Joker, le devolvió una sonrisa lasciva.

—Tú eres el alfa, si quieres algo de mí, solo tómalo.

—No tomaré nada que no desees entregarme— Respondió.

—Entonces tómame, me estoy entregando, Batsy.

Joker acortó la distancia que los separaba y lo besó. Le dio el beso que Bruce tanto anhelaba pero que no estaba dispuesto a robar. El payaso se apartó y su alfa, lleno de determinación y confianza, ordenó.

Sígueme.

Si Joker quería hacerle saber quien debía tener el control, lo había conseguido.

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