Capitulo 16

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—¡¿Qué mi hijo es un qué?!—exclamo James Potter levantándose abruptamente de la mesa.

—Horrocrux, James. Un horrocrux y solo es una posibilidad.—repitió Dumbledore con paciencia.

Albus Dumbledore los había citado ese día para hablarles de algo muy importante: el último paso para eliminar a Voldemort. Todos los miembros de la orden se encontraban ahí, los cuales ya eran muy pocos debido a las bajas recientes que habían tenido, sin embargo, así como la Orden del Fénix tuvo sus múltiples bajas, los mortífagos también habían sido reducidos en número.

El anciano hombre les había contado toda la verdad: desde la madre de Tom Ryddle, Merope Gaunt y el como engendró a su hijo; la vida de este en el orfanato, su habilidad para hablar parsel, el como se conocieron ambos, su ingreso a Hogwarts, la muerte de Myrtle y la creación de sus horrocruxes, mencionando que su hijo, el pequeño Harry, el niño elegido, era quizá un horrocrux. Noticia que cayó como un balde de agua fría para todos los presentes.

—¿Hay alguna manera de comprobar si eso es cierto, Dumbledore?—pregunto Sirius con seriedad.

—Dudo mucho que lo sea.—intervino Apolo, mirando fijamente al bebé.—Si así fuera, Arte lo habría notado. Su especialidad son las Artes Oscuras.—inmediatamente todas las miradas recayeron sobre la joven, quien asintió.

—¿Se puede confirmar, Artemisa?—pregunto Dumbledore.

—Seguro, solo necesitare una muestra de su sangre y un poco de veritaserum.—respondió Artemisa.

—¿Para qué necesitas veritaserum?—pregunto toscamente Alastor Moody, quien, contra todo pronostico, se llevaba bien con la joven Artemisa.

—El veritaserum es conocido como la poción de la verdad, por alguna razón su composición permite percibir rastros de magia negra si sueltas una gota de sangre. Lo descubrí cuando era más pequeña.—explicó Artemisa.—si Harry es un horrocrux, la poción prácticamente se tornara completamente negra.

—¿Y qué si lo es?—intervino James con seriedad y nerviosismo.—¿Qué pasa si Harry es un Horrocrux?

—No pasará nada, Potter.—dijo Apolo.—solo tendremos que matar a Voldemort antes que el mate a Harry. Mientras no queden más horrocruxes, solo tendrá que morir uno de los dos.

—Apolo tiene razón, James. Incluso si la prueba sale positiva, podremos proteger a Harry.—afirmó Dumbledore.

Mientras que Artemisa pinchaba el dedo de Harry para sacar una gota de sangre y realizar el procedimiento, Sirius mataba con la mirada a Apolo, quien indiferente y relajado miraba a través de la ventana.

Despues de lo sucedido entre Marlene, Apolo y Lily, Sirius terminó definitivamente con Marlene, aunque por la guerra seguían viviendo juntos por su hija. Por otro lado, Severus Snape estaba cautivo en la Mansión Lestrange según los informes y Lily no podía dejar de estar preocupada por su mejor amigo.

—Esta limpio.—sentenció Artemisa al ver que la poción tomaba un color blanco.

—Bendito sea Merlín.—agradeció James en un suspiro, besando la cabeza de su hijo.

—Mami Arte.—dijo Harry estirando los brazos.

—Yo soy tu mami, Harry.—dijo Lily fulminando a Artemisa con la mirada.

—¿Quién?—la miró Artemisa.

—Yo.

—Te pregunto.

—¡¿Has hecho un chiste, Arte?!—James la miró impactado mientras que Aria y Sirius se destornillaban de la risa.

—Aria, llévate a Harry. No debe escuchar estas cosas.—pidió Dumbledore con una pequeña sonrisa.

—Si, pa.—dijo la joven tomando a Harry y llevándoselo.

—Bien. A partir de ahora tenemos dos misiones: salvar a Severus Snape y derrotar a Voldemort.—hablo Dumbledore.

—¿Es necesario salvar a Quejicus?—cuestionó Sirius con una mueca.

—Sirius.—lo regaño Remus.

—Ya, ya. Esta bien.—levanto las manos en son de paz.

—Apolo, Artemisa.—llamó Dumbledore y ambos asintieron, instándolo a seguir hablando.— ustedes serán los encargados de realizar su rescate. Tengo entendido que la serpiente esta enferma gracias a unos venenos que le inyecto Severus y solo el tiene la cura, por lo tanto es obvio que sigue vivo. Deben salvarlo y matar a la serpiente.

—De acuerdo.—aceptaron ambos.

—¿Los enviaras a ellos dos solos?—pregunto James con el ceño fruncido.

—¿Celoso, Potter?—se burló Apolo, abrazando a Artemisa por los hombros.

—En absoluto.—dijo James con frialdad.—lo digo porque es un lugar repleto de mortífagos y me preocupa lo que pueda pasarle a Artemisa.

—Aww, se preocupa por ti. Cosita.—dijo Apolo mirando a Artemisa.

—Sigue jodiendo y te cortare el pene.—amenazó Artemisa.

—Que bonita esta la noche.—Apolo cambió el tema y miro por la ventana.

—Por otra parte.—continuo Dumbledore.—Aria se quedara cuidando de Harry. James y todos los demás miembros de la orden tenemos una misión en conjunto.

—¿De que se trata?—pregunto Remus.

—Ustedes y yo seremos quienes vayan tras Voldemort.

—Pero Dumbledore.—intervino Apolo, mostrándose serio por primavera vez desde que los chicos lo conocían.— No puedes ir sin nosotros.

