Ⅰ: El encuentro de la gran potencia

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Mercurii Dies, 10 de enero, 1.855


Él comprendió que el cambio llegaría para perturbar su cotidianidad.

TaeHyung lo sintió como una clara señal que predijo el comienzo turbulento de un día que desde su agitado despertar marcó una incandescente diferencia que hace tanto tiempo a su memoria no volvió, al menos que la recordará de forma consciente.

Su rostro empapado por las lágrimas y el vacío que agitó su pecho lo impulsó a despertar de forma abrupta con una imagen que aún sigue recordando con tanta claridad a pesar del tiempo que ha pasado, sigue presente porque su memoria no olvida con tanta facilidad como quisiera.

Demasiados inviernos han pasado ya y su vida sólo conmemora aquel día cuando sus padres le piden por su presencia y apoyo. Sin embargo, su mente ha decidido adelantarse este año y el recuerdo fue tan intempestivo que lo confundió con un pasado que no es más que una artimaña de los fragmentos vividos que ha usurpado de otras personas.

―Hola mi pequeño Lucifer ―pronunció TaeHyung ante el peso extra sobre el colchón que hasta hace instantes lo acuno con calidez.

Sintió pequeñas pisadas sobre la superficie hasta que los brillantes ojos precedido de un característico maullido tan pequeño y delicado le dio nombre a la presencia de su acompañante felino, que identificó aún más cuando logró enfocar su adormilada mirada en el pelaje blanquecino gracias a la tenue iluminación aportada por la lámpara de lienzo, a la cual le debe cambiar el mechero para que continúe funcionando, incluso así, en medio de la escasa luz amarillenta, reconocería a uno de sus pequeños.

Quien va a él casi que en sincronía cuando despierta, por más dormido que este Lucifer, apenas siente que se levantó, el pequeño gato lo hace igual.

―Estoy bien, no te preocupes, puedes seguir durmiendo ―le continuó hablando a su compañero de esponjoso pelaje que se trepó hasta su pierna que yace estirada en la cama, en donde reposo con delicadeza su cuerpo y sus orbes celestes no le quitaron la mirada de encima como si estuviera determinando la validez de sus palabras.

―Lucifer, estoy bien, solo fue un mal sueño ―volvió a decir acariciando con mimo la cabeza del felino que ronroneo a gusto por las suaves caricias que por poco lo sumen de nuevo en un soporífero sueño. Hasta que su compañero también lo siguió―. Y aquí viene Gabriel ―pronunció estirando la otra mano que no ocupa sobre el pequeño Lucifer que se molesta cuando deja de acariciarlo y procedió a seguir la misma acción con el pequeño de pelaje negro, que lo miró con tanta atención retratada en sus orbes dorados, similares a los propios.

Y en menos de lo que pensó, los dos pequeños que lo acompañan desde hace 6 meses, terminaron rendidos bajo sus caricias y TaeHyung no pudo evitar la sonrisa que estiró sus labios de corazón por el cálido soporte que ambos le aportan al vacío que dejó la presencia de sus padres en la casa familiar que le cedieron como herencia anticipada para que tuviera independencia.

Aunque disfruta de la soledad, un día de los tantos en que su voz llenaba los espacios de su hogar, comprendió que por su bienestar mental debía dirigir sus palabras a un ser viviente más, que aunque no pudiera darle respuesta sí estaría allí mirándolo fijamente en sus tantas divagaciones al día.

―Se supone que tienen su propia cama donde dormir ―enunció con su suave voz barítono que en lugar de entorpecer el descanso de sus pequeños los arrullo más si es que es posible.

Al verlos tan tranquilos, entre sus dedos índice y pulgar de ambas manos, atrapó una de las patitas de cada uno y con total delicadeza frotó las rosadas almohadillas, al mismo tiempo en que diversos recuerdos arribaron a su mente para distraerlo de la perturbación anterior.

Recuerda el primer día en que los llevó a su hogar, tan pequeños y frágiles por el abandono de la madre felina que los sacó de la camada que tuvo. Ellos llegaron sin esperarlos cuando HoSeok le informó que una de sus vecinas estaba buscando quien pudiera quedarse con los pequeños, en especial, por el pequeño de pelaje negro que nadie parecía quererlo dado los estigmas místicos que se le adjudican a su raza.

TaeHyung sin pensarlo lo acogió en compañía del pequeño como la nieve que estaba casi que moribundo, pero bajo sus cuidados y contemplación ambos lograron sobrevivir y ahora son quienes se han adaptado a él. Lucifer y Gabriel, parecen comprender sus emociones debido a las reacciones que tienen especialmente cuando perciben que está agotado o preocupado por alguna situación.

―Ni crean que van a comprarme de esta manera, es inaceptable ―otra vez fue ignorado por sus adormilados acompañantes que en lugar de reaccionar se acomodaron aún más entre sus muslos.

Ellos dos lo rodean con su manto de paz y protección, porque son bastante esquivos con la mayoría de las personas que van a visitarlo, aunque con sus padres y sus amigos más cercanos son los seres más adorables que puedan existir. Como si tuvieran un sexto sentido que incluso los conecta cuando a esas cuadras de llegar a su casa los pequeños maullidos se hacen oír por su pronta presencia.

―Bueno ya fue suficiente, arriba muchachos ―dijo el alfa sujetando a los dos felinos en sus dos manos con sumo cuidado y recibiendo quejas en el proceso―. Se los advertí ―con habilidad empujo las cobijas y se puso de pie con Lucifer y Gabriel entre sus brazos y avanzó hasta el pasillo afuera de su habitación.

Una vez recorrió el extenso corredor, los dejó sobre las pequeñas camas de espuma y recubiertos de tela que mandó a elaborar para que durmieran en total comodidad, las cuales ubicó en el recibidor del segundo nivel, no por elección propia, sino porque ellos una vez que ya podían subir y bajar las escaleras sin problema alguno, marcaron ese como su territorio aunque intentó cambiarlo en un sitio más acogedor y no donde quedan expuestos.

Pero ahora comprende que es la forma de Gabriel y Lucifer para custodiar las tres habitaciones, incluida la propia, que están en el segundo piso, y desde el espacio que hay en el inicio de las escaleras pueden tener un control de quienes entran. Así que los dejó marcar ese lugar como propio.

―Eso es, nos vemos en unas horas. Agradezco que me hayan acompañado ―mencionó acariciando ambas cabecitas con delicadeza para que se durmieran de nuevo, lo cual logró con relativa facilidad.

Götz se puso de pie y se aseguró que aún quedara alimento y agua suficiente en los recipientes metálicos y emprendió el camino de regreso a su habitación.

―Al menos no falta demasiado para que amanezca ―insinuó mirando el reloj de mesa que tiene al lado de su cama y las manecillas marcaron las 04:30 de una cálida madrugada en la que no cree volver a conciliar el sueño con relativa facilidad.

Por lo que, considero reanudar el cuadro que ya lleva unos días pintando entre las diversas capas de óleo que deben secarse muy bien para poder continuar con los demás niveles de la construcción del retrato deconstruido del rostro sin cara que está elaborando para la exposición que muy pronto su mejor amigo llevará a cabo en su galería de arte.

―Terminó de añadir las flores en la base de la cabeza y me voy a dormir un poco ―precisó ingresando a la habitación ubicada en la mitad del pasillo. Espacio que reformó y adecuo como un estudio de arte, además, de coleccionar ciertos tesoros de antaño que debe terminar de pulir y reparar para darle opulencia al pasado que yace maltrecho por el paso del tiempo.

En el momento en que ingresó a la habitación a tientas buscó la lámpara de queroseno que estratégicamente colocó sobre el estante dispuesto a la izquierda de la puerta de entrada previendo este tipo de situaciones nocturnas. Apenas la palpo entre sus manos accionó la perilla para que la mecha logrará empaparse del combustible líquido en la base y para que la presión interna comprimiera el oxígeno y así la llama diera vida.

Una gran llama que iluminó y despertó la magia que reside entre las cuatro paredes del lugar.

―Ahora vamos por las demás ―indicó llevando la lámpara encendida para buscar las otras dos que completa el trío de la iluminación que usualmente precisa durante las noches cuando desea pintar―. Aunque creo que debería añadir otra más, porque no va a ser tan fácil lograr los pequeños detalles de las flores que quiero poner ―divago encendiendo un total de tres lámparas más para posicionarlas en las altas bases de madera que él mismo fabricó.

Termino de alistar los tablones de madera con pequeñas cantidades y variadas en color de los óleos que va a emplear, y los distintos pinceles que deberá utilizar para la técnica que tiene planeada aplicar a las flores que van en la abertura del cráneo que yace vacío a la espera de su creación.

TaeHyung dobló su camisa hasta los codos y aliso con sus manos el delantal totalmente manchado de pintura seca que va a recibir nuevas manchas a la colección.

―Ya estamos listos ―canturreo con emoción al situarse sobre el banco de madera ante el caballete con el gran lienzo que tiene por delante.

Durante más de una hora estuvo inmerso entre el familiar olor del óleo, las mezclas de pintura que creó con ayuda del pincel y el agua que le permitió darle mayor claridad a los tonos que buscaba, en las delgadas líneas de los cuerpos de los crisantemos violetas unidos a las gerberas azules y los tulipanes naranjas que dejó a medias por la complejidad que representan, cada tono y variedad inundaron la superficie del cráneo que comenzó a tomar mayor forma.

Allí en medio de la penumbra y los colores, una pesadilla conocida se desvaneció hasta volver al pasado donde pertenece.

Tal vez no lo pensó muy bien, no en realidad ni siquiera estaba en todas sus facultades de sanidad mental cuando decidió extender esa hora límite que se impuso para avanzar en el cuadro y sumó otra hora bajo el imperante concepto de necesidad para terminar con las diez flores que logró elaborar.

TaeHyung Götz con tan solo media hora adicional de sueño llego justo sobre la hora de entrada a la empresa Die Familie Götz, la constructora que su familia fundó en Alemania, un gran legado de poderío y obras que enaltecen el apellido Götz. En el año 1.825 erigió los primeros cimientos en Inglaterra, aprovechando el auge de la modernidad en Europa posterior al estallido de la Revolución Industrial, disparó con gran urgencia la mano de obra de construcción, además del diseño y el estilo del arte que representó el inicio del siglo XIX.

Y que ahora los ha llevado ante un reto mayor debido a las particularidades propias de la época victoriana en la que resalta la arquitectura ecléctica y gótica, en una combinación de diversas corrientes que toman el pasado y lo representan con un giro moderno y más atrayente.

Situación que requiere un aumento en la capacidad que ya disponen en la filial secundaria en Inglaterra. Solo que deben buscar personal capacitado para la nueva expansión que fue posible gracias al apoyo de su tío Frank, que reside en Alemania.

―Tienes toda la imagen de alguien que no ha dormido lo suficiente ―mencionó el beta desde el recibidor del edificio principal de tres niveles ubicado en el centro de West End.

Cuando vio llegar a su mejor amigo de la infancia en medio de bostezos y pasos aletargados, de inmediato concluyó que el de hebras grisáceas no durmió lo suficiente y se hizo más notorio su estado al tenerlo cerca y detallar la leve coloración marrón bajo sus ojos.

―Esa no es forma de hablarle a tu jefe ―molesto TaeHyung.

―Señor TaeHyung Götz, hijo de Dominic Götz y Bae DooNa, ejemplar alfa de origen alemán y procedencia coreana, veo que tu rostro luce cansado, bastante a mi parecer. Por lo que puedo intuir que te quedaste de nuevo pintando en la madrugada, pequeño demonio ―aludió YoonGi con todo cansino e indiferencia en su expresión, sin tomarle importancia a lo dicho por su amigo y jefe.

Lo que para muchos puede suponer un conflicto, debido a que las relaciones y el trabajo por lo general deben mantenerse separados, allí en la constructora que por sucesión TaeHyung heredó y que ha llevado al siguiente nivel, hay una gran ambiente, una perfecta cohesión entre todos los trabajadores sin importar el rango de posición y la casta que en ocasiones puede representar un conflicto por la lucha de poder que puede darse especialmente entre los alfas.

Es un distintivo que la familia Götz se ha empeñado a través de los años en instaurar en el negocio familiar y por el que ha luchado incansablemente por establecer y mantener en una empresa que está a puertas de inaugurar un nuevo edificio administrativo al lado del principal que va a acoger a los nuevos integrantes que están próximos a llegar.

―Puedo tener ojeras pero es algo que no interfiere en mi belleza natural y que te quede muy claro YoonGi Ratzinger, que nada desentona conmigo ―alardeo TaeHyung con galantería, lo que ocasionó un bufido por parte de su amigo ante su intento fallido de molestarlo.

―¿Si tanta es tu belleza por qué huyes a todo el séquito de omegas que alardean a tu alrededor por un poco de atención? ―preguntó YoonGi logrando su cometido dado que el alfa con aroma a petricor, detesta la sola mención del club de admiradoras que tiene detrás.

La presencia de un alfa como TaeHyung Götz no puede ser ignorada, no cuando sus orbes dorados encantan el apolíneo rostro que exalta su ascendencia alemana y la singularidad de su cabello grisáceo con mullet en la zona posterior del cuello, completa el retrato de piel canela enfundado en exquisitas prendas que destacan por la elegancia y la cadencia de su paso al caminar. Además del aura imponente que su aroma desprende como un halo de advertencia al diferenciar su casta y dominio. Un contraste divergente a la personalidad pacífica y risueña que solo exhibe a su círculo de confianza.

Por ello, TaeHyung es uno de los únicos alfas que YoonGi tolera en toda su vida, además de HoSeok, porque no parecen sementales que expiden feromonas a diestra y siniestra.

―Si no lo veo, no existe ―dijo él codeando a su amigo de cabellos rojizos para reanudar el trayecto hasta el alto y ancho escritorio de madera blanca en el que una sonriente Moore GoEun los espera dándoles la bienvenida.

Oh si TaeHyung no sintió cierta incomodidad ascender por su columna vertebral por la cómplice sonrisa de labios rojos producto del labial que identifica a la beta.

―Jefe el papel de ignorante no le queda ―precisó GoEun mirando con complicidad a YoonGi que apoyó su acción. En realidad, ambos usualmente se unen para molestar a TaeHyung cada tanto.

O casi todos los días para ser más exactos.

―Estás soltero porque quieres ―indicó el de cabello rojizo reposando su codo sobre el mesón y apoyó su rostro en la palma de su mano para mirar con dulzura al alfa que rodó los ojos por su acción exagerada.

―Porque muchos interesados si tiene ―prosiguió la beta haciéndose la desentendida mientras volvió a revisar los papeles del día que ya había organizado previamente.

―A veces me pregunto porque trabajo con ustedes ―reflexionó el alfa riendo con tanta gracia que terminó contagiando a sus acompañantes.

―Porque una mejor secretaria como ella no vas a encontrar ―dijo YoonGi señalando a la castaña―. Y luego estoy yo, tu amigo de la infancia, y uno de los mejores en el área de reconstrucción de obras que encontrarás ―alardeó de su trabajo y la confianza que tiene en lo que hace.

―Después de todo ambos tenían que ser alemanes en un mundo de ingleses ―manifestó una voz tan conocida para los presentes debido a la alegría que viene con la presencia de HoSeok Campbell.

―Potencia que resalta en el mundo ―TaeHyung bromeó, recibiendo con gusto el cálido abrazo del animado alfa que logra hacerlos sonreír cuando la tensión y el estrés inunda el aire de las oficinas.

―Como digas señor Götz ―respondió el rubio―. Y a ti ni te saludo, ingrato ―dijo después de saludar a su pequeño de cabello plata e inclinar su cabeza en un corto saludo al pelirrojo que lo jalo del brazo para alborotar sus cabellos con su mano, que solo lo dejó ir después de sus quejas.

―Son como niños ―reprobó TaeHyung mirando a GoEun a la espera del apoyo que nunca llegó, y no encontró más que una orden que lo hizo alejarse de las obligaciones que vendrán a lo largo del día.

―Tu eres nuestro mayor pequeño en estos pasillos jefe ―molesto su asistente, haciendo reír al par que claramente aprobó las palabras de la castaña.

―Si, si, como digan ―pronunció agitando su mano en el aire y en el momento en que pretendió girarse, su burbuja fue deshecha por las obligaciones de las que quiere huir.

―¿Mi presencia aquí no vale nada? ―indagó HoSeok junto al par cómplice que lo acompañan para molestar cada tanto al de orbes de sol.

―Claro que no, después de todo también trabajas aquí como apoyo ―respondió volviendo su atención al trío perverso que lo ve con reprobación en sus facciones.

¿Acaso hay algo que ellos saben y que se le está escapando?

―Es correcto, pero te debería ser extraño que esté aquí un día en el que no es usual que venga ―después de todo HoSeok trabaja en la constructora como gestor de proyectos para llevar a cabo las inauguraciones y debido a la academia de música que es su verdadera pasión y profesión, lo ha llevado a entablar sólidas conexiones que le ha facilitado a TaeHyung.

―Eres una gran ser humano Hobi y por ello te estoy agradecido ―confesó con una encantadora sonrisa de corazón que se desvaneció poco a poco por la ceja en alto de su asistente que de nuevo reprobó sus palabras.

―TaeHyung en dos horas debes reunirte con el comité organizador de la inauguración y por esa razón HoSeok está aquí para terminar de planear todo ―indicó la castaña con una tierna mirada de orbes marrones porque sabe que su adorable y apuesto jefe olvido la reunión.

Lo que TaeHyung tiene de inteligencia lo tiene de olvidadizo.

―¿Lo olvidaste, cierto? ―YoonGi no necesita recibir una respuesta afirmativa para saber que en efecto el alfa se le pasó la reunión así como la mayoría de los eventos de su agenda, que si no fuera por Moore como la encargada de gestionar las labores que debe realizar día a día y él que está allí para su amigo y que como mano derecha de forma constante le recuerda lo que debe hacer.

Ellos son asumen el papel de recordatorio constante para Götz.

―Para nada, todo lo que necesito recordar está aquí ―dijo balanceando su maletín de cuero.

―¿Olvidaste revisar tu agenda? ―insinuó HoSeok sonriendo con dulzura por el diferencia entre la forma relajada y cálida de comportarse del alfa a como los demás lo perciben como alguien inalcanzable y demandante.

Pero ellos solo saben que es una postura que debe asumir para dirigir la empresa familiar que se ha establecido con firmeza y a la cual buscan atacar constantemente.

―Natürlich habe ich es vergessen ―mencionó el alfa en alemán con una extensa sonrisa para excusar sus olvidos.

―Lo sabemos ―dijeron los tres al unísono después de que YoonGi tradujera lo que dijo Götz. Un hecho cotidiano que ya no es una novedad.

Aunque al inicio fue un pequeño desafío, se terminaron adaptando a una rutina en donde ellos llevan la agenda de las actividades del alfa y él siempre está preparado sin importar que le informen a último momento lo que tiene que hacer. Son un equipo que funciona como una maquinaria ensambla de forma permanente.

―Sin ustedes a mi lado, mi padre ya me hubiera desheredado ―TaeHyung exagero porque su padre podría regañarlo una vez tras otra, pero nunca quitarle lo que por derecho obtuvo.

―El señor Dominic, sabe lo eficiente y capaz que eres ―declaró GoEun con el orgullo emanando de su corazón agradecido por el apoyo que le ha brindado el alfa a ella y a su pequeño hijo.

En definitiva TaeHyung Götz es un ser humano precioso y encantador.

―Ya basta porque lloro ―mencionó un poco cohibido por la sólida amistad que en ellos ha encontrado a lo largo de su vida―. Y tenemos demasiado por delante. Así que andando equipo ―animó con sus brazos en alto y se encaminó hacia las escaleras para ir a su oficina, siendo seguido por el equipo.

El día fue extenuante en el ir y venir de una sede a otra, ultimando los arreglos y organizando los elementos en el nuevo edificio contiguo al principal, dos emblemas para la constructora Die Familie Götz, que está a escasos días de expandir su legado. Por lo que, junto a su equipo y demás trabajadores adelantaron gran parte de los detalles pendientes y planearon la ceremonia de apertura junto a la valiosa ayuda de cada uno de los integrantes de una empresa que entre más grande se hace, mayor personal requiere para funcionar óptimamente.

Y al fin a las 6:00 de la tarde, TaeHyung pudo respirar en calma mientras se dirige a su casa, disfrutando del cálido sol y del movimiento que hay en la ciudad. Su atención vaga de un punto a otro en medio de la marea de adultos que caminan de prisa y los pequeños cachorros se ven deslumbrados con los aparadores de las vitrinas con los colores y los alimentos que exhiben.

A medida que avanza, aisló el ruido exterior y se concentró en la bruma de pensamientos en los que navega entre cada paso que da. Totalmente ensimismado en las diversas actividades que el día de mañana debe realizar en la constructora de su familia, es especial, por el aumento en el plantel de empleados de la empresa debido a la próxima reestructuración que lo tendrá atareado durante las próximas semanas.

Sus orbes dorados exhiben los escasos rayos de sol que le quedan a una cálida y agradable tarde de primavera en unión a la atención que mantiene en las nubes danzantes que poco a poco se van oscureciendo por el arribo de la noche, ajeno y aborto de su alrededor, tanto que ignoró la pequeña presencia que irrumpió en sus pensamientos sobresaltándolo por su llamado.

―Señor, disculpe, pero... ―el pequeño de rizos anaranjados imitó el sobresaltó que dio el elegante adulto que ingresó al camino de piedra situado en la entrada de una casa ajena en la que él está parado. Llamándolo con toda la preocupación y valentía que logró reunir al salir de casa en búsqueda del agudo llamado que percibió en la distancia.

―Oh por todo lo sagrado ―profirió TaeHyung tomado por sorpresa ante la presencia del pequeño infante en la entrada de su casa.

Si no fuera porque en la diestra sostiene el maletín de cuero en el que lleva los planos de las próximas construcciones a edificar y en el antebrazo de la zurda el largo abrigo que debió quitarse a mitad de camino por el calor que aumentó con cada paso dado, hubiera llevado una de sus manos hasta su cuello para deshacer el moño de satín negro que rodea su cuello sobre la camisa blanca que lleva.

Porque lo que menos espero al llegar a casa, es encontrarse con un adorable cachorro de orbes marrón claro y mejillas sonrojadas llamándolo con desesperación mientras señala la casa a sus espaldas con insistencia.

―Lo siento, no era mi intención asustarlo señor ―Aiden se disculpó por su imprudencia pero ahora hay una situación mucho más importante que el asustado adulto que relajó las facciones de su rostro por una expresión más amigable que le permitió a su pequeño lobito tranquilizarse al no hallar ningún peligro en el alfa que huele a su evento natural favorito, la lluvia.

TaeHyung por un breve momento admiro la elocuencia con la que el pequeño le habló y por la sutil diferencia que captó en su acento, así como él, el cachorro no debe ser originario de Inglaterra.

―¿Señor, está bien? ―volvió a decir Aiden dando un paso más cerca del alfa que guardó silencio, uno al que no está acostumbrado.

―Discúlpame pequeño, es solo que no esperaba verte ―respondió TaeHyung al reparar en su falta de respuesta y la ansiedad que captó en el aroma a leche con notas de manzana, el cual pido en su nariz por la incomodidad o preocupación que aqueja al pequeño desconocido que arrugo de forma adorable la nariz de botón surcada por pequeñas pecas después de sus palabras.

‹‹¿Ahora que se supone que dije mal?›› cuestionó el de hebras grisáceas sin comprender el motivo de la clara indignación en el cachorro.

Oh por favor, TaeHyung no logró reprimir la sonrisa causada por la gracia que lo asaltó cuando el cachorro colocó sus manos sobre su cintura enfundados por unos pantalones cortos y la camisa de lino que está doblada en el área de los codos. Que pequeño más encantador.

―No soy tan pequeño como cree ―habló Aiden remarcando con más fuerza la posición de sus manos en su cintura―. Además, hay que mantener el respeto y no le he dado permiso para que me llame así, señor.

‹‹¿Acaso se puede ser más adorable?›› sus labios volvieron a estirarse en una amplia sonrisa que causó una tierna y melódica risa en el infante que rápidamente recuperó su expresión molesta cuando se dio cuenta que lo había hecho sonreír.

―No debería hacerme reír cuando trato de dejar clara mi incomodidad ―solo finge estar molesto, porque el bonito señor de ojos tan claros como el sol, lo hace sentir cómodo y seguro. Además, ve que sus reclamos no causan molestia alguna, así que solo sigue su teatro.

―Por favor, dónde está mi educación. Le ofrezco una disculpa que espero y acepte señor ―TaeHyung se excusó e inclinó su torso hacia adelante en una corta reverencia que provocó una apenada sonrisa en el cachorro que encogió sus hombros y sus pequeñas manos formaron puños a los costados de su cuerpo cuando perdió la rígida postura.

―Ya, por favor, tampoco debe ser tan frío ―dijo Aiden con sus manos escondidas detrás de su cuerpo, aun de pie ante el alfa y con su cabeza inclinada por la diferencia de altura y por lo que calcula su estatura llega un poco más arriba de la cintura contraria.

―Comprendo ―asintió el alfa―. ¿Entonces puedo llamarte pequeño?

Aiden se quedó unos segundos mirándolo mientras analizaba sus palabras con demasiada, demasiada concentración.

―Está bien que me diga pequeño, después de todo así me dicen en casa ―concedió el cachorro.

―¿Por qué antes no podía decirte así? ―cuestionó TaeHyung sosteniendo su peso sobre una de sus piernas por la divertida conversación que mantiene con el cachorro de preciosos rizos.

―Porque no tenía mi permiso y ahora si lo tiene ―explicó Aiden a la par que refugiaba sus manos en los bolsillos de su pantalón marrón.

―Comprendo pequeño, una vez más disculpa mi comportamiento ―volvió a decir con una permanente sonrisa entre sus labios de corazón por la hilarante situación en la que está envuelto con un gruñón cachorro sin nombre que no debe de tener más de nueve años o diez según lo que intuye.

―¡Cómo pude olvidarlo! ―exclamó Aiden abriendo de más sus ojos y llevó sus manos hasta su cabello para retirarlo de su frente cuando sus rizos cayeron sobre su vista debido al pequeño brinco que dio en el mismo lugar en el que está acompañado por el amable señor que sigue conversando con él.

Y cómo cada acción llevada a cabo por el cachorro, Götz se preparó para el caos que perturbó la expresión del redondo rostro que denotaba la misma preocupación con la que lo interceptó al llegar.

―¿Qué sucede pequeño? ―preguntó de regreso.

Aiden aun en su asombro por haber olvidado momentáneamente su propósito principal, fijó su mirada bicolor en la tranquilidad de la contraria que lo animó a continuar con una cálida expresión.

―Yo... ―balbuceo recuperando el habla por la calidez que no todos los alfas y en especial de la zona a la que recién se han mudado, le demuestran a un pequeño cachorro como él.

Porque a sus diez años ha comprendido, al menos lo que su limitado mundo le permite, diferente tipos de personas, en especial aquellas que poseen mayores bienes materiales que los demás, ellos creen tener la autoridad de pisotear a quienes consideren menos que ellos. Aiden lo ha presenciado en sus clases y cuando sale con su padre o sus tíos, lo ve, ve cómo las personas que visten trajes ostentosos y elegantes, similares al que usa el alfa de aroma a lluvia y unas notas ahumadas que no logra definir, llevan una mirada desagradable hacia todo lo que los rodea, a menos que sea un otro que se vista igual.

A su parecer es repugnante el rechazo que hay entre las clases sociales, como tanto le ha explicado su tío Koo, por lo que ahora valora el dinero y la posición que su familia ha alcanzado pero siempre que puede ayudar lo hace.

Por ello, está tan preocupado por los agudos sonidos provenientes de la casa que cree le pertenece al amable alfa que en ningún momento ha perdido la suave sonrisa que le parece un poco diferente a la usual, por la forma que simula un corazón.

Es tan singular y a él le gusta observar cosas bonitas y diferentes.

―¿Señor esta es su casa? ―preguntó ante la amable espera del señor que no lo apresuró a hablar como usualmente hacen los adultos.

Cada vez más encuentra características en el alfa de cabello plata que le agrada a sí mismo como a su pequeño lobito. Ambos están tranquilos ante la gran presencia que impone el cuerpo de él.

―Si pequeño, aquí es donde vivo ―TaeHyung dobló sus rodillas hasta agacharse a la misma altura que el cachorro, que le agradeció por su acción con un tierno gesto que dio forma a los pequeños hoyuelos en las comisuras de sus labios.

Es todo un encanto de rizos naranjas y orbes peculiares por la variación que detallo con mayor precisión cuando pudo acercarse un poco más. Götz se aseguró de mantener una prudente distancia entre sus cuerpos para no asustar al pequeño.

―Oh comprendo ―Aiden dudo en si continuar o no, pero la complicidad en la mirada ajena que ahora que tiene delante de su rostro puede ver el oro allí capturado. Son tan diferentes a los de su tío Koo, pero igual de hipnóticos―. ¿Señor y vive usted con alguien más?

TaeHyung negó despacio para ocultar la sonrisa por el honorífico al que sigue sin acostumbrarse, ni siquiera después de interactuar durante varias años de su vida con los hijos de sus compañeros de trabajo, a quienes incluso, se ofrece para cuidar. Ya que los pequeños cachorros son una debilidad para él y su lobo que tiene un gran instinto de protección.

Pero aun así, ser llamado señor lo hace sentir incómodo. Una manía que aprendió de su padre.

―¿No decías tú que no había que hablar con tanta formalidad? ―debatió TaeHyung entrecerrando sus ojos con sospecha.

Lo que ocasionó una divertida risa en el cachorro.

―Lo hago porque no conozco su nombre señor ―Aiden río por su travesura cuando el alfa lo miró con falso enojo debido a la sonrisa que sigue presente en su rostro.

―Ich bin TaeHyung Götz ―pronunció con su perfecto alemán que asombró al pequeño cuando cambió la entonación de voz para hablar en su lengua madre―. ¿Cuál es tu nombre, pequeño? ―devolvió la pregunta de nuevo en el idioma que ambos dominan.

Aiden se sumió en la ensoñación que le causó la voz grave del mayor, cuando el usual inglés al que está acostumbrado y que debió aprender unos meses antes de mudarse a Inglaterra, cambió a un idioma que no conoce muy bien, pero que se escuchó hermoso en la voz contraria, además, que solo alcanzo a entender el nombre del alfa.

Lo cual, le hizo extrañar hablar en su idioma de nacimiento, el irlandés, que ya solo usa en casa, porque ante el mundo toda su familia debió aprender una lengua nueva que al inicio fue todo un reto, y en ocasiones lo sigue siendo.

Estado que fue deshecho cuando comprendió la pregunta que el ahora señor TaeHyung, le dirigió. Oh no, eso sí que no puede decirlo.

―Nah, nah ―negó agitando su cabeza y los rizos acompañaron su movimiento―. Es una información que no puedo darle señor TaeHyung.

El mencionado dejó el maletín sobre el suelo de piedra y llevó hacia atrás el cabello que tiene sobre la frente y que por momentos lo acalora. Sensación que incrementó cuando el pequeño mantuvo el mismo honorífico al que solo le agregó su nombre.

―¿No vas a dejar de decirme señor? ―exteriorizó con una ceja en alto que se relajó rápidamente por la tierna risa del pequeño que de nuevo se refugió entre sus hombros encogidos por su continua travesura.

―Tampoco es algo que puedo asegurar, señor TaeHyung ―volvió a decir con total ingenuidad en sus orbes y el cruce de sus brazos sobre su pecho.

El de orbes dorado miro el cielo un poco más oscuro y luego regreso su mirada a los ojitos que lo ven con curiosidad y un poco de diversión, porque ya comprendió que no le agrada ser llamado por tal apelativo en el que el pequeño va a seguir haciendo hincapié.

―Ahora lo más importante es ¿Por qué no puedo saber tu nombre, si ya sabes el mío? ―desvío su pregunta, al ver que el cachorro no va a rendirse.

Tal vez, solo por su pacífica presencia puede permitirle con gusto llamarle de tal forma. Pero aún no es momento de decirlo.

―Hay dos razones ―indicó Aiden levantando su dedo índice para decir su primer motivo―. Usted fue quien me dijo su nombre, yo no lo hice y lo digo con todo el respeto que merece señor TaeHyung ―preciso con seriedad y concentración en lo que está diciendo para no equivocarse en sus razones.

Una respuesta curiosa que causó una gran y contagiosa sonrisa en el alfa por la sinceridad que no es usual en un pequeño como él, quien trata de hacerle entender cada razón que justifica sus acciones.

―Y segundo ―a su dedo en alto, le sumó el del medio para terminar con su alegato―. Mi papá me enseñó a no decirle mi nombre a personas extrañas, señor TaeHyung, espero que eso no lo ofenda.

El encanto de Aiden atrapó a Götz por la particularidad del infante, que con espontánea gracia resalta para atraer a las personas a su alrededor a fijar su atención en su forma de hablar y desenvolverse sin timidez alguna, y aunque por momentos puede sentirse intimidado, este no es más que el aliciente para sobreponerse y continuar con lo que desea comunicar.

El alfa no se siente capaz de llevarle la contraria. Así de débil es.

―Tu padre te ha enseñado bien ―guiño su ojo en complicidad compartida por las sonrisas que parecen adheridas a sus rostros y que siguen allí presentes demostrando el agrado en la que se encuentran.

―Así es, señor TaeHyung ―coincidió Aiden―. Pero por favor no me haga olvidar lo que quería preguntar ―pidió retrayendo su mano para señalar de nuevo la casa del alfa.

―¿Hay algo en mi casa que te preocupa? ―cuestionó a la espera del descubrimiento que tiene al cachorro tan preocupado.

―Como dijo que no vive con nadie más, eso hace que me preocupe porque ¿Entonces de dónde provienen los maullidos que he estado escuchando desde su casa, señor TaeHyung? ―interrogó dando un paso más cerca del alfa para evaluar mejor las reacciones contrarias que se mantuvieron inundadas de diversión por sus palabras y que parece no lo está tomando en serio―. ¿Qué es tan gracioso? ―devolvió con su ceño fruncido en verdadera confusión porque él no se ve preocupado por lo que está sucediendo.

―¿Cómo estás tan seguro que son maullidos, pequeño sin nombre? ―bromeó TaeHyung, apoyando un codo sobre uno de sus muslos que aún lo mantienen agachado, y sobre la palma de su mano apoyó su mentón para contemplar el redondito y tierno rostro que pasó por diversas emociones que ni el pequeño podría llegar a describir.

―Se lo que es un gato señor TaeHyung y lo que oí provenir de su casa es el sonido que ellos hacen ―Aiden explicó esforzándose por mantener la seriedad, pero el alfa de bonita sonrisa no se lo está poniendo fácil si sigue mirándolo con esas pequeñas estrellas de diversión en sus ojos de sol.

―Aunque quisiera responder a tu pregunta, no puedo hacerlo, porque no sé quién eres y ni siquiera conozco tu nombre, así que no puedo darte más información que mi nombre, pequeño ―molesto el alfa con la misma táctica usada por el astuto cachorro que le devolvió una mirada de párpados entrecerrados, adivinando sus intenciones.

―Aunque me moleste, tiene usted toda la razón señor TaeHyung, es lo justo ―añadió Aiden con la curiosidad flotando en medio del aroma a petricor que puede olfatear un poco más. Si bien no va admitirlo, está contento por la forma en que el mayor se aprovechó de su falta de información.

―Así es pequeño, o podemos hacer un trato ―propuso el alfa―. Tú me dices tu nombre y yo te digo el origen de los maullidos.

―¿Cómo puedo estar seguro que no me está engañando o que me hará algo malo? ―está la posibilidad de que lo esté engañando, pero en realidad, tiene esa creencia ciega de que TaeHyung no lo lastimara. Porque ya tuvo tiempo suficiente para raptarlo, como sucedió hace unos días en el vecindario donde antes vivía.

Una situación similar de un niño que no llegó a conocer y que en medio de una charla con un desconocido, ya nunca se le volvió a ver.

Y tal vez, está confiando en exceso en su pequeño lobo, pero ese instinto que lleva dentro es mejor que él para determinar los peligros en los que su familia ya lo ha instruido. Así que el tranquilo pálpito de su corazón le dice que nada debe temer.

―Porque lo que espera tras esa puerta son dos pequeños gatitos con exceso de energía y creo que estarán muy animados de conocerte, porque les encanta que los mimen ―explicó después de comprender que sus palabras no fueron las mejores y que ante oídos ajenos pueden llegar a causar un gran malentendido. A su vez dijo una mentira piadosa porque no sabe cómo sus pequeños van a reaccionar ante el infante, pero de ello ya se preocupara después―. Y nunca te pediré que ingreses conmigo a casa tu solo, sino que vayas con una persona de tu familia en un momento en el que yo esté, para que puedas conocerlos ―esa invitación nace del agrado que siente por los cachorros y que a lo largo ha aprendido a cómo llegarles.

Y viendo que el pequeño parecía haber esperado a que alguien llegara a la casa en donde escuchó sonidos extraños, quiere decir que es nuevo en el lugar y lo que siempre tratado en su vida es hacer sentir a las personas acogidas y bienvenidas en un vecindario un poco frívolo gracias a las estiradas persona que viven allí.

―¡¿Lo dice en serio, TaeHyung?! ―gritó con tanta emoción que olvidó el honorífico y por poco la emoción lo hace saltar sobre el mayor para abrazarlo, hasta que recordó que no tiene la confianza suficiente para hacerlo. Sin embargo, no pudo no sentirse eufórico por la amable invitación de quien ahora será su vecino―. ¿Porque me abre las puertas de su casa sin conocerme a mi o a mi familia? Incluso ellos podrían hacerlo algo.

TaeHyung no deja de sorprenderse por lo calculador que puede llegar a ser el cachorro que está atento a todos los peligros que en una sociedad como en la que viven están al acecho de los rincones de una ciudad que no discrimina entre posición o indefensión, solo atacan y agreden. Al igual es tan gracioso el hecho de que hasta hace instantes estaba gritando de la emoción y luego recuperó la suspicacia de su carácter.

―Si no quieres hacerlo no hay problema pequeño, pero así como tú, solo podemos confiar y esperar lo mejor ―mencionó apoyando sus manos en sus rodillas y se impulsó para ponerse de pie y tomar el maletín olvidado sobre el suelo, sin dejar de mirar el conflicto en el que está el cachorro.

¿Acaso se puede ser más cautivador? Es lo que se pregunta TaeHyung de nuevo, cuando el corto brazo del cachorro se estiró en su dirección y sin saber qué hacer volvió a dejar su maletín en el suelo como el pequeño se lo indicó con la mano que no está tendida en el aire esperando a ser tomada por la propia.

Si bien obedeció, quiso molestarlo un poco y se abstuvo de sostener la pequeña mano de dedos adorables

―Aquí es donde sostiene mi mano, señor TaeHyung ―indicó el cachorro agitando su mano frente al alfa que sigue viéndolo con algo que no puede explicar más que diversión mezclada con una emoción desconocida.

―¿Cómo puedo estar seguro de que no me harás algo? ―devolvió el alfa con adoración en su voz tanto que llegó a sus orbes y se manifestó en el incomprensión del cachorro por darle sentido a lo que ve en él.

―¿Por qué me sigue respondiendo con las mismas preguntas que yo le hago? ―preguntó Aiden formando un pequeño mohín entre sus labios. Un pequeño intento de salir victorioso.

Y oh vaya, por primera vez en su existencia no lo consiguió.

