Capítulo XII

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Advertencias: Omegaverse, parejas secundarias, historia cliché, drama y angst

—Yo no habría perdonado a mi alfa por una infidelidad. ¡Eso es humillante! Yo le habría roto el pene y obligado a que se lo comiera.

—Es por eso por lo que no tienes pareja, Hyejin.

—No tengo pareja porque nadie es lo suficientemente digno para mí —replicó Hyejin, mirando sus uñas con interés.

Hyerin suspiró, rodando los ojos mientras observaba a Hoseok, que ese día llevó a Jimin a las clases, pues su alfa tuvo una operación de emergencia y no tenía a nadie que pudiera cuidarlo. El bebé, en brazos de Hoseok, estaba mirando concentradamente un cubo rubik, tratando de girarlo con sus rechonchas manitos, ajeno a todo el mundo. Hoseok masticó una manzana.

—No lo he perdonado —contestó Hoseok, distraído.

Hyejin resopló, levantando la vista.

—Deberías averiguar con quién te engañó —siguió picando Hyejin—, así le das una paliza.

Hyerin golpeó a Hyejin en la cabeza, sacándole un quejido.

—De verdad, ¿no te cansas de ser mala? —regañó Hyerin—. Lo que menos necesita ahora Hoseok es que no lo apoyemos.

La beta suspiró, negando con la cabeza.

—Es sólo que no puedo entenderlo —respondió Hyejin—. Una infidelidad... ¿cómo puedes soportarlo?

No, en realidad no lo soportaba.

Varias noches se sorprendió a sí mismo, mientras Yoongi le hacía el amor con total dedicación y ojos llenos de ternura y cariño, si esa omega de rostro desconocido que Yoongi besó no sería mejor que él. Si no tenía mejores cualidades más acordes a las necesidades de Yoongi. Si no podía darle ese bebé que Yoongi tanto parecía querer.

Esa mañana botó al basurero la tercera prueba de embarazo que se hacía desde que Yoongi lo marcó, con el mismo triste resultado: negativo.

Hoseok era fértil, lo sabía, pero sabía también que sus hormonas no estaban en sintonía con las necesidades de su alfa, porque estaban más preocupadas de envolver a Jimin para que estuviera bien y feliz. Sólo cuando Jimin fuera más independiente recién podría quedar preñado otra vez, pero para eso todavía faltaba, y no sabía cómo sentirse respecto a aquello.

—¿Estás seguro de que un día no aparecerá esa omega a decir que quedó en cinta? —preguntó sin maldad Hyejin.

Hoseok sacudió la cabeza.

—Yoongi dijo que sólo se besaron —murmuró débilmente.

—Y el infierno es sólo un sauna —replicó Hyejin, antes de ganarse otro golpe—. Deberías sacarle celos con Matthew. Nuestro pobre profesor te mira como un cachorrito —agregó Hyejin como si nada.

Hoseok la miró con reproche, pero antes de poder hacerlo, Jimin se adelantó:

—No guta. Él —miró a Hyejin con grandes ojos inocentes y la beta no pudo resistirse: a pesar de lucir como una chica despectiva con el mundo, tenía un corazón de oro, y no dudó en tomar a Jimin en brazos.

—No me acercaré a Matthew —le dijo a Hyerin, mientras su amiga se dedicaba a balancear a Jimin, sacándole carcajadas—. Yoongi me está dando mi espacio, y yo también respetaré su pedido.

—¿Él te pidió no acercarte a Matthew? —preguntó Hyejin con regaño en su mirada.

—No —Hoseok se encogió de hombros, viendo como los estudiantes entraban al salón para el inicio de la siguiente clase—, pero sé que no quiere que lo haga. No más mentiras. No más celos. No más problemas.

Ambas amigas se miraron, tratando de no soltar un comentario que pudiera herir más a Hoseok de lo que ya estaba, y se limitaron a suspirar. Se acomodaron en sus asientos cuando el pequeño receso terminó, con el resto de los estudiantes entrando al salón.

—¿Hyejin? —la beta se giró, quedando encandilada ante la dulce mirada de la omega frente a ella—. ¿Puedo sostenerte un ratito a Jimin?

—¡Claro que sí! —respondió Hyejin enérgicamente.

Wheein soltó una risita baja, inclinándose para tomar en brazos a un feliz Jimin, en tanto Hoseok se giraba a mirar a Hyerin con una ceja enarcada.

La beta le sonreía a Wheein, totalmente feliz.

—Jimin es un bebé tan lindo, Hobi —comentó Wheein encantada, frotando su mejilla contra el desordenado cabello del pequeño—. Me gustaría tener uno.

Hyerin soltó una risita baja.

—¿No hay ningún alfa que te corteje, Wheein? —preguntó Hoseok, mirando a Hyejin.

La omega hizo una mueca.

—No, creo que no soy lo suficientemente bonita para uno —contestó Wheein con pena en su voz.

—¡Qué dices, si eres preciosa! —chilló Hyejin.

Hoseok se estaba riendo cuando su móvil sonó, y contestó la llamada, observando a sus amigas bromear.

—Yoongi —saludó tranquilo.

—Hola bebé —contestó el alfa al otro lado de la línea—. ¿Cuánto te queda en el colegio?

—Sólo una clase —respondió, arrugando los labios—. ¿Por qué?

Hubo un pequeño silencio.

—Mi operación acaba de terminar y estaba pensando en ir a buscarte —respondió Yoongi con cuidado, tomándose su tiempo—. Ya sabes, para qué...

—Yoongi —le interrumpió Hoseok, su voz un poco dura—. ¿No hablamos esto? Acordamos que no vendrías a dejarme ni a buscarme. Puedo pagar un taxi.

Otro pequeño silencio.

—Pero mi amor... —gimoteó Yoongi, y Hoseok casi podía imaginar el rostro del alfa, como si lo estuviera frotando contra su pecho.

Suspiró.

—No, Yoongi.

—Sólo iré a buscarte, me quedaré dentro del auto y no le gruñiré a nadie. No golpearé a Matthew.

Frotó su frente con irritación.

—No quiero verte afuera —le advirtió Hoseok—. Nos vemos en casa, Yoongi.

—Pero...

Cortó la llamada.

—Uh, problemas en el paraíso —se burló Hyejin, pero antes de poder darle un golpe, Matthew ingresó al salón.

El alfa le dirigió una mirada de pena, sin embargo, Hoseok le ignoró por completo, cargando a Jimin para que estuviera tranquilo en las horas que quedaban.

Pudo oír el suspiro bajo que el alfa dejaba salir, pero no le miró, fingiendo observar a Jimin atentamente. En ese momento el bebé agarró un lápiz rojo y se puso a colorear en el cuadernito que tenía.

—Los trabajos ya están revisados —dijo Matthew, callando a todo el mundo—. Me alegra ver resultados positivos. Son poemas muy buenos.

Comenzó a entregar los trabajos uno por uno, dando unas pequeñas palabras de aliento, y cuando Hoseok recibió el suyo, no hubo frase alguna.

Aunque bajo el enorme Diez que Matthew escribió, se leía una nota pequeña.

Lamento haberte causado problemas, Hobi. Por favor, volvamos a hablar.

Negó con la cabeza, dejando el trabajo a un lado, y sostuvo con más fuerza a Jimin, que lo miró y sonrió mostrando sus dientecitos, aunque todavía faltara para tenerlos todos.

Le devolvió la sonrisa y Jimin se rió antes de seguir pintando.

La clase pasó sin contratiempo alguno a pesar de las constantes miradas que Matthew le dirigía, pero las ignoró por completo. Por mucho que quisiera hablar con él, recordar el rostro rabioso, los ojos llenos de ira de Yoongi, lo seguía estremeciendo por dentro.

Debería haber estado acostumbrado a la furia y la saña: su padre estaba enojado casi todo el tiempo, y Shinkie también se enojó con él en diversos momentos de su matrimonio, pero un omega nunca estaba listo para lo que era ser receptor de rabia y cólera.

Si podía evitarlo, Hoseok lo evitaría. Además, no quería tener otra pelea con Yoongi, no quería que su amor se transformara en miedo.

Cuando la clase terminó, se apuró en acomodar a un ya somnoliento Jimin en sus brazos, que no dudó en recostar su cabeza en el hombro del omega. Cerró sus ojos y Hoseok lo cubrió con una manta. A pesar de ser primavera, por las noches seguía haciendo frío y lo que menos quería era que el bebito se resfriara.

—Deberíamos fijar ya tu fecha para tu despedida de soltero —dijo Hyerin saliendo a su lado—. ¿En cuánto te casas? ¿Tres semanas?

Hoseok asintió, sonriendo con suavidad.

—No es necesario hacer nada —contestó calmadamente.

—Te haremos una fiesta enorme —ignoró Hyejin, bostezando—. Con alfas que te hagan un striptease. Quizás alguno quiera tener una noche loca contigo, Hobi.

Rodó los ojos, moviendo su cadera para darle un golpe a la beta.

—Eres una sucia —regañó Hoseok.

—¿Oyes eso, Hyerin? —Hyejin se llevó una mano a su pecho—. Hoseok es el menor de la clase, pero es toda una madre.

—Si no tuviera a Jimin en brazos, te daría un buen golpe —dijo ofendido Hoseok.

—Pium, pium —balbuceó Jimin, amodorrado.

Los tres se rieron, saliendo del edificio, y Hoseok llamó a un taxi, despidiéndose de sus amigas. Mientras esperaba, sin embargo, sintió una presencia a su lado, y se giró, encontrándose con el triste rostro de Matthew.

—¿Ocurre algo, profesor? —preguntó educadamente.

Matthew suspiró.

—Hoseok, por favor... Lo del otro día...

—Matthew, lamento mucho lo que hizo Yoongi —se disculpó Hoseok, desviando la vista—, no tengo excusa para su reacción, así que espero que sepas perdonarlo —tomó aire—, pero también te pido que me des mi espacio por ahora. Yoongi y yo... necesitamos arreglar nuestras diferencias, porque lo amo y él me ama, y nos casaremos pronto. No necesito más problemas por ahora.

Matthew le observó unos segundos en silencio, sin decir cosa alguna, para luego morder su labio inferior.

—¿Acaso es un problema que te juntes con un amigo? —preguntó, arrugando el ceño.

Hoseok le miró en silencio, aferrándose a Jimin, que dormitaba tranquilamente. Trató de no pensar en los irracionales celos de Yoongi, en su violenta reacción, en sus palabras crueles y duras.

Admitía haber cometido un error al ocultarle información tan importante a Yoongi, algo que no tuvo que haber hecho, sin embargo...

Sin embargo, Yoongi estuvo a punto de descontrolarse sólo por eso, y no quería imaginar cómo se comportaría si seguía juntándose con Matthew, con o sin su aprobación.

Los alfas eran salvajes, posesivos y celosos por naturaleza. Si ellos sentían que algo o alguien amenazaban a su pareja, no iban a controlarse un poco para marcar lo que creían que era suyo, y Hoseok, muy a su pesar, ahora le pertenecía de una forma cruel al instinto alfa de Yoongi. Y Yoongi sabía que Matthew sentía algo más por Hoseok, su omega, y no iba a ser racional para dejar en claro que Hoseok era ahora suyo.

Yoongi podría aceptar que siguiera viendo a Matthew por un tiempo, pero ¿qué ocurriría después?

No, Hoseok no iba a jugar con fuego.

—Cuando tengas a tu omega, podremos seguir siendo amigos, Matthew —dijo Hoseok con suavidad, observando como el taxi que pidió se acercaba.

Dio un paso, pero antes de poder alejarse, el alfa lo agarró del hombro.

—Tú eres mi omega —declaró en voz baja, a su oído, y se estremeció por ello.

Pero Matthew ya estaba alejándose.

El instinto de Hoseok demandó que corriera lejos de allí, así que no dudó en subir al taxi. Dio la dirección de la casa, con Jimin quejándose por el repentino movimiento.

Matthew nunca dijo algo tan declarativo con respecto a sus sentimientos. Siempre dio pequeños indicios, suaves coqueteos, pero decirle directamente que lo veía como su pareja y omega, era algo que siempre se reservó.

Sin embargo, ahora que lo dijo, el estómago de Hoseok sólo se contrajo en ansiedad y susto.

Tal vez sí iba a decirle a Yoongi que lo fuera a buscar por las noches.

Minutos más tarde entró al hogar, pero antes de poder dar dos pasos, unos cálidos brazos seguidos de un gruñido de placer lo envolvieron por completo, a él y Jimin. El bebé soltó un ruido de aprobación, a gusto por el ambiente familiar que lo rodeó, y se acomodó una vez más, dispuesto a dormir por el resto de la noche.

Hoseok soltó un jadeo de satisfacción cuando unos suaves labios le besaron el cuello.

—Te extrañé —murmuró Yoongi, sin soltarlo un poco y arrebujándose a su lado—. Te extrañé tanto, mi pequeño príncipe.

Hoseok soltó una suave risa, negando con la cabeza.

—¿Me perdonas? —preguntó Yoongi, levantando el rostro con expresión compungida—. No quería ser tan insistente, pero realmente te eché de menos.

Hoseok suspiró.

—No pasa nada —le dijo Hoseok—. Perdóname a mí por haber sido tan cortante —le pellizcó la nariz, haciendo que la arrugara—. Voy a pensar si puedes ir a buscarme, ¿está bien?

Los ojos de Yoongi brillaron por el gusto.

—No te merezco —Yoongi lo olisqueó, haciendo una mueca—. ¿Cómo está Matthew?

El omega frunció las cejas levemente antes de alejarse.

—Deja que acueste a Jimin —le dijo, señalando al pobre bebé que cayó dormido por completo—, luego, podemos hacer el amor si quieres —Yoongi sonrió, mostrando sus encías, y Hoseok le dio un beso suave—. Vamos a hacerle ese hermanito a Jimin que tanto quiere.

Yoongi no dijo nada, pero Hoseok estaba seguro de que podía escuchar su grito de emoción.

Hyeyon sonrió mientras ladeaba la cabeza, complacida mientras leía unos papeles frente a ella con total gusto. Jiwoo, calmada, le servía un vaso de vino.

—¿No tomarás algo? —le preguntó la alfa a la omega.

Jiwoo negó con la cabeza.

—El alcohol no me hará bien en mi estado —contestó como si nada.

Indiferente, Hyeyon asintió, y en ese instante tocaron a la puerta de la oficina. La alfa se tomó su tiempo y Jiwoo fue a sentarse al sofá con tranquilidad. Sólo cuando Hyeyon se puso a acomodar los papeles dejó que la persona que tocó la puerta pasara.

Era uno de sus guardias privados, haciéndose a un lado para mostrar al alfa que quería ver desde hace mucho tiempo.

Su sonrisa se transformó en una de completo gusto cuando Woo Jiho le devolvió la mirada con frialdad.

—¿Cómo están tus padres, querido? —preguntó Hyeyon como si nada—. Anda, siéntate, tenemos mucho de qué hablar.

Jiho no se movió, estrechando sus ojos.

—¿De qué quería hablar conmigo, señora Min? —preguntó Jiho con la mandíbula apretada.

La alfa soltó una risa baja.

—Directo al grano, ¿no, Jiho? —suspiró exageradamente, negando con la cabeza—. Verás, cariño, ¿cuánto te pagó Yoongi por alterar los exámenes de ADN? ¿O lo hiciste gratis?

Jiho parpadeó.

Hyeyon no cambió la expresión de su rostro.

Luego de unos segundos en silencio, Jiho sonrió con burla.

—No sé de qué habla, señora Min —respondió con calma.

Hyeyon bufó, mirando a su guardia, y le hizo un gesto con los dedos. Unos segundos después, Jiho estaba siendo golpeado en el rostro con brutal fuerza, cayendo al suelo con un jadeo de dolor.

El alfa levantó la vista, su nariz rota, y contempló de forma incrédula a Hyeyon. La mujer estaba calmada y con expresión aburrida.

—Verás, Jiho, no tengo tiempo para jugar al escondite contigo, así que tienes dos opciones: me dices la información de buena gana o tendré que sacártela a la fuerza.

Jiho escupió al suelo la sangre en su boca, con sus ojos fríos ante la alfa frente a él.

Hyeyon amplió su sonrisa.

—Vas a decirme todo quieras o no —prosiguió Hyeyon con falsa dulzura—, pero los únicos que saldrán afectados si decides resistirte es tu familia. Uno de mis hombres está listo para degollar a tu pequeño hijo de dos años y a la dulce Sejeong si no colaboras, cariño.

Los ojos de Jiho se abrieron por el horror mientras se enderezaba, pero antes de lograr ponerse de pie, el guardaespaldas de Hyeyon lo empujó otra vez, poniendo su pie sobre la espalda del hombre para impedir que se levantara.

—¡Por favor! —pidió aterrado, pálido por el miedo y la desesperación—. ¡Ellos no te han hecho nada!

—Claro que no —dijo Hyeyon amablemente—, por eso no quiero mandar a matarlos. Así que, si me ayudas, haremos como que esto no ocurrió y te dejaré en paz, ¿está bien? —Jiho mordió su labio inferior, temblando, luciendo enfermo y afectado.

—¿Por qué...? —farfulló en tono débil—. El omega no te ha hecho nada, ¿por qué...?

—Quiero lo mejor para mi hijo —contestó Hyeyon apoyando su mejilla en su mano—, y ese asqueroso omega no es nada. Sólo una pequeña basura que no merece llevar el apellido Min ni relacionarse con mi familia, con un alfa puro como lo es Yoongi —la alfa suspiró—. Me estoy cansando de esperar tu respuesta, Jiho, ¿sabes? No tengo demasiada paciencia.

Jiho pensó en la promesa que le hizo a su amigo, en su rostro suplicante, en su mirada hacia el omega que lo conquistó, y sintió como su estómago se contraía por el dolor y la pena.

—Yo no...

—Jiwoo, cariño —la omega, que hasta el momento permaneció sentada con una mirada de indiferencia, se puso de pie y observó a su jefa—. ¿Por qué no llamas a Cho para que remate a la familia de nuestro querido Jiho?

—Será un placer, señora Min —contestó Jiwoo, sonriendo.

—¡Está bien! —gritó Jiho, rompiendo a llorar—. Te lo diré todo, maldita sea.

Pidiéndole perdón a Yoongi por no poder cumplir con lo prometido, Woo Jiho comenzó a hablar.

Hoseok soltó un gemido mientras enterraba sus uñas en la espalda de Yoongi, sintiendo como el semen del alfa lo llenaba antes de anudar, gruñendo contra su garganta y con sus dientes enterrándose en su marca.

—Mhn, Yoongi... —balbuceó el omega sin alejarse.

—Mi omega —masculló Yoongi, repartiendo besos mariposa por el cuello de Hoseok—. Mío, mío, mío... Mi Hoseokie...

Se estremeció, cerrando sus ojos, y de pronto la imagen de esa omega desconocida llegó a su mente, besando a Yoongi y tocándolo sin pudor alguno.

Sin embargo, por primera vez desde la pelea, el rostro de esa omega se transformó en la cruel cara de Jiwoo, y sin poder soportarlo, rompió a llorar.

Dios, ¿qué le estaba pasando?

Yoongi, alarmado, separó su rostro del cuello del omega, mirando a Hoseok con preocupación mientras éste sólo sollozaba en voz baja.

No lo soportaba, no podía hacerlo: amaba a Yoongi demasiado, pero lo que hizo, haberlo engañado de esa forma... Todavía dolía, todavía lo estremecía por completo y lo hacía sentir sucio, pequeño y una basura que no era suficiente para su alfa.

Lo hería en lo más profundo de su orgullo, pero por sobre todo, le hacía pensar que era desechable para Yoongi.

—¿Te hice daño? —susurró Yoongi, saliendo de su interior, con sus manos tomándolo de la cintura para atraerlo a su pecho, pero Hoseok soltó un chillido de disgusto y lo empujó—. ¿Bebé?

—No me toques —murmuró Hoseok girándose, sin importarle si estaba sudado, manchado con su esencia en el estómago, con el semen de Yoongi en su interior—. No me toques, Yoongi.

Podía sentir la vacilación del alfa, pero para su fortuna, le dio su espacio y se quedó en silencio, sin acercarse.

¿Cuánto pasó desde esa pelea y ese engaño? Dos semanas. Sin embargo, seguía doliendo. Probablemente dolería para siempre.

¿Cómo podía ignorar lo que ocurrió y fingir superarlo? Un engaño era... era...

Era algo que lo enloquecía por completo.

—Si yo... —susurró con tono quebrado—, si yo me hubiera ido, y hubiera permitido que un alfa me hubiera besado, me hubiera tocado, ¿qué habrías hecho, Yoongi?

No hubo una respuesta enseguida.

—Lo habría buscado para matarlo —contestó Yoongi con tono oscuro.

Asintió, mordiendo su labio inferior.

—¿Ella era más linda que yo? —preguntó Hoseok en voz baja.

El estómago del alfa dolió ante la pregunta, su respiración cortándose cuando Hoseok se giró, mirándolo con ojos brillantes, y su boca se sintió seca, su garganta apretándose.

Quería llorar, abrazar a Hoseok, decirle la verdad que lo estaba carcomiendo por dentro, pedirle que jamás lo dejara, que lo necesitaba desesperadamente a su lado por toda la vida. Que volviera a confiar en él, aunque no lo mereciera.

Pero por sobre todo, que le mirara otra vez como si Yoongi fuera capaz de salvarlo de todo lo malo en el mundo, aunque fuera todo lo contrario: para Yoongi, Hoseok era la persona que lo salvó e hizo vivir.

—No —dijo Yoongi con seriedad, sin una pizca de mentira en su voz—. Ella jamás se podrá comparar contigo, Hoseok. Jamás podrá llegarte si quiera a los talones. Tú... tú eres un ángel.

Las mejillas pálidas de Hoseok se tornaron de rojo, pero aun así siguió impasible.

—Cuando te besaba, ¿sentías algo? —siguió preguntando Hoseok, sus dedos acariciando la sábana.

Yoongi trató de rememorar esa noche, los besos de Jiwoo en su cuello, su pecho, sus caderas meciéndose en su cintura y el gemido que soltó la chica al llegar al clímax. Lo demás estaba borroso, un recuerdo lejano que no quería desentrañar.

—Era como si estuviera lejos —contestó Yoongi, tomando la mano de Hoseok—, como si no hubiera sido yo. La alejé antes de que pasara a mayores.

Mentiroso. Maldito mentiroso. ¿Por qué no puedes decirle la verdad?

Porque eso destrozaría a Hoseok.

Porque eso haría que lo perdiera, y Yoongi no quería perderlo.

Abrió la boca para decir algo más, pero Hoseok se enderezó, con el ceño un poco fruncido. Casi de forma inmediata se puso de pie, vistiéndose con su bata. Yoongi le miró, confundido.

—¿Qué ocurre? —preguntó.

—Es Jimin —murmuró Hoseok sin mirarle—. Creo que no está durmiendo bien.

Sin decir otra cosa, el omega salió del cuarto. Yoongi no tardó en seguirlo.

Lo primero que hizo Hoseok al entrar al cuarto de Jimin fue ir directo a la cama del bebé, donde el pequeño soltaba quejidos bajos y lloraba en silencio. El omega no tardó en tomarlo en brazos, preocupado totalmente, comenzando a mecerlo y hablarle para tratar de calmarlo.

Yoongi también se acercó, sabiendo que si el bebé estaba asustado, un ambiente familiar sería lo mejor para relajarlo.

Segundos después, Jimin se despertó, lloriqueando.

—Mami... —farfulló, colgándose del cuello de Hoseok—, mami, mami, mami...

—Tranquilo, ChimChim —susurró Hoseok, dejando que Yoongi lo abrazara por la cintura—, mami está aquí, contigo. No pasará nada, bebé, lo prometo.

—Mami —siguió repitiendo Jimin por varios segundos.

En silencio, los dos adultos salieron del cuarto, volviendo a la habitación matrimonial. Una vez allí, Hoseok se acostó con Jimin en sus brazos, que no parecía querer alejarse de él, en tanto Yoongi abría la ventana para que el olor a sudor y sexo desapareciera del cuarto.

Al volver a la cama, se encontró con el bebé más calmado, chupando su dedo mientras Hoseok lo arrullaba, cantándole en voz baja.

—¿Qué ocurrió, bolita de arroz? —preguntó Hoseok tiernamente, acariciándole el negro cabello.

Jimin se acurrucó más en sus brazos de ser posible.

—Mami no taba —murmuró el bebé—. Taba feo y oculo y mami no taba. Mami, ¿no te ilás?

Hoseok parpadeó antes de sonreír, besándole la frente a Jimin.

—Qué dices, ChimChim —le dijo con cariño—. Jamás me iré, ¿está bien? Siempre estaré a tu lado, mi pequeño bebé. Jamás voy a abandonarte, estaremos juntos por toda la vida.

Hoseok siguió murmurándole cosas dulces al bebé para que volviera a dormir, y mientras lo hacía, Yoongi pensó en lo que dijo Hoseok. Era normal que lo dijera, por supuesto, porque su bebé acababa de tener una pesadilla, pero...

Pero por algún motivo que quería espantar, aquellas palabras sonaron a mentira y a una promesa que pronto sería rota.

¡gracias por leer!

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