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Pensó que se había deshecho de ella hace tiempo, que había enterrado en lo más recóndito de sus recuerdos su rostro bañado en sangre ajena con una sonrisa, o la vez que ella se apareció en su vida y le costó un dolor de cabeza enorme finalmente perderle el rastro, pero era obvio que, cuando la vio bajando las escaleras con dos bolsas de basura en manos, años después, con los mismos dientes chuecos de diferente tamaño y los ojos con la pupila tan pequeña que sólo la hacía verse más tétrica de lo que ya era.

¡Era esa maldita monstruo que era más animal que supuesto ser inteligente!

Tuvo que soltar la basura en cuanto la vio levantar la mano antes de echarse para atrás cuando la vio abrir la boca, entrando en una pose de pelea, esperando de todo aun cuando sólo quería saludarlo con el gesto de su mano.

-Quién lo diría, es Katsuki -la miró bien, había subido de peso y su cabello estaba mucho más desordenado que en antaño- es bueno volver a verte, han pasado años.

No retiró su postura, aunque dudaba sobre si tenía que usar su Kosei o no.

Si lo uso, esa perra loca será tentada a atacarme, pero si no lo uso puede que lo haga por su puta gana de molestarme.

-No sabías que seguía en Japón -ella dijo, afirmando la sentencia al verlo sorprendido, aun mirándole fijo, esa aura de depredador siempre presente, no le podía quitar los ojos a sus dientes, aun recordaba su horrible veneno, ¡Dejó fuera de combate a Kirishima y al bastardo mitad y mitad cuando ella les rozó con sus dientes por accidente! ¡Por un roce de menos de 5 segundos!- Katsuki, ¿Estas asustado?

Para cuando se dio cuenta, había retrocedido con ella hasta el borde del piso, la pared casi tocando su espalda, prácticamente habían rotado y ya estaba por alcanzar la escalera mientras ella se acercaba al lugar designado para los reciclables- ¡Sueñas si crees que estoy asustado de ti! -respondió enojado, casi escupiendo sus palabras en la cara de la contraria, (...) no sabía si veía a un gato enfadado o un perro a punto de morderla, pero luego recordaba que así era Katsuki, no había que hacer tanto cálculo ar decir que quería su espacio.

Está asustado, pensó ella, moviendo su cola escamosa y conteniendo el reírse al ver su usual respuesta defensiva después de tanto, el que estuviera asustado era muy estimulante para esa contraparte suya.

Quiero ver su poder de fuego de nuevo, solo recordar la fuerza de sus explosiones le hacía tener sialorrea, ni hablar de cuando vio los resultados que obtenía al mojar sus manos, si tan sólo pudiéramos combatirlo...

Ante la sorprendida mirada de Katsuki, (...) se dio un fuerte cabezaso contra la pared a su lado, el escombro voló por la fuerza del impacto pero ella se veía en perfectas condiciones.

-Fue lindo encontrarte, Katsuki, si el dueño del edificio pregunta por esto a ti antes que a mi, dile que pagaré por que lo arreglen -terminó de poner las botellas de plástico en su lugar, sacudiendo la bolsa negra antes de guardarla en su bolsillo.

Se movió de vuelta a su camino original que era la calle, moviendo la cola con una melodía emitida por sus labios después de murmurar un "fuera, impulso de idiotez".

Ella había pasado suficientes años interactuando con el rubio como para saber cuando retirarse antes de que le explote la cara, literalmente, mientras grita frustrado y con el rostro rojo de la ira. 

Lo mejor era dejarlo solito y que la mecha no se consuma.

Para cuando la perdió de vista fue que pudo hacer explotar su sudor de las manos más como un impulso que por otra cosa.

Esa maníaca le ponía de los nervios.

-Katsuki -la escuchó de nuevo, volteó en cámara lenta, esperando lo peor, y ese peor fue verle asomada por la esquina que daba a las escaleras de ese complejo de apartamentos, sus ojos ahora amarillos brillaban y podía ver la saliva caer de su boca- ¿Por qué me haces esto, Katsuki?

En toda la calle se escuchó el grito del rubio. Ah, que lindo era revivir momentos de la juventud.

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