―Veo lo que tratas de hacer cachorro sin nombre ―señaló Götz y antes de que la mano contraria se cansara a la espera de su respuesta, estiró la zurda y con delicadeza sostuvo la adversa que quedó oculta en la propia que es mucho más grande. Y el contraste entre la piel blanquecina y su piel canela le parecía enternecedor. Todavía más cuando la deslumbrante sonrisa del cachorro le agradeció su gesto.

―Soy Aiden Kavanagh, señor TaeHyung, así me llamo ―decidió confiar y revelar su identidad al amable alfa que agitó el agarre entre sus manos de arriba a abajo después de su respuesta.

―Es un gusto conocerte Aiden ―expresó Götz contento con su pequeña victoria.

Sin embargo, ambos deshicieron el contacto cuando un alarido proveniente de la casa al lado de la TaeHyung, que él creía aún seguía deshabitada, resonó hasta su ubicación y los alteró.

―Cá bhfuil tú Aiden? ―gritó JiMin en su lengua materna luego de no encontrar a su hijo en la casa.

―Oh no, aquí viene ―Aiden pronunció en voz baja llamando la atención de alfa, que alterno su mirada entre la casa y él sin saber a lo que se refiere el cachorro. Antes de que dijera algo, le hizo una señal con su mano para que se acercara.

El alfa terminó de unir las piezas entre la aparición de Aiden y el alarido de preocupación que debe de provenir de su padre, debido a la similitud entre ambos acentos y quienes cree que de ahora en adelante serán sus vecinos. Por lo que cedió a la indicación del cachorro y se agachó para quedar frente a frente otra vez.

―Mi padre enojado parece un gato con rabia, y no creo que quiera verlo ―pronunció Aiden con una sonrisa traviesa que contagió al alfa que no se esperó la comparación proveniente del cachorro.

Quien se acercó un paso más y con un poco de desconfianza que rápidamente se desvaneció por el permiso que TaeHyung en medio de una sonrisa le otorgó. Con sumo cuidado estiró su mano y giró el rostro de piel suavecita que sintió al tacto y guio su rostro hasta la oreja contraria en donde vio el largo nacimiento del cabello plateado que cubre la parte posterior del cuello de su cuello y suspiro una sonrisita juguetona por lo que iba a decir.

―Eso es lo que mi tío Koo dijo, pero no puedes decirle a mi papi porque es una deshonra decir los secretos de los demás, por favor, señor TaeHyung que este sea ahora nuestro secreto ―solicitó Aiden con voz muy suave y con su mano acuno la oreja del alfa para que nada fuera a salir de allí.

TaeHyung rio con gracia aunque en un volumen bajo cuando el cachorro volvió a mirarlo y colocó su dedo índice cerca de sus propios labios para que bajara el volumen. Y para ese momento el alfa podría declararse un seguidor más del pequeño de rizos rojizos que con su carisma natural lo encantó.

―Lo prometo ―susurró Götz y como si no fuera suficiente, Aiden posicionó sobre su pequeño rostro su dedo meñique en alto esperando que el alfa hiciera lo mismo.

Él no preguntó lo que era claro en la intención de Aiden, así que cruzó su dedo meñique con el más pequeño y sellaron el pacto que ahora se volvió un secreto de tres personas.

―Conas is féidir leat é seo a dhéanamh le d'athair, Aiden Kavanagh? ―mencionó JiMin saliendo de la casa totalmente desesperado al ver que su pequeño no atendió a su llamado ni lo encontró en ningún lugar, hasta que vio la puerta entreabierta y su corazón se paralizó, y su omega manifestó el desconsuelo en el olor agrio de las manzanas que comenzó a desprenderse de su cuerpo.

Y joder que todo a su alrededor adquirió una escala pálida de grises cuando vio a su pequeño en complicidad con un hombre a quien identificó como alfa cuando estuvo más cerca para atraer el cuerpo de su hijo hasta su pecho y abrazarlo con desespero.

―Papá estoy bien, no te preocupes ―respondió el cachorro sintiendo la preocupación en el cuerpo de su padre y trato de calmarlo con suaves palmaditas en su espalda.

―No debiste salir solo y menos sin decirme Aiden ―pronunció el omega sosteniendo el rostro de su hijo entre su mano para evaluar que estuviera bien.

Ambos ignorando la presencia del alfa que se sintió un poco culpable al percibir la preocupación del padre omega extenderse hasta la ubicación en la que hasta hace segundos atrás ocuparon Aiden y él en medio de su pacto de silencio.

Y por más que quiera intervenir comprende lo que el omega que comparte el mismo color de cabello con su hijo manifiesta, aparte de entender las señales implícitas en el aroma a manzana y canela que llegó a incomodarlo por lo fuerte que se siente, también comprende lo que están hablando, en su carente dominio del irlandés que ha aprendido por gusto.

―Is duine maith é ―Aiden le aclaró a su padre lo que estaba sucediendo para que no desconfiara del alfa que solo lo ha acompañado.

En ese instante JiMin reparó en la presencia ajena y se sintió cohibido por la belleza griega que encontró en los orbes dorados y el platinado cabello de un imponente alfa que le sonrió con aprehensión.

―Me disculpo por haber entretenido a su cachorro sin tener en cuenta la preocupación de su padre ―TaeHyung se excusó para salvar a Aiden de una posible amonestación―. Aiden y yo solo hemos estado conversando y tal vez se nos fue un poco más de tiempo ―el cachorro aprobó sus palabras con un asentimiento y una cómplice sonrisa que le dedicó a su padre en el momento en que lo dejó sobre el suelo.

―Es cierto papá, el señor TaeHyung me ayudó a encontrar el origen de los pequeños maullidos que escuche hace un rato e incluso me invito a ver a los gatitos que tiene en casa ―explicó sosteniendo la mano de su padre y señalando al alfa que se mantiene atento a la situación.

Pero oh por todo lo sagrado, esa sonrisa de ojos dulzones alertó a su padre, y más teniendo en cuenta quién le ha enseñado a su cachorro el arte de la persuasión.

―¿Qué hiciste Aiden? ―inquirió el omega con las comisuras de sus labios estiradas de forma tétrica para el cachorro que comprendió la advertencia que le está dando su padre.

―No se preocupe señor TaeHyung, como puede ver hasta mi padre desconfía de mí ―Aiden sabe cómo beneficiarse de la situación y la presencia del alfa es lo que necesita para mantener todo en calma.

―Tu padre solo está preocupado por ti pequeño y es entendible ―expresó TaeHyung.

―En realidad ahora estoy preocupado por usted señor TaeHyung, dado los alcances de mi cachorro ―bromeó haciendo reír al amable alfa que intercedió por su cachorro.

―Creo que pude manejarlo ¿O no, Aiden? ―le preguntó al cachorro que respondió con energía al ver que su padre no se molestó demasiado.

Aunque bueno eso es lo que el pequeño elige creer.

―Llegamos a un trato justo ―añadió mirando a su padre que evaluó su reacción con detenimiento. Oh no, ya sabe lo que le espera en casa.

