El brillar de un cambio

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


Seguí rápido tras ellos, escuchando de cerca su conversación, notando como el escenario a nuestro alrededor iba cambiando lentamente, creándose casas, apareciendo tiendas y personas de ningún lado, sin siquiera ser yo el que producía esta creación de la nada.

Mephiles trataba de sostener a aquel anciano cansado y cojo, llevándolo por el camino hasta detenerse en una pequeña tienda.


- Es aquí, aquí, señor – Avisó el viejo luego de golpear varias veces la entrada con su bastón de madera.

- Muchas gracias, buen hombre – Mephiles tomó la mano del señor y le entrego otra cantidad de monedas de oro, observando por un momento como el viejo se fue contento sin ya caminar tan mal, pasando por lado nuestro.


Entró a la tienda y yo tras él. Revisé confuso todo detalle que tenía dentro de la misma; los adornos, las baratijas, todo los objetos de las ventas comunes y extravagantes ¿¡De done había salido todo esto!? No era algo que debía de aparecer, yo no lo había creado, no lo había siquiera imaginado. Nada de eso podía ser posible.

Casi asustándome, escuché como Mephiles movió unas pocas cosas, apenas haciendo ruido con los platos y bandejas de bronce, revisando lo que estaba a la venta, acercándose a una especie de botella de cristal fina vacía con un montón de tubos conectados en el cuello de esta. Atraído por esta, la tocó y la examino de cerca, tomándola para revisarla minuciosamente, balanceando una y otra vez el frasco como si tuviera contenido.


- Si lo tocas lo compras – La voz de una mujer se escuchó tras nosotros, girándonos ambos al mismo tiempo hacia donde la escuchamos – Oh, mira que no eres de aquí.


Una mujer joven, vestida en telas rojas y blancas de seda, cubriendo su cabeza y su cuerpo, solo dejando ver su rostro donde destacaba más sus ojos zafiros y colmillos que sobresalían de sus gruesos labios. Observó de arriba abajo a Mephiles, quien se mantenía callado en espera de que dijese algo más, pero la mujer estuvo en silencio, acercándose lentamente, viéndole directamente a los ojos sin conseguir nada.


- Si sigues tratando de ver a través de mi terminaras lastimándote – Dijo Mephiles, haciendo retroceder a la mujer con impresión – Entonces el anciano tenía razón, aquí hay hechicería – Añadió, revisando ahora con más cuidado el objeto en sus manos.


Aquella mujer siguió vigilándolo, esta vez con un rostro desconcertado, tomándose su tiempo antes de soltar una suave risa y sonreír.


- Jajajaja, wow, tengo que decir que me has dejado sin palabras, guapo – Caminó contoneando sus caderas, rodeando a Mephiles lentamente – Cuéntame ¿Qué buscas? ¿Qué deseas?

- Información – Respondió rápido, manteniendo un rostro inexpresivo, solo yo pudiendo notar que se sentía incómodo por cómo le veía aquella mujer.

- Oh... ¿Enserio? ¿No vienes por algo más? La información cuesta mucho más... De lo que puedas pagar - La mujer quedo a sus espaldas, sacando un cuchillo bajo su manga. Mephiles logró prevenir a tiempo el ataque cuando la mujer salto hacia él, manteniendo su puño con el arma frente al rostro de Mephiles mientras él retenía sus manos para evitar que el filoso objeto le dañase - ¡Dime con quien estas! ¿¡Que información buscas!?

- Creo que esta confundida – Tan poco emocional como podía ser Mephiles a veces, le respondía a la mujer con suma calma, logrando hacerle bajar las manos con su fuerza.

- No. Tú estás confundido...


Bajo sus ropas, salieron dos enormes alas negras tras su espalda, despistando a Mephiles y dándole la ventaja a ella para elevarse del suelo, empujando a Mephiles que logro resistir, haciendo que la mujer soltase el arma pero a su vez...

Ella tomo oportunidad de aquello y logro acercarse lo suficiente para besarlo, así logrando tumbar a Mephiles al suelo al querer separarse.


- ¿¡Pero que mierda!? – Exclamé furioso, más confundido de la mierda que estaba viendo.

- ¿¡Pero qué demonios, mujer!? ¿¡Estas-


Mephiles trató de levantarse del suelo pero se tambaleó y volvió a caer, temblando y palideciendo rápido como si estuviese por desmayarse. La mujer caminó lento hacia el arma blanca, tomándola y haciéndola girar en su mano, acercándose a Mephiles, haciéndolo retroceder con miedo a lo que fuese a hacerle.


- Te lo preguntare una vez más, guapo... - Se agachó hasta dejar el cuchillo en el cuello de Mephiles, viéndole amenazante, mostrando sus largos colmillos - ¿Qué clase de información buscas?

- So-solo... Quiero saber sobre la magia negra – Confesó con tanta pena y miedo que comenzó a temblar más, aterrorizado de esa murciélago que titubeo con la respuesta que recibió – Perdona, perdona, no buscare más, no lo volveré a hacer... No me mates...

- ¿Qué?... – Alejó el cuchillo de Mephiles y se levantó, alejándose con un doble paso - ... ¿Quién eres?

- ¿Qué? ¿N-no lo sabes?... – Al no recibir respuesta de la mujer se enfureció e hizo otra vez el intento de levantarse, apenas si manteniéndose de pie al usar de soporte un jarrón de barro - ¿Entonces por qué me atacaste? ¿¡Por qué me besaste!?... No... No importa – Se limpió los labios, viendo con aberración a la mujer que se sintió intimidada por la mirada - Si es así como tratas a tus clientes, pues me iré de inmediato.

- ¡No! E-espera... - Se puso entre la salida aun cuando Mephiles ni siquiera había dado un paso al encontrarse demasiado débil – Lo siento, pensé que eras alguno de los del ministerio haciéndose pasar por un cliente, por eso yo... - No pudo decir más, pues Mephiles cayó al suelo, quejándose en un gimoteo doloroso - ¡Oh por dios! ¡Lo siento! ¿Estás bien?

- ¿¡Que mierdas me hiciste!? – Preguntó molesto, siendo sostenido de la cabeza por ella.

- Perdona, lo siento muchísimo. Tome tu energía hasta dejarte sin casi nada. Es una estrategia que uso – Explicó, ayudándolo a sentarse pero de inmediato Mephiles se alejó de ella de un manotazo.

- ¿¡Eres una bruja!? – La vio con ojos molestos, raspando el suelo con sus garras.

- No, querido, soy una hechicera, al igual que tu – Le tendió la mano, tardando en ser tomada por Mephiles que dudo de ella – Mi nombre es Rousette, Rousette The Bat. Discúlpame nuevamente.

- ... Solo ayúdame a quitarme esta sensación de vomitar – Dijo y fue llevado a otra habitación con ayuda de ella al tomarle del brazo.

- ... ¿Pero qué demonios es todo esto?... ¿Cómo se puede recrear un recuerdo de Mephiles dentro de mi burbuja? – Pregunte en voz alta, teniendo la esperanza de que la respuesta se me develara, pero nada paso y seguí tras ellos.


La murciélago acostó a Mephiles sobre una pequeña cama y luego desapareció ahí, volviendo a aparecer tras de mi con un vaso con té, entregándoselo a Mephiles y ayudándole a tomárselo con moderación, notando ahora en mi esposo un mejor semblante, aun permaneciendo un rostro serio en él al ver la mujer que lo atendía.


- ¿Te vas sintiendo mejor? – Preguntó con gentileza, colocando su mano en la frente de él.

- Si, ya deja de tocarme – Le retiró la mano, alejando su mirada de ella con desprecio.

- Está bien, tienes el derecho de molestarte conmigo, pero en mi defensa toda tu apariencia es absolutamente sospechosa – La murciélago se alejó de él y se cruzó de brazos, dando sus excusas con bandeja de plata, y estaba de acuerdo con ella – Más si por lo que vienes es por "Información" suena más sospechoso.

- Supongo entonces que nadie viene aquí por información de nada – Replicó molesto.

- Querido, eso no se pregunta así. ¿Qué nunca habías ido a una tienda de hechicería?

- No – Respondió tajante, mostrando un ceño furioso hacia la mujer que quedo pasmada un segundo y se echó a reír.

- De verdad no vienes de por aquí, jajajajaja – Se descubrió sus vestimentas, quedando solo en un corsé y una diminuta falda, mostrando su piel morena y pelaje blanquecino dorado - ¿Quién eres? ¿De dónde vienes?

- ¿Le preguntas siempre lo mismo a cada hechicero que atacas? – Respondió con otra pregunta cortante, haciendo apenar a la murciélago.

- Oye, solo trato de ayudar. Ya te dije que lo sentía... Pero si vienes por magia negra...


Ella escabullo entre sus ropas haciéndome retirar la mirada un poco por ver sus enormes senos, pero Mephiles no lo hizo, viendo sin pestañar, haciéndome rabiar de la impotencia por ser un descarado al no apartar la mirada, pero entonces note como la mujer sacaba de su pecho un collar con un medallón con la forma de una víbora con alas, la cual empezó a moverse como si estuviera viva, enrollándose en los dedos de la mujer, aumentando de tamaño al ir deslizándose ahora hasta su brazo y terminar en su cuello, observando a Mephiles y siseándole furiosa, extendiendo sus alas oscuras hacia él.


- Es mi contrato de demonio, fue así que pude absorber tu energía – Acarició la cabeza de la serpiente alada quien fue apaciguada y se enredó en el collar de la mujer, volviendo al medallón – Por eso me confundiste con una bruja, pero es un poder que es otorgado por un súcubo – Volvió a guardar el collar bajo sus ropas, acercándose más a Mephiles - ¿Quieres saber más?


Desconfiado de todo por esa mujer, volví a ver a Mephiles quien estaba pasmado con lo que había visto, revelando en su mirada curiosidad y emoción, meditando un poco antes de sonreír y acomodarse sobre la cama.


- Soy Mephiles The Hedgehog – Extendió su mano, impresionando a la mujer que vio incrédula un momento esta y la estrecho con elegancia.

- Es un placer – Dijo seductora, haciendo que Mephiles retirara la mano rápido - ¿Qué pasa querido?

- No me vuelvas a besar. Jamás – Advirtió con desagrado, retrocediendo sobre la cama.

- Oh, tranquilo, querido, no lo haré... Al menos que tú me lo pidas – Le guiñó un ojo burlándose sin vergüenza.

- Jamás... - Gruñó incomodo solo haciendo reír más a la mujer.


Se escuchó el rasgar de algo, una tela, tomando mi atención, más no la de ellos, ignorando todo lo demás, sin hacer absolutamente nada. Sin saber que ocurría realmente, salí de la habitación, temeroso a lo que fuese que provocaba eso, encontrando como el sello que era la cortina que había hecho dentro del carruaje estaba siendo rasgada, absorbiendo la burbuja en una ráfaga de viento, llevándose todo y volviéndonos a traer a nuestra habitación.

Totalmente desconcertado, use mi magia para buscar rastro de magia además de la mía, buscar la razón de todo eso, revelando con mi magia de búsqueda un aura oscura... Que venía de mí.

Grité y caí al suelo, notando no solo como esta misma magia me envolvía y salía de mi sino que esta provenía de Mephiles en el suelo acostado, inconsciente. Corrí hacia él, moviéndolo y dándole palmadas en su rostro para que despertara sin conseguirlo, teniendo entonces que morder mi mano y sacar un poco de sangre, colocando mi mano herida frente a él, provocando que abriera su boca y absorbiera la magia que salía de esta.


- Mephiles, despierta por favor – Le llamé, consiguiendo entonces hacerlo levantar, abriendo sus ojos y viéndome con cansancio – Mephiles ¿Estas- – Me tumbó al suelo con su cuerpo, fregando su cara en mi pecho.

- No me gusta... No me gusta que me des tu magia así, no – Se quejó con somnolencia, aplastándome con su gran peso.

- ¡Mephiles! ¡Levanta tu trasero! ¡Esto es serio! – Grité harto, haciéndolo poner de pie más firme que un soldado - ¿Qué fue todo eso?

- ¿Qué?

- ¡Eso! ¡Aquello!... – Comprendí que no entendería. Entonces me levanté con mi telequinesis, cruzándome de brazos seriamente – Todo tu recuerdo cobro vida en la burbuja temporal.

- ¿¡Que!? ¿De verdad? – Incrédulo de mis palabras, mostró impresión al dejar de estar firme y erguido.

- ¿Cómo es posible? Yo no hice nada, ni siquiera me imagine nada. ¡Todo comenzó cuando empezaste a hablar con ese anciano!

Manteniendo su mirada en mí, pareció entender algo, bajando la vista hasta el suelo. Se llevó la mano a su barbilla, frotándola mientras pensaba, pasando de mi lado, dando vueltas en círculos sin decirme nada, sin calmar mi angustia al no poder ver a lo que pensaba.

- Mephiles ¿Qué fue lo que sucedió? – Pregunté, haciéndolo distraer y centrarse nuevamente en mí.

- Yo... - Forzó una sonrisa, viendo a varios sitios antes de decir algo – Esta bien, es algo normal a veces... - Quiso aparentar tranquilidad, pero al verme sin satisfacerme con esa respuesta, ese semblante desapareció, mostrándose tan preocupado como yo – No... Eso... Eso ocurrió por mí.

- ¿Por ti?

- Es más simple de lo que puedo dar a explicar pero... Nuestras almas y magias están conectadas ahora, eso quiere decir que tanto voluntaria o involuntariamente nuestras magias pueden mezclarse en nuestros hechizos – Dijo aun nervioso.

- Eso... Puede explicar porque pude ver todo lo que aconteció en tu recuerdo... ¡Es genial! – Dije contento, acercándome a él, notando aun su preocupación - ¿Qué ocurre? ¿Qué eso no es bueno?

- En circunstancias normales, si... Pero... - Se frotó las manos, agachando la cabeza sin tener los ánimos suficientes para terminar de decirlo – Mi magia está contaminada... así pudimos verlo cuando trate de crear yo el hechizo... No quiero que algo como eso ocurra otra vez, o peor... - Levantó un poco la mirada, acercándose a mí y acariciar mi mejilla – Que te ocurra algo como eso por mi culpa.

- Mephiles, eso no va a pasar – Negué rápido, abrazándolo con suavidad – Nuestra magia es combatible, somos combatibles, tu magia no me hará nada malo. ¡Nada más mira lo que pudo lograr! Pudo crear un escenario completo, un evento totalmente interactuarle sin algún defecto ¡Es lo más real que he visto! – Di un pequeño salto entusiasta, contagiándole un poco de este – Nuestra magia es mejor junta, somos mejores juntos, por eso debemos permanecer juntos por siempre – Recosté mi cabeza a su pecho, viéndole por encima con mucho amor, alegrándome ver como se formaba una pequeña sonrisa en su rostro – Así que no pienses en eso, porque jamás sucedería algo malo al formar parte de ti... Y que tú formes parte de mí... Creo que es la cosa más hermosa que he tenido nunca.


Sentí como me devolvía el abrazo, besando mi cabeza con cuidado, tomando mi mentón para verle y besarme igual de cuidadoso, terminando y sonriendo aliviado, manteniéndome entre sus brazos sin dejar de verme, y hubiéramos permanecido así de no ser por que sentí una horrible sensación en mi estómago, haciéndome recordar lo que lo había ocasionado en primer lugar.


- ... ¿Quién era esa mujer? – Pregunté un tanto molesto al recordar que había besado a esa murciélago.

- ¿Rousette? Es una vieja amiga, jaja. Ahora lo recuerdo – Se cubrió su rostro, riéndose bajo – Que manera de conocerla, pero desde entonces ella... Ella...

- ¿Si? – Le vi preocupado, notando como su mirada se iba perdiendo en la nada.

- Ella... Me acogió – Dijo con una pequeña sonrisa – Ella me enseño todo sobre la magia oscura, o bueno, todo lo que ella sabía hasta ese momento, luego nos aventuramos más allá del Valle de Turh y del desierto para conseguir más respuestas, más conocimiento – Contó con emoción, alzando sus manos lleno de entusiasmo – Estábamos buscando algo... Importante... Pero es todo, es lo último que recuerdo.

- ¿Por qué eso no se mostró en la burbuja?

- Bueno, puede que se deba a que eso transcurrió en más de tres meses, seria demasiada magia y tiempo que hubieras gastado – Acarició mi cabeza, pero rechace su caricia.

- ¿Entonces cómo se destruyó el sello? No entiendo nada... - Me froté el entrecejo, tratando de armar todo y hallar las explicaciones frente a un fuerte dolor de cabeza que estaba apareciendo.

- Silver, tranquilo. Puede que lo haya hecho yo o... - Su voz se escuchó lenta y distante y no logre ver más su rostro al ofuscarse mi vista, teniendo que sujetarme de él antes de que cayera al suelo - ¡Silver! Gastaste mucha energía ¿Ves?...


Nuevamente era cargado y dejado en la cama, esta vez, tan agotado que estaba empezando a ver cosas extrañas, ya sin lograr escuchar bien lo que me decía Mephiles, viendo su cuerpo disolverse sin quedar nada ahí, como si una neblina oscura se fuese formando a partir de él.

Escuchaba zumbidos de avispas cerca de mi rostro, siendo tan molesto que comencé a espantarlas al agitar mis brazos sobre mí, solo provocando que estas se metieran bajo mi piel. Sabía que era una ilusión, ¿Cómo podría pasar eso de repente? Pero el dolor al sentir esos insectos arrastrándose y rasgando mi carne era muy real, sintiendo como me picaban y abrían huecos en mi piel.


- Mierda, mierda, mierda – Me quejaba, resistiendo y gruñendo, tratando de sacarlas de mi al rasguñar mi piel, pero no se detenían – Mephiles, ayúdame, has que se detenga.


Podía ver su silueta delante de mí, pero no respondía y no podía verlo con claridad, llevándome a desesperarme por lo que me estaba ocurriendo.


- Estoy alucinando, estoy delirando... Por favor, ayúdame, ayúdame – Los zumbidos se hacían cada vez más fuerte, como si estuvieran dentro de mis oídos, retorciéndose y golpeando mi cabeza - ¡¡Aah!! ¡Es horrible! ¡Es horrible!

¡No podía estar alucinando! ¡Esto era muy real! ¡Demasiado! Algo malo había hecho.

- ¡¡SACALAS!! ¡SACALAS DE MI CABEZA! ¿¡Por qué ahora!? ¿¡Por qué de repente!? ¿¡Que hice!? – No conseguía a nadie, no podía escuchar más que esos zumbidos incesantes y el maldito dolor de cabeza que estaba a punto de matarme, ya no logrando contener más el miedo por el que pasaba - ¡¡AAAAHH!! ¡PAREN!

- ¿No querías divertirte?


Calle de inmediato, buscando de dónde provino esa pregunta... Esa condenada pregunta. Mi vista paro en mi brazo, viendo como una avispa salía en un agujero bajo mi piel, agitándose y moviendo su pico y sus antenas, viéndome directamente.


- Tu sabes lo que hiciste – El insecto habló, escuchándose perfectamente como provino esas palabras de su boca viscosa.

- No hay nada de malo en lo que has hecho... - Otra avispa salió de otro agujero en mi brazo, agitando sus alas, molestándome el zumbido que hacia – Eres bueno, siéntete orgulloso.

- ¿Qué?... ¿Qué es esto? – Las espanté al agitar mi mano, saliendo volando lejos de mí.

- Esto solo durara un momento. Luego te gustara... Mucho – Otra avispa fue moviéndose hacia uno de los agujeros de mi piel, de mi pecho, forzando su salida con su boca.

- ¡¡SALGAN DE MÍ!! ¡¡SALGAN!! ¡¡SALGAN!! – Histérico, trate de sacarlas al golpearme donde estaban los agujeros, rasguñándome con fuerza, solo haciendo que se retorcieran más dentro de mí - ¡¡Por favor ayúdenme!!

- Te ayudaremos, te enseñaremos – Sus voces y sus zumbidos ahora estaban en mi cabeza, agitándose, rompiendo, mordiendo – Siempre y cuando nos ayudes a nosotros.

- ¡¡MEPHILES, AYUDAME!! – Grité al no verlo más, al no recibir su ayuda, al estar experimentando el odio, el miedo y la impotencia que me traían esas palabras - ¡¡POR FAVOR!! ¡YA NO LO SOPORTO MÁS!


Entonces algo me sujeto de los brazos y las piernas, tumbándome contra algo, manteniéndome totalmente inmóvil sin que pudiera liberarme ni con mi magia ni con toda mi fuerza. Llevándome al punto de la histeria, observe como más avispas salieron de mí, acercándose a mi rostro.


- Ya no estés asustado... Esto será rápido – Me agité, viendo como ese maldito bicho comenzaba a sonreírme.

- Bueno, yo no puedo prometer nada, quiero que dure todo lo que pueda – Otra muy cerca de mi empezó a escurrir una baba dorada de su boca.

- ¡No, no, no, no, no! ¡Por favor! – Me moví con fuerza, tratando que se cayeran de mi o se fuesen volando, pero solo siguieron avanzando, sostenida fuertemente de mi con las garras de sus patas - ¡¡NO!!

- Ya deja de llorar, te cuidaremos, haremos que valga la pena... – Las voces eran más fuertes, doliéndome los oídos por estas mismas – Cada jodido seguuuuuuundo.

- Estas con nosotros, eres uno de nosotros, tu piel está marcada, ya no puedes retroceder – Las avispas que hablaban salieron de mis oídos, rasgando mi piel para llegar a mi rostro, gritando desesperado por esto.

- No te preocupes más... Esto ya termino – Escuchaba el arrastrar de algo viscoso dentro de mí, algo que me provocaba vomitar y gritar del dolor – Lo que estuviste buscando ya lo has conseguido y lo tienes y siempre lo tendrás, querido – Quería vomitar, todo era demasiado horrible, pero mi pecho dolía demasiado para siquiera arquear, deseando que esto ya se detuviese, ¡Que esa maldita pesadilla terminase! – Siempre te ha gustado, siempre lo has buscado... Siempre has querido...

- SUFRIR...


Las imágenes del pasado que siempre oculte reaparecieron como fantasmas, atormentándome como avispas carcomiendo mi piel dolorosa y lentamente, ahora entendiendo de dónde provino mi tortura, siendo ahora peor al recordarlo todo otra vez. Esas voces me atormentaban, me hacían querer llorar, quitándome el aire al gritar tanto, al no parar de gritar, desesperándome al no poder detenerlo, al no poder huir, atrapado otra vez en el mismo enjambre.

Todo termino al sentir otra vez el aire volviendo a mis pulmones, hiperventilándome para recibir más, acabando los zumbidos, acabando con las palabras de esas criaturas, acabando con la pesadilla que solo fue una ilusión.

Alguien estaba abrazándome, me sujetaba contra el suelo, manteniéndome inmóvil.

Pude respirar por mi propia cuenta, tosiendo angustiado, no pudiendo levantarme al estar demasiado agotado, temblando y retorciéndome por el dolor que iba alejándose de mi cuerpo estresado. Mephiles estaba sobre mí, moviéndome, agitándome para que despertara del todo, pero no podía siquiera responderle, el pecho y la garganta me dolían, y al irse el dolor un gran alivio me dejaba somnoliento, como si hubiera corrido en una maratón durante varios días y este sería el único momento para descansar.

Antes de cerrar los ojos algo fresco y dulce paso por mis labios y el hambre me despertó. Bebí todo, todo lo que pude, tomando con fuerza los brazos sin dejar que me separase de seguir bebiendo, si lo hacía, podría morir, fue solo cuando tuve que volver a respirar que me detuve de beber, finalmente despertando del todo.


- Por favor respóndeme, respóndeme – Sus manos me acariciaron el rostro, divisando esa mirada desesperada y preocupada que me veía con lágrimas negras en sus ojos – Silver...

- Siento que quiero morir... ¿Otra vez? – Me ayudó a recostarme sobre la cama, sin poder mantenerme por mi propia cuenta levantado - ¿Qué demonios fue eso?

- No... No lo sé – Respondió con miedo, sintiendo sus manos temblar al sostenerme – No lo sé, no lo sé, no lo sé – Empezó a llorar desesperado, no pudiendo consolarlo al ni siquiera poder levantar mi mano – Perdóname. Se supone que tenía que cuidarte pero no pude hacer nada cuando me pedias ayuda... Estabas tan aterrorizado y estabas sufriendo y yo... Y yo no pude hacer nada... - Hacia su esfuerzo en contener su llanto, absorbiendo su nariz, sujetándome contra su pecho, viéndome directamente a los ojos – Solo logre detener lo que te sucedía cuando canalice nuestras magias... Se sintió horrible, Silver... Tu dolor y tu miedo, era horrible... Perdóname.

- Está bien... Ya me salvaste – Mostré una débil sonrisa, frotándome en su pecho, esperando dormir para recuperar del todas mis fuerzas.

- Tuve que darte la energía vital de las almas del Wendigo – Añadió, aun sosteniéndome, haciéndome levantar la mirada a su rostro preocupado – Lo siento, pero... Aquello te hirió demasiado, no solo tu mente y cuerpo – Tomó mi brazo, mostrándome los arañazos que me había provocado – También tu magia... - Aun las lágrimas salían de él, ensuciando mi rostro, no pudiendo evitar volver a llorar – Tan solo fueron unos minutos pero... Aun siento el miedo que sentiste, el dolor... Pe-perdóname, mi vida.

- Ya, ya... Que te ves feo llorando... - Moví un poco mi cabeza, frotándome en su pecho, repitiéndole algo que me dijo una vez – Ya todo... Acabo...

- Necesito saber de dónde vino eso, tenemos que hablar con Amy y tal vez...

- Luego... Tengo mucho sueño – Estaba de lo más cómodo, mi cuerpo parecía flotar y sus manos eran tan suaves que apenas notaban que estaban ahí – Despiértame dentro de dos días o más... Luego... Haremos la boda, mi amor.

- Silver, Silver no te duermas... ¡Silver! Necesito que te despiertes, concéntrate, necesito saber....

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

El tiempo pasaba, podía percibirlo...

Como si estuviera viendo un rio fluir por horas y horas y podía saber cuántas gotas habían pasado delante mí...

Fue calmado durante mucho tiempo, hasta que note... Que no estaba solo.

Entendía que no estaba despierto, estaba en mis sueños, o eso suponía, pues podría ser un plano astral y no lo sabría hasta que me encontrase algún ser que se presentase ante mí. Como si debiera tener tal cortesía para eso... Tenía tiempo que no me sentía como una basura por ser quien soy, y ahí estaba, sintiendo autocompasión por mi yo del pasado.


- ¿Por qué lo sientes tanto? – Pensaba que nunca diría nada sino hasta que yo preguntara, estaba más calmado ahora luego de su pregunta - ¿Qué ocurre, Silver?


Delante de mí se encontraba mi yo más joven, tal vez cuando estaba aún en la secundaria, o tal vez después; aun poseía ese peinado donde habían hecho burlas de mí, mi pelaje parecía más sedoso, mis ojos más brillosos y mis mejillas más rosadas. Cualquiera podría decir que era una ternura, pero ver a mi yo del pasado me hacía querer vomitar hasta sangre. No soportaba lo bien que se veía, siendo en ese entonces uno de mis peores momentos en mi vida.

Trate de ignorarlo, decidido a alejarme y seguir viendo como transcurría el tiempo, pero estábamos encerrado en mi viejo salón de clases, sentados uno frente al otro, yo en mi pupitre y él en el escritorio del maestro. Sonriendo como una maldita alimaña que pretendía que todo estaba bien.


- Ja... Tu cara me dice que aun estas resentido, ¿Pero qué te hice? – Sonrió desvergonzado, casi incomodo por como el ceño se me incrustaba en la cara por verlo.

- Quiero despertar ya. No hay nada que hablar contigo – Respondí amargado, sujetando mis cienes con mis manos, tratando de usar toda mi concentración para salir de ahí.

- Tienes tres días en eso y no lo has conseguido, por eso vine para ayudar – Dijo con tono optimista, agitando sus orejas como si fuese un animador.

- Puede que sí, sí, de tan solo estar hablando conmigo mismo del pasado me hace querer despertar de inmediato. ¿Ahora por qué no funciona?

- ¿Porque eres un mal hechicero? – Respondió sarcástico, alzando los hombros como si fuese mi culpa.

- Muy gracioso...

- Es enserio... Ni siquiera sé qué haces de hechicero, deberías ser mago, es lo que corresponde en tu sangre, es magia pura – Apoyó sus manos sobre la mesa, viendo estas y jugando con sus dedos – De todas formas... Aun estas confundido... No sabes quién soy en realidad...

- Eres yo.

- ¡Oh!... Bueno, finalmente lo admites... - Su reacción me dejo confundido, observando cómo se levantaba y tomaba una tiza del gran pizarrón tras él – Volvamos a la pregunta que te retiene aquí... ¿Por qué te arrepientes tanto?

- No vuelvas a preguntar eso – Me crucé de brazos, irritado de ver como ese pequeño erizo albino iba rayando el verde para ir escribiendo garabatos sobre el pizarrón.

- Ni siquiera les respondiste a las avispas... - Bajó un poco la cabeza como si estuviera decaído, siguiendo aun alegre al mover sus manos de un lado al otro – Oh... Que no eran avispas... Eran tus amantes ¿No? ¿Qué tan jodido debes estar para tener ese tipo de alucinación?

- No... ¡No eran amantes! ¡Eran parásitos! ¡¡Y no eran alucinaciones!! – Alcé la voz eufórico, levantándome de mi asiento.

- No, no eran alucinaciones... - Golpeó la tiza con fuerza, deteniéndose un momento para ver tras suyo hacia mí – Y sí no eran amantes... ¿Por qué te encantaba tener sanguijuelas sobre tu piel constantemente?

- No quiero hablar con el estúpido subconsciente de mi cabeza sobre esto. Ambos sabemos que fue lo que ocurrió y que esto jamás dejara de doler – Alejé mi asiento al empujarlo, alejándome igual de mi otro yo.

- Así es... Jamás dejara de doler... Pero siempre fuimos buenos con el dolor... ¿Por qué no con este? – Escuché como seguía rayando con la tiza, haciendo silencio por un largo rato, dejando que mi ira pasase, haciéndose escuchar brevemente el rayar del pizarrón – Por un momento creí que era irónico que luego de que te juraras nunca volver a amar a alguien, te enamorases de este sujeto... Wow, simplemente wow... - Golpeó fuerte la madera, haciéndome girar donde estaba, aun sin ver que pretendía hacer o dibujar, solo viendo como sostenía su puño en el pizarrón – Si abres bien tus ojos, notaras que es el mismo resultado que todas las veces anteriores... ¡Es igual, a todos, juntos, en una sola, persona!... – Abrió su mano y el polvo de la tiza cayo lentamente al suelo – Solo con la simple diferencia... ¿De que él si te ama? ¿Sabes lo hipócrita que es eso?

- Mucho, lo sé... Pero soy peor que eso, ser hipócrita es lo mínimo – Caminé hacia él, aun reservando mi distancia.

- Siempre necesitaste amor, eres tan avaricioso que necesitabas el amor de todos y nunca lo obtuviste... Ahora lo tienes... Eres feliz... Entonces... ¿De qué te arrepientes? – Se volvió, viéndome con ojos tristes - ¿Por qué lo sigues reteniendo?

- ... Aún sigo sin entender a dónde quieres llegar – Resoplé molesto, no habiendo respuesta exacta que darle – Vivimos... Algo por lo que debemos estar avergonzados, frustrados. Fue estúpido lo que hiciste ¡Fue estúpido lo que hice! Podemos estar tan arrepentido como queramos, podemos morir y haber deseado cambiar toda nuestra vida por evitar eso.

- Evitarías a Mephiles entonces – Me observó con lastima, mostrando una pequeña sonrisa – Si las cosas no hubieran sido así, no estarías aquí... Hablando contigo mismo, maldito, en un pueblo lejos de todo, con tu esposo. ¿Lo dejarías todo por volver y evitar eso?

- Se lo que significa eso – Contesté seco, sin siquiera conmoverme un poco – Sé que si no hubiera sido así como paso, no estaría con él, pero aun así... - Apreté con fuerza mis puños, liberando mi mana de mis manos al rompérmelas – No hay un solo maldito día donde no me de asco y me arrepienta de lo que hiciste ¡Estúpido!


Mande a volar todo, destruyendo las ventanas y los muebles, reventando toda la madera como si fuesen frágiles astillas. Mi otro yo no cambio la expresión de su rostro, aun viéndome con lastima, sonriendo, como yo solía sonreírle a las personas que me molestaban, de esa misma forma...


- ... Es cruel lo que te haces... Por eso... - Tronó los dedos, provocando así que las líneas y rayones que había dejado en la pared se juntasen, creando runas que empezaron a iluminarse de un color verde menta – No podrás amar a Mephiles, porque no te amas a ti mismo.


- Nunca pudimos amarnos... Ni siquiera tú.


- ... No, si lo hacías... - Sonrió ampliamente, llevándose las manos a sus bolsillos, como si no tuviera culpas – Por eso hicimos lo que hicimos y fue así hasta que decidiste que no te merecías amarte – Me mostró la lengua, alejándose por la salida – Aun te queda mucho que recorrer para poder ser libre de la maldición... Pero disfrutaras del recorrido – Vio el exterior, notándose como empezaba a amanecer – Aaaww... Te atormenta tanto... Que ahora... El tormento pasa a él... Lo lastimas y no lo puedes evitar – La luz del sol me daba en la cara, molestándome los ojos al ver tanto blanco – Bien... Creo que ahora necesitas explicaciones...


Parpadee un par de veces, aun molesto por la luz en mis ojos, viendo escrito las runas en el aire frente a mí, teniendo el espejo de oro sobre mí.


- ¿¡PERO QUE MIERDAS!? – Retrocedí arrastrándome del susto, viendo como el espejo se elevaba y mi reflejo me sonreía presumido.

- Buenos días bella durmiente~ - Dijo con voz risueña, juntando sus manos queriendo parecer encantador – Mira que tienes el sueño pesado.

- ¡Está bien, Silver! No nos hará daño – Mephiles estaba de pie a la cama, tomándome de la mano con fuerza – ¿Estás bien?

- ¿¡Por qué mierdas esta él aquí!? – Pregunté histérico, arrinconándome cerca de Mephiles, aun manteniendo mi mirada sobre esa cosa.

- Yo lo llame.

- ¿¡Que!?

- ¿Y qué creíste? Ese tonto no sabría cómo ayudarte. ¿Y quién mejor que tú mismo? – Se inclinó de manera elegante, irguiéndose y levantando su flequillo para dejarlo como yo lo tenía cuando era más joven.

- ¡Tu!... ¡¡Entonces!!

- Lo siento, Silver, pero no tenía más opción. Todo se ha complicado – Dijo Mephiles, abrazándome con cuidado, viendo con inseguridad hacia el espejo.

- ¿Qué? ¿A qué te refieres? – Le sostuve del pecho, buscando en sus ojos seguridad que no lograba transmitir - ¿Qué ha pasado?

- Bien, como te iba diciendo antes de que despertaras, te daré una explicación, a ti y a tu marido – Dijo lo último con desagrado, viendo a Mephiles de lado – Finalmente están unidos por toda la eternidad, sus almas, su magia y sus corazones, ¡Huy! ¿No es bonito? – Mi reflejo se emocionó, dejando que sus espinas se erizaran, viéndonos contento – Para bien y para mal ¿Saben el significado de esas palabras?


Ninguno respondió, claramente sabíamos lo que significaba, viendo con molestia a mi reflejo del espejo que espero paciente que respondiéramos, comenzando a sonreír más amplio, lentamente hasta formar una sonrisa siniestra.


- En la salud y en la enfermedad, para bien y para mal... Son frases conmovedoras, un juramento solemne que hacen dos personas que se aman. Imagínate como seria eso en un matrimonio de alma – Frotó sus mejillas, sonrojándose levemente, diciendo cada palabra como si fuesen mágicas. Miró hacia nosotros, señalándonos con cada mano mientras el reflejo se distorsionaba y se deformaba hasta que lucía mi reflejo y el de Mephiles divididos por la mitad, siendo solo uno – Están destinados a compartir todo con su otra mitad, todo lo que sienta el otro, todo lo que tenga el otro, será compartido de ahora en adelante, pues ahora suman un solo ser.

- ¿Qué? ¿Qué compartimos?... – Pregunté con miedo, tomando de la mano de Mephiles.

- TO-DO – Su sonrisa se vio más grotesca, terminando de deshacerse ese extraño reflejo de nosotros dos, reapareciendo con el reflejo de Mephiles – Sus dones y sus defectos, sus dotes y sus augurios, su magia y su alma, todo... - Se relamió los labios, formando lentamente de su cuerpo cristales para volver a esa apariencia que bien lo representaba – También, claro... Sus maldiciones...


Me alce impactado, girando a ver a Mephiles, recibiendo igual un rostro desconcertado y temeroso de aquello que dijo aquel sujeto, sujetándome de sus manos como si una fuerte ráfaga nos fuese a arrastrar hacia un huracán. Las suaves risas reservadas del reflejo se escucharon como lamentos para nosotros, viendo como ese ser nos veía enternecidamente, sonriendo de forma... ¿Cariñosa?


- ¿No es hermoso? – Dijo mostrando un brillo en sus ojos – Amo los matrimonios de alma – Se abrazó sus brazos, meciéndose de un lado al otro con los ojos cerrados – Siempre desee casarme con alguien a quien amara locamente... Tan solo saber que existe una unión tan pura y hermosa... Me hace sentir moscas en mi estómago, jijiji.

- Entonces... Ahora comparto la maldición de Silver... - Musitó preocupado, rodeándome con sus brazos para mantenerme muy cerca de él.

- Es más que eso... - Añadió el reflejo, viendo hacia un lado susceptivo – No deberían poner esas caras, esto es algo dulce, algo único – El espejo comenzó a levitar hacia arriba, dando varios giros con lentitud, aun distanciado de nosotros – Cada hechizo que hagan tanto en conjunto o separados, serán uno con sus magias, se combinaran intencionalmente o no, y formaran parte de ustedes cuando menos lo noten.

- ... ¡Por eso!... – Mephiles alzó la voz, sorprendiéndose con la explicación – La burbuja temporal recreo mi recuerdo ¡Mi magia se unió con el hechizo de Silver! ¡Es por eso! ¿¡Cierto!?

- Por dios, que alguien le dé un premio a ese perro – Comentó con repudio, alejándose más por la reacción de Mephiles – Si, así funciona y será así para siempre. Suerte lidiando con eso, necesitaran practica para poder evitar cruzar sus magias en hechizos – Comenzó a levitar dentro del espejo, cruzando sus piernas y llevando sus manos tras su cabeza de forma serena.

- Entiendo... Entonces, eso es una ventaja, pero...

- Jejeje, es lo divertido – Se inclinó hacia adelante, observándome entretenido – Tu maldición se ha vuelto más fuerte y agresiva – Mostró sus colmillos retorcidos, cambiando su apariencia lentamente hasta volver a ser mi reflejo - Porque ahora... - Estiró sus manos hasta tocar el cristal, provocando que este se quebrara un poco, haciendo un sonido chirriante y molesto – Sus maldiciones tratan de convertirse en una.

- ¿¡Se están fusionando!? – Me levanté, acercándome donde el espejo estaba flotando - ¿Cómo? Eso es demasiado torcido para que siquiera sea posible.

- Tan torcido como su relación de un vivo y un muerto, creo que es muy posible – El espejo se aproximó, haciendo preocupar a Mephiles que volvió conmigo y me rodio con sus brazos – Tu simple y fuerte maldición está tomando forma con la enorme y poderosa maldición de tu esposo, jejeje. Se fortalece y se deforma para tomar mejor función. Por eso "Las visiones" son en realidad tu maldición haciéndote daño, ¡Sin siquiera estar infligiendo con la ley de la misma! Y tendrás muchas más de ahora en adelante, de seguro mientras más hechizos hagas, mientras más complejos y poderosos sean, más te atacara tu maldición.

- ¡Eso es imposible! ¡Absurdo! – Protestó Mephiles, apretándome con sus garras del pecho – Una maldición tan simple como la de Silver no podría adquirir tal capacidad autodestructiva, aun tuviera una fuente de poder para transformarse, no podría cambiar su capacidad de restricción de tal manera, solo el que implanto la maldición puede hacer eso.

- Bueno, quien sabe... Tal vez así lo ha querido desde un principio y ahora tiene la capacidad de lograr ese tipo de maldición – Respondió pensativo, pareciendo no querer discutir con Mephiles respecto al tema – Jum... Supongo que se ha vuelto más jodido que jodan entre ustedes, jajajajajajajajaja – Carcajeo fuerte, abriendo tanto la boca que se veían todos sus colmillos.

- Tengo una pregunta más – Dije con voz baja, interrumpiendo sus risas de golpe, que se acercó rápido a escucharme - ... Dices... Que eres yo... Lo mismo ocurre con Mephiles, pero entonces... ¿Cómo sabes todas estas cosas que nosotros no?

- Sí, sí, sí. ¿Cómo se todas estas cosas? – Rodó sus ojos hacia Mephiles, riéndose en un siseo – Bueno, no pienso darles tan claro la respuesta. Deberían verlo en alguno de los recuerdos de Mephiles donde yo con sumo gusto y voluntad propia le di la forma de recuperarlos... Oh, pero eso haría que tuvieras más de esos ataques con tu maldición ¿No, Silver? – Se burló con malicia, posando su mano sobre sus labios como si fingiera sorpresa – Jijijiji, que pena que pena~

- Si no nos quieres decir directamente, ¿Por qué nos ayudas? ¿Por qué te preocupas? No lo entiendo – Contesté decaído, viendo directamente a los ojos del reflejo que detuvo sus risas y mantuvo igual su mirada fija en mi por unos segundos.

- ... Mmmm... Jajaja... Esa... Si es un buena pregunta – Las flores del marco empezaban a moverse, desprendiéndose sus pétalos de oro y volverse un papel marchito al tocar el suelo – Una vez te dije que lo hacía para ser libre al igual que ustedes – Las flores se caían al suelo, dejando al espejo lentamente sin marco – Pero esto va mucho más que eso... - En poco tiempo solo quedo el cristal, ahora comenzando a gotear agua desde la parte inferior – Quiero disfrutar de este hermoso show que ustedes dos están creando, esta magnífica obra de teatro que se llama ¡Vida! Quiero verlo completo, quiero sentirlo y vivirlo – El cristal se deshacía, diluyéndose hasta volverse agua, casi desapareciendo el espejo – Y no hay mejor manera que disfrutar del show si puedo inclinar la balanza hacia el resultado que más deseo ver...


El suelo fue ensuciado de agua que rápidamente se evaporo, dejando más que nada nuestra sorpresa ante tales revelaciones que nos hacían helar la sangre del miedo.

Aún estaba desorientado con todo, mi cuerpo me pedía a gritos que detuviera tanto estrés que recibía tanto por tener que estar de pie y por mi mente hecha un enredo de desacuerdos que me hacía por la previa discusión con mi yo del pasado. Necesitaba algo de que sostenerme o el golpe seria fuerte.

Camine devuelta a la cama, sentándome en la orilla, pensando en lo pesado que se había vuelto estar enfrentando hechizo tras hechizo, maldición, tras maldición. Si no fuese por el erizo a mi lado que me abrazaba de manera sobreprotectora, acurrucando su cabeza sobre la mía, no estaría tan calmado como me encontraba sobre su regazo.


- ¿Cuánto tiempo estuve durmiendo? – Le pregunté con voz baja, conociendo que solo estaría así de preocupado y necesitado de cariño si había estado mucho tiempo inconsciente.

- Una semana – Comenzó a acariciar mi cabeza, relajándome a pesar de la respuesta.

- ¿Por qué no llamaste a los demás? – Sus garras pasaban a través de mis púas sin enredarse, solo consiguiendo ser tan suave sus caricias que me dejaba sumamente en paz.

- Lo hice... Amy me dijo que fuese paciente y esperase a que despertases, que estabas recuperando energía. Me sugirió llevarte a su refugio pero por algún motivo... No podía sacarte de aquí... - Sus caricias no fueron suficientes para seguir manteniéndome relajado, me separe y le vi a sus ojos incrédulo de lo que decía – Lo intente muchas veces, Sonic no me creía y había hablado con todos para que descubriesen que estaba pasando. Fue entonces que tuve que pedirle ayuda a él.

- Mephiles... ¿Estás diciendo la verdad? ¿Realmente no podías sacarme de la mansión? – Pregunté dudoso, lamentablemente, de sus palabras.

- ¡Si! ¡No te estoy mintiendo! – Su mano se volvió un puño, sujetándome fuerte de mi melena, mostrando decepción en su mirada - ¿¡Por qué nadie me cree!? ¿¡Por qué no me crees!?

- Mephiles... - Incliné mi cabeza, viendo su gran molestia por mi pregunta, sabiendo que entonces no debía estar mintiendo.

- ¡No! ¿¡Sabes que!? ¡Lo digo muy enserio! ¡Te lo mostrare! – Se levantó y me jaló fuerte del brazo, apenas si evitando caer de mis pies y seguirle.

- ¡Ma-más despacio! – Corrí para poder llevar el ritmo a su caminata rápida, sacándome de la habitación y arrastrándome por toda la mansión - ¡Mephiles!

- ¿Qué tengo que hacer para que confíes en mí? ¿¡Eh!? – Dio un tirón fuerte, haciéndome caer al suelo, dándome otro jalón para levantarme – Se supone que soy tu esposo, deberías de confiar en mí ¡Aun si miento!


Me quejaba de su fuerte y bruto agarre de mi brazo, dando todo de mí para no tropezar y caerme, corriendo para no ser jalado hacia el suelo. Me soltó de un manotazo cuando llegamos a la entrada, abriendo las puertas con su magia, girándose hacia mí para volver a tomarme con sus manos incontenibles de lastimarme.


- ¡Basta, Mephiles! – Me alejé dando un salto hacia atrás, haciéndolo molestar más al ver que tenía miedo.

- ¿Por qué te alejas? – Se acercó de forma lenta sin despegar sus ojos sobre mí, solo haciéndome temer más porque lo que fuese a hacer - ¿Estas asustado de mí?


Quería saber porque estaba tan furioso, por qué no era cuidadoso conmigo. Recordaba que había llorado desconsoladamente por mí, que tenía tanto miedo como yo, que se alivió de verme despierto otra vez, que me sostenía y me cuidaba receloso de quien fuese a molestarme o lastimarme ¿Por qué ahora estaba así conmigo? Sé que no debí dudar de sus palabras, ¿Pero cómo no lo haría si ya había sucedido lo mismo antes? Tenía que detener esto rápido.


- ¡Sé que estas molesto por haber estado solo durante mi ausencia! – Contesté con fuerza, viendo atento a Mephiles que se detuvo frente de mí.

- ¿Molesto? No estoy molesto por eso. He pasado toda mi vida solo, – Me tomó mi oreja y me la jalo con fuerza para zarandearme de un lado al otro – De entre todas las cosas que me han estado hostigando últimamente, ¿Por qué demonios crees que sería por eso?

- Porque... Porque... - Tomé su mano y la sostuve con fuerza para que dejara de jalarme, lanzándole una mirada suplicante para que se detuviera – Porque sé que odias estar solo... Desde que estoy contigo... No has querido que me aparte de tu lado, te da miedo y te desespera.

- ¿¡Eh!? – Exclamó con un leve rubor en sus mejillas, teniendo que camuflarlo con un ceño gruñón, tomando de mi otra orejita para continuar sus jalones violentos – Yo puedo cuidarme solo. No podías hacer nada de todos modos, estabas enfermo y yo tenía que tratar con todo el problema y tus amigos. ¡Así que deja de excusarte con que me sentía solo! Eso no importa, lo que importa aquí es que desconfían todos de mi – Contestó furioso, enterrando la verdad con rapidez por su firme voz, haciéndome temblar por su frialdad - ¿Qué acaso tú no odiarías lo mismo?

- ... Si, pero... - Contesté nervioso, liberándose mis orejas y que estas terminaran pegadas a mi cabeza hacia abajo. Mephiles tomo una pequeña distancia, silencioso por mi respuesta, teniendo entonces que buscar la forma de que él admitiera – Pero también has lidiado con eso toda tu vida... Solo que ahora no quieres hacerlo por tu propia cuenta, estás cansado... Esto ya no es lo mismo para ti ¿No es así? – Hice el intento con mis palabras, viéndole con ojos amables y dulces, teniendo inquietas mis manos y mis piernas, esperando ser yo quien supiera sus emociones ocultas esta vez.

- ... Yo... No sé de donde sacas tantas suposiciones. Soy lo suficientemente fuerte para seguir con esas cosas ordinarias – Gruñó molesto, cruzándose de brazos – No... No quiero que te preocupes... Ese es mi deber – Sacudió la cabeza, tratando de deshacer su leve rubor en su rostro, viendo hacia otra dirección menos a la mía – Ve afuera...

Miré hacia el exterior, notando como todo el terreno estaba cubierto de nieve gruesa, cubriendo el camino con un gran muro de nieve, más la nieve de la entrada de la mansión había sido despejada recientemente. Que estúpido era.


Camine hacia la salida con pasos lentos y cuidadosos, estirando mi mano, seguro de las palabras de Mephiles. Toque el muro que me mantenía dentro de la maldición de la mansión, empuje con fuerza, rasgue con mis uñas y sintiendo que mi cabeza no tenía cerebro... Golpeé mi cabeza con todas mis fuerzas contra el campo, cayendo al suelo de rodillas al haberme lastimado demasiado como para empezar a ver todo agitándose.


- ¡¡SILVER!! – Me levantó del brazo, tomándome con fuerza con sus garras y seguir gritándome - ¿¡Pero qué demonios te pasa!? ¿¡Por qué hiciste eso!?

- Si no me ibas a golpear... Prefería hacerlo yo por ser un estúpido – Sonreí, estaba viendo muchos Mephiles sosteniéndome y agitándome de un lado al otro.

- ¡Estas sangrando! ¡Animal! – Escuché más regaños, no pudiendo evitar reírme - ¿Qué estas tratando de hacer?

- Quedar como el estúpido que soy por dudar de ti – Me acerqué rápido, besando rápido su boca, tardando un poco en formarse sus labios para besarme enternecidamente.

- ... Te odio... En serio – Pellizcó mis mejillas, cambiando su mirada a una más suave y amable – Pero creo que te amo un millón de veces más cuando lo hago – Abrió su boca, pasando su larga y filosa lengua por toda mi cara, empapándome completamente de su saliva.

- ¡¡Mephiles!! ¡Coño! – Me limpié el rostro, mostrando un puchero de regaño al tonto erizo frente a mí que sonreía burlón - ¿Por qué me empapas de saliva? ¡Ni que fueras perro!

- Tenía un poco de hambre~ - Mostró una sonrisa suave – ¿Qué no te heriste para eso? – Preguntó de forma fanfarrona.

- ¡Claro que no! ¡Lo hice porque quería disculparme por ser grosero contigo! – Contesté furioso, haciendo que se riera entrecortado, tardando sus carcajadas en salir.

- ¿Y que no es lo que dije? – Siguió apretando mis mejillas, sonriéndome de oreja a oreja.

- Se me van a caer los cachetes si sigues apretándolos así – Dije incomodo, solo obteniendo más risas de él.

- Estoy pensando... - Cerró los ojos y siguió apretando sin que me doliese, teniendo que ser más paciente de lo normal y esperar que dejara de molestarme – Creo que este hechizo de contrato que hicimos se ha deshecho...

- ¿Nuestro hechizo? – Tomé sus manos y las acaricie, esperando que ya soltase mi cara y dejase de pellizcarme - ¿Pero por qué? ¿No debería de estar mucho más unido ahora que nuestra magia es una?

- No, todo lo contrario – Me soltó, caminando hacia la salida – Nuestra magia no estaba tan unida de nosotros como lo está ahora. Un hechizo en conjunto con más de un mago dependerá de que tanto ha cambiado la magia del mago, sus emociones con las del otro mago y los lazos espirituales... Se hubiera deshecho incluso si alguno de los dos se hubiera casado con alguien más... Había olvidado eso.

- Cada hechizo que hicimos en el pasado ha sido deshecho entonces... Eh... - Tomé sus manos, viéndole de reojo mientras veía el exterior nevoso – Bueno, hay que restregar en la cara de Sonic que estaba equivocado y que ya estamos casados ¿No?

- Si... - Y contestó sonriente, tomando mis manos igual, cerrando sus ojos con los míos, comenzando a recetar el hechizo.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

En la entrada del bosque, se encontraba una gatita negra de ojos azules, al parecer, saliendo del espeso mar de árboles para caminar por el sendero hacia el pueblo. Su presencia ahí fue muy peculiar, pero más que todo... Por tener una canasta llena de flores frescas.

Mantuvimos nuestras miradas sobre ella sin poder dejar de verla al ver como ella pasaba de nosotros y se iba con suma calma, balanceando el canasto de un lado al otro como si hubiera ido de comprarlas. La cuestión era, que era algo imposible en pleno invierno. Solo podíamos asumir que había magia de por medio y esta debía de ser de alguno de nuestros amigos.

Nos hicimos camino sobre la nieve con ayuda de la magia de Mephiles, admirando el silencioso y pacifico bosque que permanecía quieto, sin escucharse sonido, ni el soplar del viento, solo el apaciguador paisaje de invierno. Cuando llegamos a la guarida la misma estaba vacía, sin pista de si alguno de nuestros amigos hubiera estado ahí.

Utilice el medallón para enviar una señal, usando código morse para que supieran que estábamos en la guarida, quedándonos afuera en espera de su llegada.


- ¡Hace demasiado frio! – Exclamé abrigándome con la poca ropa que tenía, inapropiada para el clima en el que estábamos – Debí de buscar una chaqueta antes de salir, pero me emocione y lo olvide por completo.


Con mis manos, traté de usar la poca magia que tenía para crear un poco de fuego, pero no pude hacer ni la más pequeña chispa cuando Mephiles me abrazó y derritió sus brazos para envolverme en una gruesa y extraña capa oscura de aquella sustancia de su cuerpo, siendo tan cálida y cómoda que no puse quejas y me recosté un poco de su pecho, acomodando al menearme un poco y sentir su cuerpo rosando con él mío. Estaba jodidamente cómodo así.


- Serás mi abrigo de ahora en adelante – Dije satisfecho al estar acobijado por él.

- Pero soy tu esposo – Respondió en tono cariñoso, tal vez queriéndome hacer endulzar.

- Ya no, ahora eres un abrigo y los abrigos no hablan – Jalé su cuerpo para envolverme más acurrucándome como si me fuese a dormir.

- ¡Hey! – Se quejó, escuchándose sus refunfuños de forma adorable - Bueno... Solo por hoy...

- Gracias, amor – Besé su mentón, agitándome más por ser tan como ahora estar entre sus brazos, solo siendo detenido por un estruendo que sonó desde muy lejos - ¿Qué fue eso?

- ... Tal vez se te olvido luego de dormir tanto – Comentó con un tono molesto, viendo hacia la dirección donde se escuchó el sonido.


Pude divisar un destello azul a lo lejos, aproximándose tan rápido que no tuve tiempo para moverme cuando una línea de luz empezó a rodearnos, levantando la nieve a todos lados hasta sobre nosotros, deteniéndose el corredor azul frente a nosotros, dando un par de pazos antes de reposar sus piernas y vernos de soslayo con ojos indiferentes.


- ¿Decidiste despertarlo entonces? – Dijo con desprecio, viendo a Mephiles como en nuestro segundo encuentro - ¿Qué fue esta vez? ¿Te asustaste de que fuéramos todos a por ti?


Di otro beso en el mentón de Mephiles, separándome de él con un poco de esfuerzo al estar envuelto por él, dejándome ir para acercarme a Sonic. Le tomé firme de la camisa y con mi mano libre empecé a abofetearlo, no tan fuerte, pero si haciéndolo molestar.


- ¿¡Q-QU-QUE!? ¡Déjame! ¡Suéltame! – Pudo separarse fácilmente de mí, sobándose sus mejillas rojas de tanto que las cachetee - ¿¡Por qué mierda hiciste eso!?

- Si te vuelves a meter con mi esposo le hablare a Amy sobre lo grosero que eres – Advertí con frialdad, notando como se acojono al agachar un poco las orejas.

- ¿¡Y-y que!? No le tengo miedo, solo es mi amiga – Se cruzó de brazos, tratando de retomar su actitud seria de hace un rato - ¿Qué paso esta vez entre ustedes dos? ¿¡Cuantas veces te mantendrá cautivo y tú le perdonaras las veces que quieras!?

- Ya el hechizo se completó, estamos casados – Le interrumpí, no queriendo explicar aun hasta que todos estuvieran aquí.

- No respondiste a mi pregunta – Giró a ver a Mephiles nuevamente, formándose un ceño por ver al ente - ¿Cuánto tiempo vas a seguir alejándolo de nosotros?

- Te dije que ya no lo molestaras – Lo empujé para que se alejara de nosotros, escuchando un gruñido de él por no soportar más mi actitud pacífica pero molesta, pero había permanecido así al ver como Amy venía con las demás chicas – Estarás en problemas una vez le cuente a Amy.

- Y yo te dije que no le tengo miedo. No es mi novia, ni mi madre para mandarme. Me importara un bledo lo que oiga de ti, no me hará cambiar opinión sobre Mephiles – Contestó con total desagrado, cruzándose de brazos más molesto que antes.

- Hola, Sonic – Amy llego y le dio un beso a Sonic en la mejilla, siendo un reflejo por parte del cobalto devolverle el beso también a ella.

- Hola, Amy – Dijo y volvió a verme con su ceño en su rostro que desapareció tan rápido como lo era corriendo, girando a ver otra vez tras suyo a la erizita - ¡¡AMY!!

- Con permiso – Amy empujó a Sonic hacia la nieve, pasando a mí para abrazarme y levantarme del suelo - ¡¡AAAAAAAAHHHHHHH!! ¡Feliz año nuevo Silver! No puedo creerlo ¡Ya el hechizo se completó! – Me bajó y tomo mi mano, viendo la cicatriz que quedo en mi dedo, sonriendo con melancolía al verlo - ¡Oowww! ¡Estoy muy alegre por los dos! – Fue donde Mephiles y le saludo del mismo modo que a mí, dejando a Mephiles sorprendido de la fuerza de la erizita de la que aún no estaba acostumbrado.

- Uuuuuyyyy, papá, estas bien frito, bien muerto, huele a erizo asado – Marine llegó y empezó a agitar su mano, viendo burlona a Sonic mientras caminaba hacia mí.

- ¡E-e-e-espera! ¡Puedo explicarlo, Amy! – El erizo azulado trató de levantarse de la nieve, cayendo al resbalar y llenarse más de nieve en la cara.

- No sé a quién, porque no voy a escucharte – Dijo apática hacia el cobalto, haciéndolo quedar calladito en el suelo, temeroso de Amy que le veía de reojo con suma molestia.

- ¡¡Silver!! – Escuché a Blaze llamarme, volteándome a verla junto a Knuckles y Tails. Corrí hacia ella y la tomé de un gran abrazo, apachurrándola como podía y moviéndola a un lado a otro mientras escuchaba sus quejidos - ¡Ah! ¡S-Silver! ¡Ahg! Basta – Me palmeó varias veces en mi espalda, soltándola solo para ver qué tan esponjada había quedado - ¿¡En qué diablos te metiste!? – Me abofeteó la mejilla, tumbando toda mi emoción y alegría de verla - ¡Estaba muy preocupada por ti! – Mostró un puchero, erizándose todos sus pelos, molesta - ¿Cuántas veces te vas a desaparecer sin avisar? Es totalmente irresponsable de tu parte preocupar a todos tus amigos.

- Muy cierto – Coincidió Knuckles, cabeceando con seriedad, a pesar de su rostro relajado.

- Tienes que avisar, amigo. ¿Qué fue lo que te hizo dormir durante una semana? – Preguntó Tails con voz mandona, rodeándome todos como si fuese mía la culpa.

- ... - Me ocasionaba tristeza ver a mi mejor amiga tan molesta conmigo, esperando recibir más afecto de ella, tenía que animar las cosas – El hechizo se completó ¡Estoy casado con Mephiles! – Le mostré mi dedo con la marca a lo que ella abrió más los ojos y mostro una enorme sonrisa risueña.

- ¡¡AAAAHHHHH!! ¡Silver! – Finalmente saltó hacia mí, recibiendo su abrazo abrasador, ya queriendo separarme por el intenso calor que desprendía - ¡Felicidades! ¡Ooowww! Ya muero por preparar la boda.

- Blaze, que no se te olvide de lo que estuvimos hablando todos – Sonic se levantó y paso al lado de Blaze cayéndose toda la nieve de su Ropa por el calor que liberaba – Necesitamos saber que paso en realidad... Si es que quieres negar que Mephiles te mantuvo otra vez cautivo dentro de la mansión.

- De acuerdo.


Con suma calma todos terminamos charlando en la guarida de Amy, comiendo unas galletas mientras las mujeres hablaban conmigo y los demás hablaban en voz baja a nuestras espaldas. Me preocupaba más como Sonic se dirigía siempre hacia Mephiles, y como este le respondía, la tensión se percibía entre ambos, aun estando hablando en voz baja y con tranquilidad, no siendo aliviador para mí al verlos tan serios entre ellos.

Escuchaba como Amy y Marine preparaban toda la organización de la boda, la comida, los vestidos, los trajes, los adornos, la música y quienes serían invitados. Blaze miraba emocionada como las chicas se dejaban llevar con sus ideas, tal vez también haciéndose ilusiones con ojos inocentes. Quería que ese día fuese perfecto, no tanto para mí o para Mephiles, puede que no saliese tan maravilloso como todos hablaban, pero necesitaba darles ese regalo a todos los que nos querían, deseaba que fuese hermoso y todos se llenasen de nostalgia, tal vez... De esperanza. Para poder salvar a todo el pueblo del destino que se aproximaba.


- ¡¡Oh no!! – Blaze alzó la voz, llevándose las manos a su rostro, haciendo que todo el mundo viese preocupado hacia ella, sobre todo yo – ¡Lo he olvidado! Ooww...

- ¿Qué cosa, Blaze? – Preguntó un tanto molesta la mapache por interrumpir su conversación sobre el banquete.

- Mi padre... - Se giró a verme con ojos entristecidos, bajando sus orejitas del todo – Ha prohibido la entrada al pueblo a Mephiles y a ti. Si se aparecen los echara con ayuda de la policía y de los que están con él en el pueblo.

- ¿¡Pero por qué!? ¡Tu padre es de lo peor! – Chilló Amy, agitando sus puños molesta - ¿No tienes manera de convencerlo?

- No... Nunca la tuve – Bajó los hombros junto a su cabeza, viendo hacia el suelo entristecida.

- ¡Bueno! Eso no nos impide armar la boda, ¡Lo haremos en el bosque! – Propuso Marine, levantándose de su asiento con su pecho alzado.

- Nos encontraran... - Añadió Blaze cabizbaja – Han estado haciendo contantes patrullajes con los guardias para saber si Mephiles y Silver se esconden en el bosque.

- ¡Mierda! Tengo que cuidar más mi guarida ahora – Masculló molesta Amy.

- ¿¡Pero por que se ensaño tanto con Silver y Mephiles!? Diantres, está peor que antes, Blaze – Interrogó Marine a la gatita decaída, haciéndola bajar más la mirada sin contestar.

- Porque es por ella – Contesté seco, haciéndome un lado para levantarme y dirigirme a la estantería con libros de Amy – Es personal... Piensa que soy un canalla por... Lo que paso entre Blaze y yo, además de creer que soy un degenerado por ser un homosexual. Desea verme tan lejos del estado más cercano a este.

- Por dios, no debió ser tan malo como Blaze lo conto... ¿O sí? – Cuestionó la pequeña mapache, no recibiendo respuesta de Blaze tampoco - ... ¿O sí?... – Se dirigió a mí, teniendo que desviar la mirada.

- No es eso... - Respondió Mephiles, viendo de lejos a Marine – Él es demasiado posesivo con Blaze, no desea que nada ni nadie la aleje de él o su hogar – Suspiró, mostrando algo de pena en su mirada – Su terquedad y su sobreprotección es igual a la mía, pero como de un padre a su hija. Incluso pensó denunciarnos por violación para meternos en la cárcel – Comentó con poca preocupación en lo último.

- ¿¡Que!? ¿En qué momento dijo eso? – Dijo incrédula Blaze, viendo a Mephiles con desconfianza.

- Yo no dije que lo haya dicho, lo pensó – Corrigió con educación, viendo hacia otro lado – Pensó muchas cosas peores además de eso cuando te dejamos en tu casa... ¿Cómo te ha tratado él?

- ... La verdad no tan mal, aunque... - Acurrucó su cola alrededor de su cuerpo, viendo al suelo con impotencia – No deja de hostigarme, ahora quiere que todo el tiempo este con él y no para de hablarme de que tan perfecta seria mi vida si decido quedarme en el pueblo, ya no me deja salir con ninguno de mis amigos, solo con Marine y Amy.

- Parece que está obsesionado en no dejarte ir... Lo siento, Blaze – Dijo Mephiles, frotándose las manos y agachando la cabeza.

- Bueno, luego habrá tiempo para resolver ese problema – Sonic interrumpió, golpeando su pie sobre el suelo – Me preocupa más el hecho de que sus maldiciones estén fusionándose. ¿En que afectara eso con la maldición el pueblo?

- Lamentablemente no lo sabemos – Respondió Mephiles recostándose más sobre su asiento, pareciendo querer demostrar seguridad – Lo único que se ha alterado es la maldición de Silver, no he visto alguna alteración con la maldición que hay en la mansión.

- Eso se debe porque la maldición está hecha con otro mago que no está unido de ninguna forma a Mephiles – Contestó Amy, tomando rápidamente mi atención – Puede que la maldición siquiera sufra alteración.

- ¡Espera! – Me alcé sobre mi asiento, viendo a los demás con tal idea que me hacía casi temblar – Todos los hechizos que hemos creado Mephiles y yo fueron deshechos por haber cambios en nuestra magia y alma ¿¡Eso quiere decir que la maldición se puede deshacer también!?


De repente, Amy y Mephiles se echaron a reír, uno más desagradable que otro, ese era Mephiles que se iba cayendo de la silla con sus estruendosas carcajadas y Amy de forma dulce y compasiva, cubriendo su rostro con elegancia. Tuve que bajarme de mi emoción y sentarme bien, esperando que terminasen y me dieran una explicación para lo erróneo que estaba.


- Oh, Silver. No puedes comparar una maldición con un hechizo, los hechizos son fáciles de deshacer, en cambio las maldiciones pueden ser permanentes por toda la eternidad. El único hechizo que puede ser más eterno que una maldición ya lo han hecho tú y Mephiles, por eso deshace todos los hechizos anteriores hechos por más de un mago – Explicó Amy, tomando de la mesa la tetera para servirse más té en su taza.

- Oh, mi dulce erizito, perdóname por no haberte explicado más. No pensé que pensarías en eso – Mephiles llego tras mío rápidamente, abrazándome demasiado, teniendo que darle codazos para que me dejase mientras seguía burlándose de mi ignorancia – Ojala fuese así de sencillo, Silver, pero ahora estamos más atrapados en esto que antes... Por eso... - Se acercó donde Amy, sirviéndose igual un poco de té, colocándolo enfrente de la erizita a lo que ella vertió su esencia mágica, tomando luego un sorbo de la bebida – Se dónde haremos la boda.

- ¿Dónde? – Blaze finalmente levantó la mirada, casi destellando de la emoción. Ambos conocíamos cuando Mephiles hablaba de ese modo era para algo bueno.

- Al riachuelo del salmón – Mephiles me vio directamente, sonriendo confiado mientras se terminaba su taza de té.


No pude expresarme por un momento, armando en mi cabeza toda la fiesta que se organizaría en ese lugar que me había llevado Mephiles hace mucho tiempo. No pude evitar dar un salto y brincar mientras chillaba, tal cual como una chica.


- ¡¡Si, si, si, si!! ¡Sera perfecto! – Me lancé a los brazos de Mephiles sin detener mis saltos, moviéndolo sin que lograse detener mis brincos - ¡Me encanta!

- ¿El riachuelo del salmón? No he escuchado de ese lugar ¿Esta dentro del pueblo? – Blaze se acercó a nosotros, sumamente curiosa que esperaba recibir buenas noticias.

- ¡Hay que llevarlos, Mephiles! Te va a encantar, Blaze – La tomé de las manos y la acerqué a mí, girándola conmigo en círculos – Es tan hermoso. Hay dientes de león, flores, mariposas, hay un hermoso río donde siempre esta abastecido de salmones y por las noches las luciérnagas salen y bailan sobre toda la pradera.

- ¿En serio? – Me miró con ojos brillantes e ilusionados, a lo que yo respondí con rápidos cabeceos – Ya no puedo esperar por verlo.

- ¡Vamos, vamos, vamos, vamos, Mephiles! – Pedí con más saltos mientras sostenía a Blaze en un abrazo.

- Está bien, Silver, siempre y cuando estén de acuerdo el resto a ir y guardar el secreto – Dio como respuesta, viendo a los demás con ojos serios.

- Vale, será interesante – Dijo el pequeño zorrito.

- ¡Si! ¡Quiero salmones! – Knuckles como siempre entusiasta.

- ¡Salmones, salmones! – E igual Marine

- Conozco muy bien el bosque y no me suena ese lugar. Tengo que ir a verlo, por supuesto – Dijo Amy, tomando sus cosas para salir.

- ... Está bien... - Dijo Sonic, caminando con nosotros a la salida.


Seguí platicándole al resto sobre el lugar, como había atrapado el salmón más grande del mundo y como era tan grande que tuve que compartirlo con Mephiles y el tragón se lo había devorado en un bocado. Les contaba lo hermoso que era el lugar, la impotencia que había sentido por no haber traído mi carpeta de dibujos para poder capturar el paisaje.

Íbamos llegando al sitio, consiguiendo el roble y las hojas rojas como si la nieve nunca hubiera tocado el lugar.


- Antes de irnos, Mephiles me había dicho unas hermosas palabras y me abrazo y me beso la cabeza – Conté con mucha emoción, agitándome por completo – Ahora lo recuerdo y fue tan romántico.

- Pero me querías tan lejos que gruñías mientras te abrazaba – Comentó Mephiles con apatía, viéndome con ojos juzgantes.

- ... Jejeje, la verdad es que me gustó mucho... Pero no quería que lo supieras en ese momento – Confesé avergonzado, ocultándome tras Blaze que comenzó a reírse de mí.

- Mmmm, ya veo... - Paso tras el árbol y desapareció al cruzarlo.

- ¿¡A donde se fue!? – Sonic mostro mucha impresión, buscando tras el árbol al erizo oscuro - ¿Pero cómo?

- Jejejeje, vengan – Fui tras el árbol, pasando por el portal y siendo jalado rápido por los brazos - ¡¡Ah!!

- Me debes un montón de besos por esa noche – Mephiles me tomaba con fuerza, llevándome por los arbustos mientras mantenía su mirada sobre mí – Y yo pensando que ni siquiera te había ablandado un poco – Se acercó a mi rostro, jalándome de las manos para que lo abrazase - ¿Cuántas veces más hice el intento y te pareció romántico? – Paso sus labios por mis mi mejilla, dejando besos sonoros y lentos hasta llegar a mi cuello.

- Aahh... Cuando... Me rescataste en aquel jardín... Mmh, cuando... Fuimos a la habitación de algodón, cuando me animaste al contarte sobre mi madre... Cuando... - Él se fue retirando para verme a los ojos, sintiendo mi cara arder, sin poder evitar agitarme y mover rápido mi cola – Me abrazabas y tratabas de besarme... Quería evitarlo porque sabía que nada más al besarte no me cansaría de hacerlo...


Su sonrisa pícara me hacía saber que le encantaba oírme así, podía seguir todo el día hablando de lo mucho que me había conquistado cada vez con sus coqueteos, pero la pena me consumía y ya no podía verle más sin que mi pelaje se erizara. Solo sus suaves risas y besos en mi mejilla consiguieron que pudiese verlo de nuevo y buscase sus labios para probarlos.

Adoraba que sus manos acariciaran mis mejillas mientras me besaba, me hacía sentir diminuto y delicado. Dejaba el beso solo para besar el resto de mi rostro y rosar sus labios con los míos delicadamente, viéndome con esa sonrisa perversa pero que me encantaba.


- Jum... Dejemos el beso perfecto para la boda ¿Si? – Sus manos acariciaron mis mejillas y mi cuello, acariciando mi pelaje que me cubría el pecho. Me llevo fuera de los arbustos, soltándome la mano para caminar en la pradera – Es perfecto, en efecto... Ya ansió que sea la boda.


La pradera parecía estar atrapada en el tiempo. La nieve cubriendo las plantas en escarchas, flores, árboles, arbustos, eran envueltos por una fina capa blanca que no lograba dañarlas, atrapándolas fuera del frio invernal. Los copos de nieve estaban suspendidos en el aire sin poder descender al suelo, acumulándose en ese pequeño cielo que desprendía una luz azul blanquecina y hacia parecer que estuviéramos dentro de un castillo de iglú.

No podía creer que pudiese ser más maravilloso de lo que vi la primera vez, era tan mágico y hermoso que parecía un mundo aislado del resto, más que eso, un lugar conservado solo para nosotros.


- ¡Wow! Es... Precioso – Escuché a Sonic tras nosotros, estando con el resto, anonadados ante el hermoso escondite – Amigo, aquí será genial.

- ¡Aaaahh! ¡Es tan mágico! ¡Creo que estoy soñando! – Marine parecía que se iba a desmayar de la emoción, siendo cargada por Blaze que la sostenía y parecía expresar la misma emoción en su rostro – Quiero vivir aquí el resto de mi vida.

- Jajajaja, a mí también me gustaría – Blaze abrazaba con más fuerza a su pequeña amiga, viendo juntas enternecidas el lugar congelado.

- Uff... Fue difícil hacer que Marine cruzase el pasadizo. Lo próxima vez avisa, Mephiles – Dijo Amy sacudiéndose las manos y viendo un tanto fastidiada a mi pareja.

- ¡¡SALMONES!! – Knuckles corrió rápido por todo el prado, tumbando toda la escarcha al correr sobre el césped, levantando toda la nieve que quedó suspendida en el aire - ¡Increíble!

Fuimos todos donde Knuckles, acercándonos al riachuelo donde el agua corría normalmente y se divisaban peses en el fondo. Podíamos escuchar como el echidna rojizo chillaba de la emoción, agitando sus manos como si desease lanzarse a atrapar algún pez.

- ¡Amigo! ¡Esto es maravilloso! ¡Está lleno de peces! ¡Quiero atrapar uno! – Me hacía reír su irracional entusiasmo por querer pescar y comer salmones, pero puede que no haya tenido mucha suerte cuando era temporada – ¡Joooombreeee! ¡No tengo caña!

- Suerte para la próxima, rojo – Tails llegó tras nosotros, sosteniendo una flor de gardenia en su mano, examinándola de cerca con una sonrisa plantada en su rostro – Jamás había visto esto, ni siquiera en libros de hadas... - Sus colas se agitaron, haciendo levantar la escarcha de las plantas a su alrededor. Su sonrisa estaba llena de anhelo, aun con sus ojos sobre la flor blanca en sus manos como si le diese confort – Adoro este lugar... No podría haber uno mejor que este.

- ¡Si! ¡Eres un genio, Mephiles! – Aclamó Marine, saltando de los brazos de Blaze para correr alrededor de Mephiles.

- Está bien, solo prometan mantener el lugar en secreto.

- ¿¡Que!? – Knuckles, Tails y Marine preguntaron atónitos, mostrando semblantes entristecidos, perdiendo esa alegría e ilusión en un momento.

- Oye, Mephiles, amigo, vamos... ¡Este sitio es demasiado genial para que este aislado del conocimiento de los demás! – Trató de persuadir Knuckles, rodeando el cuello de Mephiles con su brazo de forma fraternal – Imagínate a todos agradecidos contigo por tal descubrimiento, se olvidarían rápidamente de que le caes mal al alcalde y les tratarían a ti y a Silver otra vez.

- ¡Si! Todas las personas buenas y bondadosas que los querrían como uno de ellos. Estarían tan agradecidos que querrían que fueran de su familia – Continuó Tails, agitando tan rápido sus colas que lo ayudaban a estar de total puntillas.

- ¡LA FAMA! ¡LA PLATA, AMIGO! – Gritó Marine, jalándose sus coletas, un poco histérica.

- No – Contestó Mephiles con un rostro rígido y molesto, haciendo retroceder al resto – Por esas cosas ya no existen estos parajes y lugares místicos. El hombre, tanto mago, hechicero y brujo, destruye todo por sus deseos egoístas y no tendrá tampoco piedad de este lugar – Se agachó hasta estar frente a unos dientes de león que iban secándose rápido al no tener la escarcha que los cubriese – No permitiré que este sitio preciado para Silver y para mi sea borrado – Se levantó y vio a cada uno con una seriedad abismal – Así que háganme un juramento de magia. Júrenme jamás revelar este lugar a nadie que no sean nuestro amigos, Bean, el señor Chuck y la señora Susana, nadie más.

- ¡Y a Cream! – Interrumpió Tails con ojos desesperados, haciendo que Mephiles mantuviese su mirada sobre él por un instante – Por favor...

- Siempre y cuando la hagas jurar – Se cruzó de brazos, volviendo a ver a todos en espera – Háganlo.

- De acuerdo, De acuerdo... - Sonic dio un paso al frente, colocándose su mano sobre su corazón, cerrando los ojos y jurando – Juro que no le diré a nadie más sobre este lugar quienes no sean a los que tú nombraste. A de ser así o mi magia cederé ante la traición de mi propia palabra – Su pecho se ilumino de un azul fuerte, lográndose así el hechizo de juramento - ¿Feliz? Ahora háganlo ustedes, chicos.


El grupo de tres se miraron con arrepentimiento, dudando un poco antes de repetir el mismo juramento sin mucho entusiasmo. El pecho de Knuckles se ilumino fuertemente de azul al igual que Tails, no fue así con Marine, apenas mostrando una pequeña luz al terminar de jurar. Blaze y Amy juraron igual, iluminándose el pecho de Blaze de azul y el de Amy de un rojo, algo que claro nos hizo a Mephiles y a mi quedar viendo a la erizita por un rato, curiosos por saber ese cambio a comparación del resto.


- ¡Bien! Creo que tenemos que ir organizando todo. Blaze, Marine, hay que ir al pueblo para ir comprando y acomodando todo. El dinero que nos dio Mephiles nos será suficiente – Amy comenzó a caminar hacia la salida del escondite, siendo seguida por todos nosotros, casi escuchando la voz de una madre estratégica al escucharla hablar – Blaze, tú te encargaras de contactarnos con los floristas, panaderos, pasteleros, carniceros y con la señora Canela para nuestros vestidos, Marine y yo iremos a recoger todo e ir montando los adornos aquí, mientras tu mantienes a tu padre distraído, Tails te ayudara.

- ¿¡Que yo que!? – Protestó Tails, pero la mirada penetrante le hizo callar – Por supuesto, jejeje...

- Sonic y Knuckles llevaran las cosas pesadas y avisara al resto. Calculo que todo estará listo para pasado mañana – Concluyó Amy, agitando sus brazos de adelante hacia atrás, caminando hacia los arbustos.

- Amy... ¿Podría hablar un momento contigo? – Mephiles tomó la mano de Amy, deteniéndola antes de salir del escondite – Sera rápido.

- ... Claro – Contestó dudosa, viendo al resto con una sonrisa nerviosa – Sigan ustedes, chicos. Nos vemos en tu casa en un rato Blaze.

- Silver ¿Podrías ir a la mansión? Yo iré tan pronto termine de hablar con Amy – Mephiles sonrió tranquilo, sujetando firme a Amy de su mano – Al menos que no te sientas seguro, entonces puedes esperar con los demás.

- No, está bien... Puedo ir a la mansión – Respondí algo preocupado.

- Ve, Silver, y prepárate ¡Porque haré una fiesta espectacular para ti! – Me animó Amy, levantando su puño llena de seguridad.

- Jejeje, está bien – Caminé junto a Blaze y Marine saliendo del escondite, devuelta a donde la nieve tomaba todo junto con el gran frio de enero - ¿De qué querrá hablar Mephiles con Amy?...

- No lo sé, pero parece ser algo serio... Amy lucía un poco nerviosa – Comentó Blaze, juntándose conmigo y con Marine al no soportar mucho el frio al igual que yo.


A la lejanía, se oyeron los aullidos de sabuesos. Inconscientemente brinqué sobre los brazos de Blaze y ella comenzó a sisear hacia donde se escucharon los aullidos, erizándose todo su pelaje con algo de miedo.

Los ladridos eran más cercanos mientras mas no quedábamos ahí, corriendo entonces lejos de ahí como nos dieran las piernas, menos yo, no era bueno corriendo en momentos de persecución, los nervios no me ayudaban en nada, así que solo comencé a flota sobre los aire con ayuda de mi telequinesis, ayudando a Marine para que tampoco se quedara atrás.


- Ah... Ah... Deben de ser los guardias que ha mandado mi padre a patrullar el bosque... - Dijo Blaze entre jadeos, corriendo rápido con Knuckles y Tails que eran llevados de las manos de Sonic como si estuvieran patinando sobre la nieve.

- Enserio... Seared se ha pasado esta vez ¡Mephiles y Silver no son fugitivos! En tal caso Mephiles pero no hay razón para usar sabuesos de casería – Se quejó Sonic, aumentando la velocidad.

- Blaze, toma mi mano – Tails le tendió la mano para que Blaze pasara de correr a deslizarse por la nieve, como si ahora Sonic fuese un perro de trineo – Sera mejor separarnos. Tendrás que ir tu solo a la mansión, Silver.

- Concuerdo. Lleven a las chicas a casa de Blaze, puedo llegarme rápido a la mansión sin ser visto – Bajé un poco para que Marine se sostuviera tras la espalda de Blaze, cruzándose de piernas y brazos en el torso de la gatita.

- ¡De acuerdo! – Contestó Sonic, aumentando más su velocidad y dejándome muy atrás.

- ¡Más despacio, más despacio! – Blaze gritó a la lejanía, de seguro asustada por esa velocidad, siendo opacado sus gritos por las risas de Marine al disfrutar de la carrera.


Fui volando hasta llegar a el sendero hacia la Mansión, yendo a pie por el resto del camino, tardando un poco en llegar a la enrome mansión, ya cansado de usar mi magia para también tener que abrir las puertas.


- ¡Silver! – Giré rápido y vi a Sonic a unos pasos tras de mí, quedando boquiabierto por su sorprendente velocidad para llevar a los demás y venir hasta aquí – Oye... Necesito saber algo... - Caminó hasta estar frente a frente. Se frotó los brazos, viendo hacia los lados con inseguridad antes de acercarse un poco más - ¿Mephiles ha estado actuando extraño?

- ¿Qué? ¡No! – Respondí en tono de regaño, viendo molesto al azulado que no cambiaba su mirada – Sonic, tienes que dejar de pensar que Mephiles es malo. Es mi esposo y nuestro amigo, tienes que confiar en él.

- Ya te he dicho que no es eso... - Contestó decaído, suspirando antes de formular sus palabras – No sé qué sea... Antes no estaba tan inseguro de él... Pero ahora pareciera que su magia es más... Retorcida.

- ¿Retorcida? Bueno... Nuestras maldiciones se están fusionando o algo así... Puede que sea eso.

- No... No es algo como eso – Sacó un libro de su chaqueta, uno pequeño, entregándomelo con cautela y volviendo a ocultar sus manos dentro de su abrigo – Nos contaste que Mephiles pudo recobrar un recuerdo de cuando estaba fuera del pueblo... Puede que cada recuerdo lo esté acercando a esa oscuridad de la que te estoy hablando.

- Sonic, eso no puede ser posible. Mephiles ha recordado más hechizos, muchas cosas importantes, no puedo detenerme ahora, necesito que recuerde todo.

- Si recuerda más, más sufrirás tú por tú maldición – Contestó serio, pisoteando con fuerza la nieve - ¿Y cuánto tiempo volverás a dormir? ¿Una, dos, tres semanas? ¿Meses? – Gruñó molesto, dando la vuelta para retomar su camino – Solo quiero pedirte un favor. Investiga bien que es lo que sucede con ambos, y trata de mantener sus recuerdos como están si no es necesario... Adiós...


Aquella advertencia fue extrañamente devastadora. No quería pensar que Sonic era malo por tener esas suposiciones o por creer que Mephiles tramaba algo malo, porque dijese como lo dijese, era eso lo que me decía. Sonic solo temía por lo que me sucediese, no podía enfadarme por eso.

Al llegar a mi habitación no hice más que acostarme en la cama, escuchando a las aves chillar por tener su plato de agua vacío. Luego de atenderlas y quedarme sin nada que hacer, volví a quedar sobre la cama tendido, viendo hacia el techo. El tiempo se hacía lento cuando Mephiles no estaba conmigo, era agobiante... Lo necesitaba con tanta fuerza que sentía que mi pecho dolía, preocupado que se tratase de la maldición, pero no era así, claro.

Diciembre ya había terminado, puede que febrero trajese la primavera más pronto, así como el invierno había llegado antes, eso quería decir que pronto las aves serian libres... Las extrañaría, pero prefería verlas libres en el exterior que seguir sus vidas encerradas aquí. Esperaba ser libre al igual que ellas junto a Mephiles, la idea de poder recorrer todo el mundo a su lado como él hizo cuando estaba vivo me llenaba de vigor haciéndome ideas geniales y fantasiosas cuando eso ocurriese.


- ¿Por qué te tardaras tanto? – Pregunté en voz alta, pensando que lograría escucharme o sentir esa soledad que estaba pasando - ¿Qué tenías que hablar en privado con Amy?


Me revolqué entre las cobijas, tomando el libro que me había dado Sonic, leyéndolo casi en un parpadeo. Un libro sobre unión de maldiciones, como fusionaban y como se hacían.

Las maldiciones a diferencia de los hechizos, pueden crearse a partir de unión de varios hechizos en modo de requisitos, pueden también ser a partir de conjuros de criaturas de la oscuridad para que sean el sello de maldición o ellos lo creen, pueden crearse por odio, frustración, miedo e incluso amor, siempre y cuando sea un sentimiento lo suficientemente fuerte para poder crear la maldición, estos son más peligrosos por incluso maldecir a alguien tan solo deseándolo con mucha fuerza. Por último, estaba la otra forma de crear una maldición a partir del sacrificio de tu vida, estos tipos de maldiciones son los más poderosos e inquebrantables.

Cuando uno implanta una maldición a cambio de dar toda la energía vital que te consumiese hasta la vida podría tener un gran poder dependiendo del poder del mago, tanto así como para lograr crear una maldición tan peligrosa y destructiva que pudiese crecer con el tiempo y devorar todo a su paso.

De tan solo leer eso me provoco escalofríos, pensando si Mephiles utilizo ese tipo de maldición... A pesar de que había sido quemado en la hoguera, no sabía si había tenido la oportunidad antes de morir... Tal vez así era.

Una cosa de las maldiciones es que estas eran algo fáciles de crear y controlar para las brujas, siendo las técnicas superiores en este arte oscuro, siendo expertas y naturales conocedoras de esta magia. Por obvia razón, Amy sabía bastante sobre esto, por eso descubrió sobre mi maldición y descifro la de la mansión, reconociendo que más de un hechicero estaba implicado. Ese sumo talento podía destacar del resto... Solo alguien al tanto de esta información sabría que Amy podría ser una bruja.


- ... Sonic...


Claro que todos los amigos de Amy sabían que ella era una bruja, pero Mephiles no... Sin embargo... En el escondite de aquel prado, Amy al dar su juramento, el color de su magia fue uno rojo... Por ser una bruja roja.


- ¡Mephiles!


¿¡Cómo no lo había pensado!? ¡Amy estaba en peligro y la dejamos con Mephiles! ¡Ahora él estaría obligado a cumplir con su juramento!

Corrí rápido fuera de la habitación, volando con mi magia sobre los pasillos, siendo más engorroso llegar a la entrada al estar todo el laberinto cambiado y alterado, tomándome mucho más tiempo del que había deseado en llegar a la salida, pero...


- ¿Silver? Jajaja ¿Qué ocurre? ¿Cómo supiste que llegue? – Mephiles estaba entrando a la mansión, cerrando las dos enormes puertas tras él, cargando en sus manos canastas llenas de frutos secos - ¿Por qué esa cara mí, amor? – Preguntó con una sonrisa grande, solo ocasionándome más nervios.

- Mephiles... ¿Qué paso con Amy? – Pregunté al estar frente a él, viendo a sus ojos calmados y alegres.

- Nada, solo hable sobre un asunto, nada de qué preocuparte – Acarició mi cabeza, pero eso no me alivio en nada, retirando su mano de inmediato - ¿Qué sucede?

- Mephiles... - Tenía miedo de decirlo, si él aún no estaba enterado puede que Amy no corriese peligro, pero tenía que saber que-

- A ver, tu cara me está poniéndome nervioso. Déjame ver qué piensas – Trató de acercarse y ver a través de mis ojos pero no se lo permití al retroceder rápido – Jejeje, vamos, sin miedo ¿Qué ocultas? – Sonrió con picardía, acercándose lentamente a mí.

- ¡No! ¡No mires por favor! ¡Es peligroso, Mephiles! – No pude hacer nada. Al mantener mis ojos cerrados Mephiles me atrapo con sus largas extremidades, acercándome a él - ¡NO!

- Ya, deja de gritar, es molesto – Tomó mis mejillas con su mano, tratando de que lo viese pero hacia fuerza – Por un demonio, Silver. Deja de hacer las cosas tan difíciles. Si no vas a decirme mejor ve dejándome ver lo que sucede.

- ¡No! ¡Dañaras a Amy!

- ¿¡Dañar a Amy!? ¿Pero por qué pensarías eso?... – Me alejó y se frotó el mentón, abriendo más los ojos al tener algo en mente – Acaso... ¿Crees que le haré daño porque ella es una bruja?

- Entonces... - Musité con miedo, liberándome de su agarre escurridizo, aun manteniendo la preocupación en mi pecho.

- Oh, Silver, jajajaja – Meneó la cabeza, viéndome con un rostro amable – Lo sé desde hace mucho tiempo. Eso jamás sucederá, jajaja – Caminó hasta tenerme a su lado, sujetándome en un abrazo – Bueno, sucede que no te lo explique bien. Hice un juramento de magia, sí, pero con diferentes términos.

- ¿Qué términos? – Le vi directamente, ansioso, solo recibiendo su sonsa sonrisa socarrona.

- Lo que jure fue... Jamás volver a perdonarle la vida a otro brujo mientras estuviera vivo. Como vez, estoy bastante muerto – Respondió contento, llevándome a su lado mientras caminaba.

- Es... ¿¡En serio!? – Casi quería darle un golpe por no haberlo explicado bien antes - ¡Imbécil! Me distes un susto.

- Perdona, jajaja... Aunque creo que si no lo hubiese jurado así, puede que no serviría de todos modos, no sé si luego de morir aun esos juramentos permanezcan.

- Entonces... ¿Qué estuviste hablando con Amy que tenía que ser en privado? – Le pregunté aun con sospechas, más por algo perverso que tramaba contra mí.

- Le pregunté si conocía aquella gata que vimos salir del bosque. Sospecho que ella conoce ese lugar y fue y se llevó las flores. Tiene que ser alguien con magia – Contó rápido, distrayéndome con facilidad a donde me iba llevando al sostenerme de su brazo – Dijo que la descripción le sonaba a alguien que conoce, así que fue al pueblo a buscarla y convencerla de no decirle a nadie del lugar.

- Oh... Está bien... ¿Y para eso necesitabas hablar en privado? – Le pregunté suspicaz, no obteniendo nada de él, solo una sonrisa.

- No – Su sonrisa se amplió mucho más, acariciando mis púas.

- ¿Entonces? – No respondió, molestándome su silencio – Estas ocultándome algo, lo sé.

- ... ¿Y que si fuese así? – Gruñó con una sonrisa forzada.

- Que no quiero que me sigas ocultando cosas, somos esposos ahora y aun así mantienes las cosas fuera de mi conocimiento y eso me molesta – Me solté de su agarre, tomando distancia para que no siguiese tocándome mientras caminábamos dirección al cuarto.

- ¿Y sabes que me molesta a mí? – Dijo con un tono despectivo, acercándose de todos modos hasta arrinconarme en la pared, aun siguiendo nuestro camino – Que no confías lo suficientemente en mi para saber que no estoy haciendo nada malo. Me disculpe contigo por todas las cosas malas que hice en el pasado y apenas si logre conseguir tu perdón ¿Por qué haría algo así de estúpido antes de nuestra boda?

- No lo sé... Solo tú sabes – Respondí con desdén, entrando en una habitación con Mephiles, ya sintiendo estar perdido por no prestar atención a dónde íbamos.

- Bien... Entonces que quede claro algo...


Abrió una puerta en la habitación donde no se divisaba más que oscuridad dentro de esta. Me empujó adentro con él, no logrando ver nada por un momento hasta que caí al suelo con Mephiles sobre mí con ojos molesto, acercándose lentamente.


- ¿¡Qué haces!? – Regañé, pero apenas abrí mi boca el metió su pulgar y presiono mi lengua, impidiéndome hablar.

- Soy tu esposo. De ahora en adelante quiero más respeto de ti – Recostó su cuerpo completamente sobre mí, moviendo sus caderas sobre mi pelvis – Estoy hostigado de estar escuchándote quejarte y dudar de mi – Jaló mi lengua hasta sacarla, dejándome paralizado, por lo que me fuese a hacer – Aun cuando te esté guardando secretos, aun cuando te oculte cosas, aun... Si este planeando algo hacia ti... Vas a ser bueno y aceptarlo, porque soy tu esposo, eres mío, y serás un buen esposo y aceptaras todo de mi – Me soltó pasando sus manos bajo mi camisa - ¿De acuerdo?

- ¡Suéltame! – Me retorcí, tomando sus manos para que dejara de tocarme, pero no tenía fuerza suficiente para detenerlo, tan solo clavando mis uñas en su piel - ¡Déjame, Mephiles!

- Te empezaré a hacer caso cuando tu hagas lo mismo – Tomó mis manos y las sujetó contra el suelo por encima de mi cabeza – Estoy agotado. Tengo que lidiar con tus amigos cuando desconfían de mí y también contigo.

- ¡No es mi culpa! ¡Tú eres inestable, Mephiles! – Contesté molesto, estaba sobre pasándose con su juego.

- Pero aceptaste casarte con este muerto inestable ¿Qué te hace eso, Silver? – Con su mano desabotono mi camisa, dejando mi pecho expuesto para recorrer su caliente lengua sobre mi abdomen.

- ¡Aaahh!... ¡No! Mephiles... Detente ¿Qué es lo que quieres? – Mi cuerpo se rendía, y mi corazón suplicaba lo mismo al verlo tentarme de esa cruel manera.

- Quiero que confieses, quiero que me hagas caso... - Llegó hasta mi cuello, subiendo hasta besar mis mejillas suavemente – Quiero que me consientas – Siguió besándome, más, lento, terminando esos sutiles besos en pequeñas lamidas acompañadas de sus gemidos roncos y bajos – He estado muy solo... Quiero atención de mi esposo, te necesito, mucho, mucho, y tú no has dejado de tratarme mal desde que despertaste.

- Pero, Mephiles, yo-


Pellizcó mis pezones con fuerza, haciéndome gritar nervioso, ahora dándome débiles mordidas en mi mejilla con leves gruñidos.

No sabía por qué ahora me atacaba así, necesitaba respuestas y su comprensión a lo que ocurría con nosotros, pero solo tenía la cabeza centrada en una cosa, y eso era en complacerse. Demonios, que quería hacerlo, pero tenía mucho más miedo ahora de lo que me llegase a pasar si fuese a avanzar más de la cuenta, pero... Esto me estaba volviendo loco...


- Quiero que hagas caso cuando te de una orden, quiero que seas fiel y obediente ¿Es demasiado pedir? – Estiró sus garras hasta mi costado, rasguñándome con fuerza en mi cintura hasta girarme y quedar pegado a su pecho – Necesito a mi esposo solo para mi~

- Mephiles...


Aun con la sensibilidad que estaba experimentando por sus toques, comenzaba a sentirme culpable por la frustración por la que pasaba, viendo la desesperación que expresaba al lastimar mi piel con sus garras, retirando lentamente mi ropa, sin poder apartar su mirada de mí.


- Tengo mucha hambre... - Comentó en un susurro, acercándose hasta tener su frente pegada a la mía. Sus tentáculos empezaron a enredarse sobre mis piernas, apretándolas moderadamente hasta subir a mi pecho, enroscándose también en mis brazos sin sujetarlos - ¿Puedo?

- ... Si, Mephiles... Tanto como quieras – Corté la distancia, besándolo, acariciando su rostro y apegándolo más a mí para no detener ese beso, siendo mordida mi lengua hasta hacerla sangrar - ¡Ah! – Me separé al él liberarme, relamiéndose los labios de forma seductora – Perdóname por dejarte de lado, mi amor, perdóname por descuidar de mi esposo – Le di otro beso, siendo recibido por más mordidas y chupones agresivos.


Termine en ser levantado del suelo, aun estando atado a sus labios mientras me cargaba.

No quería tener más miedo. Maldita sea, odiaba estar tan asustado todo el tiempo, lo odiaba mucho, solo quería estar tranquilo, quería liberarme de ese terror que me mantenía mojigato, solo una estúpida farsa que trataba de ocultar inútilmente de que adoraba todo esto, que lo necesitaba.

Me acostó sobre algo cómodo y blando, separándose y dejándome ver bien mí alrededor. Estaba otra vez en aquella pequeña habitación repleta de dulces, estando sobre la cama y el edredón, rodeado de caramelos y chocolates.


- Adoro como sabe tu sangre, tu magia, tu carne – La saliva escurría sobre la boca de Mephiles, terminando en caer sobre mi vientre, deshaciendo su ropa por completo y golpeando su miembro en mi pelvis, no pudiendo evitar chillar asustado – Pero quiero probar tanto, tengo tanta curiosidad, tanta hambre que no me sacio... Perdóname por ser tan avaricioso, amor.

- Está bien... No me molesta en realidad – Respondí apenado, no conociendo hasta donde quería llegar, simplemente verlo en su desnudes me excitaba de sobre manera, ignorando ya los peligros que corría – Ahora soy solo tuyo, haré lo que me pidas sin protestar – Terminé de retirarme la camisa, volviendo a tenderme sobre la cama – Te obedezco, Mephiles.


Una leve sonrisa, llena de felicidad y cariño se posaba en su rostro, tomándome de la cintura para llevarme más al centro de la cama. Se acostó sobre mí, apoyando sus manos a mis lados sin dejar de sonreírme de ese modo, llevando una de sus manos a un chocolate sobre la cama, colocándolo sobre mis labios con gentileza. Abrí lentamente mis labios con timidez, tomando el dulce, recibiendo junto a este sus labios carnosos compartiendo el dulce conmigo y su lengua.

Estaba pasmado, aquello era demasiado, no sabía cómo recibir aquel gesto tan extraño, tan pervertido. Me ahogué en un gimoteo nervioso, sin poder detenerlo al ir derritiendo el chocolate entre sus labios y los míos con su lengua, empapando mi boca con su saliva y del dulce. Sus manos siquiera me dieron un momento para saber lo que ocurría, comenzando a tocar mis glúteos, alzando mis caderas para frotarse conmigo, pujando leve en mi entrada sobre mi ropa. Eso solo me hacía temblar y calentar más.

Parecía tan desesperado, como dejaba resbalar su lengua lo más profundo de mi boca, como la trataba de enredar con la mía, ya no quedando nada de aquel chocolate. El sonido de su respiración cansada y sus dulces gemidos me estaban ganando injustamente, yo solo respondía con torpes caricias en su pecho y cintura sin saber que más hacer, estando tan perdido con su controlador, torturador, su asfixiante beso de lengua que parecía querer llegar a mi garganta.

Finalizo al separarse, dejando un hilo de nuestras saliva aun uniéndonos, soltando con su fuerte transpiración estelas de humo. Su mirada hambrienta me hacía estremecer de la emoción, era tan hermosa que me excitaba tan solo la idea que mordiese más mi cuerpo y que me tomase para ser completamente de él, lo deseaba tan mal que todo mi cuerpo comenzó a doler, pero esta vez de una buena manera; tan ladina, tan carnal, tan bien que no paraba de exhalar con fuerza, ya no logrando controlar mi respiración al agitarse mi pecho rápidamente por la conmoción.


- Oh, Silver – Su larga y filosa lengua limpió por completo su hocico, sonriendo casi de forma espeluznante – Amo como sabes, sabes tan bien, tan bien, taaaan bien~ – Se fregó su rostro y sus púas con sus manos, sacudiéndose con fuerza, dedicándome una mirada lujuriosa, destellando sus ojos del verde que poseía, iluminando su cara de este – ¡Ooohhh, Silver!


Un fuerte zarpazo rompió lo poco que me cubría, continuando por más hasta hacer harapo mi ropa y quitarla de mí.


- ¡Mephiles! – Fue un llamado de advertencia, pero no sonó como tal al estar gimoteando desesperado, acurrucándome de mis piernas y brazos como si desease que probase más. Así quería, pero no debía – Por favor...

- Oooh, Silver... Es tan terrible... - Parte de su cintura inferior se fue deshaciendo, formándose aquellos tentáculos que me sujetaron de las piernas hasta llegar a mi circunferencia ya alzada, dejando mis piernas juntas entre aquel amarre de su cuerpo – Te he roto toda tu ropa... Jejeje... - Se volvió a acercar, tomando otro dulce, uno de un pastelillo de frambuesa, colocándolo con cuidado sobre mis labios – Pero no hay problema ¿No? Soy tu abrigo, después de todo. Puedo cubrir tu hermosa y blanca piel con la mía ¿No?

- Ujum... - Asentí lento, viéndolo tan asustado, pero más por el miedo de no poder detenerlo al gustarme lo que hacía conmigo.

- Jejeje... Claro que sí, te encanta. Amas la forma en cómo te tomo solo para mí – Amarró mis manos con sus tentáculos, pasando sus manos por mi abdomen hasta mis pectorales – Amas como me aferro a todo sobre ti, tu atención, tu compañía, tu cariño, tu cuerpo, tu corazón, tu mente, tu magia, tu alma... Jejejejeje... Estoy obsesionado contigo y también amas eso de mi – Acarició mi cabeza, peinando con sus garras mi peinado. Temblaba de tan solo escucharlo, erizándome sin poder evitarlo, transpirando con fuerza al él acercarse a mi rostro - ¿Te gusta? – Sus hermosos jades eran tan grandes y redondos que eran hipnotizantes de ver, derritiéndome de la emoción al tenerlos tan cerca – Oh, lo amas, tanto como yo – Por sus palabras, debió de ver a través de mí, pero no me importaba en lo más mínimo, era demasiado bueno – Tranquilo... - Besó mi frente, despejando los mechones en mi rostro, mostrando una sonrisa más suave – Haré mi mayor esfuerzo para no profanarte.


Aquellas escurridizas extremidades comenzaron a apretar con más fuerza mis piernas y mi trasero, enredándose en mi parte intima como una enredadera, continuando en moverse lento, exprimiéndome sin compasión. No solo estaba revolcándome como loco por esa increíble sensación, sino al tener mis gemidos ahogados, retenidos en los labios de Mephiles que iba compartiendo otro beso del dulce conmigo. Me tenía justo donde quería, ya no lograba hacer algún esfuerzo de lucha o protesta, ya sabía lo que pensaba, podría incluso decir que podía sentir lo que yo y eso era lo que me mantenía sumiso a sus besos y caricias.

Pronto se deshizo aquel dulce cremoso en nuestras bocas, escuchando ya las risas perversas de Mephiles al separarse de mí, limpiando mis labios con su lengua, dejando mi hocico húmedo de su saliva. Mis gemidos eran demasiado lascivos para no dejar de ruborizarme y estremecerme por como sonaban, queriendo disimularlos, queriendo acallarlos, pero el único que podía era él, viéndome fascinado, riéndose suave de forma conmovedora, acariciando mi rostro gentilmente.


- Eres perfecto – Susurró con cariño, besando mi nariz, provocando un gemido mucho más agudo de mi – Adoro como dejas que te manipule – Sus dedos se introdujeron en mi boca, obligándome a mantenerla abierta con mi lengua afuera – Aun no puedo saber la certeza del por qué... ¿Podrías aclarármelo? – Retiró sus dedos, tomando mi oreja para ir acariciándola, permaneciendo frente a mi rostro, tan paciente como podía ser al ir tocando todos mis puntos débiles con sus extremidades.

- Es ¡Nhmma!... Porque... - Su viscosas y escurridizas porciones de él iban llegando a mi pecho, acariciando y haciéndome cosquillas – Jajaja, aah, mhah...

- Vamos, no te distraigas, amor – Apretó con más fuerza mi orejita, haciéndome lloriquear impotente por no poder controlarme con cada cosa que me hacía.

- Porque adoro complacerte a costa de mi dignidad, ahh... - Jadeé acompañado de un temblar, humedeciéndose con facilidad mis ojos – A pesar de que mi dignidad ya no vale mucho, Mephiles, ahha... Me gusta humillarme ante ti... Ah, lo que sea con tal de que me veas así como lo haces ahora, con tal de que me sigas tocando de forma tan indecente que parezca que me usas – Movía mis caderas para sentir más su cuerpo, ya no soportando mucho el masaje que sufría en mi parte inferior – Jamás... Me gusto eso... Pero por algún motivo, haa, adoro que seas tú que me haga sentir así.

- Aaawww ¿Te gusta mi chico? ¿De verdad? – Preguntó conmovido, pasando sus manos por todo mi cuerpo con caricias sutiles – Amas esto, amas todo esto, amas que abuse de ti ¿No?

- Si, si, Mephiles – Asentí, recostando mi cabeza en su pecho – Me gusta mucho.

- Te gusta que te use como un adorable y pequeño juguete.

- Si... Me gusta – Sus caricias terminaron en mi cabeza, sintiendo el resto de su ser fluir entre mis piernas.

- Te gusta cómo te controlo, quieres que lo haga cada vez que quiera – Sentí un beso en mi frente, gimoteando descontroladamente por eso, buscando rápido sus labios como si fuese agua en un desierto, solo volviéndome a topar con esos ojos redondos y brillantes.

- Si... Si quiero... – Respondí obediente a sus palabras, estando por reventar.

- Eso es... - Bajó su mano hasta tomar mi virilidad, apretándola para ir bajando y subiendo – Eres mío, solo mío, mi dulce erizito.

- ¡Aahh! Mmhan, solo, ah, tuyo.


Mis palabras ya no eran claras, ya nada era claro, sabía que estaba perdido en la perdición del placer. Había hecho todo para no volver a estar a ese punto, pero ahí me encontraba, disfrutándolo luego de mucho tiempo evitándolo, fingiendo jamás extrañar esa emoción. Me dominaba, forzaba a mi cuerpo y mi mente a responder de forma sumisa, lujuriosa ante cada caricia, ante cada beso y ante cada idea plantada en mi cabeza por aquel erizo oscuro, la llave que había vuelto abrir aquel sitio oscuro y sucio.


- Serás siempre mío, a cada momento, a cada segundo, cada vez que te lo ordene – Susurró seductoramente, respondiéndole antes con un largo gemido agudo como un minino.

- ¡Si! ¡Si! Mha, aahh, cada vez que quieras, Mephiles – Mis incesantes gemidos parecían jadeos de un perro en celo, moviendo mis caderas para que siguiera masturbándome.

- Harás todo lo que te diga, mi dulce erizito – Apartó su mano, dejándome acostado sobre la cama con el dorso sobre el edredón, posicionándose de rodillas sobre mi cabeza, quedando su virilidad frente a mi rostro – Vas a ser un buen chico... ¿No?

- ¡Si, Mephiles! Seré un buen chico, por favor... Aaaha... Necesito un poco más, por favor – Suplicaba sin poder levantarme, estando fuertemente sostenido de su ser alrededor de mis piernas y brazos, solo viéndolo por encima de mí con mi mirada perdida sobre su pene – Mmhaaan, seré... Un buen chico... Por favor – Estaba tan cerca, y aun así no podía levantar mi cabeza al estar sosteniéndome, tan solo abriendo mi boca todo lo posible sin poder evitar dejar que mi saliva escurriese fuera de esta.

- Recuérdalo siempre, mi pequeño chico. Esta será tu recompensa cada vez que me complazcas – Acarició mi cabeza con suavidad, sujetando sus manos sobre mi nuca para estirar mi cabeza hacia atrás, introduciendo lento su parte hasta lo más profundo que podía, chocando sus testículos en mi rostro – Ooh... Que bien.


Hasta la última parte de mí se erizo, estremeciéndome al poder saborearlo otra vez, estando tan, tan cerca que era inevitable no gritar de gozo por ser tan tentador. Comenzando a moverse lento, resoplaba con la enorme magnitud saliendo y entrando de mi boca, siendo nueva esa posición tan permisiva de ir mucho más al fondo, volviendo a comenzar la práctica de poder tomarlo todo mientras ignoraba mi reflejo nauseoso.

Sus tentáculos fueron dándome un ejemplar masaje erótico por todo mi cuerpo, no dejándome sin atender mientras él se complacía con mi orificio bucal, cogiéndomelo como si se tratase de mi entrada anal; lento, pero fuerte, preciso, pero sofocante, generando una mescla de sensaciones resentidas y satisfactorias, demasiado para poder soportarlo junto e ir masajeando con mi lengua su pene mientras palpitaba gustoso.

Eran encantadores cada resolló que salía de él, eran dulces, felices, gentiles a comparación de cómo iba aumentando su velocidad, sujetando mi cabeza mientras se iba inclinando hacia adelante, moviendo sus caderas como si realmente estuviera fallándome.


- Aaaahhh~ Aaahrrr... Ah, ahh, lo haces tan bien que pienso que te estoy cogiendo – Balbuceó entre sus gemidos, recostándose un poco, apenas si rosando su abdomen con él mío, manteniéndose separado al apoyarse de sus brazos – Quiero más... ¡Más! –Sentí su mano tomar mi miembro, percibiendo el calor de su boca acercarse, introduciéndoselo y comenzar a lamer y chupar como loco.


Eso era todo, no pude soportar más y sin poder hacer aunque fuese un poco de resistencia, deje que todo mi eyaculación saliese dentro de su boca, sin poder evitar agitar mis caderas para golpear mi pelvis en su rostro, tomando por completo mi corrida sin quejas, sin detener en absorber mi pene con sus labios.

Oprimido ante la continua sensación en mi parte, él seguía moviéndose en mi boca, sin detener sus envestidas y sin detener sus lamidas en mi agotado pene que con algo de esfuerzo volvía a levantarse. Mis chillidos y gimoteos apenas eran escuchados, tan concentrado en hacer igual un buen trabajo y complacerlo que provocaba un incesante sonido de viscosidad en mi boca al chupar y recorrer su grueso tronco con mi lengua, sin poder hacer más que saborearlo, tan emocionado por también beber su esencia caliente.


- Ahhmm~ haaa~ Quiero correrme ya, tan mal... Ah, que quiero alimentarte con todo mi semen – Aquel comentario pervertido me hizo emocionar, llegando la idea de mi cabeza de ser el postre de todos los días él hacer esto, teniendo entonces que aumentar mi velocidad en ir chupándoselo - ¡Aaahaaahaa! Te gusta la idea ¿No? – Su lengua continuaba conmigo, enredándose recelosa en mi circunferencia, apretándome y lubricándome – Te daré de comer cada vez que me lo pidas, mi dulce erizito. Gustosamente te consentiré y te daré tu comida, ahh – Continuó masturbándome, moviendo rápido sus manos en mi pene, provocando un grosero sonido con su saliva ya empapándolo. Aumento sus afincadas en mi boca, recibiendo cada penetrada como podía con mi boca bien abierta – Amare llenarte, Mhaa, por completo... Hasta, ¡Ah! Que no puedas más y no pienses más que en mi pene.

- ¡¡Mmmhhhn!! – Otra vez la sensación de correrme se acercaba, lloriqueando por no resistir tan bien como él lo hacía mientras literalmente era ahogado cada vez que su pene estaba por completo dentro de mi boca.

- Si, si, quiero hacerte enloquecer, quiero verte tan perdido, tan perdido como lo estoy ahora, Silver... Aahhha, demuéstrame lo muy perdido que estas, quiero verte como el chico pervertido que eres, mi dulce Silver – Fue casi como una orden que rebaso mi mente y mi sentido común. Volví a correrme, llenando sus manos de mi fluido, paralizándose todo mi cuerpo a la vez que arqueaba mi columna por la magnífica sensación – Eso es, eso es, buen chico, eres un dulce y pervertido chico – Su lengua se deslizo por mi pelvis, limpiándome y continuando en chuparme aun estando tan sensible que jure que volvería a correrme.


Su cintura se alzó más, introduciéndose con mucha fuerza por mi garganta, dando varias estocadas, teniendo que dar mi mayor esfuerzo en recibir cada una mientras era torturado a forzarme a correr una tercera vez. Un largo y fuerte gemido escapo de sus labios al separarse de mi pene, empujando una última vez en mi boca para ir depositando todo. Su gloriosa verga fue palpitando varias veces mientras iba tomando con moderación su corrida, rebosando mi boca por completo y tener mis mejillas llenas.

Su miembro salió fácil al moverse un poco, dejándose escuchar el chupete de mis labios al tratar de no dejar escapar ni una gota de su esperma, cayendo su pene al resbalarse por mi mejilla, aun dando varias punzadas por su eyaculación, pareciendo que me agradecía de haberle ordeñado por completo, tomándome toda su leche en un par de tragos y relamiéndome los labios con gusto.


- Oh, eres fantástico, jajaja... Pero aún sigo con hambre, mucha hambre – Sus manos jugaban con mis bolas, apretando y moviendo rápido sus dedos, aun ahorcando mi verga para que le diera más de mi semen – Vamos, vamos, yo también quiero que me alimentes, ya recibiste bastante, yo también quiero probarte mucho más.

- Ya... ¡¡Mnnhg!! No puedo – Gimoteé agotado, viendo sin remedio como seguía jalándomela con violencia, usando sus tentáculos para ir masajeándome y tocando cada parte de mi para excitarme por más tiempo – Por favor ¡Ahaam! ¡Me duele, ya no puedo correrme más! ¡NHAA!

- Claro que puedes, bebé, solo mira lo duro que esta por darme más de comer – Usaba su pulgar para masajear mi glande, haciéndome gritar locamente, escuchando su burla por mi reacción exagerada – Jajajaja, eres tan adorable, Mmmh – Sentí como más saliva empapo mi miembro, aumentando la velocidad al masturbarme – Córrete para mí, Silver, córrete.

- ¡¡Aaaahh!! ¡Mephiles! ¡Mmh! ¡¡MMHAAN!! ¡AH! Voy... Voy a hacerlo... - Dije hipnotizado, agitando mis caderas, tensionando todo mi cuerpo antes de sentir otra fuerte punzada de electricidad recorrer mi columna, dando varias envestidas al ir corriéndome.


Termine volviéndome un desastre gimoteante, moviéndome desenfrenadamente en su mano mientras me iba exprimiendo todo, tan excitado y contento de complacerlo y ser llevado a mi límite de forma tan cruel y dulce que varias risas de placer salían de mis labios al ir derramando más de mi eyaculación cayendo rendido e inmóvil sobre la cama.


- Aaahhaa... Mmmaaahh~.... ¡LIS-TO! – Mi cuerpo temblaba con varias pulsaciones, siendo finalmente liberado del amarre de Mephiles. Mis gemidos se escuchaban claros junto a un fuerte ronroneo de mi parte, exhalando cansado por las fuerzas que había gastado.

- Buen chico~ - Se giró a verme, limpiando con su larga lengua su rostro manchado por completo de mi semen – Eres un buen chico – Se retiró encima de mí, acercándose a acostarse a mi lado, pasando sus garras en un suave rozar por mi piel hasta llegar a mi pecho, acariciando mi pelaje lo que me provocaba estremecerme y gemir como un cachorro herido - ¿Te gusto?

- Si... Aaaha, si me gusto... - Pudé decir con dificultad, volviéndome a encontrar esa mirada que lograba dominarme con total facilidad.

- Me alegra mucho, mi pequeño erizito – Se acercó para pasar su lengua por todo mi rostro, tomando mi mentón para que abriese la boca y uniera su lengua con la mía, ya no logrando siquiera responder bien a esto, solo lamiendo y chupando todo lo que tocase mis labios – Jajajaja, ya no puedes pensar bien ¿Verdad?

- Mmmh... No~ - Respondí con una sonrisa sin vergüenza alguna, estando tan atontado y estimulado que solo me abrazaba a él y fregaba todo con su cuerpo – No, no, ya no pienso en nada~

- Jejeje, bien, eso me gusta... Porque quiero tomar tu mente por completo – Acercó sus labios a mi orejita, chupándola estruendosamente mientras me acariciaba entre sus brazos – Eres mi esclavo sexual ahora~

- Jaja, sí, soy... Tu esclavo...

- Eres un buen chico obediente.

- Shoy... Un buen chico obediente – Mis labios dejaban escapar gemidos junto a mis palabras, siendo también tontos y débiles para no poder retener mi saliva dentro de mi boca.

- Eres totalmente mío – Sentí como sus garras me rasgaron en mi espalda, sintiendo un leve ardor que se sentía muy bien.

- Shoy ¡Mmh! Tuyio~ - Él dejaba reposar mi cabeza en su pecho, cargándome hasta quedar sobre él.

- Siempre serás un dulce erizito hambriento de complacerme – Pasó con sutileza su lengua por mis labios, viéndome directamente con una muy dulce sonrisa – Siempre me complacerás.

- Thengo... Hambre de complacerte... Siempre... - Ya no sabía lo que estaba haciendo, solo sentía entre mis manos su pecho mullido, buscando saborear más su lengua escurridiza, siendo tocado en mi trasero por sus manos – Soy.. Un dulce erizito~ Hambriento...

- Jajajajaja, estas todo adormilado... - Su voz era tan suave que era arrulladora, pasando sus caricias a mi cabeza, haciéndome más difícil mantener mis ojos abiertos – Demonios, Silver... Te juro que tengo tantas ganas de violarte ahora mismo... Que si no estuvieras maldito podría matarte de todos modos...

- Violarme... Suena rico~ - La sola idea que me tomase ya me despertaba un poco del sueño, resoplando emocionado por que lo hiciese ya – Puedes hacerlo, será muy bueno...

- No, Silver, no – Fui golpeado con algo de fuerza en mí glúteo, chillando aturdido por el castigo de su mano – Mal, Silver, mal. Eso es lo único en lo que no debes complacerme – Siguió dándome más golpes, sintiendo el ardor en mis pompis que empezó a sentirse bien.

- Pero ¡Ah! Mephiles... ¡Mnah! Yo quiero complace-certe ¡Nha! Quiero hacerlo... - Agité mis orejas triste, viéndolo con mis ojos humedecidos, rodando rápido mis lágrimas por su reprimenda - ¡Ha! Quiero ser tuyo.

- Ya eres mío...

- Es cierto... Soy tuyo – Froté mi cabeza en su pecho, ahora siendo otra vez consentido con caricias – Soy tu dulce erizito hambriento de complacerte.

- Así es... Y eso es lo único que me importa ahora... - Sentí su beso en mi frente, gimoteando contento por sus mimos – Me complacerás ahora con ser bueno y aguantar un poco más hasta entonces.

- Si, Mephiles... - Estaba tan cómodo al sentir su desnudes tocando con la mía, siendo acariciado y besado con mucho amor – Seré bueno y esperare.

- ... Descansa mi pequeño – Sus brazos me abrigaron bien, acunándome por más tiempo hasta no poder escuchar sus ronroneos.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

El frio que ataco a mi cuerpo fue el responsable de despertarme, estando a pesar del frio, arropado en mi cama. Me incorpore un poco, dándome cuenta que no poseía ninguna prenda, tomando con recelo las sabanas para taparme mejor al ver a Mephiles entrando y dejando una pila de libros sobre un mueble, viéndome de lejos y dedicándome una suave sonrisa.

Recordando lo que habíamos hecho, no respondí tan calmado como él, volviéndome a cubrir hasta la cabeza con la cobija, acostándome en espera que creyese que dormiría más. No soportaba la vergüenza de como actué, de las cosas que dije y las cosas que me incito a decir con tanta picardía que me hacía arder en pura vergüenza, volviendo a tener resentimiento por aquel erizo tonto y abusivo. ¿Pero a quien engañaba? Fue la mejor experiencia hasta ahora y la más enternecedora, no podía odiarlo por eso y menos estar molesto por ser tan bueno y responsable conmigo.

Me asomé por una pequeña abertura en la cobija, buscando en donde estaba, sin poder verlo, hasta que salió de otro lado y levanto la cobija, descubriéndome.


- ¡Ah! – Chillé asustadizo, no dejando que me descubriese la parte inferior.

- Hola, mi dulce erizo durmiente – Me saludó dándome un beso en la frente - ¿Cómo te sientes?

- Es.... Estoy bien, gracias – Contesté bajando la cabeza.

- Me alegro mucho, mi dulce Silver – Se sentó a mi lado y volvió a besar mi frente, dando seguido un beso en mi nariz y otro en mis labios.

- ¿Cuántos días dormí? – Pregunté inseguro.

- Jajaja, solo dormiste unas horas, pequeño – Respondió con otro beso en mi frente – Ya es de noche – Vio hacia la ventana, notándose la oscuridad de la noche de invierno.

- Oh... Está bien... Eso es bueno – Traté de relajarme un poco más, aun no estando del todo tranquilo al no traer nada puesto – Mephiles... ¿Me podrías traer mi ropa?

- Está bien, pero... ¿Te duele algo? ¿Puedes caminar?

- No es como si me hubieras cogido, solo no quiero que me veas desnudo – Contesté tosco, molestándome un poco su sobreprotección – Mira, sino mejor voy a buscarla pero con la cobija enrollada.

- Jajajaja, oye... – Quitó la cobija dejándome sin nada con que cubrirme, y sin antes gritar y regañarle me abrazo con fuerza, dejándome sobre sus piernas en su fuerte agarre.

- ¡Mephiles suéltame!

- Estoy bien... Estoy contigo, estoy tranquilo... ¿Por qué sigues así luego de lo que hicimos? – Preguntó con gentileza, acariciando mi espalda mientras me sostenía - ¿Fui muy malo?

- Yo... No... No lo fuiste... - Mis brazos lo rodearon con lentitud, recibiendo su cariño con algo de pena.

- ¿Entonces por qué sigues siendo tan indiferente conmigo? – Preguntó curioso, viendo desempeño en sus ojos – Te conozco, se cada cosa de tu cuerpo, hasta la parte de tu colita que tiene risos.

- ¡Hey!... Es cierto... - Contesté con más vergüenza aun, tapando mi rabo con las cobijas.

- ¿Entonces por qué me tratas así?

- Es que... Realmente no lo sé – Confesé desanimado, bajando la mirada hasta su pecho – Sigo sin entender por qué soy así...

- Está bien... No te preocupes. Aun te sigo amando – Siguió acariciando mi espalda, bajando sus manos hasta mis glúteos – Si... Ah, son tan suavecitos... - Sus manos apretaron descaradamente mis nalgas, sonriendo pervertido mientras las iba masajeando y moviendo – Tan blanditas~

- ¡¡Mephiles!! – Me queée, jalándole sus púas molesto - ¡No me toques así! ¡Cochino!

- ¿Qué? Son muy bonitas y redonditas, me gusta tocarlas así como todo tu cuerpo – Sus manos siguieron por mis muslos, apretándolos con fuerza, dedicándome una mirada picara – Son mías, tu eres mío, me perteneces... ¿No?

- Mmmh... Si... - Por algún motivo un calor entraba en mi pecho al escucharlo hablar así.

- Así es, además, te gusta – Sonrió contento, moviendo más rápido sus manos por mis piernas.

- Mmh, si, me gusta mucho – Conteste con un gruñido, viendo como me manoseaba libremente.

- Eso es... Mi dulce chico.

- ... Mephiles... - Esas palabras me hacían estremecer como hace unas horas, emocionándome que me hablase de esa forma – No... No lo digas así...

- Jajajaja, eres mi buen chico obediente hipnotizado – Se relamió los labios, dándome un casto beso con aquella respuesta.

- ¿¡Que!? Me... ¿¡Me hipnotizaste!? – Me aparté de él, viéndolo desconfiado.

- No fue tanto un hipnotismo, te sugestione. Nada que ver con la magia, solo conseguir llegar a tu mente para que puedas sentirte bien – Me sacó la lengua juguetón, guiñándome el ojo – Fue lo que le pedí ayuda a Amy, quería que fuese sorpresa.

- ¡Tonto! ¡Todo esto fue por eso! – Le di un cocorrón, apenas si oyéndolo quejarse.

- Jejejeje, pero valió la pena – Volvió acercarme a él, reposando su rostro en mi pecho, olfateando mientras me observaba – Quiero repetirlo pronto.

- Ahaa... Eres un bicho sin remedio – Acaricié su cabeza, besando su nariz que se asomaba entre el pelaje en mi pecho – Te amo.

- Yo también te amo – Sonrió egocéntrico, tumbándome a su lado sobre la cama – Te amo más que a nada.

- Lo sé... Gracias por protegerme... - Dije en voz baja, viéndole con seriedad.

- ¿De qué?

- De... Bueno... Deje de pensar por un momento. Pudiste realmente profanarme y...

- Amy me enseño usar la sugestión solo si yo fuese cuidadoso en usarla y no dejarme sugestionar también – Me acarició la cabeza, suspirando enternecido – Se lo pedí para que no pudieses sufrir ni temer cuando hiciéramos estas cosas, solo hasta que podamos librarnos de tu maldición.

- Oh... Entiendo... - Pensé un poco, acercándome más a él hasta acurrucarme en su pecho – Gracias, amor...

- Hmm... No hay de que... - Sus manos se movieron por mi cuerpo, continuando en acariciarme incesantemente en mis muslos.

- ¡Ya deja de tocarme! – Regañé, dándole una feroz mordida en su cuello.

- ¡Aah! ¡Pero me gusta tocar tu suavecito y blandito cuerpo! ¡Jajajaja! – No sé detuvo a pesar de que seguí mordiéndolo con más fuerza – Ah, ay, me duele, jajaja.

- Mmmmm – Lo solté aun molesto por que seguía masajeando mis glúteos y me sonreía de forma socarrona - ¿No vas a dejar de tocarme?

- Jamás. Eres muy bonito para dejar de hacerlo – Una de sus manos subió hasta mi pecho, continuando sus caricias en mi bíceps – Adoro cada parte de ti, eres tan hermoso que no me canso.

- Mephiles... Basta... – Sentí el rubor cubrir mi rostro, haciendo igual y acariciando su pecho para no ser el único avergonzado siendo manoseado – Deja de decir tantas cosas lindas sobre mí, me vas a hacer apenar hasta gritar.

- Pero esa es mi razón de hacerlo – Me sonrió, tocando con sutileza mi nariz con la suya – Mi dulce amor.

- Mephiles – Su simple gesto y respuesta me hacía exaltar de alegría, correspondiendo su deseo y emitir un gimoteo agudo y emocionado, escuchando unas dulces risas de recompensa – Esta bien – Tomé sus manos y las acerque para besarlas en su dorso, más tranquilo al sentir su confianza ante mi respuesta cariñosa – Puedes tocarme cada vez que quieras.

- ¿Enserio? – Preguntó ilusionado.

- Sobre la ropa, claro, no puedo permitirte el desnudarme para tocarme a cada momento – Contesté con lógica, viendo con mofa su expresión de decepción.

- Mmh, ¿Cuál sería el chiste entonces? – Sus manos pasaron por mi espalda hasta rodearme y abrazarse firme contra mí.

- Lo siento, jejeje. Pero enserio, necesito que me busques ropa, tengo frio – Le palmeé sus mejillas ahora cambiando su rostro a uno fastidiado, separándose y levantándose de la cama, dándome una última mirada con desdén.

- Mmmmmhh... No sé para qué me dices entonces que soy tu abrigo si no puedo abrigarte con mi abrazo para poder tenerte desnudo – Masculló malhumorado, caminando ahora donde mi maleta, volviendo con mi bata – Aquí tienes.

- Gracias... - Al tomar la prenda y abrirla de su doblez, note que tenía algo diferente y eso era un enorme lazo blanco al frente - ¿Qué es esto?

- Oh, le hice unos cuantos detalles de estampado en las mangas y en la falda y también le coloque ese bonito lazo – Respondió contento, notándolo además por ver su cola agitándose rápido tras suyo – Amy y yo estuvimos practicando.

- Me alegra, amor... ¿Pero no crees que debiste preguntármelo primero? – Mi comentario fue desmotivador para su alegría, pensando un poco que no debía de sentirse así por una sola prenda - ... Modificas el resto de mi ropa ¿No? – Mi pregunta fue la concreta, comenzando a deshacerse su piel.

- ¡Es que no tenía nada que hacer mientras dormías y pensé que se te verían bonito! – Mostró angustia, tensionándose todo su cuerpo nervioso.

- Oh, Mephiles – Me golpeé la cara frustrado por sus caprichos y fetiches de verme todo el tiempo travestido – Como sea, lo hecho, hecho esta. Pero me debes ropa nueva de caballero.

- ¡Si, mi amor! Pero pruébate tu bata nueva, vamos, quiero ver como se te ve – Ya no parecía nada afligido por su error, volviendo a agitar su cola emocionado porque probase su rediseño.


Con cuidado me fui colocando la bata, sacudiendo de ultimo mis púas al sacarla bajo de la ropa, arreglándome la melena antes de ver la incontenible emoción de Mephiles que no apartaba su mirada de mí.


- ¿Se me ve bien?

- ¡Es perfecto! – Comentó, juntando sus manos con aspiración – Adoro como se te ven los lazos y moños – Acercó sus manos al gran lazo en mi cuello, acomodándolo y luego subiendo para acariciar mis mejillas – Pareces un pequeño y adorable ángel así.


No pude responder a sus halagos cariñosos, asintiendo débil y sonriendo avergonzado, conociendo que no lograría detener sus hermosos comentaros románticos, recibiendo junto a estos sus caricias y su hermosa mirada enamorada.

Mi vista paso tras él, viendo los libros recientemente traídos por él, tomando mi curiosidad y siendo mi excusa para escapar de su romance de palabras sobrecargadas de su empalagases.


- ¿Para qué son todos esos libros? – Dije, retirando sus manos de mi rostro.

- ¿Uh? – Giró tras suyo para ver por lo que preguntaba, volviendo su mirada sonriente hacia mí – Es mi deber como tu maestro que había dejado de lado – Deshizó gran parte de su ropa, solo quedando en sus pantalones, subiéndose a la cama y tomarme para llevarme a la cabecera a su lado – Te has exigido mucho más y tu magia no abastece lo suficiente como para la demanda de poder que necesitas usar contantemente. Mañana retomaremos tus estudios, necesitas obtener más conocimiento para que tu magia aumente, es necesario para nuestra próxima misión con el mago del que hablo Amy.

- Tienes razón... No lo había pensado mucho – Comenté, estando pensativos mientras reconocía su mirada contenta – Mmmh... Pero también se debe a que tal maestro no me ayuda a concentrarme en mis deberes como alumno. Te la pasas todo el tiempo acosándome y manoseándome. Chiste de maestro.


Mi insulto fue efectivo, mostrando una mueca, esfuerzo de mantenerse estable para no denotar que sabía que había sido un mal instructor de la magia conmigo, ambicioso primero a satisfacerse y a mí. Se sentó de brazos cruzados, ya alejando mirada de mí con pena, queriendo lidiar con lo que realmente había estado haciendo conmigo. Me reí por su reacción, la verdad no sintiéndome molesto por eso. La magia perdía interés de mí si existía él para distraerme.


- Eso cambiara, mañana dejare de ser tu esposo por un momento y seré tu maestro, el más estricto y profesional de todos – Dijo con un bonito rubor en sus mejillas, alzando sus hombros y agachando la cabeza – Ya veras, extrañaras que te toque y te mime.

- Espero que sea así...


Se terminó de acostar a mi lado, tomándome de las cinturas para acostarme a su lado, pero apenas hice fuerza para levantarme era vuelto a jalar a su lado. Gruñí por su insistencia, viéndole de lado como un moco pegado a mí, devolviéndome una sonrisa coqueta, creyendo que así me convencería.


- Ya es tarde, hay que dormir – Me sujetó con más fuerza, acercando su hocico a mi cuello.

- ¡Ya dormir bastante! ¡No tengo sueño! – Forcejeé, logrando sepárame de él y moverme fuera de la cama, pero rápido volvió a jalarme de las piernas y me sentó a su lado - ¡Suéltame! ¡Moco negro!

- Necesitas dormir más, así que deja de comportarte como un pequeño.

- ¡El pequeño eres tú que no puede dormir si no me estas abrazando! – Gruñí, tomando desprevenido al ente que se apeno por acertar nuevamente – No quiero dormir, me iré a leer un libro.

- Leer de noche daña la vista, ven acá – Me jaló de la ropa esta vez, atando su cuerpo a mi torso - ¡No me dejes dormir solo!

- ¡Que me dejes! – Me abrazó con furia, deshaciendo casi todo su cuerpo para retenerme - ¡¡Mephiles!! ¡Eres un anciano aburrido!

- Duerme conmigo... - Besó mi frente, aun manteniendo esa mirada recelosa sobre mí, continuando una serie de pequeños besos en todo mi rostro – Dormirás conmigo. Está cómodo así, te daré mucho cariño si duermes conmigo, ven y duerme conmigo.

- ¡Jodete! Tu sugestión no funciona así – Me agitÉ con mayor fuerza, tumbándolo y revolcándolo conmigo en mi intento de escapar de su trampa - ¡Suéltame!

- ¡No! ¡Ah! ¡Deja de moverte! – Continuaba sin detenerme, rodando hasta caer de la cama al suelo, logrando apenas que me liberara los brazos – Eres un pequeño malcriado ¡Duerme conmigo!

- ¡Nunca!


Luego de treinta minutos no pude siquiera mantener mi vista cansada sobre algún libro. Él con reproche me había vuelto a llevar a la cama, sermoneándome como un padre por no haberle hecho caso e ir a la contra de sus órdenes. Solo me burle de su molestia, siéndome tan lindo cuando se molestaba que fue fácil solucionar su amargura al besarlo y decirle lo mucho que lo amaba. Cedieron sus regaños con caricias y bellos comentarios

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

- Y cada símbolo son específicos para dar orden a cada criatura, se debe conocer la especie, categoría y estado de cada demonio, monstruo, hada, y criatura mitológica para poder dar una orden o comando al pacto o encuentro de estos seres...


Luego de ocho horas continuas sin interrupciones de clase, estaba por caer rendido a dormir por una semana más por el intenso maestro que luego de una clase me exigía una prueba escrita y oral para continuar con el siguiente tema. No había tenido la amabilidad de siquiera darme un reposo para ir al baño, a comer o para simplemente descansar mis ojos. Tan solo habían sido ocho horas, si, pero él insistía que no debía de sumar las horas en aquellos libros mágicos que requerían ser leídos durante días y semanas dentro de ellos, siendo casi un mes y medio de estudio que había pasado en tan solo ocho horas.

No bromeaba cuando dijo que sería el más estricto, pero me estaba empezando a arrepentir de eso, prefería al pervertido profesor que quería comerme en lujuria y no a este que me golpeaba las manos con la regla apenas-


- ¡¡AAHHH!! – Otro reglazo había recibido en mis dedos, sobándomelos rápido al ver como él estaba molesto por no estar del todo centrado en la clase.

- ¿Cuántas veces tendré que pedirte concentración absoluta? – Aquel erizo frio e inexpresivo había vuelto. Nunca pensé que fuese tan terrorífico volver a verlo.

- ¡Perdón, perdón! No volverá a suceder... Pero estoy muy cansado, Mephil-


Otro reglazo, esta vez cerca de mis manos sin poder darles al esquivarlas rápido y ocultarlas en mi regazo.


- Nada de peros y te diriges a mí como maestro. Saca una hoja y escribe las preguntas del examen – Se giró otra vez al pizarrón en nuestra habitación que el mismo había traído, escribiendo tan rápido que me dejaba aturdido al ver como en menos de un minuto dejo diez preguntas en este - ¿Qué ves tanto? ¿Acaso terminaste?

- ¡No! ¡Ya voy! – Tan rápido como pude, escribí todo y fui respondiendo con cuidado de mi caligrafía, la ortografía y-

- Listo, hora de entregar – Me retiró las hojas donde ni siquiera había terminado de escribir – Necesito que seas más rápido. Si te enfrentases a algunas de estas criaturas habrías muerto antes de responder a todo el cuestionario con lo lento que eres.

- ¡Conjurar un hechizo y escribirlo no es lo mismo! Obvio que no me tardare en dar un recinto que escribirlo. ¡Los monstruos se combate con palabras no con escrituras! – Protesté furioso, alzándome de mi asiento y viendo retador al injusto erizo.

- ¿Enserio? – Preguntó con total molestia, haciendo destellar sus ojos, haciéndome tragar mis palabras.

- Exceptuando con las hadas de carbón, ninfas de arena y con esfinges – Corregí, parándome firme como un soldado al responder.

- Bien, por lo menos no he estado gastando mi tiempo y mi voz para que aprendieras eso – Terminó de leer mi examen y lo incinero con su magia, volviéndolo polvo de inmediato y a mis pocas esperanzas. Golpeó la regla con sus manos, chasqueando irritado, viéndome en silencio antes de hablar - ¿Qué tan bien crees que respondiste? Dime un número del uno al diez.

- Ah, eh... ¿Nueve? – Con su mano hizo señas, sacando temblorosas mis manos con miedo de otro reglazo – En mis dedos no por favor, ya no podré seguir escribiendo.

- Está bien, entonces será en tu muñeca – Tomó mis manos con fuerza y golpeo en estas donde indico, sintiendo el dolor junto al ardor.

- ¡¡AAH!! Hhgg... ¿¡Por qué demonios eres tan cruel conmigo!? ¿Cómo puedes tratar así a tu esposo? – Me quejé molesto, observando su indiferente rostro.

- Te dije que dejaría ser tu esposo por hoy, estabas advertido. Ahora... ¿Con que seguiremos? – Se giró y con su magia acerco otro libro.

- Por favor, que sea el último, no creo poder con otro más sin desmayarme – Suplique, sentándome en mi asiento agotado.

- Es inútil... - Se giró y dejo el libro frente de mi – A este ritmo no conseguiremos que mejore tu magia – Se frotó la sien con frustración, viéndome sin ser conmovido ni un poco – Un poco más y será todo. Leerás un tomo completo y luego te daré una breve explicación.

- Gracias... - Pude soltar un largo suspirar, abriendo el libro y con mis ojos cansados leí de que trataba.


Más sobre historia. Tan cansado de leer de la historia del papiro y del condenado brujo, hechicero y mago que crearon el lenguaje, la medicina, la técnica... Que me quería freír un huevo con mis neuronas sobrecalentadas con tanta lectura de cómo cada uno de los precursores fomentaron un simple hechizo; apostaba que podía crear un hechizo mejor que todos aquellos sin tanto mareo de cómo fue que tomaron inspiración con la sinfonía de sus flatulencias. Esta vez, se trataba de la magia originaria del mortal, como a alguien sin origen de sangre mágica de algún antepasado podía nacer con esta, o como el no mago podía lograr tener dones mágicos y no poseer el poder de la magia.

Apenas el primer libro trato sobre los primero especiales, gente que sin razón alguna tenia poderes muy distinto de los comunes, los especiales, magos, brujos o hechiceros que tenían la capacidad de tener más de una magia base, incluso más de dos magias bases, dominadas a la perfección con mucho talento. Estos magos eran muy poderosos y con una gran capacidad intelectual distanciada a la de los de cualquier mortal o mago común, eran eruditos y muy maduros de nacimiento, incluso... Tanto era así que al principio no se los consideraron mortales, eran tratados y considerados como dioses, santos, ángeles... O demonios.


- Bien... Dame el siguiente libro – Pedí, dejando el libro de lado.

- Aquí tienes – Mephiles pasó cerca de mi pupitre y me dejó otro libro, tomando el que había descartado – Lee más rápido, no tengo todo el día.

- ¡Si, maestro! – De inmediato leí el siguiente libro, siendo nada más de contenido de escritura, hechizos base sobre todo lo referente al contacto espiritual y mágico con nuestro yo interno, algo más para que dormirme, pero lo termine inmediato no sin antes copiar lo esencial en mi cuaderno - ¡Listo!

- Bien, así de rápido me gusta – Tomó el libro que deje y me entrego otro más grande que el anterior – Continua.

- ¡Si, maestro!~ - Respondí más contento. Más sobre magia espiritual y su clasificación, tomando todo aún más rápido sin necesidad de tomar nota - ¡Listo!

- Aquí tienes – Me dejo otro libro, soltando un monosílabo suave y alegre, motivándome a leer más rápido.


Un corto libro sobre conexión con los espíritus místicos que nos eran asignados, al parecer era sobre la mitología latina y también nórdica. Apenas termine de leerla otro libro me fue entregado, retirándoseme el que había leído.


- ¿Por qué tantos libros sobre espíritu y magia? – Pregunté en voz alta.

- Porque es importante para todo iniciador de la magia. Apresúrate, vas lento – Respondió Mephiles con desdén, alejándose hacia otro lado con otros libros.

- Uy... Que amargado... - El libro en mis manos tenía el contenido de toda la evocación del espíritu místico y los poderes que podían otorgar a cada uno – Genial... - Dejé el libro de lado y Mephiles me dio otro de inmediato, tomándolo para leerlo lo más rápido posible – Listo.

- Muy bien, ten otro más – Dijo con un tono más amable y entusiasta, dándome otro libro y marchándose antes de que lo viera.

- Mmmhh... Okey... - Sin tomarle mucha importancia, continúe la lectura con las consecuencias y complicaciones del uso del despertar y desencadena de la magia espiritual y del animal místico.

- ¿¡Cuánto tiempo vas a necesitar para terminar ese libro!? – Fui interrumpido por él, sacándome de mi concentración.

- ¿¡De que hablas!? Ya he terminado como siete libros desde que comencé – Respondí molesto por su apresuro, terminando el último libro en mis manos - ¡Listo! ¡Termine! ¿¡Feliz!?

- Muy bien, Silvy, eres tan talentoso~ - El contento sujeto del espejo había llegado con más libros en manos, dejándolos sobre mi mesa antes de darse cuenta que habíamos notado su presencia - ... ¡Hola! Jajaja.

- ¡Maldito! – Mephiles tomó de mi brazo y me oculto a sus espaldas - ¿Qué estuviste dándole para leer?

- Los libros que estabas buscando hace unos momentos que pensaste habías perdido, jejeje – Señaló los libros en la mesa, asegurándose Mephiles de que eran los mismo – Oye... No deberías ser tan malo con tu esposo... Aun si solo le estas enseñando magia.

- ¡Lárgate! – Creó cristales con su cuerpo, tratando de lograr romper el espejo sin tener éxito, siendo evadido su ataque con facilidad - Que te importa a ti si solo quieres hacerlo sufrir.

- ¡Ah! Me siento terriblemente acusado. ¡Yo jamás lastimaría a Silver!... Bueno... Solo un poco, jijijiji – Su cuerpo se distorsionó hasta que tomo mi reflejo – Además... ¡Este es mi tema favorito! ¡Adoro la magia espiritual! Y la magia conectada a nuestras criaturas internas.

- Criaturas internas... ¿Se refiere a los animales místicos? – Me dirigí a Mephiles obteniendo su afirmación en un cabeceo.

- Así es, ¿Por qué tanto te interesa contárselo? – Preguntó Mephiles, provocando una sonrisa ancha y torcida de mi reflejo.

- ¿Qué no lo recuerdas? Te gustaba este tipo de magia cuando eras un pequeño erizo... Claro, hasta que descubriste cual era tu animal místico – Contestó con su conocida sonrisa burlona.

- Estoy leyéndolo y escuchándolo a cada momento, pero... ¿Qué no somos animales? – Pregunté un poco incómodo, tomando la atención de ambos hacia mí – Es que... Solo conozco de las criaturas de las que nos alimentamos y tenemos de mascotas, son como animales primitivos y en cierta parte, esencia de nuestros ancestros mobianos... Pero... Estoy confundido... ¿Ahora existen animales místicos?

- Bueno, Silver, la cuestión es-

- ¡Yo se lo explicare! – El espejo interrumpió, dándole un fuerte empujón a Mephiles que lo tumbo al suelo - ¡Los animales místicos son nada más y nada menos que los primeros seres vivos con poder mágico puro! Las primeras criaturas que reinaron y consiguieron dar origen tanto a mobianos como criaturas primitivas.

- Hey... El maestro aquí soy yo – Mephiles se levantó y empujo el espejo que solo giro un poco por el aire y volvió a acercarse con un rostro juguetón hacia el ente – Así que vete de una vez, nadie quiere escuchar nada de ti.

- ¡Oooww, Silvy! ¡Míralo! No me quiere dejar contarte – Mi reflejo señalo a Mephiles mientras me miraba con un puchero triste – Y luego de lo que hice por ustedes, lo menos que pueden hacer por mí es dejarles contarles... ¡Quien sabe! Tal vez les cuento algo más...


Mephiles y yo gruñimos al unísono, viendo al fastidioso ser del espejo que fingía ser amistoso y simpatizo para dejarnos fraternizar. Con simples miradas discretas concordamos que no habría opción con dejarlo ir sin tener respuestas ante incógnitas más importantes que él estudio, afirmando ambos al asentir y ver mi reflejo en el espejo.


- Bien... Pero no te sientas cómodo, solo será esta vez – Dijo Mephiles con desconfianza hacia el espejo quien sonrió y comenzó a dar pequeños brincos.

- ¡Bien! – Se elevó dentro del espejo, flotando, suspendido en el aire, posándose el espejo frente a nosotros – Escucha atento y claro, Silver, esto es tan importante como la magia base.


Sin darle el crédito de mi total interés en lo que fuese a decir, me senté en mi asiento, esperando su explicación.


- ... Desde que este planeta dio la primera vida creada por el más joven dios, comenzó lo que se llamaba nacimiento... - Sobre el cristal se deslumbro una luz que hizo desaparecer mi reflejo y mostro un campo silvestre lleno de árboles y flora – Nació, o más bien, floreció la primera criatura mágica en el mundo, la criatura mística del que nadie tiene nombre preciso, conocida a veces como diosa de la naturaleza, apacha mama, árbol mágico u ornamenta de vida... - En el espejo se vio una pesuña, luego mostrándose que pertenecía a un gran ciervo hecho de plantas y enredaderas, envuelto en una capa de musgo como su pelaje y condecorando sus grandes astas como si fuesen arboles – Madre de todas y todos, la que inicio toda vida mortal en este mundo.

- ... ¿No que los machos son los que llevan cuernos? – Comenté, pero recibí un fuerte codazo de Mephiles y un siseo para que hiciera silencio, prestando mucha más atención e interés que yo a la historia – Ay, okey...

- Se dice que hubo un tiempo que el verde cubría todo en el mundo y no había más que la vegetación tomando todo, tanto que cubrió los mares de vida verde, pero el mundo carecía de balance. Un día, la madre de todos le pregunto a la tierra, al mar y al sol si debía ser así, sí debía de haber vida eterna sin dejar que nueva naciera, o debía de existir un fin de esta... - Escuchar la historia a partir de mi voz era extraño, observando junto a Mephiles la historia que nos interpretaba con vitrinas de colores alegres – La respuesta fue que si deseaba que hubiera vida y oportunidad de un inicio nuevo para todo, tendría que ser ella la que diese el fin de esta, trayendo lo que es la muerte.

- ¿Tendría que matar?

- ¡¡SSHHH!! – Mephiles volvió a callarme, ya molestándome su sobre interés a la historia.


Paso años, recorriendo todo el mundo entero, sin faltarle nada en absoluto, presenciando toda la única vida en ella en las plantas, sabiendo que eran parte de ella y sabiendo que ella misma tendría que terminar con esta. Un día, adolorida con el simple hecho de arrebatar una vida, lloro, lloro por primera vez y dejo caer una única lagrima de su ser... Que creo el primer animal mágico... El colibrí.

Represento la imagen en el cristal, dejándome anonadado con aquella criatura.

Siendo todo lo contrario a lo que ella quería hacer, el colibrí nació y tomo fuerzas, tomo gozo, alegría, vida de ver a su madre y verla llorar y tomar un fuerte deseo de verla feliz. Su felicidad y emoción de hacerla borrar la tristeza era tan grande que empezó a agitarse tanto, pero tanto que creo dos alas que lo ayudaron a elevarse del suelo, volando frente a su madre, aclamando ser feliz por la vida que le había dado.

La imagen también fue representada con el colibrí batiendo sus alas frente al gran ciervo. Mephiles había tomado toda la atención en la historia, no prestando caso a nada que no fuese lo que el espejo narraba.

El colibrí solo trajo belleza a ese nuevo mundo, cada vez que se alimentaba del néctar de varias plantas y flores, esparcía su polen por todo el mundo, recompensando la naturaleza con la primera primavera llena de flores de todo tipo.

Mi reflejo apareció, mostrando una dulce y suave sonrisa, cambiando ahora al reflejo de Mephiles que permaneció con el mismo semblante.

Jamás logro entender como de su tristeza nació algo tan puro y hermoso, comprendiendo entonces que la nueva vida otorgaba a cambio más vida. Fue así que nació el segundo y tercer hijo... El cordero y el conejo. Sus vidas provocaron un cambio tan grande como el colibrí, pues a diferencia de la pequeña ave, estas animales mágicos devoraban mucho más, tan rápido y tanta cantidad que lograron despejar la maleza y las hierbas que ocultaban los misterios y las maravillas del mundo. Nuestra madre estaba feliz nuevamente, amaba a sus hijos aun cuando estos acababan con las vidas de varias plantas, pues otras nuevas y más fuertes retoñaban luego de estas, pero esta belleza no duro mucho... Pues al de existir tanta paz y armonía, el mal y la envidia surge desde lo más profundo.

Un dios que solo había permanecido observando todo, admiro con celos toda la vida en ese mundo y como se extendía sin limitación. Jamás deseando crear algo por él, solo dejo caer una gota de su sangre a una semilla de fruto, pudriéndose rápidamente en negro y naciendo de esta una larva. Devoro sin terminar de acabar con alguna vida, solo dañándola y pudriéndola tras suyo. Pronto al estar gorda, alas y patas le crecieron, llevando su veneno al resto del mundo, no siendo suficiente y también pudriendo más semillas del resto de frutos y semillas, naciendo más de su especie, contaminando fácilmente el mundo que una vez fue perfecto.

Nuestra madre no tuvo compasión con aquel acto de envidia. Ella con sus cuernos rasgo la tierra y de ella surgieron feroces animales con garras y colmillos, hambrientos y furiosos sin razón. El lobo y el tigre. Devoraron las moscas y sus larvas, no siendo suficiente como para librar al mundo de ellas y tampoco siendo suficiente para la profunda hambre de estos carnívoros... Atacaron a las ovejas y conejos, atacaron sin compasión a sus propios hermanos, pues ellos habían nacido del odio y venganza y corazón no tenían...

El equilibrio que tanto se necesitaba había aparecido, pero no de la manera que nuestra madre había deseado.

Con el tiempo, nuevas criaturas surgieron de estas primordiales. El búho, el ratón, el salmón, la mangosta, la mariposa, el oso... Y claro... Las moscas no fueron lo único que vino. La diversión no termino ahí para aquel oscuro dios, broto más criaturas de su sangre, como las cucarachas, las avispas, las serpientes, entre otras criaturas más horribles que otras...


- ¿Qué opinan? Yo solo digo que aquel envidioso dios solo quería ayudar a nuestra madre para crear el equilibrio, jejeje – Comentó el sujeto, ladeando la cabeza entretenido.

- No debería de sorprenderme – Dije un poco cabizbajo, entrelazando mis dedos sobre mi regazo – Siempre ha habido guerras en este mundo, que hallamos provenido de una no es de extrañar... Al parecer el único balance que puede existir en ese mundo es el de un caos y una paz en guerra.

- ... Precisamente es eso... - Dijo Mephiles luego de tanto tiempo aguardar silencio – La verdadera armonía que puede haber es el de la guerra. Cada cierto tiempo tiene que haber una y solo sobrevivir el más apto.

- Esa guerra que hubo... Hace cuatrocientos años entre magos ¿Tuvo algún sentido para nuestra raza? Acaso fue necesario – Vi hacia Mephiles, solo observando un ceño a lo que el negaba lentamente.

- Jajajaja, por supuesto que fue necesario, cada vida lo valió, cada sangre que fue derramada ayudo a otra de alguna manera... Es la bendición de la vida. Tu vida da vida a otro... - Respondió el reflejo de Mephiles, rodando sus ojos hacia él con una sonrisa perturbadora plantada en su rostro - ¿No es así Mephiles?

El erizo dio más la espalda al espejo, bajando la mirada con desagrado ante la pregunta del sujeto.

- Buenooo... ¿Quieres saber cuál es tu animal místico, Silver? – Dijo el reflejo, sonriendo de oreja a oreja.

- ¿Mi animal místico? Eh... No sería un... ¿Erizo? – Contesté dudoso, alzando los hombros esperando acertar.

- Jajajaja, claro que no, imposible – Se echó a reír de forma entretenida, observándome como un chiquillo ingenuo – Ni que toda tu línea sanguínea haya sido de puros erizos, nadie lo es. En algún momento algún ancestro tuyo debió de terminar con algún otro tipo de animal, como una lagartija o un conejito – Tocó su nariz con su dedo, cambiando a rosada y pasando a cambiar toda su apariencia hasta tomar la mía – Eso explicaría tu nariz de conejito bebe.

- ¿Podrías no desviarte y ser más directo? – Interrumpí molesto de escuchar aquella broma de él, solo recibiendo risas burlonas antes de tener respuesta.

- Jeje, vamos, sería lo más posible – Extendió su mano frente a él, girando sus dedos para hacer aparecer un libro sobre esta y lanzarlo hacia mí, atrapándolo casi a tiempo, sujetándolo con firmeza – Averígualo tú mismo, guapo.

- ¡Ese es el libro que no conseguía! – Reclamó Mephiles al ver el libro entre mis manos – Tu, bastardo.

- Jajaja, bueno, era la única forma de poder colearme y contar de esta hermosa historia... - Ignoró al ente, pasando de lado a mí para observar lo que tenía en manos – Ahora vamos, Silver, quiero saber que criatura mística nos identifica, jajajaja. Wow, estamos haciendo lo mismo que cientos de personas en el futuro con sus aplicaciones tecnológicas.

- ¿Qué? – Pregunte confundido a lo que se refería.

- Oh, nada, solo apresúrate ¿Quieres? – Sonrió forzado, mordiéndose sus garras, ansioso.


Antes de dejarme entusiasmar por la curiosidad, vi hacia Mephiles con preocupación, teniendo su aprobación con un asentimiento de su cabeza. Tome aire, deslizando la yema de mis dedos por el borde de la tapa del libro, abriéndolo hasta la primera página donde había dibujado un pentagrama. Lo toque levemente, conociendo sus símbolos y trazados, desprendiéndose una luz amarilla antes de cambiar a verde agua, pasando rápidamente las hojas del encuadernado, moviéndose rápidamente y por mucho tiempo que pensé que jamás se detendría, hasta que las hojas dejaron de pasar tan rápido, deteniéndose en una página donde mostraba una criatura que ya conocía, solo que parecía mucho más diferente a las usuales que veía de noche y precisamente cerca de los libros...


- ¡La polilla!... ¡Jajajaja! ¡Eso si es interesante! – El espejo tomó el libro de mis manos al usar el cristal para atajarlo.

- ¡Hey! ¡Espera!

- ¡Jajajajaja! ¡Oh vaya!... Pero que interesante... - Revisó la página, pasando su mirada a donde Mephiles – Ya veo... Porque son tan combatibles... Jejeje, pero que hermosa casualidad de la vida.

- Ya déjalo – Resopló Mephiles, viendo de lado el reflejo.

- Está bien, está bien – Volvió a lanzar el libro hacia mí, dejando sus manos tras su cabeza para reposar en el aire – En conclusión, Silver, tienes a un animal místico por así decirlo... Peligroso... Bueno, no tanto como otros, pero por esa misma creencia es peligroso.

- ¿Por qué es peligroso? ¿Qué tiene de malo una polilla? – Volví a abrir el libro, quedando otra vez en la página de la criatura, viendo sus enormes y afelpadas alas al igual que todo su cuerpo con sus enormes ojos, aparentando más una mariposa por el detalle dibujado de sus alas – Ciertamente creo que son pequeñas criaturas adorables y la verdad... No sé en qué momento algún ancestro mío se haya emparejado con... ¿Un mobiano polilla? – Cerré el libro dejándolo bajo mi brazo para observar mi reflejo desinteresado – Lo máximo que podría hacer esas pequeñas cositas es comerse el papel de los libros... Lo cual explicaría porque siempre me apodaban como devorador de libros... Pero me sentí más identificado con un ratón de biblioteca por eso – Empecé a divagar, recordando los días que me encerraba en las bibliotecas.

- Las polillas hacen más que comer papel, Silver... - Respondió mi reflejo de forma molesta, viéndome impaciente – Dejando de lado sus habilidades naturales como paralizar a sus presas con la secreciones que desprende su boca, pudrir los alimentos y hacer que crezca más rápido diferentes tipos de alimañas, jejejeje. Son criaturas que tienen el don de volver a un ser viviente en un cascaron, de manera lenta e indolora, también estos animales místicos están representados como venenosos, malignos, destructivos... A una escala minima que no es tomada muy en cuenta, pero su producción es tan eficiente que puede arrasar con todo rápidamente si no se es controlada a tiempo. En conclusión... Son unos parásitos.

- ¡Pero las polillas son mariposas! La diosa no pudo haber creado una criatura así – Repliqué más que todo confundido.

- Jajaja, así es... Pero... Cierto dios dejo derramar su sangre sobre esta bella criatura, pudriéndola y dejando a cambio... Una alimaña muy molesta, jejeje – El reflejo mostró diversión en su pequeña sonrisa, soltando una retenida y aguda risa como un siseo – Tengo que decir que nos queda este animal místico. ¡Y las cosas que podríamos hacer si liberamos su poder!

- Eso no sucederá – Replicó Mephiles, alejando el espejo con su magia – Ahora que ya no tienes más nada importante que decir. ¡Lárgate!

- Oh, bueno... Mejor me voy antes de ¿¡Silver quieres saber que animal místico representa a Mephiles!? – Dijo rápido y muy alegre, escabulléndose de la magia de Mephiles.

- ¡No!

- ¿Eh? – Vi al erizo azabache curioso por su negación a la respuesta, pero me mantuve en silencio sin querer obtener la respuesta de aquel sujeto.

- ¡Oh, vamos! ¡Tiene que saberlo! ¿¡Cómo no se lo vas a decir!? – El reflejo comenzó a hacer una rabieta desde el cristal, golpeándolo fuertemente como si se tratase de una puerta de metal, retumbando nuestros tímpanos por el bullicio - ¡Es tu esposo! ¡Tiene que saberlo!

- ¡No necesita saberlo! ¡Lárgate! – Usó un aura oscura, dándole al espejo en uno de sus marcos, deshaciéndolo lentamente en una chamusca de humo.

- Oooww, aburridoooo – Abucheo el reflejo, dibujándose una sonrisa perversa luego de llorar unas lágrimas de cocodrilo – Jajaja... ¡Jajajajaja! ¡El animal místico de Mephiles es la sanguijuela! ¡JAJAJAJAJAJA! ¡SANGUIJJUELA! – Carcajeó horriblemente, desapareciendo el espejo antes que sus estruendosas risas que disminuyeron como si fuesen el eco que hubiera permanecido en la habitación.

- ¿La sanguijuela? – Giré a ver a Mephiles, recibiendo una mirada preocupada antes de voltearse y alejarse con los libros sobre la mesa - ¿Mephiles?

- Dejaremos el estudio para otro día... Tengo que llevar esto a su sitio – Dijo en voz baja, sonando decaído al hablar.

- ¿Estás bien?... Por favor, no te sientas mal porque tu animal místico o lo que sea es lo que te representa, da igual – Seguí tras sus pasos, sujetándole el hombro – Vamos.

- No lo entiendes... ¿Siquiera te molesta que el tuyo también sea de la oscuridad? Que lo que te representa sea una desagradable criatura que daña... - Se giró hasta quedar de lado, manteniendo su mirada en los libros entre sus manos.

- Para nada... Creo que he sido yo el que ha recibido mucho daño, al igual tú, que jamás lastimarías a nadie. No podemos sentir tampoco lastima por nosotros, solo debemos de ignorar al resto – Tomé su mentón para hacerle alzar la mirada, sonriéndole para alentarlo – Los animales místicos que nos representan no nos describe ni nos hacen quienes somos.


Sin cambiar de semblante, me miro por un momento con sus jades, retirando el libro que tenía en mis manos para abrirlo, pasando las páginas como si de una brisa las moviese, deteniéndose en la imagen de una sanguijuela. Mephiles me lo entrego, apartando la mirada sin decir una palabra.

Observé el contenido, pasando de los dibujos de la criatura a su información.

Los animales místicos no eran seleccionados al azar, menos por casualidad del destino, este se reflejaría a los primeros años de vida en cualquier mago según sus conductas y carácter en desarrollo. Quien poseyera a la sanguijuela como representante místico significaba que refleja hambre, gula, la necesidad de atiborrarse de poder y conocimiento, de tomar de otros si fuese necesario. Refleja manipulación, dominio, necesidad de controlar y extorsionar a otros para un mejor escenario para el mago. Refleja cobardía y toxicidad, la inevitabilidad de dañar y miedo de recibir un castigo por ello.

La sanguijuela era un animal místico muy peligroso, su habilidad de succionar vida y de controlar a otros era un gran problema para cualquier mago y hechicero, incluso para el mismo que tuviera a este de representante.

Aun sin poder creer lo que había escrito, estuve a punto de cerrar el libro, pero pase las paginas, llegando a la mía y leí su contenido. La polilla es una criatura engañosa, refleja artimaña, mentira, la necesidad de disfrazar la realidad y empañar los sucesos. Refleja contaminación, infección, la necesidad de propagar el dolor que nace del mago. Refleja ambición y repudio, la necesidad de destruir lo que detesta. La habilidad que posee es el engaño y arrebato de las emociones, logrando cambiarlas y alterarlas.


- Los animales místicos que nacieron del dios de la oscuridad son de la necesidad, en cambio los de la diosa son del otorgar... Los que nos representan no tienen nada que ver a las horribles criaturas que son de protagonistas... Es como somos a los que se nos llega a representar – Explicó acompañado de un rostro serio, tomando el libro de mis manos y cerrándolo - ¿Entiendes lo que significa? No es quien nos representa es a quien representamos mejor – Bajo el libro, tomando aire para poder verme directamente – Yo nunca quise aceptarlo, pero desde muy pequeño era conocida mi reputación de poder absorber la energía vital de los demás con mayor facilidad, desde entonces se dio a entender que era la sanguijuela mi animal místico y fui la burla por ello... - Sus garras rompieron la portada del libro, dejando marcas del cuero roto – Mi padre incluso dijo una vez que era una vergüenza tener que dar a cara a un hijo como yo... Por ser tan espantoso y tenebroso desde muy joven, pero... Yo no pedí ser así.


Resentimiento volvía a surgir de aquellos ojos hermosos, furiosos y llenos de impotencia de un pasado que lo seguía y atormentaba, deseando querer volverlo a enterrar o cambiarlo para no sentir esa amargura por la que fue humillado. Las palabras de aquel sujeto del espejo de oro ahora tenían mucho más sentido. Éramos combatibles por nuestras necesidades...


- Nadie pide ser como es, solo sucede y no hay más que hacer – Le quité el libro y con mi magia lo deje con los demás. Tomé sus manos y lo acerque a mí - ¿Qué necesitas que te diga? Sabes que no puedes estar tanto tiempo molesto si me tienes para calmarte.

- No hay nada que decir y no estoy molesto – Contestó indiferente – Es algo que me avergüenza... Nací con un rostro muy poco expresivo, con colmillos filosos y con una apatía tenebrosa desde muy pequeño. No me importaba lastimar a otros con tal de tener lo que quisiera... Aun me importa muy poco. Fui un terror de persona que a casi nadie agrado, por eso me cuesta socializar con tus amigos.

- Bueno... Supongo que tampoco estoy exonerado de esas cosas... Déjame pensar – Percutí mi labio inferior con mi dedo índice, recontando mis defectos por así decirlo – Soy un mentiroso de mierda, me contradigo todo el tiempo, odio tener que enfrentar los problemas de cara, prefiero esconderme y huir antes de solucionarlos. Siempre sonrió a todos para simpatizar y siempre hacia tantos favores para agradar, pero apenas hay algo que me gusta y quiero busco una y un millón de formas difíciles para ganármelo, siempre indirectamente para que nadie piense que soy un avaricioso.

- Eso no tiene nada de malo – Refutó desconforme.

- Jajaja, puedo seguir todo el día, Mephiles, pero al igual como tú no vez nada de malo en mis defectos, tampoco los veo en los tuyos – Toqué su nariz con mi dedo, provocando un bufido molesto de su parte.

- ¿No te das cuenta que tú eres perfecto para mí? – Apretó su agarre en mi cintura, apegándome a su pecho.

- Por ende tú lo eres también para mí, anciano. No me importa de qué lado estemos – Sonreí socarrón, teniendo de repuesta una mueca.

- Está bien...

- Vamos, dame una sonrisita, amor... No seas un amargado – Juguetee con su oreja para hacerles cosquillas, girando a verme de mala gana con la permanencia de su amargura en su rostro.

- No me harás ablandar con los estudios – Aclaro, ya sabiendo mis cariñitos llenos de chantaje.

- ¡Por favooor! – Suplique, sujetándome de sus hombros con mucha fuerza por ir doblegando mis piernas – ¡No me gusta que seas así de malo conmigo! Ni mis profesores me golpeaban con una regla las manos.

- Qué pena, a mí sí. Y no dudare en educarte como se debe dirigir un estudiante de magia a su maestro, que por cierto... - Despejo los mechones en mi frente, viéndome con ojos fríos – He sido muy manso contigo.

- No me vengas con tu farsa de misericordia. ¡No pienso seguir con este estudio! – Me aparté de él, negando furioso varias veces.

- Si, no será tu decisión al final – Movió su mano en dirección a un escritorio, provocando que este se moviese como si cobrara vida, caminando con sus patas hacia Mephiles – Hay que encontrarnos con Amy en la entrada, te trae tu presente de bodas por adelantado – Comentó mientras abría la gaveta y sacaba unos pergaminos amarrados con un lazo rojo.

- ¿Mi presente de boda?... – Medité un poco a lo que se refería, suponiendo entonces que se trataba del dichoso vestido de novias - ¿Mi presente? Más bien tu presente.

- Tú lo escogiste. Creo que será el presente de ambos – Alzó su puño para golpear la mesa del mueble, provocando un crujir de la madera antes de que esta se agitase y se deformase hasta crear unos tablones para formar una puerta – Andando.


Más preparado que la última vez, llevaba un abrigo afelpado, cubriendo mi cabeza con la capucha de lana, ignorando los contantes bufidos de Mephiles por haber descartado sus brazos como abrigo. Buscaba entre la espesa nieve blanca a alguno de nuestros amigos, pero el tiempo transcurrió mientras tanto.

Me encontraba de rodillas sobre un pequeño muro de hielo, jugando con la nieve al dibujar sobre esta, dibujando la cara malhumorada de Mephiles con un corto dialogo parecido de lo que me había dicho en todo el día. Paso un poco más de tiempo luego de jugar a los ángeles de nieve con Mephiles y comenzar a formar unas grandes bolas de nieve para a crear un muñeco de nieve, pero apenas hicimos el primero, una bola de nieve me fue arrojada en la cabeza.


- ¿Divirtiéndose? – La voz de mi amiga rosada me hizo girar rápido, viéndola como mi punto de mira - ¿Qué? ¿Por qué esa cara? – Sonrió juguetona.

- Te metiste con el lanzador de bolas de nieve equivocado – Moví mi mano izquierda dirección a la nieve bajo de mí, formando con la ayuda de mi telequinesis muchas bolas de nieves que permanecieron suspendidas a mis lados – Guerra...

- ¡De nieve! – Blaze salió tras de Amy por una trinchera que no había visto, lanzando la primera bola de nieve a mi dirección.

- ¡Emboscada! – Con suerte pude esquivarlo, corriendo donde Mephiles - ¡Es una trampa! ¡Toma las municiones! – Le entregué las nieves que ya había creado, lanzando unas cuantas de distracción para darnos tiempo en ocultarnos.

- ... De acuerdo – El poco inmutado erizo recogió las bolas de nieve y las fue lanzando a la dirección donde nuestras enemigas.


Varias bolas de nieve fueron lanzadas de nuestra dirección gracias a la ayuda de Mephiles y su poderoso lanzamiento de su surda, dándome tiempo se rodear a las chicas, creando una barricada igual al ir escavando en el desnivel que había por la nieve. Cuando conseguí una buena posición tras Amy prepare bolas de nieve y sin piedad alguna se las lancé todas.

Su chillido de sorpresa fue gracioso, riéndome a todo pulmón mientras la enterraba con toda la nieve. Mephiles celebro, alzando los brazos sin emitir aclamo, soltando luego un quejido al caer por una gran bola de nieve en su cara, lanzada por la minina morada, volviéndose a mí con una mirada retadora.

Me volví a esconder apresurado, gateando rápido para que no lograse atraparme. Llegué con Mephiles, recostado en el suelo en mi espera, somnoliento y aburrido, viéndome con ojos entrecerrados.


- ¡Levántate, soldado! ¡No es tiempo de dormir! ¡El enemigo ataca! – Lo agité para que se levantara, pero se dejó mover como un muñeco de trapo, terminando de plantarse en el suelo.

- Lo siento capitán, ha terminado para mí. Me ha dado en la cabeza y se supone estoy muerto... - Dijo con tono dramático, sosteniéndose la cabeza.

- ¿Qué muerto? ¡Tú ya estabas muerto! ¡Levanta tu culo haragán!

- Entra en el juego, Silver. Termina la pelea uno contra uno – Apartó mis manos y volvió a echarse en el suelo, fingiendo no tener vida, pues si, muerto ya estaba.


Una bola de nieve cerca de mis pies fue mi advertencia de que la gatita ya me había encontrado. Alce mi mirada donde había provenido el tiro, viendo esa fría mirada que me hacía temblar, formándose una ligera sonrisa en el oscurecido rostro de mi amiga, alzando su mano para terminar conmigo, pero por puro reflejo cree un escudo de expansión, apenas haciendo contacto la bola de nieve con esta, agrandándose el campo para empujar a la gatita al suelo, dándome oportunidad de correr.


- ¡Tramposo! ¡Estas utilizando demasiado la magia para salirte con la tuya! – Escuché a Blaze gritar tras de mí, volviendo a recolectar nieve con mi magia e ir formando más bolas.

- ¡Somos magos! ¡Claro que podemos usarlo! – Respondí, saliendo de la trinchera y lanzándole una bola de nieve, pero ni hizo contacto con el objetivo al derretirse a una increíble velocidad a la cercanía de la gatita.

- Bien... Haberlo dicho antes...


Una sonrisa confiada apareció junto a aros de fuego azul a su alrededor, corriendo rápido hacia mí, inclinándose hacia adelante para poder deslizar su mano por la nieve para tomar la suficiente y hacer una bola de nieve, lanzándola cerca de mí.

Apenas si la esquive sobre todo porque no apunto bien, volviéndome a arrastras por la fría nieve, lanzándole desde otra dirección las bolas de nieve con mi telequinesis, no logrando nada al derretirse por su aro de fuego.


- ¡Hey! ¡No es justo! ¿Cómo voy a ganarte si la nieve no te puede alcanzar? – No pude decir más al escuchar como Blaze había entrado en la trinchera e iba tras mío - ¡Ah!

- Soy una maga de pyroquinesis, claro que puedo usarlo – Remedó divertida, lanzando tras de mi varias bolas de nieve que lograba evitar con mis campos de magia.


Hui tan rápido como pude, continuando en lanzarle más bolas de nieve, siendo totalmente inútil al derretirse frente a ella. No tuve mucho tiempo en persecución al cansarse mis piernas, siendo alcanzado por Blaze al tumbarme con su mano sosteniendo una bola de nieve, estampándola de lleno como golpe en mi cabeza. La derrota para los chicos había llegado al caer y tragarme el frio suelo, escuchando la celebración de Blaze por su victoria que a su vez dio a enterar de su victoria a Amy, levantándose y corriendo donde Blaze para cantar fanfarronas por vencernos.


- Patético – Escuché decir a Mephiles frente a mí, levantándome por la camisa para ponerme de pie - ¿De qué sirve todas las clases que te he dado si no empleas nada de lo que aprendes?

- Es que... No sé cómo vencer un aro de fuego – Me excusé, viéndolo con pena.

- ¿Eso fue una excusa? Más vale que luego de terminar hoy con las clases sepas ganar al menos una pelea de bolas de nieve – Sermoneo viéndome con mando, deseando que me enterraran en una montaña de nieve antes de estar en la mira de esa fría mirada.

- ¿Más clases? – Musité asustado, viendo con ojos suplicantes al erizo que me cargaba, respondiendo al rodar sus ojos fastidiado – Noooo...

- Buena pelea, chicos – Amy interrumpió mi reprimenda por parte de Mephiles, dirigiéndose al erizo oscuro y extendiendo sus manos – Bueno. Vamos, vamos. Dame la parte de la apuesta.

Mephiles chasqueo la lengua, soltándome e introduciendo su mano en su pecho, rebuscando con fastidio algo dentro de esta, sacando al final un frasco de cristal con un líquido de color naranja hasta el tope, lanzándoselo a Amy.

- Ujumjumjum. Te dije que lo conseguiríamos, Blaze – Dijo al tener el objeto en sus manos, viendo a su compañera de manera burlona – Sabia que ese hechicero tendría un poco de Spleef mágico.

- ¿Spleef? ¿Apuesta?... – Pregunté, dirigiéndome a los demás sin obtener respuesta, terminando mi mirada molesta donde Mephiles que desvió la misma al sentir la mía sobre él.

- Deja de verme así. Aún sigo decepcionado de que hayas perdido algo tan ridículo – Contestó indiferente – Desde ayer Amy no para de insistir que quería el bendito Spleef para sus cosas que poco me interesan. Mientras tu huías de forma poco elegante, ella aposto contra mí por unas zarzamoras de elfo y avellanas suecas, pero lamentablemente ya no las obtendré por tu incompetencia.

- Detén tu papel de profesor estricto ahora al menos que quieras que me mantenga molesto contigo el resto del día – Gruñí, cruzándome de brazos al observar poca cooperación del ente.

- Tranquilo, chicos. Mañana estará de seguro en el menú del banquete – Animó Amy con su tono jovial, guardando su nueva pócima para yo sé que.


Amy vio hacia Blaze y asintió, sonriendo ambas mientras Blaze se volvía para sacar de su bolso una gran tela oscura, entregándomela en las manos con mucha emoción.


- Es tu vestido – Blaze sonrió encantada, agitando sus orejas mientras retrocedía para dejarme el objeto para admirar sin verlo por la tela con la que era cubierta para protección.


Recordé porque habíamos acudido ahí, y sobre todo el por qué las chicas se encontraban sumamente emocionadas, habiendo perdido mi emoción por todo el día por el que había pasado. Le lance otra mirada molesta al ente por haber logrado arrebatarme el encanto que tenía por el evento, intimidándole de inmediato que tuvo que volver a desviar mirada, esta vez, apenado.


- Muchas gracias, chicas. Realmente se lo agradezco – Dije con toda la gratitud que pude expresar, sonriendo hacia las chicas que sonrieron con más fuerza, riéndose entre ellas de manera discreta pero no lo suficiente.

- Ya están al tanto, entonces... - Blaze vio a Mephiles, dando un paso hacia él – Mephiles vendrá a la guarida a las cuatro en punto para los preparativos – Giró hacia mí, dando un paso igual a mi dirección – Y Silver, te esperare aquí a las cinco en punto con el vestido para irte preparando ¿Entendido?

- Si – Afirmamos al mismo tiempo Mephiles y yo, viéndonos de lado un momento por nuestra sincronía.

- Bien, nos vemos luego, chicos – Se despidió Amy, dando la vuelta. Blaze se despidió con la mano y yo hice lo mismo, volviendo las ideas de la fiesta con mucha ilusión.

- Volvamos a las clases. Hoy no descansaras hasta que haya visto progreso – Y sin dejarme soñar despierto, interrumpió mi dulce ilusión, caminando hacia la entrada.

- Mephiles... - Arrastre mis palabras, siguiendo tras él.

- No, quiero que sepas a usar la magia como corresponde. No puedes mantener siempre la defensiva en tus combates – Sermoneó cual maestro que era y respetaba su papel.

- ¿Por lo menos puedo ir a almorzar? – Pregunte con voz tímida, esperando no hacerlo molestar por la sugerencia.

- Preferirías no hacerlo, puede que vomites mientras estemos en clase – Contestó con seriedad, preocupándome que tan rigurosa seria la clase que recibiría.


Llegamos a nuestra habitación. Camine hasta la cama, dejando el vestido sobre esta, ansioso por probármelo y a su vez, deseando resguardar el momento para cuando Mephiles no estuviese, no por la tradición... Solo que deseaba darle la sorpresa en el altar...

Mis tranquilos e ilusos pensamientos fueron interrumpidos por Mephiles al posar su mano sobre mi hombro, volviendo con la clase que debía de continuar. Él tomo la prenda y la guardo al desaparecerla. Camine con él hasta quedar en el medio de la habitación, sentándome en el suelo por el pedido de Mephiles que igual se sentó de piernas cruzadas, tomando aire en espera que tomara la misma posición.

Al estar frene a él con la misma postura e ir practicando igual con la respiración y tratando de relajarme cerré mis ojos y trata de centrarme a meditar, pero el raspar de su garganta me impidió seguir en lo mío al ver que no quería que hiciese eso.


- ¿Alguna vez has peleado con alguien?... ¿Cuándo estabas en la escuela? ¿Con algún brabucón? – Preguntó serio sin poder disimular la curiosidad que expresaba en sus preguntas.

- ¿Acaso me vez como el chico fácil de ser acosado por los brabucones? – Él bajo las orejas, temblando su mirar por no poder mentir y tampoco responder – No digas nada... Solo me pelee una vez... Creo... Hablas de peleas fuertes ¿No?

- ¿La ganaste?

- Mmm si...

- ¿Enserio?

- ... Ya deja de verme como el chico indefenso, sé cómo ganar una pelea, no necesariamente teniendo a mi oponente contra el suelo sangrando, Mephiles – Respondí molesto por su divagación.

- Estoy hablando enserio, Silver. Si nunca has podido someter a alguien con tus propias manos no tienes el potencial aun para ganar una pelea de magia – Abrió sus manos frente a él, desprendiendo de estas partículas diminutas de color purpura oscuro que apenas se mantenían suspendida sobre sus manos – Sé que no eres alguien de fuerza y tienes tus maneras de enfrentar una batalla, y eso para un mago es potencial para enfrentarse una pelea de magia, ya que nosotros no dependemos de nuestra fuerza física, sino de la mental, la estrategia para poder enfrentar con conocimientos a otro mago... Pero... - Volvió sus manos puños, provocando salir más de esas partículas oscuras como si fuese agua hirviendo – Eso solo sirve para enfrentarse a una pelea mágica, no para ganarla... Necesitas ser crudo, despiadado, frio para poder ganar ¿Entiendes?

- ¿Esto es por la pelea de nieve de hace rato? – Interrumpí apático, sospechando porqué su actitud tan dramática.

- No, Silver... No sé trata de eso. Quiero que seas un mago que pueda pelear con secuencias de hechizos – Suspiro paciente, cerrando los ojos y relajando el cuerpo – Me rendí para ver cómo te desenvolvías peleando un simple juego, pero fácilmente entras en pánico y dejas que el miedo te domine y no te deje pensar. ¡Sabes que puedes deshacer un aro de fuego al atacar en varias direcciones al punto de creación! Pero obviamente lo olvidaste – Dijo decaído sin mostrar rudeza en sus palabras, haciéndome agachar la cabeza por estar en lo cierto – Los magos y hechiceros preparan secuencias de magia, combinaciones y se las aprende de memoria para crear combos y derrotar al enemigo, eso he estado haciendo contigo, pero no sabes que hacer en el momento.

- Lo siento... Pero no siempre estoy peleando con un mago y no tengo por qué hacerlo... No me gusta pelear – Dije incomodo por como llevaba el tema a la crítica en mi forma de combatir, como si esperaba que fuese como él – No puedo ser como tú al pelear con magia, no he tenido entrenamiento y no quiero luchar casi a muerte para que te sientas orgullosos de mí.


Él abrió los ojos por completo, manteniendo sus ojos fijos en un punto antes de deslizar lentamente la mirada a mí con rostro inexpresivo. Inclino la cabeza con curiosidad, emitiendo un monosílabo ruin.


- ... ¿Acaso te estás refiriendo a mí al querer llenar las expectativas de mi padre, Silver? – Preguntó de forma fría y molesta, sintiendo un horrible escalofrió por haberle provocado.

- Yo no dije eso – Dije rápido, vacilando un poco con mis palabras.

- Oh, no me hace falta ver a través de ti para saber que si es cierto – Su mirada se relajó, apoyándose de las manos ahora para inclinar su cuerpo hacia atrás – Me temo que SI, Silver, vas a tener que pelear tarde o temprano con un mago, hechicero o brujo, aunque desees mucho lo contrario. Y no, no es para llenarme de orgullo... Yo ya estoy orgullosos de mi querido esposo. Sí fuese por mí no permitiría que peleases, pero es necesario tanto para tu seguridad y para que tu magia se desarrolle y mejore... Para eso te voy a entrenar... - Se levantó de forma torpe, tambaleando sus manos hasta estar de pie.

- ¿Entrenarme?... Pero pensé que...

- Las clases de ahora en adelante serán así... De ti ahora depende estudiar lo suficiente y memorizarte todo hechizo, recinto y conjuro.

- Pero, Mephiles – Me levanté temeroso, retrocediendo un poco al ver como su postura se cernía delante de mí de forma intimidante – No podría... No quiero pelear contra ti.

- Tranquilo... Jamás te lastimaría gravemente, amor... Pero tampoco seré tan blando como en una guerra de nieve. Es lo bueno de tenerme como tu esposo y tu maestro también. Sé cuál es el límite de dónde puedo presionarte hasta lograr sacar tu potencial – Una sombra, o más bien, una gran mancha oscura comenzó a crecer bajo sus pies cual sustancia de tinta.

- Mephiles, no estoy listo, por favor – Retrocedí, asustado por la seriedad de sus palabras – No puedo pelear contigo.

- Tendrás que... Si no puedes estarlo al estar fuera de peligro, lo estarás ahora.


Aquella mancha negra se expandió por todo el cuarto hasta subir por las paredes, tan rápido que las aves chillaron un poco antes de salir volando hacia el techo y apenas si pudiendo reaccionar antes de caerme al moverme esa sustancia oscura que se arrastró bajo mis pies. Mephiles caminó lento hacia mí, creando desde sus garras cristales grandes y filosos, con esa misma mirada siniestra que mostraba lo más retorcido de su naturaleza.

Me levanté en tropezones y extendí mis manos en dirección donde Mephiles, usando mi telequinesis para alejarlo de mí. Fue inmovilizado, rodeado de mi magia alejándolo lentamente, pero su cuerpo se deshizo en una gran masa deforme, deslizándose fuera de mi magia de forma escurridiza, arrastrándose rápido hacia mí como serpiente hasta estar a unos pocos centímetros de mí.

Me elevé rápido con mi magia, manteniéndome alejado de toda esa sustancia oscura y de aquella cosa que Mephiles se había transformado. No tuve tiempo siquiera para pensar en algunas palabras para detener todo ese caos cuando una estalactita me golpeo desde arriba, tumbándome otra vez al suelo. Reaccionando rápido luego de la contusión momentánea, note como el techo ya estaba siendo cubierto de aquella oscuridad, estando las aves sobre el candelabro asustadas, chirreando desesperadas.


- ¡Detente, Mephiles! ¡No voy a hacer esto! – Grité luego de levantarme y ver como de la masa oscura salía el erizo formándose lentamente.

- No me detendré. ¡Enfréntame! – Vociferó con mandato, alzando su mano para elevar parte de aquella sustancia en el suelo para golpearme, esquivándola gracias al ver su movimiento antes.

- ¡Estas asustando las aves! ¡Estas destrozando todo el cuarto! ¡Esto es ridículo! – Me alejé de él sin perderlo de vista, viendo a todas las direcciones para adivinar donde se encontraría la salida ahora del cuarto.

- Concéntrate. El que está en peligro de ser dañado eres tu – Subió sus manos sobre su cabeza, lo cual provoco que la sustancia en el suelo me tomase de las piernas y brazos – Haz algo.

- ¡¡Suéltame!! – Grité furioso. No quería seguirle el juego, no quería atacarle y menos responde a sus amenazas - Me estás haciendo molestar... ¿¡Cómo se te ocurre hacerme esto un día antes de la boda, imbécil!?

- Entonces sería una pena que no se haga mañana – Aceleró su paso hacia mí de manera peligrosa con sus garras de cristal. A pesar de mi poca movilidad, centré mi magia para crear un escudo que me rodeo, manteniéndolo afuera de este, golpeando con todas sus fuerzas para romperlo, no pudiendo hacer algo más al estar aún atado de manos pies por la sustancia oscura – Reacciona de una vez. Te estoy enfrentando y sigues escondiéndote... ¿Y si realmente quisiera lastimarte?

- ¡Deja de molestarme ya! Si sigues así no te-

- Piensa bien en lo que dices. Estamos atados eternamente y no hay manera de romper ese lazo. Conoces lo peligroso que soy y lo muy retorcido que puedo ser – Rascó el escudo con sus garras, rayando apenas el escudo, trayéndome viejos recuerdos de un suceso parecido – Si alguna vez me descontrolase, si olvidase nuevamente todo y te atacara, ¿Qué harías?

- Yo... Mephiles – Fijé mi mirada con la suya, buscando mentira en lo que decía. No quería creer en las palabras y en los recuerdos que me hacían darme cuenta de algo.

- Aun estemos unidos... No es para nada seguro que pueda protegerte de mí – Golpeó con una increíble rapidez y fuerza el escudo, asustándome terriblemente – Por favor... Tengo tanto miedo como tú... Si yo no puedo protegerte tienes que ser fuerte... ¡Tienes que luchar! ¡ENFRENTAME! – Dio varios golpes sin lograr romper el escudo pero si fracturándolo... Pero no porque su fuerza era mayor, era porque estaba dudando – Si no sales pronto... - La sustancia que me rodeaba fue subiendo más, reteniendo el resto de mi cuerpo – Igual terminare de atraparte...

- ¡No! ¡Basta! ¡No me gusta esto, Mephiles! ¡Me estas asustando! – Me agité, tratando de deshacerme de esa cosa, frotándome los brazos sin conseguir nada - ¡Me rindo por favor!

- No me digas que te rindes... No quiero escuchar nunca eso de ti... Pelea... Sé que puedes.

- ¡No! ¡NO PUEDO! ¡DEJAME! – Jalé con fuerza mis piernas y mis brazos, ya siendo jalado al suelo para quedar de rodillas - ¿Por qué? ¿Por qué me haces esto?

Estaba decepcionado de él, viéndole desde el suelo con impotencia mientras me rodeaba con su ser, observando su rostro de frustración al ver que no luchaba más, hasta que... Empezó a reírse.

- ¡Jajajajajajajajaja! ¡No puedo creerlo! – Se burló con descaro, apretando mí cuerpo de manera vulgar con la sustancia - ¿Realmente te gusta ser humillado por mí?


No pude responder a su suposición grosera al reírse más fuerte, más grosero, de forma similar a como lo hacía aquel repugnante ser, echando la cabeza hacia atrás, abriendo su mandíbula para carcajear con fuerza.


- Oooww ¿Te gusta, mi lindo esclavo? – Aquella cosa que me sostenía empezó a deslizarse de manera desagradable por mi cuerpo – Vamos, admítelo. Te encanta ser inferior a mi ¿No? Ya me lo habías confesado antes.

- ¿¡Qué demonios estás diciendo!? ¡¡Suéltame, Mephiles!! – Gruñí, tratando de evitar que esa cosa siguiese revolcándose por mi cuerpo - ¡¡DETENTE!! ¡¡MALDITA SEA!!

- Jajaja, pero pensé que eso te gustaba... ¿No te acuerdas como jugaba con tu cuerpo ayer? Demuéstrame que tanto lo disfrutaste, suplica y gimotea para mí – Pasó sus manos por el escudo, deslizándolas hasta quedar agachas frete a mí, sonriendo de forma siniestra.

- ¡¡CALLATE!! ¡Suéltame! ¡Esto no es gracioso! – Forcejé un poco más sin conseguir nada, solo provocando que aquella sustancia me apretara más y se moviese por todo mi cuerpo hasta llegar a mi rostro - ¡¡MEPHILES!!

- ¿Si? ¿Te gusta? – Su sonrisa se enchancho, acariciando mi rostro con esa cosa pegajosa y escurridiza – Solo déjame entrar y tomarte, no habrá nada de malo en rendirte y admitir que te gusta ser una pequeña perra.

- ¡¡NO ME HABLES ASI!! – Grité totalmente furioso, calentándose todo mi cuerpo de ira al usar esas sucias palabras hacia mí - ¡¡Suéltame ahora!!

- Creo que podrías liberarte tu solo si quisieras, Silver... Pero no lo haces. El simple hecho por el que no has devuelto el ataque es porque te gusta ser tratado así – Soltó su comentario con diversión, sujetando con mayor fuerza mi cuello, costándome respirar – Incluso morirías por mi... ¿No? Con tal de complacerme harías lo que fuera – Dijo con algo de repugnancia, sonriendo torcidamente – Vamos, dímelo... Dímelo. ¡Admítelo!

Siempre me mantenía en un riel descarrilado junto a él. Siempre tambaleando de un lado al otro a punto de chocar.

¿Pero por qué ahora?

¿Por qué en ese preciso momento?

¿No ves que estoy sufriendo? ¿No ves como odio esto?

¿Por qué estas demostrando esto de ti?

...

¿Por qué estas demostrando esto de mí?

No me gusta, no me gusta, no me gusta.


- Aah... No... Respiro... Por favor...


Mi cuerpo temblaba de miedo más que por la impotencia de estar atrapado así, pero él no hacía nada, solo observaba con gracia mi rostro y mis ojos llenos de lágrimas.


- Podre aflojar si tan solo lo admites que te gusta ser tratado de esta forma... Prefieres ser inferior, siempre, siempre has dejado que te ganen.


El agarre no cedió.


- No... No es cierto...


Sujete mi cuello sin lograr liberarme.


- No es cierto – Lloré un poco más, tosiendo por no conseguir respirar bien, sintiendo luego de eso un titubear en su agarre.

- Mientes – Gruñó molesto, no apretando con tanta fuerza ahora pero si lastimándome el resto de mi cuerpo – No sentiré lastima por ti... Me perteneces... Ya no puedes siquiera pelear.

- No...


Ya no podía dudar... Era él... Ambos... Eran la misma persona.

Pero... Lo amaba.

Mi castigo por ser quien era, era él.

Lo aceptaría.

Cada parte, hasta la peor.

Entonces...


"Marca de daño, sueño frustrado. Has arrancado la hoja y con costo igual se devuelve la sentencia".


