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—Creo que me gusta alguien.

JinYoung parpadeó y levantó la mirada de su taza de té. Por un momento se perdió de la conversación que mantenía con Kim YuGyeom. Era menor que él por unos cuatro años pero sin duda más osado que JinYoung, él no dudaba en decir lo que pasaba por su mente aún si sus pensamientos involucraban palabras obscenas, como la vez que habló acerca de un sueño sumamente explícito que había tenido.

—¿Cómo dices?— JinYoung aún parpadeaba confundido.

—Bueno, creo que es eso. Nunca me había gustado alguien antes. Así que no estoy seguro. Pienso en él todo el tiempo y sólo con oír su voz a lo lejos mi cuerpo se estremece. Su voz es tan... Ahhh, me encanta.

—¿Seguro que sólo te gusta?— preguntó con una sonrisa. Casi podía ver las mariposas revoloteando alrededor del príncipe de menor edad.— Suenas más como un enamorado primerizo.

—¿Enamorado?— YuGyeom se mordió los labios y se centró en su plato vacío, moviendo las migajas de galleta con su tenedor.— No lo sé. La palabra amor es un poco fuerte, ¿no crees?

Sin duda lo es. JinYoung lo sabe muy bien. Ahora las cosas suelen ser mucho más nítidas, más reales que antes, pero también son dolorosas y difíciles. Su enamoramiento por el Káiser le hizo darse cuenta de esos pequeños cambios que por más insignificantes que parezcan, son importantes.

—Puede que lo sea.— dijo dejando a un lado la taza que había estado sosteniendo en sus manos. De repente, sus pensamientos volvieron a esa noche en la que confesaron sus sentimientos. Esa noche en la que Jae Beom prometió regresar a él. Han pasado alrededor de cinco meses y él no ha vuelto.

Pero JinYoung se recuerda con fervor que lo hará, porque Jae Beom es un hombre de palabra.

—¿Alguna vez te has enamorado?— La pregunta de YuGyeom lo toma desprevenido. El príncipe Kim sonríe divertido al verle de esa manera, con los ojos abiertos y los labios de la misma manera.— Está bien si no quieres hablar acerca de eso.

—Bueno, es sólo que me tomaste por sorpresa.— dijo acomodándose contra el respaldo del pequeño sofá en su habitación.

JinYoung prefirió quedarse ahí en vez de bajar hacia alguno de los salones, no estaba de humor para toparse con sus padres e iniciar otra discusión que no llegaba a ningún lado. Y el lago no había sido una opción, porque ese era un lugar exclusivo para Jae Beom y él. Se sentía como si sus momentos hubieran quedado atrapados en el agua, JinYoung podía sentirlos todo el tiempo.

Tenía la confianza suficiente con el príncipe Kim ya que después de BamBam, él era el siguiente en su reducida lista de personas con las que se llevaba. Puede recordar vagamente a Kim con sus pañales y babas por la cara entre sus memorias de niño de cinco años. El reino de YuGyeom es el más cercano al suyo así que era de esperarse que forjaran lazos desde temprana edad. De niños se vieron ocasionalmente pero en los meses recientes el príncipe decidió visitarlo más seguido, lo que dio como resultado una amistad bastante equilibrada a pesar de las diferencias que los marcaban, como por ejemplo, que YuGyeom aún pensaba en jugar de vez en cuando. Su mente aún vagaba entre sus últimos momentos de niño- adolescente que por fortuna no habían sido destrozados por los roles que aguardaban por él.

Quizá la diferencia radicaba en que YuGyeom tenía cuatro hermanos más sobre su puesto. Casi estaba dado por hecho que YuGyeom no podrá gobernar a menos que salga de su reino, y a pesar de que fuera un tema preocupante para cualquier heredero, al príncipe menor le daba igual.

Era el consentido de papá, el favorito de mamá y el más adorado de todos los príncipes por haber, así que el futuro para Kim YuGyeom se veía bastante bien y JinYoung se alegraba por eso porque siendo sincero, no le gustaría verlo encadenado a su propia vida sin derecho a refutar.

