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Problemas y más problemas

Narradora

La hija de la noche entra al gran salón del Olimpo, interrumpiendo la discusión que había entre los grandes dioses.

—Diganme que no es lo que pienso —su mirada es de seriedad e intimidante a la vez, hasta Zeus sintió un escalofrío que recorre cada partícula de su ser. Era de esperarse, siendo ella la hija de Nix, una de las diosas principales que hasta el mismo Zeus le teme.

—Sí es lo que piensas —responde el dios de los mares.

—¿Y cuándo pensaban decirme? —cruza sus brazos.

—Pronto, porque tememos que esté relacionado con Cronos —explica la diosa de la sabiduría.

—Eso no es todo —comenta Hera y mira a su hermano Hades.

—Hades —Ayla lo mira—. ¿Algo que me tengas que decir?

Todos los dioses se retiran a excepción de los tres hermanos y la joven diosa.

—¿Recuerdas la maldición que mencionamos antes? —ella asiente—. Creemos que todo esto va a relacionarse con la maldición.

—¿Hay una forma de combatir esa maldición? —mantiene esperanza para que así sea.

—No sabemos, de hecho nadie sabe cómo combatir algo como esto —responde el Rey del inframundo.

Por otro lado, en el campamento está todo tranquilo. Los campistas haciendo sus rutinas mientras que los trillizos Di Angelo tenían una reunión entre ellos.

—A ver si entendí —dice la menor—. ¿Me están diciendo que papá y tía Bianca tenían la misma maldición que nosotros? —mira a sus hermanos.

—Así es —responde Nico Jr.

—Y la idea de Nico era escapar —comenta Bianca.

—Lo vuelvo a decir chicos, ¿de qué sirve? Aún así vamos a tener la maldición, vayamos a dónde vayamos. No precisamente porque estemos aquí signifique que no estemos a salvo de esa maldición —comenta Gina.

—Por Zeus, si creo que si nos afectó ver películas de maldiciones —admite el hermano.

—Entonces dinos señorita lista, que hacemos —dice algo harta Bianca.

—Momento, solo comenté eso porque es lo más razonable, ¿no? Y de cierta forma, las películas de maldiciones si ayudaron un poco para relacionar todo eso —comenta Gina.

—Pues si es eso, entonces por el momento nos quedamos aquí. Y hasta cierto punto, no por una tonta maldición vamos a escapar y que eso lleve a causar problemas a nuestros padres —opina Nico Jr.

—Claro, quieren ser siempre los hijos ejemplares —dice Bianca con molestia.

—Por favor Bi, no empieces con eso —trata de acercarse a su trilliza—. Los tres sabemos que hay momentos en que uno de nosotros, o dos o los tres juntos seremos la voz de la razón... —suspira—. Sabes qué, mejor lo dejamos aquí —se da la vuelta y empieza a caminar.

—Claro que no —Bianca se transforma en lobo y empieza atacar a Gina.

Ella no está transformada, pero con sus poderes evita que su trilliza la ataque y que ambas lleguen a salir heridas.

—¡Bianca, cálmate por favor! —exclama Nico Jr y trata de jalar a Bianca para que se separe de Gina.

Todos los campistas se acercaron a ver lo que sucede. Gina logra zafarse de su hermana y se empieza a alejar de ella.

El hijo de Hades se acerca a la multitud y ve la pelea que hay entre sus dos hijas.

—»Siempre quieres ser la voz de la razón, lo cual me molesta y odio de ti« —esas palabras son un golpe duro para la menor de los trillizos Di Angelo.

—Eso no es cierto Bi, tú también has sido la voz de la razón. Y no me enojo por eso. Reacciona Bianca —responde Gina—. Cuando estés más calmada, me avisas y platicamos cómo se debe —se da la vuelta para empezar a caminar.

—»No me des la espalda« —la ataca y la tira. Gina se puso un campo de fuerza, pues ella no quiere pelear con su hermana.

Ayla llega y ve a todos los campistas que estaban formando un círculo. Se acerca y ve que sus dos niñas están peleando. Ella se transforma y aleja lo más que puede a Bianca de Gina.

—»¡¿Qué demonios les pasa?!« —mira a las dos—. »¡Son hermanas, por Zeus!«.

—»Ella empezó con tratar de darme un ejemplo de la hija perfecta« —habla Bianca.

Gina no dijo nada y se aleja del lugar, pues ya no quería pelear con su hermana. La ama mucho, pero siente que ella empezó a actuar diferente desde que conoció a ese chico, y aumentó más cuando llegó al campamento. Aunque también piensa que es una suposición estúpida, y por eso no comentó nada acerca de él.

Ayla

Ambas nos destransformamos y miro a mi hija con seriedad.

—¿Por qué se estaban peleando tu hermana y tú? —no hubo respuesta de su parte—. Bianca Di Angelo Laforêt, ¿por qué estaban peleando las dos?

—Lo que sucede es que Bianca y yo escuchamos la conversación con el abuelo Hades y la abuela Nix. Yo en ese momento le dije a Bi que era buena idea escapar —responde mi hijo, quién estaba cabizbajo—. En eso llega Gina y nos dice que la idea era una tontería. Hoy volví a decir lo mismo y Gina dijo lo mismo; que era bobo. Entonces Bianca se enojó porque ella trataba de hacernos entender que no es así y pues ocurrió esto.

Suspiro, pues era raro que ellas se pelearan a tal extremo como hoy. Sí, discutían pero no pasaba más allá que una pelea pero amistosa.

Gina

—Aaaaaaahg —grito de molestia—. Maldito GianCarlo, cómo puede ser que traiga tan cegada a mi hermana —miro al cielo como si me fuera a dar la respuesta.

—¿Qué pasó linda? —Mateo aparece de la nada.

Suspiro. —Solo un mal día, nada del otro mundo —miro a otro lado.

—Tuvo que ver ese chico, ¿verdad? —se sienta a mi lado.

—Sí. Desde que mi hermana lo vió en Italia, quedó completamente embelesada con él. Y desde ese día a estado más distraída que de costumbre, y si se le llega a interrumpir en sus pensamientos, se molesta. Más ahora que él ya está en el campamento, no deja de mirarlo y fantasear, hasta ha descuidado sus entrenamientos y otras cosas.

—Tranquila, vas a ver que ella se dará cuenta y abrirá los ojos —me consuela.

—¿Pero a qué costo? ¿Cuándo le rompan el corazón? —lo miro—. No me importa si me llega a odiar, pero yo le voy a hacer ver la realidad de Rinaldi.

—Señores, la chica decidida ha llegado —me río por su comentario.

—Jajajaja, ¿que haría sin ti Mateo?

—¿Estar triste? —me sigo riendo por sus comentarios.

—Es la verdad... Bueno, no.

—Mira, ahorita dale su espacio a tu hermana, que fantasee con ese chico, vas a ver qué llegará un momento en el que se le pase ese gusto. Ya después hablan de lo que pase —propone—. Pero también debes de controlar ese mal genio que te cargas.

—Bien, bien, tu ganas.

El resto de la tarde y parte de la noche me la pasé jugando con él y con la Señorita O'Leary, quién se unió al juego minutos después.

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