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Benimaru Nikaido es el tipo de pareja que trata de darte costosos regalos.

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-No, no lo quiero -dijo mientras le daba la vuelta a la página, vio los ojos en blanco de su pareja, parecía que había perdido todo su color- pero gracias de todas formas, es... encantador.

Ese hermoso collar era muy lindo, pero exageradamente pomposo, con una piedra demasiado grande y brillante.

Era un hermoso detalle, pero no lo veía útil.

Las cosas útiles eran mejores ante lo que se consideraba bonito, la estética pseudo perfecta y atrayente no era lo suyo, para nada.

Pero su pareja era la representación de lo que supuestamente no era lo suyo.

-¡Pero lo mandé a hacer solo para ti! -reclamó, pero se arrepintió al instante al ver el ceño frunció de su pareja, a la cual parecía no convencerla mucho solo porque fue hecho a hacer para ella.

Era un lindo gesto, pero no lo pidió, sin mencionar que ya tenía un collar que nunca se quitaba.

-Estoy segura de que a tu mamá le va a encantar -trató de consolarlo al verlo casi desintegrarse en cenizas y dejarse ir al viento.

Podía ser tan exagerado en ocasiones.

-Aun no entiendo por qué siempre dices que no -le vio hacer un ligero puchero; que daría la prensa por tener una foto de eso- y cuando dices que sí casi nunca te veo puestas las cosas que te doy.

-Porque enserio que no lo necesito -allí iba de nuevo, diciendo que las joyas y demás no tenían ninguna utilidad además de matar a gente, ser responsable de muchos niveles de contaminación ambiental y pobreza.

A veces le llegaba al corazón lo tan buena persona que era su pareja, pero recordaba sus malos hábitos y se le olvidaba.

-A decir verdad, voy salir, tengo que reunirme con un alumno que aún no entiende la diferencia entre el reactivo azul y el magenta -tomó su pequeña maleta, su bata, y sus lentes, acercándose a él una vez tuvo todo listo- regresaré cerca de las siete, quizás a las ocho si la cosa se dificulta o volamos el laboratorio -le dio un beso en la boca antes de oírlo protestar, fue un beso corto, lo que se considera un pico, dejándolo un poco aturdido porque se esperaba más, pero cuando despertó ella ya estaba fuera de su alcance.

-Siempre tan injusta -murmuró mientras se dejaba caer en el sofá, viendo el collar en sus manos, era bonito, con un ligero toque masculino que tanto le gustaba a su novia- ni modo, me lo quedaré yo.

Se entretuvo un rato con una revista en la que salía, cayendo rápidamente en el aburrimiento por recordar lo que dijo al pie de la letra.

-Veamos... -tomó la pequeña revista que veía su pareja, en ocasiones se encontraba con sus revistas de animales o biología, llegaban a ser interesantes o mortalmente aburridas.

Pero esta no era ni uno ni lo otro.

-¿Artesanías? -se dijo a sí mismo el título que salía ahí, viendo que era algún tipo de proyecto que ayudaba a familias de bajos recursos que eran productoras de diferentes tipos de artesanías que iban desde pequeños recuerdos hasta gigantes ornamentos- esto... -sabía que había visto ese collar en algún lugar, dando a su mente el recuerdo del collar que su pareja no se quitaba por nada del mundo.

Un pequeño colgante hecho de diferentes piedras, ninguna era preciosa, eso lo sabe, es un experto en ese tema, pero su novia lo adoraba y casi nunca se lo quitaba.

¿Esto? Es el recuerdo de un viaje.

Y también recordó que también se lamentó por no comprar otro.

-Ya llegué -dijo en cuanto atravesó la puerta y se estiraba un poco- ¿Benimaru? -no era normal que él no le devolviera el saludo, al ser mitad japonés se dio cuenta que tenía esa tierna reacción de siempre darle la bienvenida, pero parecía que no estaba en casa- ¿salió?

-¡Ah! ¡bienvenida! -lo vio caminar por un corredor del segundo piso, con la computadora portátil en manos- estaré en mi estudio, si pudieras hacer la cena seria lo mejor, ¡gracias! -y tan rápido como pasó se encerró de un puntapié en el cuarto que estaba destinado a ser el estudio que en realidad era de (...).

-¿Qué rayos? -dijo extrañada, por lo general ya lo tendría ahí con ella, ayudándose mutuamente para la cena de hoy- bueno, no importa, haré algo bien salado, grasoso y sabroso a ver si su estómago de super modelo puede con ello -dijo mientras se dirigía a la cocina con una obvia molestia- pollo frito, pasas fritas, ensalada de lechuga y papa recubierta de salsa tártara.

Pero el rubio estaba más concentrado en lo que estaba haciendo, sin saber que esa noche se iba a desmayar al ver a su novia comer como sus compañeros de equipo.

-Este es lindo -click- ¡este es aún más lindo! Compraré este -dijo mientras daba a la compra por línea- todo preparado para la segunda fecha más importante en esta casa.

El estaba feliz de la vida viendo que le daría un hermoso regalo a su pareja, (...) por otro lado...

-Qué importa que me salgan granos, me saldrán de todas formas por la fecha -murmuraba mientras picaba la lechuga y el aceite chiporroteaba a un lado de ella, sintiendo cierta culpa por hacer a su pareja comer todo eso- puede que le haga unos palitos de zanahoria...

-¡Amor! -escuchó del segundo piso, escuchando coló bajaba las escaleras- tendrás el mejor regalo de cumpleaños este año y- ¡¿pero qué es todo eso?! -gritó completamente horrorizado de ver el "generador de kilos" que su novia estaba preparando.

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¿Adivinen quién comió ensalada césar con sashimi esa noche?

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