Atrapasueños perdido ⚔︎

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Jimin.

Llevo mucho tiempo contemplando la vista matutina que me ofrecen los ventanales de mi alcoba temporal.

El sol de Kalaí es hermoso. Los rayos dorados se filtran en cada espacio y son cálidos al tocarlos, brillan con fuerza entre los colores que me rodean, convirtiéndolo en luz que acurruca y purifica el alma triste.

En Luar es muy difícil (por no decir imposible) conocer un sol así. Mi reino es como lo cuentan las historias, y las leyendas también tienen un poco de verdad. El sol es lejano, como un sueño que sabes que existe, pero no tienes el privilegio de verlo o sentirlo; en cambio, puedo asegurar que tenemos a la luna más hermosa de todos los tiempos, con sus rayos azules y plateados que iluminan cada trozo de hielo y que llena de escarcha a la nieve.

Abrí mis ojos cuando el primer rayo apareció en el horizonte, era diminuto, pero de un dorado refulgente que me dejó sin palabras. No le di importancia a la hora, y no lo hago ahora, desde muy temprano estoy de pie en el balcón, sintiendo el calor en mi piel, mientras veo el paisaje que rodea al palacio de Kartel.

La sensación es diferente cuando mis manos tocan la superficie, el calor es más evidente y llega a molestar, sobre todo en la herida reciente, pero mantengo mi palma ahí, con mi cuerpo estremeciéndose cuando el viento cálido de la mañana sacude mi cabello y me hace cerrar los ojos.

Es agradable estar así. Es liberador, me hace desear tener el derecho de tomar un caballo y correr con él a los vastos campos de flores que admiro desde aquí. Empaparme de sus aromas. Conocer nuevas texturas. Coleccionar recuerdos, y experimentar aventuras. Es todo lo que quiero, lo que más deseo.

Sin embargo, empujo todos esos anhelos a un rincón resguardado de mi corazón, elijo la parte que conserva toda su fuerza para asegurarlos, porque sé que, alguien como yo, un príncipe cautivo debe tener sueños y muchas esperanzas para afrontar el día a día con la frente en alto y la mente en calma.

Escucho toques continuos en la puerta que me obligan a ingresar a la habitación, seguramente mi padre necesita informarme sobre la situación actual del reino. No tenemos ni cuarenta horas fuera de Luar, pero no es impedimento para estar al tanto de los contratos comerciales y los tratados. Tenemos eso en común.

—Adelante —digo, mientras me ocupo en colocarme las botas.

Me llama la atención que sea la doncella personal de la reina Silai quien entre en mi habitación. La joven hace una reverencia cuando me encuentra, y ahora sé de parte de quien me viene el mensaje.

—Espero que haya podido descansar, alteza —dice en voz baja y con la mirada en el suelo—. Disculpe que lo interrumpa, pero tengo un mensaje de su majestad la reina.

—¿De qué se trata?

Muy pocas veces la reina se ha molestado en dirigirme la palabra, y cuando sucede no es para algo bueno.

—Ella pidió hablar con usted a solas —informa—. Lo estará esperando en el salón de descanso de esta misma torre.

—Está bien. Dile que me presentaré con ella en diez minutos.

La doncella se retira dejándome a solas. Busco el espejo más cercano y miro mi reflejo. La mayoría de mis atuendos son blancos y grises, pero hoy decidí usar un conjunto azul marino, con botas altas de color negro. Omito toda clase de joyas, y cuando me siento listo salgo de la habitación.

La torre que nos ofrecieron en Kartel es grande y lujosa, cuenta con más de diez alcobas, un salón de descanso y un despacho. Es notorio el interés que tiene la familia real de Kalaí en demostrar a sus invitados que cuentan con lo necesario para alojar a toda la realeza del mundo. Pese a ello, escuché que el rey Yoongi criticó lo que habían preparado para él apenas llegó, importándole poco o nada si su comportamiento grosero llegaba a ofender a los monarcas de este reino.

Es un rey orgulloso que cree que nadie es digno de estar en su presencia. Mas bien los gobernantes de Kalaí tuvieron suerte de que solo criticara las cortinas.

Paso frente a la alcoba de mi hermana y los guardias que custodian su entrada me ofrecen una reverencia, devuelvo el saludo con la mano y continúo mi trayecto hasta el salón que debe estar al final de este pasillo.

Cuando llego, la reina ya está esperando.

Do Silai, como se llamaba en ese entonces, era la concubina favorita de mi padre. La visitaba todas las semanas, la llenaba de obsequios preciosos y la distinguía entre las otras; según cuentan las demás concubinas, mi madre no toleraba la presencia de la favorita y puedo comprenderla. Debe ser desgarrador presenciar como el hombre que amas y que asegura amarte igual se deja encantar por otra mujer.

Con la muerte de mi madre, la concubina favorita se convirtió en la reina Park Silai. Una mujer cruel que me hizo la vida imposible desde que era un niño.

Aun así, en el fondo de mi alma me siento satisfecho porque sé que ella nunca ha podido vencer el recuerdo de mi madre. Sí, es una reina, sí, es poderosa, pero la huella de la reina Sira continúa presente, vive en mí, en su hijo y primogénito.

Probablemente por eso me odia, porque, pese a ser un doncel, he demostrado mi capacidad, situándome al lado del rey en los momentos más cruciales. Después de todo, la corona solo es la joya que adorna, pero el conocimiento es el arma que forja a un verdadero monarca.

—Majestad —saludo, con una leve inclinación—. Quería verme.

Un par de ojos de color azul pálido caen sobre mí con la frialdad de una tormenta. La reina ha dejado su cabello rubio suelto, haciendo juego con el vestido gris con encajes de plata.

Me quedo en silencio, de pie frente a ella en lo que se levanta, sus orbes no abandonan los míos y yo no le aparto la mirada. Por mucho que le moleste, el rey es el único al que no se me permite verlo directamente a los ojos sin permiso previo.

—Tenías una sola tarea y fallaste —habla, su voz inflexible llenando cada rincón del salón, mientras me limito a escucharla—. Heena tuvo una experiencia desapacible en la cena de bienvenida, ¿todo por qué? Porque su hermano mayor olvidó el lugar que le corresponde y entabló conversaciones innecesarias en lugar de estar al lado de la heredera.

Respiro hondo. Sabía que mi corta conversación con el rey Yoongi sería motivo suficiente para desatar la furia de mi hermana, sobre todo con el repentino interés que siente por él.

—No orquesté ninguno de los encuentros —me defiendo con calma—. Heena se alejó de mi lado, y saludé a todo aquel que se acercó porque así lo demanda el protocolo.

La reina crispa los labios en una mueca irritada, avanza más hacia donde me encuentro, pero me niego a bajar la mirada.

Y entonces, ella simplemente ataca.

—¿Crees que no sé lo que pretendes? —pregunta, y yo frunzo el ceño al no entender. Así que, ella continúa—: no debes olvidar que me debes tu vida, niño. Cuando naciste con la maldición de ser un miserable doncel, tu padre te odió; lo hizo con todas sus fuerzas y te miró como la calamidad que representas durante cada día de vida. Pero eras un príncipe, desafortunadamente, la sangre es una de las pocas cosas en este mundo que pesa tanto como el poder, la que llevas en tus venas es real y yo no podía permitir un escándalo mayor si la región de tu madre se enteraba de lo que pasaba contigo, Azariel es valioso para Luar. Por esa razón convencí a mi esposo para que te perdonara la vida. Por eso te sacaron del bosque congelado y te llevaron de regreso al palacio, para ser un príncipe de nombre y un servidor. Jamás olvides lo que eres, y, si por un instante lo haces, mira tu marca, porque ella es la culpable del destino que estas viviendo y de todo lo que te espera.

Sus palabras encienden las brasas que arden en mi pecho. El dolor llega de inmediato, y debo pararme firme en el suelo para no temblar, porque me niego a demostrar debilidad, porque mientras viva, la reina y el rey jamás tendrán la satisfacción de verme llorar.

—No he olvidado todo lo que ha hecho, majestad —digo, mientras me coloco la armadura de indiferencia que me mantiene seguro en mi refugio—. Conozco mi lugar, pero si hay algo que le molesta le sugiero que lo hable con el rey. Mi padre demostró agrado con mi comportamiento en la cena, a diferencia suya. Soy un príncipe real que debe cuidar los intereses de todo el reino, Heena poco se interesa, así que no entiendo como puedo ser de utilidad a mi hermana si no cuido el reino que caerá en sus manos inexpertas.

—Insolente. —Estoy seguro que muere por golpearme como lo hacía cuando era un niño, pero ahora que he crecido, ganando fuerza con los años, se limita a herirme con palabras. Y es suficiente, porque no existe escudo que me oculten del filo de todo lo que escucho de sus labios.

—Lamento si mi comportamiento incomodó a mi hermana en algún sentido —hablo, con mi expresión en blanco y con tono vacío—. Mi presencia en este reino se limita a la parte política, nada más que eso.

Las discusiones con ellas siempre son por motivos vacíos. Es agotador, y hay días en los que no tengo entera disposición para escuchar, pero estamos en otro reino donde un pequeño desliz podría condenarnos y es lo que no entienden. No imaginan el peligro que nos acecha, los monarcas de Kalaí son peligrosos, no podemos mostrarnos débiles ante ellos o nos atacarán en cualquier momento.

—¿Crees que no me di cuenta de tus verdaderas intenciones, Jimin?

Parpadeo, ¿de qué me está hablando ahora?

—¿Majestad? —inquiero, sin perder detalle de la sonrisa cruel que se forma en sus labios.

La reina se acerca, con sus ojos evaluándome como si fuera la primera vez que me ve. Sigo cada uno de sus gestos, y no me pierdo la oscuridad que le llega a la mirada, al igual que no se me escapa la expresión de hastío.

—Es una pena que seas lo que eres —dice a escasos centímetros de distancia—. Y lo digo por ti, porque por tu maldición tendrás la soledad por el resto de tu vida. Entiendo cómo te sientes, pero aprende a suprimir tus deseos enfermos. —Levanta la mano para acomodarme un mechón de cabello, permitiéndome sentir su característico aroma a canela—. Recuerda que para los demás eres un hombre de verdad, no es normal que desees a otro hombre, ni que te cortes la mano para tener la oportunidad de ofrecértele como una ramera de taberna.

El impacto de sus palabras hace que retroceda un paso, entierro las uñas en mi piel con toda la fuerza que tengo y me obligo a mantener la calma.

No es verdad lo que dice. Lo hace para lastimarte. No le des importancia y sal de ahí.

—Dejaré pasar los acontecimientos de anoche porque no nos conviene convertirnos en el centro de atención de todos los reyes, y porque el rey Yoongi jamás cedería a tus bajezas. —Continúa hablando, yo solo escucho, con expresión serena, sin demostrar la mínima tensión en mis músculos—. De ahora en adelante concéntrate en Heena, esta tarde planea visitar el mercado central de Kalaí, e irás con ella.

—¿Algo más? —pregunto, y me satisface ver como se llena de furia cuando nota que ninguna de sus palabras me ha afectado.

Sí te afectaron. Ahora tu alma pesa mucho más, y tu corazón duele.

—Sí, hay algo más —asiente—. No quiero que te acerques al doncel que vino en la corte real de Parklared, ¿has entendido? Te lo prohíbo.

—Sí, majestad —respondo.

Hago una reverencia y me retiro del lugar que estuvo ahogándome por un largo tiempo. Ni siquiera sé hacia dónde voy, pero mis pasos rápidos me hacen atravesar grandes pasillos, ignorando todo a mi alrededor, y luchando con el ardor de mis lágrimas sin derramar y el peso en mi pecho.

Llego hasta un enorme balcón que está rodeado por un pequeño jardín, tomo profundas bocanadas de aire, quedándome el tiempo suficiente para tranquilizarme y poner en orden el desastre en mi interior que se desata cada vez que me veo obligado a soportar las humillaciones de la esposa de mi padre.

Y no estoy seguro por cuanto tiempo más mis heridas seguirán soportando.

Camino en las calles transitadas del bazar. Heena va unos pasos adelante, acompañada de sus doncellas que cargan todas las compras que la princesa ha hecho hasta ahora.

No me ha dirigido la palabra y tampoco quiero que lo haga. Estoy cumpliendo con mi parte al acompañarla, pero mi mente flota en algún lugar lejano. Me di cuenta que la reina enfureció porque la noche anterior mi padre la pasó en compañía de dos mujeres que fueron su "regalo de bienvenida" por supuesto que jamás podría enfrentarlo directamente, así que supongo que yo fui su medio de desahogo en la conversación de esta mañana.

Entrelazo las manos en mi espalda y me obligo a dejar de pensar en ello. Dirijo mi atención a los puestos de venta que me rodean, Kalaí es un reino lleno de comercio, ese es su mayor fuente de ingresos. Veo panaderías, con aromas deliciosos que llegan a mi nariz, puestos de fruta, de flores, de espejos, armerías, telas de todas las formas y colores, y mucho más.

Hay un grupo de bailarinas en la esquina opuesta bailando alguna danza antigua con velos rojos que se agitan con gracia, las observo, admirando la gracia que tienen al danzar, que va en la misma sintonía de los instrumentos que son tocados detrás de ellas.

Un cuenco de madera llama mi atención, en el interior hay algunas monedas y de inmediato comprendo la dinámica. Saco de mi bolsillo cinco larios y los dejo ahí, ellas agitan sus velos como agradecimiento y continúo avanzando.

Heena está esperándome frente a la joyería que acaba de visitar, y los dioses saben que no quiero imaginarme todas las compras que tiene en mente. Ni todos los soldados de Luar alcanzarían para cargar las bolsas.

—¿Desperdicias tu dinero en putas de calle? —pregunta enfadada.

—Son bailarinas —aclaro—. Además, es mi dinero.

—Eres como todos los hombres, como nuestro padre.

—Y aun así estás buscando casarte.

No tengo idea del por qué respondo a todas sus sandeces, supongo que se debe al veneno que llevo atorado en el pecho por tanto tiempo, y que hasta ahora comienza a salir en dosis mínimas.

Heena murmura algo que no entiendo y vuelve a entrar a la joyería. Decido dejarla en compañía de sus doncellas y los guardias para adentrarme en una tienda que ha llamado mi atención desde que noté a las bailarinas.

Hay una carpa de color morado con muchas estrellas doradas en los bordes, adentro la luz es escasa, pero el aroma a incienso está presente en todo el lugar. Miro encantado mi descubrimiento, hay esferas luminosas que tienen estrellas, telescopios de mano, y en la pared del fondo se ven muchos artilugios a los que no puedo identificar.

Me acerco con cautela, notando la presencia de un hombre que está interesado en lo mismo que yo veo, pero no identifico quien es gracias a la capa negra que lo cubre de pies a cabeza. Lo único visible son sus manos pálidas, con dedos adornados por anillos que tocan un objeto redondeado de muchos colores. Ese es el artilugio que desconozco y que se ha robado mi atención.

Carraspeo para hacerme notar, pero el extraño no se inmuta. Permanece concentrado en lo mismo, ignorando mi presencia con tanta facilidad que me obligo a hablar.

—¿Podría decirme qué es ese objeto, por favor? —pregunto, apuntando lo que sostiene con sus manos.

Voltea hacia a mí, y esos ojos grises hacen que retroceda un par de pasos por instinto, pero sin quitarle la mirada de encima.

Es el rey Yoongi.

—Atrapasueños —señala—. Ese es su nombre, príncipe.

Miro a mi alrededor buscando la presencia de alguien más, pero la tienda está vacía. El rey se acerca hacia a mí, dejando al atrapasueños frente a mis ojos para que pueda verlo mejor. Amarillo, celeste, morado, azul, rojo y rosado; esos son los colores que tiene, y en el centro hay una pequeña gema de color lila que brilla con la escasa luz que nos rodea.

Sonrío, me gustaría comprar uno de ese si hubiera alguien que atendiera este lugar.

Mis ojos se mueven del objeto al rostro frente a mí, no me había dado cuenta lo cerca que estaba del rey hasta que lo vi. Intento retroceder un poco más, pero la pared me avisa que alcancé mi límite. Me mantengo quieto, solo sintiendo el aliento cálido que acaricia mi rostro, mirando los ojos grises que me observan con una intensidad abrumadora, todavía sin saber qué tan bueno o malo es estar en esta situación.

—¿Cuál es su función? —pregunto, incapaz de continuar en el silencio asfixiante.

—Proteger a los príncipes valientes de todos los demonios que intentan arrebatarles la belleza —responde serio.

—No creo que sea su función —alego, entrecerrando los ojos en su dirección.

Él sonríe, no es una sonrisa amplia, pero sus labios se curvan lo suficiente para ablandar un poco sus facciones duras.

—La otra función que tienen es que alejan las malas energías —dice, inclinando la cabeza—. Con uno de estos las pesadillas son difíciles de recordar.

Tiene más sentido ahora. Doy un paso a la izquierda y me concentro en los múltiples atrapasueños que hay, todos son hermosos, pero es el que sostiene el rey el que me llama constantemente, con una energía tan fuerte que logra asustarme.

Sin embargo, sé que es un atrapasueños perdido. Si el rey de Parklared lo sostiene con tanto ímpetu es porque lo ha escogido para él y no puedo hacer algo al respecto.

—¿Sufre de pesadillas, majestad? —pregunto, al recordar la función del objeto.

Él suspira, apoyando el peso de su cuerpo en la pared que me acorraló momentos atrás y sin dejar de mirarme.

—Todas mis noches, cachorro de lobo.

Me quedo helado cuando escucho su respuesta, más cuando sus palabras ganan impacto con el tormento que se refleja en su mirada. No soy capaz de hablar, ni siquiera para preguntarle por qué me llamó cachorro de lobo. Me limito a quedarme en mi sitio, observándolo cuando deja una bolsa de monedas en la mesa de entrada, cuando guarda el atrapasueños en el bolsillo de su pantalón y cuando se marcha.

Salgo de la tienda y rápidamente me reúno con mi hermana. El humor de Heena mejoró mucho con el collar de esmeraldas que compró, haciendo alarde de él, y de la forma en que combina con su vestido amarillo.

Deambulamos por el mercado durante dos horas más. Decir que me mantuve sereno y conociendo todos los rincones disponibles del bazar sería la mentira más grande, porque, durante todo ese tiempo mis pensamientos estuvieron ocupados por el recuerdo de mi encuentro con el rey en esa extraña tienda.

Ya cuando entramos al palacio de Kartel era entrada la tarde, en algún momento me arrepentí de no comprar un atrapasueños, desconozco si funcionan completamente, pero de algo me hubiera ayudado con mis pesadillas. Espero tener la oportunidad de volver a visitar la tienda y comprar uno.

Me perdí la cena por una reunión privada con mi padre. Se presentó una situación de urgencia en el reino, así que él y la reina Silai tendrán que regresar antes de lo previsto. Heena se quedará conmigo y Jungkook vendrá para escoltarme, por la ausencia del rey, quedo completamente desprotegido en un reino con el que no compartimos alianzas. Es bueno saber que esa parte sea comprendida por el soberano de Luar, y que permita que mi amigo venga para protegerme.

Entro al dormitorio más temprano de lo usual, con ideas de leer algo en lo que llega el sueño. Tomo el libro de historia y me siento frente a la cama, entonces noto algo que se roba mi atención y me deja estático.

Reacciono minutos después, me olvido por completo del libro y me acerco hasta el cabecero de la cama donde cuelga el atrapasueños. Lo toco con la punta de mis dedos, sus colores brillan mucho más bajo las luces de la habitación, luciendo más hermoso de lo que recordaba y robándome una sonrisa.

Miro más abajo y me doy cuenta de que hay una nota en mi almohada, la abro con cuidado, descubriendo una caligrafía pulcra que tiene dos oraciones que me roban otra sonrisa.

Para preservar la belleza.
Para eliminar los miedos.

R. M. Y. II.




































Holaaa

¿Qué opinan del capítulo y del primer regalo de nuestro rey? 👀

Si el libro les está gustando, les pido que lo recomienden con sus amigos y conocidos, me ayudaría muchísimo. 🫶🏻

Infinitas gracias por leer, votar y comentar.

¡Hasta el próximo capítulo!

⚔︎Yoon⚔︎

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