CHAPTER SIXTEEN ━ this is love?

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( これは愛ですか?)
𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐒𝐈𝐗𝐓𝐄𝐄𝐍

El viento arremetía contra las ventanas de la mansión Sakamaki al igual que la lluvia torrencial, enfriando todas las habitaciones al colarse el frío aire por las pequeñas aberturas de los ventanales. Si bien para los vampiros le era indiferente las bajas temperaturas, la diosa griega detestaba el frío, incluso era propensa a enfermarse más rápido que cualquier otro ser.

Lilith se encontraba sentada en su cama, arreglando su cabello que había vuelto a crecer de forma brusca; odiaba cuando le ocurría aquello, odiaba ser tan sentimental, odiaba que las emociones la controlarán más de lo que su mente lo hacía.

Primero había ocurrido con Athan, la traicionó por lo que lo asesinó a sangre fría. A pesar de que sus últimas palabras fueran una declaración de amor hacía ella, no dudo en clavar la espada de Cronos en su abdomen. Desde ese día, juró jamás volver a entregar su corazón y así ocurrió, durante siglos estuvo con miles de amantes y nunca sintió nada por nadie, incluso cuando le juraron amor eterno. Hasta que llegó a la mansión Sakamaki y una mirada la enamoró a primera vista, apenas clavo su mirada en los ojos gatunos de él, supo que estaba pérdida.

No sabía si estaba siendo víctima de una de las bromas de Eros y Afrodita o si en realidad estaba enamorada de Raito, había pasado demasiado tiempo desde la última vez que se sintió así por alguien, desde que sintió algo mucho más allá de la lujuria y las ganas de pecar. Tal vez estaba destinada a sufrir en el amor, porque su corazón tonto escogió al ser más frío de todos.

──¿Esto es amor, pequeño demonio? ── Se pregunto a sí misma en un susurro, acurrucándose con las mantas al sentir el frío entrando en su habitación. ──¿Por qué siempre me pasan estás cosas a mí, Afrodita? Siento que estás haciendo todo esto porque me besé con Eros... aunque fue solo un pequeño beso, ¡nada más!

De repente, se sintió un peso más en su cama, Lilith volteó asustada hacía su costado encontrándose con nada más ni nada menos que su querido prometido: Shu. Rodó los ojos y se recostó, girándose hacía él.

──Por todos los dioses, vago, casi me matas de un infarto. ── Admitió la fémina, golpeándolo de forma amistosa. ──¿Por qué quieres dormir en mi cama? Vete a tu habitación.

El rubio bufó, abriendo con lentitud sus ojos para observar a su contraria.

──Eres realmente molesta.── Susurro, acercándose más a ella para abrazarla por la cintura y apoyar su cabeza en su pecho, algo que la sorprendió bastante pero no le desagrado, le había tomado bastante cariño al rubio.

──Pero me quieres, vago.── Se burló, llevando su mano hacía los rizos dorados de éste, jugando con ellos mientras le daba pequeñas caricias.

──Eso no te quita lo molesta. ── El primogénito de los Sakamaki clavó su mirada zafiro en la ámbar de la deidad, observandola con detalle. No quería ser el rey pero no le molestaría pasar una vida con ella, su mejor amiga. ──Sabes, una vez que nos casemos me puedes matar tranquilamente, mujer lasciva.

Lilith rodó los ojos y le dió un golpe en la cabeza, no sabía que le ocurría hoy al Sakamaki que se encontraba tan sensible. Tal vez era por el eclipse de aquella noche.

──Deja de decir idioteces, Shu, si yo estoy condenada tu caes conmigo. No pienses que te vas a librar tan fácil de mí cuando nos casemos.── Protestó, apegando más al vampiro contra su cuerpo, obligándolo a hundir su rostro en sus pechos.

──Realmente quiero que me mates, Lilith, hablo en serio. ── Aquellas palabras la dejaron helada. ──Toda mi vida fui torturado para convertirme en el rey del mundo bajo, pero gracias a los planes raros de esa persona el tiempo se extendió... ── Shu se separó levemente. ──Disfrute mi libertad hasta ahora, ya llegó el momento y no tengo ninguna intención de gobernar.

──No puedo asesinarte, Shu... ── No podía procesar lo que estaba escuchando, su voz comenzó a cortarse a medida que hablaba. ¿Acaso a ella también le afectaba el eclipse o por qué estaba tan sensible?

──Tú lo dijiste, somos mejores amigos, mujer ruidosa. ── Una mano del Sakamaki se dirigió al rostro de la griega, acariciandolo suavemente. ──Apenas nos casemos y asumamos como reyes, asesiname sin pensarlo. ── Lilith cerró los ojos ante la caricia de él. ──Y así te podrás casar con Raito.

La griega soltó una risa seca, evitando que aquella lágrima traicionera escapara de sus cuencas.

──Eres tonto, Shu.── Él también estaba siendo condenado. Todo por su culpa. ──Ya veremos qué haré contigo, primero debemos llegar vivos al casamiento, ¿no lo crees?

──¿Crees que harán algo los ancestros?── Inquirió, dirigiendo su rostro al cuello de ella, rozando sus labios levemente. ──Falta aún para que se dé e eclipse mayor y la luna roja.

──Pero hoy también hay un eclipse, seguramente harán algo, ustedes están débiles. ── Respondió, soltando un suspiro. ──No comiences, Vago, luego comenzarás a quejarte.

El menor soltó una risa ronca, dejando un casto beso en él antes de separarse.

──Yo no estoy haciendo nada, mujer obscena.

──Si, sí, seguro porque eres el ser más inocente que existe. ── Rió la femenina, besando la frente del vampiro. ──¿Vamos a dormir? O si no te vas a dormir mejor tráeme algo para comer, tengo mucha hambre.

──¿Ni siquiera estamos casados y ya me das órdenes?── Preguntó bufando mientras se levantaba de la cama.

──De está forma te irás acostumbrando, así que adelante, tráeme algo delicioso para comer, querido mío. ── La hoja de Hades soltó una carcajada y su contrario simplemente rodó los ojos y desapareció de un segundo a otro. ──¡Ah! Extraño tanto estar en el Olimpo, extraño a mi madre... ella seguramente sabría que hacer en momentos como esté. ── Susurro, llevándose una mano a su abdomen. ──¿Quién será tu padre, demonio? ¿El vago o el estúpido ninfómano?

La azabache suspiro, observando el techo de su habitación.
Aunque sé lo preguntará, la respuesta era obvia y ya la conocía, simplemente se estaba negando a aceptarlo.

Raito Sakamaki jamás había sentido el amor, jamás supo lo que era aquél sentimiento. Siendo corrompido desde pequeño por su madre, nunca conoció otra forma de cariño más allá del sexo y la lujuria. Le asustaba lo que estaba sintiendo en aquellos momentos.

La razón por la que se estaba alejando de Lilith era obvia y absolutamente tonta: había caído completamente enamorado de la deidad y aquellos endemoniados ojos que poseía. Él había sido quien puso esa tonta regla. Y se odiaba, porque era la primera vez que conocía a alguien como ella, la primera vez dónde conectaba con alguien tan mágicamente, la primera vez que alguien lo hacía sentir querido. No quería arruinarlo, estaba aterrado, pero sabía que no era el mejor para ella, una diosa como ella merecía a alguien que realmente pudiera hacerla feliz, que realmente pudiera amarla como corresponde.

Entonces, ¿eso es amor?
Alejarte de alguien al que amas demasiado para no acabar lastimandola. Alejarte de alguien que adoras con el alma para que tenga lo que merece de verdad. ¿Eso era el amor?
Parecía que sí. Aunque Raito sentía que el amor era Lilith y nada más, simplemente ella.

La última nota de la pieza sonó de forma brusca luego de que él simplemente golpeara el teclado del piano, cerrando la tapa con fuerza. Observó la ventana a su lado, la lluvia se había detenido y la luna brillaba alto en el cielo, se acercaba el eclipse y la tensión se sentía.

Raito suspiro y se levantó del asiento del instrumento, saliendo de aquella habitación donde nadie más que él entraba, era su pequeño espacio en la gran mansión. Salió de la sala y comenzó a caminar por el largo pasillo, sin saber dónde dirigirse porque no tenía un destino.

Entonces, ¿esto es el amor? Que el pecho te arda tan intensamente hasta querer arrancarte el corazón. ¿El amor era tan doloroso?

La puerta de una de las habitaciones se abrió captando la atención del vampiro, al dirigir la mirada a dónde provenía el sonido, se encontró con la dueña de sus suspiros.

Perséfone salía de su cuarto con el uniforme puesto y un bolso en su mano, no tenía ganas de asistir al instituto pero no le quedaba otra opción. Estaba dispuesta a bajar hasta que se sintió observada, provocando que voltee hacía el causante de aquella sensación. El tercer Sakamaki se había quedado parado a mitad del pasillo, mirándola fijamente y sin saber que decir o hacer.

──Raito...── Murmuro la femenina antes de negar con la cabeza y proseguir con su camino hacia la sala, pero su muñeca fue rodeada por la mano derecha del vampiro, quien se movió sin siquiera pensar.

──Lilith...── El vampiro tragó saliva.

Ambos quedaron estáticos, esmeralda contra escarlata peleaban por ver quién sería el primero en hablar, el primero en tomar el valor a enfrentarse a la situación que solamente de prolongaba más y más. Pero antes de que alguno de los dos dijera algo, la ventana que se encontraba a su lado se rompió en pedazos mientras un lobo ingresaba por ésta.

El castaño jaló a su contraria, apegandola contra su cuerpo mientras se hacían para atrás.

──¿¡Acaso los ancestros no eran vampiros!?── Exclamó la azabache, asustada por los intrusos.

Ambos se teletransportaron a la sala principal donde de a poco todos los hermanos Sakamaki aparecieron en escena, igual de asombrados por el ataque de los Tsukinami. A pesar de que no dijeron nada, los demás Sakamaki se dieron cuenta de la cercanía de la diosa con Raito, Shu curvo sus labios en una sonrisa. Eran tan sentimentales y dramáticos.

──¡Oe! ¿No se supone que atacarían cuando ustedes estuvieran casados? ── Gritó Ayato, lanzando a un lobo hacía uno de los muebles.

Lilith iba a responder pero el sonido de unas cadenas captó toda su atención: era una de las sombras del Tártaro, una de las más poderosas. Estaba claro el objetivo del ataque de aquella noche: ella.

──¡Mierda! ¿¡Dónde está mi padre cuando pasan estás cosas!? ── La azabache no sabía que hacer, no tenía siquiera una arma cerca suyo y los lobos comenzaban a rodearla. ──Oh malditos perros sarnosos, ¿así que me quieren a mí?

──¡Lilith!

La susodicha se giró hacía su costado, observando como el vampiro con el bombín le tiraba una espada. Con facilidad, ella acomodó el mango en su mano y cortó la palma de su extensión libre, esparciendo el icor por toda la hoja del arma. Odiaba estar desterrada en aquellos momentos.

Pero había tardado demasiado.
La sombra no esperó, arremetió contra ella apartando a los lobos de su camino, tomándola de sorpresa y lanzándola al suelo contra los vidrios rotos de la ventana. Uno de los lobos intentó saltar sobre ella pero el trillizo mayor no se lo permitió, apuñalandolo con una espada en el lomo; el animal se convirtió en cenizas y desapareció.

La diosa del infierno luchaba por no ser acuchillada por la sombra, tomando el arma de esta con su mano sana, sintiendo como su palma se iba cortando de a poco. El fuerte olor a la sangre llamo la atención de los Sakamaki, había manchas de icor por todos lados.

──¡Lilith-

──¡E-estoy bien, idiota!── Gritó la fémina, logrando clavar la espada en el pecho de la sombra para luego degollarla, convirtiéndola en un espeso líquido negro que no tardó nada en cubrirla por completo.

Raito se acercó a ella rápidamente y la tomó de la mano, ayudándola a ponerse de pie nuevamente mientras se encontraban siendo rodeados por más caninos.

──No hacía falta que me ayudarás ahora, sabes. ── Murmuro furiosa la deidad, empuñando mejor la espada de plata.

──Deja de ser tan dramática, Lili.── Se quejó el castaño rojizo, colocándose sobre la espalda de su ex amante.

──Tú eres él loco de los dramas, no yo. Decídete por una vez que es lo que quieres en tu vida, Raito Sakamaki. ── Escupió bruscamente, dispuesta a atacar hasta que un fuerte aullido se escuchó y los lobos simplemente huyeron por las ventanas rotas. ──Vaya, se ve que se rindieron... ── Murmuro Perséfone, sentándose en el suelo al sentirse mareada.

──Atacaron antes que se concrete el eclipse, pensaron que estábamos débiles. ── Explicó Reiji, acomodándose los lentes nuevamente en el puente de su nariz a la vez que recogía su saco del suelo. ──Esto ya es obvio y no se puede evitar más, se ha armado un conflicto entre los ancestros y esa persona, nos han declarado la guerra.

──Deben comprometerse de una vez, idiotas. ── Exclamó Subaru. ──Todos estamos corriendo riesgo por la culpa de ese maldito bastardo.

El vampiro primogénito soltó un suspiro y se acercó a quien sería su esposa en cuestión de días, ganándose una mirada de recelo por parte de su hermano menor. El rubio le tendió una mano a la diosa que yacía en el suelo, quien la tomó con algo de fuerza y se puso de pie.

──Llamaré a mi padre y le diré que apure los preparativos de la boda, no se opondrá en absoluto. ── Murmuro Lilith, sonando decepcionada. ──Ya hay que ponerle fin a todo este absurdo drama de Adán y Eva, o lo único que logrará Karlheinz es terminar asesinado por mí.

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