No me preguntes por qué lo hice, créeme que contarte esto me resulta vergonzoso y humillante. Hay dos Asher Colm. El Asher Colm vivo y el Asher Colm muerto. El muerto se abalanzaría sobre el volante, lo giraría con todas sus fuerzas y se mataría en ese mismo instante junto con su asesino o lucharía con él. Pero el Asher Colm vivo... pues vivía en un mundo donde lo único peligroso que podía existir estaba en un lugar lejano y espiritual. Donde la única amenaza eran demonios, apostatas o fines del mundo lejos, muy lejos.
El Asher Colm vivo le subió la música y le envió un audio con la canción a Gorgo.
Gorgo: ¿Qué es eso?
Yo: Me gusta está canción.
Gorgo: Te estuve buscando por mucho tiempo, creí que te había pasado algo, tarado. 🙄
Yo: Lo siento, lo olvidé. Surgió un contratiempo. 😅
Gorgo: No pasa nada.
Yo: ¿Escuchaste la canción?
Gorgo: ¿La del hombre en el espacio?
Yo: Yup.
Gorgo: ¿Qué te gusta?
Yo: No sé ¿No te pasa que te gustan cosas y no sabes por qué?
Gorgo: Sí...
Yo: ¿Cómo se verá el mundo desde el espacio?
Gorgo: No sé. Pero apuesto que desde allá te veo lo raro.
Yo: ¿Sabes qué me verás hacer desde allá?
Gorgo: No metas a mi madre.
Yo: Me verás desde allí cogiéndome a tu madre.
Gorgo: Ja, ja, lo pagarás caro Asher.
Yo: Es broma. Sabes que adoro a tu mamá, de una forma saludable y normal.
Gorgo: Lo sé. Lo sé. Ese patriarcado lo puedo oír desde aquí.
Me reí. En clases nos habían hecho leer libros feministas y habíamos inventado un juego con Gorgo que era señalar cosas machistas, lo divertido era que teníamos que calar hondo en cada situación cotidiana y siempre terminábamos encontrando algo. A veces nos equivocamos y discutíamos por quién tenía razón, como aquella vez que Gorgo dijo que era machista que la silla tenga un artículo femenino y el sillón no. Porque el sillón era más cómodo que la silla. Le dije que estaba equivocado, pero en las discusiones y en los juegos de cartas Gorgo siempre ganaba.
Reí otra vez.
—¿Con quién hablas? —preguntó Jordán.
—Nada con un amigo —respondí mientras presionaba el teclado táctil.
Yo: Es cierto. Creo que es hora de insultarnos a nosotros o bromear con algún hombre ¿Te parece?
Gorgo: En realidad es hora de que me digas dónde estás.
Yo: Voy con tío Jordán a la casa de un amigo.
Pero en ese instante perdí la señal del teléfono y no pude enviar el último mensaje. Suspiré y guardé el teléfono en el interior de mi mochila.
Nunca más lo volvería a sacar de ahí.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro