El imperio de Drakoria ⚔︎

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Jimin.

Nací con una maldición. Mi padre me odió durante toda mi vida. Fui utilizado para el beneficio de otros. Víctima de burlas, críticas y sedición. Golpeado, humillado, convertido en polvo.

Fui el eslabón más bajo del reino donde crecí.

Y...

Logré convertirme en la persona más valiosa y poderosa de toda la historia de los grandes reinos.

⚜️⚜️⚜️

Las memorias de los antiguos reinos se han remontado desde hace muchas generaciones. Mi historia, sin embargo, sucede cuando las monarquías de todos los rincones del mundo tomaron vastas extensiones de riqueza, poder y tierras, dando como resultado la prevalencia absoluta de los cuatro grandes reinos.

Es mucho más complejo, y desde niño he estudiado a mis antepasados. Yo soy un príncipe, mi madre fue una reina y mi padre es el rey del reino de Luar.

Nosotros tenemos leyes diferentes que se han limitado a honrar las costumbres de antaño. El poder individualista ha sido una desventaja con la que hemos tenido que lidiar a lo largo de los años. Mi padre no ha sido un hombre de creer en las alianzas, es desconfiado, orgulloso, pero lo suficientemente astuto para mantener intacto el reino más antiguo de las grandes monarquías.

Estamos en un mundo donde el deseo del poder equivale al propio concepto que se tenga de la venganza e incluso de la valentía. Nadie te protege si no existe interés de por medio, tu vida es valiosa mientras tus decisiones otorguen beneficios a otros, y la lealtad siempre estará bajo la sombra de la cantidad correcta de monedas.

A mis veinticuatro años he sabido detectar y enfrentar diversas traiciones. Han tratado de utilizarme como moneda de cambio, como voz conciliadora de diálogo en tiempos de guerra, y como excusa perfecta de ofrenda. Sin embargo, nada de ello ha logrado acobardarme, y heme aquí, dirigiendo en su mayor parte a un reino que en un futuro dejará de responder ante mí.

Mi vida siempre ha sido así, sujeta a la voluntad del más fuerte.

Y tengo gran fuerza de voluntad que ha hecho que luche incluso contra mis propios principios y no considere doblegarme. La sangre de mi madre corre por mis venas y la de todos sus orgullosos antepasados. Sé muy bien lo que soy, lo que valgo como persona, como príncipe leal a la corona; por ello continúo de pie, sin importar los muros que me rodean y la cárcel que vino con mi primer aliento de vida.

El inicio del hilo de mi vida quedó manchado por la sombra de la pérdida. La muerte de mi madre luego de mi nacimiento envió abajo uno de los pilares más sólidos de Luar y mi propia existencia fue la maldición que el rey tomó como castigo.

Soy su hijo primogénito, pero nací doncel. La marca que adorna mi cadera izquierda es el recordatorio perenne de mi impureza y mi nulo derecho al trono.

Debí morir en ese entonces, debí hacerlo desde que el rey intentó deshacerse de mí cuando me envió al bosque nevado donde el clima es cruel incluso con la bestia más fuerte y, aun así, sobreviví, siendo un frágil recién nacido.

La nieve se fundió en mi piel y la convirtió en un lienzo inmaculado, sin color, la luna de esas noches se pintó en mi cabellera plateada, y el hielo azulado del lago congelado quedó reflejado en mis ojos turquesa.

La memoria de una criatura que apenas llega a formar parte de este mundo es un hueco vacío, pero según las historias cortas que forman parte de mi pasado, fue el mismo rey quien mandó a un grupo de soldados en mi búsqueda. Me encontraron al lado del lago congelado y no tardaron en llevarme de regreso al palacio.

Fui reconocido como su hijo, pero el secreto de mi naturaleza quedó guardado con la muerte de todos aquellos que llegaron a saberlo. El rey tenía planes para mí, comencé a comprenderlo mientras crecía bajo la sombra de su segundo matrimonio.

Cumplí cinco años con más carencias que vida, y para ese momento, mi padre ya había contraído matrimonio con la favorita de sus concubinas.

La reina Park Silai es la esposa real y la madre de mi hermana Park Heena, gran princesa heredera. El título de príncipe que acompaña a mi nombre me lo he ganado con trabajo, disciplina y con la obediencia de un ejército fuerte que es la roca en la cual se apoya el reino.

Desde que tengo memoria me he preparado para dirigir una nación, no porque me crea con el derecho de reinar algún día, sino porque tengo la necesidad real de ser útil y de brindar soluciones y protección a la población vulnerable que confía sus sueños y esperanzas al poder de la familia real y el estatuto de la corona.

Me importan las personas, me importan sus problemas y sus vidas. Mi pueblo es la única razón por la que defiendo mi título, nada es más sagrado que eso.

Y en estos momentos, mi pueblo está en peligro gracias a una guerra que se esta llevando a cabo muy cerca de la frontera.

El rey Min Yoongi II va acompañado del caos, la devastación y la tormenta. En todos mis estudios está presente su apellido y la forma cruel que posee para pisotear y dañar al más débil. Sin embargo, jamás pensé que su furia y ambición llegaría a alcanzarme.

Sacudo la cabeza con brusquedad para eliminar los pensamientos y me concentro en el presente, el aire congelado sale lentamente de mis labios, mientras mis ojos inspeccionan cada sitio que considero frágil. Me acompañan miembros activos del ejército, el general supremo y también mi único amigo en el mundo.

—El bosque de Barial ya está manchado de sangre. Los gritos de guerra no tardan en hacerle compañía —dice Jungkook. Lo noto tenso, al igual que todos los que estamos custodiando la ciudad.

No respondo. Me quedo ahí, tomando con fuerza las riendas del caballo y agudizando lo más que puedo los oídos.

El clima ha empeorado en los últimos días, el hielo alcanzó su nivel máximo de mortalidad hasta el nivel de helar la sangre, envenenar el oxígeno y romper los huesos. Nadie sale al exterior en esta época del año, salvo el ejercito que se ha preparado para este tipo de infortunios y yo.

El hielo no me afecta. Mi cuerpo no necesita protección. Mi sangre no se congela. Mis huesos no se rompen. Mi respiración no se altera. Soy inmune, y esa es quizá la razón poderosa que me ha mantenido con vida durante todos estos años, ya que, de alguna manera esta especie de don fue visto con buenos ojos de parte del rey.

—Barial es lo que nos divide del campo de guerra —comenta mi general y la preocupación es algo que no puede esconder por más que lo intente.

Barial es el bosque más grande del mundo, siempre está cubierto de nieve y es gobernado por diversidad de animales salvajes que lo convierten automáticamente en una de las murallas de protección más poderosas con las que contamos.

Si ya se empezaron a detectar movimientos externos en esa zona específica, significa que la situación es más delicada de lo que creí al principio.

—¿Qué piensa, general Cho? —pregunto, mirando fijamente hacia la lejanía donde el inmenso bosque da inicio.

—No podremos evitarlo, príncipe —suelta lo que tanto temo—. Si la guerra se extiende y toca nuestras tierras, Luar tendrá grandes pérdidas.

La ira me llena. Mis dedos sujetan con mayor fuerza las riendas y mi respiración se atasca en mi garganta. Nosotros no pedimos ser parte de una guerra absurda por poder, y no pienso permitir que mi pueblo pague el tributo a un rey ávaro que intenta conquistar la indomable Drakoria.

—El rey Min no dañará a nuestro reino —sentencio, y hasta ese momento me detengo a observar a todos los hombres que están bajo mi mando—. Si él quiere conquistar el imperio de Drakoria que lo haga, pero nosotros estaremos fuera de todo esto.

Es la primera vez que nos enfrentamos a este tipo de situación. La ubicación de Luar es compleja debido a sus altas montañas, espesos bosques y temperatura extrema; son muy pocos los interesados en adueñarse de lo que nos rodea, pero tampoco significa que no existan.

Drakoria es un imperio inhóspito. Desde hace mucho tiempo no ha tenido a un líder y jamás ha sido conquistado. No se sabe con exactitud el tipo de riquezas que posea, y tampoco el tiempo que lleva existiendo sin ningún tipo de reglas, es por ello que me intriga tanto que el rey regente de Parklared sea el primero en intentar conquistarlo.

Sin embargo, por alguna extraña razón que todavía no comprendo, no me sorprende que sea precisamente él el primer gobernante en intentarlo.

El último roce que hubo entre la dinastía Min y este reino fue hace siglos. Cuando los cuatro grandes reinos se formaron cada rey se concentró en crear alianzas y diversas ventajas para el crecimiento de sus tierras, así que, es más preocupante para mí el procesar que un Min de sangre azul está liderando una batalla sangrienta que amenaza el bienestar de mi pueblo.

Jamás lo he visto, no le conozco y no me conoce, mas estoy seguro que de hacerlo nos llevaríamos muy mal.

—¿Damos aviso al rey Doseon? —La pregunta de Jungkook me hace reaccionar. Lo miro por un momento, negando ligeramente con la cabeza.

Sé con certeza que en este tipo de situaciones no cuento con mi padre, pues a él lo último que le interesa es el bienestar del pueblo.

Debo pensar rápido y es lo que hago.

—Evacúen a todos los pobladores de la región norte. Llévenlos a la fortaleza de las montañas hasta nuevo aviso —ordeno a los soldados que de inmediato obedecen—. Tomen todo lo que necesiten de los almacenes del palacio para que no les falte nada mientras estén aislados; agua, comida, medicinas. Asegúrense que tengan todo lo necesario.

Los caballos se pierden en la lejanía blanca cubierta de hielo, y es en ese momento cuando escucho el sonido de una explosión lejana. La tierra se sacude, los árboles la acompañan, el viento sopla con mayor fuerza, y la nieve de los tejados cae sobre mi cabeza.

—General —hablo, deteniéndome en él—. Envíe un pelotón al bosque de Barial, que lleven el armamento necesario.

Él me mira por un momento, procesando lo que le acabo de decir.

—¿Vamos a atacar? —pregunta, probablemente conmocionado por las decisiones que se han tomado hasta el momento.

—Vamos a defendernos —aclaro.

Asiente, muy lentamente.

—Como usted ordene, alteza —responde y termina con una inclinación leve para después marcharse.

Me quedo en el mismo sitio en compañía de mi amigo. Jungkook se sitúa a mi lado, y por el modo en que mira, sé exactamente lo que está pensando.

—Tu padre no estará contento —me advierte.

—Yo no lo estoy —murmuro, clavando la mirada en sus ojos oscuros.

—El rey Yoongi puede interpretar tus órdenes como un desafío —me recuerda—. No creo que haya sido buena idea agitar el movimiento del bosque.

—No voy a arriesgarme, Jungkook —asevero, manteniéndome firme—. El rey de Parklared no pisará este reino si sus intenciones conllevan destrucción.

Reconozco que la preocupación de Jungkook es válida. Nadie que tenga un pequeño gramo de inteligencia se buscaría problemas con el reino de Parklared y su soberano. Aun así, todo aquel que se vanaglorie de honor y de sentido de justicia y rectitud sabrá que Luar es una nación que sabe defender su autonomía.

Por consiguiente, estoy en todo mi derecho de aumentar la seguridad de las fronteras y no permitir que ningún forastero pise el suelo del reino que está bajo mi protección.

—¿Quieres que vaya a investigar lo que está sucediendo?

Lo pienso un momento, aunque sé que sería una poderosa ventaja, no me agrada mucho la idea de exponer a Jungkook. Lo pienso más y me convenzo de que es inútil negarme, él siempre irá y siempre sabrá defender su vida al costo que sea, como lo ha hecho con la mía en muchas ocasiones.

—Hazlo —concedo—. No quiero llevarme ninguna sorpresa y cuando regreses búscame en el palacio.

Jungkook se marcha, lo veo perderse en el bosque y tengo la certeza que me traerá un informe detallado y completo de lo que está sucediendo en la frontera.

Antes de irme decido que lo mejor es dar un corto recorrido por el área que mandé a evacuar. Necesito confirmar por mí mismo de que todos están a salvo para regresar al palacio y hablar con mi padre acerca de lo que está sucediendo con las acciones del rey Yoongi.

Si el soberano de Parklared fracasa en la conquista de Drakoria será una catástrofe que afectará a los cuatro reinos. Si alcanza la victoria se convertirá en el rey más poderoso y temido de la historia, y, si soy sincero, no sé cual de las dos opciones me preocupa más.

Cuando llego a la región norte de Luar es que puedo obtener un corto suspiro de alivio. Los soldados fueron rápidos al momento de cumplir con mi orden, lo supe al notar mi alrededor silencioso y completamente vacío.

El sonido lejano de los caballos me avisa que mis órdenes han comenzado a cumplirse, que no tengo mucho tiempo y que debo apresurarme a llegar al palacio. Es lo que hago, inmediatamente el corcel que monto empieza a correr por el camino desolado, sintiendo el viento congelado sacudir mi cabellera y ayudar a despejar todos los pensamientos que llevo mezclados.

No me gusta lo que está sucediendo, tengo un mal presentimiento.

Sin embargo, jamás me he acobardado en los augurios de guerra, y no comenzaré a hacerlo ahora.

El sonido de cubiertos es lo único que se escucha en ese silencio incómodo en el que estoy envuelto. Miro hacia el frente y me encuentro con mi hermana, Heena está entretenida con terminar la cena, sin el mínimo atisbo de tensión que amenace con destruir la serenidad de su rostro.

El rey y la reina parecen estar igual. Ninguno de ellos ha hablado de la actual situación del reino, en su lugar, siguen comiendo, comiendo y comiendo.

Bajo la mirada hacia mi plato y de inmediato se me cierra el estómago. No tengo apetito, y sé bien que haría mucho más estando allá afuera con mis soldados que en esta mesa donde ciertamente no soy del todo bienvenido.

—¿Tienes un problema con la comida, Jimin? —pregunta la reina y de inmediato tengo a tres pares de ojos sobre mí.

Me remuevo incómodo en mi silla y le doy frente a su mirada hostil.

—No, majestad —respondo, obligándome a tragar un bocado.

—Escuché que un ejército de Parklared está intentando conquistar el imperio de Drakoria —comienza el rey—. Definitivamente Min ha perdido la cabeza.

—Es un hombre ambicioso —opina la reina y noto cierto brillo que comparte con Heena—. Si lo consigue su reinado será legendario y nos convendría tenerlo como aliado.

—Silai. No me gustan las alianzas —le recuerda mi padre, y por esta ocasión estoy de acuerdo con él.

Una alianza con Min Yoongi traería más problemas que soluciones.

Después del recordatorio de mi padre se forma un silencio que decido aprovechar con un tema de real importancia.

—El bosque de Barial es lo único que nos divide de la guerra que Parklared inició para obtener Drakoria —hablo, mirando fijamente al rey que afortunadamente me da su atención—. No sabemos el resultado que ellos tendrán en todo esto, pero con absoluta certeza digo que para nosotros...

No puedo terminar por la interrupción repentina de la reina.

—La mesa no es el lugar adecuado para tratar esos temas —recrimina, lanzándome una mirada irritada.

Ignoro la mueca burlona de Heena y vuelvo a insistir.

—El reino necesita protección y el pueblo la seguridad de que sus vidas serán respetadas y cuidadas. Además, las bóvedas reales no cuentan con suficientes fondos para reparar los posibles daños, iniciando con el peligro que corre Barial, que es donde extraemos la mayor parte de los minerales para forjar las armas de exportación.

Ruego en mis pensamientos para que me escuche... que por esa ocasión mi padre pueda tomar en serio mis palabras y me ayude a encontrar la mejor solución para el reino.

Pero solo se limita a mirarme en silencio, lo hace por un largo tiempo, hasta que finalmente vuelve a concentrarse en su comida.

—Mi reina tiene razón. La mesa no es para discutir esos temas —dice, y desde ahí sé que no le importa la situación actual de las personas más vulnerables.

La impotencia me llena y hace competencia con el sentimiento de ira que arrasa en mi pecho.

Me siento molesto conmigo mismo, por siquiera pensar que obtendría su apoyo cuando nunca antes ha sucedido.

Las únicas veces en las que el rey se involucra en los asuntos delicados del pueblo es cuando piensa obtener un beneficio económico, de lo contrario, su prioridad siempre está dirigida en la realeza y nobleza, y, por supuesto en cumplir con todos los deseos de su esposa y de su hija.

Estoy completamente solo, mis decisiones son las que determinan el grado de seguridad y, por ese breve instante no tengo idea de qué más puedo hacer.

Finalmente, el momento de la cena se evapora con la misma simpleza con la que dio inicio. Heena se marcha a sus aposentos, y el rey toma de la mano a su reina para hacer lo mismo. Me quedo un momento en mi sitio, sopesando mis opciones, y esperando tener un plan sólido que nos haga salir ilesos.

Pese a todo, la conclusión a la que llego es tan disparatada como las bufonerías que se ven en las fiestas de la corte.

Pero es lo único que tengo, y debo tomar el riesgo.

Salgo al pasillo y de inmediato me encuentro con Jungkook, está aterrado, puedo verlo en sus ojos y en su respiración acelerada. Me tenso, me quedo en silencio y espero la peor noticia que me pueda dar.

Sin embargo, lo que escucho salir de sus labios es mil veces peor de lo que imaginé.

—El rey Yoongi y su tropa han entrado a los terrenos de Luar.































Primer capítulo y no puedo evitar la curiosidad de saber qué les pareció. Por si quieren compartir sus opiniones conmigo. 🫶🏻

El próximo capítulo se publicará el martes.

Los quiero montones. 💕

⚔︎Yoon⚔︎

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