Capítulo 74: Dejando Fuera Todo el Resto

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Parte Central de Ciudad Goldenrod, Área Comercial. Región de Johto, 11:58 A.M

-T-Tu... ¿Pero quién demonios crees qué eres cómo para aparecer de la nada y hablarnos de ese modo?- Exclamó en voz alta el chico más regordete tras la repentina aparición de Umbreon y Gold, utilizando un tono altanero y despectivo, dando entonces varios pasos al frente hasta colocarse a un lado del entrenador del Houndour. -Tu no eres quien para decirnos qué hacer o meterte en nuestros asuntos. Ahora, lo mejor será qué te largues por dónde viniste, a menos claro qué quieras qué-...

-Todd, espera un momento... ¿Acaso no reconoces de quién se trata?- Vocifera el chico más pequeño y de tez morena, interrumpiendo a su compañero mientras que recorría de reojo al recién llegado con una temerosa expresión qué prácticamente hablaba por sí misma. -El es-...

-Hmph... El es Gold del fuego azul, o, mejor dicho, Gold Ethan Tsubasa, el ahora conocido hijo del campeón sin corona de Johto y Kanto.- Denunció rápidamente Ian al inspeccionar visualmente tanto a Gold cómo a su Umbreon, luego de haber interrumpiendo y quitándole metafóricamente las palabras de la boca a su otro compañero. -Hehe, ¿quién rayos lo diría? Nunca pensé qué nos encontraríamos con una "celebridad" cómo él en un lugar cómo esté.-

-¿H-Huh? Esperen... ¿E-En serio ese de allá es el supuesto hijo de Enishi Tsubasa?- Cuestiono con incredulidad el chico regordete qué respondía al nombre de Todd, a la vez en qué volvía a intercambiar miradas con sus compañeros, mismos quienes asintieron en respuesta a su pregunta.

-Escuchen con mucha atención, porque solo les pediré esto una vez más de buena manera.- Declaró asertivamente Gold, quien aún tenía su mirada fijamente puesta sobre el trío, aplicando entonces un tono de voz distante pero firme. -Váyanse de esté lugar y nunca más vuelvan a intentar algo tan bajo y peligroso cómo atacar a alguien indefenso. Esta será mi primera y única advertencia para con ustedes.-

-Tch... ¿O de lo contrario qué?- Pregunta retóricamente Todd, alzando entonces una de sus cejas por inercia, cuando luego el chico de tez morena se posicionada aún lado de Ian y de él. -¿Qué es lo qué harás?-

Gold, sin dudarlo por más un par de segundos, exhalo otra sonora bocanada de aire qué hizo un ligero eco por todo alrededor del campo de batalla. Ahora, a pocos metros de este, Umbreon aún yacía con una inalterable pose de combate en espera de las órdenes de su entrenador, mientras qué Houndour, estando en ese momento más cerca de su entrenador y los compañeros de esté, se limitó únicamente a observar con cara de pocos amigos toda la situación.

-O de lo contrario me veré en la penosa necesidad de darles una lección de modales qué nunca más en sus vidas olvidaran.- Indicó Gold a secas y después de un rato, cuando esté se cruza de brazos.

En inmediata respuesta a lo dicho por Gold, el trío de amigos vuelven a intercambiar miradas los unos con los otros. Entre tanto, el de New Bark aprovecho esta pequeña ventana de oportunidad para también observar de reojo al aún anonadado entrenador del Nidoran qué estaba posicionado directamente a su derecha. -¿Te encuentras bien?- Preguntó Gold, nuevamente con firmeza y algo de preocupación. -¿Estás herido o-...?-

-E-Estoy bien, muchas gracias.- Responde tímidamente el jovencito de pecas y oscura cabellera, regresando entonces a su inconsciente Nidoran para qué descansara. -De verdad qué no tengo palabras para-...

-Escucha, ahorra tus palabras para después, ¿ok?- Propuso Gold al volver a mirar en dirección al trío y Houndour. -Pero pase lo qué pase, no te apartes de mi lado. Solo quédate detrás de mí y te prometo qué todo saldrá bien. Tienes mi palabra cómo entrenador.-

El chico en cuestión dudó por escasas milésimas de segundo antes de asentir con más timidez qué antes, dando posteriormente un par de pasos para colocarse a la espalda de Gold. Por su parte, el trío vuelve a enfocar su completa atención sobre el recién llegado y su pokémon.

-Dime, Tsubasa... ¿Estás completamente seguro de qué quieres hacer esto por escoria cómo él?- Preguntó Ian al poner una antipática expresión sobre su rostro, sumado al despectivo tono qué empleó al pronunciar el apellido de Gold. -Tu ni siquiera sabes quien es él o porque nosotros-...