―Señor TaeHyung le agradezco haber cuidado de mi hijo y perdone mi alboroto inicial pero solo estaba preocupado por saber dónde estaba ―manifestó JiMin agradecido por la tranquilidad del alfa con su cachorro.

Una que no es tan usual en medio del sector que eligieron para mudarse, pero el más beneficioso para el crecimiento laboral que aspiran alcanzar.

―Papi, al señor TaeHyung no le gusta que le digan señor ―interrumpió Aiden antes de que el alfa hablara.

―¿Y tú por qué si le dices señor? ―cuestionó viendo como el alfa se esforzaba por no reírse de la seriedad con la Aiden le indico como debería llamarlo.

―Porque solo yo puedo hacerlo ¿Cierto, señor TaeHyung? ―objetó con sus orbes marrones abiertos en demasía buscando la compasión del alfa.

Y vaya que no la encontró. Porque TaeHyung vio una oportunidad y la tomó.

―No recuerdo haberlo hecho pequeño ―devolvió Götz mirando hacia el grisáceo cielo en búsqueda de aquello que allí no encontraría. No cuando al devolverle la mirada a Aiden, él ya lo estaba viendo con pequeños brillos verdosos que relucieron en uno de sus orbes, y TaeHyung comprendió que el pequeño captó la intención detrás de sus palabras.

―¿Dígame que desea a cambio de que me permita llamarlo señor TaeHyung? ―propuso Aiden sin renunciar al honorífico que se va a empeñar en ganarse los derechos de llamarlo así. Solamente él.

Para JiMin la situación es tan jocoso y cómica que guardó absoluto silencio viendo como un alfa del porte de TaeHyung le sigue el juego a su pequeño y manipulador hijo.

Mientras tanto el alfa miró la expresión divertida del omega que le permitió continuar con la lucha que hay entre ambos.

―Para ser justos, puedo buscar un apodo para ti ―la verdad propuso lo primero que se le ocurrió porque solo quería molestar un poco al cachorro y nada más.

―Pero si ya me dice pequeño ―recalcó Aiden con astucia.

No se dejaría vencer tan fácilmente.

―Es cierto Aiden, pero recuerdo claramente tu comentario sobre que yo no era el único que te decía pequeño. Y a mí solamente me dicen señor en el trabajo y eso solamente es una norma en ese tipo de ambiente ―recalcó TaeHyung no cediendo en una disputa fría que los divierte.

Puede verlo en los pequeños hoyuelos de las comisuras de los labios de Aiden que lucha para no reír.

―De acuerdo señor TaeHyung, puede buscar otra forma de decirme, pero sin palabras feas ―acepto Aiden la conciliación en la que los dos van a obtener un beneficio.

―Lo prometo Aiden ―garantizó el alfa, finalmente cediendo a la burbujeante risa que los atacó por unos segundos hasta que unos nuevos maullidos se hicieron escuchar desde el interior de la casa.

Un claro llamado para TaeHyung Götz.

―El deber me llama ―señaló el alfa a sus espaldas.

―Agradezco mucho su recibimiento a mi cachorro ―mencionó Kavanagh que como padre y omega en nuevo vecindario en el que abunda una clase social adinerada y bastante recatada, la energía de su pequeño puede incomodar a los demás, en especial, por las diversas expresiones que recibieron de algunos durante el desarrollo de la mudanza a lo largo del día.

NamJoon, JungKook y él mismo pueden soportar las miradas indiscriminadas de las personas que tratan de hacerlos menos o imponerse sobre ellos, es lo que menos les importa, porque si les faltara dinero, no hubieran comprado la casa perfecta para ellos.

Pero no va a permitir que tratan de menospreciar a su cachorro. Por lo que es un alivio ver que no todos son unos verdaderos asnos que alardean en inteligencia hueca.

―No hay nada que agradecer, es lo que cualquiera debería hacer ―expuso Götz.

―Es cierto, pero en nuestra sociedad y más para quienes somos foráneos al país cuesta un poco más encontrar respeto ―señaló JiMin acariciando con su pulgar la pequeña manito de su hijo que lo miro con latente inquietud. Una que se encargó de aligerar al emanar un poco más de su aroma para su cachorro hasta que el pequeño ceño entre sus cejas se fue relajando paulatinamente.

―Tiene toda la razón... ―alargó la última palabra esperando saber cómo dirigirse al padre de Aiden, que sabe su nombre porque su hijo se lo dijo.

Indicación que el omega rápidamente captó.

―Por favor disculpe mi imprudencia. Soy JiMin Kavanagh el padre de este pequeño y el cuidador de otros dos adultos más que vienen conmigo ―extendió su mano para ser tomado con firmeza por el alfa y le otorga un reconfortante apretón que le permitió a su omega bajar la guardia al no percibir ninguna amenaza.

―Las desigualdades y malos tratos continuarán, pero como diferencia ante lo que puedan vivir allá afuera, al menos en mi casa y en mi presencia van a encontrar apoyo ―reveló TaeHyung al soltar la mano ajena. Tanto él como su alfa se sienten identificados con lo relatado por el omega, sobre todo por la presencia del cachorro a quien quiere salvaguardar y brindarle dentro de lo posible una relación cordial.

Es lo que sus padres siempre le han enseñado e inculcado desde pequeño.

―Una vez más, gracias por su amable recibimiento ―dijo con una amplia sonrisa entre sus labios y el agradecimiento centelleo en su mirada.

―Nos seguiremos viendo según sea posible. Tengan buena noche ―se despidió con un guiño dirigido al pequeño cachorro que agito su mano en despedida.

Procedió a tomar una vez más su maletín del suelo y se giró para atravesar el camino de entrada. Hasta que una melódica voz lo detuvo y se volteó para ver una última vez al efusivo cachorro que todavía tenía algo que decir.

―Nos vemos señor TaeHyung, recuerde que pronto iré a ... ―Aiden fue callado por la mano de su padre sobre sus labios para que no dijera nada más.

―Que descanse TaeHyung ―manifestó el omega retrocediendo con su cachorro, forzándolo a avanzar bajo la sonriente expresión del alfa que imito su acción y siguió el camino hasta ingresar a su hogar.

Dulce morada dividida que daría inicio al encuentro susurrado desde la penumbra.

La frase está en alemán: Por supuesto que lo olvidé.

Las frases están en irlandés: 1. ¿Dónde estás Aiden? 2. ¿Cómo puedes hacerle esto a tu padre, Aiden Kavanagh? 3. Él es una buena persona.

Autora:

Para mi las interacciones entre Aiden y TaeHyung van a ser lo más bonito que pueda escribir, porque ambos rivalizan pero solo por molestar al otro.

Este es el comienzo de la primera parte de una historia que oculta mucho más de lo que parece.

Nos seguimos leyendo 💙

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