CHAPTER TWO ━ familiar

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( 家族 )
𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐓𝐖𝐎

La melena azabache de Perséfone se movía de lado a lado mientras avanzaba con lentitud recorriendo la mansión Sakamaki junto a la compañía del segundo hermano en línea, Sakamaki Reiji. Luego de haber conversado y haberse presentado ante todos en la familia, el vampiro procedió a enseñarle cada rincón de la habitación. Si bien había recibido claras órdenes de su padre respecto a no morder a la invitada especial, se le estaba dificultando seguir eso al pie de la letra.

La griega emanaba un exquisito y atrapante aroma, podía asegurar que lograba escuchar la sangre correr dentro de sus venas. Algo lo atraía hacía ella, algo en ella era fuera de lo normal, por algo su padre aceptó su estadía allí. ¿Qué estaba tramando? Perséfone no era una novia de sacrificio pero tampoco era una simple invitada de alguno de sus socios.

───Por aquí está tu habitación. ─── Indicó, abriendo una gran puerta que dió pasó al nuevo cuarto. La fémina se adentró lentamente, explorando con su mirada los detalles de esta.

La habitación era bastante amplia, las paredes estaban pintadas de un blanco color crema, simulaba un color avejentado, y los muebles seguían un marcado estilo victoriano: con detalles en dorado y blanco. La cama seguía el mismo patrón, con largas mantas y sábanas de seda blanca. Aunque lo primero que llamó su atención fue un enorme mueble de biblioteca lleno de libros.

───Tus equipajes ya están aquí, si deseas la sirvienta las ordenará por tí. ─── Habló el vampiro, quedándose a un lado de la puerta mientras la diosa se sentaba en la esquina de la cama, recorriendo con la yema de los dedos la textura de la tela, hasta que llegó a un uniforme.

───No te preocupes por eso, puedo hacerlo a gusto en unos momentos, pero ¿puedo preguntar qué es este uniforme?─── preguntó Perséfone, poniéndose de pie a la vez que agarraba la percha en la cual el uniforme estaba colgado, mirándolo con disgusto y asco. ───Yo no me pondré esto, Reiji.

El susodicho soltó un suspiro y acomodó nuevamente sus anteojos sobre el puente de su nariz, manteniendo el semblante serio.

───¿No te lo informaron? Asistirás al instituto junto a nosotros mientras hagas tu estadía aquí.─── Respondió. ───A las siete nos iremos de aquí por lo que debes estar lista a tiempo.

"Por el amor de los olimpos, maldita sea Hades. No solo tengo que estar aquí hasta no sé cuándo sino que tengo que ir hasta a la escuela." Pensó. "Gaia sabe cuánto tiempo estaré aquí rodeada de vampiros... que no saben que yo sé que son vampiros y que ellos no saben que yo soy una diosa..." De pronto la idea de estar allí no le pareció tan mala después de todo, y menos aún cuando recordó las manos de Raito Sakamaki rozando su piel de forma provocante.

───Muchas gracias, Reiji-san. ─── agradeció con una sonrisa dulce. Reiji asintió y se retiró de allí, agradeciendo internamente ya que no duraría mucho allí, ver su bronceado cuello al descubierto no ayudaba en nada.

En el camino hacía su laboratorio se cruzó a uno de sus hermanos menores, el mayor de los trillizos: Raito, quien al verlo no dudó en preguntarle sobre la recién llegada a la mansión. Luego de haberse presentado ante todos, el segundo Sakamaki la llevó a un recorrido por la mansión, quitándole toda oportunidad de hablar con ella libremente. Aunque sabía por qué lo hizo, el misterioso aroma que desprendía no solamente lo sintió él, todos los presentes lo hicieron y conociendo la necesidad de cada uno, Perséfone no hubiera durado ni cinco minutos más allí sentada.

───Oe, Reiji-kun, ¿qué es lo que pasará con esa bitch-chan?─── preguntó el castaño en su típico tono gatuno, con una sonrisa lujuriosa en su rostro. ───¿No te la querrás quedar solo para ti, verdad?─── Canturreo.

El anterior nombrado lo miró con desagrado, haciéndose hacía un lado para seguir con su camino mientras hablaba.

───Perséfone es una invitada especial, no una novia de sacrificio. Esa persona ha dejado claras órdenes de que no debemos tocarla hasta que no sea el momento. ─── Respondió. ───Así que compórtate, Raito, y prepárate para ir al instituto.

El vampiro del sombrero chasqueo la lengua y prosiguió a caminar, le importó poco y nada lo que su hermano mayor le indico. Quería pasar un buen rato y él no se lo iba a impedir.

Por otro lado, Perséfone se encontraba desvistiendose haciendo que lo único que cubra parte de su cuerpo sea un conjunto de lencería negra, decidió prepararse para el instituto a la vez que ordenaba las cosas en su nueva habitación, ambientandola a su gusto, por lo que cuando encontraba una nueva decoración se paseaba por el cuarto semidesnuda buscándole un nuevo lugar. Se encontraba tranquila al hacerlo hasta que un escalofrío recorrió toda su columna vertebral y se volteó bruscamente en dirección a la puerta: no había nadie pero la sensación de que alguien la vigilaba continuaba allí.

"¿Será alguno de los Sakamaki? Claramente es uno de ellos."

Sus carnosos labios se curvaron en una sonrisa ladina y soltaron un suspiro y se sentó en la esquina de la cama, tomando las pantimedias negras y colocándolas hasta la mitad del muslo. ¿Cuál de todos sería? La punta de su nariz se arrugó un poco, siempre tuvo un sentido del olfato muy agudo, y al instante supo de quién se trataba.

───Oh, Raito-san~ no hace falta que te escondas. ─── Canturreo divertida, agarrando la camisa blanca para empezar a abotonarla aunque unas frías manos contrastaron con la calidez de su piel y le provocaron una pequeña exclamación. ───¿Puedo ayudarte con algo, Raito-san? Debo prepararme para el instituto, ¿tú no?─── Preguntó, girándose levemente para quedar aún más cerca de este.

Al susodicho se le estaba haciendo agua la boca, por supuesto que era una invitada especial, aquél aroma no era algo común. Era exquisito, atrapante e incluso candente, algo los llamaba hacía ella y su sangre, unos impulsos que no le iban a permitir detenerse una vez que logrará clavar sus finos colmillos en el cuello de la diosa. Quería cada gota de Perséfone, hundirse en lo más profundo de ella.

Las manos del muchacho acariciaron descaradamente pero sutil la cintura desnuda de la azabache, notando partes de un gran tatuaje que capturó toda su atención, ¿de qué se trataba?

───Oh, Princesa-chan, ¿tienes un tatuaje?~─── Preguntó en un susurro, acercándose al rostro de la diosa mientras reforzaba el agarre en su cintura, ganándose un leve quejido de sorpresa. ───Aunque creo que en tu piel mis marcas te quedarían jodidamente bien, así que dime ¿por dónde quieres que empiece?

El hecho de que la voz normalmente gatuna y levemente aguda de Raito cambiará a una grave tan de repente provocó un sonrojo en el rostro de Perséfone mientras su sonrisa ladina dominaba su rostro. Estaban tan cerca el uno del otro, acababan de conocerse hace solo unas horas, ¿tan rápido habían caído a sus pies sin siquiera haber hecho nada? asombroso, cada día el poder de los encantos que tenía gracias a su tía Afrodita, aumentaban.

La diosa se apartó de él, alzando una ceja disgustada. Si bien el atractivo del muchacho era indiscutible y su propio cuerpo era irresistible, ¿qué le hacía creer a Raito que sería tan fácil tenerla? 

───No tan rapido, Raito-kun, ni siquiera hice nada y ya estas a mis pies ¿no prefieres hacer el juego un poco más interesante?─── Se quejó Perséfone. ───Si quieres algo fácil te puedes conseguir a otra chica pero conmigo esos juegos no van, ¿si, cariño? Ahora anda, sal de mi habitación por favor, no quiero darle una mala impresión a Reiji-san llegando impuntual.

El castaño no tuvo ni tiempo para quejarse ya que en menos de un suspiro ya se encontraba fuera de la habitación de la joven. Este rió mientras continuaba su camino hacía su propia habitación, sin dudas que se iban a divertir entre ellos.

───¿Por qué eres tan especial, Perséfone? ¿Qué es lo que quiere nuestro padre de ti?

Cuando el vampiro se fue, la griega continuo vistiendose pero con un pensamiento rondando por su mente. Raito tenía un olor especial, muy particular, muy... familiar. ¿A quién le haría acordar?

Las risas se escapaban de los labios de Perséfone mientras hablaba —en griego— por teléfono con uno de sus grandes amigos del Olimpo: Eros, el dios del amor.

───¡Te lo juro por Gaia! Este muchacho parece una copia vampírica de Zeus, ¿puedes creerlo? ─── Se burló la azabache, sentándose en la punta de su cama, hace rato ya se había terminado de preparar solo estaba esperando que alguno de los Sakamaki les avisará que era momento de partir. ───Dijo explícitamente, mis marcas te quedarían jodidamente bien, y yo me quedé ¿bueno? ya sabes, estoy 100% segura de que se trata de uno de esos mujeriegos que promete demasiado pero hace poco, aunque debo admitir que es bastante guapo.

───¡Ay, cariño! Ya sabes, de los hombres nunca tienes que confiar, al fin y al cabo terminan siendo una basura con las mujeres, por eso mismo ya ni me preocupo por flecharlos, son flechas mal gastadas. ─── Se quejó el dios, quien en ese momento se encontraba acomodando su mazo de tarot sobre su altar, barajando el mazo. ───¿Cómo dices que se llama?

Hasta que dos cartas cayeron.

───Raito Sakamaki.

Y en ese momento, Eros supo de qué se trataba.
El diablo y los enamorados.

"¿Qué tenemos aquí, pequeña Perséfone?" Pensó el hijo de Afrodita.

───Mmm, no me suena para nada, todavía no lo fleche ¡gracias a los dioses!

Justo en el momento en el que la hija del dios del Inframundo iba a responder, un fuerte aroma llegó a sus fosas nasales, un olor familiar que le provocó náuseas. Era asqueroso.

───Debo irme, Eros, ¡te llamó luego! ─── Se despidió, cortando la llamada mientras se levantaba, acercándose a la puerta para dirigirse a la planta baja, dónde creía que era de dónde provenía el olor.

Justo en el momento de salir del cuarto, se cruzó nuevamente con Reiji, quien al verla se acomodó los lentes sobre el puente de la nariz. La había escuchado momentos antes, ¿cómo diablos sabía hablar griego antiguo?

───¿Uh? ¿Te puedo ayudar en algo, Reiji-san?─── preguntó suavemente la mayor, acercándose a las escaleras.

───Disculpa mi atrevimiento pero, ¿usted sabe hablar griego?─── Preguntó el vampiro, sorprendiendola. ───Acabo de pasar por aquí y la escuche hablarlo, solo se me hace algo... interesante que la gente en la actualidad lo sepa, más aún tratándose de un griego antiguo.

Perséfone entrecerró los ojos, pensando en qué podría decirle pero nuevamente aquel asqueroso aroma inundó su nariz, provocandole una expresión de asco. Chasqueo la lengua y bajó unos escalones mientras le respondía al contrario:

───No hay muchas explicaciones para eso, Reiji-kun, ¡si quieres luego te lo enseño!─── Exclamó, llegando a la planta baja donde el hedor era cada vez más fuerte.

Escaneo la sala con la mirada hasta que finalmente dió con el origen del olor tan familiar y desagradable, una joven humana o al menos mitad humana. Su pecho le dio una punzada y recuerdos de hace años comenzaron a aparecer en su mente de un momento para el otro. Recuerdos para nada lindos, recuerdos de la muerte de su amada madre. Aquella joven de cabello de oro tenía el mismo aroma que ella y lo detestaba profundamente.

───¡Hola, linda! ¿acaso estás perdida?─── Preguntó con una amabilidad claramente fingida, acercándose a la recién llegada con pasos que hacían resonar sus tacones en el suelo.

La humana tragó saliva al ver a la azabache, se sintió completamente intimidada y vulnerable ante la presencia de ella. Desprendía un aire de firmeza y oscuridad que la aterraba.

¿Quién demonios eres, pequeña mentirosa?

( . . . )

Yui Komori se revolvió incómoda en el sillon bajo la fría e intimidante mirada de Perséfone. Se encontraba más pálida de lo normal y sus manos temblaban levemente por los nervios, ¿estaba en la dirección correcta o el chofer se equivocó en una curva?

───¿Cómo habías dicho que te llamabas, caramelo? Perdóname, soy algo distraída con los nombres. ─── preguntó la azabache soltando una risa avergonzada: no conseguiría nada si la humana le tenía miedo. ───Yo soy Perséfone Ravenlow, ¡parece que seremos compañeras después de todo!

───Y-Yo soy Komori Yui, un gusto Perséfone-senpai.─── Respondió tartamudeando la rubia. ───Pero creo que estoy en la dirección incorrecta, según mi padre y la iglesia-

"¿Iglesia? ¿Esta chica viene de la iglesia? Puede que esa sea la razón de su asqueroso olor." Pensó la griega, sonriéndole a la contraria.

───Estoy buscando a la familia Sakamaki, mi padre los nombró en la llamada que tuvo conmigo, él dijo que ellos me acogerían por unos días. ─── explicó Yui algo confundida. ───Pero veo que tu no eres una Sakamaki ¡así que debo irme! Disculpe la interrupción, Perséfone-senpai.

───Ella no es una Sakamaki pero yo sí.─── Un tercero se hizo presente en la habitación, detrás de la susodicha, se posó Reiji quien escaneo con la vista a la recién llegada. "¿Esa persona se olvidó de contarme sobre ella, acaso es una novia de sacrificio? No logró entender nada de ese tipo." Se quejó el vampiro mentalmente. ───¿En qué te puedo ayudar?

Poco a poco los presentes se fueron sumando y la pobre mortal se encontraba intimidada por completo, las palabras no salían enteras de sus labios y no sabía cómo explicarse correctamente. Los muchachos eran bastante extraños, se apegaron a ella al instante, lamiendole la mejilla y acariciándole el pelo, arrebatándole gritos de sorpresa.

Finalmente Shu habló, explicando la situación de la muchacha rubia.

───Esa persona dijo que enviaría a una persona invitada de la iglesia, ella es la nueva novia de sacrificio. ─── explicó, abriendo levemente sus ojos, mirando a las recién llegadas, inspeccionando el cuerpo de las féminas.───Ah, esa persona dijo que no la matemos como a las demás.

───¿Novia de sacrificio? Uh.. mi padre jamás nombró algo así, ¡debe haber alguna confusión, lo llamaré! disculpen las molestias. ─── Yui trataba de escapar de esa mansión a toda costa, estaba aterrada por lo que le podrían hacer, realmente su padre nunca le explicó que ella sería una novia de sacrificio. Tomó su teléfono pero al instante fue arrebatado por Ayato, quien lo levantó sobre su cabeza sabiendo que está no podía llegar. ───¡Por favor, devuélvelo!

Antes de que siquiera el pelirrojo se burlara de esta, Subaru tomó el aparato electrónico y lo rompió en pedazos al instante, sorprendiendo tanto a la humana como a la diosa.

"Por todos los dioses, estos chicos necesitan un exorcismo urgentemente". Pensó Perséfone agarrando una manzana del decorado que se encontraba sobre la enorme mesa de la gran sala. Antes de llevarsela a la boca, la inspeccionó con la mirada: era muy roja y demasiado brillante, qué irónico que fuera ella quien mordiera la manzana en ese momento.

Al estar tan metida en sus propios pensamientos, no se dió cuenta cuando fue que Yui corrió en un intento de escapar y tropezó, haciendo un ruido seco al caer contra el suelo, De un momento a otro, las energías se sentían mucho más pesadas en el ambiente, por lo que la azabache se dispuso a levantar la mirada de la fruta, encontrándose con todos los hermanos Sakamaki observando a la humana como si de un pedazo de carne se tratara: Komori se había raspado la rodilla, sangre salía de la pequeña herida. Si bien solo era un hilo de sangre, esa pequeña cantidad bastaba para avivar el hambre de los vampiros.

───Corre, pequeña Yui-chan. ─── Murmuró para ella, dándole un mordisco al fruto. En ese momento, la rubia salió huyendo de allí y poco a poco los vampiros la fueron siguiendo, aunque para su sorpresa, el rubio permaneció allí junto a ella. ───¿Tú no la vas a perseguir también? Pensé que los vampiros eran súper rápidos y ágiles.

───Eres igual de tonta que ella al creer mitos humanos como esos. ─── Respondió el primogénito. ───No tengo por qué correr detrás de ella, al fin y a cabo, no tiene escapatoria. Al igual que tú.

La fémina soltó una corta carcajada, dejando la fruta a un lado.

───No te confundas, cariño, yo puedo ir y venir cuando yo quiera. Soy un alma libre, no soy una de sus novias de sacrificio. ─── Replicó. Llevando su mano derecha hacía el rostro del vampiro.

Shu se apartó levemente, levantándose del sillón en el cuál estaba recostado. Tomó la mano de la diosa y tomó su muñeca con fuerza, tironeando de ella hasta que acabó con pegarla a él, robándole una exclamación.

───Sin embargo, por algo estás aquí, ¿no es así? No pienses que soy igual de imbécil e ignorante que mis hermanos, sé muy bien quién eres, y tú también sabes quiénes somos nosotros.─── Susurro con la voz grave.

───No tengo idea de lo que estás hablando, Shu-san. ─── Dijo, haciéndose la desentendida. ───Oh, espera lo había olvidado, ¡vampiros, auxilio, vampiros!

───Deberías disimular más, diosa griega.

Con esas palabras, el rubio desapareció en un abrir y cerrar de ojos. Se había quedado atónita y muy sorprendida, ¿en qué momento pasó y cómo lo notó? No dió ningún indicio de ser una deidad, ¿acaso su padre les informó sobre eso? En todo caso, le debió haber informado pero... solo Shu parecía saber, Reiji no tenía idea de lo contrario no hubiera preguntado si sabía hablar griego antiguo.

───Parece que no solo me divertire con Raito-san. ─── Se dijo a ella misma en un murmullo, terminando de comer la manzana entre sus manos. ───Qué emocionante.

Al igual que el Sakamaki, la azabache desapareció en un instante, terminando sentada en la cama de su nueva habitación temporal. Perséfone había subestimado demasiado a los Sakamaki, al igual de que Shu se enteró de su "verdadera" identidad, Raito se escabullo entre las columnas y escucho absolutamente toda la conversación de la fémina con su hermano mayor.

───Que fácil y rápido te has hundido tu solita, Perséfone.─── Pensó en voz alta el pelirrojo con sombrero, soltando una de sus cortas risas ya típicas de él mientras se dirigía a su habitación. ───Nos divertiremos tanto~

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