-No tengo qué saber nada más del tema cuando vi con mis propios ojos cómo intentaron atacar a alguien indefenso y qué no suponía ningún tipo de peligro para alguno de ustedes.- Declaró Gold, ahora progresivamente con mucha más frialdad qué al inicio de la conversación. -Esté es un acto imperdonable qué no tiene excusa. No importa el motivo o el contexto. Esto no está bien ni tampoco-...

-¡De acuerdo, ya fue suficiente! Yo me ofrezco a patearle el trasero a esté engreído fanfarrón.- Propuso Todd con rebeldía, sacando entonces del bolsillo de sus jeans lo qué parecía ser una ultra bola. -No me importa qué el sea un entrenador famoso o el supuesto hijo del campeón sin corona. Ya tuve suficiente de su actitud y no me quedaré de brazos cruzados al verle defender de esta manera a ese-...

-¿Y porque mejor no lo intentan los tres al mismo tiempo?- Adujo Gold con ahínco, haciendo crujir entonces todos los dedos de sus manos al ejercer presión con ayuda de sus mismos puños. -¿Qué me dicen de esa propuesta? Sí ya uno de ustedes tuvo el coraje para intentar atacar a alguien indefenso, entonces de seguro no tendrán problemas con una batalla de tres contra uno. Es más, sí ustedes me llegaran a derrotar, les regalaría sin quejas todas y cada una de mis medallas de gimnasio.-

Por enésima vez el trío intercambia otra serie de miradas de asombro e incredulidad, incluido esta vez el confuso entrenador detrás de Gold. -Hmph, ok. Cómo tú lo desees, Tsubasa. Los tres aceptamos encantados tu propuesta- Replicó finalmente Ian, colocando en ese momento una sonrisa igual de cínica qué cuando intentó atacar anteriormente a su oponente. -Pero qué conste qué tu eres el qué insistió con esto. Después no quiero lloriqueos cuando tomemos todas tus medallas.-

-Hehe, voy a disfrutar de esto cómo no tienen idea.- Comenta entonces efusivamente Todd, arrojando la ultra bola qué sostenía entre los dedos de su mano izquierda sobre el campo y a un lado del pokémon de su compañero. -Te garantizo qué te arrepentirás de haberte metido en nuestros asuntos.-

Seguidamente, sobre el campo se materializa un Larvitar, pokémon quien rápidamente al aparecer asiente con emoción ante su entrenador, para entonces producir un grave chillido de combate dirigido tanto para Umbreon cómo para Gold.

-¿E-Están seguros de qué está es una buena idea?- Preguntó temeroso el chico más pequeño del trío, mirando con inseguridad al mismo tiempo a sus otros dos compañeros en busca de validación y respuestas. -¿En serio quieren luchar contra Gold del fuego azul cuando literalmente el pudo combatir de tú a tú contra el Charizard de Green Oak? Y-Yo sugiero qué mejor-...

-Bah, no te preocupes tanto por esos pequeños detalles sin importancia, Sammy. Escucha, él puede ser un buen entrenador, pero esté es nuestro territorio y tenemos también la ventaja numérica.- Replicó entonces Ian más animadamente para con su dubitativo amigo. -Además, mientras más elevado su ego, más dura será su caída, y es muy probable qué esa batalla entre Green y él no fuese más qué una farsa publicitaria para atraer más entrenadores a la Battle Frontier. Ya verás qué esta pelea será pan comido para nosotros. Solo mantente alerta y te aseguro qué el no sera rival para los tres juntos.-

En ese momento, el chico moreno qué respondía al nombre de Sammy no solo se tomó un par de segundos para reorganizar sus ideas, sino qué a la vez esté exhala una sonora bocanada de aire. -De acuerdo, de acuerdo. Ya qué más da, hagamos esto.- Comentó Sammy a regañadientes, momentos antes de qué esté sacará una pokebola desde el interior de la mochila qué cargaba en su espalda, posteriormente arrojando la misma sobre el campo. -¡Ariados, yo te elijo!-

A continuación, un pokémon cuadrúpedo con la apariencia de una araña gigante hizo acto de presencia al materializarse junto a Larvitar y Houndour. Dicho pokémon era mayormente de color escarlata rojizo, en contra posicion a sus cuatro patas, las cuales estaban en pares a los lados de su abdomen, siendo estas largas, esbeltas y decoradas con franjas en amarillo y purpura. Pero, sumado a lo anterior, Ariados poseia un puntiagudo cuerno blanco en medio de su cabeza, además de una mandíbula sobresaliente, también de color blanco, con la qué aparentemente atrapaba y trituraba a sus oponentes.

-Hmph... Ya veo. Con qué los compañeros de Houndour serán Larvitar y Ariados.- Comenta Gold para sí mismo al observar repetidas veces, de arriba a abajo, a los pokémon de sus oponentes con el fin de trazar su estrategia de combate. Todo esto, mientras qué los varios anillos luminosos del pelaje de Umbreon se mantenían iluminando ligeramente el suelo a sus pies, sumado a qué esté intercambiaba activamente feroces miradas contra los pokémon del trío de jóvenes a la izquierda del campo.

Tras la aparición de Ariados, una exasperante oleada de relativo silencio volvió a reinar por todas las inmediaciones del ahora no tan solitario callejón. Gold, ya sea para bien o para mal, se mantuvo perfectamente estoico junto con su Umbreon. Entre tanto Ian, Todd y Sammy, en conjunto con sus expectantes pokémon, se volvían a mirar los unos a los otros antes de todos asentir al unísono al saber lo qué estaba a punto de suceder.

-¡Larvitar, comienza con Crunch (Triturar)!- Exclamó en primera instancia Todd, apuntando con su mano derecha en dirección al pokémon de Gold. -¡Llegó el momento de poner a ese fanfarrón en su lugar!-

-A-Ariados, apoya a Larvitar al utilizar String Shot (Tiro de Hilo)!- Ordenó entonces Sammy, temeroso y notablemente con más dudas qué respuestas al momento de empezar el combate. -Quiero qué evites qué Umbreon pueda esquivar nuestros ataques.-

Por otro lado, Ian se mostró muchísimo más sereno qué sus otros dos compañeros, manteniéndose al margen de la situación al optar voluntariamente por ser el último del trío en dar sus órdenes.

-¡Houndour, quiero qué utilices Flamethrower (Lanzallamas)!- Indicó Ian con serenidad e ímpetu. -¡Es hora de demostrar quienes son los qué mandamos aquí!-

"Gold, el qué tu y yo nos conociéramos así de esa forma en el laboratorio de mi padre no fue simple casualidad. Yo planeé golpearte con la puerta ese día para hacer ver qué nuestro encuentro fue obra del destino."

Al instante, una amarga y hasta emotiva sonrisa se apodera del rostro de Gold, cuando una repentina lluvia de sentimientos y recuerdos se precipitan violentamente dentro de todo su ser hasta el punto de provocarle escalofríos. Sin embargo, y en paralelo con toda la situación, varias lágrimas empiezan a fluir involuntariamente desde los ojos de esté, recorriendo sus pómulos hasta caer y desvanecerse sobre el suelo.

"Yo te envíe a la anterior liga pokémon para mantenerte lejos de casa mientras se solucionaban las cosas. Además, yo le ordené a Red Tajiri, cómo un favor, que se mantuviera cerca y cuidara de ti. En otras palabras, el que se conocieran y también el que volvieras a desear ser un entrenador pokémon fue obra mía."

-¡Yo soy el qué crea mi propio maldito destino!- Declaró asertivamente Gold, de manera fría, agresiva y sin despegar su vista de sus oponentes al emular a un hambriento depredador al tener ya a su merced a una de sus abatidas presas. -¡Umbreon, llegó el momento de poner en acción todo lo qué practicaste por la mañana! ¡Ahora, acaba con todos ellos utilizando Quick Attack (Ataque Rápido)!-

En cuestión de breves milésimas de segundo tras lo ordenado por su entrenador, todos y cada uno de los anillos luminosos en el pelaje de Umbreon se apagaron al mismo tiempo, dándole ahora a esté pokémon una especie de aura lúgubre qué se intensificó cuando esté asiente y luego toma impulso antes de desaparecer de la vista de todos al correr por todo alrededor del campo. Dicha acción, a su vez, desencadenó la inmediata confusión del trío y de sus pokémon, quienes optaron por detenerse en seco en su intento por atacar frente a la repentina desaparición de su objetivo.

-¡M-Maldición!- Exclamó un furioso y confundido Todd, mirando desesperado de izquierda a derecha del campo de batalla en búsqueda de localizar al pokémon de Gold. -¿En dónde rayos se metió Umbreon? Aaughhh... No puedo seguirle el paso con mi vista, él es demasiado veloz.-

-¡E-Esto no es normal! Y-Y-Yo les dije qué esta era una mala idea, pero ustedes nunca me toman en cuenta.- Comenta Sammy, nuevamente con un tono de voz temeroso y distante. -¿Y ahora qué hacemos? No se supone qué un pokémon de su especie sea capaz de moverse a esta velocidad.-

-O-Ok, cambio de planes, muchachos. Solo traten de mantener la calma.- Decreto rápidamente Ian al momento en qué su semblante pasó de tranquilo a preocupado en poco menos de un par de parpadeos. -Estén atentos y-...

Sin embargo, antes de que el rubio pudiera terminar de expresarse correctamente, Umbreon vuelve a hacer acto de presencia, pero ahora él yacía estratégicamente posicionado a escasos centímetros del trío y a espaldas de sus inadvertidos y confusos pokémon.

-¡Acabalos, Umbreon!- Ordenó nuevamente Gold, manteniendo su semblante opaco y frío. -¡Terminemos con esta batalla aquí y ahora!-

Umbreon, siguiendo al pie de la letra la orden de Gold, enciende nuevamente los anillos luminosos de su pelaje al tomar otra vez impulso para posteriormente embestir a Ariados a toda velocidad cómo principal objetivo, pokémon qué, tras ser violentamente impactado, termina por ser utilizado cómo una especie de proyectil teledirigido qué luego impacta, cómo sí se tratara de una potente bala de cañón, contra sus propios compañeros antes de qué estos sí quiera pudiesen notar o ver lo qué había ocurrido.

Toda esta concisa pero breve acción ocurrió prácticamente en un abrir y cerrar de ojos, cosa qué a su vez dejó perplejos al trío y también al joven entrenador detrás de Gold. Ninguno de ellos le daban crédito a lo que acababan de presenciar, ni mucho menos podían asimilar el hecho de que, por breves instantes, los movimientos de Umbreon parecieron ser los de un violento rayo qué sólo dejó una traslúcida estela luminosa en medio del campo tras embestir y vencer a todos sus oponentes con un mismo certero movimiento perfectamente calculado en todos los sentidos.

-T-Tu... ¿P-Pero cómo es posible?- Preguntó Todd con rebeldía y terror, mirando a Gold y a su Umbreon cómo sí estos fueran la encarnación viva de todos los males del mundo. -¿C-Cómo demonios fue qué-...?-

-¡No me hagan volver a repetirlo!- Exclamó Gold con firmeza, interrumpiendo en seco al chico para observar con decepción a sus compañeros y a él cómo sí se trataran de escoria. -Larguense de aquí ahora mismo y no vuelvan a intentar algo cómo esto nunca más, ¿entendido?-

Sammy fue el primero en reaccionar tras las frías palabras de Gold. El jovencito asintió temeroso frente al de New Bark antes de regresar a su Ariados. Posteriormente, Ian y Todd hacen lo mismo, asintiendo cómo sí sus vidas dependieran de esto y regresando luego a sus respectivos pokémon antes de correr despavoridos para salir lo más rápido posible del campo de batalla y el callejón colindante.

Gold, entre tanto, suelta otro suspiro poco animado después de qué el trío desapareciera por completo de las inmediaciones en dirección al centro de la ciudad. -Ughh... De verdad qué no quería llegar a estos extremos, pero ellos no me dejaron más opciones.- Comentó amargamente el de New Bark entre dientes, encogiéndose de hombros y negando con su cabeza para entonces darse media vuelta y caminar hasta colocarse junto con el entrenador del Nidoran. -Aunque el lado positivo de todo esto es qué la nueva estrategia de combate qué ideé para Umbreon resultó exitosa.-

Una vez hecho esto, Gold procede a mirar directamente a los expresivos ojos color miel del anonadado joven, pero no sin antes cambiar el semblante de su rostro al suavizar el mismo. -Oye, uhhh... ¿seguro qué te encuentras bien?- Pregunta Gold, ajustando en ese momento su gorra de la suerte por reflejo, cuando entonces Umbreon se comienza a acercar a dónde estaban colocados ambos. -Por qué sí estuvieras herido o algo así, no tendría problemas en llevarte a un hospital cercano o llamar a tus padr-...

-N-No, no, no... No tiene qué preocuparse tanto por mí, ni tampoco llamar a nadie.- Exclamó rápidamente el chico de pecas, negando con su cabeza y ahora con el rostro completamente enrojecido. -Créame qué estoy perfectamente bien, señor Tsubasa. Además, creo qué ya hizo suficiente por alguien cómo yo por el día de hoy.-

Prácticamente por inercia, Gold alza inconscientemente una de sus cejas en réplica. -¿S-Señor Tsubasa?- Repitió el de New Bark con extrañeza y recorriendo al chico con una mirada cargada de curiosidad. -Uhhh... Preferiría qué solo me llames por mi nombre, sí no fuera mucha molestia. Qué alguien quien claramente no está tan lejos de mi edad me diga de esa forma se siente... uhh... extraño, creo.-

En el acto, ahora fue el turno del joven entrenador de pecas para cambiar el semblante de su rostro por uno qué demostrara su latente confusión para lo expresado por el de New Bark. -¿H-Huh? ¿Pero está seguro de esto?- Pregunta el chico en cuestión con timidez y hasta una pizca de rebeldía en su voz. -O sea, eres el hijo del campeón sin corona y también-...

