Regla #03

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

03: Eviten los detalles.

POV. Elizabeth

¿Cuánto había pasado? Solo cinco días desde que ambos pactamos en la locura de darnos más beneficios que el de un simple par de amigos y le gustado la idea. Lo he atrapado más de una vez con esa mirada pervertida y yo termino sonrojándome con molestia, pero nadie quita lo que paso esa vez en mi habitación.

No sabía lo sensible que llegaba a ser en las piernas y la zona del vientre, sus manos eran torpes claro, pero buscando encontramos como hacerlo, así como yo descubrí que, contrario a mí, Meliodas era fácil de provocar con toques en el cuello y espalda. Sin embargo, por más que quisiera dejar de pensar en eso y volver a mis asuntos escolares, ese pensamiento volvía.

—Entonces, ¿nos reuniremos en tu casa para hacer el proyecto? — me cuestionó Diane, mi mejor amiga. —En la tarde para que no haya problemas. — asentí.

—Si claro, solo le avisaré a mi madre. No quiero que nos moleste con sus películas sentimentales. — conociendo a mi madre, seguramente nos pediría compañía para llorar en la sala con esos perfectos finales de amor.

—Hola Eli. — sentí que me abrazaron por la espalda colocando su barbilla en mi hombro. Lo reconocí en seguida.

—¿Qué hay Mel? — respondí relajada; él tenía esa costumbre de abrazarme o darme gestos inesperados mientras me encontraba distraída haciéndome en ocasiones soltar un brinco.

—Mira lo que encontré. — mis ojos brillaron al ver unos inusuales dulces de cereza que creí extintos. —Sabía que te gustarían. — y acertó, me encantaban.

—Gracias. — dio un beso en su mejilla antes de abrir la envoltura y comer uno. —Por cierto... Nos ayudas con el proyecto, tu sabes de nomenclaturas y enlaces químicos. — pareció no pensarlo mucho.

—Hm, si claro, pero primero tengo que ir a hacer un mandado. ¿Me quieres acompañar? — conocía esa mirada, guardaba una pillería genuina y traviesa.

—Si claro. Mañana cumpleaños tu mamá ¿cierto? — asintió —Quiero comprarle un regalo. — la señora Demon era alguien dulce y cariñosa que conocía de un largo tiempo, siempre tenía algo para darle y ella los aceptaba con emoción. —¿Vienes con nosotros, Diane?

—Iré con King a recoger a su hermana ya que su padre no podrá, pero te veo al rato en tu casa. — era una pena, pero al menos podría hablar unas cosas con Meliodas.

—Bien, esta tarde. — vi su andar perdiéndose con el gracioso movimiento de coletas entre los demás estudiantes hasta que sentí un agarre en mi muñeca.

—¿Nos vamos?, no quiero tardar más de lo necesario. — parecía tenso y algo nervioso, más no pregunte la razón, solo caminamos a la parada de autobús más cercana en espera de una ruta.

—Entonces, tu ve a donde sea que compraras y luego me acompañas a la farmacia, ¿sí? — arque la ceja confusa, ¿se sentía enfermo?

—¿Para? — me miró con cierta perversión, ¿no pensará en....? —¡Oh!... Mejor ve tu solo o ¿acaso no tienes los que tu padre te da cada vez que te vas de fiesta? — de acuerdo, esto eran aún más vergonzoso de lo que pensé.

—Los tiré. — se hundió de hombros. —Nunca los usé y tu fuiste la primera con la que me he...

—¿Con la que haz qué? — ¡carajo! ambos nos quedamos quietos al escuchar esa voz melódica del mejor amigo de Meliodas. —¿Acaso ya son pareja?

—N-No. Solo digo que es la única con la que he... Hm. — se quedó pensativo mirándome implorando ayuda.

—Me ha confiado su más vergonzoso secreto.

—Si eso. ¡¿Eh?! — me reprochó con la mirada, prácticamente entre Meliodas, Ban y yo nunca existieron, prácticamente nunca, hasta ahora...

—¡A ver!, ¿qué rayos no voy a saber de este enano? — se cruzó de brazos mirándonos con cierto descontento. Meliodas balbuceaba y miraba al suelo pensando hasta que mis ojos chocaron con los zapatos de... ¡idea!

—¡¡No sabe atarse las agujetas!! Si, íbamos a escondernos para que nadie me viera atárselas. — lo siento, pero no se me ocurrió una mejor idea.

—¿En serio? — no nos vio convencido; sin embargo, no esperábamos su siguiente reacción: —Entonces vamos los tres que tampoco sé cómo se amarran.

[...]

Fue realmente difícil e incómodo deshacernos de la presencia de Ban que nos siguió por todo el centro comercial dando sus sugerencias para darle tal regalo para la madre de mi mejor amigo, por ende, Meliodas termino marchándose con él; con ello después tuve mi tan aburrido y difícil proyecto de química... No tuvimos el tiempo que queríamos para estar en nuestros... Asuntos.

Pero hoy fue diferente. Señora Demon salió al otro lado de la ciudad a visitar a su ex marido y su hijo menor dejándonos a mí y Meliodas completamente solos; no era la primera vez que nos dejaban solos, por lo que fue una oportunidad que no dejamos pasar.

