Kula Diamond es el tipo de chica a la que verías con diferentes colores en el cabello.

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¿Qué? ¿otra vez?, se preguntó en su cabeza a la vez que veía cómo la chica se acercaba a lado, sonriente y a paso rápido.

Con el cabello de un color azulado o casi celeste.

Cuando ayer era fresa rubio.

Y como el buen profesional que era, estaba ligeramente (muy) preocupado.

-¡Kula ha escuchado de este lugar! -de nuevo sacó un panfleto, esta vez de un puesto que daba pizza y helados en un combo- ¡Yo me como el helado y tu la pizza!

¿Cómo decirle que no?

No, en serio, ¿Cómo?

Porque ya había subido dos kilos desde que empezó a ir de aquí y allá con la chica, ni siquiera sabía si era en plan de cita, así como que cita cita.

Es decir, no quería involucrarse con temas como esos ahora, quizás cuando se pudiese establecer completamente en el país, quizás ahí sí se lo pensaría o plantearía el solo hecho de ver a alguien.

¿Pero cómo hacerlo cuando ya estaba sentado y comiendo pizza?

-¡Me dieron una sola bola de fresa cuando pedí que fueran las dos! -su voz casi de niña enfurruñada le dio gracia.

-Esta bien, la gente suele equivocarse -debía admitir que lo que más le llamaba la atención no era la equivocación del mesero.

Era el ver que la chica parecía no ganar ni un solo kilo, cuando él tenía que hacer algunos ejercicios con ayuda de su teléfono.

-Kula irá a hablar con él -se levantó, furiosa, tal parecía que no le gustaba el helado de chocolate amargo.

-Oye, tranquila, venga, ven aquí -lo decía más por evitar que los hombres en la otra mesa le siguieran viendo el trasero que por el mesero.

Y en cuanto ella se sentó con un puchero de molestia en la cara, (...) se encargó de mandarles una mirada de advertencia a los pervertidos, por supuesto, estos solo se rieron de él y le sacaron el dedo de en medio, prefirió ignorarlos.

-¿Por qué simplemente no los comes juntos? -preguntó ya una vez terminó con su porción de pizza- es decir, el sabor dulce del helado de fresa se equilibra bien con lo amargo del chocolate.

-¡Eh, hablaste como (...)!

-Soy (...).

-No, no -la vio estar casi confundida, por no decir divertida- mi amiga (...) no eres tu.

-Ah, otra (...), comprendo -dijo rendido mientras tomaba una de las cucharas para comer el helado y revolvía un poco del contenido de la copa para luego ponerlo en frente de la boca de la chica, eso sí, escucho sus quejas de fondo durante todo el proceso- vamos -dio un ligero toque con la cuchara sobre los labios rosados de la chica, pero ella se negaba a abrir la boca y comer la combinación- Oye, ¿recuerdas el helado y el chocolate caliente de la otra vez? Esto es como aquello, es rara la combinación pero va a saber muy bien.

Kula le miró, aun indecisa, pero terminando por abrir un poco su boca y dejar que los sabores la hicieran casi desfallecer del gusto.

-¡Esta bueno! -dijo con una sonrisa, mientras su cabello de llamativo color se movía con ella.

-¿Ves? Deberías confiar más en mi -la sonrisa confiada no se la sacaría nadie.

Y a la hora de irse, le sorprendió mucho que Kula le diese una fuerte patada en la espalda a ambos pervertidos que salían con ellos.

-Kula no es tonta, estaban molestando a (...), son malas personas -por un momento pensó que lo hacía por defender su propio cuerpo y orgullo, pero resultó que lo hacía por él, así que mientras salían corriendo de ahí, o más bien, él la sacaba corriendo, se dio cuenta que ella era muy valiente.

Le gustaría ser valiente como ella.

-¡Vaya! ¡¿Pero qué te haz hecho en el cabello?! -preguntó una compañera de trabajo mientras le veía llegar con el cabello de color azulado, más oscuro del que usaba Kula porque no sabia qué tonalidad usaba su pequeña amiga, pero se sentía cómodo con ello.

-Puedo decir que lo hago porque me recuerda a alguien.

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Le recordaba a alguien que admiraba y a quien esperaba alcanzar algún día.

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