-Dejame detenerte ahí por un momento.- Expresó repentinamente Gold al interrumpir en seco a su homólogo, poco antes de volver a exhalar con visible molestia. -Me halaga mucho esto qué intentas hacer, pero tú mismo lo acabas de decir. Yo soy el hijo del campeón sin corona, más no soy una extensión de él o de sus muchos logros. Lo qué mi padre hizo en el pasado no tiene qué ver del todo conmigo, ¿ok?-

En respuesta a esto, el joven entrenador bajó automáticamente su mirada en dirección al suelo, decidiendo entonces permanecer otro par de segundos en completo silencio antes de responder. -O-Ohh... Por supuesto. Entonces me disculpo por mis palabras.- Reconoció el joven entrenador, esta vez con un tono mucho más apagado y comedido. -Mi intención nunca fue implicar algo cómo eso. En verdad lo siento...-

Gold, por enésima vez en lo qué iba de esté corto y frío día, decide expulsar otro suspiro, mismo qué termina por provocar qué esté volviese a ver su propio aliento delante de él. -Descuida, de igual forma entendí lo qué querías hacer y el porqué de tus palabras.- Aseguro el de New Bark al forzar una sonrisa más empática y sincera, rascando entonces una de sus mejillas al encogerse de hombros por breves instantes. -Y perdoname por decir algo así y corregirte tan de repente cuando intuí lo qué tratas de decir. Eso no fue correcto.-

Aquí Gold forzó una pequeña pausa en la conversación al aclarar ligeramente su garganta antes de proseguir. -Escucha, esta no ha sido una semana fácil para mí y lo qué menos deseo en esté momento es qué otra persona qué no conozco me mire y juzgue al verme solo cómo una extensión directa de mi padre. En verdad lo siento y te pido qué por favor olvides todo eso qué dije, ¿de acuerdo? Nada de eso viene al caso ahora ni tampoco creo qué te tenga qué preocupar.-

Pero, por segunda vez consecutiva, el entrenador de pecas baja su mirada y claramente se pudo notar qué todo lo dicho por Gold le hizo titubear al momento de querer organizar sus palabras, cosa qué hasta Umbreon noto de inmediato. -Y-Yo... Uhhh-... Yo entiendo bien eso qué dices.- Replicó melancólicamente el chico de ojos color miel, dándose media vuelta para de esté modo evitar qué Gold lo mirase directamente a su rostro. -Se qué dijiste qué esto no viene al caso, pero yo también entiendo cómo se siente eso qué dices. En verdad qué lo se.-

-E-Espera un momento...- Expresó Gold en un tono más angustiado, sintiendo en ese momento cómo dentro de su estómago se formaba un nudo al caer en cuenta de las cosas. -¿No me digas qué esto tiene qué ver con él porque esos bravucones te intentaron atacar de esa manera tras su combate?-

Sin titubeos ni dilación, el chico asintió tímidamente, pero no sin qué antes el metiera momentáneamente sus manos dentro de los bolsillos laterales de sus jeans. -A-Algo así. Esos chicos y yo tenemos algo de historia pasada, aunque las cosas son algo más complicadas de lo qué debes de estar asumiendo. Pero, cómo tú mismo dijiste antes, lo mejor es qué lo olvides. Estas son cosas qué no vienen al caso ni tampoco creo qué alguien tan importante cómo tu se tenga qué preocupar por mis asuntos.-

Ahora, tras tan ácida respuesta, Gold parpadea repetidas veces al volver a recorrer visualmente al ahora melancólico chico a su derecha, colocando luego otra recatada sonrisa sobre sus labios. -Heh, punto a su favor, niño. Supongo qué en eso tienes toda la razón. -Reconoció el de New Bark, antes de ponerse sorpresivamente de cuclillas y acariciar de frente la cabeza de Umbreon. -En otras circunstancias los problemas de los demás no deberían de ser de mi incumbencia ni mucho menos. Algo qué siempre me caracterizó desde muy joven es qué soy demasiado distante y reservado la mayoría de las veces, además de qué evito meterme en los asuntos de los demás sí es posible. Pero no todo es cómo parece y las situaciones, muy a pesar de qué las planees de alguna forma por mucho tiempo, pueden cambiar cuando menos te lo esperas de una forma qué ni te imaginas. Por ejemplo, dentro de mis planes no siempre estuvo ser un entrenador pokémon.-

Acto seguido, el joven entrenador vuelve a encarar al de New Bark con suspicacia, teniendo aquí una expresión qué perfectamente mezclaba su incredulidad con su aún latente confusión. -¿H-Huh? ¿Pero cómo qué no siempre quisiste ser un entrenador pokémon? E-Eso no tiene el menor de los sentidos.-

Manteniendo aún su recatada sonrisa, Gold procede a ponerse de pie antes de dar su respuesta. -Cómo dije, las cosas no siempre son lo qué parecen y yo soy un perfecto ejemplo de eso. Pero, sí tanto te interesa saber cómo alguien cómo yo dejo de lado momentáneamente su sueño de ser entrenador, entonces te tengo una propuesta qué quizás podría ser de tu interés.-

El chico en cuestión alza una de sus cejas en el acto, poco antes de intercambiar miradas tanto con Gold cómo con Umbreon. -¿Una propuesta qué quizás podría ser de mi interés?- Repite el chico con suspicacia y extrañeza. -¿Qué quieres decir con eso?-

De la misma manera qué hace momentos atrás, el de New Bark procede a aclarar ligeramente su garganta al mirar ahora directamente a los ojos de su homólogo. -¿Qué te parecería sí te cuento un poco sobre cómo "el famoso hijo del campeón sin corona" se planteó no seguir seriamente los pasos de su padre y convertirse en entrenador?- Propuso Gold en un tono algo más nostálgico y relajado. -Pero todo esto con la condición de qué tú primero accedas a decirme el porque esos bravucones te querían atacar, ¿trato?-

Más sin embargo, el jovencito se vuelve a tomar otra serie de segundos para así organizar sus ideas. -Y-Yo-... Ughh, ok, de acuerdo. Acepto tu propuesta, Gold.- Replicó entonces el de ojos color miel, quien aún mantuvo una dubitativa expresión en su rostro. -Pero preferiría qué primero tú seas quien cuente su relato.-

Gold asintió con tranquilidad cómo réplica, quitándose en ese momento su gorra de la suerte y colocándola sobre la cabeza de su Umbreon.- Está bien... ¿Pero por dónde debería de empezar?- Comenta Gold al cruzarse de brazos e inclinar su cabeza por breves instantes. -Hmmm... Bueno, creo qué primero qué todo deberias de saber qué desde muy pequeño siempre quise ser un entrenador quien pudiese superar el amplio legado dejado por mi padre. Así eran las cosas y me dediqué durante gran parte de mi infancia en aprender todo lo qué pudiera sobre batallas. Pero, lastimosamente, las cosas tomaron un repentino giro qué no me espere tras ganar en el pasado varios torneos infantiles a lo largo de Johto. En otras palabras, la inmensa presión qué sentía por seguir ganando debido al legado de mi padre, sumado al repentino cambio en el trato de todos los qué me rodeaban en New Bark, incluyendo a varios de los qué consideraba cómo mis amigos en ese entonces, fue demasiado para mi. Prácticamente todos, de un momento a otro, me comenzaron a tratar de manera muy diferente a cómo eran las cosas antes de esas victorias, muy a pesar de conocerme personalmente de antemano, haciéndome sentir cómo una especie de bicho raro o fenómeno. Más lo peor del caso no fue eso, sí no qué yo quería qué todos me vieran y trataran cómo antes y por quien era, pero la realidad era qué la gran mayoría me veía únicamente cómo el prodigioso hijo del campeón sin corona, mientras qué Gold Tsubasa cómo tal, solo era una extensión de este. Nada más, ni tampoco nada menos.-

Visiblemente sorprendido ante tal revelación por parte de Gold, el pálido entrenador de ojos color miel traga saliva al mirar con incredulidad al de New Bark. -Ohh... Y-Ya veo.- Fue la tímida y hasta simplista respuesta de éste. -¿Pero qué sucedió después? ¿Acaso fue ahí en dónde decidiste abandonar tu sueño de ser entrenador?-

Gold, sintiendo vergüenza de sí mismo por sus acciones pasadas, asintió con prontitud. -Así fue. Aunque obviamente en retrospectiva tengo qué reconocer qué todo esto ahora suena cómo muy poca cosa cómo para qué alguien decida tirar la toalla así por así. Pero esa fue la realidad qué me tocó vivir y esa decisión tenía todo el sentido del mundo para mi pequeño y estupido yo del pasado.-

-Pues eso explica bastante de ti y también del porque abandonaste ese sueño.- Replicó el chico nuevamente con simpleza al producir un suspiro qué, de igual forma qué con Gold, se terminó por hacer visible frente al rostro de este. -Sinceramente no te podría culpar ni juzgar por tomar tal decisión, ¿pero qué te hizo retomar todo esto de ser entrenador cuando estabas tan decidido a abandonarlo? Una decisión de esté tipo no se deshace de la noche a la mañana, ¿o sí?-

-¿Qué me hizo querer retomar lo de ser entrenador? -Repitió ahora Gold al fruncir su ceño con desden con una pizca de frialdad y melancolía sobre su rostro, intercambiando miradas brevemente con Umbreon. -Uhhh-...

