Capítulo 16: Una sorpresa retorcida y dolorosa.

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Un dolor punzante se expandió por toda mi cabeza, haciendo que me remueva sobre el suelo. Los ojos aún me pesaban pero podía percibirlo, estaba sobre la tierra, el olor era inigualable.

Escuchaba pasos apresurados pasando una y otra vez por mi lado, hasta que mis oídos captaron su voz a lo lejos.

Entonces pude abrir los ojos y la ví, allí amordazada y arrodillada sobre la tierra del suelo. No puede ser, tenía que ser una broma. Mi corazón dió un vuelco cuando noté al director del instituto por detrás de ella, jamás pensé que él sería una mierda como el resto, pero ahora entiendo que a veces las apariencias engañan.

Uno puede tomar una carrera o un trabajo como cualquier persona normal, pero tarde o temprano aquellos monstruos que solían estar bajo llave en tu interior salen a la luz.

Alec ató con fuerza las manos de mi madre, ella soltó un quejido al que no le dió la más mínima importancia su atacante, podía verlo todo pero no podía moverme. Mi cuerpo dolía, mis manos temblorosas eran presas de unas cuerdas y mis pies también.


Mi alma pesaba de sólo ver el dolor que sufría mi madre. La impotencia recorrió cada parte de mi ser y comencé a forcejear violentamente para intentar sacarme las ataduras.

Aquel hombre bufó y no tardó en acercarse hasta mi. Su puño impactó en mi mejilla, el dolor se extendió por toda la zona.

Los gritos de mi madre me destrozaban por completo.

—¡¿Qué es lo que quieren de nosotros?!—La cólera se apoderó de mi, nosotros no merecíamos ésto. No entendía que le veían de satisfacción al dolor ajeno. Nunca los comprendería.

Alec Andrews sólo carcajeó y en segundos apareció una sombra a su costado, Thomas se hizo presente y con él arrastraba a mi hermano. Me desesperé el doble cuando noté su rostro golpeado. Mierda.

—¡Sueltenlos! ¡Ellos no tienen nada que ver!

—Aquí no hay héroes, muchacho. —Susurró el padre de Eloy.

Dejaron a Andrei arrodillado sobre el suelo, podía notar sus ojos cristalizados, tenia miedo. Él siempre tenía miedo.

—¡Andrei! ¡Andru! ¡Despierta por favor! ¡Idiota!

Comencé a llamar intentando captar su atención, no parecía estar del todo consciente de saber dónde estábamos.

Una ligera brisa arrolló la perturbadora escena, ¿Qué planeaban?. No lo sabia con exactitud, sólo quería que todo acabase, salir de éste infierno y poder ser libres de nuevo, sin problemas.

El viendo movía aquellas flores y entonces fue cuando me dí cuenta en dónde nos hallábamos. Era el patio trasero de casa, nos recibía con penumbra y sombras extrañas que creaban los árboles de allí.

Cómo si fuese algo peor, un olor hediondo inundó cada parte del lugar, no pude contener las arcadas y la cabeza me daba vueltas. Un olor a muerto. Y es que no había visto aquel cadáver, lo habían sacado de su ataúd y ahora se encontraba en una posición rara; sentada contra uno de los árboles, exactamente mirando hacia nosotros.

Las entrañas se me removieron.

Otra vez las jodidas cargadas, no me había una pizca de gracia.

Thomas caminó peligrosamente hasta donde Dakota estaba sentada, mis alarmas se ensendieron al momento en que él la cogió del cabello con fuerza, levantándola.

—¡No! ¡Sueltame, por favor!—Mi madre se volvió un mar de lágrimas y mis nervios aumentaron.

—¡Sueltenla, hijos de puta!—Empecé a gritar aún cuando mi garganta me dolía— ¡No tiene nada que ver...!

Ni siquiera pude ser capaz de terminar la frase porque el puño de Alec impactó en mi mejilla nuevamente. Por accidente mordí mi lengua y al cabo de unos instantes sentí el sabor de la sangre dentro de mi boca. Escupí para liberar aquel amargor.

Cómo si de un rayo se tratase, mi hermano se levantó del césped y corrió en busca de mi madre, sólo que la suerte no estaba de nuestro lado a penas pusimos un pie en el pueblo. Pues Alec lo cogió de la cuerda y lo sostuvo.

—¡Veo que no comprenden que no es un juego!—Gritó Thomas. A continuación desenfundó su arma y la apoyó sobre el estómago de mi madre.

Negué rotundamente.

—¡No, por favor!

Volví a escuchar sus gritos, Andrei y yo cruzamos miradas y entonces pasó. Mís oídos pitaron cuando se oyó el disparo.

Mí sangre se heló y el corazón se me detuvo. No lloraba, no pensaba, no respiraba. Mamá de un segundo a otro dejó de gritar. Sus gritos se callaron. No me atrevía a mirarla, no podía.

Uno

Dos

Tres

Cuatro

Cuatro disparos. Los cuatro que le arrebataron la vida a una mujer inocente.

La sangre comenzó a expandirse sobre el suelo, llegando así hasta mi rodilla, manchando el pantalón. Mierda, ni siquiera podía ver a mi hermano.

Un dolor me golpeó la boca del estómago, cada extremidad de mi cuerpo era preso de un torbellino de emociones. Crueles torturas que me carcomían mi ser poco a poco.

Uno

Dos

Tres

Cuatro

Fueron los minutos que pasamos en silencio hasta que el muy cabron habló.

—¡No tengo que dejar los cabos sueltos!. No se preocupen, todos ustedes la verán dentro de minutos. Y después seguirá Evelyn.

Y eso fue la gota que derramó el vaso de mi interior, no dejaría que me arrebatasen a mi única hermana, ella era quien menos debía sufrir. No me dí una oportunidad para pensarlo, simplemente actúe en su nombre.

—¡Hijo de puta!—Ataqué.

Cuando Thomas Andrews soltó aquellas palabras venenosas por su boca, me levanté, pisando el charco de sangre y corrí hasta golpear su rostro con mí cabeza. Dolió si, pero al menos había logrado hacer que el arma cayera al suelo.

Lanzó un puñetazo que no pude esquivar y terminé en el pasto. Podía sentir sus patadas en todo mí cuerpo, tendría tiempo para sanar.

—¡Thomas, ya!—Habló Alec, el mencionado dejó un golpe final que me sacó el aire y limpió el resto de sangre que salía de su boca.

Alec Andrews volvió a hacer acto de su palabra, ésta vez dirigiéndose a Aaron, su presencia era irrelevante para mí que no lo había notado.

—¿Pedirás perdón antes de morir por lo que hiciste?

Ellos sabían el secreto, presentía que de hecho, sabían todo.

—¡No tengo porque disculparme!

—Eres un cerdo asqueroso.

Caminó con precisión hasta llegar a él y con la navaja que tenía en su mano, la enterró en la rodilla. Los sollozos de mi padre salieron con intensidad.

No pude ser capaz de contener aquella risa que me provocaba el verlo así, sufriendo, lo que él se merecía. Quizás me digan loco, pero comenzaba a disfrutar.

La línea entre la cordura y la locura.

¡Bienvenido a tu infierno!

Alcanzó unas pinzas; con ellas lenta y pausadamente sacó una por una las uñas de mi padre. Andrei observaba aterrorizado todo, que ingenuo era.

En aquella posición fetal, sobre el suelo y encima de la sangre de mí madre, fui testigo de las atrocidades que cometieron sobre mí padre. Oh, cuánto lo disfrute.

Cuando las dos manos de Aaron no tenían uñas que sacar, procedió a coger la navaja y enterrarla aún más en su piel.

Los gritos hubiesen alertado a cualquiera del pueblo, pero éste lugar denotaba estar acostumbrado a éste tipo de cosas.

Observé como el señor Thomas arrastraba el cuerpo inerte de mí madre por todo el suelo, las pequeñas piedras magullaban su blanca piel. Aquella imagen quedaría grabada en mí retina para toda la vida.

Andrei por su parte no paraba de llorar. Podía entrever que la vena de su cuello estaba sobresalida. Lo entendía, la muerte de mamá era algo que jamás podríamos olvidar con facilidad.

Cuando dicen que el tiempo cura todo no es cierto, el tiempo no curó la muerte de Eva, sólo ayudo a sobrellevarla y nosotros mismo hicimos que duela menos. Lo mismo pasaría con Dakota.

—¡¿Qué hacen, joder?!—Los gritos de Andrei llenaron todo el ambiente traumático. —¡Paren!¡Lo están lastimando!¡A él no por favor!

Sus lágrimas caían sobre sus mejillas como una cascada. Con lentitud el aire pesaba y no llegaba a los pulmones, entre un ataque de tos visualicé que Alec dejó de torturar a Aarón y carcajeando se dirigió hasta mí hermano.

Él retrocedió asustado, la peligrosidad con la que se asomaba aquél psicópata era temerosa.

—¿Sabes que tu padre no es ningún santo, cierto Andru?

—¡Usted es un loco de mierda!

—Te hago una pregunta... ¿Piensas que soy un monstruo?

Mí piel se achinó de sólo oírlo mencionar aquella palabra. ¿Un monstruo?¿Él realmente lo era?

Los monstruos aparecen debajo de la cama y te asustan cuando eres pequeño, te observan a través de la puerta del armario, debajo de la ropa que guardas. Los monstruos no te lastiman ni torturan tu alma, ellos solo te hacer temer.

—¡No se le ocurra!

Mientras oía los gritos de Andrei y las preguntas absurdas que soltaba el director, cogí esa pequeña oportunidad para intentar sacar mis manos de la cuerda, Thomas ya no estaba con nosotras así como tampoco el cuerpo muerto.

Aquella mujer aún seguía mirándome.

Sus ojos sin vida calandose por mis entrañas.

—¡No tienes idea de las personas que están a tu alrededor!

Logré sacarme la cuerda que presionaba mis muñecas, continué en silencio desatar las que aprisionaban mis pies; al cabo de segundos en los que usé a mí hermano de oportunidad, pude quedar libre y adolorido, cogí impulso y con mí último aliento me abalancé sobre Alec.

—¡Estúpido!

Me agarró con fuerza del cabello, estirando hacía atrás y me lanzó un cabezazo que dió justo en mí nariz. Eso provocó que me soltara y cayera nuevamente.

Desde el suelo pude ver qué Thomas y Alec se juntaban, ambos tenían armas en sus manos. ¿Así terminaría todo?

¿Así de mal?

¿Por qué hacen eso?— Otra vez Andrei articuló palabras ahogadas en lágrimas.

—¿Quieres saber por qué ustedes?

El tono que empleó el señor Thomas fue espeluznante.

—Dejaremos que lo cuente su querido padre...—Quién habló en ese momento fue Alec.

Tomó del cuello de la camisa a mí padre y lo atrajo frente a nosotros, arrodillándolo ante nuestros ojos.

La punta del arma se paseaba por su garganta, de sobra sabía que mucho tiempo no tenía, la tortura le fue arrebatando dolorosamente la vida. Era cuestión de un suspiro.

—Perdonenme... —Susurró.

—¡No lo mereces!— El dolor con el que salían mis palabras me destruyeron. Bajo la atenta mirada de Andrei lo golpee con fuerza.

—¡Killian, para!

Empujé a mí hermano unos centímetros lejos para que no me sacara.

—¡Abusaste a tus propias hijas!

Uno

Dos

Tres

Cuatro

Cuatro eran los golpes que desfiguraban el rostro de Aaron y manchaban mis puños de sangre. Nadie me separaba, nadie decía nada. Solo éramos él y yo.

—¡Muerete!

Otro golpe, al que le siguieron otro y otro.

Hasta que entre todo ese carcajeo se oyó el sonido del arma. Clavé mis ojos en quien la portaba y Andrei me miraba entre lágrimas y furia, apuntando aquél objeto hacía mí.

—Así es como se destruye a una familia.— Murmuró Thomas.

Todo pasó muy rápido, no tuve tiempo ni siquiera de hacerme a un lado.

—¡Tu familia se desarmó primero!— El grito de Andrei hacia Thomas Andrews me descolocó y luego un disparo.

Un disparo se escuchó en el silencio del día.

La bala atravesó el estómago de Thomas, haciendo que éste cayese desplomado al piso. Alec no perdió el tiempo, cogió el arma de su hermano y antes de que mí gemelo pudiera tirar de nuevo el gatillo, el arma del director se disparó. Impactando sobre el brazo de Andrei.

Oí la maldición que soltó.

Cuando quise ponerme de pie e ir en su búsqueda, pude sentir como mí estómago ardía. Una punzada me perforó el vientre, inmóvil bajé la vista y logré ver una navaja enterrada, las manos se mancharon de sangre.

Mi vista se volvió borrosa. Por primera vez una lágrima traicionera resbaló por mi mejilla.

Mierda, dolía.

Alec cogió a su hermano entre brazos, su expresión era neutra. Su camisa blanca se tiñó de rojo y con el arma en mano apuntó a mi cabeza.

Andrei se hallaba inconsciente sobre el césped. La brisa fría alborotaba mi cabello.

—Un placer haberte conocido, Killian.—Colocó el dedo sobre el gatillo, apuntó con firmeza y cerré mis ojos, el próximo disparo aturdió mis oídos.


Todo a mi alrededor transcurría en cámara lenta. Los paramédicos corrían de un lado a otro con camillas, los policías ponían la cinta de seguridad a lo largo de mi casa.

O la que era mi casa.

Me encontraba sentado en la parte trasera de una ambulancia, la enfermera a mi disposición suturaba la herida. Ni siquiera podía expresar una mueca de dolor, porque más que éste corte, dolía el alma.

Una de las ambulancias había partido con Andrei dentro. Y otra llevó a Aaron. Según lo que me dijeron lo llevaba al hospital de Clevelwood, fuera de Karsson.

La primera camilla salió con una bolsa negra, Jess, la enfermera, dijo que era un cadáver demasiado podrido. Era la señora de Thomas. Aquél cadáver que me miraba desde el árbol.

Los recuerdos inundaron mi mente.

El disparo jamás me atravesó. Abrí los ojos con miedo y observé la pequeña figura de una niña. Me recordaba a Eva de niña. Y de sólo pensar en ella lloré.

Alec y Thomas estaban desvanecidos en el suelo, fue entonces que noté que la niña portaba un arma entre sus diminutos dedos.

Giró la cabeza de costado, haciéndome acordar a un gato y sonrió.

Soy la única que puede parar al monstruo de mi padre.

Sus palabras se clavaron en mi.

Ya llamé a la poli, descuida.

¿Quién eres?— Me atreví a preguntar.

Soy Eva Andrews.

Y dejándome ensimismado se alejó rápidamente. El estómago no me dejó pensar, pues dolía y ardía con fervor.

Al cabo de unos segundos las sirenas de los autos policiales llenaron mis oídos.

Eso fue música para mí. ¿Eve estará bien?


Dos policías arrastraban a los hermanos Andrews, sus manos iban esposadas y ambos me observaron. Un escalofrío recorrió mi ser.

¿Éste sería el final?


¡Holis mi gente! ¿Cómo están?

Aquí les dejo la doble actualización debido a que son los dos últimos capítulos. Y porque me tardé en actualizar, perdonen 🤗.

¡Vamos! Desplázate al siguiente capítulo y continúa la lectura.

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Los TKM ☺️

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