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-Una vez más, lo siento -(...) estaba sentada en la sala de Katsuki, amarrada con lo primero que pudo alcanzar antes de que lo terminase de abrir sus fauces- perdona mi vida, Katsuki.

-¿Algún día aprenderás los malditos honoríficos? -gruñó por lo bajo, maldiciendo sin tapujos como siempre.

-Es mucho problema, y tampoco es que tú los use al pie de la letra, o que recuerdes el nombre de alguien sin ponerle apodos -se dejó caer en el suelo de tatami, usando su cola para envolverse como una gato- aquí huele como Katsuki.

-Es mi maldita casa, ¿Qué más esperabas? -la veía olfatear el suelo luego de moverse como una oruga hasta otra parte, aspirando profundamente con los ojos cerrados para hacerse una imagen mental.

- Eijiro, Denki, tus padres -siguió hasta llegar a la pared, no se detuvo- huele a otra mujer también.

-Basta.

-Quién lo diría, Katsuki se graduó de la pubertad a los 25, no, quizás a los 24.

-Que te calles.

-¿Fue aquí? Aquí huele a sexo.

-Te voy a explotar la lengua.

-Detalles, quiero detalles, siempre me pregunté, ¿Qué tipos de chicas te gustan para-?

Sin oportunidad de terminar su pregunta, para cuando (...) volvió a abrir los ojos ya había sido lanzada fuera del apartamento del rubio por él mismo, cerrando la puerta en su cara.

-Katsuki siempre tan tímido -murmuró mientras usaba su cola para pararse, rompiendo las cuerdas con las que la amarró a base de su calor corporal, quemando su composición lo suficiente, buscó su celular con su mano, ya era muy tarde para la entrevista de trabajo, lo dio por perdido y marcó a otro número- Hey, doctora Youmi.

A la hora siguiente, mientras Katsuki estaba leyendo el informe de un caso que se trajo a casa, escuchó sonido provenir del apartamento de al lado después de todo ese tiempo, supuso que (...) podría estar haciendo cualquier cosa, dejándolo estar siguió con lo suyo, tratando de encontrar algún tipo de patrón de los problemáticos patrulleros anónimos.

Escuchó fuertes golpes contra el suelo, por un momento se imaginó la escena que podría pasar, era común que cuando ella le moleste algo empiece a mecer su cola, lo suficientemente fuerte como para que pueda escucharlo desde su piso que quedaba abajo, donde aparentemente vivía desde hace 5 años.

Y recién se enteraba después de haberse mudado hace casi un año, ¿Cómo era que hasta ahora no la había visto?

Seguía escuchando cómo aún habían golpes, se hizo otra idea en su cabeza, puede que estuviera acompañada, de ese tipo de forma, haciéndolo rabiar porque debía escuchar su espectáculo.

Pero de repente se dejó de escuchar todo, ahorrando su idea de ir a quejarse con ella, pero luego, escuchó algo ser arrastrado, despertando aún más ideas raras, ¿Qué tal y si había terminado matando a quien sea que estuvo con ella? No era imposible, ya había visto lo que hacía si es que estaba emocionada, incluso sin provocación casi mata a alguien con su cola, al meno de lo que sabía.

Siendo el héroe profesional que era sabía que debía ir a investigar, aún cuando estuviera en día libre, si había alguien en situación de vida o muerte no tenía tiempo de llamar a los policías, dirigiéndose como en película de terror hacia la puerta del piso de abajo, que justamente era la última del pasillo, como si fuera una jugarreta de la vida ante los nervios que le daba la situación pero nunca admitiría que tenía.

Tomó posición de batalla en cuanto notó que la puerta se abría, y de esta salía la misma mujer, con un cucharón de madera en la mano y tras ella el aroma de carne siendo frita, conociéndola, en mucho aceite.

La situación se había invertido, (...) sudó la gota gorda y pensó en rezarle a quien fuera en cuanto se dio cuenta de quién se acercaba a su hogar con intensiones extrañas era Katsuki, siendo tan tonta como querer ahuyentar a quien fuera con su apariencia y comer tranquila, pero ahora Katsuki la estaba mirando, a ella y luego al cucharón, en intervalos que le ponían las escamas de punta, con esos ojos rojos sangrientos que parecía que le taladrarían la cabeza, o quizás le explotase el cráneo en su mente cuando se escuchó con total nitidez el crepitar del aceite caliente dentro.

(...) no tuvo tiempo para responder cuando la tomó de la cara con su enorme mano para luego arrastrarla dentro, solo le quedó hacer como si no estuviera viva, dejándose hacer al movimiento del rubio, su cola se pegó a su pecho y la abrazó nerviosa, quizás no saldría con vida.

Katsuki se detuvo en el lumbral de la cocina, no había puerta  y nada le impidió ver la sartén rebosante de aceite con un pedazo gigante de carne dentro, bailando también en su propia grasa animal, miró la mesa encontrándose con un plato servido con demasiado arroz y papas doradas, no había ni pista de alguna ensalada o algo verde en cuanto revisó en refrigerador, a lo mucho las latas de bebidas gaseosas, (...) se quedó tiesa cuando sintió el pulso aumentar en la palma del rubio, a la par que aumentaba la temperatura.

- Katsuki, al menos déjame apagar el gas -dicho y hecho, con su cola dio vuelta a la llave del gas, de manera muy lenta para evitar cualquier tragedia a su cocina.

Porque ella ya estaba condenada, lo supo en el momento en que Katsuki la miró de esa manera recriminatoria.

Fue una buena vida, al menos hubiera querido comer su almuerzo. 

- Oye, maldita extra, pensar que seguías comiendo estas mierdas...

Luego el mundo explotó en la cara de (...), siendo víctima de l ira de Bakugou mientras este le gritaba que taponaba sus arterias con grasa como una idiota mientras le gritaba de que si se iba a morir por un ataque al corazón él la iba a revivir para matarla con sus propias manos por idiota, de nuevo,  y por comer tanta comida chatarra.

Ah, esto le traía recuerdos.

Y todo fue culpa de que no pudo dejar de golpear su cola contra el piso porque no sabía si ordenar una pizza o hacer carne, en fin, en cualquiera de las opciones hubiera terminado con ella con la cara llena de cenizas, sentada sobre sus rodillas y escuchando a los gritos de Katsuki que iban desde lo tan estúpida que era o lo tan incapaz de cuidar de ella misma era al encontrarle sólo arroz, carne y comida chatarra en todo el piso.

Sip, igual que en los viejos tiempos.

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