10. Sangre

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Luego de revisar completamente el armario, Steven encontró una escopeta Benelli M3 Super 90, una pistola Magnum 357, una 22 y algunos cuchillos y un machete.
Adam bajó del segundo piso, se había cambiado de camiseta pues la otra estaba completamente manchada de rojo y apestaba demasiado, en su espalda tenía una ballesta y algunas flechas en la mano.

—¿Y eso? —preguntó Steven al ver su arma.

—Un regalo... —tomó la escopeta y revisó que tuviera suficientes cartuchos— realmente nunca creí que la usaría.

—¿Qué usaré yo?

—¿Has disparado alguna vez? —bombeó la escopeta, la sujetó con firmeza y luego lo vio.

—Bueno... he practicado un par de veces.

—¿Y qué tal? —algo en su cara regordeta le hacía saber que tal vez no era muy bueno— Bien, llévate esta—le entregó la 22.
Ya se escuchaba que algunos se estaban acumulando en la puerta principal, tomó de igual manera el machete y lo guardó en la funda que llevaba en el cinturón, comenzó a caminar hacia la puerta, Steven le siguió.

—¿Estás listo? —el sudor caía por su frente y el corazón le corría a mil por hora.

—No —levantó el revolver con sus manos temblorosas.

—Yo tampoco —Apolo llegó junto a ellos—. Bien, aquí vamos —retiró el sillón de la puerta y la abrió en un segundo.
Apolo se abalanzó contra el primer infectado que vio, mientras que Adam recibía a otro con un culatazo en el rostro, luego de hacerlo caer le disparó a los más cercanos. Salieron de ahí directo hacia la calle, la cual estaba llena de ellos.
Adam comenzó a disparar contra todos los muertos que se acumulaban, pero rápidamente se dio cuenta que aquello había sido una mala idea. Eran demasiados...

Nuevamente aprovechó la cercanía de algunos para disparar, al menos dos cayeron por los perdigones. Bombeó la escopeta y apuntó a su derecha, le reventó la cabeza a otro. Steven se juntó completamente a él, lo sentía temblar. Lo miró directo a los ojos mientras los infectados seguían avanzando, y por unos segundos todo se congeló.
Entonces, un alboroto se escuchó desde una calle cercana, ambos contemplaron como un grupo de sobrevivientes emergía gritando a todo pulmón como una turba enfurecida.

—¡Contra ellos! —rugió Cole, quien venía a la cabeza. Tras él, al menos veinte miembros de los Exploradores y algunos habitantes de la comunidad. Todos armados con objetos contundentes o armas punzocortantes.

Corrieron sin control alzando sus armas, y recibieron a la horda con un ataque directo. Cole destrozó a algunos con un bate de béisbol, hasta que se abrió paso hasta llegar con ellos.

—Cole...

—¡Adam! —sacó una pistola y le disparó a los que seguían tras él y Steven.

—¿Qué es esto? —siguió contemplando a todos esos chicos pelear.

—Estamos recuperando la comunidad—comenzó a correr—. ¡¿Qué esperan? Vamos!

—Ya lo oíste, bastardo —Blake apareció también. Estaba cubierto de sangre y agitado como nunca—. Necesitamos toda la ayuda posible —sujetó su machete y le partió el cuello a la señora Keller.
El cielo rugió y una repentina pero feroz lluvia comenzó.

—¿Qué hacemos? —preguntó Steven retirando su cabellera mojada de su rostro.

—Hay que seguirlos. —Ninguno dijo otra cosa. Salieron a toda prisa en la misma dirección, se dirigían al centro de la comunidad.
Mientras avanzaban por las calles y la lluvia, se podía ver como las personas que aún seguían con vida peleaban contra los muertos, no dejarían que el refugio cayera, al menos no sin dar pelea.

El viejo Clarence los hizo recorrer casi media comunidad hasta que llegaron  a la Enfermería. Luego de casi derribar la puerta a golpes; Beth les abrió, sus ropas estaban cubiertas de sangre.

—Entren ya —los dejó pasar y siguió con su labor. El lugar estaba repleto de gente en camillas o siendo tratados en el suelo, lamentos y llantos se escuchaban por todo el lugar, era un caos.

—¿Qué demonios está pasando? —preguntó Ben dejándose caer sobre el suelo.

—Alguien atacó la comunidad —mientras ellos conversaban, Alicia se acercó a Beth, quien ni por asomo le prestaba atención por la cantidad de heridos que estaba tratando.

—Beth, Beth —no reaccionaba. No fue hasta que la hizo voltear que ella casi la apuñala con un bisturí.

—¡Mierda! Alicia, casi me matas de un susto. Estoy algo ocupada, ¿puedes esperar un poco?

—¿Has visto a Adam?

—¿Qué? No. Pensé que estaba contigo.

—No, él... —en ese momento un hombre en una camilla comenzó a convulsionar. Rápidamente algunos médicos fueron a tratarlo.

—¡Aléjense, está infectado! —el grito del viejo Clarence no fue suficiente. El hombre dejó de moverse sin control, apresó la mano de uno de los médicos y se enfiló contra su cuello, le arrancó parte de éste con una sola mordida. Nuevamente todo se llenó de muerte, entre la confusión y el miedo, algunas personas comenzaron a disparar indiscriminadamente contra todo el que se acercaba.

—¡Abajo! —gritó Beth, sujetó a Alicia y juntas salieron de ahí, alguien había disparado una escopeta.
Salieron de la casa solo para encontrar las calles llenas de muertos y sobrevivientes, todos enfrascados en una sangrienta pelea que no parecía tener fin—. ¡Huye, solo huye!

Y así lo hizo, comenzó a correr a mitad de la pelea, ni siquiera prestó atención sobre quién estaba infectado y quién no, solo corrió.
Atravesó la multitud con el corazón a punto de estallarle, siguió sin mirar atrás hasta que contempló la puerta principal de la comunidad, estaba abierta, habían algunos cadáveres regados por el suelo, pero no se detuvo, salió por la puerta sin más.

Adam y Steven habían llegado a la calle principal justo a tiempo para verla a ella, Adam gritó su nombre, pero Alicia no reaccionó.
Soltó sus armas y salió corriendo tras ella.

—¡Adam! —gritó Steven, pero ya era tarde.
La oscuridad del bosque lo abrazó como un manto gélido, casi no podía ver nada, nada a excepción de sus pies al correr y el vapor que emanaba de su boca.

—¡Alicia! —gritó con todas sus fuerzas en en interior del bosque. No se detuvo y siguió—. ¡Alicia!

Los bramidos de más hordas sonaban alrededor, y el aroma a podrido se percibía en el aire. Las sombras se mezclaban en la oscuridad, creando un entorno asfixiante y aterrador a cada paso que daba.
Abrió la boca para volver a gritar, cuando un infectado apareció frente a él, rápido lo sujetó del pecho y lo estrelló con furia sobre un tronco, limpió el lodo y la sangre de su rostro y siguió. Más muertos habían aparecido, buscó en su cinturón y sacó el machete, alzó el arma y comenzó a cortar a todos los que se acercaban.
Era como si una ola de adrenalina y furia lo hubiera consumido, simplemente no podía detenerse, ni dejar de gritar como un animal. El último infectado que encontró se acercó a él lentamente, ni siquiera parecía deseoso de intentar atraparlo, Adam apretó su arma y con un fuerte golpe le arrancó la cabeza, por la fuerza que ejerció casi se resbala. Se apoyó entre el lodo y un tronco y mirando al cielo volvió a gritar.

—¡ALICIA! — sintió su garganta a punto de estallar.

—¡Adam! —escuchó finalmente. Rápido se levantó y corrió hacia dónde había escuchado el grito. Subió por una colina sin dejar de escuchar el escándalo que ella provocaba. Entonces, un último grito taladró en sus oídos como un eco fantasmal.
Se arrastró prácticamente hasta que sus dedos dejaron de sentir la tierra húmeda, había sentido el asfalto de una autopista. Salió de ahí, solo para ver como un automóvil salía de ahí a toda velocidad.

—¡No! —sus piernas no pudieron más, intentó correr, pero cayó sobre el suelo, levantó su cabeza mientras sentía la sangre salir de su boca y nariz, las luces del auto desaparecieron en el camino. Adam estrelló sus puños contra el asfalto y estalló en lágrimas—. ¡No, no, no, no! ¡No... Alicia!

Se tumbó boca abajo en la autopista mientras la lluvia caía sobre él. En ese momento su mente abandonó su cuerpo, no se movió, no gritó o siguió llorando, ni siquiera parpadeó, parecía un cadáver más.
Y así estuvo, el tiempo pasó, la lluvia se detuvo e incluso el sol comenzó a salir, y él permaneció ahí.

Un rezagado caminante llegó con él, tambaleante emergió del bosque y caminó hasta acercarse lo suficiente, pero antes de que pudiera atacarlo una flecha penetró su cráneo y lo hizo caer a un lado suyo. Adam fijó su mirada en el muerto, miró sus ojos grises, y no hizo nada.

—¿Adam? —habló Ben, colocó una flecha en su arco y caminó, Cole y Steven lo acompañaban. Nervioso se agachó y lo sacudió un poco, pero él siguió inmóvil. Estaba tan sucio que incluso temió que ya no fuera él.

—¿Está...? —antes de que Cole pudiera completar su oración, Ben alzó su mano y negó.

—Está bien, creo... parece estar en shock.

—Hay que llevarlo a que lo revisen.

Ben dejó su arco y lo levantó ligeramente hasta apoyarlo contra su hombro.

—Venga, amigo, tu puedes — Ben lo arrastró, al menos hasta que juntos comenzaron a caminar. Sus pies se movían, pero su rostro seguía clavado en la nada.

—Se... —emitió, casi como un susurro. Seco e inexpresivo, igual todos voltearon inmediatamente a verlo— se la llevaron...

—¿Qué, de qué hablas? ¿A quién se llevaron?

Nuevamente las lágrimas se apoderaron de su ser, apretó a Ben y soltó un grito ahogado, su garganta estaba muy lastimada. Alzó su vista y contempló algo en el asfalto, soltó a Ben y apresurado se dejó caer frente aquél objeto.

—Adam, por Dios.

—Se llevaron a Alicia —alzó lo que parecía era un pañuelo rojo—. Alguien la tiene —miró el pañuelo y lo apretó al recordar aquel día fuera de la comunidad.

—Adam, escucha, estás cansado y...

—¡Alguien se la llevó, Ben! —en ese momento la presión fue demasiada, nuevamente cayó al suelo.

—Está demasiado débil, debemos llevarlo a la Enfermería, ya —soltó Cole, se acercó a Ben y juntos lo ayudaron a caminar.
Prácticamente lo llevaron casi a rastras hasta llegar a la entrada de la comunidad, solo ahí fue cuando Adam volvió a caminar por sí solo, el lugar estaba devastado, las casas estaban cubiertas de sangre o incluso ardían, tan solo en la zona central de la comunidad había una alfombra descomunal de cadáveres, pero aún faltaba ver el resto.

Algunos sobrevivientes lloraban por sus pérdidas, mientras que otros apuñalaban en la cabeza a los muertos en el suelo, antes de que despertaran. Siguieron caminando mientras el olor a muerte se exparsía por todas partes.

—¿Qué fue lo que pasó? —preguntó Steven al ver la masacre.

—Nos atacaron —dijo Cole a la par que se hincaba ante un cadáver, lo sujetó de la cabeza y lo miró detenidamente. Era un hombre de cabello largo y maltratado al igual que su barba, no era miembro de la comunidad.

—¿Por qué? —en ese momento Cole sacó una navaja y atravesó la frente del extraño.

—No lo sé —volteó hacia ellos, Adam seguía catatónico. Hasta que entre el humo y los cuerpos alcanzó a ver una silueta blanquecina que se aproximaba.
Se agachó y sonrió ligeramente, Apolo llegó, estaba cubierto de sangre, pero seguía vivo y en una pieza.

—Necesitas un baño —acarició atrás de su oreja y al animal pareció agradarle.

—Creo que no es tan malo —soltó Blake, quien había aparecido junto con él y algunos Exploradores sobrevivientes—. Al menos no con nosotros —pateó ligeramente el rostro de un zombie.

Adam se levantó, miró entre el desastre y vio como alguien se acercaba, se alejó de ellos y pudo ver a Paty, estaba bastante sucia y derrotada por el combate, pero no dejaba de verse hermosa.
Volteó, y sonrió una vez que lo vio, entonces se retiró la mano del abdomen, una gran cantidad de sangre comenzó a salir. Adam corrió hacia ella, entonces se desplomó.

—¡Paty! —llegó hasta ella y aterrado la colocó sobre su regazo, miró la herida y colocó su mano haciendo presión.

—Adam... —sus párpados pesaban y se veía cansada.

—Tranquila, tranquila, todo va a estar bien —acarició su rostro, todos llegaron con él.

—Mierda —escupió Ben—. ¡Necesitamos ayuda, está perdiendo mucha sangre!

—Adam... no... no estás solo...
Cerró sus ojos.

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