ⅠⅠ: El hijo de la luna apareció

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Jovis Dies, 11 de enero, 1.855


La agitación llega a partir de los nuevos comienzos que son precedidos por las decisiones radicales que deshacen la estabilidad para darle paso a una formación y un nuevo comienzo.

Un hecho que JungKook con el paso de los años comprendió mejor hasta interiorizarlo y convertirse en una forma más adaptativa de enfrentar una sociedad cambiante como en la que vive. La primera vez que tuvo que asumir el choque de su realidad contra las exigencias ajenas a su vida, todo lo que conocía se transformó en un nuevo país, una nueva ciudad y una nueva cultura.

La sociedad contemporánea, en medio del apogeo de la edad victoriana en Inglaterra fue un incesante choque que a su pequeña manada como a él los dejó inertes durante los primeros segundos que respiraron un aire nuevo y más cargado de evolución.

Cuando bajaron del barco en el que vivieron por varios días, pisar tierra firme se sintió como si aún estuvieran sobre la cubierta mientras se desplazaban por el agitado mar. De ese instante ya hace varios años en los que se armaron con sus corazas y salieron al mundo que los recibió con dureza y desprecio por ser extranjeros en medio de un río desbordante divido en clases y sectores sociales en los que lograron mantenerse debido al respaldo que su familia les brindó cuando dejaron Irlanda.

Y ahora, tres años después, lograron cumplir el tan anhelado sueño de adquirir una casa ubicada en un sector privilegiado, no por el poder adquisitivo que representa ni por el deseo de hacer parte de un grupo congraciado de estirados que antes los hubieran rechazado, es lo que menos les interesa.

Este nuevo cambio les brindará un sector más seguro y familiar para Aiden, que es la principal fuerza que llegó para fortalecer el lazo que los une, además, de la solidez económica a la que cada uno aspira laboralmente.

Por lo que es el lugar idóneo que luego de una agitada mudanza, pueden respirar con tranquilidad en su nuevo hogar.

―¡Tío Koo! ―aunque la tranquilidad es relativa al exterior cuando el grito de Aiden se hizo sentir aún desde el segundo piso, que si no fuera por su ágil reacción y sus buenos reflejos, los huevos revueltos que JungKook en ese momento estaba sirviendo en los platos para el desayuno, hubieran terminado estrellados contra el suelo, además del molesto sonido de la vajilla quebrándose.

Y no quiere un regaño por parte del padre omega que se transforma cuando la porcelana que tanto ama no es cuidada como lo merece.

―Aiden, un grito más y casi nos toca comer del suelo, porque no iba a preparar más ―indicó al pequeño recién ingresado a la cocina mientras sostenía el mango del sartén para recalcar su acción.

―Pero tío Koo, podemos enfermar si comemos desde el lugar en el que estás parado ―respondió el pequeño preocupado por la amenaza de su omega.

―Es por eso mismo, que muy amablemente te pedimos que al iniciar el día los gritos sean bajitos ―habló JiMin siguiendo el camino de su hijo al que acudió por el grito que de seguro se escuchó desde afuera.

Por eso eligieron ese vecindario para vivir, porque los gritos de su hijo no son los únicos que se han escuchado a la distancia.

Una preocupación menos.

―Está bien ―gritó en un susurro bajo que los hizo reír a todos y a sus rizos ser despeinados por la presencia de su tío Nam que lucha contra el sueño como es usual cada mañana.

Aiden antes de olvidar el propósito que lo hizo salir corriendo de su habitación a medio vestir, arrastró una silla del comedor hasta el mesón en el cual JungKook está terminando de preparar los alimentos.

El azabache tuvo que morderse el interior de la mejilla para no reír por lo adorable e insistente que es su pequeño, por lo que terminó de servir los huevos sobre el pan que tostó en otra sartén y con su acción entretuvo a Aiden que se quedó absorto mirando como su tío Koo luego añadió mermelada casera de fresas para darle dulzor a los alimentos.

El cachorro se sobresaltó cuando el azabache le dio un pequeño toquecito sobre su nariz que lo hizo despabilar y retomar la urgente conversación.

―¿Qué pasa cachorro? ―preguntó tomando los platos y uno se lo pasó a Aiden que silenciosamente estiró sus brazos ofreciendo su ayuda después de bajarse con cuidado de la silla.

Con felicidad sujeto el plato entre sus manos para ubicarlo en la mesa y volver por la silla que desacomodo para subirse en ella.

―Necesito pedirte un favor ―comentó Aiden al mismo tiempo en que ubicaba los utensilios al lado de cada uno de los platos que su tío terminó de poner.

Colocó los tenedores sobre las suaves hojas de papel plegado para limpiarse las manos y la boca en caso de ser necesario, como parte del protocolo que le enseñaron en casa y que disfruta realizar.

―¿Mi vida estará en riesgo? ―bromeó JungKook recibiendo un quejido por parte del cachorro que se apuró a recibir los vasos para que los llevará a ser depositados sobre la mesa central.

―Sabes que tenemos un nuevo vecino ―respondió acomodando los vasos y su mención llamó la atención de JiMin que terminaba de preparar la leche con infusión de chocolate para completar el desayuno.

Una labor en la que estaba enfocado con total atención hasta que su cachorro nombró a cierto alfa que no dejo de nombrar durante la cena del día anterior.

―Como olvidarlo, si fue lo primero y lo último que dijiste hasta que te fuiste a dormir ―devolvió el omega con aroma a almendras divertido por el tierno sonrojo que cubrió las adorables mejillas de su cachorro de otro padre.

Pero aun así, Aiden no se dejó amedrentar por sus bromas. Porque si, el pequeño desde que sus tíos llegaron a casa justo para la cena, les contó todo lo sucedido y la curiosa forma en que conoció a TaeHyung a través de la presencia de los pequeños gatitos que está eufórico por conocer. Igualmente, su relato estuvo asegurado por el respaldo de su padre que aprobó las intenciones del alfa.

―Ese mismo ―aseguró Aiden―. Y como el señor TaeHyung esta solito en casa con sus gatitos quiero llevarle algo de comer, y para eso necesito que me ayudes a prepararle una torta, por favor y gracias ―pidió haciéndole ojitos a su Koo después de terminar con la labor de organizar la mesa y frente al cuerpo del mayor que está evaluando sus acciones. 

Y claro que JungKook reconoce lo que ese pequeño y manipulador de rizos rojizos pretende, él mismo le enseñó ese mismo gesto de parpadear varias veces de forma sumamente adorable. Le está haciendo ojitos.

Pero nunca creyó el día en el que Aiden Kavanagh lo usaría contra él. El creador de esa estrategia de convencimiento que la creó para que su pequeño molestara a su padre y que JiMin no pudiera negarle nada, de la misma forma en que NamJoon lo hace.

―Víctima de tu propia creación ―susurró JiMin al pasar por su lado con la jarra de leche con chocolate entre sus manos y los llamó a todos a la mesa para que su hijo dejara pasar la clara idea que tiene afianzada y a la que no va a renunciar tan fácil.

No cuando, Aiden siguió con la conversación previa luego de beber con gusto de la leche que preparó su papá y su lobito se agitó en emoción de la misma forma en que sus ojos se iluminaron en agrado cuando miro a su padre para agradecerle y recibir una delicada caricia en su mejilla.

―Eres el mejor papi que puedo tener ―pronunció el cachorro con la comisura de sus labios llenos del color ligeramente café de la bebida que fue retirado por un sensible JiMin que depositó un beso sobre los cabellos de su hijo conteniendo la emoción en el pecho y que motivó a su omega a responder al llamado de su cachorro y liberar un poco más de su aroma, el cual deleito a Aiden en el amor que su padre le tiene y él igual.

Mientras tanto JungKook y NamJoon contemplaron la bonita escena con la que usualmente empiezan y terminan el día en total complicidad por el orgullo que sienten de ver al cachorro que todos han criado y que aman tanto.

―Tío Koo no creas que te has librado de mí ―Aiden lo señaló con su tenedor mientras tomaba una pequeña cantidad de huevos con mermelada que lo llevó a cerrar sus ojos con gusto por la deliciosa combinación de los dos diferentes sabores.

El mismo sentimiento de Aiden fue compartido por las expresiones de los dos mayores que entre bocados emitieron sonidos de gusto y se abstuvieron de hablar para darle espacio al pequeño de continuar.

―¿No me vas a dejar escapar, cierto? ―preguntó bebiendo de su vaso de leche para ocultar su sonrisa traviesa que fue seguida con los adorables ojitos que buscan hacerlo caer.

―Nah, nah ―negó moviendo su cabeza de lado a lado y sus rizos se movieron en sincronía.

―Así que dices que ese alfa vive solo y por eso quieres que cocine para él ―retomó el deseo de Aiden y la razón que lo guía para hacer algo por TaeHyung, un misterioso nombre para la persona que ha encantado a su cachorro.

Y es algo que los tiene a los tres sorprendidos, aunque no lo digan en presencia de Aiden, quien suele ser bastante quisquilloso con las nuevas personas y mucho menos ser tan abierto al contacto con aquellos que no conoce. Pero que de alguna forma el alfa logró crear un primer acercamiento sin pretenderlo por medio de los gatitos que despertaron la curiosidad de su niño.

―Exacto, el señor TaeHyung fue muy amable y mis abuelos me enseñaron que es algo que se debe agradecer en medio de todo el ruido en el que vivimos ―explicó fijando su mirada en la esmeralda que le sonrió antes de que los labios se estiraran y un suave asentimiento se le dio como respuesta.

―Pero yo no conozco a ese señor TaeHyung ―devolvió para molestar al pequeño que frunció el entrecejo y un pequeño mohín se asomó entre sus abultados labios.

Por favor, él no es la persona indicada para negarle algo a su pequeño lirio, igual que los dos adultos que los observan en absoluto silencio. Ellos al igual que él viven para hacer feliz a la agitación de rizos anaranjados que llegó a sus vidas de forma sorpresiva.

Pero aun así le gusta molestarlo y hacerle creer lo contrario. Es su labor de tío adoptivo después de todo.

―Pero puedo presentártelo, él también huele bonito y hay cierto aroma que me recuerda a ti, por favor, tío Koo ―solicitó Aiden con un mohín mucho más pronunciado, con sus codos apoyados sobre la mesa y su rostro sobre sus manos para ponerle más fuerza a su solicitud.

JiMin al ver a su adorable cachorro, pateó ligeramente la pierna del azabache que si bien no se quejó lo fulmino con la mirada y le devolvió la acción con más fuerza.

―Ahhh... ―el omega de aroma a manzana por más que trato soltó un pequeño quejido porque JungKook es todo menos suave cuando se trata de venganza.

―¿Papi estás bien? ―inquirió Aiden con preocupación ante la agitación de su padre que de un momento a otro saltó en su silla con un dolor que no logró identificar.

―No te preocupes cachorro, me mordí la lengua por error ―calmó a su pequeño con una caricia sobre el cabello que se sintió tan suave al contacto de su mano y el pequeño se quedó mirándolo escrutando su reacción y cuando vio que todo estaba bien regresó su atención a JungKook que terminó de embutirse la tostada para no reírse de lo que ocasionó.

―Koo se lo que pretendes ―canturreo Aiden sonriendo en grande tanto que sus ojitos se cerraron cuando sus mejillas se abultaron al ver la graciosa mueca de su omega con las mejillas llenas.

JungKook en respuesta alzó sus dos pulgares aprobando el pedido de su sobrino del corazón y el pequeño corrió la silla hacia atrás para treparse sobre su cuerpo con emoción, siendo recibido por sus brazos que lo apretaron en un cálido abrazo. Los dos rodeándose del aroma contrario y respirando con profundidad hasta colmar sus pulmones que agradecieron el impulso de vitalidad.

―Está bien mi pequeño lirio, lo haré solo por esta vez ―respondió dejando un beso sobre la frente contraria y se alejó para ver la mirada ilusionada que le agradeció con la más dulce sonrisa que lo derritió.

Sin duda alguna esos son los constantes momentos que lo reconfortan y alientan a hacerlo feliz, porque parte de la alegría de Aiden se ha convertido en una responsabilidad personal que asumió por amor al pequeño que le hubiera gustado evitarle ciertas malas experiencias en el pasado, aunque fuera un bebé, tanto él como JiMin no debieron vivir lo que por motivo del desespero dejó ciertas huellas silenciosas que residen en todos, menos en el cachorro a quien salvaron a tiempo antes de que su conciencia registrara con mayor exactitud cada acontecimiento externo.

―Sabes que siempre me dices que si ―devolvió con una traviesa sonrisa, porque su Koo nunca le ha dicho que no.

Mentiras, casi todo el tiempo son los dos quienes le llevan la contraria a su papá y a su tío Joonie.

―Compañeros de crimen, cachorro, eso somos ―expresó abrazándolo un poco más fuerte―. Ahora dime ¿Cuál pastel quieres que prepare?

―Es mejor que hablen de eso camino a la escuela porque ya vamos sobre el tiempo ―mencionó NamJoon mirando el reloj que tienen en medio del comedor para llevar el control del tiempo y no llegar tarde para dejar a Aiden.

―Oh sí, gracias tío Joonie, vamos en el camino te lo digo ―habló dejando un baboso beso sobre la mejilla del azabache para correr escaleras arriba y terminar de vestirse.

―No hay día en que no terminemos corriendo para salir ―molesto McCarthy a la par que tomaban los platos del desayuno para dejarlos en el lugar correspondiente al lavado que por ahora le corresponde a él, ya que, aún no comienza con su trabajo así que tiene un poco más de tiempo para ayudarlos con las labores del hogar.

Por eso será el encargado de llevarlos a cada uno a su lugar de trabajo y dejar por último a Aiden en la academia donde imparten sus clases.

―Muchas gracias por el desayuno Kook, estaba delicioso ―agradeció JiMin empujando con su cadera al menor que le devolvió el gesto, esta vez sin lanzarlo de un extremo a otro como en ocasiones suele hacer.

―¡Papá, no encuentro mi otro zapato! ―gritó el cachorro corriendo de un lado a otro en su habitación de paredes de color verde menta, tan desesperado por no hallar su zapato y ser el responsable de que salgan tarde.

―Uno como padre nunca descansa ―dijo con fingido cansancio para salir de la cocina e ir directo a la sala que aún deben acondicionar para tomar el zapato que su hijo tirado bajo el único sofá que tienen adornando el espacio.

―Uh, por eso no voy a tener hijos ―expresó JungKook al ver al pelirrojo correr por las escaleras junto a NamJoon mientras terminan de acomodar todo en la cocina.

―Por eso tenemos un sobrino para darle gusto a nuestros lobos y a nosotros ―concordó negando para volver a su labor con los platos.

―Y seguiremos así por mucho tiempo ―tanto su lobo como él están de acuerdo en la decisión que tomaron en conjunto para ir en contraposición a lo que estipulan en la sociedad para los omegas que deben formar y ser el pilar de la familia como cuidadores y alumbradores de vida.

Por lo que ambos están enfocados en vivir según las propias reglas que ellos establezcan y sabe que algún día, así NamJoon no lo reconozca, encontrará la oportunidad de formar un hogar, o simplemente quiera irse. Así que él junto a JiMin seguirán luchando contras las definiciones que los oprimen solo por ser omegas machos.

―No hay que hablar muy alto Kook ―molesto al furibundo omega que le lanzó justo en el rostro un trapo mojado de la cocina y salió corriendo para terminar de alistarse.

Cada uno ignorante de los cambios venideros que aguardan por el nuevo comienzo que espera prosperar entre las calles de un reconocido sector de West End, que ha sido levantado bajo las transformaciones del pasado.

Con una idea clara de lo que debía hacer, JungKook se despidió de su pequeña adoración y de NamJoon quien sería el encargado del día para dejar a Aiden en la academia a la que lo transfirieron y que por suerte, previo a un examen de admisión, el cachorro recién va a retomar las clases que por ahora serán tres veces a la semana, mientras los infantes se adaptan al nuevo nivel que por suerte él pudo iniciar desde el primer día, por ello, el apuro que tenían con la mudanza y que satisfactoriamente la vida les concedió.

Así que hoy, es el primer día de Aiden Kavanagh en su nueva escuela de enseñanza en la comenzarán con mayores fórmulas matemáticas, fragmentos de la historia, fundamentación del arte, ciencias de la naturaleza y ética protocolaria. Por lo que les espera un gran resumen durante la cena del evento de inducción que será la única clase de la semana.

―Buenos días por la mañana ―saludó JungKook cuando desbloqueo la puerta de la casa de modas, O'Brien Faisin, que es parte del legado de su madre y la labor a la que quiso dedicar su vida.

Un gusto que adquirió cuando pasaba sus tardes con su padre omega entre telares y alfileres que formaban una figura sobre el maniquí en el que Caleb O'Mara, iba formando la prenda a partir de las medidas y las indicaciones solicitadas por parte del público que iba hasta la sastrería para obtener una pieza única y que no iba a ser replicada para nadie más.

Todo nació en Irlanda, en su hogar natal, y tras ser espectador y figura de ensayo de su padre para las pruebas de los nuevos diseños que estaba realizando para las familias adineradas que cada cierto tiempo iban a visitar la casa de modas para obtener piezas exquisitas y de la mejor calidad, sus sueños se fueron enredando.

Poco a poco, fue aprendiendo e instruido por Caleb, cuando vio su interés en el arte de confeccionar ropa y años más tarde, hasta el actual presente es feliz de haber traído una nueva filial de O'Brien Faisin, la primera de Inglaterra, ubicada en el reconocido lugar de West End, cerca de su hogar y parte de los tres motivos principales que los movilizaron a encontrar un mejor lugar para vivir.

―Bonito día señor O'Brien ―saludó Eleanor, beta de cincuenta y tres años, encargada de la limpieza y acomodar el desorden que siempre queda del día anterior. Por lo que, la castaña siempre es la primera en llegar para tener todo listo ante la llegada puntual del omega que de alguna forma le recuerda a su pequeño Jacob, que murió a la misma edad que tenía JungKook cuando lo conoció por azar del destino, durante el segundo aniversario de su muerte.

Un adorable azabache de orbes esmeralda la salvó de la depresión que atacó a su durmiente lobo que no existe más allá de un básico instinto, que poco a poco la estaba abandonando hasta que su foránea presencia llegó como la brisa salada del mar que nunca antes conoció y que llegó detrás del sabor dulce de su aroma que la arrullo desde el primer abrazo que le dio.

JungKook O'Brien es la vitalidad que la diosa de la vida le envió para darle fuerza y mantener el nombre en alto de su pequeño hijo que falleció a los veintidós años con muchas promesas sin cumplir y que ella se encargará de realizar. Por eso agradece inmensamente la ayuda que el omega le ha proporcionado para darle solidez a su existencia y un propósito que se enmarca en la apacible y animada sonrisa con la que él siempre ingresa por esa puerta desde hace más de dos años.

―Adorable Eleanor, no tiene por qué decirme señor, esa costumbre ya la erradicamos hace un tiempo ―indicó cerrando la puerta, ya que, aún no es momento de abrir y se quitó el largo abrigo oscuro que él mismo confeccionó y lo colgó sobre el perchero de la entrada.

Al adentrarse más al lugar el aromatizante de lavanda y menta inundó sus pulmones, cerró los ojos con agrado por la relajante combinación que mantiene el lugar neutro de aromas y esencias, lo que les permite trabajar sin mayores molestias a lo largo del día.

―Está bien joven JungKook, no pensé que fuera a venir hoy con el tema de la mudanza ―devolvió la beta cambiando el honorífico por el cual suele dirigirse a su niño de inocente sonrisa, aunque no es más que una costumbre y mera formalidad que se le quedó como un hábito.

El nombrado se rindió a corregirla, porque sabe que para ella es incómodo no demostrar formalidad así su relación va más allá de un vínculo netamente laboral. Ella es un gran apoyo que aunque no reemplaza la presencia de su padre omega, ni el calor de su familia, en Eleanor encuentra la calma y la sabiduría que en ocasiones se le escapa. Además, del leal apoyo que en sus caricias sobre su espalda y la comida que siempre le deja para el resto de su día de trabajo, halló sinceras muestras de amor que llenan su corazón de gratitud.

―Es por eso que hoy no abriremos la tienda, sino hasta la próxima semana ―manifestó con alegría acercándose al recibidor principal de la sala de espera para tomar el libro en el que llevan las anotaciones de los pedidos pendientes y los bastos que ya se han realizado hasta el momento. Sujetó el cuaderno de pasta dura con flores secas pegadas en la cubierta y repaso las anotaciones de los próximos tres pedidos que va a adelantar y tratar de culminar uno enteramente para que el trabajo no se retrase.

Eleanor se acercó despacio con un trapo húmedo en sus manos con el que terminó de limpiar el poco polvo que encontró sobre las mesas de diseño y costura.

―¿Vas a quedarte todo el día aquí? ―cuestionó la beta un poco preocupada porque como no se esperaba la presencia del omega ese día, no le preparo nada para su almuerzo y no quiere que olvide comer por estar inmerso entre telas e hilos.

―Tranquila Elle, solo estaré hasta... ―dudo ubicando con su mirada el reloj para ver que sobrepasan las 09:30 de la mañana, así que todavía tiene tiempo, además hoy solo planeó alistar los moldes principales y cortarlos―. Las 02:00 de la tarde y ya luego me voy a casa porque Aiden me encargó una misión especial ―JungKook se adelantó a las explicaciones porque sabe cuál es la preocupación que frunció ligeramente el ceño de Elle, en una abreviatura del nombre de la beta.

Por ello, para que pueda irse con tranquilidad y no volver con comida horas después como ya ha hecho en el pasado, promete mantener su promesa, principalmente por Aiden que le pidió preparar el pastel para el que no tienen ningún ingrediente en casa, lo que lo deja en la necesidad de ir al mercado para comprarlos, y eso implica tener que salir más temprano de lo que pensaba.

Pero todo sea por su pequeño de rizos de algodón.

―Confío en usted joven JungKook ―expresó con sus ojos entrecerrados que hizo al azabache sonreír y levantar las manos para absolverse de toda culpa.

―Soy libre de toda acusación que lleve mi nombre ―respondió por la pretensión de la mujer al desconfiar de lo que dice, y vaya que tiene razón para hacerlo.

―Y es por eso que me voy a quedar con usted hasta esa hora, después de todo debo de terminar de organizar los nuevos telares que llegaron ―es el plan que ya tenía establecido para el día y que seguirá para vigilar que JungKook no se salte los alimentos.

―Pero, Elle... ―fingió un lloriqueo y dio dos pisotones para enfatizar su berrinche por la poca confianza que le tiene.

―No permito quejas joven JungKook, que el pasado lo precede y si yo no lo cuido sé que terminara yéndose más tarde y sin tener una comida digna más allá del desayuno ―Eleanor dio por zanjada la conversación internándose de nuevo en el amplio salón principal con destino a las habitaciones aledañas que debe terminar para encargarse finalmente de las telas que es su labor principal.

Siguió de largo dejando al omega en medio del salón mientras seguía zapateando y alegando contra sus acusaciones.

―Esto es indignante Eleanor Collins. Es un agravio a mi integridad ―bromeó escuchando su voz retumbar contra las paredes de la habitación central en donde se prueban los vestidos y se terminan de confeccionar las prendas y se dio cuenta que estaba solo porque cierta amada y cascarrabias beta se dedicó a ignorarlo durante las siguientes horas.

―Bueno, a lo que vinimos JungKook ―se animó con las manos sobre las caderas viendo el panorama de su salón de creación.

Los muebles que están dispuestos frente al espejo central del área de prueba, son cubiertos por una sábana blanca para evitar la acumulación de polvo y que la suave tela habana se ensucie. De igual forma la mesa que siempre le gusta adornar con frescos y coloridos arreglos de flores carecen de vida hasta que abran las puertas al público.

Volvió la mirada hacia el cuaderno que dejó olvido por su pataleta y comenzó a subir lentamente las escaleras hacia el segundo nivel en el que almacenan y clasifican las telas, además, de todos los ornamentos que van añadidos a los diseños como los diversos complementos con los cuales suele exhibir las creaciones en los maniquís fijos en la vitrina principal, que está cubierta por un telar negro mientras reorganizan la zona con la nueva integración de lámparas de mecha a las cuales les mando a fabricar una urna de cristal separadas para darle una leve iluminación a la cabina de exhibición durante la noche. Reforma que lo tiene emocionado y muy contento.

―¿Qué debería llevar? ―cuestionó terminando de observar las indicaciones que van en la parte posterior de la hoja en la que está el bosquejo del vestido que hace frente a la persona que le describe cómo y de qué forma desea la prenda, y tiene la costumbre de, inicialmente garabatear un bosquejo preliminar que previo a ser aprobado, ya con más calma y tiempo, elabora uno más completo que va en el cuaderno sagrado que sostiene entre sus palmas mientras planea mentalmente por dónde empezar a recortar.

Una vez que ingresó a la habitación de recorte, como decidió nombrarla, varios estantes alumbraron su visión y su aroma a avellanas y caramelo se esparció con suavidad en el aire para internarse en medio de la marea de telas que después llevó al piso inferior, luego de seleccionar y cortar los grandes retazos de tela, los dispuso en la gran mesa central de su taller para tomar una tiza y trazar la silueta que calculó en base a las medidas de la joven omega que vino en compañía de su madre para obtener un vestido para la celebración de su cumpleaños y exhibirla como una joya para comprometerla con el mejor alfa de buena familia que la matriarca considere adecuado.

Oh sagrado, cuánto le costó mantener el hilo de una vacía conversación que sintió como ladrillos atados a sus pies al ver la emoción de la omega de aroma a rosas por encontrar una prometedora pareja, si bien sabe que sus ideales son infringidos por su familia, JungKook aborrece la predeterminación que como omegas deben cumplir o aspirar a base de los ideales que buscan ser grabados sobre sus pieles.

―Al carajo con tener una pareja ―refunfuñó trazando con un poco más de fuerza de la requerida las líneas de la figura de la omega de quien ya olvidó el nombre y que no quiere ver en la libreta que reposa sobre el alto sostén de madera que mandó a fabricar para tener sus apuntes casi que a su misma altura.

Porque tal vez le molesta más de lo que debería una situación que no le concierne a su vida, cada persona labra su camino y sus decisiones, pero cree que como omegas tienen un rol más importante que la sola acción de albergar vida en su vientre, como si el solo hecho ser dotados de la capacidad de tener un lobo que les proporciona un útero y un aroma dulce, ya fuera motivo suficiente para incubar los cachorros que los alfas deseen.

Durante toda su vida ha luchado no por resaltar ni ser abanderado de una causa que puede superarlo debido a las radicales ideas que abundan en la sociedad, se ha enfocado en lo único que puede hacer, dominar su vida para elegir qué es lo que quiere y aquello que no va a tolerar por más que sea el designio divino de unos cuantos que proclaman las leyes que la naturaleza y una diosa en lo alto que ha sido malinterpretada, que se supone proclamó hace tanto.

―Oh, debería alargarla un poco más ―murmuró cuando estuvo conforme con las piezas principales de la falda extendida que está realizando, la cual lleva una serie de pliegues al terminar y un cinturón de tela que funciona como un corsé menos ceñido al abdomen pero igual de funcional para resaltar la estrechez de la cintura, ya que la falda al ser ancha oculta parte de la figura y de esa forma va a contrastar para darle equilibrio al vestido.

Después fue por uno de los moldes de cuero que le facilitan recortar la tela para las diversas piezas que necesita, como el corsé que va debajo de la tela prensada alrededor del abdomen y que asciende hacia la zona del busto que en esta ocasión va fijo en un solo hombro, mientras que del otro cae una capa de velo para darle sensualidad y elegancia a la prenda.

Entre los diversos recortes que debe sacar para los dos vestidos y el traje completo que debe elaborar, las horas van pasando con calma en medio de comentarios que van y vienen junto a Eleanor y para el momento en que las 02:00 de la tarde se marcan sobre el reloj de mesa que tiene sobre una base para sostenerlo, se siente emocionado porque ya tiene las partes cortadas para cada uno de los tres pedidos y es un gran motivo que dibuja una orgullosa sonrisa entre sus labios.

―Vamos Elle, hoy hicimos un gran trabajo ―canturreo JungKook apurando a su acompañante para salir e ir con gran apuro al mercado para comprar lo que necesita.

La beta lo siguió negando con diversión por los pequeños saltos de JungKook mientras tomaba su abrigo del perchero y con su mano la apuró a moverse.

―Tranquilo que las fresas son lo más apetecido del mercado ―lo molesto al saber lo que va a preparar y el azabache se quejó con un pequeño gruñido porque es lo más importante para su pastel.

Aunque es una verdad con tintes de mentira, porque las fresas si bien son apetecidas, pero principalmente por quienes tienen el dinero para permitírselo, debido a que es una fruta que requiere de mucho cuidado para su cosecha y más aún por el clima que puede dificultar el proceso.

―Eres muy cruel al decirme eso ―pataleo al cerrar la puerta y asegurarla para que quede bien―. Y yo que te iba a pedir que me ayudaras a escogerlas ―y así aprovecha para darle unas cuantas y si está muy de buenas, comprarle otro par de cosas en el mercado, aunque sabe que es una tarea que requiere de toda su entereza, porque la castaña suele oponerse a gastar más dinero del que ya le da por trabajar con él.

Pero lo va a intentar hasta que obtenga una palmada en su espalda a modo de protesta.

―Bueno, apúrese joven JungKook ―expresó Eleanor comenzado a caminar para doblar en la esquina que está a unos escasos metros de la calle principal y dejó detrás de sí a un indignado omega que la siguió apurado.

―Cada día más impertinente ―molesto siguiéndola para sumergirse en la zona principal que está en el corazón de la ciudad del comercio y negocios que exaltan la clase y la opulencia, y que gracias a la oportunidad que hace un par de años su padre y familia le concedió, le otorgó la posibilidad realizada de tener su casa de modas en un sector reconocido.

JungKook con gran emoción cumplió con su propósito del día gracias a la predisposición de Eleanor que al inicio le negó todo intento de comprarle algo, hasta que por obra de su intensidad que le ofrecía cuanto alimento delicioso viera, la beta terminó aceptando a regañadientes varias frutas, verduras y algo de carne solo para aprovisionar mejor su cocina y así llevarle el almuerzo cada día, aunque esa exigencia no fue ni por asomo su intención, tuvo que verse obligado a aceptar, o de lo contrario ella no iba a llevarse nada que no fuera para prepararle a él.

Cómo no amarla cuando se preocupa por su bienestar al velar por la tranquilidad de su vida mediante acciones que le faciliten ciertos conflictos que pueda tener. Ella siempre está pendiente de cualquier variación en sus expresiones y detecta con asombrosa percepción el cambio en su aroma a través de las feromonas, por más sutil que sea, Eleanor lo siente antes que las demás personas a su alrededor.

Por lo que, después de despedirse de ella, emprendió su camino de retorno con las bolsas entre sus manos y un pequeño postre que compró en una panadería recién inaugurada, que está llamando la atención del público por sus deliciosas creaciones.

Eligió un postre con una cubierta sólida de caramelo sobre la masa que está relleno de durazno con abundante crema en su interior, compró tres, menos para Aiden porque ya no puede comer más dulce del que le espera con la torta de fresas con crema que va a preparar.

En consecuencia con emoción en su caminar, se dirige hacia el trabajo de JiMin con el perfecto incentivo entre sus manos.

―Buenas tardes... ―su saludo fue interrumpido cuando abrió la puerta del lugar con el juego extra de llaves que Kavanagh le dio, así como ellos dos tienen acceso a su casa de modas.

―Por la tarde ―completo JiMin que justo estaba en medio de la recepción terminando de poner el jarrón central que aún no tiene flores para evitar que se marchiten de aquí a la apertura de su escuela de danza.

―Ya estamos coordinados ―estiró su mano con la cajita de los pasteles para animar a su hermano del corazón que le respondió con una dulce mirada de mejillas abultadas y levemente sonrojadas por el esfuerzo que ha estado haciendo.

Sus lobos hicieron presencia a través del tenue brillo que perlo sus ojos con mayor intensidad, en respuesta al amor y al vínculo que los une.

―Veo que Aiden te hizo salir temprano ―mencionó ayudando a JungKook con las bolsas que trajo para ponerla sobre la mesa del recibidor y rápidamente fue por otra silla para que ambos se sentarán a degustar lo que trajo el menor.

―¿Vas a dejarme ver el resultado o debo seguir esperando? ―comentó el azabache entregándole el pequeño pastel a JiMin y sin demorar más tomó el propio para morder con cuidado la cubierta de cristal dulce que se deshizo para caer sobre el plato y su lengua fue bañada por el suave dulzor que lo llevó a cerrar los ojos cuando el caramelo se diluyó en una explosión de sabor cuando no resistió más y dio un gran mordisco para probar el cremoso relleno murmurando por lo delicioso del contraste con la crujiente masa.

Ambos vibraron por el deleite que los hizo salivar al captar las leves notas ácidas de la crema con trozos de durazno sin que el sabor fuera demasiado invasivo.

Suspiraron contentos por la compañía ajena y por los dulces placeres que tienen la oportunidad que probar.

―Hay una sorpresa para ti, así que sí, debes esperar unos días más ―respondió JiMin a la pregunta insistente que JungKook le lleva haciendo desde hace una semana, precisamente desde el día en que confirmaron la compra de la casa en conjunto con la amplia casa de un solo nivel que va a albergar la vida de sus clases de danza clásica.

Un precioso lugar que después de mucho batallar ve realizado ante sus ojos y por ello se ha tomado el tiempo de emprender los arreglos finales, posterior a la adecuación y reformas, que cada vez más van cobrando vida y esencia.

Es la primera vez en muchos años que ha invertido en él mismo para forjar a partir de las lágrimas de su pasado, un lugar que inmortalice su esencia.

―Oh no, no quiero cosas desbordantes de amor ―JungKook arrugó el rostro en una mueca de asco que despertó sus risas por la falsedad de sus palabras.

Porque no hay ser que esté más feliz y orgullo de JiMin Kavanagh que él, quien ha sido parte de la mayor inspiración que su amigo ha tenido en años y que se encargó de alentar hasta ayudar a poner los primeros cimientos de lo que hoy es Renaître, renacer, una palabra proveniente del francés que encarna el espíritu naciente del omega.

La segunda gran razón de la mudanza, responde a la cristalización del anhelo que poco a poco se fundió en su piel durante la época, aunque corta, más degradante de su vida y de la cual NamJoon lo rescato para devolverlo al lugar al que pertenecía, al lado de su familia y de su mejor amigo de toda la vida, quien rompió en llanto y se arrodilló ante él por no enterarse de la situación a la que se vio obligado a recurrir para seguir manteniendo a su cachorro entre sus brazos y que después de una batalla legal, se ganó definitivamente su custodio sin réplicas ni concesiones de por medio.

Esos escasos meses fueron una odisea que volvería a enfrentar para tener a su manada a su lado. Y a partir de su presente, resignificó un tormento que en ocasiones lo persigue, pero que en definitiva fue el impulso que lo llevó a amar el baile como una forma de expresión y conexión interna hasta querer compartir su pasión con el mundo de una forma profesional.

Así que se preparó y hoy ya tiene una escuela de danza para niños y adultos en un sector que ha despertado la curiosidad de las personas y por medio de la recomendación de JungKook, varias de sus clientas ya han solicitado inscripción para sus pequeños.

Todo está marchando mejor de lo que visualizo en un comienzo cuando apenas era una minúscula idea que se solidifico con el paso de los días.

―Sabes que eres todo un lobito mimado ―dijo con voz aniñada para molestarlo y estalló en una amplia carcajada cuando la nariz del azabache se arrugó en molestia, y así después tiene el cinismo de refutar en contra de sus claras acusaciones.

―Ya no te vuelvo a traer nada, pollo insolente ―O'Brien hizo referencia al apodo que le colocó a JiMin cuando eran dos pequeños y una versión más pequeña de él que se irritaba con facilidad, un día preso de la molestia infantil trato de ofenderlo con lo primero que pensó y antes terminaron llorando de la risa por lo tierno y a la vez gracioso que se había escuchado.

Después de esa primera vez, el apodo se fue repitiendo y ya solo en ocasiones vuelve a aparecer, de la misma forma que el que el pelirrojo le colocó.

―No te retes, conejo enojón ―los dos rieron por las dulces memorias que como el caramelo que colmó su paladar, los fragmentos de su vida hicieron más dulce sus feromonas hasta mezclarlos en una exótica combinación.

―No te entretengo más porque tú tienes cosas que terminar y yo una importante labor que preparar ―expresó palmando sus muslos para ponerse de pie después de pasar unos minutos más en medio de una conversación trivial hasta que llegó el momento de cumplir con su deber.

―Gracias por tu amor Kook ―agradeció JiMin al entregarle las bolsas a un sonrojado azabache que rehuyó al contacto de su mirada con una dulce sonrisa que le dedicó como respuesta.

―Como digas pollo, nos vemos en unas horas ―se despidió agitando su cabeza porque tenía las manos ocupadas y por poco olvida llevar el postre restante que compró para llevárselo a NamJoon.

Con un objetivo claro y una secuencia de pasos que seguir, emprendió el camino hacia su hogar con una sensación de agitación que lo comenzó a invadir estando a escasos pasos de su casa debido a la emoción por lo que planea hacer.

Pero la verdad no puede distar más de aquello que él imaginó.

JungKook en verdad lo disfruto, amo dedicar esas horas de la tarde a la preparación de la mezcla del bizcocho de vainilla que cocino con dedicación y cuidado en la olla que antes de verter la mezcla lo llenó de mantequilla y un papel especial para pastelería que adhirió sobre las paredes del envase para que no se convierta en una lucha mortal desmoldar el ponqué.

Una vez finalizó su cocción esperó unos minutos para proceder a retirarlo de la olla y grata fue su emoción cuando salió intacto, por lo que procedió a dividirlo en dos para rellenar el espacio con la crema casera con pedacitos de fresas maceradas en una especie de mermelada que colocó en medio. Sobre la cubierta unto más crema y finalizó la decoración con fresas bañadas en caramelo de azúcar, al intentar replicar el postre que hoy compro.

Cuando quedó satisfecho con su creación, fue el momento en el que Aiden llegó en compañía de NamJoon, quien estuvo por fuera gran parte de la tarde, terminando los pormenores de la mudanza y de camino fue por la adoración del hogar y por JiMin. Todos arribaron entre saludos y gritos eufóricos que inundaron el silencio en el que estaba sumida la casa.

―¡Tío Koo, esto es lo más hermoso que he visto! ―exclamó Aiden que entró como un rayo a la casa en el momento en que su tío Joonie abrió la puerta y su naricita captó el dulce olor del caramelo y lo crítico de las fresas.

Corrió con cuidado de no caerse para ir a la cocina y quedar deslumbrado por lo bonito que quedó el pastel y las fresas tan rojas expandieron sus ojos por el gusto que a sus sentidos inundó cuando las vio tan tentadoras.

―¿Te gusta? ―cuestionó JungKook apoyado con el mesón con sus brazos cruzados sobre su pecho tratando de disimular la sonrisa por el brillo en los ojos bicolor de su pequeño Aiden, que ahora se debate entre comer un poco o llevárselo al alfa, y eso por eso que hizo uno más pequeño para ellos, en especial, para el cachorro―. ¿Quieres probarlo?

Oh Aiden sintió que las voces de los querubines llegaron desde el cielo hasta sus oídos cuando su mirada se encontró con la bonita mirada esmeralda de su tío Koo que personificó a una figura angelical que ascendió de los cielos para traerle un mensaje.

Pero su expectante emoción decayó cuando recordó el propósito del pastel de fresas y que está relacionado con el señor TaeHyung, además es de mala educación llevarle una comida ya ha sido probada.

―Nah, no puedo permitirlo ―negó mirando de nuevo el delicioso pastel, mientras los tres presentes se miraron enternecidos por la fuerza de voluntad de Aiden al mantener la promesa que se hizo a sí mismo.

―Puedes hacerlo pequeño lirio, porque... ―JungKook alargó la última sílaba y se acercó al mesón para levantar la canasta que hizo relucir un pastel similar pero en menor tamaño. Y ahora que lo piensa, debería haber sido al contrario, después de todo el alfa vive solo con sus dos pequeños gatos y él le hizo un pastel de tamaño medio para él, mientras que para ellos que son cuatros personas, dejó un pequeño.

¿Sus cálculos pueden ser más erróneos o se dejó contagiar en demasía de la euforia de Aiden, que lo terminó orillando de forma inconsciente a engrandecer el pastel? Sin importar el pretexto, lo hizo principalmente por su pequeño lirio y la emoción que vio en él al no parar de hablar de TaeHyung.

Debe reconocer que también está intrigado por conocer al primero de los alfas que al pequeño quisquilloso le cayó bien desde el primer momento, gracias a la coincidencia felina que fue el primer enlace para acercarse a él y que además fue bien recibido, y por sus sucesivas cuestiones a JiMin, confirmó que TaeHyung, por ahora, resalta entre la peste que estila de la mayoría de los alfas adinerados que ha tenido la desgracia de conocer.

―¿Lo hiciste para nosotros? ―la pregunta de Aiden lo sacó de sus cavilaciones y su mirada un poco perdida terminó sobre sus amigos que presintieron parte de lo que estaba pensando.

―Por una parte sí, pero por la otra lo hice para que tú también puedas comerlo, ya que solo pensaste en llevárselo a él ―explicó tomando el esponjoso y glaseado postre en el bonito plato con florecillas pintadas en la cerámica y se acercó hasta la mesa del comedor para ponerlo al lado del otro.

Aiden aplaudió con energía cuando los vio juntos y sus ojitos se perdieron tras sus pómulos que se abultaron por la incontenible sonrisa que los contagió, tanto que JungKook se inclinó a su altura y sujeto con delicadeza entre sus manos el rostro del pequeño para apretar un poco más las mejillas que formaron un adorable puchero entre los labios que intentaban curvarse en una sonrisa que finalizó con un suave beso sobre la nariz de botón de Aiden.

―¿Sabes que te amo mucho? ―preguntó el cachorro cuando su rostro fue libre de la calidez contraria.

―De la misma forma en que yo lo hago ―respondió con el amor desbordando su pecho y esparciéndose por todo su cuerpo hasta llegar a su lobo, lo cual incrementó las sensaciones y el afecto hacia su cachorro.

―¿Y nosotros dónde quedamos? En especial tu padre ―mencionó JiMin deshaciendo la dulce interacción que le llena el alma tanto a él como a su lobo, al ver que el pequeño fruto de vida es tan amado y cuidado. Lo cual a veces en las noches bajo el refugio de la oscuridad de su habitación se permite llorar cuando las emociones desbordan la contención y se fractura por la exacerbada felicidad que su familia le causa.

Podrá ser incluso exagerado de su parte llorar al sentirse feliz, pero no son más que la materialización de su alma y su instinto animal que agradecen lo que ahora poseen, luego de ser rescatados del fango durante la época en la que creyó que el mundo lo abandonó, y aunque en un inicio así fue, NamJoon apareció en su vida y JungKook volvió a estar presente en ella.

Con un integrante más sumado a la ecuación que de cuatro que forman en la actualidad.

―Tu eres mi papi omega, el único que necesito ―confesó Aiden mirando a su padre con latente amor en sus orbes. Luego centró su atención en su comelón tío Joonie que se quedó con la mano a medio camino de su boca con la manzana mordisqueada entre ella, que dejó olvidada para prestarle atención a su sobrino―. Y tú eres mi tío que me enseña sobre la vida y me explica las materias que no comprendo ―finalizó sonriéndole a cada uno con adoración palpable en su mirada bicolor.

―¿Y yo que soy? ―indagó JungKook a la espera de su rol, aunque Aiden ya lo dijo quiere hacer parte de su preciosa confesión.

Es la sinceridad que ellos quieren preservar en el cachorro, una que han logrado mantener incluso con el duro paso del tiempo y las injusticias que Aiden ha presenciado; es una virtud que sigue intacta al decir lo que siente y el aprecio que le tiene a las personas, solo que ahora ha aprendido o está en ese proceso de descubrimiento, en el que intuye las intenciones ajenas y se hace una idea sobre si es correspondido su sentimiento de cariño hacia el otro.

Por lo que, el cachorro es espontáneo al decir aquello que le gusta y lo que no. Lo cual es una enseñanza que JungKook le recalcó desde pequeño, él le enseñó a su pequeño de rizos rojizos a defender sus gustos y sus ideas sin ser imponente.

―Tú eres mi omega ―Aiden respondió sin dudarlo y todos rieron a carcajadas por la plena seguridad que hay en sus palabras a sus escasos diez años. Él sabe que su tío Koo es suyo, no de forma posesiva, pero si por la unión que siempre ha sentido hacia él.

―Así es cachorro, así es ―manifestó revolviendo el cabello de su pequeño que sonrió con inocencia a raíz de su confesión, ya que, Aiden aún no alcanza a dimensionar la magnitud de proclamarlo con su omega.

Pero es una conducta sana, debido a que él diferencia y comprende lo que significa tener una pareja omega, según lo que le han explicado en sus clases, además de lo que su familia le ha dicho. Aiden no se siente atraído y mucho menos espera tener a JungKook como pareja algún día; sabe que es su familia, solo que su arraigado sentimiento de pertenencia está ligado a su instinto de protección que sin saberlo unió a su lobo con el contrario, como una manda que reconoce a cada uno de sus integrantes.

No hay más que afinidad y amor, que para Aiden se engloba en una sola palabra, una mención que le dedica solo a Koo, porque tiene ese deseo interno de resguardarlo y resaltar que lo ama.

―Es por eso que me vas a acompañar a llevarle el pastel al señor TaeHyung ―no fue un pedido, Aiden solo aclaro lo que van hacer.

Ese fue la señal para NamJoon y JiMin de dejarlos a solas, y muy lentamente retrocedieron para que su presencia no altere más la expresión consternada del omega con aroma a almendras.

―Ustedes dos se quedan ahí como estatuas ―demandó JungKook a los dos cobardes que pretenden dejarlo solo a merced de un ávido manipulador como lo es Aiden Kavanagh, a quien él mismo instruyó y que ahora parece estarlo superando.

Los nombrados levantaron sus manos en alto bajo la escrutadora mirada esmeralda que fue interrumpida por la tierna risa del infante, totalmente divertido por las escenas que su familia tiene cada tanto.

Cuando se supone que él es el pequeño de la casa y debería ser el primero en actuar así, pero no, allí convive con tres adultos que en ocasiones, que son más frecuentes que pocas, ellos actúan como pequeños en medio de un berrinche.

―No te rías de a mucho de Aiden ―molesto NamJoon a su sobrino que rápidamente borró su sonrisa, o bueno lo intento porque sus mejillas seguían abultadas.

―Yo hice el pastel, pero ya tú te encargas de llevarlo y aquí delante tuyo tienes a dos personas más que están dispuestas a conocerlo también. En especial, NamJoonie que no lo ha visto ―bromeo JungKook al meter en la ecuación al castaño que negó frenéticamente al bajar sus brazos y comprender sus intenciones.

―Además, yo ya lo conocí, así que le toca a otro de los dos ―JiMin se excusó, no porque no quiera ver al alfa, sino porque quiere forzarlos a que interactúen con TaeHyung y que acompañen a su cachorro, que de una u otra forma los va a unir.

―Es por eso que el tío Koo debe ir conmigo ―respondió Aiden luego del alegato emitido por cada una de las partes y en verdad no le importo lo que dijeran, él desde el inicio ya había tomado su decisión.

Quiere que el amable y apuesto señor TaeHyung, conozca a su tío Koo. Solamente lo hace por la similitud del aroma del alfa, petricor, que es una de las esencias que su omega tanto ama y que le recuerdan a su hogar natal, Irlanda.

Así que quiere darle a través de una esencia que pertenece a otra persona, un poco de la familiaridad que ellos extrañan de su primer hogar. Cree que su tío Koo se sentirá feliz de rememorar las bonitas memorias que están asociadas al particular aroma que nunca antes sintió.

―Cén fáth ar chóir dom a bheith ann, Aiden Kavanagh? ―cuestionó JungKook en su lengua materna indignado por tener que ser él el elegido entre tantos.

En realidad siente a su lobo ansioso de la misma forma en que lo está ahora mismo, sin saber porque se niega a ir, cuando no es precisamente tímido, debido a que su trabajo ha ido puliendo sus habilidades sociales y se considera un buen hablador.

Pero aquí está haciendo un berrinche delante de un cachorro de diez años por no querer ir a conocer al alfa, o mejor dicho al señor TaeHyung.

―Hay algo que quiero que sientas Koo, y para eso debes ir conmigo, te lo pido, solo por esta vez no más ―pidió sin dobles intenciones o haciendo uso de su habilidad de convencimiento, no, solo quiere ir con él y que tenga un rato agradable.

Y sabe que el señor TaeHyung es ese amable alfa que lo va a ayudar en su propósito, pero si su Koo se niega, tampoco puede obligarlo. Por lo que la desilusión floreció en su rostro, en especial en su mirada que perdió el brillo travieso que lo caracteriza cuando entendió que no puede tratar de imponer sus deseos así tenga la mejor intención con lo que pretende.

Aunque JungKook no tiene idea más allá de lo que Aiden le dijo en su necesidad de que vaya con él, sigue sin vislumbrar porque lo quiere allí presente, cuando puede ir con su padre que es su lugar seguro y fuente de confianza siempre que va a enfrentar nuevas situaciones por primera vez. Sin embargo, y pese al desconocimiento, si Aiden se lo está pidiendo con un poco de desespero en su mirada marrón, cede porque debe ser importante para el cachorro tenerlo presente.

Mas su decisión logra perturbar aún más la exaltación que su lobo mantiene, pero no es tiempo de arrepentirse.

―Está bien pequeño, voy a ir contigo ―manifestó recibiendo el cálido abrazo que Aiden le dio al creer que tendría que renunciar a su plan inicial.

Los aplausos de fondo se hicieron escuchar en medio de un vitoreo por parte de NamJoon y JiMin al ser salvados.

―Ustedes dos silencio ―demandó JungKook con el cuerpo de Aiden entre sus brazos y se encaminó escaleras arriba para quitarle el uniforme al cachorro y colocarle algo más cómodo.

Después de una pequeña merienda antes de la comida, el tan ansiado momento llegó tras el grito de Aiden en el que le avisó que el alfa hace unos minutos llegó a su casa, luego de pasarse los últimos minutos discretamente por la ventana y aunque quiso salir en ese mismo momento, considero prudente que así como él descanso con su familia, el señor TaeHyung también debería hacerlo, por lo que le dio varios y largos minutos de espera hasta la emoción lo supero.

―Aquí vamos ―murmuró JungKook con el pastel en una canasta diseñada para transportar alimentos y con un enérgico cachorro que entre saltos lo animó a seguirlo.

―Buena suerte ―susurraron al unísono sus traidores amigos cuando pasó por el espacio que le dejaron bajo el marco de la puerta y que lo despidieron con burlescas sonrisas que solo incrementaron sus nervios.

―Aiden, por favor, ven a mi lado ―índico al ver que el cachorro iba unos pasos más adelante y debido a que sus manos están ocupadas con el delicioso pastel que expide un dulce y crítico olor que llega hasta sus fosas nasales y que logran aquietar el nerviosismo de su lobo, le impide sostener la mano del pequeño.

El cachorro ante el llamado, se acercó para situarse al lado de su omega y estiró su mano para tomar el pantalón de lino oscuro que lleva.

―Ya vas a ver que el señor TaeHyung es un alfa agradable y para nada fastidioso como los alfas que a veces se te acercan ―gruño suavemente al recordar a los alfas que en ocasiones iban al trabajo de su tío Koo para hablar con él y en los días que quedaba libre de la escuela, lo acompañaba y veía cómo trataban de cortejarlo, según lo que su padre le explicó cuando le pregunto lo que ellos trataban de hacer.

De modo que cada vez que los veía llegar con regalos para su tío Koo, sin dudarlo salía en su defensa y los espantaba. Cumpliendo su labor con alto mérito, cuando nunca más volvieron al pensar que el omega en el que estaban interesados ya tenía un cachorro.

Un engaño perfecto que Aiden Kavanagh aprovechó a su favor.

―Confío en tu criterio ―y es lo que más lo asombra de la situación, el hecho de que sea Aiden quien insista para que conozca a un alfa, después de odia cualquier mirada o palabra que otro le dirija, aunque con justa causa, porque la mayoría de ellos huyen cuando ven al cachorro y creen que es padre soltero.

Mientras avanzan hacia la casa de al lado, JungKook reconoce que TaeHyung se ha ganado sin intentarlo demasiado, el cariño de Aiden. Lo cual es todo un logro.

―Vamos, vamos ―apuro Aiden por última vez al cruzar la zona del camino de entrada que los llevará hasta la casa del señor TaeHyung.

A la par en que la emoción terminó de desbordar al pequeño, JungKook sonrió con nerviosismo cuando su lobo se alertó con cada paso que dio hasta llegar a la pequeña escalinata y un hondo aroma a petricor lo recibió.

Sus ojos se abrieron en demasía y toda agitación interna sucumbió a la calma en el momento en que Aiden dio dos golpes sobre la madera de la puerta para avisar su presencia y los apurados pasos fueron tan audibles para él como el cosquilleo en su estómago cuando expandió sus fosas nasales para obtener más del envolvente aroma que lo arropó en el momento en que la puerta fue abierta de golpe debido a las exclamaciones del cachorro, las cuales no logró escuchar al estar sumergido en sus sentidos que lo abandonaron por la ráfaga de naturaleza que llegó desde la presencia ajena.

Y por primera vez en su existencia se sintió tan omega como nunca antes le sucedió.

La frase está en irlandés: ¿Por qué debería estar ahí, Aiden Kavanagh?

Autora:

Estoy amando la interacción que el Taekook va a tener 👀 Porque para ambos el mayor impacto será la belleza contraria y de allí la atracción comenzará...

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