Escondidas

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Personajes principales: Sukuna, Yuuji & Megumi.

Número de palabras (según word): 2647 palabras.

Advertencia: Religión(?)

El abuelo Itadori había comenzado a ver con gran pesar a su nieto Yuuji, el pequeño de nueve años no paraba de decir casi todas las mañanas que en las noches cuando no podía dormir; jugaba a las escondidas con su amigo quien siempre lo esperaba de pie al inicio de la cama, su amigo lo llamaba con una sonrisa enorme en la boca y moviendo una de sus manos para atraerlo a jugar mientras trataba de llevárselo a un lugar que parecía reflejarse en el pequeño riachuelo a un lado de la casa.

El abuelo Itadori presentía la clase de ser era ese "amigo" que su nieto tenía o al menos se podía hacer dos ideas que tendría que confirmar pronto; aquel amigo podía ser parte de una enfermedad mental que el pequeño comenzó a desarrollar después del abandono de sus padres o el "amigo" podía ser un demonio que se había fijado en el pequeño y quería llevárselo al infierno con él.

Esa mismo día en la mañana cuando había decidido llevar a su nieto al hospital y luego al templo para que le dieran un amuleto que lo ayudara a ahuyentar a ese "amigo", confirmó que definitivamente era un demonio lo que jugaba con su nieto, había una marca poco sutil en la nuca del joven que lo hizo apretar el onigiri con algo de fuerza demás mientras llamaba la atención de su nieto.

¿Sucede algo abuelo? ¿Por qué destruiste el onigiri? Cuestionó Yuuji ladeando el rostro con lentitud, por alguna razón le dolía el cuello y se sentía más cansado que los días anteriores.

No sucede nada, niño. Mejor termínate tu desayuno que tenemos que salir.

Respondió el abuelo Itadori con seriedad, dejando el onigiri destrozado a un lado antes de ver de manera sutil y de reojo hacia la puerta de la habitación de su nieto, frunciendo el ceño al ver una enorme sombra en la misma, sólo se podía apreciar a mitad de la puerta una sonrisa malévola que de seguro debía estar consciente de estar siendo observada y aquello le hacía gracia al demonio, pero no al abuelo Itadori quien se levantó de la silla para dejar todo en el fregadero, luego lo lavaría todo y volteó a ver a su nieto que también dejaba el plato sobre el mismo sitio.

Voy por una mochila y-

No, no es necesario porque iremos aquí cerca Interrumpió el abuelo Itadori, empujando un poco brusco al menor quien se estaba quejando por lo bruto que era. Aguanta los golpes niño, porque la vida te dará muchos más.

No te pongas filosófico a tan tempranas hora, abuelo Se quejó Yuuji de nuevo, terminando de colocarse sus zapatos para salir de la casa. ¿Al volver puedo dormir?

Sí, cuando volvamos duerme lo que se te dé la gana.

Yuuji asintió con bastante levedad a las palabras de su abuelo que sonaba, lejanas, metiendo las manos dentro de sus bolsillos mientras comenzaba a seguir al hombre a donde sea que lo estuviese llevando, bostezó un par de veces por el cansancio que su cuerpo le hacía resentir y parpadeó de manera lenta mientras observaba las calles. Ambos se detuvieron a comprar el periódico de esa mañana antes de ponerse a caminar de vuelta hacia el sitio al que iban, su abuelo de pronto cambió si cara a una sin expresión y él mismo por pura curiosidad se acercó a leer por encima lo que el título de la primera página decía:

« ¡Los tres niños desaparecidos de hace una semana y las cinco niñas desaparecidas de hace tres días fueron hallados sin vida, hoy a orillas del río! »

En la fotografía salían los niños siendo llevados en las camillas y lo único visible eran sus manos, Yuuji notó con gran asombro el lazo negro en el dedo meñique de todos ellos que lo hizo apretar las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta; al parecer los amigos de su amigo habían estado jugando de manera sangrienta a las escondidas, ellos decían que habían niños y niñas que no aguantaban tanto a Sukuna Su amigo como él mismo hacía y por ello era que éste los mandaba a ellos a jugar pero ni siquiera podían aguantarlos siendo ellos de menor rango que Sukuna; no entendía realmente la razón de que fuesen amigos por rangos pero le habían prohibido hacer preguntas y él mismo no se iba a ganar otro castigo por curioso.

Su mirada se levantó cuando ya habían estado subiendo las suficientes escaleras como para agotarlo aún más de lo que ya se encontraba, ahora confirmaban que estaban yendo hacia un santuario y cuando llegaron al primer arco torii se dio cuenta que se parecía un poco al santuario al cual Sukuna solía invitarlo todas las noches, mismo que se encontraba rodeado con mucha agua, nubes rojas y dentro del santuario parecían salir tres bocas en las tres entradas del santuario, Sukuna solía pararse frente a una de ellas y lo llamaba con una de sus manos, portando una sonrisa que sabía, no albergaba nada bueno pero aun así lo veía con un amigo del cual no podía fiarse mucho.

¡Niño, te estoy hablando! Exclamó el abuelo Itadori sacudiendo al pequeño para que saludara.

Señor Itadori, no lo sacuda de esa manera Pidió Tsumiki con preocupación. Está bien que esté de esa manera sabiendo ahora que tiene el sello maldito Le murmuró al señor mientras sonreía hacia el menor.

Tsk, no puede andar con la cabeza yéndosele tenga lo tenga Respondió el abuelo Itadori, arrastrando a su nieto en cuando la chica comenzó a caminar. ¿Dónde está el señor Fushiguro?

Mi padre tuvo que salir a dar sus oraciones al hospital para los niños y niñas que fueron encontrados en el río Respondió Tsumiki con tranquilidad antes de agregar: Pero no se preocupe, mi hermano menor, quien ha estado practicando desde pequeño para ser el siguiente a cargo del santuario, está presente y sabrá atenderlos tan bien o mejor que mi padre.

Está bien, no me molesta, sólo quiero ayuda para mi nieto y su mal dormir Comentó el abuelo Itadori con un suspiro y una mueca.

Tsumiki asintió levemente y en silencio, viendo de vez en cuando hacia el peli-rosa que parecía tener la vista perdida mientras observaba las puertas del santuario como si de estas fuesen a salir alguna cosa que para ella misma era totalmente desconocida, aun así los guió hacia el interior del mismo, donde solo entraban las personas con un caso de emergencia tal como el chico y sinceramente esperaba que pudiesen ayudarlo porque le hacía acordar mucho a su hermano menor, el cual era un año mayor al pequeño Itadori por tan solo unos pocos meses. Se detuvo frente a una enorme puerta roja, lugar donde se hacían las oraciones y se expulsaban a los demonios de las personas, sabía que su hermano estaba allí por la hora que era, así que tocó dos veces de manera leve.

Megumi tenemos una situación de emergencia Anunció Tsumiki abriendo la puerta para asomar la cabeza y notar a su hermano voltear sin expresión alguna.

Hermana sabes que no puedes pasar de esa manera Regañó Megumi levantándose del tatami para acercarse a la puerta, deteniéndose a tres pasos antes de llegar al sentir una entidad demasiado fuerte provenir del chico frente a si mismo.

¿Ya sentiste la energía negativa que emana el chico? Cuestionó Tsumiki a su hermano quien frunció el ceño.

¿Tiene una marca en su nuca?Cuestionó Megumi viendo a su hermana asentir. ¿Del mismo demonio?

Parece que sí, apenas se está creando y estoy sorprendida porque va bastante lento el proceso Respondió Tsumiki teniendo la diestra en su boca para que no se escuchara tan fuerte.

El abuelo Itadori no entendía nada de lo que los dos menores hablaban pero aun así no los interrumpió e hizo entrar a su nieto en cuanto se le fue indicado, haciéndolo sentar sobre el tatami rojo y alejándose como se le fue indicado, quedándose a un lado de la chica quien tenía un collar de perlas de protección en las manos y un talismán que le pasó a su hermano quien comenzó a recitar un par de palabras demasiado bajas, estando frente a su nieto.

