Introducción

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Todos necesitaban ser protegidos, todos debían ser protegidos, por eso existían los héroes, los héroes debía poner orden en esa sociedad de Koseis, los héroes debían ser quienes dieran seguridad a las otras personas.

Era por eso que, mientras hacía su patrulla, persiguiendo la pista de un simple ladrón, que ni siquiera valía su tiempo en prácticas, no supo a quién tenía que proteger de quién en ese momento.

- Juro que no fue mi intención -volvió a decir la chica frente a él, mirando alternadamente entre él y el hombre que quedaba en el suelo.

Aunque era mucho más correcto decir que una parte del ladrón estaba en el suelo y la otra seguía pegada a la pared, sin mencionar la sangre en la grande, escamosa, rojiza, y musculosa cola que ella tenía, que se movía con cada uno de sus movimientos.

Y se refería a grande porque la cola era mucho más larga que todo el cuerpo de la chica, mucho más grande que su compañero el extra que también tenía cola del cual ahora no recordaba el nombre porque era un extra.

Había visto en primer plano cómo el ladrón había sido estampado como una mosca contra la pared por esa monstruosa cola, la muchacha parecía no tener la menor idea de lo que pasaba a su alrededor, posiblemente culpa de los audífonos con una música infantil que parecía del otro siglo a alto volumen, hasta que se escuchó el ruido a huesos rompiéndose que lo alertó a él y a la mitad de los transeúntes que ni cuenta se daban de lo que pasaba en ese callejón antes de que más de uno de los testigos llamase a los números de emergencias tras él verificar que el tipo seguía con vida y otros héroes ya habían llegado a dar los primeros auxilios.

- Mira, fue un accidente -por un momento parecía que no hablaba con él, casi pérdida en su propia mente; su aspecto no era el mejor en todo caso, sangre manchaba su cara y parte de su ropa, que parecía ser de algún tipo de estudiante de salud- voy a pagar los daños, lo juro.

De ahí venía a hablar del hueco en la pared, que tenía la misma silueta que su cola, impresa en rojo.

¿Eso era todo lo que importaba?

- Oye, extra -(...) salió de su repetitivo mantra para darse cuenta de que con ese "extra" se estaba refiriendo a ella- eres un maldito monstruo -lo dijo con todo el sentimiento de repulsión que tenía dentro de sí, pensando que estaba viendo a una villana desquiciada en frente de él, importando poco la mirada reprobatoria del policía al lado de la muchacha que le indicaba que se alejase de él tras escuchar las hirientes palabras, y estando en su tercer año en la UA, se había ganado cierta fama en su práctica, no la mejor de todas, importándole muy poco, que lo juzguen por decirle la verdad a la cara horrenda que tenía la muchacha.

Lejos de tener una expresión de miedo a las consecuencias como antes o una sonrisa de burla, o hasta de indignación, como cualquier persona normal, lo que consiguió fue una sonrisa alegre, mostrando sus chuecos y afilados dientes en más de una hilera diferente que le hizo preguntarse cómo podía cerrar la boca, su imagen fue más tétrica con el sonido de las ambulancias, la policía y hasta los bomberos, las luces rojas y azules no pudieron opacar el sonrojo que se extendió por toda su cara, dando más brillo a la sangre aún fresca en contraste sobre su mejilla y una parte cercana al ojo.

- Aw, gracias -fue todo lo que dijo antes de reír como una tonta, ni siquiera de manera medianamente femenina, era más como una risa grave por la nariz, casi un ronquido.

Y ver todo ese espectáculo, lo dejó petrificado un momento por el repelús mientras la metían al vehículo de la policía para tomar testimonio, dudando seriamente si debían darle una manta térmica como si ella fuese la víctima, en realidad lo era, pero no era ninguna víctima desvalida a los ojos de Bakugou que la había visto casi partir a alguien por la mitad por un "accidente de ataque a víctima con kosei mutante automático" o lo que sea que estuviera diciendo el policía de hace un rato por la radio de su patrulla, la chica seguía mirándolo por el cristal de la parte trasera del vehículo, su cola escamosa salía por la ventana a un lado y juraba que se movía como la cola de un perro, guardando cuidado de no romper el marco.

Esa mujer era un monstruo, veas como le veas, en especial al notar que el ladrón fue despegado de la pared con todo el cuidado porque su columna estaba casi partida, el bastardo tendría pesadillas de esa cara horrible por toda la vida si sobrevivía al camino en la ambulancia.

La mujer seguía mirándolo, esta vez le sonrió a través del cristal, ya con Kirishima se había acostumbrado a tratar con personas que tuvieran dientes afilados, lo mismo con esos otros dos extras de la clase B, pero la apariencia de esa mujer no daba ni tregua porque su dientes iban en diferentes direcciones, haciendo aún más difícil el tolerar su presencia que le daba escalofríos para decir "al fin" en su mente cuando la patrulla se la llevó.

Pobre de Katsuki, porque no iba a ser la última vez que la vería.

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