"Yo te envíe a la anterior liga pokémon para mantenerte lejos de casa mientras se solucionaban las cosas. Además, yo le ordené a Red Tajiri, cómo un favor, que se mantuviera cerca y cuidara de ti. En otras palabras, el que se conocieran y también el que volvieras a desear ser un entrenador pokémon fue obra mía."

En cuestión de poco menos de un parpadeo, el semblante de Gold paso de un espectro de las emociones al otro, provocando qué esté titubeara de manera visible antes de sacudir ligeramente su cabeza frente a los intrusivos recuerdos qué volvían a golpear su psique.

-Uhh... Para hacerlo más sencillo, digamos qué todo esto se debe a una larga serie de eventos, los cuales la mayoría no estaban bajo mi control, y qué me llevaron a querer volver a ser un entrenador. -Contestó el de New Bark, expulsando después una exagerada cantidad de aire con resignación y amargura, para entonces rascar todo el área de su nuca con ayuda de su mano izquierda. -Pero principalmente mi deseo de ser entrenador regresó gracias a qué estuve presente en la anterior liga pokémon. Dicho evento me hizo ver con más claridad las cosas y también me motivó a intentarlo por segunda vez. Aunque, preferiría no entrar en tantos detalles al respecto, pero en ese lugar también llegué a conocer a varias personas qué, de alguna u otra manera, llegaron a influenciar directamente en esta decisión.-

-Espera, espera... ¿O sea qué tu estuviste presente en el estadio para ver el legendario combate final entre Red Tajiri y Green Oak?- Cuestiono rápidamente el pálido entrenador de pecas con casi palpable sorpresa. -¡Eso es sumamente increíble! Yo aún conservo la grabación de ese combate en un "CD" de edición limitada.-

Gold, al momento de replicar, dibuja otra momentánea sonrisa en su rostro al entonces quitarle su gorra de encima de la cabeza de Umbreon. -Heh, recuerdo cómo sí fue ayer ese combate.- Indicó Gold en un nostálgico tono, colocando en ese momento su preciada gorra de la suerte sobre su cabeza. -Red y Green son dos de las personas qué más admiro y respeto, pero ese sería un tema para otra ocasión, ¿ok? El punto de todo esto era qué entendieras qué tu y yo no somos tan diferentes después de todo. Yo puedo ser el hijo del campeón sin corona, por supuesto, pero eso no significó qué no pudiese cometer una infinidad de errores en el camino hasta llegar hasta aquí. Ahora, ¿porque no me cuentas más sobre ti? Tengo curiosidad sobre la verdadera razón del combate de hace un rato y también porque ese trío estaba tan entusiasmado al momento de intentar atacarte.-

Pero el joven entrenador no respondió de inmediato, muy por el contrario. Esté baja nuevamente su mirada en dirección al pavimento, sumado a qué su semblante pasó a uno más inseguro y tímido qué no hizo más qué encender todas y cada una de las alarmas dentro de la mente del de New Bark. -Antes de responder, quiero hacerte al menos una preguntas más. Pero por favor se lo más sincero qué puedas.-

Gold accedió de inmediato al asentir con ahínco. Todo esto, mientras qué el característico sonido de automóviles pasando inundaba las cercanías tanto del campo de batalla, cómo también del callejón colindante. -Tienes mi palabra de entrenador. Tu solo preguntame lo qué necesites saber sin miedo.-

El joven entrenador trago visiblemente algo de saliva. Su rostro demostraba lo dubitativo qué estaba, más ya era demasiado tarde para acobardarse o sentir más nervios de los qué ya albergaba en su interior. El, sin darle más vueltas al asunto, frunció su ceño y apretó sus labios antes de responder. -O-Ok... ¿Alguna vez te has arrepentido realmente de una o varias de las decisiones qué has tomado?- Preguntó rápidamente el joven entrenador con firmeza, pero a la vez evitando activamente mirar a Gold directo a sus ojos. -Pero no me refiero a algo común cómo qué te arrepientes por no ganar una batalla pokémon, sino qué habló de una decisión qué sabes qué pudo influir en tu destino para siempre, y qué sí pudieses, no te lo pensarías más de una vez en hacer todo lo posible por cambiar esta.-

Tras un breve intercambio de miradas con su Umbreon, el talentoso entrenador de New Bark vuelve a titubear antes de mirar de reojo la Scizorita incrustada dentro del brazalete puesto sobre su muñeca derecha. Aquí, otra serie de sentimientos salieron a flote dentro de Gold, mismos qué se mezclaron violentamente con otra infinidad de recuerdos relacionados con todo lo qué él llegó a pasar durante esté viaje. Desde cómo conoció a Crystal tras recibir oficialmente a su primer pokémon, pasando por el regreso de Kelly a su vida y también sobre cómo descubrió del pasado de sus padres en Ecruteak, hasta llegar a todas las revelaciones qué terminó por conocer esta misma semana.

"¿Cómo te sentirías sí en poco menos de una maldita semana te enteras qué gran parte de las decisiones más importantes en tu vida no fueron más qué mentiras e ilusiones fabricadas para hacerte ver qué tenías el control de todo, pero qué en realidad no eres sino una triste y patética marioneta en medio de un espectáculo dónde ni siquiera eres el acto principal?

¿Sabes lo peor de todo? Yo realmente estaba enamorado de ti, Crystal. En su momento, cuando nos hospedamos en Ecruteak, estaba totalmente dispuesto a abandonar mi sueño de participar en la liga pokémon con tal de qué Kelly y tú estuviesen a salvo del Equipo Rocket al detener nuestro viaje. Aunque eso ya da igual ahora. De momento solo me queda felicitarte por todo lo qué has logrado. Me engañaste y cai redondo al enamorarme cómo un idiota, cuando para ti yo siempre fui una conveniente herramienta más del monton."

Mientras qué su última conversación con Crystal se reproducía fortuitamente dentro de su mente al estilo de un disco rayado, Gold se cruza de brazos y provoca intencionalmente otra breve pausa en la conversación. -Por supuesto qué existen cosas de las qué me arrepiento, cómo no tienes idea, y qué muy probablemente cambiaron mi destino para siempre. Ahora mismo se me ocurren al menos tres o cuatro ejemplos de eso qué dices- Declaró Gold con un poco de amargura, suspirando al mismo tiempo por enésima vez. -O sea, desde qué salí de New Bark hace ya más de tres meses atrás, he vivido un sin fin de experiencias qué marcaron mi vida, algunas buenas y otras no tanto. Pero, siendo totalmente sincero contigo y aunque muy en el fondo de mi alma me duela tener qué admitirlo, creo qué sería terriblemente irresponsable de mi parte querer cambiar algo de esto cuando por culpa de estas experiencias es quien soy hoy en día. Literalmente hablando, todas estas decisiones fueron las qué me llevaron hasta aquí, y de no ser por eso, es muy probable qué yo no pudiese haber intervenido en ayudarte hace un rato. Tu bien podrías en esté momento estar gravemente herido o-...

-¿Y sí te dijera qué yo, muy en el fondo, siento qué lo qué ellos dijeron de mí es verdad y qué no merezco la ayuda de alguien cómo tu?-

Aún más escalofríos invadieron la espalda y extremidades de Gold tras la respuesta dada por el joven entrenador colocado a su derecha. El de New Bark parpadeo un par de veces más, volviendo a mirarle con una mezcla entre extrañeza y cautela. -Espera un segundo, ¿qué rayos quieres decirme con eso?- Preguntó Gold en un tono qué perfectamente demostraba su latente preocupación. -No lo entiendo, ¿o sea qué tu estabas de acuerdo con qué ellos te hicieran daño?-

Pero, por enésima vez en lo qué iba de aquel gélido día, el jovencito de ojos color miel no respondió de inmediato en favor de volver a apretar sus labios cómo sí su propia existencia dependiera de esta acción. -Y-Yo... No lo sé.- Testifica finalmente el homólogo de Gold con clara tristeza en sus palabras. -Una parte de mi esta totalmente agradecida contigo por haberme ayudado, pero otra, muy en mi interior, siente qué no merezco tanta bondad.-

-Pero es qué de verdad no lo entiendo.- Declaró asertivamente Gold, utilizando esta vez sus manos para enfatizar el exasperante sentimiento de confusión qué carcomía sus entrañas. -¿Por qué alguien cómo tú-...?-

-Yo cometí un grave error qué terminó por cambiar para siempre mi vida, Gold.- Confesó el joven entrenador, mismo quien se encoge de hombros al momento en qué también su mirada termina apuntando en dirección al pavimento a sus pies. -De no ser por ti, yo hubiese escapado de casa para intentar entrar al Equipo Rocket.-

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