Yuuji por su parte estaba y no estaba en aquel lugar, su mente parecía encontrarse con Sukuna, ambos estaban en el santuario del contrario pero el mayor se había escondido y le había dado permiso para que caminara por todo su dominio para buscarlo antes de que el tiempo entre ellos se terminara, no sabía a qué se refería con eso pero aun así sus pasos no se detuvieron y entraron al santuario donde las bocas ya no estaban presentes, dentro del lugar habían muchas puertas por lo que no sabía cuál abrir primero y pensó en qué lugar menos obvio estaría su amigo, así que con eso en mente, avanzó hacia aquel final oscuro y mismo que se iba encendiendo con velas a medida que más se acercaba al lugar.

Hacía frío, él mismo tenía frío y un vaho al respirar escapaba de su boca sin permiso alguno mientras más se adentraba a aquella oscuridad que no le asustaba ni un poco, se detuvo un momento al notar que aquel santuario no parecía tener final y frunció el ceño dispuesto a darse la vuelta para irse pero un par aplausos resonó en el fondo y aquello fue suficiente para salir corriendo hacia ellos con una sonrisa divertida e ignorando el ardor en su nuca.

Megumi trataba con rapidez el evitar que el sello de pertenencia se completara, pero al parecer aquel demonio era demasiado poderoso y no le hacían daño los talismanes ni los protectores que habían en la habitación y que también colocaba en el cuerpo del chico, eso le molestaba porque tendría que hacer un trabajo más fuerte que podría dañar un poco el cuerpo del peli-rosa pero debían hacerlo cuanto antes ya que al darle otro vistazo al sello en la nuca del contrario, notó con gran temor que parecía estar casi completo, así que salió corriendo hacia afuera para buscar a los monjes más fuertes para que lo ayudaran en esa emergencia.

Yuuji siguió corriendo por el gran pasillo con velocidad hasta detenerse en aquella gran puerta roja con detalles en negro, parecían un montón de rayas negras sin sentido pero si se apreciaban mejor, aquellas eran las mismas rayas que el cuerpo de Sukuna tenía también por todos su cuerpo; tomó aquel aro de oro antes de jalar hacia atrás con fuerza, abriendo la enorme puerta para entrar al lugar y ver el interior con gran detalle.

Un trono descansaba en la parte central del lugar, en donde debería estar el techo estaban las misma nubes rojas que vio estando afuera del santuario, el suelo era completamente negro como un pozo sin fondo, las paredes estaban pintadas de un color blanco opaco y si veía más de cerca, en los pilares habían pequeñas púas llenas de lo que parecía ser sangre pero no estaba seguro desde donde estaba parado. Caminó hacia el trono ya que este tenían atrás unas cortinas rojas y presentía que allí era donde debía estarse escondiendo Sukuna, pero no contó que al llegar al mismo, una fuerza lo jalara a sentarse en aquel trono y una vez sentado, Sukuna salió detrás de los pilares aplaudiendo.

Un, dos y tres por mí, he ganado Habló Sukuna con una sonrisa mucho más amplia. Ahora tu cuerpo me pertenece.

Claro que no Respondió Yuuji acomodándose en el trono para ver hacia el demonio. Nuestro trato fue, jugar a las escondidas sin hacer trampa, me has empujado indirectamente al trono para poder ganar y eso es trampa, demonio Comentó, esta vez sonriendo con diversión. ¿Creíste que no sabía en realidad qué eres?

Mocoso-

No no, no hay regaño que valga en estos momentos de tu parte, Sukuna Interrumpió Yuuji y sin dejar de sonreír. Te dejaré pasar este engaño y aceptaré el trato que me quieras hacer con la condición de jugar siempre a las escondidas conmigo.

¿Por qué he de aceptar tu trato? Mi marca ya está en tu nuca y tú ya no vas a volver ni aunque esos monjes sigan tratando de ayudarte Comentó Sukuna a modo burlón.

Yuuji aprovechó que el demonio parpadeó y se levantó del trono poniendo un poco de esfuerzo para esconderse detrás de las cortinas, gateando para no ser visto mientas se escondía de Sukuna quien al no ver al escurridizo chico, asintió levemente, definitivamente era el correcto para ser su recipiente en el mundo humano pero tendría que engañarlo para que le diera su cuerpo y una vez afuera, tener el cuerpo del pequeño joven.

¡Muy bien, mocoso! ¡Tú ganaste esta vez, ahora sal de donde te estés escondiendo! Exclamó Sukuna aún de pie donde había salido.

¿Quién dice que me estoy escondiendo? Cuestionó Yuuji a espaldas del demonio quien volteó rápidamente para verlo. No es divertido jugar a las escondidas siendo solo uno, te lo dije la primera vez que nos conocimos ¿O no recuerdas?

Sí, por supuesto que lo recuerdo Respondió Sukuna despacio mientras lo observaba con ojos achicados en desconfianza. ¿Entonces, me darás tu cuerpo a cambio de que juguemos siempre que quieras a las escondidas?

Yuuji se lo pensó, no podía fiarse de aquel demonio demasiado pero había descubierto que era mucho más fuerte no solo físicamente sino que también mentalmente, así que podría controlarlo en tal caso de que quisiera perder el control y así evitaría que más niños muriesen por culpa de Sukuna, así que extendió la diestra hacia el demonio con han sonrisa.

Acepto tu trato, Sukuna.

Los monjes veían con gran terror el cuerpo del pequeño joven al que estuvieron ayudando en las últimas dos horas, en un principio parecía difícil y ahora era completamente imposible, el sello se había completado y ahora el peli-rosa moriría ni bien el demonio se manifestara, todos vieron cómo el cuerpo de pequeño se comenzaba a llenar de líneas negras y sobre sus mejillas aparecían unas líneas de edad mayor a las del pequeño, todos se prepararon al ver al chico abrir sus ojos, siendo estos de un color rojo intenso que Megumi confirmó que no eran de él.

¡Libéralo demonio! Exigió uno de los monjes, escuchando una risa siniestra salir del cuerpo del pequeño con un tono de voz que claramente no era suyo.

¿Liberarlo? ¡Este cuerpo ya es mío y haré con ustedes lo que yo quiera! Exclamó en respuesta el demonio, preparándose para matarlos.

Y todos los monjes esperaron ser lastimados pero se quedaron pasmados al ver que las líneas negras desaparecían al igual que aquellos ojos rojos, siendo ahora un ámbar bastantes inocentes y en el rostro del pequeño ahora se encontraba un ceño fruncido bastante marcado.

Estúpido Sukuna, te dije que no lastimaras a nadie cuando salieras Regañó Yuuji dándose golpecitos en la cabeza antes de ver a los monjes. ¿Están bien?

-... La marca-

El monje mayor no sabía qué decir, estaba sorprendido de ver que el niño había controlado al demonio después de pactar con él, vieron hacia Megumi quien estaba sorprendido de no ver ninguna marca en la nuca y se acercó a revisarlo, no había rastro de que tuviera un demonio viviendo en su interior.

¿Estás bien? Cuestionó solo para asegurarse.

Por supuesto, mis energías regresaron Respondió Yuuji con una sonrisa amplia, pareciéndose a Sukuna y todos lo notaron. ¡Oye, tienes mi edad! ¡Juguemos al escondite con Sukuna, será divertido si somos tres!

Todos los monjes mayores vieron al chico levantarse con rapidez y arrastrarse al pequeño Megumi, estaría bien que ambos tuvieran a alguien de su misma edad para jugar, además de que el pequeño Fushiguro podría aprender más del demonio mientras jugaban a las escondidas.

¡Aquí el primer día que debí subirlo ayer! Pero como siempre, llego tarde a estas cosas xD

Trataré de subir mañana el segundo y el tercer día de una vez para llevar el ritmo ♥

Espero les haya gustado esta primera historia ♥

¡Bye-bye lunitas!

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