5

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Así es, la historia de mi nacimiento verdaderamente es un milagro.

Involucra muchas cosas que jamás deben juntarse como drogas, amor, peligro, policías, hormonas, coches y por qué no, una chica destruida que quiere formar una familia y un chico que nunca se construyó porque viene de una familia demasiado formada.

 Toda mi miseria eterna comienza con Monkey, un muchacho aficionado a la ropa de cuero y fanático de ABBA, eso tuvo que ser una señal de mal augurio para mis padres pero no lo fue. Él era el amigo de mi papá y le decían así porque venía de Estados Unidos y porque estaba repleto de pelos.

A su vez, Monkey tenía un primo que tenía un cuñado que tenía una amiga que conocía a un vecino cuya nieta cosechaba en su jardín marihuana. Así que Monkey la vendía, a un precio razonable, incluso hacían delivery. Era un negocio redondo como diría mi abuelo.

Él a veces les regalaba un poco de su mercancía a las chicas lindas, creía que así tendría suerte con alguna. Nunca fue el caso.

Es aquí donde hace aparición mi madre, ella no consiguió marihuana gratis, qué va, la tuvo que pagar como todos los otros... de rasgos poco destacables.

No piensen mal de ella, en realidad a lo único que era adicta era a su sueño de tener una familia. Pero para eso primero tenía que conseguir un lindo chico, una casa y un trabajo. Como buscar un trabajo era difícil y encontrar un chico lindo casi imposible, fue primero por la casa.

Necesitaba dinero y lo conseguía fácilmente con palurdos como Monkey. Qué puedo decir, eran gente joven y los jóvenes no miden consecuencias, los adultos tampoco, pero los de sangre fresca no saben cuándo parar.

La noche del sábado 18 de octubre de 1986 mi mamá caminó decididamente, con una grabadora encendida en el interior del forro de su chaqueta, hasta Monkey que fumaba tras el estacionamiento de una discoteca, sentado sobre la cajuela del auto donde dormía mi padre.

Grabó toda la compra, incluso cuando él le subía el precio por no ser una chica ardiente, ella aceptó prometiéndole que lo lamentaría. Él le dijo:

—Cierra la boca, puta.

No tengo que dar muchas explicaciones de a dónde fue a parar tío Monkey cuando murió.

Una vez que mi madre documentó la transacción, se alejó a una distancia prudente, se montó en su destartalada bicicleta (porque no tenía un mejor transporte) y le mostró la grabadora, alzándola por encima de su cabeza.

—Chupa esta, idiota —gritó mi madre.

Le explicó rápidamente que le diera cinco mil o llevaría la cinta a la policía. Era la cuarta vez que hacía eso, nunca fumaba la hierba que compraba. Sólo extorsionaba a los vendedores y les pedía dinero a cambio de su silencio y de destruir la evidencia de que eran narcotraficantes de mala monta.

Fue entonces cuando tío Monkey golpeó enfurecido la cajuela del auto, despertado de súbito a mi padre que roncaba detrás del volante.

—¡Nicolás! Start the car! Hurry up! —le gritó a mi papá que estaba durmiendo tras el volante.

Mi papá encendió el coche parpadeando y balbuceando preguntas sobre qué había pasado o qué había dicho. Él no entendía nada de inglés. Los faros del automóvil alumbraron la espalda de mi madre montada en su oxidada bicicleta que ni siquiera tenía frenos y que no podía girar a una velocidad muy rápida si no quería perder la rueda trasera.

Al ver que no tenía oportunidad contra el coche se bajó de un salto, se metió a la discoteca por la salida de emergencias y desapareció con el sonido de la música y las luces de colores, no sin antes gritar bajo el umbral de la puerta:

—¡Espero que les gusten las rejas porque van a pasar un rato tras ellas!

—¡Nicolás esa fea llamará a la policía, tiene una cinta en donde le vendo drogas! ¡Nos delatará! —explicaba atropelladamente mientras se bajaba del vehículo.

—¿Quién? —preguntó mi padre cerrando la puerta.

—¡La chica! Moron!

Ambos se metieron a la discoteca y buscaron a mi madre entre el montón de personas que se apretujaban y bailaban colocados.

Buscaron en la barra, en los baños y montaron guardia en la puerta de salida y entrada, pero no había ni rastros de ella. Mientras ambos chicos mascullaban insultos, estiraban su cuello y trataban de localizarla ella se había encerrado en un baño para discapacitados.

¿Cómo termina esto?

Pues no la atraparon y ella llamó a los oficiales, una maniobra que le costó bastante porque le había comprado drogas a Monkey y eso también era ilegal. El oficial no aceptó explicaciones ni de ella o de tío Monkey. Así que ambos fueron detenidos en la comisaría del pueblo.

Cancelaron la fiesta de la discoteca. En la calle había doscientas personas sudorosas, enfurruñadas, cruzadas de brazos, mirando el espectáculo que montaban Monkey y mamá al forcejear con los policías. Entre todas esas personas estaba uno de los numerosos hermanos de mi papá. Mi tío Randy.

Randy y papá miraron, desde el gentío, la manera en que esposaban y metían a Monkey y a mamá en la misma patrulla y cómo entre ellos se lanzaban miradas asesinas o se echaban la culpa de todo.

¿Recuerdan que dije que mamá es una persona asustadiza? Lo es, pero solo se vuelve temerosa por amor, lo demás no le mueve un pelo.

¿Recuerdan que dije que papá es un chico tímido y que no habla mucho? Lo es, pero deja de serlo por amor.

Y cuando vio a la muchacha fiera que metían en la patrulla sintió que jamás había visto ni vería a una chica tan ordinaria y hermosa. Sintió que en ese mismo instante se volvía un loco enamorado, la persona más afortunada del mundo. Y cuando me refiero a loco quiero decir completamente sin juicio ni razón, él hubiera creído que caminaba en estrellas y que el cielo era tierra si mamá se lo hubiese dicho.

Jamás le había gustado nadie ¿Podía ser que eso fuera verdadero amor? ¿Así de desenfrenado se sentía? Era peor que cualquier otra droga ¿porque el amor era legal? Podría destruirlo, él lo sabía, ese amor era asesino, letal y adictivo porque quería mucho más de esa sensación, aunque le costara la vida. Pero más que nada se repetía ¿podría ser que eso fuera verdadero amor?

Cuando una nueva patrulla llegó, arrolló la bicicleta de mamá, ella se asomó a la ventana del auto donde la tenían encerrada y gritó:

—¡Vas a pagarme eso, idiota! ¡Métete tu asquerosa patrulla por el culo!

Fue cuando supo que ella era única, una mujer de las que no hay y lo había hechizado. Definitivamente, estaba enamorado, era una maldición de por vida y él estaba gozoso de cargar con esa suerte infernal.

Y como todo loco enamorado hizo algo con poco sentido. Dio un paso adelante y le ofreció drogas, que no tenía, a un policía.

Inmediatamente lo sometieron, lo tiraron al suelo, lo esposaron, le dijeron que tenía derecho a un abogado y lo apretujaron en una patrulla junto a mi madre.

Ella lo miró interesada, preguntándose por qué ese chico flacucho y de mirada tímida había hecho algo semejante. Tío Monkey no dejaba de gritar que era un idiota mientras enterraba la cabeza en el hueco de sus piernas y tío Randy, desde la muchedumbre de la calle, fingía que no conocía a nadie y regresaba corriendo a casa de mis abuelos para explicarles lo que había pasado.

Pero mi padre... mi padre acababa de tocar la luna, así que ignoró todo, sonrió y dijo:

—Hola, me llamo Nicolás.

Mi madre guardó silencio porque también estaba pensando en muchas cosas, una de ellas era que Nicolás era el nombre del santo de los niños. Luego de un instante respondió:

—Me llamó Ariadna Espósito.

Nicolás le sonrió y ella no pudo evitar devolverle la sonrisa.

En ese mismo instante mi nacimiento y mi violenta muerte ya estaban destinados a suceder sin lugar a dudas.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro