Saber que Leviatán usaba neutralizadores me hubiera sido útil cuando quería escaparme del infierno.

Pero al enterarme que tío Jordán estaba muerto no tenía caso regresar, no había de nada que pudiera proteger a mi hermana, además, ella estaba jodida. Correría la misma suerte que yo por seguir adorando a todas las religiones. Terminaría en el infierno así que solamente tenía que sentarme a esperarla llegar con una caja de cigarrillos para ella.

A veces me preguntaba... si Selva hubiera sabido que terminaría aquí, ¿hubiera querido ser mi hermana?

Yo creí que su abuela había muerto en la selva de Ruanda, su madre se había embarazado joven, el presidente ruandés el 6 de abril de 1994 había muerto en un accidente aéreo, los hutus tomaron el poder y cazaron a la minoría, todo para que ella llegara a nuestra familia.

Había pensado que eran desgracias que se juntaban para hacer un milagro: que fuéramos hermanos. Pero la verdad era que simplemente esas desgracias desembocaban en una más grande. No éramos el arcoíris al final de la tormenta, simplemente éramos un chaparrón más.

¿Selva querría ser mi hermana?

La respuesta no estaba y ella tampoco. Debía ser paciente porque no se podía hacer otra cosa en el infierno más que esperar. Así que la esperaba, cuando no podía dormir, después de mis torturas, me sentaba en una roca a fumar, observar la ciudad desde las cavernas y esperarla. Esperar, esperar, seguir esperando y esperar mientras esperas.

Aguardar y ser amigo de Leviatán ¿Quién dice que no existen los finales felices?