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Adelheid Bernstein es el tipo de novio del cual adoras su mechón anti gravedad.

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Desde muy pequeña (...) tenía cierta debilidad por las cosas adorables.

Adorables de un modo diferente, raras y de manera curiosa, por así decirlo.

Como cuando le daban ternura con digimon que parecían fantasmas, los bebés cocodrilos, las ranas y sapos, el bebé velociraptor de la primera película de JP.

Incluso su bebé era un poco raro, hace poco sus gruñidos sonaban como los de un tigrillo.

Era por eso, que no le sorprendía mucho el notar que se quedaba jugando con el mechón de su novio cuando él dormía, a su lado, luego de hablar calmadamente sobre algunos temas de la sociedad entre otras cosas.

A veces se preguntaba cómo era que su cabello permanencia así, ella peleaba cada día laboral de la semana para mantener su cabello en su lugar, pero luego venía Adel y su cabello perfectamente peinado junto a aquel adorable mechón que desafia las leyes de aquel que descubrió la gravedad.

-Lo siento -dijo al ver que el enroscar el mechón en su dedo para hacerlo un rulo hizo que su pareja se moviese y empezase a despertar- te he despertado -y no sólo a él, Varrel, quien estaba dormido al lado de su 'papá', también despertó al dejar de sentir el calor junto a su cuerpo.

-Esta bien -pasó una mano por su rostro, aun adormilado- el pequeño monstruo pide tu presencia, te toca darle de comer -dijo mientras miraba al cachorro que empezó a maullar con fuerza a la vez que abría su boca.

-Ow -dijo mientras lo tomaba entre sus manos para luego dejar al pequeño sobre el pecho de Adel, ya que se dio la vuelta, dirigiéndose a la cocina a preparar un biberón de fórmula, el pequeño calmó sus maullidos cuando sintió de nuevo el calor.

-¿Por qué me mirabas al dormir? -preguntó mientras ponía uno de sus dedos bajo el mentón del animal, sintiendo el ronroneo rápidamente.

-Tu mechón -dijo aun desde la cocina, haciendo que el rubio dirigiera su mano hacia lo mencionado.

-¿Te gusta? -dijo al mismo tiempo que se desperezaba y tomaba al pequeño en sus manos, sintiendo que mordió su pulgar como si fuese el biberón.

Caminó aun semi dormido pero tomando cuidado de no caerse, encontrando la encantadora vista de su pareja de espaldas, poniendo algunas gotas de leche sobre el dorso de su mano para ver si estaba a la temperatura correcta.

Usó el marco de la puerta cómo soporte de su cuerpo, con una sonrisa tranquila en sus labios.

-Muy bien, aquí va -dijo al momento de acercarse y dar de comer al cachorro en medio de ambos- de verdad que lo veo adorable.

-¿Hablas de Varrel o de mi cabello? -posó una de sus manos en la mejilla de (...), dejando una suave caricia en su piel.

-Varrel siempre es lindo, tu mechón es realmente algo adorable, y me encanta -dijo al mismo tiempo que dejaba un beso en la pálida mejilla contraria.

A veces, le preocupaba el ver lo pálido de su tez, en ocasiones incluso la percibía gris, pero aún así, le encanta el contraste de su piel y su cabello junto a sus profundos ojos de color casi rojo magenta, ¡incluso parecía rosado!

-Siento que estoy lleno de debilidades para ti, ¿no es así? -casi susurró cuando, después de llevar a cabo su labor paternal, volvían a acostarse en la cama, poniendo a su pequeño sobre su almohada junto a su manta para evitar aplastarlo.

Adelheid estaba lleno de debilidades para ella, desde su hermoso acento hasta aquel mechón que le encantaba, ¡cuántos más poseía y de seguro ella no conocía!

Se quedaron mirando durante un rato, ambos echados sobre la colcha de la cama, siendo cubiertos por una manta que cubría por completo a (...) pero dejaba a la vista los pies de Adelheid ya que él era demasiado alto.

-Por qué mentir, realmente eres mi debilidad, todo en ti se me hace adorable y encantador -decía mientras ponía cerca de la mano de su novio la propia, solo rozando ya que el sueño de nuevo la estaba invadiendo.

-Lo de encantador te lo acepto, pero debería verme varonil a tus ojos, al menos -tanteo con leves roces los dedos de la fémina, terminando por entrelazar sus manos.

La acercó lo suficiente para que pudiese esconder su rostro en su cuello, para que así pudiese oler su perfume combinado a su aroma natural, haciéndose sentir seguros el uno al otro.

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Su sentido de lo tierno era raro, pero eso la ayudó a acercarse al que sería su persona más importante.

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