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Adelheid Bernstein es el tipo de novio por el que dejas de lado tus miedos.

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-¡No! ¡No quiero! -según Rose, no es nada bonito usar la fuerza para conseguir lo que se quiere, pero lo es cuando es necesario, y, justo ahora, (...) se da cuenta una vez más que Rose es hermana de Adel e hija del señor Bernstein con mucho orgullo, ya que falta muy poco para que le arranque a ella del árbol al que está agarrada cual garrapata, y le está preocupando el crujir de la planta.

-Tienes que -su voz suena ligeramente esforzada, la tiene tomada de los tobillos y procura no hacer mucha presión en el seguro del tacón bajo tan hermoso de su cuñada, sigue siendo una señorita de clase, jamás dañaría tan hermoso calzado- Adelheid espera adentro, no puedes dejarlo esperando.

Era cierto, Adel la esperaba dentro de ese gran recinto, Adel y al menos otras 200 personas que la juzgaron con la mirada al poner un pie fuera del auto en el que venía junto a Rose, razón por la cual se esforzó en esconderse en el jardín, sin contar que la rubia seguía sus pasos rápidamente a pesar de usar tacones muy altos.

Era por ese tipo de cosas que admiraba a Rose, ella tenía unas habilidades sorprendentes a su manera.

-¡Debemos entrar! -co8mo si hablar en su lengua madre le hubiese dado las fuerzas finales pudo, finalmente, arrancar a (...) del árbol, llevándose un pedazo del mismo en el proceso.

La tomo de los hombros, hizo magia con el maquillaje para retocarla y le quitó una ramita del cabello, (...) volvía a estar impecable; Rose acomodó su usual tiara con elegancia y regresaron en su camino inicial.

Llevándola, casi a rastras, consiguió meterla en el establecimiento; las miradas seguían ahí, mirándola con ojo juicioso, por supuesto, ahora que Rose estaba a su lado y daba miradas de advertencia sobre su abanico rosa las miradas casi desaparecieron.

Hasta que llegaron a una mirada que Rose no podría desviar.

-¡Padre! -(...) no entendió de buenas a primeras sus palabras, pero no había que ser un genio para saber quién era el hombre rubio y de ojos rojos que estaba al lado de Adel, no se parecía en el rostro a ninguno de los dos, pero las características antes mencionadas eran demasiado notorias como para pásalas por alto.

Y solo una idea se le venía a la mente: el señor Rugal era muy, muy alto; podría jurar que se sintió engullida por la sombra que se daba en aquel ángulo perfecto de la luz sobre su cabeza.

Una vez su hermana dijo que temía de su suegro porque la miraba feo.

¿Qué diría ella de la mirada inquisitiva del hombre?

Buscó apoyo en Adel y lo obtuvo, junto a un ligero apretón en su antebrazo al verla a punto de dejar caer sus lentes.

Oh, se puso esos lentes delgados de metal que eran muy lindos a su parecer, ella solo lo usaba en cosas importantes, y eso era lo que era esto, algo muy importante, iba  presentarla como su pareja, pero no contó con que su padre llegase en persona, (...) podría con la mirada de las otras personas, pero no podría con la mirada de su padre, no cuando ni él podía con ella.

Ciertamente, a pesar de que un inicio la quería ahí, a su lado en una hermosa noche, ahora quería en cerrarla en el departamento, su padre no se guardaba nada y hasta podría llegar a ser algo sádico con sus bromas.

Aun recuerda por lo que pasó el prometido de Rose, valiente muchacho.

(...) tembló cuando Rugal tomó su mano, una mano poderosa sin dudas y, por lo que sintió, con muchas cicatrices por su aspereza, estaba frente a un luchador, de eso no cabía duda.

Entró en confianza, su primo era un luchador de artes marciales, podría con esto.

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-Le caíste bien -dice Adel en el momento en el que una cansada (...) se dejó caer rendida en su hombro una vez ambos estuvieron dentro de la limosina que los llevaría al departamento de la última mencionada- creo que es la primera vez que lo veo hablar tan fluidamente de técnicas de combate con una mujer.

Pone un mechón rebelde tras la oreja y se detiene al ver un pequeño reflejo de su dedo, en el lugar en donde debería estar una joya sintética estaba una mini cámara, el recuerdo de su padre pasando uno de sus brazos cerca del oído de su novia le viene como un rayo, dando razón a las inquietantes muestras de afecto a su pareja.

Deja la cámara en su lugar sin dejar ver su rostro y sigue hablando normalmente hasta llegar al departamento de (...), justo al momento de bajar hace caer la cámara con un movimiento de su mano y "accidentalmente" la destruye bajo la suela de su zapato.

-¿Adel? -(...) lo llama a la realidad de nuevo y centra la atención en ella y su rostro cansado que solo pide unas cuantas horas de sueño- ¿Estas bien?

- -da su mejor sonrisa mientras la conduce a la puerta y se deja hacer cuando lo atrapa su brazo entre los suyos- vamos, Varrel te debe estar esperando en su canasta.

-mi bebé... -es todo lo que murmura para que Adel abra la puerta y le deje ser aún con una pregunta que lo dejaría pensando durante largo tiempo.

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¿Qué buscaba su padre con (...)?

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