Especial +600🌟

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1. Iori Yagami.

-¡Iori! -cuanto daría por tener su cámara en ese momento, al menos la de su teléfono- quédate así, no te muevas y- ¡Te dije que no te movieras!

Este solo frunció el ceño, molesto, ya que habían sido por los gritos de (...) que el ave salió volando de su dedo.

-Deja de gritar al menos -las manos de (...) pasan por entre sus cabellos, haciendo que el flequillo se mantenga en otra dirección.

-Vamos, que tienes que estar presentable para la demostración ante la familia, sin olvidar que debo ayudarte a ponerte ese raro kimono o yukata o cómo sea que se llame -tal y como era usual, la voz alta de (...) hizo más escándalo del que quería, razón por la cual varios de los integrantes de la familia los miraron desde las ventanas de sus casas.

Había olvidado que vivían en la villa familiar, de nuevo.

-Ah, Michiru esta llorando -y tan rápido como llegó a él, se fue, entrando de vuelta a la casa, dejándolo un rato viendo el pequeño jardín que tenían- ¡Iori ven! ¡quedan menos de tres horas y está cosa tiene más adornos que un árbol de navidad!

Como siempre, (...) exageraba.

En cuanto entró, la encontró con la caja de madera que contenía el traje en una mano y a Michiru, su hija, siendo sostenida por su otro brazo.

-Toma a Michiru un rato, tengo que buscar el cinturón de esta cosa -ya con niña en brazos, (...) se quedó mirándolos, quieta, en silencio- de verdad que se parece demasiado a ti, incluso tiene ese peculiar cabello castaño y negro como tu.

-¿No estabas buscando algo? -en ocasiones su forma de ser despistada le exaspera, pero también se le hacía adorable, de una manera poco creíble.

-¡El cinturón! -y, de nueva cuenta, la vio desaparecer, esta vez, escaleras arriba, escuchando sus apurados pasos.

Sintió a la niña jalar sus ropas así que la dejó en el suelo, en aquel corral para niños que estaba lleno de almohadas y peluches.

-Michiru -llamó a la niña, que enseguida subió su mirada hacia él- espero que no seas como tu madre -y luego empujó su cabeza, haciendo que la niña se hiciera para atrás y quedase sobre la almohada, haciéndola reír.

De verdad, por cosas como esta...

-Estas sentimental, ¿no es así? -escuchó de (...) y él procedió a cubrirse la cara- ¡Oh, por favor! Soy tu esposa, he visto caras más sugestivas que esa.

La vida era diferente, en un mejor sentido.

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2. Kyo Kusanagi.

-¡No! ¡No! ¡No! -fue lo que gritó mientras se despeinaba, completamente irritada- ¡debes hacerlo con más fuerza, agilidad, persistencia!

Y es que estaba desesperada, en pocos días se llevaría a cabo la tradicional reunión de los tres clanes aliados que se celebraba con una demostración de las artes marciales aprendidas por los hijos.

Aunque claro, con Shoji, el hermano mayor de Kyo, fuera de la ciudad, y Aoi, que no quería meterse en este tipo de cosas, solo quedaba que Kyo se presentase.

He ahí el que (...) lo ayude, pero estaba molesta al no verlo dar todo.

-No voy a golpearte -mala elección de palabras, eso lo supo cuando un puño le dio en mitad del tórax.

(...) estaba molesta, eso era obvio, ni siquiera cuando niños le permitió contenerse en una pelea contra ella.

Debía decir que era algo injusto, pero no quería hacerle daño.

-Deja de ser idiota -se arrodilló donde el trataba de recuperar el aire, sintiéndose algo mal de haberle dado un golpe bajo, ayudando a que pudiese sentarse justo frente a ella- soy lo suficientemente fuerte para poder resistir tus golpes y también para defenderme, así que por favor -tomó su rostro entre sus manos, haciendo que la mire a los ojos- da lo mejor de ti, no le pongas límites a tu talento innato.

-Muy cursi... -fue lo que dijo al verse tan cerca uno del otro, poniendo su mano en la cara de (...) para alejarla, haciéndola reír de paso.

-Siempre destruyes los mejores momentos -se quitó de en frente para sentarse a su lado y, antes de que Kyo pudiese hacer algo, se subió encima de él y lo besó casi a la fuerza ya que a él le daba corte.

Era difícil tener un novio tan bruto en el tema del romance.

-Muy bien -volvió a separarla de sí, controlando el que nadie los viese ya que, según él, era vergonzoso, claro que nunca lo diría en voz alta.

-Oh, cállate, me lo debes, me sentí muy mal cuando dijiste que te contenía -de un ligero jalón en su cabello lo hizo refunfuñar, en momentos como este (...) sabía que su as bajo la manga siempre funcionaba- además, nuestro primo va a venir, no quieres que Iori se luzca más que tu ¿verdad?

Fue todo lo que necesitó decir para verlo poner empeño.

-De verdad que en ocasiones me pongo celosa de esta rivalidad suya -la escuchó murmurar y ella lo escucho gruñir hastiado antes de que la besara.

Solo duró unos segundos, pero la dejo anonadada, era la primera vez en mucho tiempo que Kyo iniciaba un beso.

-Cállate y haz el favor de ponerte en una pose defensiva.

-¡No vale! ¡No estaba preparada!

Ojalá siempre fuera así, con esas muestras de cariño que siempre eran bien recibidas.

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3. Adelheid Bernstein.

Despertar, desayunar, prepararse, irse al trabajo, ser explotada de manera psicológica y regresar a casa.

Ese era su día a día, desde que se independizó.

Y estaría dispuesta a darle un balazo a cualquiera que dijese que era lo mejor del mundo o que uno se sentía más libre.

Pero no era así.

Con el trabajo, la universidad y las cosas de la casa estaba hasta el cuello; pero al menos tenía algo que hacer a todas horas.

Ya en su último año de universidad aun veía a lo lejos al muchacho que se encontraba en un ciclo inferior que ella.

Nunca le gustó socializar, le daba corte, prefería mantenerse segura en su propia burbuja o con su reducido grupo de amigos.

Pero el muchacho realmente le llamaba la atención.

En especial el tono de su piel, había ocasiones en las que se preguntaba si estaría enfermo o algo, pero al ver su ejercitado físico aquella duda se disolvió.

Sin olvidar aquel adorable mechón que desafia a la gravedad.

También se preguntaba si aquella chica que lo acompañaba era su hermana o su novia.

Y se sentía algo celosa, porque ya sea cualquier opción estaba de más decir que ella no entraba en sus estándares.

Antes de darse cuenta, su graduación había llegado, contagiando el buen humor y alegría de sus pocos amigos a ella, sintiéndose feliz.

El momento de entrega del certificado fue casi fugaz, por poco y ni se daba cuenta que ya estaba sentada y con su supuesta llave al mundo en sus manos.

Le cayó en la cabeza el sombrero de alguno de sus compañeros en cuanto los lanzaron, fuera de eso, todo fue lindo.

Incluso cuando ese chico, del cual desconocía el nombre, llegó con su grupo, todos ellos entregando un arreglo floral a cada uno, siendo su amiga la afortunada en recibirlo de Adelheid.

Ya casi acostumbrada a su vida monótona, no se pudo sorprenderse o desanimarse cuando se dio con la sorpresa de que los arreglos florales lo alcanzaban para todos, en otras palabras, ella era la única que no tenía un ramo en manos.

O lo que era peor: recién ahora se enteraba de su nombre.

Pero no podía pedir nada más, había leído suficientes historias de ficción sobre lo que era un 'crush' y lo que podría ser su posible futuro, pero tenia que ser realista.

Ella no era una protagonista en ninguna obra, el chico más guapo no se fijaría en ella, mucho menos vendría hacia ella con un ramo de rosas para decirle que la amó desde el primer momento que la vio; era imposible, porque en ninguna ocasión aquel chico volteó a verla.

Y estaba bien con eso, solo seguiría su usual rutina.

Ignorando que Adel había volteado a verla, por primera y última vez, cuando ella se retiraba en el auto de sus padres.

-¿Estas mirando a alguien, hermano?

-No, sólo pensé que debería haber traído más ramos para los graduados.

Si lo hubiese hecho, puede que hubiesen cruzado sus primeras palabras.

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4. Yuki Kushinada.

-¿Debería disculparme? -se preguntó (...) mientras le ponía pausa al videojuego- bueno, aquí va.

El teléfono en llamada sonó como se acostumbra, teniéndola esperando por la respuesta de su amiga.

Yuki, por otro lado, dejó de hacer su tarea y estuvo tentada a responder el teléfono, pero aun se sentía ligeramente molesta por lo que pasó hace unos días; se suponía que tendrían una salida de amigas, ir a ver libros y cosas así.

¡Pero (...) tuvo que cancelarlo todo por ir a comprar un videojuego!

Y lo que era peor, se le recordó el avisarle cuando ella ya estaba en el transporte.

Se molestó, ¡pero con fundamento!

-¿Por qué no contesta? -pulsó el botón rojo antes de que la mandase a buzón, sintiendo la culpa arremolinarse dentro de sí.

Vale, quizás fue algo irresponsable de su parte; en primera, porque era mentira, ya que no estaba jugando videojuegos; segundo, en verdad estaba estudiando, otra vez, y sabía que Yuki se molestaría si le decía que seguía esforzándose por estudiar, así que le dijo que se le olvidó por estar jugando, ¡cómo iba a saber que a Yuki le desagradan las personas que juegan videojuegos! De otra manera hubiera dicho otra excusa.

Aunque eso explicaba el por qué después de su primera cita con Kyo, Yuki se alejó de él.

Todavía le entraban los celos al recordar aquello, pero la vida sigue, además, tenia que prepararse para el examen de admisión, ¡no tenía tiempo para problemas adolescentes! En estos momentos eran innecesarios.

Saltó en su sitio en cuanto su teléfono sonó, debía haber cambiado el tono de llamada, ¡era demasiado estrepitoso!, solía matarla del susto.

Aunque lo que sí la mató fue ver que la llamada entrante pertenecía a su amiga.

-¿Hola? ¿Yuki? -tenía que asegurarse, no vaya a ser que era su padre, porque el padre de Yuki imponía, bastante.

-(...)-chan -dejó un silencio completo, el cual pensaba usar para ser la que se disculpas primero- ¡Lo siento!

...

Muy bien, esa no se la esperaba.

-Realmente lamento decirte esto por teléfono pero en verdad quería disculparme lo antes posible, esta mal juzgarte así solo por tus gustos en entretenimiento -casi ni la dejó hablar, todas esas palabras habían tocado ese punto que (...) ya pensaba ya estaba escondido en lo más profundo de su mente y alma.

Ese horrible sentimiento de culpa.

-No, Yuki, yo soy la que debe disculparse -le temblaba la voz, era en ocasiones como esta en la que maldecir ser una persona a la que se le escapara de esa manera el llanto, era inevitable, si hasta lloró por la muerte de Zordon- te dejé plantada porque no comprendí bien el past perfect y me siento muy mal por haberte mentido, de verdad y-

-Alto, alto, alto... me dijiste que se te fue la hora en tus videojuegos.

-...

-...

-¡Te llamo después, Yuki-chan! -típico movimiento desesperado, usar el "chan" cuando sabía que podría ganarse un maletazo en la cara.

-¡Kirishima (...) III, explicate en este instante! -decir que estaba furiosa era poco.

-¡Se corta la señal! ¡se corta! -arrugaba con la mano antes libre una hoja de papel, viejo truco de la vida.

-¡Juro que te arrancaré esos libros de referencia de tus manos!

Decir que eran mejores amigas, se quedaba corto.

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5. Leona Heidern.

Mirar hacia un punto indefinido en el aire era algo muy normal se ver en ella, porque le gustaba pensar en diferentes cosas y dejaba que su mente sea libre por unos momentos, eso y correr en las mañanas, cosa que hacía justo ahora, trotando más que nada, manteniendo un buen ritmo y viendo que en el mercado las papas estaban baratas.

A (...) le gustan las papas, se recordó.

Pocos minutos después ya entraba en el cuarto compartido, encontrándose a su pareja, aun en pleno sueño, aun cuando demoró 30 minutos en dar varias vueltas a la manzana y otros 10 minutos en la ducha, (...) seguía durmiendo.

Y, como siempre, el ver su estado de profundo sueño la invitaba a unirse.

-Hey... -le escuchó decir con voz adormilada- mi pájaro madrugador... como siempre la primera en levantarse... -Aun cuando ya llevaban bastante tiempo conviviendo, los abrazos fuertes, como el de ahora, aun la dejaban avergonzada, a pesar de estar en un lugar en donde nadie los veía.

-Son las ochocientas cuarenta y nueve, dijiste que debías despertarte temprano para escribir tu novela -habían pasado años desde el campamento militar, pero aun así algunas cosas quedan.

-Sí, sí... la novela... -la apretó un poco más, sintiendo cómo frotaba sus mejillas, a Leona aun le impresionaba que su piel estuviese tan suave aunque estuviese recién levantándose.

-¿(...)? -llamó cuando sintió que dejó de moverse, dándose cuenta que cayó de nuevo en el mundo de los sueños, le dio una palmada en la quijada.

-Es demasiado temprano... -le escuchó quejarse, apretando la más, haciendo que tuviese que afirmarse a sus brazos, porque si seguía así haría que cayeran de la cama- usaste mi shampoo otra vez... -mencionó luego de oler el cabello de su pareja.

-Lo siento, no me había dado cuenta -la verdad es que sí lo hizo, pero cuando ya tenia unas cuantas gotas del producto en la mano, solo que pensó que sería un desperdicio el tirarlo al desagüe.

-No, no... si huele tan bien en ti...

-Deja de decir tantas palabras melosas.

Antes de poder decir otra cosa más, recibió un contundente beso, que la hacia replantearse de su lugar en la relación.

En altura y fuerza obviamente ganaba Leona, pero en lo que cuesta de todo lo demás era (...).

-Déjate querer un poco más, Leo -Ay no, ya empezaba con los apodos cursis; en realidad le daban igual, pero no le gustaba que la gente hablase de (...) a sus espaldas por llamarla con diminutivos o cosas así.

-Debes despertar ya -trató de safarse de su abrazo, logrando su cometido a la primera, escuchando los reclamos de su adormilada pareja y sintiendo el frío de haber abandonado el refugio caliente entre las sabanas- Haré papas fritas con huevos revueltos.

-Oh... por eso te amo...

Leona solo sonrió un poco, viendo como (...) se estiraba y se desperezaba, viendo que luego buscaba sus lentes.

-Ah, Leo, ¿viste mi laptop?

Por supuesto, (...) era un persona demasiado despistada.

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6. Benimaru Nikaido.

Había ocasiones en las que se preguntaba: ¿Por qué yo?

Eso se preguntaba además de: ¿Por qué acepté?

Era molesto, tonto; en especial cuando lo veía hablar de manera provocativa con otras chicas, muy cerca de ella.

Y le molestaba, no, le dejaba asqueada.

No lo sentía correcto.

Pero no podía decir que debían terminar, era como si le tocase un fibra sensible al rubio, lo intentó una vez, en realidad varias, pero todo empezaba y terminaba en lo mismo.

-No te entiendo, ¿por qué? -venía siempre con esa pregunta, (...) se aguantaba de decirle que era porque estaba harta de verlo con otras chicas, pero tenia que morderse la lengua cuando veía su rostro.

Y no lo decía porque estuviera aferrada a él solo por el hecho de que era guapo, la mayor razón era que la miraba de esa manera.

Con los ojos vidriosos, y mueca de dolor.

Le sorprendió cuando le hizo esa cara cuando quiso terminar con él luego de solo 2 semanas de pareja.

-No, nada, solo son... tonterías mías -nuevamente caí ante los gestos del rubio, siendo abrazada fuertemente segundos después.

-Deja de asustarme así, honey -algo que no podía negar era el que le gustase esos abrazos que le daba cuando las aguas se calmaban.

Era tierno hasta cierto punto, el cual era exactamente cuando volvía a hacer lo mismo, aunque claro, al menos tomaba unas cuantas semanas antes de volver a coquetear con otras chicas.

Hasta este punto, (...) ya tenía una hipótesis de por qué Benimaru era así, lo más lógico a pensar era que estuviera acostumbrado a tener la atención de bastantes féminas sobre él, que le dieran atención y cuidados; si eso era cierto, ¿Qué tenía que ver ella ahí como para ser su novia?

¿Qué había hecho para destacarse entre la multitud de chicas que seguían a Benimaru? Porque la verdad era que no lo sabía o no lo recordaba.

Pero el rubio sí lo hacía, todavía recordaba la vez que (...) se preocupó por él al no asistir una semana a la escuela porque se había metido en una pelea; aunque la verdad era que ella fue por orden del profesor ya que si enviaba a cualquiera de sus compañeras la cosa se pondría fea.

Sin mencionar que el chico con el que peleó le quitó varias de sus admiradoras, solo por estatus.

Su ego era demasiado alto como para dejar que lo vieran con la mejilla roja, no le importó que (...) lo viese ya que ella era como la mota de moho en la pared.

Pero le llegó al corazón el que le dijese que se recuperará, que podría darle las tareas y que lo ayudaría a reanudar las clases, por supuesto que ella no lo dijo en modo diferente a su tono monótono usual, pero él la vio con un fondo de flores, los ojos brillantes, un tono de voz amoroso y con una mirada de profundo amor a él.

Puede que la medicina para el dolor le hubiese dado fuerte o experimentó el amor a primera vista.

Pero claro, (...) lo tomó como una broma cuando se lo dijo, ya que ni siquiera era la primera vez que se veían y tampoco creía en esas cosas semejantes al enamorarse sin conocer a una persona; pero aun así aceptó al rubio cuando se le propuso para tener una cita.

-Benimaru.

-¿, Darling?

-Eres raro, mucho.

-¡¿Por qué me tratas así?! -lloriqueo mucho en ese momento, haciendo que su cabello rubio, que le llegaba por los hombros, se moviese con él; fue demasiado tarde para (...) cuando ya tenia su mano dando ligeros masajes en el cuero cabelludo ajeno- ...no sé por qué lo haces pero, ¡continúa! -esta vez dejó parte de su peso sobre ella, sintiendo las suaves caricias, dejando a (...) pensando que ese era el cabello más suave que había acariciado antes.

Era un bicho raro, pero se hacía querer.

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7. Yuri Sakazaki.

-¡Hey, espera! -pidió el muchacho cuando la vio alejarse, a toda velocidad tomó el teléfono y lo guardo en su bolsillo para tratar de buscar a la señora a la que se le había caído el teléfono.

-¡Yo te ayudo! -escuchó a un lado de él, sintiendo cómo la chica tomaba el teléfono del lugar en que lo guardo y salía corriendo, llegando mucho más rápido de lo que él hubiese hecho, hacia la mujer que dio las gracias, la castaña lo señaló y a la distancia tiene recibió una señal de gratitud- Eh~ tienes buenos reflejos pero eres muy lento.

No estaba exactamente en lo cierto, pero tenía una gran bolsa de comestibles en la mano, huevos incluidos, pero no para un omelette exactamente.

-, gracias de todas formas -se notaba que la chica era buena socializando, algo muy contrario de él, a quien no le gustaba estar con más personas de las necesarias.

Aunque tenía que admitir que aquella camiseta amarilla con cuello de corte redondo que era similar las orejas de un gato era muy linda.

-¡Gracias! -ah, otra de sus malas mañas, se le escapaban las palabras sin pensar mucho; pero por lo visto a la chica le regocijo el alago.

Y es que Yuri estaba encantada, nadie había elogiado su camiseta, hecha por ella, su padre y su hermano pasaron de largo de ella, su amiga estaba en plena batalla campal y no tenia mucho tiempo para ella, sin olvidar que Robert estaba en Italia.

-Bueno... -escuchó del chico, el cual empezaba a ir algunos pasos para atrás, como queriendo marcar distancia.

Claro, no se dio cuenta de aquella roca, y claro, tenia peor equilibrio que un alfiler sin filo.

Las bolsas volaron cuando el cayó de espaldas, pero su vista solo se enfocó en el paquete de huevos de codorniz, viendo casi en cámara lenta cómo se dirigían hacia su final de huevo estrellados al igual que su cerebro.

Eso pensó, hasta que sintió su cabeza caer en algo más o menos suave, y ver a la chica de antes, haciendo una rara maniobra digna de contorsionista para salvar la mayoría de sus compras, los huevos incluidos.

Estuvo tan aliviado que detener las lágrimas fue imposible, al igual que caer en cuenta de que había caído sobre el muslo musculoso de la chica.

-¿Estas bien? -por supuesto que estaba bien, bueno, estaba a punto de sufrir un ataque, esta era la primera vez que estaba tan cerca de una mujer que no fuese su madre.

Con ese ángulo de la luz detrás de ella, casi a la altura de su cabeza, habría pensado que vio un ángel con una trenza, pero al no tener sus lentes especiales que reflectaban la luz del sol solo se quemó los ojos.

-Sí, yo... sí -No había que ser un genio para darse cuenta de su nerviosismo, pasó una mano por su rostro, en especial por su ojos, que ahora cerrados le dejaban presenciar los usuales y raros colores brillantes o espectros de luz.

Se levantó con dificultad, siendo ayudado por un empujóncito de la chica ya que su estado físico era lamentable.

Fue un momento bonito y tranquilo hasta cierto punto, hasta que la escuchó gritar.

-¡Sangre! ¡¿te golpeaste en algún lugar?! -que alma tan caritativa, tomó su rostro mientras lo analizaba, viendo que era de su nariz.

Yuri tomó distancia, no se preguntó hasta ahora si era un pervertido, la sangre en la nariz lo delataba.

-No se preocupe, me pasa seguido -sacó su usual pañuelo, la castaña, viendo su calmado accionar, se le quedó mirando- tengo problemas con una vena de la nariz, lamento si la asuste -volteo a verla luego de sentir algo de movimiento- porque esta en esa posición -preguntó realmente consternado de verla en algún tipo de posición de batalla.

-¡No! ¡No es nada! -se sentía apenada, por supuesto que no debió sacar conclusiones adelantadas, ¡que tonta! Tenía un problema médico pero ella iba y lo confundía con un pervertido, solo atinó a devolverle sus bolsas para que no vea su rostro rojizo.

Que vergüenza.

-Yo ya debo irme -señaló en dirección opuesta a la que ella había señalado, era como si se leyesen la mente- muchas gracias nuevamente.

-¡Por supuesto! Pero debes tener más cuidado -casi sonó como regaño pero era verdad, se veía igual al tipo de chico al que suelen maltratar.

-, gracias señorita.

Eso dejó pensando a Yuri mientras lo veía alejarse.

-Pero qué tipo más raro... -aquel chico agradecía demasiado.

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8. Alba Meira.

El calor en South Town, al estar en california, era insoportable.

Razón por la cual Alba prefería usar ropa más casual o al menos no llevaba su saco.

El calor no era su mayor amigo.

Era por esa razón que siempre se preguntaba cómo es que (...) podía sobre ponerse al calor sofocante.

Siempre con ropa negra, a pesar de que afuera se pudiese ver la emisión de calor sobre el asfalto.

-Al menos ponte una camiseta ligera -dijo al verla salir con un buzo de franela de su cuarto, viéndola secarse el cabello y viendo el vapor salir expedido ligeramente de su cabeza- ¿volviste a bañarte con agua caliente?

(...) sólo se encogió de hombros.

-Me gusta bañarme con agua caliente -fue todo lo que dijo.

-Te vas a quedar calva -al verla sentarse a su lado, empezando a acomodarse sobre él, se hizo a un costado- no, estas demasiado caliente.

- lo hubieras dicho en inglés te hubiese lanzado mi amenazadora pantufla.

-¿Tu pantufla de Tiranosaurio Rex? -Oh cielos, hasta ver las pantuflas mullidas y esponjosas le daba calor.

Al final, tuvo que dejarse querer al ver que lo abrazaba con su piernas, imposibilitando el que se levantase.

-Muy bien, pero deja de bañarte con agua caliente, la última vez no lo dejaste en normal y Soiree casi se cocina.

-Lo que sea -encendió el aire acondicionado con apretar solo un botón.

Pero no demoró mucho para que se quedaran dormidos por el relajante gusto del aire frío hasta que Alba volvió a sentir el calor de verla acurrucada sobre él, casi hecha bolita.

En plena madrugada, la temperatura del ambiente bajó drásticamente, para Alba aquello no fue ningún problema, soportaba bien el frío, pero (...) no, razón por la cual no se sorprendió al verla en la puerta, arropada en su manta gruesa de pokémon.

-¿Tienes frío?

-No hagas preguntas idiotas -se tiró cual carga de volquete y se acomodó a su lado.

No le quedó de otra más que abrir los brazos y recibirla, sintiendo cómo acomodaba su cabeza en su hombro y sentirla respirar sobre su piel.

-Te quiero, Alba -le escuchó murmurar luego de toser un poco y temblar, el aludido solo pudo apretarla más contra sí mismo.

-Yo también.

Y también quería que se quedase a su lado, quería que nada se la lleve.

Horas más tarde, cerca de la calurosa mañana, se encontró a sí mismo sudando horrores y con (...) aferrada a él como si se tratase de un koala.

-Basta, me estas asfixiando -trató de sacarla de su espacio personal, pero antes de siquiera poder ponerle un dedo para alejarla se dio con la sopesa de que ella fue más rápida.

Sintiendo sus dedos aventurarse entre su ahora cortos mechones de cabello, a la par que sus labios chocaban y se tocaban con paciencia.

Si ya tenía calor, ahora tendría el doble al sentirla meter una de sus manos debajo de su pantalón.

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9. Soiree Meira.

-¿Te puedo ayudar en algo? -preguntó la chica en frente de él, no sabia si tenía algún problema o algo así.

Pero sabía cuando alguien quiere tirarle el maíz a alguien más.

Y él no estaba dispuesto a eso, ya tenía una linda novia que lo esperaba; con un cuchillo bajo la manga si la situación lo amerita.

-Estoy buscando algún juguete para la mascota de mi novia -dijo con soltura, deseando que con esa palabra mágica la chica dejase de verlo de esa manera.

Entendía que algunas personas se le quedaban mirando por su color de cabello o su ropa, ¡pero ahora estaba usando ropa bastante normal! ¿sería que ya ni importaba su ropa? Lo más seguro es que de todas maneras llamase la atención.

-Por supuesto -vio una sonrisa algo forzada en la chica, al mismo tiempo que, casi de manera imperceptible, abría los dos primeros botones de su camiseta.

Esta chica iba en serio, bueno, se podría decir que era su karma por ser como era antes.

-¿Qué tipo de juguete? ¿para cachorro, gato, periquito?

-... ratón...

Tal parecía que esas fueron palabras suficientes para que la chica llamase a un compañero, Soiree vio una gran mueca de desagrado, por no decir asco.

El también sentía lo mismo; por supuesto, se aguantaba, porque ese pequeño ratón era 'su hijo'.

Y él estaba casi obligado a comprarle juguetes a 'su hijo'.

-¿Qué le parece este? -preguntó el muchacho- es casi como un set de gimnasia para cualquier roedor.

Ahora sabía cómo las empresas de artículos de animales obtenían tanto dinero, sus artículos en venta eran demasiado bonitos; pudo comprobarlo cuando su linda novia chilló de felicidad antes de lanzarse encima suyo y llenarlo besos al mismo tiempo que oía cómo el ratón golpeaba las paredes en la bola de ejercicios para roedores.

Era un dos por uno, su novia estaba feliz y había una barrera de plástico que mantenía al animal lejos de él, el plan perfecto.

-Se ve tan lindo -Claro, le salió mal el hecho de que (...) le tomase repetidas fotos al animal con su teléfono, procurando hacerlo mientras se movía y hasta grababa; dejándolo casi como un cero a la izquierda.

-Vamos, déjalo jugar, que explore a sus anchas -la tomó por su cadera, haciendo que se siente con él en el gran sofá- ¿Acaso no sabes que día es hoy?

Oh, oh; (...) se puso a pensar rápidamente, tratando de recordar que día era.

Los hechos eran los siguientes: Soiree llegó temprano, era fin de semana, le compró una pelota para hamsters a Asesino y ahora sacaba la manta verde y mullida del armario.

Era momento de usar el método de descarte.

¿Era su aniversario? No, ellos cumplían en marzo, estaban en julio... y en esa ocasión se le olvidó, tenia que recompensarlo, lo apuntó en su lista.

¿Era el cumpleaños de Asesino? Por supuesto que no, se sabía el día en que encontró a su bello animalito mejor de que sabía su cumpleaños o el de su mamá; y ya que estaba en el tema, ¿era su propio cumpleaños? No lo veía probable, Soiree solía aparecer con algún collar o pulsera con adornos de plata; si fuese el cumpleaños de su novio entonces lo habría visto con su cuñado, sin olvidar que el último mencionado se lo recordaría.

