Capitulo 56

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Valentina POV

Los meses habían pasado y todo me parecía tan irreal, yo había vuelto a la total normalidad... aún no conducía mucho pero entre entrevistas y sesiones de fotos mi situación económica se mantuvo estable y mucho mejor que antes. Era el mes de diciembre y la navidad se acercaba. Oli, Juliana y yo habíamos decorado el apartamento de tal manera que se veia totalmente acogedor y navideño, nuestras vidas eran la definición exacta de perfección y, lo único que me preocupaba ahora, eran los regalos.

- ¡Val! - gritó Juliana desde el cuarto.

- ¡Ya voy!

Dejé el libro que leía en la mesa de la sala y caminé hasta la habitación, al pasar por la de Oli, ella seguía durmiendo plácidamente lo que me hizo sonreír.

- ¿Sí?

- Mi madre quiere que confirmemos lo de la cena por navidad en su casa, ¿le dijiste a tu familia?

- Sí, ellos irán - sonreí y me recosté en la cama.

Ella sonrió de vuelta y tecleo algo en su teléfono para luego dejarlo sobre la mesa y caminar hasta la cama. Se recostó boca abajo y se apoyó con sus codos, bastante cerca de mí. Yo le sonreí y acaricié su rostro con mis dedos suavemente. Al mirarla tan atentamente me di cuenta de lo hermosa que era, aunque ya lo sabía. Pero ella era perfecta, sus ojos chocolate, sus cejas, su cabello, su nariz, su mentón, sus mejillas y, mi favorito, sus labios. Miré con mucho detalle cada rasgo, queriendo guardarla en mi memoria para siempre...

- No hagas eso. - susurró.

- ¿Qué?

- Verme de esa manera... - tapó su rostro con sus manos.

- ¿No te gusta que te mire?

- No es eso... - bajó sus manos y sonreía - Es solo que... nadie me había visto así nunca. Tus ojos brillan más de la cuenta cuando lo haces y puedo ver tanto en ellos. Es encantador y hace que mi corazón se vuelva loco.

Sólo sonreí y me acerqué más a ella juntando nuestros labios en un beso suave y lento. Cómo quien besa sabiendo que habrá más. Yo le había entregado mi vida a Juliana y no podía estar más segura en otro lugar que no fuese ella. Había soñado infinidades de veces en un amor que me hiciera sentir bien, pero jamás había imaginado que sería de esta manera. Esto más que bien, resultaba perfecto. Ella había logrado desequilibrarme y centrarme al mismo tiempo y eso muy pocas personas lograr hacer.

- Cuando te conocí - empecé a decir al romper el beso - Me gustaste tanto... Cuando llegué a tu empresa me maldije por tener que ir a el lugar con la dueña más sexy - ella rió - Estuve a punto de entrar en pánico varias veces y Lorena siempre me calmaba diciendo que no podías ser totalmente heterosexual... Pero incluso así yo nunca imaginé poder tenerte de esta manera.

- Cuando tú fuiste a mi oficina, yo ya te conocía. - vi cómo se ruborizó y capturó toda mi atención.

- ¿Cómo? – Definitivamente yo no a habría olvidado si la hubiera conocido antes.

- Una vez fui a una carrera callejera. Scar me convenció de ir porque debíamos divertirnos esa noche. Recuerdo haberte apostado como ganador, sin saber que eras tú, solo me gustaba tu auto - sonreí - Tú ganaste ese día y cuando te bajaste quedé totalmente encantada contigo. Recuerdo haberme cuestionado mi sexualidad esa noche y ni siquiera me hablaste, pero quise tenerte. Luego no volví a verte y cuando estuviste en mi oficina te veías tan.... Dios. - reí.

- O sea que sabias que yo no era una profesional... - Ella asintió - Y también sabías que esas medallas y trofeos tampoco eran míos.

- Oye - me golpeo el brazo - eso no lo sabía.

- Ups.

Ella puso los ojos en blanco y sonrió.

- Entonces... ¿Dices que pude haberte tenido desde mucho tiempo atrás?

- Eso no lo sé... Quizás. Pero si me gustabas. Fuiste mi crush en algún momento.

- Debí haberte visto esa noche, seguramente hubiera corrido detrás de ti.

Estuvimos unos minutos más hablando sobre el pasado, ella me contaba algunas cosas, al igual que yo. Disfrutaba cada momento con ella y, cuando reía, era mi momento favorito. Escuchamos la puerta abrirse y enfoque mis ojos hacia ella. Oli venía un poco adormilada y yo amaba verla así. Era tan adorable.

- Mamá tengo hamble.

- Se despierta con hambre, es igual a ti - me dijo Juliana y yo reí - Ven, cielo. Ya Val nos hará algo de comer. ¿Si? -esto último me lo dijo a mí con un puchero.

- Está bien, iré yo. - sonreí.

Luego de que yo les prepara algo de comer y lo acabáramos entre las tres, nos subimos a la cama para ver una película de navidad que pasaban.

Para Oli, Diciembre era un mes mágico. Las luces, los regalos, santa, todo le gustaba. Y a mí también; la gente en navidad solía estar más feliz por las calles y era agradable.

- Oli, ¿que le pediste a Santa? – le preguntó mi morena a Oli acariciando su cabecita.

- Dibuje unas cosas mami pero no puero decilte poque es un sepreto entre Santa y yo.

- Secreto, cariño. Y está bien espero que te traiga muchas cosas. - sonreí.

Esa misma noche, luego de que Oli se quedara dormida, decidimos abrir la carta que la más pequeña había colocado en el árbol de navidad. Era realmente tierno aquellos dibujos que había hecho, claramente eran de una niña y le daba un toque encantador. La hoja tenía dibujado varias personas y, en un principio, creímos eran muñecas pero nos dimos cuenta que eramos nosotras porque había dibujado mis ojos azules y le había hecho un vestido a Juliana. Había dos personas más, ella y otra... parecía un lazo lo que traía la otra persona, pero no lo sabía muy bien.

- Oh por Dios.... – dijo Juliana llevándose las manos a la boca.

- ¿Qué?

- Quiere una hermana.

Los ojos de Juliana se llenaron de lágrimas y podía sentir el nerviosismo correr por mi cuerpo. La abracé y ella suspiró fuerte, yo la dejé que se calmara entre mis brazos.

- Imagino que - limpió sus lágrimas - luego de estar tanto en una casa rodeada de niños, le hace falta eso....

Yo sólo asentí mientras seguía viendo la carta.

- También quiere un carro - lo señalé y sonreí.

- Le compraremos uno pequeño. Acorde a su edad - asentí.

- Yo solía pedir un carro, cada navidad... - sonreí triste - Pero nunca llegó. Y me molestaba tanto con Santa cuando era pequeña porque siempre me llevaba algún chocolate o cualquier cosa, menos lo que pedía... Al crecer y darme cuenta que eran mis padres, les reclamé varias veces mi auto, luego que madure, simplemente agradecí cada pequeño detalle que tenían conmigo.

Juliana se acercó y limpió una lágrima que corría por mi mejilla. En la otra mejilla, simplemente besó aquella lágrima y ese pequeño gesto había hecho que mi corazón estuviera latiendo como loco.

- Quiero darle a Oli todo lo que quiera, y sé que ella no se volverá una niña malcriada porque te tiene a ti para criarla. Y si tenemos otra niña o niño me convertiría en la mujer más feliz del planeta.

- ¿Realmente considerarías tener otro hijo? – me preguntó.

Me encogí de hombros y asentí.

- Ya lo había pensado antes y... Quisiera tener esa experiencia, no lo sé...

- Yo... Ya lo había pensado también y, quiero tenerlo. Traer alguien al mundo debe ser... Increíble.

- Que bueno que quieras tenerlo tu porque me aterra eso – dije riendo, las ventajas de ser dos mujeres, es que si una no quiere embarazarse, la otra puede, claro, siempre que sea en común acuerdo.

- ¿Te seguiré gustando con muchos kilos de más, Val?

- Te verás hermosa, mi amor.

Ella sonrió y besó mis labios sentándose a horcadas sobre mi. No sé por cuanto tiempo, pero los besos comenzaban a tener efecto por todo mi cuerpo.

- Deberíamos hacer el bebé ahora... Ya sabes... - besé su cuello

Escuché la carcajada que soltó Juliana y me uní, riéndome contra la piel de su cuello.

Ella me hizo el amor a mi, y yo a ella hasta que el cansancio pudo más que nosotras.

[...]

Los días habían pasado y hoy habíamos quedado que iríamos al doctor para que Juliana pudiera hacerse el tratamiento y quedar embarazada. Debía recogerla en su oficina mientras Dona, que ya había vuelto de África, cuidaba de Oli.

Llegué a su oficina a las dos en punto, saludé a Belen y me dejó subir sin aviso previo. Al llegar a su piso, noté que había una nueva secretaria, joven y bonita, ella frunció el ceño al mirarme.

- Buenas tardes, ¿Se le ofrece algo?

- Hola... Vengo a ver a Juliana. - dije casual.

-Está en una reunión ahora mismo con el señor Valdés. Si gusta puede esperar.

- Si, gracias. - me senté.

- ¿Es usted amiga de la señorita? - la miré- Digo... Porque la ha llamado directamente por su nombre.

- ¿No me conoces?

Ella negó. Y yo me levanté acercándome a ella.

- Valentina Carvajal, mucho gusto...

- Eudi Ferrer. - apretó mi mano.

- Y no soy una amiga, soy su novia.- sonreí y volví a sentarme.

- ¿En serio? - asentí - Vaya... Pensé que estaba soltera.

Elevé una ceja.

- No lo está.

- Por ahora... – susurró, pero la escuché.

- ¿Qué has dicho?

En ese momento, Juliana y Macario salieron de su oficina.

- Valentina... Qué gusto verte. – Macario besó mi mejilla - Ya debo irme, cuidense.

Se despidió de ambas y hasta de la secretaria, que ya no me caía bien ni me parecía bonita.

Apenas Macario subió al ascensor y las puertas se cerraron, Juliana se acercó para un beso corto, pero la tomé de las mejillas y alargue el beso, mi lengua rozó su labio inferior y ella permitió profundizar aquel beso, sólo nos separamos porque el aire comenzaba a faltarnos.

- Wow... Hola para ti también.-

Sonreí y dejé otro beso corto y rápido en sus labios. Elevé la mirada y vi a su secretaria viéndonos. Qué rara es. Vi las mejillas de Juliana ruborizarse porque notó también que su secretaria nos había estado viendo.

- Hasta mañana Eu. Ya no volveré por hoy.

¿Eu?

- Hasta mañana, July.

¿July?

- Juliana... Se llama Juliana. - le dije más cortante de lo que quería.

- Le permití que me dijera así, odio las formalidades con mis secretarias.... - dijo suavemente.

Vi como aquella idiota sonreía.

- Vámonos, Juliana.

- Si... Adiós.

Yo no me despedí, simplemente caminé hasta el ascensor y apreté el botón esperando que Juliana subiera. Ella sujetó mi mano, pero yo no dije nada. Ni siquiera cuando subimos al auto dije algo, simplemente conduje hasta la clínica.

- ¿Estas molesta?

Negué con la cabeza esperando que el semáforo cambiara. No estaba molesta con ella. Me molestaba su secretaria y aquel "Por ahora..." hacía eco en mi cabeza.

- Llegamos...

Antes de que pudiera bajarme ella sujetó mi brazo y me hizo voltear, mirándola.

- ¿Que sucede?

- Nada.

- Valentina... Te conozco.

- No pasa nada, Juliana.

Ella suspiró y besó mis labios, cortamente. No insistió más y se bajó del auto, yo la seguí de cerca. ¿Eudi se convertiría en un problema para nosotras?

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Para ti Jessivil123  

Esta historia NO me pertenece, es una adaptación realizada con la autorización de su autora Laurendruxgs


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