—Concuerdo.—dijo Artemisa con el ceño fruncido.—Nosotros somos más poderosos que todos ellos, sin ofender.

—Soy consciente de ello, pero necesito que se encarguen de la serpiente. La mayoría de los mortifagos acudirá al rescate de Voldemort y es de carácter urgente que esa serpiente esté muerta, y ambos saben que eso no será sencillo.—dijo Dumbledore con seriedad.

—¿Que tan difícil puede ser matar a una serpiente?—pregunto Sirius con una ceja alzada.

—No es una serpiente normal, Black.—dijo Apolo con frialdad.

—Es una maledictus.—dijo Artemisa y ante las miradas confundidas, suspiró y explicó:— Una maledictus son mujeres, no hombres, solo mujeres cuya sangre está maldita, lo que les permite transformarse a voluntad en alguna criatura, en este caso serpiente, sin embargo, la maldición hace que con el tiempo no puedan volver a transformarse en humanas. No son animagos y es muy distinto a la licantropía.

—Lo qué significa—continuó Apolo.—que esa serpiente no solo tiene instinto de supervivencia y agilidad propia de su raza, sino que es astuta e inteligente como una humana. Es muy poderosa y si que nos puede joder si no somos inteligentes y nos descuidamos. Muchos han muerto solo por ella.

—Y es por eso que ustedes son los encargados de vencerla.—sentenció Dumbledore con firmeza.

—¿Cuándo partimos?—pregunto Artemisa.

—En tres días. Nos reuniremos de nuevo en esta casa a las cinco de la madrugada, ni un minuto más, ni un minuto menos y partiremos a la misión.

—¿Por qué en tres días?—se atrevió a preguntar Marlene.

—Porque habrá un eclipse solar, lo que significa que tanto Artemisa como Apolo podrán luchar durante el día y que en cuanto terminen, se reunirán con nosotros.—explicó Dumbledore.

La reunión finalizó al cabo de unas horas, cuando se hubieron hablado todos los detalles de la misión. Artemisa, James y Harry volvieron a casa. Ya era poco más de la media noche en ese momento, por lo que Artemisa llevo al bebé a dormir y James mientras tanto preparo un poco de café.

—Despues no podrás dormir.—regaño Artemisa entrando a la cocina.

—Solo es una taza.—se excuso distraídamente.

James movía la cuchara en su taza distraídamente, revolviendo el café. Artemisa lo miro con el ceño fruncido, sabiendo que estaba preocupado. Ninguno dijo nada un rato, hasta que James se bebió toda la taza de café de golpe y la miro.

—Si muero, quiero que cuides a Harry.—pidió con seriedad.

—No vas a morir, Potter.—aseguro Artemisa poniendo una mano en su hombro.

—La profecía decía que solo Harry sería capaz de vencerlo...¿Cómo vamos a...?

—No seas estúpido.—lo interrumpió molesta.—Si Voldemort no fuera un maldito idiota que creció en un orfanato, sabría como cualquier sangre pura criado en magia negra que las profecías son inexactas y usualmente innecesarias. 

—¿Entonces dices que Harry...?

—Harry es el elegido porque Voldemort se dejo llevar por la profecía. Bien pudo ser el hijo de los Longbottom o hasta un niño muggle con magia, pero el mismo escogió quien sería su verdugo. Harry es un bebé, solo debe preocuparse de que su peluche siga a su lado mañana, no de matar a un imbécil con ínfulas de rey. Incluso si la profecía fuera del todo real, cualquiera podría matar a Voldemort. Es un mortal, todos lo somos. 

—Tienes razón.—murmuro James sentándose en una de las sillas de la mesa. 

—Calma, te aseguro que ganaremos y Harry podrá crecer como cualquier niño normal.—dijo Artemisa con voz suave, intentando calmarlo.

—Cualquier sangre pura criado en magia negra.—repitió James de pronto.

—Si, fue lo que dije.—Artemisa lo miro confundida y James la miro fijamente.

—¿Eres una sangre pura?

Artemisa hizo una mueca, dándose cuenta de su error. Cabeceo un poco y finalmente decidió ser sincera. Asintió con la cabeza.

—Lo soy.

—¿Y fuiste criada con costumbres y conocimientos de magia negra?

—Así fue.

James no hizo más preguntas. Prefería ir despacio con Artemisa. Tomo la mano de la chica y beso el dorso de esta con cariño, sonriéndole levemente. Ella tomó su collar con dije de luna y se lo dio a James.

—¿Qué haces?—pregunto confundido, tomando el collar.

—Si algo malo pasa, si sientes que puedes estar a punto de morir...solo tienes que decir mi nombre o pensar en el. Mi collar me avisará e ire de inmediato. Esta ligado a mi magia y repele la mayoría de las maldiciones pero no te confíes.

—Pero..

—Habrá eclipse solar, no lo necesitare. Harry se quedará aquí con las protecciones junto a Aria, Lyall y Cassiopeia, más aparte tiene una pulsera que yo le di, me informará si algo malo ocurre. 

—Arte, no estoy entendiendo.—admitió James.

—No quiero que mueran.—soltó Artemisa.—Así que pase lo que pase, no te quites ese collar.

—Te amo, Artemisa.

Las palabras de James sorprendieron a Artemisa, quien no pudo evitar sonrojarse y desviar la mirada con el ceño fruncido. James se levanto y la abrazo con fuerza.

—Tu tampoco mueras, ¿de acuerdo?

Artemisa no respondió. No podía prometerle eso, así que simplemente lo abrazo.

Y ambos desearon que eso no fuera una despedida.


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