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Esto era, simplemente, surrealista.

Tenía los ojos casi secos, saltones por la ira y con las venas marcadas, sus nudillos estaban blancos por apretar con tanta fuerza el manubrio del carrito del supermercado.

-¿Quieres carne de res o de pollo, Katsuki? -era tan extrañamente repulsivo verla ahora, incluso escuchar su voz ahora baja y seguida del crujido de su piel.

No se había dado cuenta del cambio, tampoco le importaba cuándo había pasado, pero era tan incomodo el verle los hombros llenos de piel cambiando, si te fijabas bien podías notar la nueva piel creciendo abajo, sus ojos estaban opacos y podía jurar que empezaba a ver la piel desprenderse de un lado de su cara.

Ah, por cierto, llevaba desde la condenada mañana brillando, de ahí los ojos secos que tenía, pero no podía enojarse, ¡literalmente no podía! Esa luz morada le bajaba el pulso en cada momento que quería explotar, ya no había peligro de ser devorado porque tenía difícil abrir la boca hasta para hablar, pero ahora no podía ni ponerle dedo encima por algún raro efecto de esta etapa de su Kosei.

Las escamas verticales de su espalda estaban brillando hasta un punto que era hipnótico, pero era tan potente cuando le caía la luz extra del sol o de un foco de las estanterías que deseaba haber traído lentes de sol.

Le jodía en demasía ver como todos los miraban, caminando en su dirección in fijarse por ese brillo morado y atrayente, pero él, que ya había estado demasiado tiempo tratando de verla entre toda la luz, ya se estaba quedando con los ojos más secos que el polvo, maldita la hora en que se olvidó de que tenía que usar lentes de sol en la entrada de los primeros días de verano, porque la mujer ya le había secado los ojos en más de una ocasión en el pasado y era la razón por la que ahora tenía que usar lentes para leer por muchas horas en frente del computador.

-Katsuki -tan perdido como estaba no se dio cuenta en donde estaba ella, para cuando lo notó ella estaba acariciando su mejilla con amabilidad y una sonrisa, de sus garras largas sólo quedaban 2, las otras se habían caído con la piel de esa zona- ¿Te parece bien algo de pollo frito hoy?

Quiso explotarla en ese momento, tal cual hizo la semana pasada al verla comiendo cosas que le caerían mal con el tiempo, pero no podía, por más que quisiera no podía ni decirle que no con ese brillo arrullador tras su espalda.

Dicho y hecho, ni pudo negarse a ella, al menos no con su kosei así, no pudo hacer nada cuando entró como Pedro en su casa y luego se puso a cocinar, dejándolo sentado en la sala esperando para que terminará y sin dejarlo hacer nada más que respirar.

Mientras comían ella tuvo detalles bastante amables con él, como limpiar su boca y darle de comer, casi muerde el tenedor por la rabia acumulada, ella solo sonreía y sonreía, bastante animada por poder hacer esto ahora cuando en otras ocasiones ya la habría pateado lejos, pero Katsuki sentía que esto era demasiado tétrico, como cada vez que estaba con ella, cada que parpadeaba podía ver que su ojo se cerraba horizontalmente bajo la piel vieja.

-¿Estás bien? -preguntó de la nada, tomando por sorpresa a la mujer que sonrió con entendimiento mientras le acariciaba la cabeza.

-Es lindo ver que te preocupas por-en un buen impulso de ira sacó su mano de un manotazo, sin verla y evitando los rayos morados.

-Deja de actuar, mierda, no soy un niño.

Se mordió los labios mientras lo miraba, ya sabía que él no caería en esa actuación.

-En estos momentos, quisiera dormir plácidamente -le comenta para tranquilizarlo- lo mejor es que duerma, no es fácil tratar con, bueno, esto, ya sabes.

Katsuki no respondió a eso, solo se quedó mirando a la figura de (...), se dio cuenta a mitad de camino de la manera en que parecía cojear, poniendo más peso en su pie derecho.

-Es duro para (...) -le habían dicho en ese momento, años atrás después de que llamase a una ambulancia mientras creía desesperadamente que (...) por fin estaba siendo consumida por su kosei por completo y que se iba a morir tras encontrarla en el suelo con su piel haciéndose polvo- cuando pasa por esto, toda esa semana, lo mejor es poner a dormir a (...), porque así es más llevadero -la médico encargada le sonrió desde su posición, no importándole estar con su mano a punto de explotar tomándola del cuello de la camisa de su uniforme mientras el resto el de sus subordinados perdían los estribos tratando de hacer que el joven de tercer año la suelte- es lo mejor que podemos hacer por ella.

-¿Por qué? -había preguntado sin creerle, ella sonrió.

-¿Es que no sabes que los kosei mutantes suelen traer un extra raro? Pero no te preocupes, estará bien.

Su manera tan amable de pensar le daba náuseas, no era como la anciana de UA, esta mujer parecía hasta burlarse de su preocupación.

-¿Tuviste problemas cambiando esta vez? -aunque siempre tratase de mostrarse desinteresado, la verdad era que se preocupaba por ella, porque la consideraba su amiga en cierta manera, si (...) lo supiera, quizás se pondría a llorar, eso pensó mientras veía cómo devoraba un pedazo de pollo frito sin mirar si tenía huesos o no, ofuscándose de recordar que tomó en sus mano el paquete con carne deshuesada sabiendo que esto podría pasar.

-Unos cuantos, nada de cuidado.

Ya mañana la ayudaría a llegar con esa doctora que le ponía los pelos de punta para que la indujera en un sueño programado por toda esa semana, no era necesario hacerlo, ella se lo aseguraba repetidas veces, pero de todas formas lo hacía.

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