—Hmm... Hmm. — solté un suspiro; ¿con que así se sentía un orgasmo? Era extraño y difícil de responder, era como un alivio después de la alteración, como si estuviese algo atontada, pero el rubio encima mío continuaba moviéndose. —¿Ya vas a terminar o intentamos otra posición? — sugerí, pero el muy terco se negó.

—No, ya casi... — alzo un poco más mis piernas siguiendo su ritmo por un intervalo de tiempo hasta que terminó soltando un soplido. —Hm~

—¡Ah! ~ — estaba agitada por sus movimientos, el calor de mis mejillas no me abandonaba.

—Estoy cansado. — murmuró somnoliento dejándose caer entre mis pechos logrando que me sonrojara más de lo que estaba.

—Oye, no soy tu almohada.

—Pero eres cómoda. — se removió soltando un bostezo, ¿realmente estaba tan cansado por algo de solo pocos minutos? Claro, tenía entendido que el acto no duraba mucho; creo que disfruto más del juego previo.

—Primero, quítate de mí y tira esa cosa. — rechisto levantándose de mala gana saliendo de mi con cuidado.

—Bien. ¿Quién diría que es es vergonzoso comprar condones? — aproveché que él se quitaba el preservativo para irme al baño con mi ropa en manos.

—¿Por qué lo dices? — cuestione en alto.

—Me hicieron preguntas extrañas y se me quedaban mirando raro. Primero una mujer me dijo: "hay que rápido crecen los jovencitos". Después la farmacéutica me dice: "¿qué tamaño y cual textura?" — no evite reírme de él por su chillona voz en que imitó a dicha mujer.

—¿Cuál escogiste? — me asomé por la puerta viéndole abrochar su pantalón.

—¿Yo que voy a saber?, pedí los más comunes. La próxima compraré una de cada uno. — negué; debo admitir, si era extraño tener este tipo de relación, pero parecía que nada entre nosotros había cambiado.

—Oye, debemos recoger antes de que tu madre venga. — indiqué señalando las sábanas. Prácticamente él tiró las cobijas al suelo y nos desvestimos sin perder tiempo.

—Primero quiero dormir, esto me dejó somnoliento. — se lanzó al colchón boca abajo soltando un suspiro.

—No seas flojo.

—Tengo sueño y eres difícil de complacer. — me sonroje un poco frunciendo el ceño. Que esperaba, soy una chica y me gustaba tomar mi tiempo, en cambió ese rubio iba con prisas, además...

—¿Cómo voy a saber de esto?, es la segunda vez. — en eso, el me miró con una interrogante.

—¿Y nunca te has... Masturbado? — apreté los labios dándole la espalda.

—¡No! — no es que fuera tímida para eso, sino que me daba algo de miedo tocar una zona sensible con las manos. En veces mi mente me decía que, si hacía algo mal, podría lastimarme y a la hora de ir al médico... ¡Qué vergüenza decir que solo intentaba tocarme!

—Deberías intentarlo, descubre lo que te gusta, tus zonas erógenas y luego lo me lo dices para experimentar un rato. Dicen que es divertido. — guiñó el ojo. Lo decía como la cosa más simple, pero supongo que podría intentar investigando un poco.

Las llaves de una puerta abrieron la entrada dándonos a entender que la señora Demon estaba aquí. No era la primera vez que nos dejaban solos, siempre nos encontrábamos jugando videojuegos, viendo una película o jugando un juego de mesa... No sospecharía, espero.

—Hola señora Demon. — indiqué bajando por las escaleras junto a mi amigo para encontrármela acomodando un enorme ramo de flores.

—Querida, no creí que vendrías. — me sonrío estrechándome entre sus brazos, ¿cómo no amar esa mujer? Era un amor personificado.

—Vine a traerle un regalo de cumpleaños. — extendí la cajita cuidadosamente envuelta en papel rojo. Sabía que amaría mi regalo y no porque fuese mío, Meliodas anteriormente me emociono cuanto deseaba unos utensilios de cocina de madera. Fu difícil conseguirlos, pero valdría la pena.

—Que considerado de tu parte linda; — sin embargo, su mirada se tornó confusa por la acción del rubio. —¡Vaya Meliodas!, nunca te había visto tomar tanta agua.

—Tenía sed. — jadeo para tragar un segundo vaso de agua en pocos sorbos.

—Ya es tarde, debo irme. — ya iban entrando las horas nocturnas, mi madre y abuela se enfadarían si me tardo de lo dicho.

—Yo te encamino. — se ofreció amablemente después de su cuarto vaso de agua. Parece que quedó seco.

—Nos vemos señora Demon. — dicho esto, nos marchamos a mi casa que no eran a más de cinco cuadras de la vivienda Demon.

—Entonces, ¿vas a pensar en practicar lo que te dije? — tenía que salir con el tema. —No nada del otro mundo, podríamos intentar algo más que solo la penetración. — se veía tan entusiasmado como si hubiese descubierto algo nuevo y al contrario de negarme, la curiosidad se me había contagiado.

—Ya veré. —, pero mi mente iba enlistando si es que quería lograr algo.

Usaría mi pijama más suelto, tendré que lavarme bien las manos antes, toallitas húmedas, he escuchado sobre usar almohadas y toallas debajo del cuerpo... Hmm, un cambio de ropa interior, una de esas novelas eróticas de Internet y esperaría a que se durmieran para colocar seguro a mi habitación; solo espero que nadie entrara. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro