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Terry Bogard es el tipo de amigo que te ayudaría con tus papeles.

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-¿Es aquí? -pregunta en cuanto baja, el hombre en la camioneta le dice que sí y le desea un buen camino, silba incrédulo ante la gran entrada en frente suyo, recuerda que hace unos años su padre también quiso que él y Andy estudiasen en esta universidad- no es momento de ponerse tristes -una sonrisa resplandeciente se plasma en su rostro a la vez que acomoda su gorra y se dirige al guardia de seguridad en la puerta.

Si la entrada era grande, las infraestructuras dentro del complejo eran el doble, quizás el triple, y eso le hizo cierto nudo en el estómago, el lugar era gigante, ya parecía una mini ciudad dentro de la ciudad.

Un chico que pasaba su auto por las calles de la mini ciudad le tomó una foto diciéndole que era el mejor peleador de los estados unidos, no lo creyó cierto, ¿Qué habría pasado con el equipo de deportes americanos?

Había un puesto con un gran mapa que era perfecto para la ocasión, incluso a mitad del camino un par de estudiantes de enfermería con esos uniformes de pediatría se le acercaron para pedirle autógrafos por verlo en la tele.

Nunca se acostumbrará a esto.

Cuando por fin llegó al centro de información la gente se puso de lo más cooperativa, a pesar de que vio a la señora casi gritarle al otro muchacho antes de él.

Con la información y requisitos en mano se dispuso a irse, en especial porque le dolía la mano de tantas firmas.

Se perdió algunas veces en el camino de vuelta a la puerta principal, claro que tuvo que hacer unos cuantos malabares con todos los papeles y el teléfono, puso el botón de marcado rápido, a los cinco tonos contesto.

-Hola Terry-san... emh...¿good evening? -su voz adormilado le hace saber que o es muy temprano en Japón o había estado estudiando, o puede que ambos, además de que ahora trataban de hablar más en inglés, todo sea para ayudarle con la barrera del idioma.

-Well, good afternoon -se río un poco, el acento japonés y su posible nariz tapada la hacen oírse rara y hasta tierna- tengo los papeles que comentaste la última vez y-.

Escuchó algo caerse, luego una maldición en alto y como si muchos otras cosas pequeñas estaban cayendo.

-¿Estas bien? -escuchó otra maldición pero en un tono más bajo, casi como un susurro vuelto siseo.

-Yes, all oki -su mal inglés al final rompió la tensión, ya fuese intencional o no.

-Okey -la corrige riendo, dándose la idea de que se cayó de su cama o silla mientras estudiaba un poco.

Cuando tenía la edad de (...) todo en lo que pensaba era en entrenar, perfeccionar su técnica y hacerse más fuerte para derrotar a Geese Howard.

Aunque claro, cuando tenía 14 años si pensó en un futuro diferente, por supuesto, todo acabó a sus 15 años, más específicamente, en su cumpleaños.

-¿Terry? -su inglés fluido le trae a la realidad, aparte de que es la primera vez en mucho tiempo que le dice así- nunca dije que fueras así nada más, gracias, de verdad gracias, pero no quiero causarte problemas.

Así que era eso, le decía que no se tomase las molestias, pues bien, he ahí el problema, él quería ayudarla en todo lo que pudiese aunque no se lo pidiese.

-No pasa nada, supuse que es mucho problema hacer tus trámites teniendo en cuenta que este en la otra parte del mundo.

-Lo es, pero no quiero cargarlo con esto -le habló de 'usted', otra vez, y eso lo hacía sentirse más viejo de lo que ya era.

-¿What we said about that? -silencio, quizás porque fue demasiado para ella.

-Sorry... I... I forget it -un suspiro que parece risa, suena realmente preocupada por decirle de 'usted' y que eso le pudiese haber molestado, cuando realmente solo remarca el muro que hay entre ellos, el muro de la edad, o el hecho de que aún no olvidaba que la mujer en el centro de información le dijo que nunca es tarde para empezar a estudiar.

Tener 24 años no es prácticamente nada, pero el que lo traten de más edad le está empezando a trastornar la mente.

-Is "forgot", in past -se ríe, no de ella, sino por buscar y encontrar cosas en donde no las hay- espero que estudies bien, pero no que te estés  matando en estudiar, no hago estos trámites para que al final el cerebro se te queme por sobrecarga.

-Entonces lo llevaré en un vaso, ya sabes, ¿Acaso en EEUU no tiene un cerebro congelado en los sabores de batidos?

Esta vez una fuerte carcajada se le escapa, la gente en las calles de South Town se le quedaba viendo raro, a pesar de que ella quisiera venir con tanta fuerza, no sabía mucho del lugar al que quería lanzarse de cabeza.

(...) le preguntaba qué era lo que le hacía tanta gracia, parecía tan exaltada por el cambio tan abrupto en la conversación.

Era tan inocente.

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Ayudarla con los tramites era solo la punta del iceberg, lo que seguía era algo desafiante.

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