Capítulo 7

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Casi no había gente en el exterior, crucé por el parque principal y caminé lo más discreta posible entre las calles para no llamar la atención, pero con la bata y el brazalete iba a ser imposible, la gente se me acercaba y tenía que correr para alejarme.

Llegué a un andador y busqué el número 10 en los grabados frente a las casas, una vez que la ubiqué, con una piedrita que había encontrado en el asfalto la tiré hacia la gran ventana que estaba al frente, si timbraba la madre de Danié iba a salir furiosa por la hora que era, pero cuando busqué otra piedrita vi a Danié asomarse y le hacia señas.

Se alejó y esperé mientras tiritaba del frío, mis pies estaban un poco heridos por haber corrido descalza.

—Santo cielo, Lucila, ¿Qué haces aquí? —dijo Danié mientras abría la puerta y me dejaba entrar.

—Siento mucho la hora, es que...

Danié me tomó por los brazos y me miró de pies a cabeza con la poca luz visible del andador.

— ¡Estabas en un hospital! —gritó suavemente Danié.

—Tuve que dejar a mis papás ahí —dije cuando ella me conducía a su habitación escaleras arriba.

—Santo cielo, toma —me extendió un cobertor—. Debes entender que no puedes quedarte aquí.

—L-lo sé, es solo que no tenía adonde más ir, si regreso a casa mis padres sabrán que estoy ahí y no quiero... no quiero otro exorcismo o consulta con un psiquiatra.

—Las chicas están preocupadas por ti —dijo Danié evadiendo el tema—. Dicen que desde hace días te has estado comportando raro y que no es común en ti que faltes tanto, dicen que te has alejado de ellas.

—No es por eso, no he tenido buenos días últimamente. Si iré a la escuela apenas pueda y mis padres me dejen, pero por ahora no es algo que realmente me angustie.

—Creo que es mejor que duermas, mañana hablaré con mi madre y le explicaré porque estás aquí, si no quieres avisarle a tus papás comprendo, pero no quiero....

—Te prometo no meterte en problemas —la interrumpí.

—Vale, acuéstate en la cama, está inmensa.

Y como no, era un King Size con sábanas suaves que proveían de calor. Hice lo que me pidió, sin embargo me sorprendía que ni siquiera preguntara mis motivos para escaparme, supongo que aún estaba medio dormida, la verdadera Danié despertaría en cuestión de horas.

***

Sentí un sacudón terrible, parpadeé varias veces y pude ver a Danié encima de mí tratando de despertarme.

— ¿Qué pasa? —pregunté adormilada y al ver que las cortinas seguían cerradas.

—Tus padres te están buscando, emitieron un comunicado de tu desaparición —la voz de Danié lucia divertida, mientras corría de un lado a otro y encendía su televisor.

—Por cierto mi madre ya sabe que estás aquí y ella no dirá nada.

¿Qué su madre no diría nada?

— ¿No estarás en problemas por eso? —inquirí mientras me rascaba el ojo.

—No, verás hay cosas que necesitas saber pero tendrás que ir a la biblioteca de la ciudad.

Aquello me alertó. ¿Qué cosas necesitaba saber?

Durante el día no salí a ningún lado y me la pase en la cama de Danié mientras ella iba a clases, me explicó que el refrigerador estaba libre y que podía tomar lo que quisiera, su madre había salido a trabajar y su padre... bueno, Danié no tenía papá y si lo tenía no lo conocía. Escuchaba a través del televisor la emisión de mi búsqueda y una fotografía mía. Me observé detenidamente, mi mirada era triste, mi nariz era pequeña, mis labios eran delgados, las pecas de mi rostro que me cubrían los pómulos e incluso mi nariz, mi cabello lacio y largo. Sabía que era yo, pero no mi nuevo yo.

No iba a volver con ellos y que buscaran todo lo que quisieran pero ni así iba a volver, que mi padre me perdonara pero no podía seguir causando un dolor de esta magnitud y menos podía permitir que en un arranque de desesperación de mi madre me diera tranquilizantes, aquello solo iba a arruinarme. Buscaría ayuda pero si tenía que ser lejos de aquí, así sería aunque no tuviese un solo peso en la bolsa. Bolsa que ni siquiera  tenía.

            Bufé en fastidio mientras caía en el sueño de nuevo, me acurruqué entre las sábanas y el incipiente ruido de mi estomago me hizo abrir los ojos a pesar de que tenía sueño.

La puerta de la casa sonó posiblemente era la madre de Danié quien había regresado de su trabajo, sin darme cuenta ya eran las cuatro de la tarde y ni siquiera había desayunado.

—Hola, hola —era Danié quien había llegado mientras abría la puerta de su habitación.

—Hola —dije débilmente mientras la miraba de reojo.

—No desayunaste —farfulló enojada.

—No, lo siento —ni siquiera me había explicado como lo había adivinado.

Sin previa advertencia, agarró mi mano y me llevó a rastras hacia su cocina.

—Danié, no...

—No sabes lo que dices, si te pasas tu hora de comida, en las siguientes horas posteriores será peor.

¿De qué estaba hablando?

—Espera Danié —dije en un momento de confusión.

Danié se detuvo y creo que fue consciente de lo que me dijo.

—No sé cuanto tiempo logre aguantar esto, pero mañana iremos a la biblioteca.

— ¿Eh, no puedes decírmelo y ya?

—No, porque no me creerás así que es mejor que vayas tú y lo analices con calma.

Esto parecían ser pistas de algún meollo bien grande, y al parecer yo era parte de eso.

***

Danié preparó un total de diez quesadillas y mi estomago se puso contento.

—Gracias —musité al ver que mi ración antigua realmente no me iba a llenar—. Sabes hace unas horas atrás me estaba preguntando ¿cómo sabes qué me pasa?

—Ah, por que he pasado por lo mismo, y mi dieta es algo... que ahorita no comprenderías y estoy segura que al final podrías bien aceptarlo u odiarme y dejar de hablarme.

— ¿Tan grave es?

—No tienes idea de cuanto, sin embargo no podrás sacarme nada.

Danié sabía que hacia preguntas al azar para terminar enredándola y que me dijera la verdad, así que iba a ser imposible engañarla, me comí las quesadillas con toda la calma que podía aunque fue imposible, llegué a un punto que estaba realmente picada y Danié tuvo que carraspear para que disminuyera mi ritmo.

— ¿Esto no te parece extraño, verdad? —pregunté por enésima vez.

—Como sea, hoy me reuniré con las chicas a hacer tarea y... tu te quedarás acá.

Terminé de comer y me limpiaba la boca cuando recordé lo de las noticias.

— ¿Mis padres no han contactado contigo?

—No, y dudo que tu madre lo haga, por alguna extraña razón no me soporta, pero como sea, mientras no me pregunten mejor para mí porque sería realmente desgastante soltarles alguna mentira.

—Gracias —musité en su dirección mientras tomaba sus cosas e iba de salida.

—No hay de que —guiñó un ojo y se fue.

Estar todo el día en casa de alguien era... claustrofóbico, aunque era parecido a estar en la mía. Lavé los platos y me dispuse a recostarme de nuevo, las noticias no cambiaban más que para anunciar que habría una tormenta eléctrica, que el gobierno se va a pique, que rescates en zonas alejadas de la ciudad, cosas que no daba relación hacia mi desaparición o eso creí.

"Se ha emitido una señal de búsqueda por parte de la familia Poésy, cabe resaltar que se trata de la hija única de Silvana Poésy, famosa por sus diseños en la moda de Paris de este año, su nombre es Lucila Poésy de 20 años de edad, la imagen en pantalla"

Mis padres estaban agotando todos sus recursos para dar conmigo, tal vez hablarles y decirles que estaba bien era lo más indicado pero... pero.

Tomé el teléfono y presioné los números que ya estaban en mi memoria.

— ¿Si, diga?

La voz de mi madre sonó débil, y tuve que buscar alguna forma de decirle que estaba bien.

— ¿Disculpe, hay alguien ahí?

—Estoy bien —murmuré tan bajito que seguido de eso lo único que escuché fue un gran sollozo.

—Lucila, Lucila, ¿Dónde estás?

Mi padre interrumpió la llamada, posiblemente porque mi madre estaba mal, podía escuchar sus sollozos ahogados desde el otro lado del teléfono.

—Estoy... bien —colgué la llamada, no quería causarle más dolor.

—Lo haces —me dije a mi misma mientras las lágrimas saladas corrían por mejillas. Me hice un ovillo en la cama y lloré largo y tendido. Otro día más, y así por quien sabe cuando tiempo.

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