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Ryo Sakazaki es el tipo de chico al que le agrada mucho tu presencia.

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Ryo sabía muy bien cuando habían invitados en su hogar, en especial por el aroma de una sazón diferente a la de su hermana.

(...) estaba ahí, porque escuchaba como se reía de algo de lo que seguramente dijo Yuri, la chica le caía bien, era amable y era bastante enfocada en lo que hacía, tambien había otra forma de saberlo, y era porque ese animal del demonio estaba ahí, mirándolo con la mitad de su cabeza oculta por la pared.

Si bien a él le agradaba mucho (...), su conejo del demonio lo odiaba, lo odiaba con cada fibra de su esponjoso ser.

Había pensado en saludarla apenas la vio ir por unas bolsas, pero el conejo estaba ahí, mirándolo cómo si fuese a atacarlo con sus dientes de roedor.

-¡Oh! ¡Es el pequeño Midori! -ya era el descanso y los alumnos del Dojo apenas vieron al conejo, el cual elevó sus orejas y se acercó a los muchachos en búsqueda de caricias.

Ryo no entendía a ese animal, tan dócil y adorable con los demás, pero con él... Era el mismísimo diablo encarnado en una dulce carita.

Vio su oportunidad en cuanto el roedor se alejó y se dirigió a la cocina, entrando en el momento exacto en que (...) iba saliendo, junto a algunos platos con comida.

-ah, hola Ryo, ¿los chicos están en descanso ahora verdad? -no dijo nada, solo tomó los platos y le sonrió de vuelta.

-Sí justo ahora están con el... conejo -la ayuda con los platos, ya la conoce, le gusta cocinar para los demás, un raro pero amable gesto de su parte.

-Espero que les guste la comida, se esfuerzan mucho -ah, ahí estaba, esa sonrisa con las cejas fruncidas, (...) no era una señorita de clase, aunque realmente lo era, tenía esa rudeza que no era nada ensayado, estaba algo loca pero era un loca ruda y amable- ¿cenaste ya, Ryo?

-No, aún no -la vio fruncir el ceño con desaprobación, claro, él tampoco estaba orgulloso de saltarse las comidas.

- Me ocuparé de eso después.

(...) empezó a repartir los platos entre los alumnos, ella los respetaba por entrenar tan arduamente a esas horas, todos ellos tenían una gran determinación y fuerza.

Ella era lo contrario.

Ryo la vio decaída mientras veía los cinturones de distintos colores que portaban los muchachos.

Fue lo mejor, es lo que piensa, el cuerpo de (...) no soportaba el entrenamiento, no importaba cuanto se esforzaba, siempre terminaba con un ataque de asma o algo por el estilo.

Había sido la primera vez que había expulsado a un alumno por aquella razón, (...) poseía el espíritu, pero no la fuerza.

-¡Oye, Ryo! -¿en qué momento se había regresado a la cocina? No se había percatado, pero ahora ella iba a su encuentro con un plato en mano- aquí tienes -le entregó el plato en su palma abierto y le dijo que lo iba a disfrutar.

Se emocionó que, aparte de la comida que los demás tenían, el suyo tenía una pequeñas porciones de soya fermentada y ajo picado con tomate.

-¡Estas malcriando a Oni-chan, (...)-chan! -escuchó de Yuri, pero estaba demasiado embobado viendo sus comidas favoritas.

-Ryo se esfuerza mucho -levantó la mirada, otra vez (...) sonríe mostrando sus dientes, con ese diente chueco en uno de los lados- como es el sensei debe comer muy bien.

Ante los ojos de Ryo, (...) sólo necesitaba la luz divina para ser una santa, la miraba fijamente, hasta que sintió una patita suave sobre su pie, bajó la mirada y se encontró con esos ojos marrones, sintió las garritas siendo puestas lentamente sobre su piel.

Ese conejo lo miraba mientras enterraba sus garras dentro de su carne.

-Midori, ven por tu zanahoria -el conejo fue directo a los brazos de su dueña, en donde fue cobijado y se puso patas arriba, recibiendo en sus patitas su comida.

-¡Aww! ¡Midori es tan lindo! -ambas chicas estaban ensimismadas con el pequeño animal, sin darse cuenta que Ryo se estaba tomando el pie con una mano y apretaba sus dientes reteniendo una maldición.

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A Ryo le agrada (...), pero ese conejo lo odiaba.

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