—Honestamente, creo que ya has sentido eso por alguien. Ya eres mayor y además eres muy apuesto. No me creo eso de que nadie haya pedido tu mano.

Aunque fuese poco creíble para el chico, era la verdad. Nadie le había hecho una propuesta porque JinYoung ni siquiera les permitía dar un paso hacia él.
Decenas de invitaciones declinadas y millones de regaños por ello llegaron cómo consecuencia, rechazar las cenas de los reyes y mantenerse al margen en las reuniones no es para nada sencillo. Lo que se espera de un buen príncipe es que agradezca y acuda a cada una de ellas pero viendo las acciones que había tomado y la relación que forjó con el enemigo, JinYoung no entraba en la categoría de príncipe ejemplar.

Pronto la atención caerá sobre él y las sospechas van a comenzar a circular. Poco le importa lo que dirán sobre su persona, sin embargo sus padres son cosa aparte, ellos definitivamente viven de las apariencias por lo tanto no dudarán en hacer un movimiento. Esa es una de las cosas que más le preocupan, a veces no puede dormir debido a las dudas que viajan en todas direcciones. Si los reyes hubieran querido, ese juego del tira y afloja ya estaría terminado.

No quiere ser paranoico pero no puede dejarse llevar por la situación de calma, ellos son lo suficientemente capaces de entrar por su puerta en esos instantes y decirle "Te casas mañana", así como le hicieron a su hermana.

Todo el tema acerca de matrimonios hace que su cuerpo se remueva incómodo por pequeños escalofríos. A veces piensa en su yo del pasado, quien soñó con una boda desde siempre. Ahora es lo que menos pasa por su mente, y sin embargo, a veces JinYoung se sorprende sonriendo con pena al pensar en el Káiser proponiéndole pasar el resto de su vida junto a él.

—No puedo creerlo. ¿Alguien lo ha hecho?— YuGyeom abrió la boca sorprendido pero la emoción desapareció cuando le vio negar.

—No se trata de eso. ¿Quieres ver a lo que me refiero?

YuGyeom asintió emocionado por saber lo que JinYoung escondía. Le oyó jadear con sorpresa cuando sacó cada una de las cosas que Jae Beom le había obsequiado, junto con las cartas que había escrito.

Después de aquella noche, al entrar a su habitación encontró una caja sobre su cama que resguardaba las sutiles palabras del Káiser. JinYoung las leía una y otra vez antes de dormir, garantizaban una sonrisa en su rostro al despertar por la mañana.

Colocó las cosas sobre su cama y YuGyeom saltó emocionado para sentarse a su lado. — Oh, cielos.— el chico tomó la cajita musical y la abrió con delicadeza. — Un amor secreto. ¡Eso es tan lindo!

Todo lo que le fue obsequiado tomó un significado muy especial, pero el pañuelo y la cajita con la nota en su interior son sus favoritos. El primero marcó el inicio de algo que estaba más allá de lo que ambos podían controlar, mientras que con el segundo aprendió a reorganizar sus prioridades y dar un paso adelante sobre todos los que querían apagar su brillo. Con el segundo confirmó que Jae Beom era quien lo completaba.

JinYoung reía por los chillidos que YuGyeom soltaba al leer la letra pulcra de Jae Beom. El príncipe Kim se dejaba envolver en los mundos de los cuentos, especialmente en la fantasía de los amores profundos y verdaderos que le llegaban a todos. Él creía en los finales felices.

JinYoung sabe que existen, pero no para todos. Le gustaría decirle al menor, pero no se siente con el derecho de romper las ilusiones que aún posee, las cuales lo caracterizan y convierten en un muchacho tierno con evidentes rastros de inocencia divina, eso que al mundo le hace falta. Afortunado es el chico que ha robado el corazón de su amigo.

Algunas partes las lee en voz alta y otras las susurra para sí mismo. JinYoung no puede evitar que sus mejillas se coloreen de carmín al oír las frases secretas que Jae Beom le dedicó provenir de los finos labios de YuGyeom. Como si tuviera ese desemboco adolescente, comparte risas cómplices con el menor y pequeñas partes de sus conversaciones. El príncipe Kim se ve fascinado al oírle.

—Esto es lo más romántico que he leído.— dice mientras deja las hojas en la cama y suspira.— No puedo imaginar la clase de hombre que es capaz de escribir algo tan lindo como esto.

Si tan sólo supiera.

Ese lado que Jae Beom ocultaba también lo tomó por sorpresa. ¿Quién diría que el Káiser de las tierras prohibidas sería esa clase de hombre? El que tiene el don y la facilidad para expresarse por medio de las palabras, creando versos personalizados que contienen lo que piensa acerca de JinYoung. A él le resulta curioso que no tenga filtro para plasmar su sentir en papel pero que se llene de pánico si se trata de vociferarlo.
Hasta el hombre más duro de todos tiene su lado sensible, es tan adorable desde su punto de vista y eso sólo hace que su corazón palpite alocado, porque le encanta esa parte de Jae Beom.

"Hermoso hombre de ojos amables y sinceros, destellos surcan desde tu alma y atraviesan la mía".

Casi puede oír su voz demandante cerca de él y sus manos fuertes acariciando su piel con tanta ligereza como el roce del viento contra el agua. JinYoung no se puede mover, así que se deja llevar por la corriente hasta desembocar en los brazos de su hombre. Lo puede sentir, el aroma que lo cautivó desde que se vieron por primera vez penetra sus sentidos, la calidez de su cuerpo a un lado suyo cubre todo de él, y su voz... Oh, su voz. Todo siendo tan vívido como si lo tuviera enfrente.

"Me era tan indiferente el calor de la aceptación y el aprecio, hasta que entre tus brazos me encontré cómodo y satisfecho.
Sólo quiero quedarme ahí, en medio de tus suaves curvas hasta que pueda fundir cada parte de mi en ti.
No hace falta que hables, basta con un suspiro al viento, o un gemido que se mezcle al silencio.
Te voy a encontrar porque estoy unido a ti, eres la otra mitad que me llena de satisfacción.
Todo está bien. Es perfecto, ya que eso eres tú, perfección pura en un cuerpo etéreo de proporciones divinas que me hicieron perder la razón".

JinYoung siempre siente un calor acumularse en su centro cada vez que cierra los ojos y se lo imagina abrazado a él, susurrandole con tranquilidad, pero con un agarre que no le permita escapar. Así lo quiere, así lo desea, porque de su lado no se irá. Y si Jae Beom no lo hace cuando se reencuentren, JinYoung se lo pedirá hasta que se lo conceda.

YuGyeom es un poco despistado, ni siquiera se da cuenta del sello con forma de dragón o de las iniciales al final. Esos signos evidentes muestran que todo lo que sus manos tocaron provinieron de las tierras prohibidas y que fue el Káiser Lim quien le dedicó cada uno de esos suaves trazos en tinta.
Se volvería loco si lo supiera y diría algo como "No puedo creerlo. ¡Así es mucho más romántico!"

—¿No me dirás quién es tu pretendiente secreto?— YuGyeom alzó las cejas, ansioso por saber la identidad de quien compartía su romance a espaldas de los demás.

—Esa clase de cosas no se dice.— murmura negando divertido.— ¿Qué hay de ti?

—¿De mí?

—No te hagas el desentendido. El nombre de la persona que te trae despistado, ¿cuál es?

—Esta es una de esas cosas que tampoco se revela.

—Al menos háblame un poco más acerca de eso. ¿Sabe que le gustas? ¿Han hablado antes?

—Sí, sobre eso... Lo conozco desde siempre. Nunca imaginé que podría pasar, pero se lo dije accidentalmente.

—¿Y cual fue su respuesta?

—No estoy seguro. Salí corriendo cuando me di cuenta de mi error. Me sentiré como un tonto la próxima vez que lo vea.

El ánimo de YuGyeom se desvanece, así que JinYoung considera que es hora de intervenir.
—No creo que sea tan malo. Imagino que es alguien que sabrá comprender la situación y guardará prudencia ante ti.

—Supongo.

—¿No estás seguro de que lo haga?

—Es sólo que él es un poco raro. Nunca he logrado comprenderlo del todo y es un tanto difícil de leer. Es como si fuera un enigma.

—Y es por eso que estás enamorado.

JinYoung creyó que negaría su evidente enamoramiento, pero la voz del chico no se escuchó molesta, ni siquiera hizo el intento. Sólo le dio una sonrisa que demostraba su añoranza y deseos de un chico inocente.

—Podría ser.

Toc toc.

Ambos voltean hacia la puerta. —Disculpe, alteza. Es hora de que el príncipe Kim regrese a casa.

—De acuerdo, gracias.

JinYoung ve que la expresión del menor se ensombrece. Lo entiende, él también se estaba divirtiendo con su compañía. Para que dejara a un lado la tristeza, decidió acompañarlo hasta abajo y despedirlo en la entrada del castillo.

—Oh, JinYoung. Fue un acto descortés de mi parte no preguntar por el estado de la princesa. Disculpa, mis hermanos me aconsejaron que lo hiciera pero lo olvidé.

—No te preocupes por eso. Ella está bien. Tiene alrededor de siete meses. Recientemente se mudó con YoungJae.

Ocurrió unas semanas atrás. Ella se veía feliz de por fin dejar el nido de púas para irse a uno mejor. Por fin era libre.
JinYoung lo ocultó lo mejor que pudo, la noticia no le había hecho muy feliz, porque ella era su única compañía. Ahora estaba sólo. Se estaba volviendo loco por la ausencia y el silencio ensordecedor en las habitaciones del castillo. Ya no había mediador en las peleas que tenía con sus padres, ahora estaba por su cuenta.

Él quiere que su guerrero venga por él y se lo lleve lejos, muy lejos. Quiere extender sus alas y volar junto a él, crear un nido nuevo que pueda llamarlo como propio, sentirse parte de él y percibir el calor de un hogar. Le resulta increíble que se haya sentido inseguro en su propia casa, con su propia familia, y que las cosas que comenzó a anhelar pudiera haberlas encontrado en quien menos habría esperado. En Jae Beom.

Siempre se anda imaginando cómo será el castillo del Káiser. Lo cómodo que podrá ser y si tendrá ese toque de calor que siempre quiso.

Lo cierto es que las tierras prohibidas tienen mala fama, así como quién las gobierna. ¿Qué te esperarías de un lugar que se forja de todos los delincuentes de cada reino? No niega que le causa algo más profundo que intriga y curiosidad, pero, ¿qué tan malo puede ser con Jae Beom protegiéndolo? Además, es uno de los reinos más sobresalientes a pesar de todo lo que va en su contra. ¿Por qué nadie toma en cuenta eso? Debe ser difícil para Jae Beom conseguir que su puesto se mantenga fijo y siga prosperando con la clase de súbditos por los que tiene que hacerse cargo.

—¿Estás bien con eso? Tengo cuatro hermanos, tres de ellos ya se han casado e ido a donde sus respectivas parejas. Cada vez que uno se marcha se siente como un golpe bajo. Tú no tienes cuatro, sólo tienes una.

—Lo estoy asimilando, después de todo las cosas no pueden permanecer de esta maner por siempre.

Quizá sea cómodo, pero se vuelve monótono e insípido. Uno debe ser libre, vivir y forjar nuevos caminos que le garanticen la vida que desea. Eso es parte de la independencia que se necesita para forjar un nuevo comienzo.

—Ve el lado positivo. El heredero Choi es muy amable y cercano a tu familia. La verás mucho más seguido de lo que esperas.

JinYoung sólo espera que YuGyeom tenga razón. Hasta que no pueda salir de ahí, continuará estancado donde siempre. Le gustaría saber si Jae Beom permitiría que su hermana lo visitara en su reino. La ley es clara, nadie puede pisar las tierras prohibidas a menos que vaya a formar parte de ellas. Pero conociendo a Jae Beom, él sería capaz de hacer pequeñas excepciones.

El carruaje de YuGyeom aguarda por él, el cochero le abre la puerta cuando los ve salir al frente. Hay una sensación de inquietud en su interior, JinYoung puede sentir que la resignación regresa a él, no es como que pueda pedir que se quedara puesto que los reyes Kim aún lo cuidan demasiado.

—Ni siquiera me he ido y ya ansío verte otra vez.

—Pronto nos veremos. Estás invitado a la cena del viernes, ¿recuerdas?

—Claro, gracias por recordarmelo.

—Una cosa más, YuGyeom.— dijo acercándose a él.— Lo de hoy, lo mantendremos en secreto, ¿sí?

—No te preocupes. Tu secreto está a salvo conmigo.

JinYoung se queda en las puertas del castillo y observa cómo el carruaje atraviesa las enormes rejas. Nuevamente, se ha quedado sólo.

Suspira con pesar y entra cabizbajo. Sus pisadas flojas son amortiguadas por las alfombras cuando se dirige hacia las escaleras. El silencio se vuelve mucho más pesado conforme avanza y el corredor luce más largo de lo normal. Todos los lugares del castillo están iluminados pero JinYoung puede sentir corrientes heladas debido a la ausencia de personas. Antes de cerrar su puerta, observa la que está al frente, la habitación que pertenecía a su hermana se mantiene cerrada y eso le hace añorar más su compañía. JinYoung sólo quiere sentirse acompañado por alguien, por Jae Beom específicamente.

Lo extraña demasiado, más que antes. Es tonto cómo las cosas han cobrado color y sentido debido a él pero dejan de tenerlo cuando está ausente. Vuelve a tomar las cartas en sus manos y repasa todas esas líneas sin sentir aburrimiento o hartarse de ellas. Jamás podrá tener suficiente de lo que en esas palabras encuentra. Jamás podrá tener suficiente de Jae Beom. Ni de sus versos, de sus consejos o abrazos, ni siquiera de sus besos.

Él no tuvo suficiente de sus labios. Desde el primer roce nació una necesidad extraña en JinYoung, como si estuviera terriblemente sediento y los labios de Jae Beom fueran lo único que pudiera saciarlo.

Esa noche no fue suficiente para ninguno. Sus cuerpos estuvieron juntos y sus labios se saborearon una y otra vez durante el tiempo limitado que tuvieron pero aún necesitaban conocerse, entre los rincones más escondidos y ocultos para todos los demás. JinYoung quería mostrarse más allá de un cuerpo descubierto, también quería desnudar su alma para Jae Beom, la siente agrietada y dolorida pero sabe que al mostrarsela, su amado Káiser la sanará con sus caricias llenas de sentimientos puros e insaciables.

Y JinYoung hará lo mismo con él. Lo mantendrá arropado en sus brazos y lo llenará de vida y amor, de un amor inmenso y puro porque es lo que siente por él.

Dobla las hojas y las mete nuevamente a los sobres con sumo cuidado. Los toma con delicadeza y los lleva contra su pecho, suspirando en un intento por tranquilizar su desenfrenado corazón que aclama con desespero a su compañero.

Deja los sobres sobre la cama y ahora se deja llevar por los recuerdos que emanan de la cajita musical. Los suaves y dulces tintineos de la melodía le hacen sonreír al imaginarlo ahí con él, bailando juntos un ligero vals sin testigos que no fueran la luna y las estrellas en el cielo, las mismas que presenciaron su primer encuentro.

Si JinYoung cierra los ojos, puede verse a sí mismo, puede ver a Jae Beom y puede sentir escalofríos por todas partes. En su espalda, nuca, estómago, párpados... En cada parte de su cuerpo.

Sus manos descienden y con sutileza se arrastran hasta abajo, entonces... Oh.

JinYoung abre repentinamente los ojos. Sus dedos tocaron su entrepierna por accidente, sin que fuera consciente del camino por el que sus manos iban. Jamás lo ha sentido de esa manera, es diferente esta vez, como ligeras cosquillas que se sienten bien.

Aguantando la respiración, lo hace una vez más y... Oh, oh.

JinYoung retira las manos y suspira sorprendido. El jamás se había tocado ahí pero esa noche lo había hecho dos veces. Nunca había tenido un motivo para hacerlo, pero ésta vez su motivo lleva por nombre Lim Jae Beom.

Ante los repentinos golpes en la puerta, JinYoung se sienta abruptamente en la cama y se da cuenta de que la melodía había dejado de sonar. Había estado tan embelesado por sus propios pensamientos que no se percató al instante.

Se levantó de un salto y acomodó su ropa.

—¿Si?

Ante la falta de respuesta, camina dudoso hasta la puerta. Su guardia hubiera contestado enseguida. Probablemente fuera alguno de los reyes. Una mueca de disgusto surge al instante.

—Creí que estabas dormido.— BamBam entra sin pedir permiso, como siempre.— Ya estaba listo para derribar la puerta y despertarte.

—¿Qué haces aquí?— le pregunta.

—Me enviaron una carta donde se solicita mi presencia. Supongo que tiene que ver con la cena del viernes.

Cierto, la dichosa cena. No sabe por qué la están organizando pero ciertamente, a JinYoung le tiene sin cuidado.

—Me alegra que estés aquí. Ya comenzaba a sentirme muy solo.

BamBam le aprieta el hombro con dulzura y le sonríe. Él sabe a lo que JinYoung se refiere, porque él fue quién le ayudó a reunirse con el Káiser Lim la noche de la fiesta. Aún no sabe qué hizo para desviar la atención pero se lo agradece de todas formas.
No tiene que darle explicaciones, sólo con una mirada se da cuenta de cómo se siente JinYoung, ante la desesperante espera de su despiadado— pero muy dulce— emperador.

—Creo que mi llegada no pudo ser más oportuna.

Hablaron un rato más hasta que un par de guardias y chicas del servicio subieron con las cosas del príncipe tailandés. El chico se tuvo que retirar para verificar que todo vaya en orden pero prometió regresar más tarde, el quería saber lo que pasó después de que lo dejara en el balcón.

JinYoung aprovechó ese tiempo para cambiarse en el interior del baño. Se lavó la cara  y posteriormente se quedó mirando su reflejo en el agua dentro del recipiente en el tocador.

Pasó los dedos por sus labios, recordando cómo habían adquirido un tono rojo muy intenso cuando Jae Beom lo había besado. Sintió un poco de calor cuando vio su cuello pálido y deseó que los besos de Jae Beom no hubieran desaparecido. Cuando Lim regresara, además de pedirle que lo tome fuertemente en sus brazos y le recite los versos que escribió, también iba a pedirle que deje un camino coloreado de besos. Le gustó sentirlos y le fascinó verlos dibujados en su piel. Fue maravilloso, tanto que había querido mostrarle al mundo entero para que éste supiera lo mucho que los dos se quieren con locura.

—¿Bam?— el ruido que hizo al entrar lo trajo devuelta a la realidad. Se lavó el rostro una vez más para quitar la evidencia de su pequeño sonrojo y salió dando saltos, entusiasmado por hablarle de Jae Beom. —No vas a creer lo que pasó después de que...

—¿Qué es lo que no voy a creer, JinYoung?

La sonrisa del príncipe desapareció y se quedó sin aliento. Una corriente de pánico lo atravesó al ver a la reina parada junto la cama, con las cartas en mano.

Las había abierto.

Las había leído.

Y por consecuencia, había visto los sellos con la forma de dragón al final de cada una.

La reina lo sabe, el rey lo sabrá. Y no hay forma de que JinYoung pueda evitarlo.

Los han descubierto.








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It's time to cry...


Gracias a todos los que esperan pacientemente los capítulos.
Sorry por la demora, pero no publico el capítulo si no me convence.

No tendrán que esperar por el próximo, se los aseguro.

Pd: Hagan stream y todos digan: "Gracias por existir, Bam".


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