🌊🏷41🏷🌊

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Leona Heidern es el tipo de persona que es la primera a la que ves.

.

.

.

.

.

Leona se hizo camino por los pasillos del hospital, con una camisa a cuadros que cubría su ropa normal pero para las enfermeras era algo subido de tono, iba a considerar cambiar su vestuario.

Recorrió todo el camino hasta llegar al cuarto de la niña, encontrándose ahí sentado a Kensou.

-¡Espera! -él se incorporó exaltado, teniendo en cuenta el calmarse antes de hacer mucho escándalo- (...) esta durmiendo.

No recibió respuesta de ella, es más, siguió su camino.

-Ella debe descansar, por favor -se interpuso entre ella y la puerta, pero Leona solo siguió- Leona, ella ya pasó por mucho.

-Tu lo dijiste -se detuvo antes de girar la perilla- ha pasado por mucho.

Y eso fue todo lo que dijo antes de entrar al cuarto.

.

.

.

Chillidos, algo que chilla, pero no es un llanto, es como si tratase de decir la "s" de manera muy aguda, le está dando dolor de cabeza.

Agujas, siente agujas que se esparcen y se hunden en toda su piel, le duele y se remueve, no puede abrir la boca y gritar, sienta las cuerdas bucales destrozadas.

Siente una caricia en el cabello y se estremece de gusto, no sabe por qué, pero la siente familiar y reconfortante.

Abre los ojos, buscando al responsable de tal caricia.

Pero se encuentra con un par de ojos color azulado, realmente celeste.

Se levanta de manera brusca, sacando sin querer la vía intravenosa que estaba conectada en su brazo, se da cuenta del desprolijo estado de la bata que lleva, incluso se veían sus bóxer.

-Quédate tranquila -le dice la mujer frente a ella, a la vez que saca una aguja nueva de la mesita al lado de ella- trata de calmarte -no le gustan las agujas, le dan miedo, pero solo mira a otro lado y se muerde el labio inferior para ignorar la molestia de la aguja entrando en su piel- ¿recuerdas lo que pasó?

-Lo que- -Se queda callada al recordar algo de lo que pasó, tiembla sin poder creérselo.

-Tranquila -pone una mano sobre el hombro de la muchacha justo al momento de que se pone a llorar crudamente, sus llantos y la desesperación visible en su rostro le recuerdan a ella de niña.

Tal pareciera que sin importar la edad, saber que era descendiente de algo tan ajeno a uno mismo dejaría marcado a cualquiera.

Se quedó con la muchacha el resto de la tarde, en más de una ocasión la tuvo de detener sus intentos de autolesionarse, compartía el sentimiento.

.

.

.

.

.

Si había alguien que la pudiese entender y consolarla, era ella.

.

.

.

.

.

.

.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro