Capítulo XIII

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Advertencias: Omegaverse, parejas secundarias, historia cliché, drama y angst

Negativo.

Otro maldito negativo.

Rabioso, tiró la prueba de embarazo al basurero, mirando su reflejo en el espejo, y se encontró con su cara haciendo una mueca molesta y de ira.

Era la cuarta prueba de embarazo con resultado negativo y estaba a punto de romper algo debido a la frustración y la pena. ¿Por qué su cuerpo no podía quedar preñado? ¿Por qué no podía darle un bebé a Yoongi?

Prácticamente hacía el amor con Yoongi cada noche, dejando que anudara y se corriera en su interior. Incluso permitía que permaneciera dentro de él para aumentar las probabilidades de un embarazo, pero no pasaba nada. Su cuerpo no respondía. Su omega se negaba a otro bebé por ahora.

Su triste, herido y frágil omega no quería un bebé de Yoongi, no hasta perdonarlo por completo.

Y Hoseok tenía miedo de que eso afectara a su relación con el alfa.

Iba a casarse en una semana. Luego vendría la luna de miel. Y después... ¿después qué? Yoongi iba a querer bebés. Bebés que Hoseok no podía darle. Bebés que podía buscar en otra persona.

¿Y qué pasaría con él? ¿Con Jimin?

¿Qué pasaría si a Yoongi su alfa le decía que quería bebés y buscara a alguien más?

Hoseok tenía miedo de que eso fuera a ocurrir. Que lo abandonara por alguien que pudiera suplir sus necesidades. Por alguien que no llorara por un engaño, ni a veces le hiciera el quite por el sentimiento de traición que le embargaba.

Existían alfas que buscaban más de un omega como pareja, y temía que Yoongi fuera uno de ellos. Hoseok no quería compartir a Yoongi con nadie, lo quería sólo para él, para nadie más.

Suspiró, sentándose en la tapa del baño, y apoyó su cabeza entre sus manos. Segundos después, la puerta del baño se abrió.

—¿Mami? —balbuceó Jimin con los ojos cerrados—. ¿Ocupao?

Soltó una risa cansada.

—No, no, ven bolita de arroz —murmuró Hoseok, causando que el bebé abriera los ojos y le sonriera, tambaleándose hacia él con sus manos extendidas.

—Mochi mochi —balbuceó el bebé, apoyándose en las rodillas de Hoseok—. U-e-mos.

Tomó a Jimin en brazos, sentándolo en su regazo, y le besó la mejilla regordeta, causando que riera.

—¿A qué quieres jugar? —preguntó Hoseok, poniéndose de pie, Jimin abrazándose a su cuello como un mono—. Mmm... ¿y si vamos a jugar con Kookie y TaeTae?

Jimin lo miró, arrugando los labios.

—No —refunfuñó—. Tigo no más. Te estanio. Papá abu-i-o.

Le pellizcó la nariz, negando con la cabeza, y lo dejó en el suelo para darle la mano.

Jimin no lo diría, lo negaría, pero Hoseok se dio cuenta de que su bebé estaba comportándose groseramente con Yoongi, e incluso le hacía más pataletas que nunca.

Recordó de forma superficial la noche que pelearon, cómo Jimin pasó sus manitos por las mejillas llenas de lágrimas de Hoseok. Una vez pareció calmarse un poco, el bebé le llenó la carita de besos, diciéndole llorando también que no llorara, que no quería verlo triste, y Hoseok tuvo que usar todas sus fuerzas para tratar de calmar sus sollozos.

Jimin parecía más vengativo que él mismo con respecto a la pelea que tuvo con Yoongi, pero si era sincero, no pensaba reprochárselo un poco.

—¿Y a qué quieres jugar? ¿A las escondidas? Mmm... —bajaron las escaleras lentamente, viendo a Jimin ir saltando escalón por escalón—. Oh, pero ahora que lo recuerdo, teníamos que ir a retirar tu traje para la boda, Jimin.

—¡Noooooooooo! —Jimin se soltó, horrorizado—. ¡No, no, noooooooooooooo! ¡Feo, feo!

—¡Jimin!

—Nooooooooooooooooooooooooooooooooooo.

Antes de poder agarrarlo, el bebé salió corriendo –o tambaleándose, mejor dicho– y se metió bajo la mesa. Hoseok no alcanzó a agarrarlo, el pequeño aprovechando eso para meterse por entre las patas de la silla para así no ser atrapado, y le sacó la lengua a Hoseok.

—¡Jimin! —regañó Hoseok, inclinándose—. ¡Sal de ahí, ahora! Mientras más rápido vayamos, podremos jugar antes.

—No —Jimin lo miró por entre las sillas, poniendo mala cara—. ¡Fuchi fuchi!

—¡No me hagas fuchi!

—¡FUCHI!

Iba a hablar, pero sintió unas conocidas manos agarrándolo de la cintura, y soltó un chillido por la sorpresa, causando que Yoongi detrás de él se riera. Pudo sentir su entrepierna medio despierta contra su pelvis, y movió automáticamente su trasero, causando que ahora el alfa dejara salir un gemido bajo.

—No pensé que fueras a recibirme así luego del trabajo —dijo Yoongi en un gruñido bajo.

—En realidad, pensaba recibir a mi amante así —picó Hoseok sin voltearse, mirando a Jimin bajo la mesa, que ahora se arrastraba para salir por el otro lado—. ¡Regresa aquí, niño!

—Qué suerte tiene tu amante de tener tan bonito culo bajo sus manos —gruñó Yoongi sin moverse.

—Ya, no seas exagerado —Hoseok lo manoteó, riéndose—. Anda, ayúdame a atrapar a Jimin, no quiere ir a probarse su traje para la boda.

Yoongi miró al niño, que en ese momento estaba gateando por detrás de los sillones con el objetivo de que no lo atraparan. Sin embargo, antes de que pudiera ponerse de pie para salir corriendo, el alfa lo agarró por la cintura, levantándolo.

Por supuesto, los gritos no se hicieron esperar.

—¡Fuchi, popo feo! —chilló Jimin, moviendo sus pies.

—¡Jimin! ¡No le digas popo a tu papá! —regañó Hoseok, limpiándose sus rodillas.

El bebé abultó sus mejillas, enrojeciendo, pegándole ahora a Yoongi que hacía muecas de disgusto.

—¡Popo feo! ¡Popo feo!

Antes de que Yoongi pudiera regañarlo, Hoseok tomó al pequeño en brazos. Inmediatamente Jimin se calmó, abrazando a Hoseok por el cuello y mirando a Yoongi con el ceño fruncido. No tardó en sacarle la lengua.

—Dios, Jimin, no puedes hacer eso más —dijo Hoseok, mirando al bebé, que lucía tranquilo—. Tienes que respetar a tu papá, ¿entendido? Si vuelves a decirle así, voy a castigarte. Ahora discúlpate.

Yoongi suspiró, negando con la cabeza. Sabía, de alguna forma, que la actitud de Jimin se debía a la pelea de semanas atrás, y si era sincero consigo mismo, que el bebé le tratara así le ayudaba a reducir un poco la culpa por la mentira enorme que se negaba a confesar.

—No —murmuró Jimin.

—Discúlpate, ahora —ordenó Hoseok con la voz dura.

El labio de Jimin tembló.

—¡No quelo!

—Hoseok, no es necesario...

—¡O te disculpas ahora, Jimin, o no te compraré helado nunca más!

El bebé puso ahora una expresión de horror antes de mirar a Yoongi con odio.

—¡Lo sento, lo sento Yooni!

Hubo un pequeño silencio.

—¿Acabas de...? —Hoseok dejó al bebé en el suelo, que bajó la vista—. ¿Lo llamaste por su nombre, Jimin?

—Um...

—Jimin.

—No papá —murmuró el bebé—. Yooni no papá.

Yoongi sintió como algo dentro de él moría por las palabras del bebé.

Sabía que no debía tomárselo a pecho, que el enojo del pequeño desaparecería en algún momento, pero que ahora no lo considerara su padre por lo que ocurrió...

Bueno, era un golpe demasiado fuerte como para sentirse bien.

—Jimin —dijo Hoseok con extraña calma en su voz—, Yoongi es tu papá, lo quieras o no. Sé que sigues enojado con él, pero no es para tratarlo de esa forma, ¿entendido? Ahora, pídele disculpas como corresponde.

Jimin infló sus mejillas, pero ya no parecía enojado, sino sólo triste. Pasados unos segundos, se volteó a Yoongi con la vista baja y los ojos llenos de lágrimas.

—Lo... lo s-sento, papá...

Yoongi suspiró, negando con la cabeza, y tomó al bebé en brazos, que no dudó en abrazarlo por el cuello, sin dejar de sollozar.

—No pasa nada, ChimChim —le dijo Yoongi, revolviéndole el cabello, besándole la mejilla—. No estoy enojado. Cuando salgamos, te compraré un helado, ¿está bien?

—Dos helaos —pidió Jimin con un puchero, sorbiendo su nariz.

—No te pases de listo —se rió Hoseok, inclinándose para darle un beso a Yoongi en los labios—. Le pondré sus zapatillas y salimos, ¿bien? Cámbiate y ponte algo más cómodo.

Yoongi negó con la cabeza, atrayendo otra vez a Hoseok para darle un segundo beso.

—Se supone que yo soy el jefe de familia, yo debería dar las órdenes —se quejó Yoongi, dejando a Jimin en el suelo, que salió corriendo de allí.

Hoseok soltó una risa baja, abrazando al alfa.

—Para afuera serás el jefe de familia, pero aquí dentro, yo mando —replicó Hoseok—. Ahora, si no vas a cambiarte, el que se quedará sin helado serás tú, Yoongi.

El alfa se marchó refunfuñando, causando que Hoseok volviera a reírse, y por dentro tratara de repetirse que tener otro bebé no era necesario por ahora.

Un bebé podía esperar, estaba seguro de que a Yoongi eso no le molestaría.

Dos días después, decidieron ver los últimos detalles de la boda, yendo al estanque Anapji para dejar todo listo. Al fin y al cabo, en cinco días, iban a casarse.

La señora Sun estaba hablándoles sobre la disposición de las sillas mientras apuntaba hacia el pabellón donde estarían de pie ante el público. Yoongi, sin embargo, fingía oírla, pero realmente miraba de reojo a Hoseok, que estaba a varios metros alejado junto a Jimin. Ambos estaban de pie ante la laguna para alimentar a los patos y cisnes.

El omega estaba riéndose mientras Jimin imitaba a los patos, lanzándoles pedacitos de pan entre chillidos de emoción.

—¿Señor Min? —preguntó la beta, que era responsable de organizar la boda en ese lugar.

—¿Sí? —murmuró, distraído.

—Quería hablarle sobre la comida que quieren llevar después en el salón principal, como usted dispuso...

Hoseok se arrodilló ante Jimin, quitándole la sudadera debido al calor que hacía, y se sintió un poco más enamorado cuando el omega le miró, sonriendo como si nada para saludarlo. Jimin le imitó segundos después, gritando entre risas.

—... una vez ustedes se marchen para su noche de bodas, se dejará que los invitados...

Hoseok y Jimin se subieron al puente, quedando en medio para asomarse por la barandilla, y el bebé chilló cuando Hoseok hizo amago de tirarlo al agua.

Dios, ¿podía acaso estar más enamorado de esa pequeña familia?

No era sólo que su alfa estuviera completa e irrevocablemente atraído por el omega de Hoseok, sino que también su lado racional, su mente y corazón, amaban por completo a Hoseok, necesitaban de él y deseaban verlo siempre feliz, sonriente y contento. El amor que sentía por Hoseok era... era inexplicable, era algo que no podía decirlo en palabras, pero que tampoco se molestaba en controlar.

Su alfa siempre supo lo que quería, y cuando vio al omega en el jardín de la casa con su pequeño bebé, su instinto gritó que lo quería a él y a nadie más, así que no le negaría eso por nada en el mundo. Por supuesto, le pareció raro que se encaprichara con un omega que ya fue marcado y tenía un bebé, pero no le dio demasiadas vueltas al asunto.

Y como se lo esperaba, su alfa no se equivocó para nada: Hoseok era todo lo que estuvo buscando y quiso alguna vez, por lo que ahora no lo dejaría ir para nada en el mundo.

Miró la mano de Hoseok, viendo brillar el anillo de compromiso.

Primero el matrimonio, luego una familia con muchos bebés.

Pensar en tener a un montón de niños correteando por allí antes le habría desagradado, pero si eran hijos de Hoseok y él, entonces no le importaba tener a diez niños, más incluso. Todo por ver a su omega preñado y radiante.

Sí, eso estaría bien. Sería una buena vida.

—Eso serían los puntos más importantes, señor Min —terminó de decir la beta, ajena al hecho de que Yoongi apenas le prestó atención.

—No se preocupe, me encargaré de eso —farfulló Yoongi, viendo a Hoseok acercándose para tomarle la mano.

—¿Todo bien? —preguntó Hoseok, sonriendo.

Yoongi le devolvió la sonrisa.

—Todo perfecto.

—Ugh, Yoongi...

—¿Mmm...?

—¿Por... por qué de-demonios... ah... ¡PUEDES DEJAR DE EMBESTIRME?!

—¿Realmente... quieres que... ngh... pare?

Hoseok soltó un chillido cuando Yoongi presionó contra su próstata, sin dejar de masturbarlo, y gimoteó en voz baja al sentir como se corrió en la mano del alfa, quién todavía seguía penetrándolo como si nada.

—Eres... eres el diablo... —jadeó Hoseok, el agua humedeciendo su cabello, y volvió a chillar cuando sintió el nudo de Yoongi en su interior—. ¡Yo... yo sólo quería ducharme!

El alfa soltó una risa baja, negando con la cabeza, y besó su hombro, eyaculando dentro del omega.

—Te amo —gruñó Yoongi—, te amo, te amo, te amo...

Sostuvo a un tembloroso Hoseok por las caderas, sin salir todavía de su ano, para luego quitarle los restos de champú del cabello.

—Mañana no me podré mover bien —se quejó Hoseok sin moverse, enfurruñado—, y es la despedida de soltero. Hyejin no dejará de molestarme si me ve cojeando.

Tres días para casarse. Quedaba tan poco tiempo...

—Has estado más cariñoso —comentó Hoseok como si nada, soltando un gemido bajo cuando Yoongi se deslizó fuera de su agujero—. ¿O... ocurre algo?

—Es sólo que... —caviló Yoongi volteando al omega, apoyando su cabeza en el pecho de Hoseok, acurrucándose junto a él. Le gustaba que Hoseok fuera más alto con él porque así podía colgarse de su cuerpo y dejar que lo mimara todo el tiempo.

A la mierda eso de que el alfa tenía que mimar al omega. Yoongi prefería mil veces que Hoseok le abrazara y tratara como su bebé.

—Estoy tan feliz de que me quieras —murmuró Yoongi avergonzado, con las mejillas coloradas.

Hubo un pequeño silencio entre ellos, metidos bajo el agua de la tina. Debía ser cerca de las once de la noche, por lo que Jimin estaba durmiendo y sin interrumpirlos en ese momento, lo que Yoongi agradecía internamente. Quería un momento a solas con Hoseok, decirle todo lo que sentía, hacerle saber lo mucho que lo amaba.

—De que me quieras y... y me hayas perdonado —agregó con la voz rota.

Yoongi no era idiota o iluso: sabía que a veces Hoseok se tensaba de la nada, especialmente cuando hacían el amor, y podía ver una sombra de duda y pena en sus ojos, de seguro pensando en esa falsa omega que inventó para no decirle la triste verdad.

Cometió muchos errores en su vida, pero lo que hizo con Jiwoo fue el peor de todos. Por mucho que tratara de recordar esa noche, el alcohol nubló su mente por completo y sólo podía recordar a la chica sobre él, besándole el pecho, sus caderas meciéndose y gimoteando su nombre para después sólo ver la oscuridad.

Pero al día siguiente despertó desnudo por completo y con su olor envolviendo a Jiwoo. ¿Qué otra prueba quería?

—Yoongi, no...

—Escúchame, bebé —le interrumpió Yoongi con la voz amable—, sé que todavía te duele, y está bien, lo entiendo, te comprendo y no te echo la culpa. Lo que ocurrió ese día, la pelea, los gritos... Todo se descontroló, tú no tuviste la culpa, el único culpable fui yo, y sólo quería decirte que... que lo lamento mucho, no hay día que no lo haga. Te mereces a alguien mejor, pero soy egoísta, porque sólo quiero que me pertenezcas a mí, a nadie más.

Hoseok le miró en silencio mientras hablaba, sin dejar de abrazarlo. No tardó en inclinarse y darle un pequeño beso.

—Yo también te amo, Yoongi —le murmuró, pellizcándole la nariz y causando que la arrugara—. Y sí, todavía duele, pero... pero sé que estás arrepentido, ahora sólo queda seguir adelante con nuestro amor y tratar de repararlo todo —le sonrió con timidez, dándole un beso—. Yo te pertenezco, así como tú me perteneces —luego, sus ojos le miraron de forma burlona—, y si me vuelves a gritar otra vez como hiciste ese día, Yoongi, te vas a quedar sin sexo por tres meses.

El alfa le miró incrédulo, y ante esa expresión, Hoseok rompió a reír. Yoongi no tardó en seguirlo para después besarlo.

Hicieron el amor en la tina hasta que el agua se enfrió.

Mingyu estaba sirviéndole una cerveza y miró el líquido con el ceño fruncido, en tanto Namjoon, a su lado, le limpiaba la nariz a Taehyung.

—¿Cómo es que terminamos cuidando a nuestros hijos y sus madres están pasándola bien? —preguntó Mingyu, sin poder creerlo un poco.

Yoongi se encogió de hombros, observando a Jimin sentado dentro de la cuna con Wonwoo. Miraba al bebé con expresión concentrada en tanto Jungkook estaba de puntillas, asomando su cara por entre los barrotes con un puchero en los labios.

Tae se soltó de su papá, corriendo al lado de su hermano, y le imitó frunciendo el ceño.

—¿Po qué no podemos jugal con ChimChim? —preguntó Jungkook lastimosamente.

Namjoon suspiró.

—Porque Jimin dijo que quería cuidar a Wonwoo —contestó Namjoon, por décima vez en la noche.

—¿No quieres jugar con nosotros, ChimChim? —le preguntó Taehyung a Jimin.

El bebé los miró.

—No —contestó como si nada, volviendo su vista al pequeño Wonwoo, que comenzó a chupar los deditos de su pie.

—Deberíamos estar celebrando tu despedida de soltero y no cuidando bebés —murmuró Mingyu, cruzándose de brazos.

—Sí —concedió Namjoon—, pero nadie quería cuidar a cuatro niños llorones.

Yoongi asintió, distraído, pensando en el beso que le dio de despedida a Hoseok cuando salió de casa hacia el departamento de Mingyu, la sonrisa de felicidad del omega por compartir unas horas con sus amigos, y se sintió extraño, con una sensación rara en el estómago.

Quedaban dos días para la boda, todos los detalles estaban listos, ahora sólo quedaba esperar.

Su móvil vibró y vio el mensaje que Zico le envió. Le extrañó un poco que llegara tarde cuando su amigo solía ser tan puntual, pero no le tomó mucha importancia.

Zico

Lamento la tardanza, ¿dónde estás?

Yoongi

Departamento de Mingyu.

No hubo respuesta, así que sólo se encogió de hombros.

—De seguro Jihoon contratará un stripper —seguía quejándose Mingyu—, dice que siempre ha querido ir a una despedida de soltero para ver a un stripper.

—Hoseok dijo que no habría nada de eso —dijo Yoongi poco convencido.

—No le creas —contestó Namjoon—, Jin me ha dicho lo mismo. Dice que un stripper puede bailarle bien.

—Oh dios —masculló Yoongi—, ¿acaso le has bailado a Jin?

Namjoon enrojeció.

—Eh... no, no, no sé de qué hablas —tosió, mientras Mingyu rompía a reír.

—¡Dance Monster ha revivido! —se burló entre risas.

Yoongi ocultó una sonrisa bajo su mano, poniéndose de pie cuando el timbre del departamento resonó en el lugar. Mingyu se seguía riendo del pobre de Namjoon, que trataba de justificarse entre balbuceos, y abrió la puerta.

Su sonrisa desapareció.

Zico estaba de pie ante él, pero...

Mierda, ¿qué demonios hacía su mamá detrás de su amigo, que además estaba con el rostro amoratado y el labio roto?

—Lo siento —sollozó Jiho con la voz quebrada.

Sintió como el alma salía de su cuerpo, su estómago contrayéndose por esas simples palabras.

Min Hyeyon sonrió como si nada.

—¿Podemos entrar a tu despedida de soltero, Yoongi? —dijo su madre con falsa dulzura.

No esperó a su respuesta, por supuesto: entró tirando de un tembloroso y golpeado Zico, empujándolo para que caminara.

Yoongi no pudo gritarle que se marchara, su voz atrapada en su garganta.

En el comedor, Namjoon y Mingyu estaban de pie, con expresión de sorpresa ante las dos visitas.

—Seré breve y rápida —dijo su madre, mirando a sus amigos de forma despectiva antes de dirigir sus ojos a los niños, que retrocedieron con expresiones de miedo. Acto seguido, sacó un papel—. Aquí, Yoongi. Déjame felicitarte por darme un nieto por fin.

Yoongi parpadeó, sin decir nada, demasiado aturdido como para poder pensar en algo coherente.

—¿Nieto? —habló Namjoon como si nada—. ¿De qué está hablando, vieja bruja?

La mujer no se inmutó ante la ofensa de Namjoon, sólo le observó como si fuera una cucaracha fácil de aplastar.

—De Jiwoo —contestó con placer en su voz—. Yoongi la dejó embarazada. Y cómo nuestro querido Jiho me dijo que Jimin no era hijo de Yoongi, mi querido retoño me ha dado un nieto después de todo.

Los ojos estaban sobre él, pero no era capaz de formar un pensamiento real ante la situación.

Jiho golpeado. Su madre ante él, diciendo que sabía que Jimin no era su hijo. Jiwoo.

Oh, Jiwoo...

Sintió su garganta apretada.

—¡Fuera! —le gritó, aterrado—. ¡No quiero verte más!

Pero Min Hyeyon no le hizo caso, y fue cuando otro pensamiento llegó a su cabeza.

Tenía que ver a Hoseok.

Oh, dios, lo tenía que ver para poder explicarle todo, para poder decirle–

—No te preocupes por nuestro querido Hoseokie —añadió su madre, riéndose—, Jiwoo le está contando todo ahora, con lujo de detalles.

La risa de su madre lo persiguió en todo el camino.

Hyerin estaba discutiendo acaloradamente con Jin, peleando sobre cómo preparar el pollo de forma correcta, y Jihoon se inclinó ante él, preocupado.

—¿Deberíamos meternos? No quiero que esto acabe en un asesinato —dijo con real aflicción.

Hoseok negó, divertido, en tanto Hyejin añadía comentarios a la pelea de vez en cuando para avivar la discusión y Wheein a su lado trataba de controlarla, fracasando miserablemente, por supuesto.

—Deja que peleen —dijo Hoseok, moviendo su mano—, Jin necesita gritarle a alguien más que no sea Nam o sus demonios.

—Yo no sé cómo ha podido con dos hijos —contestó Hyejin, sacando papas fritas de un bol—, los niños son como Satanás encarnado, pero más chillones, cagones y llorones.

Wheein se atoró con su bebida, en tanto la discusión se veía interrumpida.

—¿Disculpa? —farfulló Jin, incrédulo—. Sólo yo puedo ofender a mis hijos.

—Hoseok siempre habla mal de ellos en clases —provocó Hyerin como si nada.

—¡¿Qué?! —gritó Hoseok—. ¡Yo sólo he dicho que no dejan a mi bebé en paz, son asfixiantes!

—¡Jung Hoseok! —gritó Jin, escandalizado—. ¡Pues Jimin tampoco es el bebé perfecto, es un niño malcriado, llorón y gordo!

—¡Jimin no está gordo, sólo rechoncho! —Hoseok le miró, ofendido.

—¡Pelea, pelea, pelea! —gritó Jihoon, riéndose.

—¡Oh, tú no te salvas, ¿qué clase de nombre es Wonwoo?! —atacó Hoseok.

—Chicos, por favor, no peleen —trató de tranquilizar Wheein, mientras Hyejin seguía comiendo papas fritas.

—Tranquila, Wheein, si se agarran a golpes siempre podemos llamar a la policía —dijo Hyerin, pendiente de la discusión por el bebé más bonito.

Wheein suspiró, mirando a Hyejin.

—¿Crees que si tengo un bebé será bonito? —le preguntó a la beta con pena en su voz.

Ahora Hyejin se atoró mientras Hyerin le miraba con picardía.

—Si tienes un bebé, ese bebé le daría mil patadas a los mocosos de estos idiotas —contestó Hyejin como si nada, sintiendo sus mejillas coloradas.

Wheein sonrió con emoción.

—¡Gracias, Hyejin! —gritó, abrazándola—. Cuando tenga un bebé, serás la madrina.

La beta murmuró unas maldiciones mientras Hyerin comenzaba a reír.

El timbre en la casa resonó, por lo que la discusión se vio interrumpida.

Hoseok soltó un bufido, mascullando maldiciones en voz baja al ir a atender a quien fuera que le estuviera molestando. Si era un jodido stripper, no iba a dudar en gritarle a Jin por hacer cosas sin su permiso.

Pero su hermana le devolvió la mirada cuando la puerta fue abierta.

Le observó, incrédulo, pensando en lo que podía estar haciendo Jung Jiwoo fuera de su casa esa noche.

Apretó sus labios un momento.

—¿Qué quieres? —preguntó con frialdad.

Jiwoo le sonrió, aunque esa sonrisa carecía de felicidad o cariño. Era una sonrisa como una cuchilla, helada, dura, filosa.

—Venía a hablar contigo —dijo sin moverse, sacando un papel de su cartera—. ¿Por qué no lo lees, rayito de sol?

Que usara el apodo que le decía cuando eran más pequeños envió un escalofrío por su espina dorsal.

—¿Por qué no te vas a la mierda? —espetó, tomando la manija de la puerta para cerrar.

Sin embargo, Jiwoo puso su pie antes de poder cerrarla.

La miró con furia.

—No te quitará más de un minuto. Estoy segura de que será de tu interés —dijo con voz suave y falsa compasión.

Hoseok chasqueó la lengua, pensando en las posibilidades de empujarla y mandarla al diablo, pero no quería hacer un escándalo que arruinara su buena noche con sus amigos.

Así que agarró el doblado papel, extendiéndolo, sus ojos leyéndolo con el ceño fruncido en confusión.

Positivo.

¿Qué?

—¿Estás embarazada? —preguntó con un bufido, levantando la vista—. Pues felicitaciones, no esperes que Jimin sea amigo de tu hijo. Ahora, si no te molesta–

—No espero que tu bastardo sea amigo de mi bebé —le interrumpió Jiwoo, ladeando la cabeza—, aunque si podría ser algo así como su hermano.

Parpadeó.

—¿Qué?

Los ojos de Jiwoo eran crueles.

—¿Quieres saber quién es el papá de mi hijo, rayito de sol? —preguntó, divertida.

—¿Un pobre desgraciado? —contestó, haciendo una mueca.

Jiwoo soltó una risita.

—¿Acaso Min Yoongi es un pobre desgraciado, Hoseokie? —replicó Jiwoo, sin borrar esa sonrisa.

Dejó de escuchar los ruidos externos, sólo podía concentrarse en su hermana frente a él, de pie, orgullosa y satisfecha.

—¿Qué? —preguntó con la voz extrañamente suave.

—Yo fui la omega con la que pasó la noche en que te trató como la puta que eres, rayito de sol —respondió Jiwoo—, y un beso fue lo único que no nos dimos. No quiso besarme mientras me follaba y anudaba en mi interior, dejándome embarazada de un hijo que tú no puedes darle, Hoseok.

El mundo de Jung Hoseok se derrumbó por completo.

¡gracias por leer!

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