Bendito fuese Alba; fuera de eso, no era el cumpleaños de nadie.

Muy bien, no era ninguna de esas razones, así que era algo más calmado que eso; la manta verde solo la usaban cuando se acurrucaban en el sofá y...

-¡Es viernes de películas! -quizás debía gritar la respuesta en cabeza, daba gracias de que Soiree estuviese en la cocina.

-¿Dijiste algo? -y ahí venía él, con un gran contenedor lleno de palomitas de maíz.

-Sólo que... -tomó con rapidez el empaque de la película que compró y vio ayer, no le quedaba de otra- espero que te guste... "Parque jurásico".

Daba gracias a que su amiga se hubiese dejado el DVD.

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10. K' Dash.

-¿Hasta cuándo me verás con esa cara? -preguntó ya algo molesta, sintiendo de nuevo aquella mirada que buscaba hacerla sentir culpable- ¡Ah! ¡ahí está otra vez!

-Así es como se debe de ver a los idiotas -(...) cerró de un golpe el libro que estaba leyendo, quería gritarle por ser así con ella.

Pero, si era sincera, le daba miedo; lo admitía Kei le daba miedo cuando se ponía así.

Esa mirada amenazante y la voz más ronca, le daban miedo pero también la hacían sonrojarse.

Idiotez.

Teniendo en cuenta lo que le hizo, era hasta casi comprensible.

-Sólo hice una simple observación -trató de defenderse de nuevo, viendo como se levantaba y se iba fuera del cuarto- ¡Oh, por favor!

¡Y es que no veía nada de malo al decir que tenia algo con los lentes!

Pero si veía el panorama completo, en donde el primo de Kei venía con su novia, que tenía lentes, la cosa se ponía incómoda.

-Ay, ni que fuera tu primer amor.

-...

Y como muchos dicen: el silencio otorga.

(...) apenas si pudo procesar la información mostrada cuando estaba apunto de gritar cual loca, dándose cuenta del amor no correspondido de su amigo, también del hecho de que la corriera de su cuarto.

-¡Espera, no! -fue tan rápido que ni ella se dio cuenta- ¿Cómo se supone que iba a saberlo? ¡Kei!

Esta bien, si lo pensaba bien lo había estropeado a lo grande, ahora le daba sentido a la mirada impresionada de la chica y el ceño fruncido de Krizalid, un nombre demasiado cool el cual debía alabar después; su mayor problema estaba detrás de esa puerta, enfadado con ella... más enfadado de lo usual.

-Lo siento, de verdad -verdad, de lo que se dice verdad, no lo era, porque se había enterado de algo muy bueno.

Sin olvidar que no entendía a aquella chica, es decir, Kei y Krizalid eran casi igualitos, solo tenían diferente peinado, ¿sería que había algo más?

-Prometo no molestarte en toda la semana -propuso cuando vio las ya obvias intencional de dejarla en el pasillo de su casa- voy a comprarte algo, lo que tu quieras -escuchó los pasos acercarse a la puerta- te compraré esa chaqueta de cuero que mirabas tanto -fue santo remedio, le abrió la puerta con una ceja levantada.

-¿Tan desesperada estas? -No la creía capaz de gastar su preciado dinero, después de todo siempre lo gastaba en sus cosas de fujoshi loca, o en comida.

-Será tu regalo de navidad y cumpleaños por dos años -iba a cerrarle la puerta en la cara de nuevo- ¡esta bien! ¡Será tu regalo de cumpleaños y navidad en lo que es de este año!

Lo que tenía que hacer para que ese amargado estuviese feliz.

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El que se te vaya la imaginación durante un tiempo es pasable.

Que te quiten el teléfono para que puedas socializar con tu familia en fiestas patrias es comprensible.

Que te guarden mal el capítulo es soportable.

¡Pero qué te borren 5 veces un capítulo es un abuso!

Fuera de eso, al fin está terminado el especial, todo de una sola vez.

Muchas gracias por su paciencia y mil disculpas por el retraso.

"Gracias totales".

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