7. Incursión

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Avanzaban con lentitud, atravesando la maleza, el fango y el camino de obstáculos que yacían por delante. En su mayoría eran autos tragados por la maleza o ruinas igualmente inmersas en húmedo verde, pero justo por ello debían avanzar primero ellos para así limpiar el camino y posteriormente avisar a los vehículos que tenían libre el acceso.

A penas y se escuchaban sus pasos por encima del cantar de lejanas aves y las brisas mañaneras, pero desde las alturas, decenas y decenas de uniformados avanzaban con firmeza hacia la gran muralla que se alzaba a un par de calles.

Cada muerto que aparecía en su camino era despachado en silencio, los soldados atravesaban cráneos, disparaban con silenciadores o, en cuyo caso de ser mucho más hábiles, se aventuraban a romperles el cuello desde atrás. Nada menguó el avance de las primeras filas hasta llegar a las murallas, las cuales se alzaban imponentes como un vestigio de la antigua civilización, el siguiente paso sería mucho más difícil.

Acabados de llegar y de asegurar el perímetro, el Comandante Howard Stevens hizo la señal, la cual Stanford pudo ver desde el humvee, asintió ligeramente y miró a las siguientes filas, después, dirigió su mano hacia el frente con determinación.

Fue entonces que el segundo grupo avanzó, en el cual le tocó ir a ella. En un inicio pensó que la razón por la cual le habían encomendado el adentrarse en el Centro de control era completamente ridícula, al igual que inesperada, pero parecía que Stanford confiaba más en ella, a fin de cuentas lo había demostrado con creces.

Avanzó agazapada, junto a ella irían también Coonor y Wendy, no estaría tan sola. Los soldados prepararon múltiples cuerdas con un garfio al final, las cuales arrojaron hasta que estuvieron enganchadas contra los pliegues de la muralla, justo para que los cadetes más delgados y rápidos pudiesen entrar.

Suspiró, pasó su ametralladora a su espalda y sujetó la cuerda, y tal y como había ensayado múltiples veces; escaló.

Movilizó sus piernas y trepó con fuerza hasta que finalmente consiguió llegar a la cima, justo donde pudo ver el lugar. El Centro de control era mucho más grande en su interior, varias calles habían sido utilizadas para mantener seguras a las personas, y como asentamiento principal, una antiguo campus universitario que había sido modificado en tiempos de la pandemia para ser el lugar en el cual el ejército otrora operaría alrededor de la ciudad.

El descenso sería medianamente similar, puesto que solo bastaba con arrancar el gancho y colocarlo en posición opuesta para así permitirles usar las cuerdas del otro lado a la hora de bajar. Y así lo hicieron, hasta que finalmente tocaron tierra.

—¡Errantes! —Alertó Connor alzando su rifle. De entre las calles, grisáceos y pestilentes seres caminaban rumbo a ellos como un rebaño hambriento.

Rápido uno de los cadetes alzó una pistola de bengalas al cielo y disparó. Todos se apartaron de la entrada principal y se guarecieron, justo a tiempo para permitirle a los enormes vehículos abrir las puertas con una embestida colosal.

El estruendo sonó a kilómetros, pero cuando el camión principal finalmente estuvo dentro, uno a uno los demás vehículos se movilizaron en el interior del Centro de control, mientras que los soldados se dispersaban de manera estratégica para barrer a los muertos con sus balas.

Mortíferas ráfagas eran disparadas contra los caminantes, haciéndolos caer al compás del traqueteo incesante.

—¡Aseguren la entrada y no pierdan la formación! —Ordenó Stanford, verificando así que no solo se colocaran las hileras de estacas en el perímetro de la entrada, sino que además un camión especial, modificado con un juego de pliegues metálicos a sus costados se movilizó horizontalmente hasta que cubrió la entrada por completo.

Alicia se había colocado en un muro de costales, guarecida disparaba contra los muertos, los cuales en su mayoría eran antiguos soldados, personal médico y cierto número de civiles.

Movió hábilmente el cañón y lo dirigió hacia un doctor, disparó a la par de alguien más, miró de reojo y se topó con Chase, en el techo de un jeep, disparando con una M4, ambos se miraron por unos segundos, pero regresaron a la matanza.

La madrugada antes de la incursión habían estado ocupados, de formas no muy convencionales cabe resaltar. Acababa de presenciar el asesinato de Greg Dylan y no solo eso, sino que había sido cómplice y se había acostado con el perpetrador. Aquella mañana resultó siendo de lo más extraña e incómoda, despertó adolorida y semidesnuda, al lado de la persona con la cual menos pensó acabaría enredada.

Se levantó cubriendo sus pechos y buscó entre la maleza algo con lo cual vestirse. Lo escuchó lanzar un quejido y cerró sus ojos, parte de ella ansiaba con todo su corazón el no tener que atravesar dicho escenario, pero no había de otra, aquello era inevitable

—Creo que esto es tuyo —mencionó él con tono ameno ofreciéndole su sostén. Apenada se giró y lo aceptó.

—Gracias —rápido se lo puso sin siquiera mirarlo de reojo. Suspiró y miró a pocos metros de donde estaban, el cadáver de Greg seguía tendido en el suelo y con decenas de moscas revoloteando sobre él, y no era para menos, el estado en el cual lo había dejado Chase era simplemente imposible que se levantara de nuevo.

—Hey, ¿estás bien? —Rozó con sus dedos su espalda y ella tembló.

—Debemos regresar al campamento, en poco empezará la misión —arremetió cortante.

—Sí, creo que tienes razón... —se levantó y empezó a vestirse. Algo en su hablar lo hacía sonar tan tranquilo, que era casi antinatural, acababa de asesinar a un hombre a sangre fría, y no cualquier hombre, alguien de su bando y que conocía bastante bien, y no sonaba en lo absoluto acomplejado.

Alicia acabó por vestirse, se puso de pie y sintió el dolor que aquel infeliz le había provocado, avanzó hasta que se miró en un charco de agua estancada, su cara estaba adornada con algunas cortadas y un par de moretones, se acarició con cuidado y sintió el punzante ardor sobre su carne. Se quejó y apretó los dientes.

—Basta, te harás más daño —avanzó hacia ella, sostuvo su rostro y la inspeccionó—. Vivirás, no son tan profundos para necesitar puntos, pero te aconsejo que los laves a no ser de que quieras una infección.

—Chase.

—¿Sí?

—¿Por qué lo hiciste?

—No lo sé —dejó sus manos sobre su cintura y se encogió en hombros—. Supongo que era algo que iba a pasar.

—Sigo pensando que esto nos meterá en problemas.

—Ya te lo dije, niña, mientras no digas nada todo estará bien —se agachó para amarrar sus agujetas, Alicia seguía igual de acomplejada—. Y tú... ¿por qué lo hiciste? —De nueva cuenta logró captar su atención y hacerla ruborizar.

—El calor del momento, supongo...

—"¿El calor del momento?" —repitió con gracia. Alicia se mostró apenada y algo molesta, avanzó hacia él y lo miró con toda la seriedad del mundo.

—Si le cuentas a alguien te juro que...

—No le diré nada a nadie, ¿sí?

—¿Cómo puedo estar segura de ello?

—Pues... me viste asesinar a un hombre de nuestro ejército, creo que la balanza está equilibrada.

Chase tenía razón, era cómplice y no tenía más opción que guardar silencio y pretender que nada sucedía, aunque aquello fuese imposible de olvidar.

Regresó entonces a la batalla luego de que uno de los soldados le gritara, se había distraído tanto que una infectada estaba a pocos pasos de ella, abrió los ojos y se echó para atrás, la mujer se atascó en los costales. Alicia se levantó, desenfundó su cuchillo y hundió la hoja contra su cráneo, la mujer acabó tendida contra el muro de costales, justo a tiempo para ver como el Círculo Negro había tenido éxito en su cometido.

Jubilosos y victoriosos los soldados gritaban y festejaban, habían conseguido entrar y acabar con aquella horda sin mayores problemas, Stanford sonrió, se plantó sobre el humvee y captó toda la atención de sus tropas.

—¡Hemos conseguido cumplir con la primera fase del plan, pero aún no es momento de celebraciones. Aún nos falta asegurar el recinto por completo, así que equipos amarillo, verde, naranja y rojo, sepárense y verifiquen que todo el asentamiento esté listo, azules, blancos y morados cubran y aseguren cada entrada y salida de aquí, finalmente negros, desmonten todo el equipo y manténganse alerta, esto aún no termina!

—¡Rojos, conmigo! —Ordenó Luwin. Rápido los Escuadrones se reunieron frente a su alrededor—. Ya oyeron al Coronel, nuestra misión es explorar y asegurar la zona, no se confíen, este sector puede estar repleto de enemigos, si llegasen a necesitar apoyo entonces hablen por las radios a otros escuadrones o si no hay otra alternativa, cada Escuadrón lleva una pistola de bengalas, no las malgasten, así sabremos dónde ir. Bien, ¡vayan!

El Escuadrón 12 se reunió y tras Johari avanzaron rumbo a las puertas de aquella antigua universidad. Con rifle en alto, Johari dirigió su mano y Grizz y Chase llegaron hasta el marco de la puerta principal, rápido llegó él y se adentró primero.

—Despejado —dijo y permitió a todos entrar. El lugar estaba oscuro, repleto de maleza y humedad en las paredes y el suelo, aquello era únicamente un vestigio de lo que alguna vez pudo ser una gran universidad—. Abran bien los ojos, no sabemos qué cosas puedan habitar aquí.

Alicia no bajaba la guardia ni un instante, estaba agitada, pero se mantenía expectante ante cualquier cosa que pudiese suceder. Siguieron avanzando a través de los pasillos hasta que arribaron a una intersección que conectaba cuatro caminos, el sitio en verdad era enorme.

—Bien, Ramona, Connor, conmigo, los demás sigan por aquel rumbo, nos vemos en la cafetería, Chase, estás al mando.

—Genial. Gente, conmigo.

Parecía que no se libraría de él en un buen rato, Wendy, Grizz y Alicia acompañaron a Chase a través de aquellos laberínticos pasillos. Llegó un momento en que aminoraron el paso y decidieron avanzar con calma, mirando y corroborando que cada uno de los salones y pasillos por los cuales pasaban estuvieran vacíos.

Curiosamente, la mayoría de los salones estaban amueblados con catres, mantas, colchones y múltiples indicios de que hubo gente refugiada en dicho lugar hacía bastante tiempo.

—Por Dios, ¿qué habrá pasado aquí? —Dudó Grizz una vez que se encontraron con un salón completamente sellado con plástico, en su interior había algunos cadáveres en descomposición y del mismo emanaba un olor no muy placentero.

—Escuchaste a Stanford, este lugar pretendía ser el asentamiento principal del ejército. Cuando los hospitales ya no se daban abasto y las personas ya no estaban a salvo en sus hogares, acudían a sitios como este, supongo que tenían la esperanza de sobrevivir.

—¿Y qué habrá pasado? —Dudó Wendy con un nudo en la garganta.

Llegaron al final de un pasillo y encontraron un buen grupo de infectados acumulados en un rincón. Un aterrador ente sin labios giró hacia ellos y alertó a los demás lanzando un gruñido.

—Creo que ellos habrán tenido que ver —alzó su rifle al igual que todos. Entonces varios de ellos corrieron hacia el grupo—. ¡Abran fuego!

Las veloces trazadoras iluminaron estrambóticamente el pasillo, derribando uno a uno a los infectados que se abalanzaron contra ellos. Ante la oscuridad, aquellos monstruos parecían multiplicarse.

Grizz se recargó contra una pared y rápido colocó un nuevo cargador sobre su rifle, cuando uno de ellos llegó arrastrándose hasta su pie y le dio una mordida justo en la bota.

Gritó por la impresión, Alicia apuntó hacia el muerto y le voló la cabeza con un par de disparos. Apuntó hacia arriba y más de ellos emergían de los salones y los pasillos lejanos, algunos incluso con aquellos trajes blancos y máscaras para evitar el contagio.

—¡Vienen más! —Alertó sin dejar de disparar.

—¡Rápido por ahí! —Indicó Chase en dirección a un lejano pasillo del cual casi no habían infectados.

El grupito salió corriendo en aquella dirección, con todos los muertos venidos de los pasillos yendo tras ellos sin parar.

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