113

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


 Kwan Keun era el chico más codiciado de la escuela, no por eso es el más apuesto, ni el más atlético ni el más rico. Lo único que ubicó a Kwan Keun en la pirámide del colegio fue su increíble inteligencia, su excepcional sentido del humor y la amabilidad que siempre tenía para compartir.

 Después de eso era harina del mismo costal.

 Luego del colegio siempre le daba clases gratuitas a algún desesperado porque él veía como un castigo asistir al instituto en verano, quería salvar a cuántas almas pudiera de esa tortura.

 Aunque Suni era la chica más rara del colegio, él mismo se ofreció a ayudarla cuando notó que su punto débil eran las matemáticas. En el recreo se acercó a preguntarle con una sonrisa amable si no deseaba que le echara una mano, ella apenas pudo responder, era tanta nobleza que la dejó muda, pero asintió y quedaron a final de clases.

 Solo bastó una tarde en la biblioteca, susurrando números, ambos con la cabeza inclinada sobre un libro, para enamorarla ¡Y sus pies se frotaron en todo momento! ¡Era amor del verdadero!

 Ese día, cuando terminó su cita de estudio y Kwan se marchó silbando por la acera, Suni regresó a su casa con la compañía de una sonrisa. Sentía que caminaba por otra ciudad, había entrado a una escuela aburrida y una biblioteca gris pero cuando salió estuvo caminando por calles de un mundo color de rosa. Las señoras eran rosadas, los perros eran rosas y los edificios también. Todo parecía cálido y brillante.

Fue por eso que Suni pasó antes por un mercado, compró una tintura para el cabello y encerrada en su baño, se tiñó su melena sedosa de rosa. Halmeoni solo hizo una mueca al notar su extravagante pelo, pero terminó queriéndolo como quería todo lo que Suni se proponía.

Desde entonces Suni se había convertido en la sombra de Kwan, no en la sombra no, porque tú sabes cuando tu sombra te persigue, pero él no tenía idea de que ella, a veces, después de clases, de lunes a viernes, se colaba en el mismo transporte público. Ni estaba al tanto de la misteriosa figura encapuchada que tomaba casi todas las noches el mismo recorrido, que él, hasta su casa.

Lo veía, lo asechaba, esperando el momento oportuno de cobrar valor y hablarle, ella solía hacer eso con las plantas y los jabones y las cosechas de arroz, los miraba hasta que fuera el momento de atacar... digo, cuidar. Esperaba. No tenía idea ni imaginaba que no se puede hacer lo mismo con las personas y, sinceramente, tampoco le importaba.

Kwan era listo, pero no astuto, la mayoría del tiempo vivía en un mundo amigable e inocente que no existía más que en su cabeza. Desde ese día en la biblioteca, Suni había estado loca de amor de Kwan y me refiero a una verdadera demente. Ella no lo veía como una enfermedad, porque si había que perder la cordura que sea por amor ¿verdad?

Su obsesión por Kwan, sus horarios y sus actividades no le impedían desarrollar gustos sanos y normales como la fabricación de jabón o adquirir conocimientos de puentes. Sabía hacer jabón de aceite, en barra y crema de jabón. Leía todo tipo de artículos sobre arquitectura.

Esa tarde quiso fabricar jabón en barra, ya tenía la soda cáustica, y agua de coco, solo necesitaba la grasa. Se dirigió a la carnicería donde un amigo le guardaba, en bolsas plásticas, grasa de animal, lo había conocido en un blog de internet donde aficionados a los puentes hablaban.

Cuando Suni salió de la carnicería se topó con Kwan y su novia Haneul Min, la hija de una pareja de abogados exitosos.

En el colegio no eran novios oficiales, pero Suni lo sabía porque los había perseguido a ambos en más de una ocasión, no había secreto en la vida de Kwan que ella no conociera.

Haneul era bellísima sin siquiera intentarlo. Sus ojos eran negros y enormes, su cabello castaño claro colgaba onduladamente de forma casual y su piel era tersa como porcelana. Suni sabía que si fuera capaz de crear su cara de cero o si pudiera elegir cómo verse entre millones de opciones elegiría a Haneul porque ella tenía lo que Suni jamás tendría. O sea, al lelo de Kwan.

Suni prefería creer que Kwan quería a su novia por la apariencia y no por el interior, era consolador pensar eso porque la apariencia era algo que ella podría cambiar, pero la personalidad, el alma... que él no amara a la verdadera Suni era peor que cualquier otra idea.

Digamos que el mundo rosa de Suni no siempre era tan brillante.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro