37. Secretos del pasado

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"Sobre todo, ámense los unos a los otros profundamente, porque el amor cubre multitud de pecados."

1 Pedro 4:8

¿Qué es "amar"? ¿Qué es sentir cariño? Amar es un sentimiento hermoso, inspirado por Dios que permite estar en completa relación con él, también, con dicho sentimiento podemos saber con quien queremos estar el resto de nuestras vidas, unirnos a ellos y convertirnos en una sola carne mediante el matrimonio. Pero también existen otras clases de amor: el amor hacía un amigo, hacía algún objeto, mascota o familia e incluso hacía nosotros mismos. 

Cuando Julieta conoció a Joshua no podía dejar de pensar en él, en lo mucho que lo amaba y lo afortunada que se sentía de tenerlo. En ese entonces Julieta era toda una puritana en su máxima expresión, tanto que de tan sólo pensar en algo como un beso se ruborizaba, pero luego llegó él y lo cambió todo.

Puede que lo que estaba a punto de hacer fuera cruel e inmaduro, pero no podía quitarse la imagen de Joshua ignorandola, con su sonrisa torcida llena de maldad, dejándola sola, las burlas y todo lo que le sucedió después de esa "relación", incluso ahora las secuelas seguían impregnadas en ella, en su memoria y así sería, quizás para siempre, a no ser que ella hiciera algo, no sólo por su salud mental y espiritual, sino también por Asper, su actual novio, él no merecía a alguien tan dañada como ella.

Julieta recostó su cabeza contra la ventana semi empañada del autobús, el aire acondicionado la mareaba, de no ser por la goma de mascar sabor a menta y la pastilla que tomo antes de subir al autobús posiblemente ya habría vomitado. El cristal se empañó con su respiración, volviendo a su transparencia con cada nueva bocanada de aire,algunas gotas de lluvia se deslizaron por la empañada ventana, Julieta dibujo con su dedo la palabra "Joshua x Julieta" pero en última instancia borró el nombre de Joshua y al volverse a empañar escribió en su lugar "Asper", Julieta soltó un suspiro, estaba agotada, sus dedos estaban tan fríos que ya casi apostaba que la circulación desaparecería.
La castaña se acurrucó más en su abrigo, pensando en qué iba hacer cuando lo viera, no sabía cómo reaccionaría, tenía miedo, no quería verlo, eso la asustaba, no tenía idea de qué emociones la dominaría o si ella podría dominar esas emociones, a lo mejor estaría enojada o consternada, pero existía la posibilidad de que su "amor" por él resurgiera, haciéndola caer nuevamente en su cruel encanto, en su engaño, tenía tanto miedo, porque de cierta forma, Julieta no sabía cómo realmente era Joshua O'Riley, pero él sí sabía cómo era ella, en su totalidad. 

Julieta le había revelado cada mínimo grado de su alma, cada pedazo de su corazón, todo.

Lógicamente Julieta no confiaba en él, pero confiaba muchísimo menos en ella: sentía la absurda sensación de que saltaría en sus brazos, llorando, preguntándole por qué la había dejado, ya que con una simple sonrisa, él podía dominarla.

Julieta cerró los ojos, dejando que el frío aire acondicionado impregnará sus pulmones y sin mejor solución para calmar su nerviosismo oró:

<<Querido Jesús, por favor, dame fuerzas para entrenar está situación, él me lastimó demasiado, eso lo sabes, pero quiero resolver esas heridas del pasado.

Yo sé que tú me iluminas y me guías en el camino, para poder saber que hacer o decir, como actuar, por favor, dame sabiduría y templanza, ayúdame a perdonarlo.

Por favor, padre, tú sabes lo mejor para mí, haz en mí lo que dicta tú voluntad.

Amén>>

Julieta se sintió más tranquila, con su alma plena sabiendo que Dios la iba a proteger, al abrir sus ojos vio que el autobús se detenía, dándole a entender que ya había llegado a su destino, un destino muy incierto.

"<<Padre, ayúdame, te lo imploró, que sea tú divina y santa voluntad>>

Y sin más opción bajó del autobús, sin saber que sucedería, pero con la certeza de que Dios la cuidaría de todo mal.

— Estoy buscando a Joshua O'Riley — fue lo primero que dijo al llegar a la escuela más prestigiosa de la ciudad, conociendo la economía y elegancia de Joshua, era obvio que un lugar de tan alta gama era su estilo.

— Bien, deme su nombre, ¿De dónde lo conoce?

Julieta miró a la secretaría y apretando sus dedos hablo.

— Soy...Soy Julieta Mendoza, una amiga, simplemente vine a visitarlo.

La secretaria miró su computadora, tecleando algo en ella, para después poner una sonrisa falsa en su rostro.

— Hum... lamentablemente Joshua no estudia hoy, el horario de él es distinto, como lo siento.

Julieta asintió, saliendo de la zona que cubría toda la escuela. Por un instante fugaz Julieta se sintió aliviada, pero luego se sintió peor, aunque enfrentar a Joshua era inevitable, entre más rápido lo hiciera, mejor.

Julieta caminó un poco, bajo las salvajes pero escasas gotas de lluvia, sin pensarlo mucho se sentó en una de las bancas, con su poco equipaje en mano, la morena miró el suelo, antes de dejar caer unas cuantas lágrimas.

— ¡Esto es de lo peor! ¡Padre, por favor, no me hagas flaquear!

Lloró Julieta levemente, fue entonces cuando lo oyó, era su voz...su hermosa y perfecta voz, esa misma voz que la ponía a su disposición cada vez que así lo deseaba, esa voz que le juró amor y luego cruelmente la abandonó.

Era Joshua.

— Me haces sentir completo.

Y no estaba solo, una chica algo gordita, bajita y aparentemente su nueva conquista lo consolaba. Julieta conocía a la perfección esa técnica, simplemente se hacía pasar por un chico adorable y sensible, haciéndose pasar por alguien vulnerable y sin darse cuenta eran a ellas a quienes dejaba vulnerables.
Julieta se levantó de golpe, su instinto la hizo querer ir tras él, golpearlo y gritarle, decirle a la chica la verdad tras esa hermosa sonrisa, salvarla de él, pero aun lo quería, realmente lo quería y una parte de ella, una pequeña parte quería creer en sus mentiras, algo la hizo detenerse, quizás era su forma de hablar o de expresarse, pero de algo Julieta estaba segura: ese no era su Joshua.
Jamás lo había visto tan vulnerable, tan espiritual, tan noble, algo...había cambiado, SU Joshua nunca tomaría esa actitud frente a una mujer, siempre era dominante, fuerte, astuto, nunca...tan vulnerable, jamás lo había visto en ese grado de sensatez, usualmente Joshua fingía, pero cuando Julieta lo vio se dio cuenta de que era sincero, algo estaba mal.

Al Joshua que ella había conocido era un chico malo, que no pensaba en nadie, el popular de la escuela, al que todos deseaban, el que no quería escuchar de la iglesia, mucho menos de Dios no...a este Joshua. Parecía genuinamente enamorado, sino fuera por lo que le hizo a ella hasta le parecía tierno, pero ante toda esa confusión, había algo de lo que Julieta no estaba confundida, sabía que debía hacer, no cómo lo haría, pero sí como debía.

— Tú no mereces ser feliz, Joshua, todavía no mereces ser feliz.

La prueba que Julieta estaba a punto de superar sería difícil, pero con Dios nada, absolutamente nada es imposible, ni siquiera el perdón.

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