Capítulo 4

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Cuando era niña veía con mucha frecuencia a mis padres, sin embargo el rostro de ellos era triste como cuando llueven malas noticias y no hay solución. Justo así es como los veo ahora frente a mis ojos llorosos, solo que está vez lo que parece no tener solución soy yo.

Los reverendos decidieron que era mejor que mis padres no estuvieran presentes en dicho evento porque resultaría perjudicial para ellos. Sin decirme nada más se dispusieron a marchar, quise protestar pero uno de los reverendos me colocó un trapo en la boca a manera de que lo mordiera. No iba a suceder nada, solo ellos iban a perder su tiempo y yo... yo iba a perder a mis padres.

Mi paciencia se escurría como agua dentro del balde de mi propia tranquilidad, nunca había perdido los estribos pero ahora, con estos tres ancianos el asunto iba a ser diferente. Escuché un ruido suave en el techo y por reflejo miré hacia arriba, los ancianos hablaban entre ellos.

— ¿Escuchas cosas? —inquirió uno de ellos en mi dirección, al no poder responder solo asentí.

—Eso es el resultado de lo que el demonio te quiere hacer creer porque solo estamos nosotros y no hay ningún ruido.

Quise hablar pero era imposible, el sentir el trapo en la lengua me provocaba nauseas.

—Bien, comenzaremos.

Cerré los ojos, dejé que ellos hablaran, balbucearan e incluso gritaran para satisfacer sus necesidades locas de comprobar que estaban frente a un demonio. Sin pensarlo cabeceé y me dormí.

***

¡SAL DE ESTE CUERPO, TE LO ORDENAMOS!

¡DINOS TU NOMBRE!

¡DESPIERTA LUCILA, DESPIERTA!

Entreabrí los ojos al escuchar entre sueños unas voces y solo para darme cuenta que el reverendo Patrick me miraba tan cerca.

—Criatura del infierno, dinos tu nombre —ordenó mientras ponía mala cara.

—Estaba durmiendo —murmuré de mal humor una vez que me quitaron el trapo.

¿En serio pretendían que respondiera con ese asqueroso trapo en la boca? Duh, estúpidos.

— ¿Así que ahora quieres descansar? Solo dinos tu nombre y haremos que esta chica descanse lo suficiente de ti.

Bufé del puro descontento, esto se estaba yendo demasiado lejos.

—Mi nombre es Lucila Poésy y no tengo ningún demonio adentro —musité.

— ¡Mentiras, puras mentiras! —explotó uno de ellos.

Ahora sí, la paciencia se derramó por completo de mi cubeta llamada tranquilidad.

— ¡MALDITA SEA! ¡SOY LUCILA POÉSY, JODER!

Un dolor agudo y punzante se situó justo en mi mejilla y a un lado de la comisura de mi labio en la parte derecha.

— ¡Patrick! ¿Qué has hecho? —dijeron los demás señores al unísono, mientras lo alejaban de mí.

Por inercia pasé la lengua y pude sentí el sabor metálico de mí propia sangre, dolía un montón.

— ¡PAPÁ, MAMÁ!—grité histérica mientras entraban a trompicones a la sala.

—Lucila —musitó mi padre al ver mi rostro golpeado, corrió a desamarrarme mientras gritaba palabras anti sonantes—. ¿Cómo has osado en dañar a mi hija? Nunca mencionaste que tenías que usar la violencia.

—Discúlpame Poésy, y-yo... se me fue de las manos —el señor estaba histérico mientras rogaba el perdón de mi padre.

—Hija, ¿Estás bien? —preguntó mi madre y me alejé de ella.

—Me diste a los lobos y me preguntas si estoy bien, definitivamente no iré a la escuela durante una semana y no me harás cambiar de opinión. Y esto va también para ti papá, si creen que tengo problemas con mi alimentación, preferible que me lleven al doctor y no con... estos fanáticos religiosos.

Di media vuelta y corrí hacia mi habitación.

Esto no se iba a quedar así, de ninguna manera, ese maldito viejo iba a pagar por lo que me había hecho, golpearme para satisfacer su fanatismo, realmente quería ver un demonio.

—Entonces verás un demonio —no sabía de donde provenía tanta seguridad y sobre todo la sed de venganza, pero sentía que la Lucila de mi interior estaba cambiando y... me sentí bien por eso.

—Lucila abre la puerta —musitó mi madre detrás de la puerta.

—No lo haré, será mejor que se vayan, quiero descansar —me quejé mientras me hundía entre mis sábanas de algodón egipcio.

No escuché ninguna protesta y cerré los ojos, sin embargo dormir no iba a ser posible. Rememoré cada suceso de esta noche y realmente me pregunté qué era lo que estaba sucediendo conmigo. Coloqué un brazo sobre mis ojos y detrás de mis tímpanos escuche el quejar de mi estómago.

—Tengo hambre... de nuevo —murmuré mientras comenzaba a llorar de nuevo.

Definitivamente debía ir con un médico. Mi situación era horrible y ni siquiera me había molestado en investigarlo por internet con el miedo de que se tratase algo peor.

—Mejor mañana —musité y cuando miré por última vez el reloj, eran las cuatro de la mañana, definitivamente no sería mañana sino dentro de unas horas. Hundí mi cara en la almohada y esperé a que el sueño apareciera.

***

Desperté aproximadamente como a las diez de la mañana,

Me revolví entre las sábanas y me percaté que llovía. El cielo era de un profundo y triste color gris, el patio trasero estaba cubierto de césped de un hermoso color verde, pronto saldrían los sapos a festejar aquello, las flores se nutrirían y crecerían más hermoso.

—Señorita Lucila —llamó Adiby desde el otro lado.

Al no encontrar respuesta se dignó a entrar y me vio de pie viendo hacia la ventana.

—Oh señorita, discúlpeme.

—Descuida, supongo que esto es obra de mi madre —murmuré mientras daba media vuelta para observarla.

—Los señores se marcharon muy temprano y no dijeron a donde iban, solo me pidieron que estuviera pendiente de usted —murmuró con la cabeza baja.

— ¿Por qué no me ves directamente a los ojos? —quise saber.

—Eh, y- yo. Lo siento.

— ¿Eh, por qué te disculpas? Solo era una pregunta, discúlpame a mí si te incomodó.

—No, es solo que... —me miró fijamente y parecía estar a punto de llorar—, se ve terriblemente mal —murmuró apenada.

—Oh —caminé hacía el tocador y pude ver mi labio hinchado y el moretón que se asomaba por mi pómulo. Tenía unas ojeras impresionantes y mis ojos... mis ojos lucían extraños—. Por hoy necesito que me traigas los alimentos a mi habitación, que sean dobles raciones por favor y no quiero que nadie me interrumpa.

—C- como usted indique, señorita. Con su permiso.

Adiby se retiró y decidí darme un baño. Tal vez el agua de la regadera logré callar mis inquietudes, tal vez aprovecharía en buscar un poco en internet antes de que mis padres se dignaran en llevarme al doctor.

El día iba a ser terriblemente largo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro