Capitulo 60

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Valentina POV

- ¿Como que "es él"? ¿Quién?

Yo intentaba encontrar la mirada de Juliana pero ella estaba mirando a todos lados, nerviosa y temblando. Yo no podía procesar lo que sucedía y sólo me limité a intentar calmarla. La abracé fuerte y ella me correspondió hundiendo su rostro en mi cuello y suspirando fuerte.

- Cuando yo estaba en aquel feo lugar... - comenzó ella calmadamente - entró a la habitación uno de los que creo era el líder porque daba órdenes y me insultaba, me apuntaba con su arma y me amenazaba con Mariana, contigo, con todos. Su voz... jamás olvidaré su voz. Nunca le vi, Valentina. Pero su voz... Es él.

La ira comenzaba a apoderarse de mi nuevamente y aunque ya sabía de quien hablaba, debía ella decírmelo.

- ¿Quién, Juls?

- El papá de Daniel, el Sr. Cuandon.

Ella volvió a abrazarse a mí y yo la sujeté fuerte mientras acariciaba su cabello. Debíamos hacer algo ahora que sabíamos quien estuvo detrás de toda aquella pesadilla. ¿Pero qué? No teníamos pruebas. El testimonio de Juliana no bastaría para meterlo en la cárcel pues su abogado podría alegar que sin pruebas, podría ser la voz de cualquiera. Lo primero, sería hablar con Macario pero él... ¿nos creería? Yo debía proteger a mi familia y ahora que Juliana estaba temblando en mis brazos sólo quería irme, buscar a Oli y dormir juntas.

Pero jamás imaginé que eso no sucedería.

Juliana me pidió volver a la mesa y yo jamás solté su mano, pese a que todos nos veían. Todas las personas que trabajaban para Juliana estaban sobre una gran mesa y, aunque ya sabían la noticia, vernos así supongo que fue diferente. Nos sentamos en la punta, junto a Macario y a Lupita. Juliana a mi izquierda y los Cuandon frente a nosotras. ¿Como pueden ser tan cínicos? ¿Cómo puedo yo estar aquí sin golpearlos? Juliana tenía sujetada mi mano por debajo de la mesa y Daniel no dejaba de mirarla. La comida se sirvió y, luego de unas palabras alentadoras por parte de Macario, comenzaron todos a comer. Me acerqué a Juliana y le susurré un buen provecho, mi vida. Seguido de un corto y casto beso en los labios, como siempre hacíamos cuando íbamos a comer. Al mirar nuevamente al frente los labios de Daniel formaban una delgada línea, lucia molesto y algo le susurró a su padre quién asintió y llamó a uno de sus guardias, susurrándole algo en el oído también para luego irse. Le reste importancia y trate de concentrarme en Juliana quien se había relajado un poco.

- Prueba esto...

Tomó algo con su tenedor y lo llevó hasta mi boca, yo lo comí y sonreí pues estaba delicioso. Le pedí que me sirviera un poco sobre mi plato y ella con gusto lo hizo. Había varias parejas hablando como nosotras. Macario con Lupita. Un par de oficinistas. Eudi con Belen. Y todos lucían felices. Excepto el chico con cara de modelo frente a mi. Pero no quise darle importancia y dejé de mirarlo. Cuando llegó el postre, Juliana puso una fresa frente a mis labios y yo la mordí, ella comió la otra mitad. Yo corte un poco del brownie que estaba en mi plato y, junto con helado, lo puse frente a ella, me dedicó una sonrisa hermosa y comió. Como había demasiado para probar, Juliana comenzó a ligar varios postres y nunca le importó que estuviéramos en público, aunque todos estaban en su propio mundo.

- Prueba tu primero. – me dijo.

- Vale...

Ella lo puso en mi boca y me miro expectante. Yo asentí y sonreí mientras lo terminaba de comer.

- Está realmente bueno.

- ¿En serio?

Yo asentí.

- Me lo diste a mi primero sólo por si sabía mal, ¿cierto?

Juliana soltó una carcajada y yo le seguí. No había nada mejor que escucharla reír. Al levantar la mirada por detrás de Juliana, Eudi nos veía. Pero al notar mi mirada en ella, volvió a enfocarse en Belen.

- Fue exactamente así pero sabía que te gustaría. Siempre te gusta lo que yo hago.

- Tienes un punto. - sonreí.

Ella se acercó y juntó nuestros labios provocando que yo sonriera contra los suyos. Me gustaba esta Juliana. La que no le importaba nada ni el que dirán.

- Ya deberíamos irnos, me debes algo ésta noche. - susurró en mi oído izquierdo.

- Andando.

- Pero... Debemos buscar a Oli. Así que tienes que ser silenciosa.

Rió y yo negué mientras sonreía.

Escuché unos pasos acelerados, y miré en dirección al ruido. Dos hombres de traje se acercaron a Macario diciéndole algo que no se escuchaba. La mirada del padre de Juliana se transformó en completo terror. De pronto, más hombres corrían hasta el lugar. Entre ellos, el guardaespaldas de Juliana quien se sitúo detrás de ella.

- ¿Que está pasando? - preguntaba Juliana.

Macario se levantó de golpe cogio su teléfono. Lupita nos miró pero ella tampoco entendía. Dos hombres más se sumaron al lugar, uno detrás de Lupita y el otro detrás de mí, como protegiéndome. Miré a Juliana y su mirada mostraba miedo, tomé su mano y miré alrededor, nadie decía nada. Todos miraban aquella cantidad de hombres grandes y en traje protegiendo a los Valdés. Y a mí. De pronto, un disparo se escuchó y todos gritaron alarmados. Los hombres a nuestro alrededor subieron sus armas y yo cubrí a Juliana.

- ¿Que pasa, Val?

- No lo sé, Juls, no lo sé.

Subí la mirada y ni Daniel ni su Padre estaban en el lugar.

- Debemos irnos, Señorita Juliana. – le dijo Jason y tenia razón, no era seguro estar aquí.

Ella asintió y tomó mi mano. Nos levantamos, pero ella miró alrededor...

- Saquenlos a todos, o llevenlos adentro, a un lugar seguro. – ordenó Juliana.

- Lo haremos, pero no es a ellos a quienes buscan. Ahora vámonos.

- Vamos, Juliana. Ellos estarán bien.

Juliana asintió y corrimos hasta una camioneta mientras más disparos se escuchaban. Yo no entendía nada. ¿Quiénes eran? ¿Qué querían?

- ¿Donde están mis padres?

- En aquella camioneta que está al frente. – Jason señalo a la camioneta negra de lujo que estaba frente a nuestro carro.

Cuando esa se puso en marcha, nosotros también.

- ¿Que está pasando? – preguntó Juliana

- Llegaron varias camionetas y mataron de una puñalada a uno de nuestros hombres. Nos dimos cuenta cuando estaban dentro, por suerte.

Sujeté la mano de Juliana y ella me miró, asustada.

- Tranquila mi amor.

- Llévame a casa de mis padres.

- Tengo órdenes de llevarla a un lugar seguro.

- Tienes nuevas órdenes y no lo repetiré. Llévame a casa de mis padres. Ahora.

Él solo miró a Juliana por el retrovisor. Hasta a mi me asustaba la Juliana mandona. La camioneta en la que nosotros íbamos cambió su rumbo y segundos después una llamada entró al celular conectado en el altavoz del auto.

- ¿A donde creen que van? – era Macario.

- Voy a buscar a mi hija.

- Juliana, es peligroso.

- Precisamente por eso.

Hubo un silencio y luego un ¡No! Se escuchó por la línea.

- ¡Papá!

- Llévame a casa, Josh. - se escuchó, pero él no hablaba con nosotras.

- ¿Papá?

- ¿Qué pasa Macario? – se escuchó la voz de Lupita.

- Entraron... Entraron a casa.

Mi corazón se aceleró y miré a Juliana quien parecía estaba en shock.

- ¡RÁPIDO, ACELERA!

Le dije desesperada al guardaespaldas que no tenía la culpa, pero era mi hija de quien hablábamos. No. Por favor, que no le pase nada.

Juliana cubrió su rostro con sus manos y comenzó a llorar. Yo la miré e instantáneamente la cubrí con mis brazos, el nudo en mi garganta se hizo fuerte tan sólo de pensar en perder a mi pequeña.

Papá, por favor, que no le pase nada. Protege a mi bebé, te lo suplico. - rogué en mi mente, con una lágrima en la mejilla.

A veces, cuando alguien importante en tu vida está en el cielo, creemos que puede protegernos o que siempre está ahí, ya sea en las buenas o en las malas. Y es así. Mientras más ames a esa persona y más creas que puede cuidarte, así será, aunque no esté, te estará cuidando.

Y, en éste caso, yo le rogaba por que cuidase a mi bebé.

No noté el momento en el que habíamos llegado sino hasta que Juliana me soltó y se tiró del carro. Yo hice lo mismo y, aunque pensé que mis piernas no me responderían, lo hicieron. Vi una ambulancia y me asusté sobremanera. Vi patrullas policiales y mi corazón quería salirse. Corrí en dirección a la puerta, pero unos brazos me detuvieron...

- ¡Sueltame! – ambas gritamos al mismo tiempo

A ambas nos habían agarrado un par de policías y las dos lucíamos desesperadas por entrar.

- ¡Soy la dueña de esta mierda, suéltame!

- ¡Suéltala! - fui hasta donde ella y el policía pareció reconocerla.

- ¿Valdés?

- Sí.

- Dejenlas pasar. - dijo el comandante.

Pasamos y él se posó frente a nosotras.

- Necesito que me den una información.

- Diga...

- En la casa, encontramos a dos de los vigilantes muertos más uno herido. También una señora de servicio. Una señora, un poco mayor, herida de bala. Pero no conseguimos a nadie más. ¿Eran todos los que estaban en casa?

- No no no... Había dos niñas... - temblaba al hablar - Una bebé, y una niña....

El comandante asintió y tres hombres entraron a la casa con una orden de buscar. Justo en ese momento Macario llegó.

- Comandante.

- Señor Valdés.

Él comenzó a relatar lo que consiguió mientras que Juliana se desplomó en mis brazos llorando.

- Val... Mi hij... Yo no pue... Mari...

- Las conseguiremos, ¿sí?

Sientes que tu mundo se desploma ante tus ojos y no puedes hacer nada más que esperar. Sientes que tu respiración se atora en tu garganta y te es difícil hasta moverte. Sientes que todo te duele, como si alguien hubiese agarrado tu cuerpo como un saco de boxeo. Pero más que nada, sientes que aquella cosa que bombea sangre a tu cuerpo se está deteniendo y duele... duele como si estuvieran pisoteandolo en el piso. La mitad de mi corazón era Oli y dolía entero porque mi otra mitad estaba llorando desconsoladamente en mis brazos y yo no podía hacer nada.

Luego de unos minutos, los policías salieron, sin respuesta.

- No encontramos nada, señor. - le dijeron a su jefe.

Yo apreté mis ojos con fuerza e inevitablemente comencé a llorar. Alguna de las dos debía ser fuerte, pero, ¿Cómo serlo cuando sientes que tú pequeña niña está en peligro?

- La señora mayor que estaba aquí, ha sido transladada al hospital más cercano, señor Valdés.

- Nana... - susurró Juliana y presionó más su cuerpo contra el mío.

- Gracias... Necesito que comience la búsqueda de mi hija y de mi nieta.

- Debemos esperar veinticuat... - dijo uno de los policías.

- ¡NO! ¿Acaso no ve lo que ha pasado acá? Deben buscarlas, hoy mismo. – gritó con fuerza Macario.

- El señor Valdés tiene razón - dijo el comandante - Debemos empezar. Voy a desplegar a veinte patrullas, no pueden estar muy lejos.

Macario asintió y yo caminé con Juliana dentro de la casa. La senté en un sofá y comencé a acariciar su barriga mientras lloraba. Esto no era bueno para el bebé, pero no podía hacer más que esto.

Una hora después, Scar y Rach habían llegado e intentaban calmar un poco a Juliana mientras yo caminaba por todos lados. Que sensación tan amarga la que se siente. Mis hermanos también estaban ahí, pero yo no quería hablar con nadie. Había un silencio ensordecedor. Un silencio que molesta, pero nadie quería romperlo. Estaba segura que a todos esto nos dolía mucho más que la vez anterior pero no porque Juliana importase menos, sino porque eran dos niñas, dos criaturas indefensas que sólo empiezan a vivir. E imaginar a esas dos niñas asustadas mientras les gritan, duele. Saber que son un uno con ceros a partir de ahora... una suma absurda de dinero que seguro pedirán, es desgarrador. ¿En qué nos hemos convertido los humanos? ¿Por qué hay tanto odio y maldad? ¿Por qué creerse dueños de la vida de alguien más? ¿Por qué a mi hija? ¿Por qué Mariana? Ellas podían alegrarte con esa sonrisa que tenían y pensar en no verla más, me estaba matando.

Val... – susurró Juliana.

Inmediatamente estuve a su lado y ella me pidió que me sentase a su costado y así lo hice.

- Dime que están bien... Que nada les pasará - susurró y mi corazón decayó.

- Puedo prometerte que haré lo posible porque vuelvan.

- Son apenas unas niñas...

- Lo se... - acaricié su mejilla.

- Mariana hoy estaba tan emocionada porque cuidaría a Oli... – sollozó.

- Te aseguro que la está cuidando...

Juliana asintió y más lágrimas salían de sus ojos. Se inclinó en mi hombro y yo mire a Scar, ella también traía los ojos rojos y jugaba con la mano de Rachel.

- Mariana dijo que la acostaría a dormir junto a ella y la Nana.. pero que antes le enseñaría nuestro pequeño escondite porque algún día ese se...

Se paró en seco y levantó la mirada. Como si algo hubiese recordado. De pronto se levantó y corrió por las escaleras. Yo la seguí por puro impulso.

- Juls.. Juls no corras... Espera...

Ella entró a una habitación. Encendió la luz y luego, abrió una pequeña puerta en la pared que yo no había visto. Se agachó y yo hice lo mismo...

- ¿Mariana? ¿Mary, estás aquí?

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Quedan bien poquitos caps para el final!!! lindo viernes!!!

Esta historia NO me pertenece, es una adaptación realizada con la autorización de su autora Laurendruxgs


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