Pude presenciar su rostro impresionado luego de que soltara mi recinto, siendo muy lento para retirar su ser de mí y ser dañado por magia roja. La sustancia oscura fue deshecha como si lava la devorara, dejando relucir del negro al rojo vivo, destruyéndose con un ruido a carbonizado, terminando en desaparecer todo su ser por la habitación, volviendo a él desesperadamente antes que las marcas rojas llegasen a él.

Dio un doble paso en retroceso, un incrédulo de ver como use ese tipo de magia. No era mi fuerte, pero fue lo único que me vino en ese momento, siendo totalmente efectivo.


- Bien... La boda se cancela, cariño – Dije al levantarme y frotar mi cuello. No había hecho mucho, pero sentía las marcas de sus manos en esta - ¿Quieres que te enfrente? Te recordare lo que te hice la última vez que peleamos.

- ¿Acaso parezco asustado? No tengo miedo de que tanto daño me hagas. Puedo vivir con tanto dolor que te parecería absurdo – Aquella espeluznante sonrisa llego hasta sus cigomáticos, arrastrando sus pies a mi dirección – Dime cuando y comienzo, amor.


Levanté la mirada donde las aves, encontrándose temblando en el mismo sitio al ver el caos que apenas iniciaba a desencadenarse. Use mi telequinesis donde se encontraba el nido, provocando que las aves temerosas de lo que le ocurriesen a sus huevos volviesen con ellos y permaneciesen ahí con valor.

Manteniendo el nido elevado en el aire con mi telequinesis, centré mis manos frente a mí, tomando toda mi concentración y magia para crear una esfera temporal, atrapando a las aves ahí adentro, dejándolas fuera de todo peligro.


- No seas fanfarrón. Mantener una esfera temporal mientras peleas solo te agotara antes de tiempo.


Regresé toda mi atención a él y antes de que siguiera hablando, use mi telequinesis para arrastrar un mueble lo más rápido tras de él, golpeándolo en su espalda e impulsándolo a mí para recibirlo con un golpe en su pecho, lanzándolo contra la pared.


- Pruébame – Respondí furioso, escuchando tras eso una risa adolorida.

- Te hare suplicar perdón...


Con molestia se incorporó rápidamente, volviendo a cubrir el suelo nuevamente con sus ser, esta vez específicamente a mi dirección como una sombra. De un salto me alejé en otra dirección, no siendo nada útil al ver como esa cosa me seguía como una víbora.

Corrí rápidamente a todas las direcciones, terminando en ser rodeado por esa cosa y él. Tuve que reaccionar lo más rápido posible. Sin importar como, tenía que demostrarle el error que había cometido.

Di un salto hacia él, creando un pentagrama verde el cual distorsiono los muebles de madera, provocando que crease largas y filosas estacas que lo atravesaron.


- ¡¡Ahg!! ¡¡Mierda!! – Se quejó con mucho dolor, siendo empalado desde varios lados, inmovilizándolo y dejando su retaguardia indefensa.


Solté una carcajada fuerte por eso, cubriendo mi boca por querer seguir riendo, resignándome a tomar con más seriedad el asunto.

Pensaba acabarlo ahí. Creé otro pentagrama, esta vez uno negro donde varias esferas cilíndricas de metal se formaron y se transformaron en flechas con dientes en sus puntas, lanzándolas todas donde Mephiles, pero este las destruyo fácilmente al formar desde sus púas grandes y filosos cristales oscuros los cuales se acercaron rápidamente a mí, teniendo que retroceder rápido, dándole entonces la oportunidad de liberarse de las estacas.


- Esa vez... Tenía que admitir que estaba asustado de lo que fueses a hacer. Demonios, tenía tanto miedo que quería morirme otra vez con tal de no enfrentarme a tu ira – Comentó, con un poco de cansancio en su voz, jadeando luego de liberarse y acercarse a pasos lentos a mí – Pero ahora no espantas ni a una mosca. Solo eres una pequeña marica dando la cara antes de ser pateado.

- Lo dices muy fácil luego de haber recibido mi ataque. Aun no me has hecho nada – Realmente me dolía la marca en mi cuello, pero sonreí confiado hacia él – Eres una cosa adorable, lo máximo que puedes hacerme es esto... Jejeje... He recibido más daño en un solo golpe, asquerosa sanguijuela.


Justo di en el clavo, provocándolo lo suficiente para hacer que su rostro fuese fulminado con total ira ante mi comentario.

Un rugido gutural salió de su boca, agazapándose sobre el suelo como una bestia antes de emprender una corrida rápida, moviendo su cuerpo antinaturalmente hacia mí.

Acerqué varios trozos del mueble destrozado hace poco, dejando un sello sobre estos y elevándolos al techo y tan solo un poco antes de alcanzarme cree un escudo pero esta vez atrapándolo a él adentro. ÉL golpeó rápido y violentamente el campo, fracturándolo más rápido de lo normal, pero siendo tiempo suficiente para prepararme para una secuencia de hechizos.

Me moví rápido hacia el otro lado de la habitación antes de que el escudo fuese roto, liberando un gruñido el ente que deshizo parte de su cuerpo para que su ser llegase más rápido a mí, atrapándome por los pies. Sonrió victorioso, dejando escapar un par de risotadas infernales antes de deslizarse por él suelo hacia mí.

Justo donde lo quería, se acercó un poco más y dejé que mis dedos rotasen junto con mis manos frente a él, atándolo a unos hilos finos y delgados por todo su cuerpo. Los sellos marcados en los objetos fueron puntos donde había iniciado la seda que quedo atada a mis dedos, atrapándolo a él en un enredo doloroso y quemante.


- ¿Que? – Musitó absorto, no logrando moverse ni deshacerse para escabullirse de la atadura – Magia mística... Acaso... – Incrédulo, me miraba desconcertado.

- ¿Crees que no fue suficiente una ojeada al libro para saber cómo tomar un hechizo de mi animal místico? – Sonreí presumido, apretando más su atadura, dañándolo al hacer contacto la seda con su ser – Lamentablemente aun no sé cómo liberar por completo el poder místico, pero si puedo usar algunos hechizos que parecen ser suficiente para un inútil como tú.

- Jajaja... JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA – Ese tipo de risa que dejaba escapar sin vergüenza alguna al mostrar cómo se veía su rostro deformado por su espeluznante sonrisa me hacía molestar – Muéstrame más – Apretó con fuerza sus dientes, escuchándose el crujir de estos y el como la seda en mis dedos se deshacía y él era liberado.


No logré escapar de sus manos que lograron atraparme de los hombros. Tumbándome contra la pared. Manteniéndome inmóvil al poner toda su fuerza para empujarme, inmovilizándome con sus garras y su ser enredado en mi cuerpo. Abrió lentamente su mandíbula, desprendiéndose tejido de sus labios y saliva por el suelo, acercando amenazadoramente sus colmillos sobre mí.


- Yo también puedo usar magia mística – Musito de forma horrible, deslizando su lengua por mi pecho.


Mi cuerpo vibró con fuerza, mis puños apretados y mi furiosa y rápida respiración logro hacer aumentar mis latidos de forma descontrolada, pero suficiente para lograr hacer hervir mi sangre y desprender una fuerte luz cegadora por todo mi cuerpo, encandilándolo por un momento. Logrando separarme de él, termine de romper mis palmas con mis uñas, liberando la magia que hizo tomar la atención del ente que olfateo el olor. Mi magia surgió y recorrió mi piel junto con el rojo de mi sangre, subiendo por todo mis brazos hasta mi cuello, cambiando el rojo a un verde menta que brillo con intensidad. Sellos cubrieron mis brazos y mi torso, listo para atacar con varios hechizos preparados, acercándome al ansioso erizo que hacia burbujear su piel como si hirviese.

Se rio con un siseo cual serpiente, avanzando un pasos tranquilos hasta luego estar más cerca y acelerar rápido para abalanzarse sobre mí, pero con mi brazo derecho cree a gran velocidad un pentagrama azul, lanzando un rayo que apenas logro darle en su pie al él saltar y esquivarlo. Cayó tras de mí, dándome un golpe con su garra, tumbándome contra una sillón, rompiéndolo y sintiendo igual alguna de mis costillas rotas.

Rodé por el suelo para esquivar otro ataque de Mephiles que volvió a saltar sobre mí, rompiendo el suelo con sus garras. Estando aun en guardia y más atento para cualquier ataque, me desconcertó sus risas psicóticas al verme de lado, y solo lo supe cuando sentí unas cadenas azules aprisionando mis manos y piernas rodeadas de la sustancia oscura. Había caído.


- ¿¡Solo sirves para retenerme!? ¡Tienes miedo de que te de una paliza! ¡Cobarde! – Escupí furioso, moviendo rápidamente mis muñecas para liberarme de las cadenas.

- Podría cederte la palabra ante eso, pero me excusare diciendo que soy precavido – Se frotó sus brazos, escuchándose un gruñido mientras hablaba – Aun recuerdo el dolor de ser mutilado por tu magia, dulzura, eso me dejaría muy debilitado. Aún estoy emocionado por continuar un poco más – Se aproximó rápido, dispuesto a atacarme con sus garras.


Me gire un poco, logrando herirme el brazo, pero siendo a tiempo para liberar el mismo, tomando su nuca desprevenido y golpeando su rostro contra la pared a mi lado, rompiendo la misma y logrando atorarlo en esta al clavarlo profundamente.

Liberé mi otra mano y fácilmente con un sello libere mis piernas, corriendo lejos para recuperarme. Lamentablemente no había anticipado atraparlo con mi mano y estamparlo contra la pared, no use la magia requerida para usar tal fuerza y me fracture un dedo, siendo de menos en ese momento pero dificultándome ahora para crear más pentagramas de ese lado.

Mephiles logró sacar su cabeza del agujero al deshacer un poco su cabeza, dejando ver desde el agujero el distorsionado espacio de colores pasteles hacia el vacío de magia de la mansión. Se volvió, tambaleándose, volviendo a formar su cabeza y rostro, dejando ver sus colmillos en una tétrica sonrisa, apareciendo sus ojos más brillantes que antes, filosos y ansiosos. Movió su cuerpo, estirando su cuello y hombros, relamiéndose un poco los labios antes de preparar su cuerpo para envestirme, deshaciendo sus piernas en nada, conociendo que así aumentaría su velocidad. Un solo impulso de su cuerpo hacia adelante fue suficiente advertencia para pisotear con fuerza el suelo, creando un muro de protección, pero velozmente giro y rodeo el muro, tardando un poco pero llegando a mí.

Volví a impulsarme con mi magia, saltando hacia el muro y la pared a mi lado para escapar de él, pero fácilmente me siguió de la misma forma. En el medio de los salto me mantuve por los aires con mi telequinesis y tome cada objeto cerca de mí para golpear el cuerpo de Mephiles hasta cubrirlo de estos con tanta fuerza con intenciones de aplastarlo, pero el mismo se deshizo y se esparció por varias partes. Creí ahora que tendría que ir a buscarlo para enfrentarlo, pero bajo de mí se formó un cuerpo largo y delgado, tomándome del torso y jalándome nuevamente al suelo, golpeando mi cuerpo contra este varias veces como si fuese un martillo.

Su cuerpo se volvió a formar sobre mí, tomándome de mi ropa, jalándome para acercar su rostro al mío.


- ¿Soy un inútil para ti? – Preguntó con una mueca seria, presionando sus garras a través de mi ropa hasta clavarlas un poco sobre mi pecho – Vamos, ya puedes rendirte... Has demostrado ser una pequeña alimaña molesta, lo suficiente para entretenerme un poco.

- ¡Ya quisieras! – Lancé una patada a sus costillas pero no fue suficiente para moverlo.

- Jajajaja, sigue, vamos, eso no es nada.


Seguí pateándole varias veces en su estómago y costillas, siendo levantando del suelo con su mano aun sin detener mis patadas, doliéndome el pecho al clavarse más profundo sus garras.


- Es inútil, ya se te acabaron las ideas – Usó su mano libre para lastimarme con sus garras, rompiendo mi ropa y mi piel consecutivamente – ¡Solo eres un pequeño tonto asustado! – Seguía lastimándome, continuando mis patadas en su pecho y él sus zarpazos profundos, mientras yo murmuraba rápidamente, resistiendo el dolor y la fuerza que poco a poco se iba de mí - ¡No sirves! – Me abofeteo con mucha fuerza, saboreando la sangre en mi boca por su golpe, escupiendo la misma y continuando mis murmullos bajos - ¡Eres un parasito! – Me volvió a golpear con el suelo, levantándome para ver si había cedido, pero le volví a patear, transpirando cansado sin cerrar mis ojos - ¿Ya no tienes nada que decir? Erizo estúpido.


"...Fractura no conseguida, destruye el cuerpo que ha sido marcado por mente acabada".


Me soltó rápido y se alejó asustado, viendo su torso y dándose cuenta que había un pentagrama. No se había dado cuenta que había traspasado por mis patadas marcas importante en sus puntos vitales, sus puntos cardinales de fluido mágico, consiguiendo crear un hechizo peligroso, pero siendo mal de su parte al no darse cuenta del recinto que estaba diciendo desde un principio.

Un quejido fue acompañado del ruido de piel rasgada a partir de su vientre. Su ser trato de mantenerse junto mientras la mitad de su cuerpo estaba siendo separado como si de una fuerza mayor lo estuviese desprendiendo de su torso inferior. Sus piernas temblaron y se tambalearon hasta que Mephiles uso sus garras terminaron de separarse de la parte inferior de su cuerpo, cayendo al suelo y arrastrándose rápido.

Me alejé rápido creando un campo de retención sobre la parte inferior del ente, siendo justo antes de que explotara, quedando luego de manchas oscuras un humo negro dentro del campo, desapareciendo este y quedando un pegote seco en el suelo.


- Jajajaja... Jajaja – Él seguía burlándose, aun viéndose tan lastimero y debilitado en el suelo, arrastrándose en retroceso.

- ¿Qué es tan malditamente gracioso? – Gruñí más que todo por estar cansándome ya.

- Es que... Jajajajaja. Oye, tengo que admitir que alguna vez se me paso por la mente pedirte que me partieras en dos... Pero no de este modo, amor, jajajajaja – Carcajeó, mostrando una mueca adolorida ante sus risas.

- Ppfff, jaja... ¿No te gusto la primera vez tampoco?... - Se me escapó una risa igual por su chiste, pero no baje la guardia y me acerque a él – Mejor ríndete, ya he ganado.

- No... No. Esto falta por llegar a su final.


Muchas partes de su ser salieron de los rincones y de los muebles, volviendo a él, acumulándose y terminando de formar la parte faltante de su cuerpo, levantándose lentamente de forma elegante y firme, sonriendo de manera egocéntrica. Abrió sus brazos, mostrándose inmutado ante todo el daño que le hice, caminando con meditación cada paso hacia mí.


- ¿Segunda ronda?

- ¡¡PUDRETE!!


La furia no fue suficiente para seguir, la impotencia y el rencor me ayudo a impulsarme mucho más allá de mis límites. Dirigí un pentagrama cerca del costado de Mephiles, lanzando una docena de flechas metálicas. La mayoría las retuvo con cristales que hizo crecer desde el suelo mientras que el resto le atravesaron sin causarle mayor daño.

Frustrado, tome las cobijas de la cama con mi magia, atrapándolo con esta y golpeándolo contra la pared, el suelo y el techo varias veces, destruyendo casi todos los muebles mientras más lo golpeaba de un lado al otro, deteniéndome para soltarlo y continuar con golpes directos, pero al desenvolverlo de la cobija había desaparecido, dejándome confundido e impactado. La cobija cayó al suelo lentamente y apenas quedo inmóvil sobre este se volvió a levantar, cubriendo una figura, revelándose Mephiles bajo de esta al retirarla con su mano y lanzándolo hacia mí.


- ¡TA-DA! – No pude retirarme la tela a tiempo cuando sentí un golpe en mi estómago, proporcionado por Mephiles al distraerme y llegar a mi rápidamente – No pierdas de vista tu objetivo.


Me ató rápidamente con la cobija, así logrando tirarme de ella lejos contra una pared, escuchando sus risotadas diabólicas al dejar escapar mi quejido y caer al suelo. Me costó mucho más levantarme, apoyándome de un sillón que apenas volvía a reconstruirse, viendo agotado al ente que permanecía con energías y sin signos de cansancio.

Estaba haciendo todo mal. El mismo hechizo no era suficiente, ya lo conocía, y aun supiera sacar un nuevo truco con este, no volvería a caer una segunda vez. Tenía que ser ingenioso, recordar todo lo que había aprendido, tanto de él como de mis amigos, o posiblemente no saldría de esta mansión sino dentro de muchos meses más para recuperarme esta maldita pelea.


- Perdona, ya lo entendí – Tome aire profundo, alzando pecho y en el proceso escupiendo más sangre de mi boca – Déjame mostrarte más...


Con mi telequinesis aparte cada mueble en plena reconstrucción y restos de estos hacia los rincones y esquinas, despejando el centro de la habitación. Corrí rápido donde Mephiles, provocando unas risas de emoción del ente que corrió igual hacia mí.

Toque sus hombros de un empujón con el costo de un puñetazo en mi mejilla y un rasguño en mi brazo, mis manos se iluminaron y rápidamente me agache al suelo, tocando mis palmas sobre este y retrocediendo. Mephiles noto el patrón del hechizo de iman y antes de que su cuerpo fuese jalado al suelo puso sus manos en medio pero su cabeza recibió el impacto del golpe. Mis manos tocaron mis puños y con ello el cuerpo de Mephiles fue jalado hacia mí, recibiendo varios golpes en su cuerpo cargados con una gran carga de mana en mis puños.

Luego de una secuencia de golpes el rugió y libero un gran humo de su boca, desorientándome un buen momento donde seguro logro deshacer mi hechizo. Use una ráfaga de viento y despeje el humo, notando el gran pentagrama con varios sellos frente a mí.


- Estas atrapado – El pentagrama fue activado, atrapándome en una especie de paralelepípedo donde varias bocas salieron de cada cara.


Las bocas chillaron de forma chirriante, aturdiéndome antes de poder reaccionar y escapar de sus mandíbulas que trataban de comerme, agitándome y jalándome al absorberme. Si dejaba que me comiesen, sería el fin, terminaría fuera de combate y sin nada de magia durante mucho tiempo sin poder siquiera recuperarla con descanso absoluto.

Junté mis manos en un aplauso, separándolas lentamente para abrir un pergamino rojo que dejo desencadenar luces y chispas de fuego que crearon llaves, siendo insertadas en las bocas que se transformaron en candados, liberándome de aquella trampa.

Sin detenerme, Moví mis manos alrededor de mí, dando varias vueltas hasta crear una red de seda, lanzándola hacia Mephiles él cual tardó en reaccionar y no logro esquivarlo, no porque no fuese más rápido, sino que la red fue demasiado grande para poder conseguir escapar de esta, siendo atrapado y retenido en el suelo, agitándose rápidamente como una sanguijuela adolorida, gritando y gruñendo del dolor por el ácido de la misma seda.

Una grotesca sonrisa fue oculta por mí al apretar mi rostro con mi mano, viendo y disfrutando el escuchar como sufría, soltando unas inevitables risas bajas por verlo finalmente atrapado. Poco tiempo de disfrute me dio cuando soltó más humo de su boca y emitió un desgargante siseo que termino en prender en fuego todo la estela oscura, lastimándose pero también logrando liberarse.

Chasqueé la lengua, harto de persistir la pelea, sintiendo que la magia se me agotaba. Mis brazos fueron cubiertos de otros sellos diferentes, meditando bien el modo de ataque que haría, no podía seguir por más tiempo y él lo sabía.


- ... Estas absorbiendo mi energía ¿No? – Pregunté para ganar tiempo y un poco de aire antes de seguir.

- ¿Cuándo te distes cuenta? – Sonrió con esfuerzo.

- Desde que mordiste el hilo de mi seda... No deberías hacer algo así al menos que fueses a absorber la energía de este y solo podías hacerlo si la seda estaba unida a mi... Y lo sigues haciendo con cada golpe y rasguño – Caminé para rodearlo, monitoreando sus movimientos y comprobando que tan capacitado estaba mi cuerpo frágil en seguir peleando.

- Listo. Así es... Lees más rápido de lo que demuestras. Supiste esa habilidad de mí al leer el libro sobre la sanguijuela.

- Si... - Tome el dedo que suponía estaba fracturado, pero solo estaba dislocado al comprobar que no había gran inflamación. Lo moví y solté un fuerte quejido al colocarlo en su lugar – Bien... Última ronda para patearte el culo.

- Oh, suenas seguro de eso – Comento, agitando sus garras en el aire – Quiero ver que lo intentes, amor.

- No vas a ver el intento, vas a ver el resultado.


Agite mis brazos como unas cortinas siendo movidas por el viento, dejando que dos pares de pentagramas salieran alrededor de Mephiles.


"Cavilosos los magos que terminan armando estrategia con tal de sobrevivir...".


- ¡Eso no servirá! – Escuché su gruñido de lejos – "Terreno descontrolado, maremotos aumentados..."


"... Platica que no dispone el fin de su oficio, lleva con todo el temor a permanecer en espera con cometas de hielo enardecidas...".


- "Quebranta magia mayor con tal poder en mis manos y ante todo bien y mal que conlleva tu surgir" – Él igual recitaba su hechizo. Conocía su recinto y sabía... Que ya había ganado.


"... Chocan con ímpetu el área de mayor daño, sea tu objetivo a destruir a muerte como el fuego destruye el bosque...".


- "Mantén"... Espera... ¿¡Que!? – Se detuvo, viéndome incrédulo y viendo los pentagramas activarse en una secuencia en donde todas se unían y se posaban sobre el techo - ¡¡Silver!! ¡¡Detente!!


"... Cae sobre este y no se detenga al haberlo desaparecido".


- ¡¡MALDICION, SILVER!! ¡¡NO!! – Mephiles detuvo todo y corrió hacia mí con desesperación. No alcanzándome al yo activar otro pentagrama bajo mis pies.

- ¡Alineación! – Grite con fuerza, iluminándose el resto de sellos en mis manos, desapareciendo y con esto activando mi último hechizo. Tome aire y mi cuerpo se volvió transparente por completo.

- ¿¡QUE!? – Se detuvo en seco y al ver que no correría peligro por el anterior hechizo, llevo su mirada al techo asustado, viendo como de este salía granizo bañado de un aura azul brillante, cayendo el suelo para deshacerse destruir el terreno como si fuese acido - ¡¡MIER-¡!


Ni tiempo le dio para terminar su grosería al ser lesionado por todo su cuerpo con el granizo que fueron disparados desde el techo, destrozando toda la habitación que termino de crear agujeros y deformar todo el lugar. Mephiles trataba de escapar al volverse una sustancia escurridiza y pequeña, pero pronto su pequeño ser fue aplastado por un gran granizo y por un enorme trozo de escombro.

En poco tiempo el cuarto fue destrozado por completo hasta terminar de destruir hasta el más pequeño mueble y suelo, quedando nada más el vacío de magia de la mansión, solo viéndose el espacio infinito de colores pasteles cambiando y brillando como si fuese agua. Nada quedo...

Luego de un momento de silencio y tranquilidad, la magia del lugar formo un suelo brillante junto a sus paredes y techo, creando objetos sin forma, de manera lenta y persistente, cambiando todo de sitio y deformándose un poco hasta conseguir crear una habitación nueva, diferente a la anterior, con colores más vivos y brillantes, con más colores blancos y suaves que la anterior habitación que era oscura.

Finalmente mi resistencia y mi magia se acabaron volviendo a mi forma y cayendo al suelo, provocando que liberase de la esfera temporal a las aves que cayeron sobre la cama, sanos y salvos, Tomaba aire rápido y estrepitosamente, temblando y riéndome con nervios.


- Jajajaja... Lo hice... Jajajajajajaja ¡Ahg! – Me sujete del pecho, un mal movimiento me comprimió el pulmón – Mierda... Aahh... Como sea... Te lo dije... ¡Te lo dije! ¡Te patearía el culo! ¡Hijo de puta!

- Bien hecho – Escuché su voz tras de mí, dando un gran salto y alejándome a gatas al verlo intacto sin ningún rasguño, parado frente a mí, mostrando como deshacía una esfera temporal oscura entre sus manos – Te dije que no perdieras de vista tu objetivo.

- ¿Q-q-qu-que-e? – Tartamudeé incrédulo por verlo sin siquiera mostrar cansancio, acercándose a mí con pasos lentos - ¡¡ALEJATE!! ¡¡MONSTRUO!! – Me levanté apenas sosteniéndome de mi costado - ¡Desgraciado!

- Calla ya – Dijo molesto, acercando su mano a mí.

- ¡No me toques, maldito! ¡Ahhg! – Mientras más gritaba más me dolía, tosiendo descontroladamente, encorvándome adolorido por cada tosido - ¡Pedazo de mierda! – Volví a erguirme, corriendo hacia él, lanzándole golpes a su cara y pecho - ¡¡Muérete de una vez!!

- ¡AHG! ¡Para! ¡Me está doliendo! – Trato de sujetar mi manos, no logrando al no sujetarlas con fuerza - ¡¡Para!!

- ¡¡Muérete!!

- ¡¡Ya estoy muerto, coño!! – Grito molesto, cayendo al suelo junto conmigo – ¡¡Para ya!!

- ¡Para tú! ¡Maldito! ¡Estoy muriéndome!

- No exageres, una pleura perforada no es mortal al momento – Comentó, sujetándome de mis brazos sin detener mis golpes – ¡¡YA!! – Me agitó furioso, viéndome seriamente a mis ojos - ¡Dije que ya, pequeño imbécil!


Eso fue lo último que pude recibir. Estaba agotado en todos los sentidos y al ya no poder regresar ningún golpe ni insulto... Me puse a llorar desesperadamente, queriendo que me soltase y me dejase en paz. Me encontraba totalmente adolorido y agotado, incluso el llorar me dolía, las malditas lágrimas me hacían arder las heridas y raspones de mi rostro, solo provocando que siguiese llorando más.


- Silver, no, no, no llores – Sus manos acariciaron con cuidado mi rostro, pero las golpeé furioso, continuando otra vez con mis golpes en su rostro - ¡Auch! ¡Ya para!

- ¿Crees que es gracioso? ¡No puedes tratarme como basura y luego pedir besos! ¡Imbécil eres tú! ¡Un millón de veces imbécil! ¡Estúpido! ¡Maldito! Aaahggg ¡Desgraciado infeliz! – Aun sintiendo mi pecho doliendo además de mis costillas rotas, logre responderle los insultos sin dejas de llorar.

- Ya, ya, ya – No me detuvo esta vez, incluso logrando golpearle entre las piernas - ¡¡AAH!! ¡Mierda! Aaahh... Me lo merezco.

- ¡¡Te odio!! – Le grité angustiado, queriendo levantarme y huir lejos, pero me estaba sintiendo mareado y mi vista se opacaba.

- Lo sé, aahhgg... - Se quejó por otro golpe, tratando de mantenerme cerca de él.

- ¿¡Por qué hiciste algo así!? ¿¡Sabes lo peligroso que fue!? ¿¡Que hay de mi maldición!? ¿¡Qué hay de si te hubiera hecho realmente daño!? – Seguí gritando, agotado y comenzando a ver todo difuminado - ¿¡Que hay de mí!?

- Perdona... Lo siento mucho – Sostuvo mi rostro, apretando con delicadeza mis mejillas con sus manos – Perdona... - Lagrimas oscuras se deslizaron por sus ojos, pasando sus manos tras mi espalda.

- Me... me duele ¡Me duele! – Retiró rápido sus manos sin saber que había provocado. Sentía mi pecho dolerme demasiado, y no por mis costillas – Ya no puedo ver nada... no te veo... No te veo... Mephiles – Sollocé con miedo, sosteniéndome de mi estómago – No... No quiero otra vez... Tengo miedo.

- Ven... Aquí... - Me volvió a acercar al abrazarme, sintiendo otra vez respirar y como mi vista volvía – Tranquilo... Mmhgg... No dejare que sigas sufriendo...


De mi pecho salía una luz dorada y terminaba en el pecho de Mephiles, se curveaba y agitaba fuertemente, sintiendo el oleaje de las corrientes de magia de Mephiles, entrando y saliendo de mí como si fuese aire entrando a mis pulmones. Escuche sus sollozos y unos gemidos adoloridos, temblando y encorvándose de dolor, aun sujetándome con suavidad sin separarme de él, acercándome más hasta finalmente tocar nuestros pechos.

Los latidos de su corazón iban rápidos y fuertes, golpeando fuerte contra mi pecho, provocando que mi corazón latiera al mismo ritmo y fuerza, alterándome un poco por la conmoción, pero sobre todo, al dejar una cálida y tranquilizadora sensación después... Pude sentir y percibir su respiración, pude sentir su cuerpo agotado, de diferente forma al mío, menos adolorido pero si cansado, sus pensamientos y emociones me golpeaban fuertes... Estaba triste.


- Mephiles... - Susurré preocupado, dejando mi hocico reposar en su hombro.

- Lo... Siento... Hng... Lo siento, Silver... - Gimoteó con tristeza, apretándome más fuerte con sus brazos, siendo cuidadoso en no provocarme más dolor – Ya... No sentirás tu maldición lastimándote... Todo está bien... Mientras estemos así... No te dañara...

- Mephiles...

- ... Perdona que sea yo el que te dañe... No quise realmente, pero era necesario... No hubiera permitido que alguien más te dañase, no me lo hubiera perdonado, tenía que ser yo... No lo volveré a hacer – Sus palabras salían temblorosas y frágiles por su voz ahogada, acariciando mi cabeza con suavidad.


Todo tenía una razón, lo decía de todo corazón, podía sentirlo por la conexión de nuestra magia. Solo la maldición me castigaría luego de usar un hechizo muy poderoso, él ya lo sabía y ya conocía que tenía que unir nuevamente su magia con la mía como la última vez, sabiendo que sentiría en cambio el dolor y sufrimiento, sentiría mis emociones y pensamientos. Ya sabía por todo lo que sentí y pase al enfrentarme a él... Y yo lo mismo con él.

Tanta cantidad de sensaciones solo me hizo feliz por muy extraño que pareciera. Solo podíamos conocernos del todo al estar así, abrazados, unidos tiernamente con el contacto, solo así podía saber a carne propia lo que sintió y siente, sabiendo entonces que él al igual que yo sufrió mucho, sufrió con cada palabra que dijo, con cada golpe, con cada ataque... Y yo me sentí horrible por llegar a disfrutar un momento el lastimarlo. Temiendo, odiando, arrepintiéndome. Seguí llorando, abrazándome con fuerza de él.

Él me acaricio la cara, levantando mi rostro, viéndome con aquellos hermosos ojos que parecieron una eternidad sin ver luego de lo espeluznante que fue conmigo. Sonrió tímido, dejando caer un par de lágrimas más, besando mi frente y luego todo mi rostro. Cada beso se sintió suave y cálido, calmándome de inmediato, soltando un suave silbido apenas audible, siendo recibido por él al dejarme reposar en su pecho, temblando de agotamiento por dolerme cada parte de mi cuerpo.


- Volveré a caer dormido... - Dije preocupado sin apartar mi mirada de él – No quiero volverme a dormir por tanto tiempo...

- No lo harás...


Me acurrucó entre sus brazos, acercando su rostro con cuidado al mío. Me dejo sobre sus piernas, acunándome en sus brazos antes de deslizar sus labios por mi mejilla, llegando a mis labios para besarlo con suma sutileza, apegándose a mí con mucha pasión.

Sentí la corriente de un sabor dulce y fresco, tomándolo todo rápidamente, sintiéndome mejor al momento que empecé a beber de esta fuente de poder, absorbiendo tanto como pudiera, pasando tan solo un instante o así lo sentí, volviendo a tomar a Mephiles para que no se detuviera, volviendo a unir sus labios con los míos, continuando así por mucho más tiempo.

No escuche protestas ni reproches, él me permitió tomar todo hasta sentirme mucho mejor, incluso desapareciendo mi cansancio, abrazándome a su cuerpo lleno de tranquilidad y paz, siendo tan único el momento que no me di cuenta cuando deje de sentir sus labios y su cuerpo, habiendo desaparecido de mis brazos de repente como si la magia hubiera acabado...

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Alguien estaba afuera tocando con fuerza a que fuese recibido. No sé cómo diablos podía hacer tanto ruido ni cómo podía escucharlo. La luz que emitía mi medallón no paraba de titilar con rapidez, casi molestándome los ojos para dejarme aturdido.

Estaba realmente asustado y nervioso, pero tenía que conservar valor, Mephiles esta vez no estaba en condiciones de cuidarme de los regaños de mis amigos, pero ahí estaban... Fuera de la mansión, totalmente preocupados porque no habíamos acudido a la boda aun.

Use mi magia con fatiga, abriendo las puertas, viendo desde adentro las miradas molestas de Blaze, Marine y Amy... Sobre todo Amy, ya que podía verme, y su rostro se frunció con más rabia al verme llevando el vestido de novia.


- ... Hola chicas... - Salí con el rapo entre las piernas, viendo a las chicas de forma tímida como si fuesen gente nueva.

- ¿¡Qué demonios crees que ESTAS HACIENDO!? – Gritó a todo pulmón Amy, jalándome del brazo donde ellas - ¿¡Sabes qué hora es!? ¿¡Que haces vestido ya!? ¡Se suponía que debías venir hace una hora a la guarida para arreglarte! ¡Mírate! – Me jaló de mis mechones y mi vestido con sumo desprecio – Estas mal arreglado, debías usar este velo de esta forma, tu pelo andrajoso está mal peinado y ni siquiera llevas maquillaje. ¿¡Donde diablos esta Mephiles!? ¡Lo voy a volver a matar!

- Por favor, ya cálmate, Amy – Blaze trato de tranquilizar a la erizita, notando que yo no estaba mostrando mucho miedo por lo que decía la rosada.

- ¿¡COMO QUIERES QUE ME TRANQUILICE!? ¡Planificamos esta boda todos juntos! ¡Y ni se indigna a venir! – Se volvió a mí, mostrando una mueca como si quisiera darme un golpe - ¿Te estás burlando de nosotras? ¿Es eso?

- No, para nada, solo que...

- ¡¡De seguro los chicos se están comiendo todo el banquete mientras estamos aquí!! – Me interrumpió Marine alzando sus puños y agitándolos.

- Solo dime porqué estas tarde, ¿Por qué decidiste ponerte el vestido si no has venido? – Volvió a insistir Amy, esta vez más calmada.

- Chicas... Mephiles y yo queríamos cancelar la boda – Respondí con un rostro apenado, pero más preocupado por la respuesta que recibiría de todas.

- ¿¡QUE!? – Las tres exclamaron con confusión y molestia.

- ¿¡Cómo te atreves!? – Amy caminó furiosa hacia mí, sacando su martillo y alzándolo, a punto de golpearme con este si no hubiese sido sujetada por Blaze y Marine para que retrocediese la rabiosa eriza - ¿¡Sin siquiera avisarnos!? ¿¡UN DIA ANTES DE LA BODA!?

- Silver, por favor... Explícanos – Blaze me vio con ojos preocupados, mostrándose nerviosa por la noticia - ¿Dónde está Mephiles?


Tome aire y suspire preocupado, acercándome a las chicas con disimulo y mostrándole lo que había en mi pecho, recibiendo caras confundidas y totalmente... Impresionadas.

Fui llevado con ellas de inmediato a la guarida, teniendo cuidado con mi vestido no fuese dañado en el camino, levantando la cola mientras era llevado rápido por el bosque, atentos de no conseguir a alguien patrullando por esos lares.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

- Ya ha pasado una hora... Creo que no vendrán – Dijo luego de revisar su reloj, viendo al resto de invitado preocupados por la larga espera de los novios - ... Iré a buscar a Amy... Algo debió de haber pasado – Dijo lo último con molestia, apretando los puños y dando la vuelta para salir del lugar.

- E-esperemos un poco más, puede que se hayan enredado con el vestido, el peinado, el maquillaje... – Dijo el echidna rojo con una sonrisa nerviosa, esperando convencer al azulado.

- Solo con Silver, ¿Y qué hay de Mephiles? Tampoco ha venido, se suponía que debía estar aquí antes – Se giró hacia su amigo, viéndole con seriedad – No me gusto este plan desde un principio... Sé que Silver solo trataba de complacer a las chicas con esta fiesta, pero ahora solo quiero darle una bofetada por lo tonto que es – Comentó moviendo sus hombros tensionados, continuando su camino a la salida del paraje – Y a ese ente... Debería de darle un par de palabras antes de golpearle en su enorme cara.

- Sonic, por favor – Un erizo mayor sostuvo al joven del hombro, viéndole preocupado por su rabia sin sentido – No te frustres por eso, debió de pasar algo personal o algo... Con la magia... No lo sé... Es muy complicado para que solo supongas que están siendo egoístas con esto.

- No es eso – Meneó la cabeza, retirándole la mano a su tío – No he dejado de tener este horrible presentimiento con ese ente... Me sigue molestando. Si nada más me entero que hizo alg-

- ¡¡Ya viene el novio!! – Un zorro amarillo corrió rápido donde todos, haciéndolos correr a sus puestos y desconcertando al erizo joven - ¡Ya viene! ¡Ya viene! ¡Chuck!

- ¡Ah! ¡Si, si! ¡Ya voy! – El mayor corrió hacia el altar, colocándose su toga y sosteniendo un libro en sus manos que casi lo dejo caer por sus torpes y temblorosas manos, sosteniéndolo firme antes de que cayera al suelo.

- ... Silver... ¿Qué estás haciendo con tu vida y con la muerte de ese erizo? – Musito Sonic antes de marchar a su asiento con los demás, viendo de reojo la entrada del paraje donde había sido despejada de los arbustos.



No podía creer que aún estaba en esto. Ya me había hecho la idea donde todos me odiasen por abandonar el asunto de un momento a otro, pero ahí estaba, con unas trenzas florales en mi cabello, con collares y maquillaje en mi cara. Ciertamente me sentía como un payaso, pero por mis amigas, iba caminando hacia el altar mientras ellas cargaban mi cola y terminaba de llegar donde Chuck que haría de padre para bendecir la boda.

Una sonrisa sonsa se posaba en mi rostro, terminando al lado de Chuck para susurrarle algo en el oído, volviéndome hacia todos los invitados.

Amy se había esmerado con la decoración, estaba sumamente impresionado. Los cristales de tenues colores claros flotaban por cada punto del lugar, había pétalos de flores revoloteando en pares cuales mariposas, las hermosas flores de gardenia adornaba los muebles y el campo, incluso llevaba estas en mi melena, terminando de formar parte del hermoso festejo como un adorno. Vi a Amy que ya ni había comenzado la oratoria de la ceremonia y ya estaba con ojos embalsamados de sus lágrimas, siendo consolada por Blaze y Marine a mi lado; no pude evitar reírme un poco, peinando mis cabellos antes de dirigirme al resto.


- Disculpen la demora... Hubo fallas técnicas y gracias a las damas de honor estoy aquí para no arruinar mi propia boda, jajajaja – Dije avergonzado, volviendo con Chuck, asintiendo para que comenzara su dialogo.

Era acogedor, enternecedor todo el momento. Las luces azules de la capa de nieve sobre nosotros le daba un encanto mágico al hermoso prado que era envuelto en el blanco escarcha, meciéndose los copos de nieve y los cristales en el aire como si fuesen plantas moviéndose con el viento, embelleciendo todo, transformando todo en un cotillón lleno de cosas brillantes y lindas. Por muy lindo que era todo, era demasiado para mí, y aun así me encantaba... Era el momento más dulce que había tenido en mi vida y yo... No estaba ahí... No estaba ahí. Mi mente estaba en otro lado.

Soñaba despierto, pensaba volver a la mansión, pensaba en finalmente ser libre de la maldición, deseaba recorrer todo el mundo, conocer todos los rincones de este, conocer todos los idiomas y escrituras, aprender de la gastronomía de cada sitio a donde fuese, saborear la música que traía cada hermoso sitio a donde fuese... Esa sería mi luna de miel...

No estaba escuchando ni pio de lo que Chuck iba diciendo, solo esperaba con ansias que digiera las palabras finales, emocionado y agraciado porque finalmente fuese el momento del beso, a pesar de que sería algo complicado de hacer... Aun lo haría. Moría por hacerlo, aun cuando escuchaba los susurros de todos y sus preguntas al aire de... Donde estaba Mephiles...


- Entonces... - Chuck hizo una pausa, viéndome preocupado por mencionar las dichosas palabras – Entonces... Silver... ¿Aceptas a Mephiles The Hedgehog, para bien y para mal, en salud y en enfermedad hasta que la eternidad misma deje de existir?

- Acepto – Respondí, no pudiendo evitar soltar unas risas luego.

- Emm... - Vio preocupado al resto, dudoso de continuar con la siguiente parte. Vi directamente a sus ojos y asentí con gentileza, animándolo a continuar – Entonces... Mephiles... ¿Aceptas a Silver The Hedgehog para bien y para mal, en salud y en enfermedad hasta que la eternidad misma deje de existir? – Preguntó viendo hacia otro lado, apenado de no ver al nombrado y menos esperando escuchar la respuesta. Mantuve mi cabeza gacha, sonriendo y erizándome por completo por el fuerte calor en mi pecho y la tierna sensación de las palabras, volviendo a ver a Chuck para que continuara, aún más dudoso de lo que sucedía – Eeh... Entonces... Entonces... - Siguió buscando explicación en mis ojos, tan solo recibiendo unas risitas de mi parte y asintiendo otra vez para que terminara – Entonces... Los declaro maridos... Emmh... Pueden... ¿Besarse?...

- ¿¡En donde está el novio!? – Grito Knuckles furioso, reclamando ya harto de estar esperando algo.

- ¡¡SSSHHHH!! – Callaron Las tres chicas que lo mandaron a cerrar la boca. Impotente y regañado, inflo sus mejillas como un niño malcriado.

- Bien, espero que te hayas entretenido por la espera – Dije en voz baja, llevando mis manos a mi pecho y acariciando una pequeña bola de pelos oscura en esta, mostrando a un pequeño erizo que cabía en la palma de mi mano, sacudiendo sus púas y viendo al resto de invitados con ojos somnolientos - ¿Fue un buen suspenso?


El diminuto erizo oscuro asintió con un semblante alegre, quedando sentado en mis manos como un cachorrito, alzando su cabecita y cerrando sus ojos. Le di un pequeño y cuidadoso beso, empujándolo y tumbándolo de espaldas a pesar de mi delicadeza al dárselo, escuchando un bufido molesto de su parte.

Los lloriqueos de Amy se hicieron presentes, sacudiendo su nariz mientras trataba de secarse las lágrimas sin ser suficiente su pañuelo. Blaze ocultaba disimuladamente unas traicioneras lágrimas, aplaudiendo como lo hacía Marine que parecía un juguete de cuerda con platos musicales. El resto solo hacía lo mismo que las chicas, viéndonos atónitos por tal sorpresa, sin poder despegar los ojos del pequeño Mephiles que había sido empequeñecido por haber gastado casi toda su magia.


- Disculpen por no haber dicho nada, él realmente no tenía ganas de dar explicaciones – Dije apenado, acariciando la cabeza de Mephiles con mucho cuidado, escuchando sus pequeños ronroneos mientras lo volvía a sujetar y dejaba en mi pecho – Por favor, comencemos con la fiesta...


Una enorme gramófono reproducía una bonita música de orquesta, dejando a los más despreocupados y confundidos invitados en sus cosas, disfrutando del comedor y de la música mientras que el resto junto con los más pequeños me rodeaban en un asiento, lanzando cientos de preguntas.


- Señor Silver, ¿Puedo ver al señor Mephiles? – Preguntó la pequeña conejita, compañera de Tails, asomándose entre el tumulto de personas, curiosa y emocionada por ver el erizo miniatura – Por fis, seré cuidadosa.

- Por su puesto, pequeña – Saqué a Mephiles de mi mullido pecho, jalando un poco de mi pelaje por no querer que lo sacara – Ten, cuídalo un momento y mantenlo caliente – Ella extendió las manos, recibiendo una bolita de pelo que se enrollo y asomo sus orejas, atentos de la niña, haciendo que los grandes ojos de la pequeña se abrieran más y viera con ternura el ente.

- ¡Es tan lindo y chiquito! – Acarició con mucho cuidado a Mephiles, logrando tranquilizarlo y dejar que le acariciare - ¡Gracias! – Se apartó de nosotros, dejando al resto con sus miradas preocupadas en ella y en el erizo oscuro.

- ¡Necesito una explicación, ahora! – Reclamó Sonic, volviendo a verme.

- ¿¡Como se hizo tan pequeño!? ¿Qué le sucedió? – Tails se puso en el medio, apartando a Sonic que espero a que le respondiera.

- Jejeje... Estuvimos practicando mucho ayer en peleas de magia y se quedó sin nada de energías... Y... ¡Puf! Se volvió chiquito – Dije en resumen, rascándome la cabeza - ¿No es adorable?

- ¡Es una pulga ahora! ¿De qué tiene adorable ahora? – Protestó Sonic, viendo tras suyo como la conejita jugaba con el erizo.

- ¿Pero cuánto tiempo estará así? – Pregunto esta vez Knuckles.

- Puede que un par de días, o eso me dijo – Respondí tranquilo, escuchando las risas de la pequeña coneja.

- Interesante... Puede que incluso haya llevado su energía hasta agotarla casi completa y aun así solo adquirió una forma donde no gastase su energía vital... Aun cuando un mortal moriría en ese estado, el solo cambio de forma para perdurar. ¡Es increíble! – Comentó Tails, haciendo deducción con lo explicado – Y con un periodo de recuperación impresionantemente rápido. Quisiera saber si existe la posibilidad de algo así para un mago con vida.

- ¡Tails! Ven a jugar – Llamó la coneja, tomando la atención del zorrito - ¡Mira es muy adorable! Dejo su barriguita arriba para que se la acaricie.

- ... ¿A ver? – Como si su mente de niño se activara, fue con la conejita a jugar con el erizo que pataleaba de sus patitas por las cosquillas.


Yo y las chicas nos echamos a reír con ternura, dejando a los chicos aun extrañado de la situación, un poco preocupados de lo que le sucedía a Mephiles, viéndose las caras sin saber que comentario dejar.


- ¿Estás seguro de que quiere estar así? Ahora... Entiendo porque decías lo de... Terminar la boda... Qué pena, yo tampoco querría presentarme así – Dijo Knuckles cruzándose de brazos.

- Él dijo que realmente solo quería dormir y comer todo el día... Y me pidió que usara el vestido porque me veía bonito con este. Tengo que admitir que me gusta pero es tan incómodo... - Comenté, divagando con los sucesos de la mañana – Ahora parece una cosa glotona y dormilona, casi un bebe.

- ¿Y si puede hablar? – Volvió a preguntas Knuckles.

- Si, un poco y muy bajo, como un pajarito – Contesté divertido, ya que su voz sonaba igual como un agudo susurro.

- ... Demonios, eso sí es adorable... Pero debe de sentirse mal, mira nada más – Giró a ver al par de niños que jugaban con sus pequeños brazos y lo movían como un muñeco – Parece una mascota.

- Oh, vamos, Knuckles. Apuesto que sería divertido si tú también te transformase así de chiquito – Comentó Marine con una sonrisa burlona.

- Jajaja, Sonic seria el erizito más adorable entre todos – Comentó Amy, viendo con cariño al cobalto que cambio su semblante a uno amargado.

- Ni se te ocurra hacerlo, Amy – Entrecerró los ojos, viendo con seriedad a la rosada.

- Jijijiji, ¿Fue muy obvio mi idea? – Rio coquetamente, subiendo sus hombros con vergüenza.

- Bueno, una cosa es segura – Interrumpió Blaze con voz dura – Silver ganaría en una competencia de erizos miniatura.

- ¡Jajajajajajaja!... No – La vi con una sonrisa forzada, aun ella soñase con la tonta idea, no me atrevería siquiera en imaginármela.

- ¡Oh vamos! ¡Serias tan bonito! Y... - La gatita se acercó a mi oído, susurrando bajo – Mephiles no pararía de consentirte y mimarte.


Y aun tratando de resistir a imaginármelo, la última idea depositada por Blaze me dio lo necesario para ideármelo, sintiendo el fuerte rubor que me cubrió de solo pensarlo.


- Te odio, Blaze – Dije con vergüenza, cubriendo mi rostro.

- ¡Señor Silver! ¡Señor Silver! – La coneja corrió hacia mí, mostrando a un erizo muy malhumorado entre sus manos con todas su púas erizadas en alto – Se molestó de un momento a otro y pincho a Tails.

- Creo que lo exaspere lo suficiente – Añadió Tails, retirándose unas diminutas púas de su pelaje – No dolió, tranquilo. Creo que un arbusto de zarzamoras hubieran dolido más.


El pequeño Mephiles bufo mucho más molesto donde Tails, viéndole retador, agitando todas sus púas hacia él. Tome a la molesta bola de pelo y le acaricie con cuidado de no pincharme, calmándolo un poco antes de darle un pequeño beso en su cabecita, terminando de tranquilizarlo y volviéndolo a colocar en mi pecho.


- Aaawwww, parece como si fueses su mamá – Comentó Blaze, viendo como Mephiles se aferraba o más bien, escarbaba entre mi pelaje para acostarse, deteniéndose de bruces por el comentario que llevo su mirada donde la gatita.

- Claro que no – Dijo con voz baja y molesta – Es un papi sexy.

- Cállate, Mephiles – Regañe, provocando que se riese como una ardilla tonta.

- O puede que si seas una mami sexy, jijiji – Añadió, viéndome con ojos picaros, lo cual respondí en terminar de ocultarlo en mi mechón de pelo y no lo escuchase más - ¡¡Mmh!! ¡Mmh!

- Ignórenlo – Refunfuñé, escuchando las risas de los demás.

- Je, me alegra que siga siendo el mismo – Dijo Knuckles, palmeando la espalda de Sonic – Vamos por unas botanas.

- Jum... - Sonic permaneció con su mirada juzgadora donde mi mechón de pelo, donde salió la cabeza de Mephiles tratando de acomodarse, viendo con fastidio al cobalto, sacándole la lengua en respuesta a su mirada - A mí no me engañas, no me importa que tan chiquito te hayas vuelto, aun sigues siendo peligroso.

- Muy peligroso como para ocasionar cosquillas, si – Respondió el azabache, sacando la trompetilla por completo, acurrucándose mejor y cerrando los ojos.

- ... Pequeña y diabólica cosa – Insultó en voz baja, siendo tomado del brazo por Amy que lo llevo a otro lado.

- Vamos, amor, déjalos tranquilo – Sonic sujetó con más fuerza el brazo de Amy, viendo de soslayo al erizo oscuro antes de terminar de alejarse.


Más calmado luego de ese reto de miradas molestas, suspire, levantándome para ir a la mesa de comida, tropezando con un ave en mi camino al correr rápido hacia mí.


- ¡¡Mephiles!! ¡Amigo! – Bean con lágrimas en los ojos se acercó a mí y saco a Mephiles de mi pecho sin pedir permiso, frotando la cabeza del erizo cansado que quedo hecho una maraña en sus púas - ¡Mírate! ¡Esto es terrible! No solo tuviste que casarte y convertirte en esposo difunto, ¡Sino que también te volviste un pequeño bebe erizo! ¡Todo en un día!


El pobre de Mephiles era frotado con fuerza por la palma de Bean que no era sutil al acariciarlo, casi dándole vueltas al pobre como si fuese un bollo, soltando quejidos muy bajos para que pudiesen escucharlos.


- Bean, ten más cuidado. Lo estas lastimando – Dije nervioso, queriendo tomar al pobre erizo.

- ¡¡Oh, Silver!! ¡Esto es trágico! – Bean salto a abrazarme, apretándome demasiado – Nuestro amigo ahora esta chiquito para beber.

- No lo estoy – Se escuchó del apretujado erizo en la mano del ave.

- ¡Y ni siquiera puede levantar una botella de ron!

- Si puedo – Volvió a responder sin ser escuchado.

- ¿¡Con quien puedo volverme mierda y extrañar la soltería!? ¿¡CON QUIEN!? ¡Buuaah! – Soltó un lamento demasiado exagerado, reposando su cabeza de mi hombro, empapándolo de sus lágrimas mientras se absorbía sus mocos.

- Ya, ya, creo que si podrán compartir un par de copas, pero no llores – Traté de consolar, palmeándole la cabeza.

- ¡Ah! Por cierto. Increíble vestido – Se separó sin alguna lagrima en su rostro, sonriéndome encantador, observándome con un rostro calmado y conservado – Te queda divino, de seguro a Mephiles le encanta – Alzó a Mephiles de su mano, teniendo la afirmación del mismo al asentir – Oh bueno, tendré que servirte unas copas en miniatura amigo – Mephiles agacho las orejas y la cabeza decaído por no poder cumplir la petición de Bean.

- Es una lástima que Mephiles no pueda saborear la comida, sino con gusto bebería y comería algo contigo – Dije un poco apenado, más por Mephiles ya que últimamente tenía más hambre de la usual.

- Pero si puede – Me interrumpió Blaze, acercándose a nosotros – Amy y yo preparamos la mitad del banquete y colocamos nuestra esencia mágica para que Mephiles pudiera probarlo – Las orejitas del nombrado de alzaron en alto, viéndome emocionado y dando brincos desde las manos de Bean.

- ¿Enserio? – Preguntó Mephiles viendo a Blaze que asintió, volviendo su mirada en mí con sus ojitos brillantes.

- ¡Genial! ¡Vamos a comer, Mephiles! – Bean se llevó rápido a Mephiles sin siquiera darme tiempo de alcanzarles.

- Blaze... Gracias por esto... Disculpa por antes decir que la boda se cancelaba, pero...

- Está bien, Silver... Aunque... No fue tan romántico como lo pensé y no se dieron algunos votos de amor como lo planeamos – Blaze llego a mi lado, caminando tranquila hacia donde estaban los demás comiendo – Pero aun así me alegra que estas aquí... Te ves muy hermoso.

- Ppff, no te has visto en un espejo – Dije burlón, viéndola tímidamente – Estas muy hermosa, la madrina más hermosa aquí entre nosotros – Dije en voz baja – Simplemente el morado con blanco te lleva bien.

- Y a ti el negro – Me guiñó el ojo, soltando una suave risa.

- Jajaja, creo que me queda chiquito, jajajajaja – Bromeé, riéndome con más fuerza de lo que podía Blaze.

- ... ¿Estás bien?

- Realmente me lleve un enorme susto... Cuando se volvió tan pequeñito y no podía hablar sino chillar... Pensé que lo había arruinado.

- ¿En serio? – Me vio preocupada, sujetándome del hombro.

- Si... Y aun siendo pequeñito... Me consoló al acariciarme con su carita...


Terminamos donde Bean y Mephiles comían la comida como si nunca se hubiera inventado los cubiertos. Comiendo con las manos y hocico, volvían un desastre la mesa y el suelo, no dejando alimento que no fuese probado.


- ¡Aug! ¡Esta comida sabe muy fuerte! ¡Me gusta! – Comentó Bean, dándole un enorme mordisco a un emparedado - ¿Tu que dices Mephiles?


El pequeño erizo masticaba un pequeño trozo de filete, llenando su boca y manos de salsa agridulce. Con calma paso la comida y se limpió un poco con su lengua, viéndome con una gran sonrisa con mejillas llenas.


- La de Silver es mejor – Satisfecho con la respuesta, volvió a tomar más de la comida, dando varios bocados.


Quise vomitar arcoíris, lo maldito tierno que era me hacía agitar e incitar a abrazarlo hasta apachurrarlo, pero mantuve la calma y le devolví una sonrisa de lo más tonta por su adorable respuesta.


- Sabes... Cuando finalmente pudo hablar hoy, dijo te amo – Le conté a Blaze, viendo aun al pequeño erizo que no había sido suficiente comerse todo un filete solo y continuo con otro tipo de carne – Creo que percibió que estaba preocupado a que quedase así para siempre.

- Aun cuando se comporta como un pequeño niño – Añadió Blaze, riéndose con gentileza.

- Siempre se ha comportado como un pequeño en un cuerpo de adulto... Nunca pudo ser así de joven... Me gusta que pueda expresarse y decir lo que quiere – Sonreí con melancolía, acercándome al erizo sobre la mesa que iba moderadamente terminando su ultimo plato – Oye.


El pequeño erizo voltio, sonriéndome mientras se limpiaba su hocico con su lengua.


- Hay que terminar esta fiesta con algo más tradicional – Dije con un tono juguetón, acercando mi mano al pastel de boda, cubriendo mi dedo de este para luego llenar la cara de Mephiles con la crema de la cubierta – Felicidades amor.


Mephiles se limpió la cara con su lengua y manos, sonriendo juguetón igual y soltando un bufido adorable, corriendo rápido donde la torta, dándole una probada y pidiéndome con su mano que me acercara. Sabía lo que ocurriría, pero de igual modo me acerque hasta tener su rostro frente a él. Él tomo un trozo del pastel y con su manito pidió que abriera mi boca, hizo lo que pidió y me dio a probar, no gustándome el sabor por la cantidad de magia en esta. Se burló con una pequeña y aguda risa, tomando más pastel para lanzármelo en la cara.


- ¡No! Jajajaja ¡Me ensucias! – Retrocedí un poco, evitando las pequeñas salpicaduras de pastel que me lanzaba la pequeña bola de pelos hasta que un gran pedazo de pastel golpeo mi cara.

- ¡Jajajaja! – Se burló Mephiles, tomándose del estómago y riéndose perverso.

- Jajaja, no aprendiste de la última pelea – Arrebate un gran pedazo del pastel y lo lance al pequeño erizo que fue aplastado por este, tan solo viéndose su pequeña patita saliendo de la gran rebanada - ¡Jajajaja!


Otro pastelazo cayó en mi cara, esta vez, por parte de Bean que se echó a reír por la broma.


- ¡Los compadres no se abandonan! – Lanzó otra rebanada de torta, no logrando darme, pero si recibiendo una en su cara de pajarraco.

- No lo hubiera podido decir mejor – Respondió la gatita, sacudiendo su mano llena de crema.

- ¡GUERRA! – Bean tomo más del pastel, lanzándolo por los aires, iniciando así un despelote.


Knuckles y Sonic se unieron con el ave, mientras que Amy y Marine fueron la contraparte, uniéndosele el resto de invitados, lanzándose entre ellos cada cosa que alcanzase sus manos.

Fuera del todo el desastre, tuve que correr bajo la mesa, ocultándome bajo las sabanas, asomándome apenas para ver como todo el mundo terminaba hecho un desastre con la comida. Un pedazo de pierna de pavo cayo frente a mí y seguido el pequeño erizo oscuro que lo tomo con sus dientes y lo jalo hasta quedar a mi lado, devorándose su comida rápidamente.


- Donde quiera que vayamos siempre se hace un lio – Comenté en silencio, viendo entretenido al pequeño erizo que devoraba todo rápidamente - De seguro es divertido para ti.


Asintió con una gran sonrisa, viéndome mientras movía su pequeño rabito. Continuo es comerse por completo la pierna de pavo, sacudiéndose un poco y limpiando sus manitos con su lengua.

Tome un pañuelo que tenía guardado en mi vestido... Ciertamente para darle volumen a mi pecho y que el vestido no pareciera quedar mal. Tome a Mephiles y lo limpie bien, terminando tendido en mis manos, suspirando con fuerza a punto de dormirse.

El ruido de afuera había disminuido, escuchándose las risas y las conversaciones de los demás, preguntando otra vez en donde se encontraban los novios. No pude evitar reírme, escuchando también la risa de Mephiles, acomodándose en mi mano para sentarse.


- Al final somos unos raros que le gustan estar apartados de todos ¿No es verdad? – Le di un par de besitos en su rostro, sacudiéndose y agitando todo su cuerpo, soltando un agudo chillido, pidiendo más – Aah, eres un mimado – Le di unos cuantos besos más, suaves y dulces, dejándolo aturdido porque con cada beso lo tumbaba, quedando mareado por cada empujón – Jajaja, ya debieron de terminar con su pelea, vamos a disfrutar un poco más de esto antes de irnos.


Volvía con todos mis amigos acompañándome a mi hogar, atentos de que nadie nos siguiese y menos los guardias del pueblo. El camino era un tormento, más por mi vestido y mis tacones, tropezando cada vez hasta finalmente llegar a la entrada de nuestro hogar.

Luego de que el sol se había puesto, habíamos presenciado una de las vistas más hermosas en ese invierno. Los últimos rayos del día tocaron la gran capa de hielo del paraje, iluminando nuestro entorno de bellos colores arcoíris, siendo un hermoso show de luces hasta que oscureció del todo, trayendo nuevamente unas luciérnagas que brillaban de colores verdes y azules, enormes a comparación de las ultimas que vi ahí, siendo una hermosa despedida de la fiesta, volviendo a nuestros hogares nuevamente.


- Oooww, Mephiles, prométeme que volverás a tu forma normal – Bean pasado de copas sujetaba al somnoliento erizo de Mephiles, viéndole con mocos en su cara.

- Lo prometo. Y prometo beber contigo hasta la embriagues – Respondió con amabilidad, sacándole una sonrisa al ave.

- Ooow, eres mi mejor amigos, ooohhh, ya me hacía falta un perdido de la cabeza como yo – Restregó su mejilla sobre la cabeza de Mephiles morosamente, riéndose entre hipos cual borracho.

- Vamos, Bean, deja descansar al novio – Dijo Sonic, tomando a Bean de su hombro, sacándolo de su delirio para entregarme a Mephiles.

- Es cierto – Absorbió sus mocos, despidiéndose con la mano – Aun tiene un largo camino para esta noche, jejeje – Se arregló su ropa, sacudiéndose y dando una vuelta completa para volver a ver a Mephiles – Pasa una buena noche con tu marido, jejeeeee, jejejejeje – Hizo gestos burlones, moviendo rápidamente sus cejas, ya suponiendo a lo que se refería.

- Basta, anciano, los incomodas – Volvió a decir Sonic, llevándose al ave del brazo – Pasen buena noche... Descansen.

- Descansen, chicos – Las niñas se despidieron, Amy cargando a Cream, y Blaze cargando a Marine.

- Descansen, no se desvelen, jejeje – Knuckles igual se despidió, cargando de su hombro a un zorro que parecía mucho más que dormido, sino en un plano astral al estar hablando dormido.

- Adiós, Silver, Mephiles. Felicidades por su matrimonio – Dijo Chuck, despidiéndose con un cabeceo e igual su mujer.

- Buenas noches... - Me despedí, abriendo las puertas de la mansión, adentrándome y volando con poco cuidado por los pasillo – Odio usar vestido por tanto tiempo – Me quejé, apresurándome veloz para conseguir el sendero del laberinto.

- Ve a esa pintura – Mephiles señaló hacia una pared a un lienzo de una flor de girasol. Me dirigí a esta y termine de atravesarlo, entrando a la habitación.

- Gracias. Ahora espera aquí.


Lo deje sobre la cama y me quite la ropa camino al baño, dándome una buena ducha, tomándome mi tiempo y saliendo vestido y limpio. Escuche el bajo y agudo llamado de Mephiles varias veces, pero me mantuve ocupado arreglando la ropa y mi pelaje sobre un tocador, finalizando luego de que el erizo ya estaba en mis pies.


- Levántame – Pidió con un gruñido.

- De acuerdo – Lo tome y apenas lo cargue me mordió furioso la mano - ¡Ay! ¿Qué te ocurre?

- Lo siento, estoy molesto – Dijo, tendiendo sus manitas para que volviera a cargarlo, levantándolo y poniéndolo en mi regazo – A la cama.

- Déjame terminar aquí, necesito ordenar mis cosas – Recibí otro mordisco de él, esta vez en mi muslo - ¡Ah! ¿¡Pero que te sucede!?

- A dormir – Reclamó con un bufido, erizándose todas sus púas.

- Okey, abajo – Lo baje al suelo, sintiéndome triunfante al poder tener más control de lo que él tenía, riéndome en voz baja al escuchar sus gruñidos y resoplidos molestos.


La superioridad no duro al volverme a morder en mis pies. Me quejé molesto, dejando mis pies sobre la silla, riéndome de él por no poder alcanzarme, pero rápidamente se deshizo en una pequeña masa oscura, subiendo por las patas de las sillas hasta estar otra vez sobre mis piernas. Por la impresión de su capacidad aun de ser sobrenatural, me incline hacia atrás para alejarme, pero termine perdiendo el equilibrio y caerme de espaldas al suelo sobre la silla, tumbando por inercia a la pequeña bola de pelo a mi cara, mordiendo mi mejilla mucho más furioso que antes.


- ¡¡Ah!! ¡¡Déjame!! – Lo jalé, soltándome y pinchándome con sus púas - ¿¡Que no entiendes que es un no!?

- ... - Gruño molesto, lanzándome esa mirada fría que era opacada por su diminuto tamaño y su carita peluda y berrinchuda – Ve a dormir.

- ... Aaawww... Te juro que... - Me levanté y lo cargue conmigo a la cama – Siempre me pareciste lindo en alguna extraña forma, pero ahora eres una bola de caos adorable.


Bufo fastidiado, saltando al colchón y dando varias vueltas en un punto, terminando en echarse en ese lugar. Viéndome con sus ojos grandes y pupilas redondas.


- Vamos a tener nuestra noche de boda – Estiró sus patitas, tratando de alcanzarme – Ven.

- Jajajaja y explícame como, estoy muy curioso de como piensas hacerlo – Me acosté a su lado, viéndole con una risa entretenida.

- ... Abre las piernas y en algún momento llegare.

- ¡Jajajajaja! Aunque seas bastante bueno, no estoy encantado con la idea – Mostré un gesto un tanto asqueado y divertido.

- Lo sé, a mí tampoco... Pero es un pena... - Recogió sus patitas, volviéndose una bolita – Es mi noche también y no habrá nada.

- Lo lamento... Te lo compensare cuando vuelvas a tu forma – Le di un besito en su cabeza, haciéndolo rodar y quedar de lado.

- ¿Enserio?

- Si – Asentí con una suave sonrisa, sintiendo que el sueño llegaba.

- Entonces ya sabes que hacer – Dijo con mirada entusiasta, acercándose a mi bata, metiéndose bajo de esta.

- ¿¡Eh!? Ah, no... Yo y mi enorme bocata ¡Ay! – Sentí como me mordió con fuerza hasta romperme la piel, comenzando a lamer y chupar – ¿No puedes morder en otro lado sino en mi pezón?

- ¿Y dónde queda lo divertido? – Siguió chupando como si se tratase de un bebe, obteniendo mi sangre y mi magia con esta.

- Te odio, eres realmente como una sanguijuela ¡AH! – Mordió con más fuerza, sintiendo la vergüenza por lo que hacía.

- ¿Cómo?

- Bola de pelos – Gruñí resentido, continuando la molestia en mis botones – No te acostumbres demasiado, pronto volverás a tu forma y no te daré oportunidad por lastima - Dije no queriendo darle mucha satisfacción por lo que hacía.

- Tampoco lo disfrutes demasiado.

- ¡Uy! ¡Que te calles!

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Filosas manos me cubrían, deslizando su corte por mi piel. Hace poco había sufrido por ellas y mi corazón latía de miedo, pero también de gusto. La peligrosa sensación me brindaba una emoción divina, me gustaba, siempre adicto por ello y más al ser cuidadoso y tratarme con cariño, me ocasionaba anhelo de poder ser un objeto de desahogo carnal. Detestaba añorar eso, pero por muy difícil que fuese y luchaba con esto cada día, me gustaba la idea de serlo por él... Tan bueno y cruel, tan dedicado y rudo. El amor es una perra, pero era una buena mascota.


- Mephiles... Ya detente – Me quejé con poca motivación, retorciéndome entre sus brazos para escaparme.

- No seas malo~ - Susurró con perversión, dejando que su áspera y húmeda lengua pasara sobre mí – Aun tengo algo de hambre.

- Te preparare algo, pero por favor... Deja de seguir mordiéndome ahí – Empujé su cabeza, siendo peor al él jalar mi pezón con sus dientes - ¡Mnnaahh! ¡Mephy!

- No quiero dejar de escuchar como suplicas porqué me detenga cuando lo disfrutas tan mal – Otra respuesta más convincente que mis peticiones de que se detuviese – Vamos... Quiero más.

- Tú nunca te cansas. Pasaste toda la noche mordiéndome y no pude dormir bien por tu culpa – Regañé, cubriéndome nuevamente de mí bata que había sido subida hasta mi cuello.

- Pero aquí abajo no oigo quejas – Apretó en mi entrepierna sacándome una risa forzada, aguantando el dolor que tenía desde hace horas apretándome – Vamos, me debes mi noche de bodas.

- Mira... - Me levanté, viéndole con seriedad – Si continuas, les mostrare a todos los dibujos que te hice ayer.

- ¡Espera, espera! – Se levantó rápido, retrocediendo nervioso – No tienes porqué molestarte, amor, solo dime que no estás de humor y-

- Te lo he estado diciendo desde que me despertaste – Lo empujé con mi pie, logrando pararme de la cama con dificultad, caminando a los baños.

- Jajajajaja, aburrido.


Me hubiera gustado que permaneciese más tiempo como un pequeño animalito, por lo menos le daba algo de ternura a sus acciones pervertidas, en cambio siendo completamente él, apenas si podía huir con alguna excusa de por medio de su acoso.

Tenía razón, como siempre, me gustaba todo esto, pero no podía actuar así para él las 24 horas del día por mucho que quisiera, me era sumamente difícil pasar por encima de mi razón, si era así, todo sería esforzado y si trataba de relajarme, volvía a atacar la mi maldición. Nada de esto funcionaba. Lo más cercano que habíamos llegado fue gracias a que fui sugestionado, pero no podía ser así todo el tiempo, tenía que lograr también hacer un avance, no solo Mephiles.

El pobre me veía de reojo sosteniendo sus libros en mano, casi regañándome con la mirada por haber detenido su diversión. Lo siento, amor mío... Pero no había nada que pudiera hacer al tener mi cuerpo tan irritado luego de que tus malditos dientes habían mordisqueado sin parar como si fuese una vaca lechera.


- ¿Te gusto el desayuno? – Pregunté para quitarme su mirada molesta de encima.

- Me lo quitaste esta mañana – Respondió con un gruñido bajo.

- Hablo de tu omelette con pan... - Corregí, viéndole igual de molesto por su respuesta.

- Ah, si... Gracias, amor... - Dijo con un puchero en su rostro, fijando otra vez su mirada en su libro.


Luego de su interrupción de acoso matutino, no había recuperado su actitud amorosa como antes, no dejando de revisar sus libros en silencio, lanzándome miradas furtivas a cada momento. Incomodo, solo terminaba de retocar los bocetos que había hecho de él, riéndome en voz baja por lo adorable y tierno que había salido.

En un principio se negó rotundamente a no dejarme dibujarlo, pero con mucho esfuerzo había logrado convencerlo, recordando luego de mucho tiempo, que me debía una penitencia, teniendo que obedecer, en cambio tuve que usar el vestido de novia; un trato justo para hacer muchos dibujos de él como un adorable erizito.

En un momento a otro, se levantó, tomo una pila de libros y las coloco sobre una mesa, golpeando la misma la cual se agito en el primer golpe como una gelatina, en el segundo golpe que le dio la derrumbo y se volvió a armar rápidamente como un pupitre. Mi temor volvió.


- ¡Amor! ¡Mi dulce esposo! – Me levanté rápido, retrocediendo, viendo como sacaba la regla de una gaveta – A-a-amor... Vamos a seguir en la cama ¿Si?

- Nada de amor. Ven aquí a estudiar – Golpeó la regla sobre el pupitre, escuchándose de ese un chillido como de un perro maltratado, haciendo devolver la mirada del molesto erizo que hizo callar el lamento.

- ¿Por qué no puedo tener a mi esposo y maestro a la vez? – Pregunté mientras caminaba al asiento, sentándome antes de que me castigara con un reglazo en los dedos.

- Porque tu decidiste que no querías a tu esposo hoy – Frotó la regla entre su palma, dejándola sobre el mesón para entregarme un libro – Por ahora hay que reposar tu fluir mágico y no gastarlo como la última vez. Estudia estos libros y dentro de treinta minutos te hare una prueba, vamos.


Treinta minutos, estaba siendo bueno conmigo.


- ¡Si, maestro! – Respondí y comencé a leer rápido, pasando las hojas como una ventisca.


Tomándome un poco más de la mitad del tiempo que me dio, estuve re-ojeando los dibujos y releyendo contenido que me fue interesante.

Puede que el estudio fuese aburrido si pasaba gran parte del día haciéndolo, pero adoraba aprender algo nuevo. Lamentablemente la mirada asesina y los golpes en las manos no estaban como mi ideal de estudio para motivarme a hacerlo diariamente, solo esperaba que aquel erizo que en un momento era amor y en el otro era odio, tuviera compasión de mis nervios.


- ¿Tienes suficiente tiempo para entretenerte? – Me interrumpió en mi vagueo entre las páginas. Le devolví una mirada molesta, cerrando el libro y apoyando mi mentón de mis manos.

- Si, tú mismo me lo diste – Respondí cortante.

- Entonces supongo que estás listo para una prueba oral – Dijo con desprecio, acercándose con regla en mano - ¿Cuál es-

- Pero antes tengo unas dudas... - Le interrumpí, dejando mis manos unidas sobre el pupitre.

- Eh... Está bien...

- ¿¡Los hechiceros pueden tener baritas mágicas!? – Pregunté entusiasmado, reclinándome sobre mi asiento.

- ¿Eh? Pero de que hablas...

- ¡Aquí! – Tomé el libro y mostré una pequeña parte donde explicaba que el hechizo surtía diferente efecto al usarse con una barita mágica - ¡Pensé que solo los magos y brujas podían tener una!

- ¿Pero eso que tiene que ver con lo que te mande a investigar? – Preguntó irritado, agitando la regla hacia un lado.

- En nada, solo tenía esa duda. Así que... ¿Es cierto? – Quedé sentado de rodillas, manteniendo la mitad superior de mi cuerpo apoyado al mesón.

- Si, lo es. Ahora si no tienes dudas sobre lo que estudiaste...

- ¿Tú tienes una barita Mephiles? Digo... - Bromee, deslizando mi dedo índice sobre la mesa, viéndole con ojos coquetos – Además del que tienes ahí abajo...


La regla fue fuertemente golpeada en el pupitre, logrando esquivarla a poco tiempo antes de le diera a mi antebrazo, sacándome un gran susto y logrando espantar mi pequeña picardía momentánea, intento de engatusarlo para olvidarse de pruebas y tareas.


- No quiero que comiences a divagar, erizo. Por tu propio bien, mantente en el estudio – Golpeó la regla en su palma constantemente, lanzándome una mirada amenazadora – Si... Tuve una barita mágica.

- ¿Y qué paso con ella?

- La rompí – Alzó los hombros sin preocupación, despejando la molestia de hace un momento.

- ¿Qué? Y, y, ¿Y no hiciste otra? – Volví a preguntar, viendo con algo de miedo que volviese a esquivar la pregunta con otro regaño.

- Mmmm, no lo recuerdo – Fácil dijo, inclinándose de lado al ver que no saco nada al pensarlo un momento.

- Oh, qué raro de ti – Comenté con sarcasmo aburrido, esperando escuchar una anécdota.

- Bien, si ya no tienes dudas...

- ¿Puedo tener una barita mágica? – Continúe con el interrogatorio, más que todo para distraerlo.

- ¿Para qué? Un hechicero no lo necesita, menos tú. Tengo que admitir con orgullo que tienes un excelente dominio del control mágico sobre todo en como lo controlas para lanzarlo al oponente – Dio como respuesta, relajando el cuerpo al seguir la conversación.

- Pero es porque no hemos practicado con hechizos de lanzamiento, solo en hechizos de área y sellos – Contesté sin aceptar su idea de no poder hacer una barita.

- Bueno... Sería bueno para ti... Sobre todo con tus habilidades de magia mística... - Meditó un poco, tocando su mentón con la regla – Lo permitiré solo para que practiques tus hechizos de lanzamiento. Podría tener potencia sobre todo cuando logres hacerlo con tus propias manos de manera concentrada y directa.

- ¡Si! ¡Hagamos una! – Me levanté desbordando emoción, siendo interrumpido por el raspar de su voz que fue como advertencia, volviéndome a sentar tranquilo.

- Luego de que termines tus estudios básicos... Te entregare los libros para saber cómo hacer una. Supervisare cuando lo hagas y te ayudare a crearla... - Desvió mirada, suspirando lento – Aun recuerdo como se hace...

- ¡Genial! ¡Gracias maestro! – Le guiñé el ojo, contoneando mis hombros, logrando sacarle un leve rubor en su rostro. ¡Si!

- Bien... Que comience el cuestionario... - Se cruzó de brazos a su espalda, viéndome con seriedad. Tome mejor posición, esperando las preguntas - ¿Cuáles son las desventajas de la magia arcaica?

- Es refractaria, se tiene que tener cuidado con cada hechizo usado, pues el equilibrio del poder que hay en esta magia se basa en que todo lo que hagas será devuelto en misma cantidad, diferente forma, como persistencia de la materia a no cambiar y devolver la acción por cometido de karma – Respondí de manera amplia como había investigado.

- ¿Qué hay del daño por actos malignos? – Preguntó con indiferencia.

- Por actos malignos hay mayor daño, pues la acción se devuelve por el doble, dependiendo de qué tan maliciosa fue la intención. La magia arcaica debe ser usada para el bien.

- Ja... Bien, parece que te lo sabes al caletre – Dijo con desagrado, golpeando su regla entre sus manos, ansioso – Entonces espero que tu cabeza sepa resolver problemas... Sí estoy en tierra santa con una población de mortales comunes de aproximadamente doscientos y con un restante de hadas de retóñales del sur de selva ¿Qué clase de enlace herbal puedes usar para evitar daño de las partes?


Sonrió egocéntrico, dejándome taciturno con su maldita pregunta, queriendo extender mis manos para que me golpease y no hacer sufrir a mi cabeza por su problema de mierda que se había sacado del culo. Soltó una baja y suave risa al notar mi molestia al no poder responder rápido, dando la media vuelta, mostrándome la espalda, satisfecho de haberme derrumbado así de fácil.


- ¡Espera! ¡Ya lo tengo! Déjame pensar – Dije antes de que se le subiese el humo a la cabeza, ahora meditando con mis manos entre mis mechones.


Me golpeé varias veces la cabeza con mis nudillos, pensando y recordando sobre las desgraciadas hadas que no me acuerdo que necesitaban y sobre todo en la jodida tierra santa con tan alta cantidad de personas.

¡Desgraciados seas, Mephiles! Por tu arrogancia de mierda ahora mis manos iban a sufrir otra vez. Pero no te daría el puto gusto.

Pensé un poco más, recordando los estudios de hace varios meses sobre lo que provocaba la tierras santas y recordando la especie de hada... Gracias a dios me gustaba recordar siempre los más pequeños y tontos detalles.


- Si son hadas retóñales del sur de selva... Se necesita una poción de marca... Específicamente del tipo de cadáver floral – Respondí asustado, con seguridad, pero revelando miedo al hablar.

- Mmmm, y ya que lo mencionas... ¿Cómo se hace esa poción? – Sonrió de lado, percutiendo la regla en su boca poco homogénea.

- Se necesita canela y vestimenta de un muerto nativo de tierra santa. Se prepara con resina fresca, en un gran caldero junto con la canela quemada hasta desintegrarse... ¡En fuego fatuo! Luego se añade la vestimenta del muerto, que preferiblemente haya sido de algún líder o hechicero. Luego de tener listo la poción de cubre todo lo material que no haya sido natural del lugar... Es una tregua entre las hadas al bendecir el lugar y ser bienvenidas con su magia y así no permitir que los mortales sean consumidos por su hambre – Respondí sudando hasta por la espalda, esperando que aceptara mi explicación.

- ... Bien... - Dijo sin estar convencido, dándome esperanzas de que tendría que conformarse con mi respuesta - ¿Y por qué no...? – Continuó, haciéndome aguantar el aire en mis pulmones - ¿Una poción de conmoción persuadida?... Dura más y es más fácil de preparar – Dejó su pregunta, con una maldita sonrisa de mierda, de seguro para aplastarme.

- ... Porque – No me dejaría golpear por él, no hoy, seria yo quien tomaría la regla y le rompiera los dedos – Es una poción de manipulación, las hadas retóñales del sur específicamente son inmunes a estas y lo tomarían como un acto de odio y atacarían a los mortales comunes.


Lo tumbé de su pedestal mental, admirando su rostro apático por haber respondido bien a todo, ahora siendo yo el que tenía el ego más alto que sus feas orejas. En tu cara, amor mío.


- Buena respuesta... ¿Qué tal si aumento el nivel a mis preguntas? – Golpeó fuerte su mano con la regla, embozando una gran sonrisa perversa, no dejándome intimidar ni un poco.

- Pues sería un reto, en realidad – Respondí confiado, cruzándome de brazos y de piernas, atento a lo que fuese a preguntar.


Resoplo entusiasmado, doblando la regla a casi a querer romperla, ocultando sus labios para no mostrar su respuesta anticipada por sus expresiones.

Como si fuese un concurso, respondía a cada cierto tiempo, no equivocándome ni una sola vez, incluso cuando me hizo dudar varias veces al negarme la respuesta adrede para hacerme dudar, pero ya lo había hecho antes, y así como cuando usaba mucho el mismo hechizo y no surtía más efecto, ocurría igual con su técnica; aun si fuese a errar, persistiría con mi respuesta sin dudar, la cual eran correctas. Podía decir que me sentía totalmente experto a todo el cuestionario, estando tan confiado que sentía que pronto se le agotarían las preguntas, sobre todo al verlo rabioso con sus ojos filosos, apoyado de sus manos a un escritorio, viéndome directamente a los ojos como un águila esperando a que su presa saliera de su escondite para atraparlo.

Sonriente y presumido, mantenía mis pies sobre mi pupitre, totalmente calmado por cualquier problema que me plantease, pensando por un momento si el inexperto maestro no supiese realmente algo más para hacerme lloriquear en que no me reprendiese.


- ¿Entonces? – Sonreí haragán, echando mi cabeza hacia atrás - ¿Es todo lo que se te ocurre? ¿Maestro?

- ¡Silencio! – Gritó furioso, haciéndome tragar la lengua por si quisiese desquitarse a pesar de que no había errado.

- Admítelo, anciano, no hay nada que no sepa. Vamos, ponme una difícil, con muchos problemas así y con un montón de seres complicados, incluso ponme un demonio como cerecita del pastel y te lo responderé en menos de diez minutos – Dije con mi más presumida sonrisa, con todos los gestos ególatras que me sabia para hacerlo molestar más – Creo que me merezco un premio por lo menos... ¿Un besito?

- Un beso de mi zapato vas a tener si sigues así – Contestó sin paciencia alguna, alzando sus hombros en alto.

- Bueno... Seria tu pie en todo caso... No tienes ropa puesta...

- ¡Silencio, dije! – Golpeo su regla en su escritorio, rompiéndola en dos y dándose cuenta cuando quiso golpearla con su mano, molestándose aún más por eso.


Las risas traicioneras se hicieron presentes en mí, cubriéndome la boca por ver cómo iba en busca de la parte rota de la regla que había salido volada al otro lado de la habitación, lanzándome a cada momento ojos fríos y asesinos, de seguro queriéndome dar una bofetada por mi insolencia, pero tenía que admitir que me reiría aun así por ver lo malhumorado que estaba.

Volvió a unir las partes, viéndome de lado, tratando de retomar la paciencia que había sido agotada. Reposo su cuerpo en el borde de su escritorio, pasando su vista a los libros acumulados en pila en el suelo, manteniendo su mirada fija ahí por un buen rato, haciéndome pensar por un momento que se había ido a algún rincón de su mente, pero no, volvió mucho más rápido, viéndome con seriedad.

Se incorporó con elegancia, aparentando esta vez mucha más confianza de la normal. Volví a tomar una postura más atenta, viéndole con dudas por si había llegado algún problema a su cabeza que yo no pudiese resolver.

Recobro su compostura, pero pasó a sentarse sobre su escritorio, relajando su cuerpo, suspirando cansado como si ahora se hubiera aburrido. Se rascó la mejilla, agitando su pie inconscientemente y volviendo a fijar sus ojos en mí.


- Tengo que admitir que me alegra que sepas responder de forma segura y acertada... Yo ya me hubiera cagado en mis pantalones a tu edad si mi padre me hubiera hecho las mismas preguntas – Comento, apoyando sus brazos sobre sus piernas, inclinando su cuerpo delante.


No sabía de dónde venían esos halagos, tal vez quería derrumbarme desde muy abajo. Me mantuve serio y firme, cruzándome de brazos y viéndole desconfiado.


- Bueno, ¿Qué te hacia tu padre que te hacia cagar? Para ser sincero no estas siendo un maestro amable, pareces la mierda conmigo, la verdad – Respondí sin nada de delicadeza, haciéndolo reírse de mi comentario.

- Jajaja, si... Mi padre me jalaba la piel con ganchos de pesca e hilo encantados para que escribiese en mis apuntes lo mal y mediocre que era con mis propias manos – Respondió entre risas, pareciéndome el chiste de muy mal gusto.

- Jajajajaja, enserio... ¿Que te hacia? – Insistí, viéndole molesto, pero el mantuvo su expresión igual sin decir más - ... ¿Es enserio?

- ... Decía que tenía que ser como un muñeco en el estudio, como un títere que hiciera y digiera lo que él quería, así podría ser un mago perfecto... - Se frotó las muñecas, mostrando una sonrisa amarga – Fue así los primeros años de estudio hasta que mi madre salvadora obligó a mi padre a que cediera mis estudio a mi maestro Finitevus...

- Oww... Supongo que el golpe de la regla fue mucho más adecuado entonces... - Noté la verdad de sus palabras, preocupándome entonces de su cambio de actitud.

- Si, sobre todo porque mi padre clavaba el anzuelo entre mis arterias y a veces las rompía, jajajajajaja – Se echó a reír de forma dolorosa, provocando que un horrible escalofrío atravesase hasta la última fibra de mi cuerpo.

- Lo siento... De verdad...

- Está bien... - Se rascó la nariz, viéndome de lado con un rostro pacifico, inclinando su cabeza para verme de manera juguetona - ¿Por qué esa cara? Tengo entendido que tus padres también fueron un poco mierda contigo.

- No a ese extremo... Mi padre solo fue alguien totalmente indiferente conmigo, nada más se rendía conmigo si no podía hacer algo como el esperaba y eso era todo – Alcé mis hombros, despreocupado, agachando la cabeza al recordarlo – Es como si no esperara nada de mí. Decía que no era lo suficientemente hombre para lograrlo...

- Eso es igual de malo...

- Oye, ¿Estamos haciendo un cuestionario de magia o en un concurso de quienes tienen a los peores padres del mundo? – Le interrumpí, no estando de ánimos de hablar del tema.

- Solo quiero distraerme, me tienes estresado todo el día – Contestó seco con una mueca en la cara.

- No eres quien para decirlo, el que recibe el golpe soy yo.

- Bueno... - Golpeó la madera de su escritorio con sus garras, manteniendo los ojos cerrados para no iniciar una discusión – Solo quiero decir... Que igual sufriste. No importa quién lo hizo más o por más tiempo, el resultado es igual... Te vuelve una persona difícil de tratar... Difícil de confiar... Difícil de querer... Fueron muchas cosas por lo que estamos juntos y esa es una de ellas. Me cuesta admitir que ese trato injusto que recibimos fue también importante para estar juntos ahora.

- Tienes razón... - Desvié mirada, algo incómodo por admitir lo mismo – Pero...

- Esto tiene que ver el por qué mi trato hacia ti en tus estudios – Se levantó, caminando lentamente hacia mí – Quiero surgir en ti un fuerte impacto. El estrés activa las señales corticales del cerebro y manda una señal al hipotálamo, centro donde se recolecta la memoria – Señaló su cabeza, ahora dándome una clase de ciencia – El dolor y la recompensa ayuda más rápido a que el individuo aprenda de su error y de sus triunfos. El estudio es una forma de aprendizaje más sofisticado que tener que aprenderlo en carne propia en la práctica. Errando, errando, fracasando para aprender, involucrando incluso dañar gravemente o perder la vida para tener el conocimiento adecuado, el estudio no otorga ese riesgo, por eso me aferro a la práctica del palo y la zanahoria.

- Se te olvida que no soy un cavernícola que aprende a lo bruto como lo hacían en tus tiempos – Dije molesto, sobre todo por mencionar la estúpida zanahoria.

- Aun así hemos conseguido estimularte lo suficiente como para sentirte muy capaz en cada respuesta que me has dado.

- Bueno, si...

- Y te sientes totalmente satisfecho al verme frustrado al saber que no puedo tumbar tu confianza.

- Okey... Esto va a algún lado y le estas dando muchas vueltas. Ve al asunto – Dije brusco, acomodándome en mí asiento, viéndole con fastidio por estar adornando todo a algo que era sospechoso. Alzó su dedo índice en alto tomando rápido atención a ese punto.

- Déjame demostrarte cómo funciona este método de estudio a mayor escala y si no lo logro... Lo haremos a tu manera – Dijo fácil y sin demorar, volviéndose a cruzar de brazos atrás – Tengo una última pregunta, que debes de contestar si has puesto atención a cada línea de cada libro que te he dado.

- Aja... Se leer bien las letras pequeñas, Mephiles, al igual que escucharlas. ¿Cómo es ese método de estudio a mayor escala? – Dije fatuo, notando como se dibujaba una sonrisa en su rostro casi inexpresivo.

- Mayor recompensa, mayor castigo. Así – Dijo contento, dejando su cuerpo totalmente firme y rígido – Tu recompensa será mayor al acertar y tu castigo será más doloroso al fallar – Volvió a golpear su regla en su mano, viéndome con rostro inexpresivo - ¿Entiendes?


Retrocedí en mi asiento, temiendo a la mirada de él y a la impotente regla que ya le tenía odio. Resoplé molesto, siempre siendo acorralado de algún modo por el erizo oscuro que buscaba la satisfacción de estar en lo correcto en todo lo que le importase, logrando hacerme sentir diminuto y sin opción por su retención de mí libre albedrío.


- Si logro derrumbar tu teoría me dejaras de golear con tu puta regla entonces ¿No?

- Exacto.

- ¿Desde cuándo das tantas vueltas para una apuesta? – Me quejé, levantándome de mi asiento por tener el trasero entumecido.

- Desde que perdí la última vez – Respondió con una trompetilla, haciéndome reír un poco.

- Oh, bueno, te lo dejo pasar... - Me froté el mentón, pensándolo un poco y viendo hacia Mephiles con una sonrisa más apacible, sobre todo porque moría de ganas por ver su rostro frustrado otra vez – Está bien. Trato.

- Perfecto – Dijo alzando su pecho en alto, notando como su cola se agitaba – Te sugiero que leas un poco antes de que te haga la pregunta.

- Vamos, Mephiles. He respondido a cada pregunta de meses de estudio, incluso de hace más tiempo y recuerdo todo, no me saces tu desconfianza de por medio. Dame la respuesta que mis dedos ya quieren agradecerme – Dije molesto, zapateando rápido el suelo con mis talones.

- Bien... - Hizo una pausa, cabeceando un poco antes de tomar aire – ¿Qué forma hay de que...? – Se mordió el labio inferior, pensando un poco al llevar la mirada hacia arriba – ¿Un dragón de tizne logre alcanzar su etapa de metamorfosis al estar en un ambiente frio y húmedo sí en el periodo de desarrollo fue envenenado con plata?


Titubeé un poco, volviendo a recordar mis estudios sobre las costumbres que tenían la mayoría de hechiceros a adiestrar dragones especiales para obtener materiales únicos de sus desechos. Pero...

Nada venía a mi mente.

Pase mucho tiempo pensando, tratando de hacer memoria, de volver a mis recuerdos donde leí ese bendito libro que hablaba sobre el desgraciado dragón de tizne... Pero no había nada sobre eso en aquella lectura, nada.

Levanté la mirada donde Mephiles, queriendo volver a escuchar la pregunta, pero una sonrisa bochornosa me esperaba ya en su cara, sabiendo que no tenía la respuesta ni por muy cerca que quisiera.


- N-No. ¡No puedes darme preguntas sobre cosas que no he estudiado aun! – Protesté molesto, escuchando unas risas socarronas de su parte.

- Oh, mi querido Silver... Eso ya lo sé, no soy un tramposo – Contestó, llevando sus manos a su cintura, no apartando su mirada triunfante – En ningún momento te he puesto alguna pregunta de algo que no hayas estudiado. Puedo jurarlo... Al menos... - Rodó los ojos a un lado, pasando su expresión a una seria mientras se frotaba el mentón – Que no hayas querido leer todos tus libros de estudio...

- ¡Eso es imposible! ¡Mientes! Me he leído todos mis libros de estudio – Contesté furioso, dispuesto a demostrar que era un tramposo.

- ¿Enserio? – Se giró dónde estaba la pila de libros que había visto hace poco, manteniendo su mirada ahí – Desde aquí puedo ver el libro que tiene la repuesta a mi pregunta en un solo párrafo.


No pude creerlo al solo escucharlo. También dirigí mi mirada a la pila de libros, leyendo un montón de títulos en los dorsos de cada libro que podía alcanzar a ver, aun sin poder reconocer uno en específico que no haya leído, pues no todos alcanzaba a reconocerlos.


- Eso no prueba nada, pudiste colocar un libro cualquiera que no haya leído – Di como excusa valida, apretando mis puños por la impotencia que me traía aquel abusador erizo.

- Oh, puedo probarlo... Puedo probar que no leíste todos tus libros, querido alumno – Caminó hacia la gran torre de libros, tomando uno en específico. Se dio la vuelta, mostrándome la portada totalmente en verde del libro, no reconociendo en nada aquel libro – Este... ¿Lo recuerdas? ¿El que descartaste?

- ¡Estas mintiendo! ¡Jamás había visto ese libro en mi vida! – Alcé mi voz, rabioso a más no poder, siendo demasiado descarado por seguir sonriendo.

- Claro que sí, no lo recuerdas porque... - Abrió el libro y me mostro la primera página...


Me ahogue en mi propia saliva, ahora recordándolo y quedando espantado por ver su comprobación ante la verdad que estaba diciendo hace un momento...

Ahí claramente decía: Poemas clásicos del gran Berdlomus el grande de dragones...


- Este libro de poesía te lo di con los otros libros, no solo para que disfrutaras unos de los más hermosos versos de amor y fantasía de este gran mago... Pero no leíste al ver que se trataba de poesía. Suponiendo que llego ahí por error ¿Quizás? - Negó lentamente con la cabeza, alzando mirada llena de compasión en sus ojos – Tiene contenido sobre la crianza y cuidado de los dragones... Pues... Berdlomus amaba a sus dragones, y precisamente quiso que sus poemas se hicieran famosos... Por eso uso su conocimiento tradicional sobre dragones para conseguirlo – Paso las páginas con cuidado, abriendo más los ojos específicamente en una – "El zafiro no puede ser más que azul, con tu dulce y bello arrullo, no pides más que un poco de fe para el mal clima. Con toda mi enseñanza, cosecho tu suspirar en un caldo de dolor al traspasar la espina de un fruto oscuro por tu escama azul. Más tranquilo...Mañana serás una nueva flor".


Me entrego el libro en la página, no creyéndomelo aun y volviendo a leer esa parte... Queriendo morir al ver que no mentía...

Cerré el libro y lo apreté con mucha fuerza entre mis manos, ahogando un gruñido molesto por haber perdido luego de tanto una de sus preguntas.


- Bueno, no fue tan malo ¿O sí? – Dijo animado, haciéndome verle – Solo fue una respuesta incorrecta... Claro, un gran error quererte saltar incluso tus clases de literatura solo porque no te gusta la poesía, pues te costó el doble porque también había clase de magia en esta. Está bien, a cualquiera le hubiera pasado, Silver – Su sonrisa creció, cerrando los ojos de manera carismática, acercándose lentamente a mí – Aun te queda demostrar que mi método es inútil, así podrás ponerme en mi sitio y tú serás el alumno estrella...

- D-de, de acuerdo... - Mi respirar se entrecorto por los nervios, estirando con miedo mis manos hacia él, cerrando con fuerza mis ojos para esperar el dolor que venía.

- No, no, no – Dijo bajando mis manos, dejándome confundido hasta que llevo la regla bajo mi mentón, haciéndome elevar la cabeza para verle directamente – Quítate los pantalones – Susurro de forma filosa y amenazadora.

- ¿¡Q-qué!? – Quise alejarme, pero el miedo me mantuvo inmóvil, sobre todo por tener la regla muy cerca de mi rostro.

- Retírate los pantalones, ahora – Volvió a decir, no titubeando su peligrosa mirada hacia mí – el castigo a aumentado de nivel.

- ¿Qué pi-pi-piensas ha-hacer-er-me? – Pregunté con miedo y vergüenza, empezando a temblar por ya haberme colorado por aquella orden.

- Castigarte, por supuesto – Respondió cortante, inclinando levemente la cabeza como si estuviera evaluándome.

- ¿¡En donde!?

- No lo volveré a repetir, al menos que quieras un castigo peor – Acercó un poco más su rostro, revelando una mueca molesta que enseño sus caninos filosos.

- ¡Está bien! ¡Está bien! – Me desabroché rápido mi pantalón, bajándome todo y alejando la prenda tan solo un poco con suma pena, notando por el rostro de Mephiles que no deseaba ver así la ropa tirada – Eres un malvado ¡Un malvado! –Luego de doblar mi ropa, lo deje sobre mi asiento, no sintiéndome tan avergonzado al tener mi camisa cubriéndome parte importante de mi desnudez.

- Muy bien... - Se agacho un poco, y de un empuje sobre mi abdomen con su hombro, termino montándome sobre este, caminando a la cama.

- ¿¡QUÉ!? ¡Mephiles! ¡Suéltame! ¿¡Que mierdas vas a hace-


Un fuerte golpe que retumbo en casi toda la habitación me hizo callar del dolor, sintiendo el ardor quemante en mi glúteo izquierdo. Grite por el dolor, cubriendo con mis manos mi trasero, temblando sin control al saber a dónde iba esto.


- Mephiles, por favor, no, eso no – Sin importar lo que dije, se sentó y me coloco sobre sus piernas boca abajo, sujetándome de mí colita - ¡No! ¡No!

- Has silencio. Aceptaste esto – Dijo con dureza, jalando con fuerza mi colita, teniendo que levantar mi trasero para evitar el dolor de su tirón.

- ¡Ah! ¡Volviste a hacerlo! ¡Enredaste todo y me engañaste para hacerme esto! ¡Tramposo! ¡Manipulador! – Me fui agitando, queriendo huir lo más lejos posible, pero sabía que eso sería inútil.

- Respuesta correcta... Creo que hoy estas en una buena racha – Subió mi camisón, dejando totalmente expuesto mi retaguardia. Con la regla presionó ambos glúteos, sintiendo el calor de su arma al haberla estado sosteniéndola entre sus manos con ansias de hacerme esto – Pero tu propia arrogancia acabo contigo. Incluso te di la oportunidad de volver a estudiarte todo y lo pasaste – Su mano paso sobre mi cabeza, acariciando mis púas con cuidado, dándome un poco de consuelo, pero apenas deje de sentir la regla presionando supe que venía el dolor.

- ¡¡AAHH!! – Esa vez el golpe fue peor, temblando horriblemente por que volviese a golpearme – No, no, por favor...

- Eres un mal, mal, mal alumno... - Musito de forma lenta, continuando sus caricias en mi cabeza – Malo – Otro golpe fue dado en mi posterior, tratando en no gritar pero no resistiendo lo suficiente y lloriqueando un poco luego de este – Un mal niño... - Volvió arremeter, dando esta vez más abajo en mis piernas.

- ¡¡Aaahhh!! Mephiles, por favor... Ya no más – Pedí temeroso, siendo golpeado de inmediato - ¡¡AAHHHH!! ¡Por favor!

- Tienes que aprender tu error... - Su otra mano acarició más mi cabeza, detrás de mí oreja y en mi mejilla con cuidado, palmeándome la misma sutilmente – Y aceptar tu recompensa bien.

- ¿¡Que recompensa!? ¿¡De que mierdas hablas!? ¡¡AAHH!! – Volví a ser golpeado, sintiendo el calor en mis glúteos por los azotes.

- Repite después de mi... - Vi de lado como alzo su mano, viéndome con mucha seriedad – No debo saltarme mis libros de estudios – Bajo rápido, golpeándome otra vez, dejando la regla afincada de mi piel adolorida.

- ¡¡Ahaaha!!... No debo saltarme mis libros de estudios...

- No debo reclamarle a mi maestro – Volvió a golpear con mayor fuerza.

- ¡¡AAAYY!! Uuh... No debo reclamarle a mi maestro – Lloriqueé, apretando las cobijas de la cama con mis manos a ese punto, sintiendo su mano acariciar con suavidad mi cabeza.

- No debo ser desobediente – Golpeó otra vez en mis piernas, sintiendo que había roto piel.

- ¡¡AAHG!!... Ah... No debo... Ser desobediente...

- No debo decirle mentiroso a mi maestro.


Volvió a golpearme, continuando en soltar un grito.


- No de-debo decir-irle mentiroso a mi ma-maes-tro... - Temblé hasta el hablar.

- No debo protestar en clases.


Un golpe rápido, cortante, sentí como la sangre caliente salía de mi piel, ardiendo sobre mis glúteos, no pudiendo aguantar mis lágrimas.


- No debo... Pro-protesta-tar en clases... - Seguí repitiendo, esperando a que terminara ya, pero más caricias recibí de su parte, escuchando su transpirar tras mío.

- No debes... Hacer molestar a tu maestro – Siguió acariciando mi cabeza, deslizando su mano hasta mi espalda, provocando que me erizara, terminando con eso al golpearme otra vez en mis dos glúteos.

- ¡¡AHAAA!! – Ese último golpe no se sintió como los demás, preocupándome un poco por si había dañado de más – No debo hacer molestar a mi maestro...

- Bien... - Acaricio un poco más, dándome unas palmaditas en mi cabeza, arrullándome suavemente con su voz – No debes escapar de tus deberes... Aguanta pequeño – Advirtió antes de golpear fuerte.

- ¡¡AHH!! – Jadee, costándome resistir por tanto, pero siendo impresionado por aun sentirme en la capacidad de continuar – No debo escapar de mi deber... Maestro...

- Así es... - Recibí más caricias en mi cabeza, haciendo tambalear mi cabeza de un lado al otro a donde movía su mano para seguir recibiendo sus caricias – Debes ser un buen alumno – Golpeo de un solo lado, haciéndome agitar.

- ¡¡Ah!! Debo...Ser... Un buen alumno... - Dije con esfuerzo, no logrando contraer más mis músculos por cada golpe que me daba.

- Debes ser un buen chico... - Sus garras pasaron por mi espalda, sacando un gimoteo de mi parte al provocarme escalofríos – Repítelo.


Otro golpe... Y esta vez, mi grito de dolor fue mesclado confusamente con un gemido.


- ¡Aah!... Ahhhh...Debo ser un buen chico – Una familiar sensación volvía a mí, disminuyendo un poco el dolor.

- Eso es, lo estás haciendo bien... - Sus caricias se hicieron más devotas en su trabajo, relajándome y tranquilizando junto a su voz – Haces sentir a tu maestro orgulloso. Ven... Ya no te pegare más con la regla – Dijo para animarme, sintiendo ya el fin de mi tortura pero fue erróneo al volverme a golpear esta vez con su mano – Debes ser un niño obediente.


- Mnnhhaa... Debo ser un niño... Obediente – Me estremecí. El dolor disminuyo significativamente, pero seguía doliendo por estar herido, pero aun así... Me sentía bien.

- Debes obedecer a tu maestro – Azotó fuerte, apretando mi glúteo con sus garras.

- ¡¡Aaahha!! – Me retorcí, sobre todo al seguir sujetando con brutalidad mi piel irritada con sus garras, siendo apaciguado por más caricias – Debo obedecer... Obedecer a mi maestro...

- Buen chico – Se inclinó y beso mi cabeza, acariciando mi mejilla con suavidad – Me haces sentir orgulloso... ¿No te alegra? – Soltó un poco mi trasero, apretándolo y soltándolo una y otra vez.

- S-si... - Respondí con dudas, sintiendo una molestia abajo, avergonzándome el hecho de que empezara a endurecerme por el daño que me hacía – Mmgg... ¿Ya terminamos?

- Aun no, pequeño... Aguanta un poco más... se bueno y recibe bien tu castigo... Y tú recompensa.


Golpeo varias veces seguidas, rápido, fuerte, sin siquiera darme una frase que repetir, teniendo que soltar gemidos y groserías por el dolor que comenzaba a transformarse en placer.


- Debes ser bueno...


Sus golpes dejarían marcada mi piel, apostaría que ni siquiera permanecerían rojas mis pompis luego de tanto azote, con su fuerza bruta quedaría un morado por lo cruel que era... Quería que quedaran de ese color... Así recordaría lo bien que se sentía recibir mi castigo.


- ¡AAH! ¡Mierda! ¡Ahh! Aaahhaaa... Debo ser bueno... - Repetí con dificultad, no dejando que las palabras se escaparan de mi cabeza.

- Debes ser lindo y obediente – Apretó con furia mis glúteos, clavando sin cuidado sus garras en esta.

- ¡¡MNAAAAH!! ¡DUELE! ¡DUELE! – No me moví mucho a pesar de como dolía, solo temblando y gimiendo descontrolado – ¡Debo ser lindo y obediente, lindo y obediente! ¡Por favor!

- Jajajaja, eso, eso. Buen chico – Me apremio con más caricias y besos en mi cabeza, ya no logrando centrarme bien a ese punto – Mira nada más... Estas muy duro aquí.

- Pe-perdona, maestro... - Dije de ante mano, esperando que no arremetiera el daño ahí ahora.

- Que adorable. Esta goteando una linda pre-corrida – Sus dedos apretaron y jalaron mi parte, provocando que me removiera sobre él, tratando de detenerlo de seguir - ¿Qué ocurre? ¿No te gusta? – Empezó a masturbarme, sujetándome de mi cabello.

- ¡Aah! ¡Mephiles!

- Ah-Ah – Se detuvo y me golpeo dos veces, provocando que gimiera adolorido y excitado – Maestro. Ahora no estoy siendo tu esposo.

- Maestro... - Me giré para quedar boca arriba, levantando un poco mis piernas para no ocultar mi trasero – Puede seguir masturbándome y golpeándome así... Por favor...

- Oh, pero que buen y obediente chico tengo aquí – Fui azotado varias veces por su mano, sintiéndose placentero cada golpe mientras más me masturbaba y me sonreía de esa forma tan lujuriosa – Eres un buen chico~


Finalmente conseguí un respiro para mi mente agobiada. Quería que continuara así por más tiempo, quería ser suyo con tantas ganas que dolía más que los golpes, revolcándome en sus piernas y gimiendo desesperado por que continuase mucho más.


- Maestro ¡Mnah! ¡Quiero más! Que me toque más ¡Por favor!


No me dejo hablar más, arremetiendo muchas veces, golpeándome con su mano cada glúteo como un castigo. Se relamió los labios, jacto de verme suplicar y gimotear entre lágrimas, gozando inconcebiblemente del daño que me hacía sin piedad alguna.


- ¿No habías dicho que no podías reclamarle a tu maestro? – Preguntó con voz severa, volviendo a tomar la regla, frotándola sobre mi muslo suavemente.

- E-es cierto. Pe-perdón, maestro... – Mi error no fue descartado, siendo golpeado con la regla dos veces por cada pierna - ¡¡AAHH!! ¡Perdone, maestro!

- Jejeje, está bien... Es normal equivocarse ¿No pequeño? – Me acarició la mejilla, respondiendo en restregar mi cara sobre su mano con fervor, asintiendo con un suave gemido - ¿Quieres ya toda tu recompensa?

- ¡Si, maestro, por favor!

- Muy bien – Me cargó y me dejo completamente acostado en la cama, alzando mis piernas con sus manos, observando mi trasero marcado y temblando – Bien... Quiero que repitas cada frase que has dicho como lección... Si te equivocas te golpeare más fuerte, y si respondes bien... - Se agachó hasta quedar frente a mi pene recto, pasando su larga lengua desde la base hasta la punta – Le daré una lamida a tu pequeña parte ¿Está bien?

- Si, maestro – Respondí alegre, amando ese juego tan pervertido en el que me había arrastrado – No debo de reclamarle a mi maestro.

- Buen chico – Dio una atrevida lamida desde mi glúteo hasta mi pene.

- Aahaa... No debo de saltarme mis libros de estudio... - Me estremecí por su siguiente lamida, dando un chupete a la punta de mi pene – Oh, haaaha... No debo ser desobediente... ¡Mmngaa! – Apretó con sus manos mis muslos, chupando mis testículos como si fuesen caramelos – Aahaa... No debo... No debo...

- Vamos, piensa bien~ - Me animó, masajeando con fuerza mis piernas.

- No debo de decirle mentiroso a mi maestro – Dio una rápida y corta lamida en la circunferencia, meneando su cuerpo ansioso por que siguiese así – Mmh, no debo protestar en clases – Deslizó lento su lengua, pegando sus labios a mi tronco hasta el final y chupar un poco mi glande, sin dejar de apartar su mirada picara - ¡Aaahaaaa! ¡Oh! Maestro... Mmhh, muchas gracias – Se detuvo, sonriendo de lado, deslizando sus garras hasta llegar a mis testículos – No debo hacer molestar a mi maestro.

- Así es, debes mantenerme contento – Chupó un poco más, absorbiendo y soltando para dejar escapar mis pelotas de sus labios.

- Aaaaha... Ah, maestro... Debo ser un buen estudiante – Trataba de hacer memoria, lográndolo solo porque aumentaba su atención en mi virilidad, tentándome... Tan solo... Un poco la idea de que me reprendiese de nuevo – No debo escapar de mis deberes... - Se llevó por completo mi pene, saboreándolo, masajeándolo con su lengua, dándome un fuerte escalofrió que recorrió mi espalda, acercando más mi llegada - ¡Aaaah! ¡Mhaaa! Debo... Debo ser un buen chico – Sus manos fueron acariciando mis piernas, relamiendo mucho más mi pene, cubriéndolo completo de saliva para luego volver a chupar mis testículos – Debo... Debo pedir más...

- ¿Mh? Eso no es correcto – Levanto una de mis piernas, y golpeo con fuerza.

- ¡Aahaa! Aahhhh. Lo siento, maestro – Sentía mis glúteos arder, provocándome un pesado calor en todo mi cuerpo. Necesitaba una poco más de ese dolor.

- Vamos, concéntrate – Dijo con cariño, tocando mi parte con su nariz, dándole leves empujones con su hocico.

- Ahhhhh... Era... Debo ser un niño obediente...

- Bien – Dio una lenta lamida, produciendo un sonido con sus labios y boca al lamerme.

- Nnhaaan – Suspiré aliviado, temblando un poco por cada toque que hacía, el contacto con mi miembro era tan dulce y cuidadoso, pero... Quería que me provocase más... - Debo ser un... Bonito erizo...

- Silver... - Masculló con decepción, alzando mis piernas y levantando su mano en alto, dándome dos golpes en mis glúteos, respondiendo con fuertes gemidos – Sabes que eso no es lo que tienes que decir... ¿Acaso estas disfrutando más de tu castigo que de tu recompensa? – Sonrió perverso, acercándose a mi rostro.

- Aaha... Creo... Que si, maestro... Lo lamento – Me disculpe con pena, no pudiendo dejar de sonreír de manera desvergonzada hacia su seductora mirada.

- Que declive... No puedo permitir que te sabotees tú mismo, mi querido estudiante...


Pasó sus manos a mi miembro masajeándolo con fervor, retrayendo por completo para luego acercar una larga y delgada extremidad de su cuerpo, enroscándose en mi circunferencia, acariciando su punta con la mía hasta que se introdujo.


- ¡Aah! ¡Es-espera! ¡Maestro! – No sabía qué hacía, pero eso no era normal, ahí nada debía entrar... ¡No debía! Se sentía molesto pero... También se sentía bien - ¡Aaahaaa! Espera... Ahí no, no, no... Eso no debería entrar ahí, Mephiles, ahí sale mi-


Me volvió a pegar, varias veces, manteniendo su mirada cargada en lujuria sobre mí mientras me arremetía con brutalidad mis nalgas, rasguñándome con sus garras. Disfrutaba cada golpe y daño, era divino, tan malo, tan rudo, me hacía temblar, me hacía sentir indefenso, débil.

¡Por favor para antes de que empezase a adorar ser tratado asi!


- Mal, mal... Eres un niño malo. Comienza a repetir tus deberes correctamente, o sino... - Aquel tentáculo comenzó a introducirse más, haciéndome retorcer incomodo, sintiendo como llego hasta mi base.

- ¡AAH! Esta... Ahh, por favor, sácalo.

- No... - Paso sus garras por mis glúteos sensibles, logrando sacar más gemidos de mí – Si vas a preferir que te golpee como un rebelde, entonces aprovechare eso – Se inclinó para quedar su cuerpo sobre mí. Besó mi mejilla y se deslizo hasta quedar en mi cuello, frotando su mejilla y púas con cuidado en mi rostro. Subió lentamente a mi orejita, lamiéndola y resoplando en esta con un fuerte ronroneo – Si no respondes bien no te dejare correrte.


Sonreí en respuesta, encantado con su nuevo reto que adoraría alargar para poder disfrutar hasta el punto de perder mi mente en la lujuria que encarnaba mi dolor que se volvía placer al divertirnos ambos con este juego masoquista... Solo que no debí alegrarme antes de tiempo.



- ¡AAHHHH! ¡AHHAAA! ¡Ya no más! ¡Por favor!


Tras quince minutos de lo mismo, el dolor ya era una tortura que había crecido en mi vientre, retenido en poder expulsar mi corrida por aquel pequeño tentáculo dentro de mi uretra, frustrado por no poder terminar ni una sola vez a pesar de que no había errado más. Él seguía castigándome, golpeándome, rasguñándome, besándome con tanta hambre que mi débil cuerpo ya sucumbía en rendirse del todo y dejar que acabara conmigo, pero no lo hacía, me mantenía al borde del límite sin descender ni terminar. Me tenía atrapado.


- Dime cuales son las escrituras precursoras de los profetas druidas – Me lanzó otro cuestionario, ya no logrando concentrarme mucho aun si lo tratase – Rápido – Apretó con fuerza mis glúteos, masajeándolos y lastimándolos al pinchar sus garras - ¿No te quieres correr?

- ¡Mnh! ¡Ya! ¡Aahaaha! Espera ¡Mhaaah! – Ya no podía luchar, apenas si podía revolcarme como muestra de mi agotamiento, no podía huir, no podía luchar contra esto – Es... Aaha... Las runas antiguas... Los mitológicos gravados del Nun y... ¡Aaah! – Aquel condenado tentáculo de retorció dentro de mi pene, subiendo y bajando, sintiendo explotar de inmediato si fuese retirado, desesperándome más por recordar la última respuesta - ¡AH! ¡Los sagrados trazado de las valquirias! ¡Aaahh! ¡Por favor, maestro! ¡Ya no puedo más! – Supliqué desesperado, agitándome y moviendo mis caderas adelante y atrás, sintiendo una fuerte corriente, aviso de acabar, pero no logre terminar por no poder correrme - ¡¡MNAA!! Ah, ahh, ah, maestro...

- Aaawww, que adorable. ¿Volviste a sentir el clímax y no lo alcanzaste? – Preguntó de forma sarcástica, mostrando una sonrisa cruel por verme temblar sin control – Oow, mira como palpita tu verga – Deslizó con cuidado su garra por todo mi tronco, provocando que gimoteara desesperado – Es correcto tu respuesta. Ya te falta poco, solo te faltan algunas preguntas más y terminaremos. Que mal ¿Verdad?

- Aah... Mep... Maestro... Me duele ahí abajo... Ya no puedo más – Balbuceé, tratando de hacer mi esfuerzo de hablar bien sin algún éxito – Por favor... Estoy enloqueciendo...

- Pequeño travieso~ Desde aquí estoy viendo cómo te está encantando esto. Esa colita parece un metrónomo a toda velocidad.

- No puedo evitarlo... Es demasiado, ya no puedo-


Volvió a meter mi pene en su boca, absorbiendo, lamiendo, empapando, matándome de forma tan deliciosa que ansiaba mi fin. Parecía que me aniquilaba por mis escandalosos gritos y gemidos, agitándome, retorciéndome al ver cómo me comía con dulzura, finalizando con un estruendoso sonido de chupete, riéndose un poco más de mí.


- Jejeje, ya sé que puede alargar más esto – Sonrió de forma siniestra, abrazándome y apoyándose sobre mí, observándome directamente a mis ojos, quedando frente a mi rostro – Dime cuales son las obras más populares de Allan Poe.

- ¿Qu-qué?... Yo... - Sus manos fueron bajando lentamente, teniendo miedo por no conocer la respuesta – No... Eso no tiene que ver con magia... No sé quién es, ¡¡NHAAAH!! – Me golpeó en mis glúteos maltratados, ahogándome en mis gemidos desesperados, sintiendo como se movía su tentáculo dentro de mí - ¡Maestro! ¡Aah! Ya no más...

- Jajajajaja. Dios... No puedo evitarlo... Adoro tu carita tierna agonizando. Me excita tanto de tan solo verla – Dijo con suma perversión, masajean mis piernas.


Pude escuchar su jadeo, su aliento chocando en mi rostro, uniendo su boca con la mía. Él se deshacía, se aferraba con furia sobre mi cuerpo, pero ahora solo me importaba compartir mis labios con los suyos, sintiendo sus movimientos sobre mí, frotándose, acariciándome, obligándome a acercar mi clímax, siendo sencillo al estar ensimismado con tantas sensaciones fuertes sobre mi cuerpo.

Gemí desesperado, tan feliz al no ser liberado ni un segundo, reteniéndome de siquiera respirar al besarme posesivamente volviéndome un esclavo de sus movimientos, adicto a querer permanecer así de débil y agotado por sus deseos. Pude respirar mejor cuando se separó, retomando aire mientras volvía a sentir la venida, no lográndolo de manera súbita como si hubiese corrido a una alta velocidad y chocase de lleno con una pared, rompiéndome la cabeza en el proceso.


- Aaahaaaa... Aah... Mnaaah, ahh, por favor... Mah... Ma-maestro – Mi cuerpo tembló con fuerza, ahora cada toque suyo me era demasiado sensible y me excitaba con furia sin razón – Me-me duele... Mmnnaah. Ya quero correrme... Por favor.

- ¿Estás seguro? –Lamió mi mejilla, dándome largos y húmedos besos - ¿No disfrutas de tu castigo? ¿No quieres perder la mente con esto?

- Ya... Ya la perdí – Sentía que volvería a correrme, poniéndome otra vez rígido – Desde que empecé amar que me trates así... Mephiles... - Froté mi nariz con la suya dando pequeñas lamidas rápidas – Hazme tuyo ahora... Ahh, por favor – Mi petición tímida y desesperada le impresiono alejándose un poco, viéndome desconcertado, a lo que yo sonreí avergonzado – La muerte me parece atractiva ahora, jejeje... Si debo morir por ser uno contigo que sea así.


Me senté con cuidado, inclinándome para besarle, devorándome esos hermosos labios. Él trataba de apartarme con leves empujones, pero cedieron al yo mover mis manos por estas, terminando en acostarlo y quedando yo sobre él.

Su mirada... Mostraba miedo... Pero esos hermosos ojos redondos me hacían estremecer de la emoción, jadeando fuerte, babeando un poco por verlo tan guapo bajo de mí.


- Silver... - Mostró un ceño serio, sosteniéndome de los brazos para que no prosiguiera – Sabes que no está bien... No digas tonterías – Sus manos con cuidado me sostuvieron la cabeza, acercándome para besar mi rostro como un gesto de perdón – Te lastimara.

- Está bien... Quiero ese daño... - Dejé mi cuerpo deslizarse sobre el suyo, percibiendo como quería ceder para revelar su piel – Puedo soportar el dolor, lo necesito... Lo necesito ahora. Dame más dolor, Mephiles, dámelo, por favor.

- No digas más – Se incorporó un poco, dejándome de rodillas sobre él – Estas muy perdido.

- Jejeje... - Asentí, sacando la lengua juguetonamente, dándole varias lamidas en su cuello – Demasiado... Pero se siente increíble perderme en ti...

- Aahhh... Nuevamente me deje llevar otra vez – Me abrazo, llevando sus manos a mis glúteos, apretándolos con mucha fuerza.

- ¡Aaahhh! – Levanté mi cadera, lagrimeando y gimiendo por que siguiera así.

- Terminare con esto ahora. Pequeño indisciplinado – Susurró con tono molesto, golpeándome continuamente mi trasero.

- ¡Mmh! ¡¡Mmhh!! ¡Si! ¡Por favor! Castígame, Mephiles – Fácilmente se me había olvidado lo que realmente quería hace un momento. Solo deseaba el placer del momento - ¡Aahhh! ¡Más, maestro! – Recibí más, sintiendo como la obstrucción de mi pene se movía de arriba abajo, masajeándome - ¡Ah! ¡Mephiles!

- Ya, te daré tu recompensa, mi dulce chico – Besó mis orejas, escuchando sus ronroneos.

- Mephy... Aah – Lleve mis manos abajo, acariciando su parte.

- Sil-Silver... No hace falt-

- Déjame ayudarte, por favor – Me incliné nuevamente, besándolo, cediendo así para dejarme tomarlo, tocándolo y masturbándolo – Ah... Te amo...

- Mmh... Yo también te amo, Silver...


Me sentó, apegando su miembro con él mío, masturbándonos con sus manos mientras me seguía besando. Me removí para sentir sus manos, su cuerpo, su pene palpitando, quería tanto que estuviera dentro de mí que di varios saltos, intentos de que fuese introducido su virilidad, pero me sujeto de un abrazo, manteniéndome inmóvil, reteniéndome con su beso que exploraba un poco fuera de mi boca, para empapar mis labios, mordiéndolos, chupándolos, separándose solo para conseguirme buscando con lamidas y jadeos su boca para otra vez callar mis gemidos lascivos, como si fuese un pequeño bebe buscando de su chupete, obteniendo lo que suplicaba con mis gestos torpes y desesperados más de sus besos.

Suspirabá con fuerza, siendo todo tan dulce que podía sentir como volvía a acercarse mi venida, llevando entonces mis manos a su pene para masturbarlo junto conmigo, viéndole a sus ojos, dando entender que ya terminaría.

Me apretujo más contra él, masajeando sus manos en mis glúteos, sintiendo a la vez como aquella cosa liberaba mi pene y comencé a desesperarme más, masturbándolo rápido, meneando todo mi cuerpo, terminando en separarme de su boca.


- ¡¡AAH!! ¡AAHHH! ¡Mephiles! – Llamé, estremeciéndome sin control.

- Córrete – Dijo con suavidad, mordiendo mi orejita.


Escuché sus palabras como ordenes, corriéndome rápido, dando varias envestidas sobre sus piernas, golpeando mi pene en su pecho y ensuciándolo sin remedio alguno.

Grité agotado, gimoteando tembloroso, dando varias punzadas por cada salida de mi semen, continuando en masturbarlo sin detenerme, siendo casi inmediato luego de un gruñido y un gemido de su parte, ensuciándome con su esencia en mi pecho.

La sensación fue satisfactoria, prosiguiendo un poco más en apretujarle, meneándome un poco para sentir nuestras partes sensibles tocándose, terminando mi cuerpo cansado recostado del suyo, frotando mi cara en su pecho. Estaba finalmente tranquilo.


- Perdona.

- ... Amor... - Levanté un poco la mirada, viéndole desde su mechón de pelo blanco que me acariciaba el rostro – Vuelves a repetir esas palabras luego de esto y te vuelvo a matar.

- Mmmm~ Solo si me matas de esta forma – Me apretó más contra él con sus brazos, terminando de acostarme con él – Fácilmente se te olvida que no podemos hacerlo y me tienta la idea de hacerlo corriendo el riesgo.

- Mmmh – Refunfuñé, pasando mi vista a los libros de estudio - ... Me gusta tu método... - Dije por distracción.

- Pero ya no sirve con tu cuerpo masoquista – Escuché sus risas, acariciando mi cabeza con suavidad – Así que veré que hacer...

- Aun puedo aprender con recompensa...


Hizo silencio por un momento, escuchándolo reír divertido de mi comentario. No pude evitar reírme también, abrazándome más a él para que siguiera consintiéndome.


- Bueno... Por lo menos sé una forma de entrenarte para que seas más sociable con los demás – Dije en un suave susurro.

- ... ¿Qué?

Solo seguí riendo, escuchando sus insistentes preguntas confundidas por mis palabras.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

La caminata por el sendero rocoso fue pausado para montar una tienda entre la maleza verde, armando la carpa y una fogata. Mephiles terminaba de traer la leña y prender el fuego con su magia, armando una cocina para ir preparando un caldero. La tienda había terminado de ser montada, saliendo dentro de esta una mujer con grandes atributos, acercándose tras Mephiles para despeinarle sus púas.


- ¿Y qué vamos a comer hoy, amor? – Preguntó la mujer sentándose frente a Mephiles, el cual alzó una ceja interrogante por sus palabras, viéndole con fastidio.

- Lo mismo que ayer. Saca la carne preparada, mujer – Mandó con molestia, sacando unas risas entretenidas de la murciélago.

- Jajajaja. Oh, ¿Pero por qué me tratas como la mujer de un mal matrimonio? – Sacó una barita e hizo flotar una bolsa donde Mephiles, quien saco dentro de esta una carne envuelta en hojas.

- Porque te comportas de esa forma molesta – Respondió, vertiendo la carne dentro del caldero.


Sumamente aburrido compartía este recuerdo al lado de Mephiles, recreándose una escena del pasado, la cual no le veía lo relevante, solo era una charla entre amistosa y conflictiva de Mephiles y su compañera... No podía despegar sus ojos de ella, parecía que coqueteaba las veinticuatro horas del día sin cansarse, suerte que mí querido erizo le cortaba el royo cada vez que podía.


- Mi fiel y querido esposo – Mascullé, viendo como terminaba de servir la comida en el plato. Él no me prestaba atención, creo que ni siquiera escuchaba, estando dentro de sus memorias cual sonámbulo.


El tiempo corrió rápido, literalmente, volviendo a amanecer y volviendo a marchar el par hacia un denso bosque.

El pobre de Mephiles servía como mula de carga para esa mujer, llevando un enorme bolso mientras ella servía de guía entre el espeso campo de árboles que terminaban de tapar la luz del sol, dejándolos en oscuridad entre las enormes raíces que formaban arcos y escaleras entre la maraña de troncos que salían del suelo. A la murciélago se le hizo fácil subir por estos al revolotear con sus alas, más Mephiles, tenía que doblar su fuerza para saltar sobre estos para alcanzarla.

Las discusiones entre ambos no falto en cada momento, pero para nada sirvió al no llegar a resolver sus problemas y sus desacuerdos, continuando entre palabras amistosas y retadoras.

Yo seguí tras ellos como un polluelo a su bandada, esperando que algo importase se revelase esta vez en su búsqueda. Pero no fue hasta que Mephiles soltó el bolso sobre unas de las raíces que servía de escalón y gruño iracundo.


- Déjalo así, no pienso dar ni un paso más – Se quejó, sosteniéndose la espalda, estirándose débilmente hacia atrás con una mueca de dolor en su rostro.

- Ya falta poco, cariño. No te pongas perezoso ahora, apresúrate – Dijo con tono mandón, aburrida por ver como el erizo sudaba y transpiraba molesto.

- ¿Me has llamado perezoso? No sé con qué ojos me vez. Como un hombre flechado por ti, como una mula, o como un idiota tras tus atributos despampanantes – Respondió furioso, viéndole con un ceño amargo – Dije que no daré otro paso, ¡No mientras siga cargando con toda esta basura!

- ¡Pero que grosero! ¿Qué acaso tus padres no te enseñaron a ser un caballero? – Contestó la mujer, aterrizando frente a él, pisoteando el suelo con sus zapatos como berrinche.

- Me enseñaron a ser un mago, y como primera creencia, no puedo menospreciar ni estimar a nadie por ninguna de sus cualidades y defectos, a lo que lleva es que. Como mujer no veo que estés incapacitada para llevar el mismo peso que yo, así que... - Tomó la pesada bolsa y se lo entregó a la murciélago en sus manos, cayendo inmediatamente al suelo por no poder con este – Mueve tu gordo trasero hacia nuestro destino con tus cosas.

- ¡Ah! ¡Eres un grosero, descarado! No esperas que cargue con todo esto yo sola ¿O sí? – Protestó molesta, agitando con fuerzas sus halas para hacer el intento de elevarse con el peso, pero no lo consiguió.

- Dijiste que estábamos cerca ¿No? A ver qué tanta verdad hay en tus palabras – Él avanzó entre las raíces sin ella, sacándole unos quejidos molestos a la mujer.

- ¡Mephiles! ¡Vuelve en este instante! ¿¡Como sé te ocurre dejarle a una pobre dama tal carga!? Tu eres un hombre fuerte y puedes con este peso – La mujer dejó el bolso atrás, volando hasta ponerse en el camino de Mephiles - ¡Llévalo tú! ¡No pienso destrozarme la espalda! Sé un hombre y has tu deber.


Mephiles con su rostro inexpresivo observo a la murciélago por un minuto, logrando remplazar el semblante molesto de la mujer a uno asustado, dejando de batir sus halas y viendo con frustración al erizo oscuro que clavaba sus fríos ojos sobre ella y la hacían retroceder.


- ¡Deja de usar esa horripilante mirada de muerto contra mí! ¡Soy tu superior! – Gruñó finalmente la mujer, señalando con sus dedo a Mephiles de forma acusadora - ¡Eres desagradable, grosero, horrible! ¡Morirás solo!


El erizo solo soltó un monosílabo, bajando un poco las orejas por los insultos. Su malestar lo lograba interpretar y solo me hacía rabiar por aquella descarada mujer. ¿Quién se creía? Mi hombre no levantaría el dedo por una mujerzuela como ella.

Los insultos por parte de la murciélago siguieron, no haciendo contradecir a Mephiles ni un momento, apenas si logrando formarle una mueca desinteresada.


- Rousette... - Alzó la mirada, llamando a la mujer.

- ¡No continuare este viaje contigo si no estás dispuesto a aceptar mis peticiones! – Continúo discutiendo sin dejarle a Mephiles hablar.

- Rousette... - Volvió a repetir, esta vez con un cambio de su voz a uno más serio.

- ¿¡Que!? ¡No voy a dejar que un hombre sin importar que sea homosexual me baje a su altura!


Aun en su pleito unidireccional, se acercó amenazadora hacia Mephiles, pero este envistió rápido, tumbando a la sorprendida murciélago que sin lograr gritar o dar otra queja, cayó impresionada con un chillido de miedo al ser rodeada en grandes cristales oscuros que emergieron a su alrededor y el de Mephiles, invocándolos rápido, evitando así una lluvia de flechas y lanzas que fueron lanzados en varias direcciones.

Sin dar segundo de sobra, Mephiles se levantó y con un contundente golpe hacia los cristales los rompió en pequeños fragmentos que fueron lanzados según sus golpes a direcciones diferentes.


- ¿Quiénes? ¿Donde? – Dijo La mujer al ser ayudada a levantarse con la ayuda del erizo.

- Al frente y a nuestra retaguardia. Son unos treinta y nueve, solo logre darle a uno – Dijo con un rostro indiferente.

- Con lo rápido que fuiste quiere decir que son muy peligrosos – Ella reviso sus muñecas y apretó unos brazaletes en estos, desprendiendo un aura oscura y sucia – Esto es trabajo para una mujer, me desharé de ellos.

- No – Mephiles dio un paso hacia ella, haciéndola volver hacia él por su negación – Lo haré yo solo. Sea quienes sean, son listos y conocen el lugar mejor que nosotros – Tomo con su mano una de las lanzas que se encontraba clavada entre la madera de las raíces, sacándola de un golpe, revisando su diseño y entregándoselo a la murciélago – Tu intenta comunicarte con ellos. Haré retroceder a los más peligrosos.


Rousette mantuvo su mirada sobre la lanza, analizando todo sobre esta antes de levantar la vista y ver a Mephiles con un rostro suspicaz. Tomó el extremo filoso de la lanza para cortarse con el filo en su palma, ensucio de sangre sus brazos, hombros y pecho, dejando unos símbolos que fueron absorbidos por su piel. Por algún motivo esto irrito a Mephiles, desviando mirada y mostrando una mueca.


- ¿Seguro que no lo haces para demostrar algo? – Preguntó Rousette con un aire lleno de sospecha.

- Jump – Le dio la espalda y fue caminando – Te demostrare que soy más hombre de lo que crees y no soy inferior a ti.


En sus garras se formaron cristales azules en sus puntas, deslizando el filo de estas sobre el tronco del árbol, creando así un magma purpura burbujeante que fue creciendo como un veneno hirviendo sobre la madera, adentrándose en este y desapareciendo.

El escenario cambio rápidamente como si la tierra hubiera rotado rápidamente, llevándome a otro lugar no tan lejano del anterior, donde muchas personas vestidas en pieles y hojas estaban armadas con arcos, lanzas y espadas, moviéndose entre las ramas del enorme árbol, buscando desde las alturas a alguien. Mephiles se encontraba desde hace un minuto entre ellos, oculto sobre sus narices, colgando bocabajo de una rama sobre ellos, observándolos y analizándolos.


- Así que eso ya lo hacías antes de estar muerto ¿Eh? – Comenté en voz baja, recordando el susto de la primera vez que nos vimos en la mansión.


Un llamado de alerta de alguno de los atacantes aviso la aparición de Mephiles, centrando a todo el grupo en atacar. Mephiles fue mucho más veloz, saltando entre las ramas, esquivando cada lanza y flecha que fueron lanzadas a su dirección. Fue muy angustiante ver esto, sobre todo porque inmediatamente los arqueros predijeron donde Mephiles saltaría, lanzando las flechas a los sitios donde el aterrizaba, casi dándole en una que otra vez, siendo bien evitadas al Mephiles contorsionarse y moverse cual lagarto.

Cuando las municiones fueron agotadas, Mephiles saltó a una de las ramas donde se encontraba un ave enorme, envuelta en cuero y hojas que se mesclaba con su plumaje marrón, la misma portaba una espada con la que evito un ataque de Mephiles al usarlo de escudo, retrocediendo un poco, pero ni un segundo le fue dado al recibir zarpazos consecutivos del erizo que le hizo retroceder con cada golpe, sacando chispas entre el filo de sus garras y el de la espada, terminando en lanzar el arma del ave lejos de él, cayendo la espada hacia una gran caída, terminando su portador en la orilla de la rama.


- Ríndase o acabare con todos ustedes – Mephiles amenazó, dejando sus garras cerca del cuello del hombre.


El ave con un rostro serio soltó un silbido distintivo de su especie.

Fue entonces que los demás soltaron sus armas, dando a entender a Mephiles el fin de la pelea, alejándose y viendo al grupo que lo tenía rodeado.

Pero...

Todos crearon pentagramas negros, creando esferas cilíndricas que dieron forma a lanzas de metal, apuntando todas a Mephiles.

Asustado tanto como mi pareja, él se mantuvo inmóvil, totalmente quieto con un rostro de miedo, volviéndose lentamente donde el ave, la misma extendió su mano y la espada que había caído se elevó, dando varios giros maniobrados entre las ramas por el aire antes de aparecer en el mango una cuerda luminosa que producía rayos y chispas, uniéndose con la muñeca del águila, tomando su arma nuevamente. Y como si no hubiera sido suficiente, varias ramas cayeron tras el ave, revelándose tras sus hojas y follaje, más cazadores, apuntando a Mephiles con sus arcos y lanzas.


- Mephiles... ¡Corre! ¡¡Corre!!


Mi voz sonó quebrada, siendo una voz que retumbo pero no tuvo alguien quien pudo escucharlo en ese vacío de recuerdos pasados en la mente de mi amado, solo creaciones de magia que no fueron capaces de escuchar mi grito lleno de desesperación, observando como las flechas y lanzas fueron lanzados a mi querido.

Ninguna llego a él. Cayó y desapareció tras una mancha sucia y burbujeante en la madera bajo sus pies.

Cuando todos buscaban del erizo con incredulidad y miedo, el mismo apareció tras un grupo de lanzadores, atacándolos por la espalda con un pentagrama rojo del cual salió unos rojos lazos largos, amarrándolos a casi todos, cayendo de la rama, colgando como adornos al enredarse sobre estas.


"Laceración que logra ensuciar..."


Cayó en una rama cerca de unos espadachines, quedó de cuclillas y paso sus brazos rápidos de un golpe sobre la madera, no rompiéndolas, más si su piel.


"Termina en contaminarte de mí y ser dañado. Pues yo soy el daño que quiero provocar a mi enemigo"


Luego de eso soltó un sisear horrible cual víbora, haciendo temblar a todos lo que le rodeaban.

De las ramas y del mismo tronco, la madera se fue pudriendo, rompiéndose y saliendo de esta un líquido entre negro y morado que fue arrastrándose como agua por la superficie, acercándose rápido al enemigo.

La mayoría trataron de permanecer firmes y no huir del todo, sino enfrentarse a Mephiles, pero todos fueron atrapados por esa cosa, arrastrándolos dentro del árbol, siendo engullidos por esa sustancia antes de que el árbol volviese a su forma natural.

Aun pasmado con aquella batalla, más lanzas de metal fueron lanzadas donde Mephiles, hiriéndole en su pierna, pero él no mostro dolor, manteniéndose inmóvil en su sitio, meciéndose adelante y hacia atrás como si orara.


"Bendito la oscuridad cernida en mí. Yo me cierno ahora en esta sobre el que osa querer vencerme".


Repetía esta frase una y otra vez, rascando con sus garras la madera, sin detenerse, sin titubear, recitando ferviente esas palabras.

El ave se movió rápido entre saltos por el árbol, aproximándose rápido al erizo, saltando tras él con su espada en alto para atacarle, pero su espada apenas corto un poco en la oreja de Mephiles cuando el mismo se desvaneció en un humo negro. Nuevamente el enemigo quedo solo en el campo de batalla y antes de volver a buscar el paradero de su contrincante, los árboles y arbustos se agitaron con fuerza, moviéndose de forma antinatural, tapando los últimos rayos de sol que llegaban al lugar, dejando todo en oscuridad.

No pude ver más, hasta que... Como si aquel enemigo brillase con una luz fluorescente, pude verlos... Y ahí estaba... Mephiles... Atacando uno por uno a cada persona, golpeándolos, dejándolos inconscientes, inmóviles con su magia. Los gritos y sonidos de enfrentamiento que generaba Mephiles con cada una de sus víctimas alerto al resto, guiándose con el sonido, pero para cuando esto se llegó a fomentar con el resto... Una espantosa risa combinada con un gruñido gutural hizo eco en el bosque.

Me estremecí como cualquiera en ese lugar, dándome cuenta como Mephiles... Se reía y se retorcía de la emoción, carcajeando, atacando a todo aquel que huía y quedaba paralizado del miedo. Terminando con la mayoría en poco tiempo, al ser aterrados y atacados en la oscuridad.

Algunos lograron usar magia para crear algo de luz, pero era diminuta y mucho más detectable para Mephiles, aproximándose rápido a quien la provocase, atacándolo rápido y extinguiendo la luz. Todo esto paso rápido, pues tuvo fin en el momento cuando el águila ilumino todo el lugar con una gran bomba de luz, pero grande fue su sorpresa al ver que toda su tropa había caído y solo quedaba él y Mephiles, estando tras de él, esperando ansioso a que girase.

Los árboles se despejaron, volviendo la luz del sol y ahora siendo la bomba de luz cegador para el ave que retrocedió por la molestia en sus ojos, cayendo de la rama al vacío, dando varios giros antes de equilibrarse y usar sus grandes brazos para volar, pero Mephiles cayó sobre él, terminando en lanzarlo al suelo, impactando en varias ramas hasta llegar hasta abajo.


- ¡¡Aaahhg!! – El águila soltó un grito de dolor, de seguro por haberse roto su espalda. Se movió con dificultad tratando de quitarse a Mephiles de encima, mostrando miedo por el mismo y su enorme sonrisa eufórica - ¡¡Hadd engedj!!


Una risa entrecortada entre un largo jadeo ansioso salió de Mephiles, embozando una sonrisa más grande, alzándose peligrosamente al ave.


- ¿Qué?... ¿Qué dices? Jejeje... - Jadeó...Demasiado extraño – Jejeje... Se me ha abierto el apetito... ¿Qué me estás diciendo? Quiero entender... - Sus pupilas se encontraban dilatadas, agitándose mientras su mano se movía lentamente hacia el cuello del hombre.

- ¡¡MENJ KI TőLEM!! ¡¡SZÖRNYETEG!! – Se agitó furioso, tomando la mano de Mephiles para tratar de quitarla, golpeándole en su brazo con sus puños - ¡¡Hadd menj!! – Su cuello fue apretado con fuerza, apagando su voz.

- Jejejejeje... Jajajaja... Acaso estas diciendo... ¿Qué te coma? – Su larga lengua filosa salió de su boca, remojándose sus labios - ¿Es eso?


- ¡¡Segítség!! ¡¡Ő őrült!! ¡Aggg!


Empecé a temer por la vida de ese hombre... Aun si había atacado a Mephiles, estaba totalmente asustado, indefenso y Mephiles solo parecía querer seguir hasta acabar con la vida de su enemigo, disfrutando cada segundo del sufrimiento y miedo del ave que babeaba por ello... Él iba...


- ... Ké... Rem... - Dijo en un débil entrecortar el pobre hombre que era asfixiado, siendo liberado tras una bofetada de Mephiles - ¡Aah!

- Sé que hablas mi idioma, imbécil. Deja de estar llorando maldito marica – Insultó sin pisca de burla o diversión, viendo seriamente al águila – Dime donde está su jefe ahora o haré de esto algo peor.

- ¿¡Que!?... ¿¡QUIENES DEMONIOS SON USTEDES!? – El ave de hecho si hablaba nuestro idioma, temblando sin parar al ver el cambio de comportamiento repentino de su atacante.

- ¡¡RESPONDE!! – Mephiles sacó sus garras, asfixiando otra vez al hombre - ¿¡O prefieres que continúe un poco más, pedazo de carne!?

- ¡Está bien! Ahgh. Está bien... Esta al este sobre la escalera de árboles... Por favor...


Fue liberado y así como volvió el aire a sus pulmones, también volvió a los míos, totalmente asustado de lo que Mephiles realmente era capaz.

Él solo había derrotado una tropa de magos, acabando con ellos tan rápido como ellos habían atacado, logrando vencer con pocos hechizos y conjuros, terminando con el enemigo al atemorizarlo. Incluso a su capitán, llevando el miedo bajo su piel como un psicópata experto, manipulando a su víctima con el miedo.

Mephiles... Si realmente lo hubiera querido... Había logrado vencerme antes...

El águila se arrastró por el suelo, logrando levantarse, sacando de su capa una gran vara, apuntando a Mephiles con esta. Jadeando, sudando, seguía retrocediendo, viendo con miedo al erizo que seguía en el suelo, observándolo atento, sin emociones, en un sepulcral silencio. Se podían escuchar los gimoteos de terror del ave, no atreviéndose a conjurar ningún hechizo, temblando sin control.


- ¡Mephiles, querido! Ahí estas – El momento fue interrumpido por Rousette quien llegó siendo cargada entre brazos de hombres en capas y ropas de camuflaje, trayéndola hasta Mephiles, formando una escalera con sus cuerpos para que la mujer bajara sobre sus espaldas – Aaaww, que amables hombres tan serviciales – Sacudió su mano para que descansasen, volviendo su atención donde el par que seguía en la misma posición – Oh dios... ¿Estaban peleando?

- Ya no... - Mephiles se levantó del suelo para caminar hacia la mujer, pasando su mirada una última vez más sobre el águila, quien tembló y dejo caer su vara al suelo, soltando un quejido de miedo.

- Diablos, Mephiles. Estoy comenzando a arrepentirme de enseñarte magia negra. Desde ese instantes que lograste a dominarla te has vuelto muy retorcido teniendo duelos de magia – Comentó Rousette, golpeando a Mephiles en su brazo – Mira cómo has dejado al pobre.

- Él... ¡Él! ¡Ha acabado con mi grupo!... ¡Mato a todos mis hombres! – Grito el águila en un sollozar ahogado.

- No he matado a una sola persona en mi vida. ¿Cómo te atreves a acusarme de tal delito sucio? – Mephiles se volvió con molestia al aterrado nativo que cayó al suelo del miedo, observando como el erizo se acercaba a él.

- ¡S-SI! ¡LO HICISTE! Mis compañeros... Los has aniquilado con tu sucia magia negra, lo has devorado dentro de la madera... ¡Escuché sus gritos de dolor y miedo cuando los mataste en la oscuridad! – Gritó impotente, temblando furioso con un ceño en su rostro.

- Ni un alma fue tomada hoy... - Mephiles levantó su brazo, haciendo encorvar al ave, cerrando sus ojos con miedo – Abre tus ojos ignorante – El águila hizo caso aun con dudas, observando como del tronco del árbol salían todos los que fueron atrapados, la mayoría inconsciente y uno que otro temblando y gimoteando del miedo – Es cierto que soy muy retorcido, pero jamás asesinaría a alguien solo porque puedo, prefiero plantar temor para obtener la victoria – Se giró, volviendo a conversar con la murciélago – Y veo que se te hizo fácil entenderte con ellos... - Observo de reojo al grupo de hombres tras la mujer, encantados y embelesados en ella.

- Jajajaja, que te puedo decir. Es tan fácil que es divertido – Sacudió su cabello, contoneando sus hombros dirección a los jóvenes que empezaron a reírse cuales idiotas – Solo son guardias de patrullaje, nos consiguieron dentro de sus tierras en temporada seca y nos atacaron para prevenir un ataque. Nos llevaran con su líder y haremos las pases – Explicó con tono soberbio, agitando sus alas con elegancia antes de acorrucarlas – Así que necesito que te disculpes con los que atacaste y te comportes como un buen niño para cuando me presente con el jefe.

- Ahh... - Suspiro amargado, viendo de soslayo al ave, volviéndose a él para ayudarlo a levantarse – Lamento el ataque... Y el resto... Curare a tus soldados.

- ... Szerencsétlen... - Musito el hombre.

- ¡Hey!... Nem leértékelődö az támogatás – No sé lo que le había dicho, realmente no entendía el idioma, pero las palabras hicieron callar al ave con rostro pálido.


Pronto, el resto de combatientes fueron traídos con ayuda de otras personas, habían varios heridos y asustados de Mephiles, pero todos fueron curados por el mismo, incluso se aproximó un joven mapache que había sido lastimado por unos de los cristales que Mephiles había lanzado; el mismo se disculpó con el chico, diciéndole algo más en su idioma.

Todos fueron llevados con la tribu, la murciélago siendo cargada cual realeza junto con el bendito bolso y Mephiles caminando con el resto con un rostro amargado.

Luego de un sendero de colinas de raíces llenas de musgo hacia un gran árbol cubierto en hojas, todos se detuvieron por un espeso follaje de ramas. El camino fue abierto con el águila y otro soldado, juntando sus manos sobre las hojas, provocando que estas se agitasen y salieran volando como mariposas, revelando tras estas, un pueblo sobre el árbol, entrecruzándose con otros arboles y sus ramas.

Era asombroso. Era como una ciudad sobre los árboles, casas de árboles uniéndose en puentes y muelles colgantes, incluso tenían riachuelos creados entre troncos viejos y huecos, llevando el agua hasta una fuente donde la gente recogía con grandes jarrones.

Todos caminaron entre los caminos de ramas que formaba la unión de los árboles, llegando a una gran choza llena de ramas y paja en su copa. Solo Rousette se adentró junto con el águila y dos guardias más, dejando el resto afuera esperando durante unos pocos segundos... O pudieron ser horas, el tiempo avanzaba rápido en sus recuerdos.

Mephiles permaneció inmóvil de pie, viendo la entrada de esa choza, de seguro donde estaba el jefe, y aun así permaneció inmóvil cuando todos salieron incluso un dragón de cómodo joven con pinturas negras y blancas en su rostro. Rousette se acercó donde Mephiles tambaleando sus cadera con un rostro orgulloso y satisfecho, acercándose tras de ella unas mujeres y hombres con poca vestimenta.


- Oh, no tienes ideas de lo que nos acaban de dar – Susurró rápido la murciélago al oído de Mephiles, logrando escucharla y ver como Mephiles cambio su postura y vio a aquel hombre acercándose a ellos, a lo que entonces hizo un reverencia hasta quedar con su rodilla sobre el suelo.

- Gran jefe... Lamento haber perturbado la paz que aguarda en sus soldados. Actué imprudente y los he lastimado a ellos y su espíritu. Perdone mi insolencia... - Dijo en voz alta, haciéndose escuchar su disculpa hacia todo aquel que estaba alrededor.


El dragón de cómodo se acercó con pasos lentos, manteniendo su cola baja pero sin rosar la madera del suelo. Se inclinó y acaricio la cabeza de Mephiles, haciéndole levantar la mirada y seguido a volverse a poner de pie.

Se escuchó un alegre suspirar de la murciélago, agitándose emocionada por ese encuentro humilde entre ambos.


- Ellos ya te han perdonado... - Alzo su pecho y embozo una sonrisa llena de paz – Soy el Jefe Carlevent, mago de los bosques cálidos del este - El hombre hizo un gesto hacia el grupo de hombres, aproximándose el joven mapache con una sonrisa – Me han hablado de su preocupación por ellos y agradecen que les hayas perdonado la vida... No somos gente orgullosa de guerra, no... Somos simples druidas de este bosque. Y agradecemos todo lo que se haga con buena intención...

- Jefe Carlevent... Soy Mephiles The Hedgehog, hechicero errante. Les tengo un gran respeto a todo mago y hechicero que esté lleno de humildad y honor. Respeto cada vida y aprecio igual las oportunidades como la que tengo hoy de estar frente a usted como un amigo y no como un enemigo – Se presentó Mephiles elegantemente con otra reverencia mucho más sutil, provocando en mi un estremecer. Dios, se veía tan apuesto y elegante.

- Es un placer, sobre todo que hayan venido de tan lejos para crear un vínculo de fraternidad con nuestra gente aun cuando fueron atacados por los mismos... Sin embargo... - El jefe volvió su mirada a su capitán que observaba desconfiado al erizo – Hay otros que suponen otras intenciones de usted... Oscuras intenciones...

- Señor... - Se cruzó de brazos a su espalda, viendo un momento a quien lo acuso – Toda mi vida fui entrenado para vencer a mi enemigo, pero jamás a tomar su vida... - Entrecerró los ojos, tomándose su tiempo para decir sus palabras – Soy un hechicero que no subestima a su enemigo y lo pone aprueba al mismo tiempo, y por lo que sé es que su escuadrón de patrullaje no han tenido la oportunidad de enfrentarse al enemigo de frente

- Hmm, no, realmente no. Esta en lo correcto – Afirmó el lagarto – No tenemos enemigos desde hace décadas – Sonrió orgulloso de lo dicho.

- Lamentablemente el mundo está cambiando, podrían ser atacados por tan solo un mago y no solo perderían contra uno... - Vio nuevamente al águila quien mostro un ceño rencoroso – Morirían.

- Jajaja, muchas gracias por su advertencia, lo tomaremos en cuenta con nuestros grupos de reconocimiento y patrullaje en el futuro. Digo, para eso tenemos a nuestros caballeros de combates para entrenarlos, seremos más rigurosos con su entrenamiento – El lagarto tomó a Mephiles del hombro, llevándolo con él en una caminata con sus hombres.

- Oh, comprendo. No quise insultarlo al decir que sus soldados eran ineficientes, realmente tienen potencial y estoy dispuesto en ayudarles en pulir sus habilidades en la magia blanca en el campo de batalla – Mephiles vio de reojo a Rousette caminando igual a su lado, llevando una gran sonrisa en sus labios, contenta al ver como el erizo se dirigía con toda su humildad.

- Se lo agradecería enormemente, además de que seas usted quien nos ayude a explorar las montañas del norte como nos ha prometido su mujer – Comento el jefe viendo confiado a la murciélago que asintió.

- No es mi mujer... - Dijo en tono molesto, viendo de lado a la murciélago que sonrió con artimañas.

- ¿No? Oh entonces... - El dragón de cómodo extendió su mano donde unas mujeres con vestidos hermosos, llenos de joyería y pinturas vibrantes en sus cuerpo, reluciendo sus cuerpos femeninos, acercándose a ellos de forma sensual – Le será de su agrado estar con alguna de nuestras vírgenes para desposar – Las mujeres jóvenes sonrieron y rieron coquetamente donde Mephiles, comiéndoselo con la mirada.

- ¡No! – Dijimos Mephiles y yo al unísono.


En ese mismo momento amaba a mi hombre.


- No... No estoy interesado en ninguna de estas mujeres – Se cruzó de brazos y desvió la mirada, bajando las orejas por ya sentir la mirada de regaño de Rousette por su falta de respeto.

- Jajajajajaja, no se sientan mal chicas, ustedes valen mucho más para estar con un idiota como él, jejejeje – Se adelantó la murciélago para calmar la inminente molestia por la respuesta del erizo. Se acercó donde el jefe y en voz baja le hablo, no logrando escuchar lo que dijo.

- Oh, comprendo – Carlevent asintió e hizo un gesto con su mano para que las mujeres se retirasen – Lamento mi malentendido – Mephiles se ruborizó un poco, viendo a su compañera con molestia por haber revelado algo.

- Está bien, no ha sido nada grave-

- Podemos ofrecerle entonces los más apuestos y delicados jóvenes que tenemos...

- ¿¡QUE!? – Exclame pasmado, viendo como un grupo de hombres se formaba en fila frente a Mephiles, notando en su rostro un rubor más fuerte, estirando demasiado sus labios al ver a los candidatos.

- ¡N-no! – Su postura firme y conservadora fue derrumbada, viendo desconcertados a todos y negando rápidamente con la cabeza – S-sin ofender a ninguno de ustedes... No estoy dispuesto a tener intimidad con nadie en estos momentos – Su rostro se mostraba afligido, nervioso, viendo con ojos suplicantes al jefe – Mis disculpas por rechazar tantas veces, simplemente no creo estar cómodo con alguien que realmente no lo desee.

- Se equivoca... - Mephiles y yo giramos donde un joven que se aproximó a él hasta quedar de frente. Era una lechuza de plumaje café claro, el mismo agitaba su plumaje, contoneando su asqueroso trasero – Puedo asegurarle que deseo estar en intimidad con usted – Frotó su mano sobre el brazo de Mephiles, pero él se retiró rápido, alejándose.

- Lo siento... - Aun cuando volvió a rechazar, su rostro mostraba vergüenza con una sonrisa y un furioso rubor en todo este que alcanzaba sus orejas. Eso me enfurecía – E-es más que eso... - Terminó de apartarse, sacudiendo sus púas por un escalofrió que recorrió su cuerpo – Estaba refiriéndome a... Compartir cama con alguien a quien no conozco... No lograría hacerme sentir bien conmigo mismo si me atrevo a hacer algo sin algún consentimiento emocional... Espero que puedan comprender.

- Oh, por supuesto. Lamento mi atrevimiento.


Mi sangre hervía. Tanta modestia, tantas risas nerviosas y miradas tímidas y coquetas. Todo eso me hacía enardecer de celos, no logrando controlar bien mi magia por mi descontrol de mis emociones por lo que veía.


- Rousette... - Mephiles llamó a la mujer, acercándose con un puchero en su rostro.

- ¿Qué te pasa? Deja de ser un grosero y acepta la ofrenda – Susurró molesta la mujer con disimulo para que nadie más escuchase – Yo acepte el mío – Hizo señas con la mirada a un par de hombres que la observaban en su espera, sacando una sonrisa pícara de la murciélago – Muestra algo de respe-

- ¿Todo esto que tiene que ver con los escritos de los que me hablaste? Todo el jodido recorrido fue para conseguir los secretos ocultos de la magia negra, no para estar con prostitutos – Masculló mucho más molesto que la mujer.

- Así será, para eso iras con ellos a las montañas del norte. Es ahí donde se encuentran – La noticia hizo que Mephiles cambiara el semblante a uno más tranquilo e impresionado – No hablaremos de esto aquí. Descansa y has favor de divertiste si es que esta en tu capacidad – Rousette llamó a sus hombres, siendo cargada por ellos lejos de ahí – Adiosito~


Mephiles solo revelo incomodidad, caminando donde el jefe, conversando con calma mientras continuaban en un recorrido por el pueblo.


- Aahhg... Ya no puedo continuar... - Mis brazos ardían, sintiendo mi cabeza dolerme por esto, agitándose mi cuerpo como si un terremoto pasara dentro de mí – Donde... Donde esta... - Busque sobre los árboles, entre la gente, hasta que ahí estaba.

Corrí hasta llegar a la fuente de agua, donde dentro de esta se encontraba un solo pez, un salmón, con mi magia lo destruí y fue así que la burbuja temporal se deshizo.

- Ah... Mephiles... - Llamé con mi voz entrecortada. El aire me volvía a faltar.


Mi visión volvió a nublarse. Comencé a sollozar, tenía miedo de lo que pudiera ver, de lo que pudiese lastimarme esta vez con mis malditos recuerdos. Un desgarrador dolor surco en mis piernas, como si fuesen aplastadas con un mazo hasta mi cadera, tumbándome al suelo boca abajo.

Llame con más desesperación a Mephiles, pero no tuve la oportunidad de ser socorrido a tiempo. Todo se volvió niebla y entonces.


- Me gustaría... Que te quedaras... Solo esta noche. Sera divertido, lo prometo... - Escuché una voz familiar, hablándome de frente - ... No vayas a asustarte, ya lo he hecho antes y no pasara nada malo – Sentí una caricia en mi cabeza, teniendo impreso en mi mente la imagen que venían junto con esas palabras - ¿Podrás ser mi dulce chico?... Silver...

- No... No quiero... Jamas me...


Justo a tiempo, el aire volvió a mí, despertando de aquella pesadilla entre los brazos de Mephiles, sintiéndose tan cálidos sus brazos junto con su lento respirar, escuchando los latidos de su corazón al mantenerme acurrucado, enredando su magia con la mía para que el dolor de mi maldición cesase.


- ¿Estás bien? – Su voz sonó aun distante de mí, como si estuviese opacada – Continúa un poco más por mí.

- ¿Qué?...


Quien estuviese ahí, no era más que una ilusión, confundiéndome, prosiguiendo el tormento de mi cansada mente. Lleve mi mano a donde lograba escuchar su voz, encontrándome su suave mejilla, aclarándose mi visión donde estaba Mephiles acunándome entre sus brazos.


- Dije que te esforzaste mucho – Me levantó, logrando colocarme de pie a su lado, sosteniéndome de las manos al ver que aún me tambaleaba - ¿Cuánto pudiste ver en el recuerdo?

- Unos... - Me sostuve de la cabeza, tratando de recobrar el equilibrio – Como un par de horas...

- Hmm, fue más que la última vez – Con cuidado soltó de mis manos, vigilando que no me cayera.

- ¿Hasta dónde llegaste con tus recuerdos? – Pregunté al ver que se encontraba pensativo.

- ... - Mantuvo su silencio un poco más, notando en su rostro algo de preocupación – Fueron... Recuerdos fugases... No estoy seguro cuanto tiempo dure en ellos.

- Oow... Ya veo – Me tuve que sostener de sus hombros un momento, bajando la cabeza. Tenía ganas de vomitar.

- Pero fue algo importante – Él acercó unas sillas con su magia, ayudándome a sentarme e igual hizo al sentarse a mi lado – Creo que estamos cerca de lo que me llevo devuelta aquí.

- ¿Qué fue lo que viste? – La cabeza me daba vueltas, viendo la forma de Mephiles distorsionarse.

- Al parecer, conseguimos lo que buscábamos – Su semblante se mostró alegre, acercándose más a mí – Pude llegar a las montañas y conseguí el libro sagrado del comienzo oscuro... Lo tenía en mis manos... Silver... ¡Lo recuerdo!

- Que bien... Amorcito... - Meneé la cabeza, no soportando el mareo por el que estaba pasando.

- Silver... ¿Realmente estas bien? ¿Necesitas un poco de magia? Estas... Más pálido de lo normal...

- ¡Es invierno! Claro que voy a estar más pálido – Respondí fastidiado, no queriendo que se preocupara mucho por mi estado, me he encontrado peor anteriores veces, aun que necesitaba dormir urgentemente.

- Entonces ve a descansar y no lo pienses tanto – Contestó, molestándome su respuesta a mis pensamientos – Ven aquí, te daré algún té que te ayude a recuperar tus energías – Me levantó del asiento, pero no lo logro al empujarle y patalearle molesto.

- ¡No! ¡Déjame! Estoy molesto contigo – Me puse de pie y lo enfrente, pero termine cabeceando contra su pecho, balanceándome de adelante hacia atrás.

- ¿Ahora que hice? – Escuché su queja con un chasquear de sus dientes.

- ¿Quién... Demonios era ese emplumado imbécil? – Acusé, golpeándole el pecho con mi dedo.

- ¿El capitán Jhylper? Actuó como si le hubiera asesinado los hijos todo el tiempo que estuve con él, digo, sé que me deje llevar antes cuando-

- ¡Ese no! ¡El estúpido que te ofreció el culo! – Lo interrumpí molesto, terminando en tropezar y fallar en mis pies, tambaleándome antes de recuperar otra vez mi equilibrio, siendo ayudado por él – Vi como titubeaste cuando te estuvo engatusando, tu...

- Silver, haznos un favor y cálmate – Me ayudo a llegar a la cama, recostándome con mucha dificultad al estar apartando sus manos a cada momento – Eso fue hace cientos de años, ni siquiera acepte su propuesta, me pareció totalmente indebido.

- Mmmhh, aun así dudaste, lo vi en tus ojos... Conozco al hombre con quien me case, no duraste ni diez minutos antes de tratar de abusar de mi cuando me viste – Refunfuñé, haciendo el esfuerzo de proseguir con la discusión, pero mis fuerzas me abandonaban.

- Era joven e inexperto entonces, recién escapado de un hogar estricto ¿Crees que nací siendo un depravado? – Alzó una ceja hacia mí juzgándome con la mirada.

- No... Pero está claro que tu amiguita si, su compañía te hizo el pervertido que eres... Ah – Termine en rendir mi cabeza sobre la almohada, tomando aire de forma difícil.

- Ya, descansa... Mañana hablaremos y te recompensare por todo – Beso mi frente casi durmiéndome al momento.

- No... Debemos averiguar que es ese libro que dices... - Me revolqué, parpadeando varias veces para tratar de alejar el sueño.

- Iré a la biblioteca y ver si tengo éxito de encontrarla. Con suerte también recuerdo que el libro tiene un hechizo de llamado. Si se encuentra aquí vendrá a mi rápido – Me acarició la cabeza, teniendo que sacudirme para no recaer en la comodidad de sus mimos.

- ¿Por qué?... Por qué... ¿Es importante?... – No podía concentrarme bien, tomándome la cabeza por la migraña – Por favor... No te vayas a tardar... No me dejes dormir por tanto tiempo... Estoy cansado de perder la conciencia... Estoy cansado...

- Silver, deja de forzarte – Su mano sujetó mi rostro, acariciando mi mejilla – Vendré ahora, necesito que descanses para tener la mente alerta para cuando te cuente lo que investigue.

- No... No quiero... Quiero... Quiero que te quedes conmigo... - Estiré mis brazos donde él, no alcanzándolo – Yo soy tu único chico ¿Verdad? No amas a nadie más que a mí... ¿Verdad?

- Jejejeje, si, mi único chico... Mi esposo... - Su suave respirar toco mi rostro antes que sus labios, llenándome de comodidad y seguridad – Así como yo soy tuyo. No tomes en cuenta lo que viste, eso ya ha pasado...

- Me estoy... Durmiendo... Pero...

- Ya, duerme – Tomó mi oreja y le dio una pequeña mordida, y termino en noquearme.


Escuche su voz tarareando, marchándose lejos, distante, entonando una melodía lenta y melancólica, pero a su vez reconfortante...

Pasó un tiempo antes de que despertara y buscara con mis ojos a ese erizo, pero solo encontré un reflejo en su lugar, tarareando la misma canción.


- Ahg... Pareciera que viviera en un cuento tras otro – Me incorporé, retirándome mis mechones de mi cara.


Su sonrisa torcida fue su respuesta a mi comentario, permaneciendo en aquella esquina en soledad.


- Parecías muy cómodo en cada una de ellas – Dijo en voz baja, meneando la cabeza.


Desprecie sus palabras, volviendo a caer sobre la cama, aun estando agotado. Tenía mis ideas desordenadas, quería buscar consuelo pero solo estaba un falso remplazo de mi amado, deseando que desapareciera rápido de mi vista; tan solo verlo me hacía recordar lo que más odiaba de Mephiles.

Me mantuve lo alejado posible de él y de hablarle, entreteniéndome con las pequeñas aves que se atiborraban de su comida preferida, granola. Juraría que pronto sus huevos emergerían y tendríamos más invitados dentro de poco...

Dejaba que mi cabeza fantasease con el futuro nuevamente, creando con mi imaginación un futuro donde Mephiles y yo viviéramos cientos de años juntos, tal vez adoptaríamos a un bebe, tal vez lográramos formar una familia... Tal vez... Podríamos vivir por siempre sin que nadie arruinase nuestra vida caótica y amorosa.


- Mmmm... Yo... También deseo esa vida – Lo escuché hablar.


Gire tras de mí, viendo aun el espejo en su lugar sin moverse viéndome con el reflejo de Mephiles, una sonrisa apacible, muy lejana a ser lo que él realmente representaba. Sinceramente ya no sabía lo que era y como lograba saber lo que pensaba...


- ¿Qué cosa? – Dije en un tono poco interesado.

- Vivir... Vivir en el sueño – Inclinó la cabeza, acercándose lentamente.

- ... Lamentablemente no se puede... El futuro es incierto y solo soñar no hará más que decepcionar – Respondí, recostándome en el respaldar de la ventana, acariciando con cuidado las cabecitas de las aves.

- Al menos que volvamos el sueño en la realidad – Lo escuché tras de mí, siendo demasiado extraño como su voz sonaba tan amable.

- ¿Volvamos? ¿Quiénes? ¿Tú y yo? No me hagas reír – Terminé su intento de fraternidad viéndole de reojo.

- Bueno, no realmente, no podemos los dos... Solo tú puedes – Se acercó hasta estar a mi lado, mostrando como su reflejo cambiaba al mío en la misma posición - ¿Has escuchado que uno tiene el poder de cambiar su futuro? Bueno tú lo tienes, no depende de mí, eres tu propia persona ¿No es así?

- ... ¿No habías dicho una vez que tú eras yo? – Sugestioné tomando una posición menos vulnerable.

- En una forma lo soy... Soy ustedes – Un reflejo de la luz del sol lo hizo cambiar al reflejo de Mephiles y luego al mío nuevamente – Soy lo más oscuro que se haya en quien se pose frente a mi... Ah, no sé cuántas veces tendré que repetírselos – Se peinó sus mechones, viendo a una esquina.

- ... ¿Incluso a las aves? – Pregunte divertido, viendo una expresión molesta de él.

- Son criaturas instintivas sin conciencia suficiente para crear lo que hacen a las personas... - Su mano se estiro hacia donde se encontraban los reflejos de las aves – Envidia, discriminación, odio, rencor, vergüenza, soberbia, cobardía, hipocresía... Locura – Terminó de tomar a las aves, pero se esfumaron como un espejismo – Ellos no poseen nada de eso, es casi todo lo que represento, entonces...

- Y si alguien así como tú se posa ante ti ¿Qué es lo peor que podrías sacar?

- ¿Supones entonces que existe gente así de mala? – Preguntó con una sonrisa.

- Sí, he tenido la mala suerte de conocer personas como tú – Respondí con malestar en mi voz a lo que él empezó a reírse cruelmente.

- Ooww... No tienes idea de que tan mala puede ser una personas cuando sus demonios internos sacan a relucir su verdadero ser – Mi reflejo se levantó, viéndome de frente – No existen personas malas en el mundo, Silver, solo personas que se aman así mismos más que a nadie más, sus deseos son más importantes que la vida de cualquier otro, solo son gente egoísta, pero... - Su mano salió del cristal, siendo envuelto con el mismo como una capa, terminando de golpear el respaldar de la ventana, asustando las aves con eso – Podrían ser peor... Mucho peor... Oh... No tienes idea, jajajajaja.


Me levante de mi asiento, alejándome de ese sujeto que solo mostraba estar fuera de control cada vez que trataba de tener una conversación con él... Me aterraba, enserio lo hacía.


- Ya no quiero que estés aquí. Largo – Dije molesto, envolviendo mi mano en mi magia.

- Uh... Lamentablemente tu esposo me pidió cuidar de ti mientras el volviera... Lo siento – Alzó sus hombros, evadiendo mi amenaza.

- ¿Entonces haces favores a costa de tu sufrimiento? – Apreté mi puño, alzándolo frente a él mientras mi magia emergía con fuerza.

- Aaahh... Jajajaja... Exactamente ¡Mmh! – Respondió con gestos lascivos, haciéndome detener de golpe - ¿Qué pasa? ¿No te gusta verte así?

- Eres un asqueroso y maldito masoquista – Le di la espalda, alejándome de él.

- Pues obviamente, soy tu, jajajajajajaja – Me cubrí mis orejas para no escucharle hablar más, asegurándome que regañaría a Mephiles una vez llegara por pedirle a este imbécil que me vigilase. ¿Qué estaría pensando? – Esos golpes debieron de sentirse muy bien, jamás habías acabado de esa forma.

- ¿¡Podrías callarte!? ¡Eres un asqueroso! No es como si me gustase al menos que alguien desagradable y grosero me hiciera eso – Mantuve dándole la espalda, harto de que hablase de cosas que no debería –... Él... Lo hace como si... Ah, no importa, no es de tu incumbencia de todos modos.

- ¿Cómo si todo lo que te hace lo hace con mucho amor? – Su voz se escuchó a la de él, girando a ver tras de mí, viendo su reflejo con una sonrisa cariñosa – Eso es manipulación... ¿Lo sabes no? Es un chantaje emocional que usa contra ti, para que también ames todo lo que te hace... Pero... - Se giró, viendo hacia el suelo – Él también lo hace... Es un perfecto manipulador, por eso tiene que tener algo de verdad en lo que hace, por eso te ama con la misma intensidad. Oh... - Se abrazó sus brazos, lastimándose con sus garras al apretar con todas sus fuerzas – Es tan dañino... Pero tan precioso... Esos sentimientos, los siento... Es tan hermoso y tan horrible...

- Cómo podrías sentir amor, si eres todo lo contrario a esos sentimientos – Dije con desagrado al ver como esforzaba sus expresiones.

- Eso es lo hermoso... - Sonrió hacia mí – Sin odio no hay amor, sin desprecio no hay cariño, sin armonía no hay caos... Puedo sentir esos sentimientos... Eso es lo horrible, jejeje.


Esta conversación solo me llevaba a lo terrorífico que podía ser esa cosa frente a mí, costándome creer que se trataba de la peor versión de Mephiles y de mí... Puede que juntos representase a este sujeto... Si... Puede que fuese así...


- No te comprendo... - Suspiré cansado, buscando asiento donde meditar en paz, pero esa cosa me seguía.


Hubo un silencio, por lo menos un tiempo donde fui capaz de analizar las razones de este reflejo de mi... ¿Por qué sería tan cruel? Jamás podría reconocerle como otro yo... Pero si representaba a la perfección la peor versión de Mephiles... Incluso en su cobardía, pero conmigo... Es como si no me reconociera.


- ¿Se puede saber que tratas de entablar al hablar conmigo? – Le pregunte, estando sentado en un mueble frente a él.

- Bueno, se dice que es mejor hablar contigo mismo para despejar dudas. Quiero dejar limpia algunas cosas que tú solo has opacado – Respondió, sentándose igual frente a mí.

- ¿Qué he opacado entonces?

- Oh, muchas cosas... Ve a saber tú que.


Su respuesta me desagrado, desconcertándome más el hecho de que sabía cosas que yo no... Pero... Que se suponía debía saber... Pues sucedía lo mismo con Mephiles.


- ... ¿Qué te beneficia en eso? – Volví a preguntar luego de pensar un poco más.

- Corrección, nos beneficia a ambos – Sonrió forzado, inclinándose delante de su asiento – Nos ayudara a tomar una decisión.

- ¿Qué desici-

- Eso aún no lo puedes saber – Interrumpió rápido, pasando a un rostro serio.


Callé, tomando aire con molestia por ser tan difícil sacarle las respuestas. Me sentía acorralado como la primera vez que me lo encontré, no lograba hacerlo sentir indefenso con mi postura y mis preguntas.


- Esto que haces conmigo ¿Ocurre lo mismo con Mephiles? – Pregunte cerrando los ojos.

- Mmmhh, si y no, jejeje. El perdió hace mucho tiempo la oportunidad de tomar decisiones desde el día que murió. Tu eres el que decide aquí, no él – Respondió con suma tranquilidad.


Por algún motivo... Verlo así y hablar con tanta paz y sin su actitud frenética... Me relajaba, me sentía igual de tranquilo hablar así.


- Esa decisión... Suena muy importante... ¿Hay alguna forma de que Mephiles pueda tener esa opción?

- Sí, pero solo tú se lo puedes otorgar... Cuando llegue el momento – Inclinó la cabeza de lado, cerrando sus ojos. Era perturbador verlo tan quieto e inofensivo, pero no podía dejarme confundir por su comportamiento.

- Oye...

- ¿Hm?

- Realmente... ¿Podremos salir Mephiles y yo de aquí? – Bajé la cabeza, temiendo por una respuesta negativa, pero sobre todo por dejar revelar el miedo que tenía a un futuro que trataba de disfrazar con fantasía.

- Por supuesto, esa es tu decisión. Si realmente lo deseas puedes hacer lo imposible... Con amor... Todo es posible – Sonrió enternecido con sus palabras.

- Deja de actuar así por favor, es desagradable – Dije cansado de verlo comportarse tan inocente.

- Lo siento... Pero así actúas o... Actuábamos antes ¿Lo recuerdas? – Tomó su melena, peinando sus púas con cuidado – Claro que lo haces... Hoy volviste a sufrir por tu maldición... ¿Quién fue esta vez quien apareció como tu torturador? ¿Cuál de tantos?

- Para de atormentarme con eso.

- Tu solo te atormentas, Silver... El pasado es algo que no se debe olvidar, sino a superar – Peinó con sus dedos las puntas de sus púas, viéndome desinteresado con rostro apático – Pero tú no haces ninguna de las dos, eres peor que Mephiles.

- A lo que te vuelve a ti mucho peor.

- Así es... Tu... Eres quien saca lo peor de ti – Sonrió, teniendo toda la razón.


Negué con la cabeza siendo agotador hablar con este sujeto. Quería mandarlo a callar o a simplemente desaparecer de la faz de la existencia. Me costaba cada vez más creer que una parte de mi pudiese ser así de desagradable.


- ¿Por qué lo sigues haciendo? – Él preguntó esta vez, haciéndome volver la mirada – No puedes ser puro por mucho que lo desees, no puedes hacer que todos sean puros... Nadie es perfecto y tú no eres la excepción. Deja de evadir tu problema.

- ... ¿Por qué debería?... Nada bueno surgió de lo que sucedió... Arruino mi vida – Susurré, sintiendo el dolor a responder - ¿Por qué me haces sufrir? ¿No tienes piedad de ti mismo? ¿No ves que me duele? Solo... Solo...

- Desearías no estar vivo...


Mis labios temblaron, evitando soltar algún ruido, manteniendo mis manos pegada a mi cuerpo, sujetando mi ropa con fuerza, impotente, lleno de tristeza, desalentándome esas palabras...

Cuando todo el ruido había acabado en un cuarto oscuro, me lamente profundamente de mi existencia, de todo lo que había hecho, de todo lo que había tenido que pasar. Los insultos de mi madre, la indiferencia de mi padre... El rechazo de todos. Me cohibió en un agujero donde solo me auto-compadecía de mí mismo y había pronunciado esas palabras que me hicieron pensar en el fin de mi vida.


- Lo sé, lo sé... Conozco muy bien ese dolor, se quién eres – Respondió ante mi rostro angustiado por haber repetido esas palabras de hace muchos años – Tu decidiste cubrir el pasado con un futuro incierto que escogías con cuidado, con tanto cuidado, que olvidaste vivir en el presente. Suerte para ti que quedaste atrapado aquí o te hubieras convertido en un cascaron vacío lleno de pena y dolor – Mi reflejo se levantó y se alejó, dejándome incierto esa confesión de su parte.

- ¡Espera! – Me levante e hice girar el espejo – Yo no decidí nada en ese entonces... Yo... No sé qué hacer... Jamás lo he sabido. Solo no quise morir, no quería terminar así, eso fue todo... - Mi voz salió desgarrada, tratando de mantenerme firme frente a esa versión oscura de mi - ¿Cómo voy a tener el control? ¿Cómo voy a poder decidir con certeza si jamás lo he hecho? – Pedí casi desesperado la respuesta, viendo el rostro de mi reflejo con una leve sonrisa.

- Tienes que aprender a llevar el control de tu vida. Tienes que dejar de esperar la aprobación de todos, de esperar una respuesta del resto, tienes que tener un poco de ambición, solo así, realmente... Todos serán libres... Aprende del pasado para poder tener el futuro soñado que deseas – Se posó frente a mí y estiro su mano fuera del cristal, acercándola a mí. Retrocedí en primera instancia, pero solo acaricio mi cabeza, peinando mis mechones hasta dejarlos levantado – Deja de avergonzarte de un pasado del que no tienes culpa.


Tal vez pude entender sus palabras por un momento, tenía sentido por primera vez, quería creerlo viniendo de mí. En lo más profundo, cuando estuve en mi colapso aquel día, fue la ambición y el deseo de continuar, no por seguir viviendo, sino para demostrarle a todos que podría ser mejor, mejor que todos, que no necesitaba a nadie aun cuando era mentira, no me importaba, pero... Eso sería todo lo contrario de lo que he estado haciendo aquí. Conocí a tantas personas, verdaderos amigos, me sentí vivo luego de muchos años, volví a amar, volví a ser inocente...

Aun cuando mi ideal fuese una mentira...

Era feliz con esta.

Volví a retroceder. No deseaba ser algo que había dejado atrás.


- Eso no es lo que quería escuchar.

- Je... Por supuesto... Tu solo quieres un hada madrina que te diga que todo estará bien si decides con el corazón. Sabes que no puedes remplazar la mente con un órgano tan manipulable – Hizo una morisqueta burlona, llevando su mano a su pecho, apretándolo con fuerza, tanta que casi pude sentir el apretujón en mi pecho – Eres demasiado ingenuo, tonto, necesitas amarte más, necesitas tener más avaricia – Negó con la cabeza, tendiendo sus manos a los lados – No conseguirás nada, es inútil... - Se apartó, quedando de brazos cruzados.

- ... No creo ser más maduro que esto, no sé qué demonios esperas, no sé qué demonios quieres en realidad... Y como si me importara... - Mascullé con arrepentimiento en mi voz.

- ¡Jump! Y sigues sin saberlo – Gruñó molesto, apartando su mirada de mí.

- ... Entonces... - Alcé la mirada donde él, viéndolo con seriedad – La primera vez que nos encontramos... Dijiste que deseabas ser liberado... Pero... - Me acerqué cuidadoso hacia él, vigilándolo atento – Tu eres yo... No hablaste como si desearas salir de la mansión... Sino del espejo. ¿A qué te referiste con eso?... ¿Qué pasaría realmente si tu salieras del espejo? ¿Qué pasaría conmigo?


Por primera vez, palideció con mi pregunta, dejando una expresión fría e inexpresiva. Sus ojos se clavaban en mi con un odio inexpresivo que me hizo retroceder por lo que se atreviese a decir, pero no me dejo espacio, acercándose a mí.


- Silver... ¿Por qué demonios querrías saber eso?... Si no estás dispuesto a hacerlo, imbécil – Dijo con una profunda ira en su voz – Aun... No estás listo para esa respuesta, ni siquiera tu diminuta mente y tu ignorante corazón puede con eso – Su manos se envolvieron en mana... Y las mías igual fueron envueltas en esta.

- ¿¡Ah!?

- Qué harías con la respuesta si aún no estás en el control de tu futuro, no dejas ir el pasado, lo tienes marcado en tu piel, en tu asquerosa piel – Él... Movió sus manos hacia su cuello y las mías igual se movieron sin poder controlarlas.

- ¡¡Detente!! – Grité impotente, terminando de sujetar mi cuello.

- No podrás avanzar... No tendrás tu final feliz si sigues así de inútil como lo has sido toda la jodida vida... Oh... Tonto, tonto, tonto, tonto – Fue apretando mi cuello, lentamente, ya faltándome el aire.

- ¡Dije... Que te detuvieras!...


Fui liberado, tosiendo descontrolado. No había apretado lo suficiente mi cuello, pero la presión de mi magia hizo la acción más profusa.

Observe con odio mi reflejo, encontrándome ojo llenos de decepción. Chasqueó la lengua viendo hacia otro lado de brazos cruzados.


- Jaja... Tienes razón... El dolor es desagradable cuando te lo provoca alguien a quien odias... ¡Hng! – El cristal se quebró un poco, e igual el reflejo, volviendo poco a poco a rehacerse – Solo que... Me desagrado ser tú por un momento... Eres demasiado patético, patético te digo – Reveló una mueca llena de desprecio hacia mi – Uuhg, tal vez cuando dejes de ser tan condescendiente te cuente más, pero ahora... - Suspiró, viendo hacia el techo – Pareces cegado por todo...


El espejo se fue flotando lejos de mí, dirigiéndose a una pared.


- ¿A-a dónde vas?

- A buscar a tu marido, no quiero pasar más tiempo con tal imbécil... Te has vuelto detestable para mi gusto.


El espejo voló rápido contra la pared, rompiéndose en diminutos fragmentos hasta convertirse en polvo que se desvaneció. Yo solo... Estaba ahí parado sin tener idea de qué demonios le pasaba a esa cosa... ¿Y qué demonios siquiera me importaba? Se había ido y podría estar más tranquilo sin tener a un lunático acosándome y distrayéndome con mierdas de moral, yo escogería mis ideales.

... No supe cuando Mephiles llego, solo escuche como movía cosas por todos lados, decidiendo entonces despertar del todo.

Me encontraba acostado en la cama boca abajo antes de escuchar que algo estaba revolviendo unas cosas en la mesa, levantando la cabeza de la almohada adormilado, encontrándome a un erizo apresurado y nervioso.

¿Qué le habría dicho el espejo? Si es que se había encontrado con él... No, no podía ser eso...

Entonces... Debía ser algo que consiguió...


- ¿Qué ha pasado? – Pregunte al acercarme, provocando que él se girara rápido.

- Es... - Su cara estaba lleno de sudor y parte de su rostro se deshacía. Una mala señal – Te lo contare luego... Necesito investigar unas cosas. Vuelve a dormir ¿Si amor?


Baje la mirada al igual que mis orejas, viendo la cantidad de libros tras de él, consiguiéndome su miedo al verle temblar.

No sabía si estaba en condiciones para recibir una mala noticia, pero definitivamente no podía soportar verlo tan asustado, no así, a mi querido erizo.


- Mephiles...

- Es enserio, no puedo... No puedo contarte ahora, por favor, vuelve a la cama o... O... - Su mirada se perdió en un punto muerto, apretando los ojos, nervioso – Necesito...

- Vámonos un rato de aquí – Le tomé la mano, caminando con él rápido.

- ¿Qué? S-Silver, no tengo tiempo para esto.

- Yo tampoco, pero no quiero esto ahora y sé que tú tampoco – Gruñí, sujetándole de los brazos – Ahora quiero simplemente salir, ahora, ahora, vámonos.

- E-es tarde. Pronto amanecerá, no podemos salir ahora – Explicó nervioso, haciendo un poco de fuerza para que no lo llevara.

- ¡No me importa! – Grité harto, viéndole irritado - ¡Ven conmigo!


No tuve que jalar más, él me siguió a donde yo lo lleve, fuera de la habitación, de los pasillos, corriendo de un lado al otro en el infinito laberinto que pareció un camino recto que me acerco rápido a la salida.

No me detuve, usando una ráfaga de mi magia para abrir las puertas de un golpe y ser recibido el frio viento de la noche que nos bañó en nieve.


- Aha... Ah... Ah... - Jadeaba agotado, estando sobre la nieve que apenas cubría el camino de rocas - ¿Realmente...? ¿Aún es invierno? – Pregunte al ver la poca nieve en el suelo y sobre los árboles.

- Falta una semana para que sea febrero... La primavera llegara antes... - Respondió a mi pregunta, detectando preocupación en su voz – Silver, deberíamos volver, dentro de unos minutos amanecerá.

- No me importa...

- Silver. Por favor, deja de decir que no te importa ¡No puedes morir aquí!

- ¿¡Que importa!? – Grité molesto, haciendo volar la nieve a mi alrededor – Que importa... Si ni siquiera puedo controlar lo que nos pase... Puedo decidir morir y puedo decidir vivir... Eso es lo único de lo que soy capaz. No me vas a quitar ese derecho... Justo ahora – Tomé su mano juntándola en mi mejilla – Quiero estar contigo, no importa cómo, es lo que más me importa...

- Silver...

- No quiero ver que tengas miedo, me preocupa mucho... - El frio quedo en mi rostro luego de derramar unas lágrimas – Por favor... Lo resolveremos, sea lo que sea... Te prometo que lo resolveré.


Termino de acercarse, cubriéndome con su cuerpo por el frio que comenzaba a sentir.


- Sé que es difícil tener que llevar la carga, pero no puedes hacerlo tú solo, no me dejes de lado, háblame, tengo tanto miedo como tu pero... No soporto esto... - Me acerqué besando su mejilla, abrazándolo y quedando mi rostro frente al suyo – Somos lo suficientemente fuertes para poder enfrentarnos a lo que sea, seré más fuerte por ti, por todos, pero por favor... No me dejes solo...

- Perdóname, pero esto es más de lo que podemos enfrentar... De lo que yo puedo enfrentar... Acabo de... - Se detuvo, soltando un bajo sollozar, dejando su frente sobre la mía – No quiero, que nada cambie...

- No tengas miedo, todo estará bien.

- Silver... - Terminó en llorar, apretándome con fuerza – Prométeme que me amaras sin importar que...

- Yo ya te lo prometí, tonto – Besé sus labios, regalándole un casto beso que termino en provocar más lágrimas de él.

- Pero... Que siempre me amaras... Siempre, siempre... Solo me amaras, no quiero que me odies.

- Podre molestarme mucho contigo, pero creo que no puedo llegar a odiarte... - Alce su mirada entristecida, limpiando sus lágrimas que eran congeladas como un cristal oscuro – Es gracias a ti que volví a amar... Imposible que provoques lo contrario... Solo me llegaras a confundir como siempre y nada más, así que no temas...


Se aferró desesperado, hundiendo su rostro en mi hombro, deshaciéndose ahí como si estuviese botando un gran peso, un dolor que estaba encarnado en él y no lograba soltar. Lo sostuve, le calmé con caricias y bajos susurros de que todo estaría bien.

Yo tendría el control, nadie más, yo detendría sus lágrimas y provocaría las más grandes y puras sonrisas en él, yo sería quien detendría todo este dolor. No importa que dijera nadie más, nada de esto acabaría como decían, yo finalmente tomaría responsabilidad y salvaría a todos del cruel destino de la maldición. Me esforzaría, lo haría, daría mi vida con tal de que él... Fuese libre...


- Jamás te dejare, jamás – Besé su oreja, logrando hacerle reconfortarse y separarse un poco.

- ¿Jamás?

- Ni aun que me fastidies mucho – Le mostré la lengua, provocando una risa suave.

- ... Gracias – Sonrió con dulzura, acercándose para besarme.


No sé cómo diablos me hacía temblar con esos besos simples y tiernos, terminaba en erizarme completamente y enrojecerme del todo, terminando con mis pies tambaleándose de un lado al otro de la alegría.


- Jijiji – Me elevé con mi magia, tomando sus manos para llevarlo conmigo.

- Hey ¿A dónde vamos? – Preguntó nervioso.

- ¡Lejos!

- Va amanecer pronto, debemos volver – Contestó, pero con mi telequinesis lo termine de tomar, cargándolo al estilo nupcial - ¡Silver!

- ¡Lejos, lejos, lejos! – Me levité rápido hacia arriba, tan rápido que los copos de nieves fueron arrastrados por nosotros, terminando en dar varios giros por el aire.

- ¡¡Silver!! ¡¡Para!! – Él se aferró fuerte de mí. Era tan divertido, no quería asustarlo pero... No podía detenerme.

- ¡Confía en mí!


Termine más haya sobre las nubes, subiendo capas y capas de nubes grises, llegando a un cielo azul, lleno de estrellas claras por el claro del amanecer al horizonte, con una luna que se desvanecía por la luz del sol. Termine en soltar a Mephiles, dejándolo flotando a mi lado.


- Hay que volver. ¡Ahora! – Dijo serio, pero solo recibió una risa de mi parte al verlo agitarse tanto en el aire - ¡Deja de verme así! ¡No soy un payaso de circo!

- Mmm Serias uno bueno, Jajajajajaja – Me eche a reír, dando giros en el aire sin evitarlo.

- Esto es serio, Silver. Por favor deja de reírte y escúchame – Volvió a decir, acercándose para tomarme de los brazos – Volvamos ahora, por favor.


Mi sonrisa no se desvanecía, quería seguir así por más tiempo, un infinito tiempo donde los dos solo estuviéramos en la nada eternamente sin miedos ni preocupación de lo que viniese, solo... Por siempre. Ese día llegaría y lo conseguiría. Lo haría.


- Está bien... - Lo tomé de la mano, moviéndonos lento entre el campo de nubes bajo nosotros, solo hasta que vi los primeros rayos de sol salir a lo lejos, tocando su luz a unas nubes sobre nosotros – Mira...


Mephiles vio tras él, observando por un momento el amanecer, quedando en silencio, quieto por un instante, aun incrédulo de como las nubes formaban una especie de pradera llena de colores brillantes por el cristal de nieve sobre esta, formando colores del arcoíris por el aire... Era el paraíso sobre nosotros, a cientos e pies sobre nosotros y apenas sabíamos que existía, que podía estar ahí...


- ¡Silver! – Reaccionó, jalándome del brazo desesperado.


Deje de usar mi magia y caímos...

No debí hacer eso, pero quería conmemorar ese momento parecido a donde él y yo caíamos al vacío, me hizo sentir tan seguro entre sus brazos... Deseaba hacerlo también. Querida protegerlo también.


- ¡¡Silver!! ¡¡Usa tu telequinesis!! – Gritó asustado, cayendo a mi lado rápido por las nubes, observando como la luz del sol bajaba.


Gire para prepararme de la caída y al ver a dónde íbamos cayendo. Me alivie del todo.

Tomé a Mephiles y lo abracé, dejándolo sobre mí para que nada le pasase.


- Está bien... Todo estará bien – Dije, observando un poco más ese cielo oscuro que era apenas iluminado por la mañana.


Los grandes muros y torres nos rodearon dentro de poco, terminando en pasar por el jardín aislado a una enorme y blanca habitación.


- ¡¡AH!! – Mephiles no pudo contener el grito aun cuando cayó conmigo sobre un montón de algodón y tela, terminando en rebotar un poco más por colchones y enormes almohadas hasta hundirse un poco en una mota de blanco plumaje – Aah... Ah... Silver...

- Jajajajajajajajaja, oh, jajaja, eso... Eso no lo vuelvo a hacer... Jajajaja – A pesar de que habíamos caído en terreno blando termine de recibir el peso de Mephiles sobre mi – Jajaja ay.

- ¡Estúpido! ¡Casi nos matas de dos distintas formas! – Mephiles se levantó con algo de torpeza, acercándose rápido a mí, terminando en tropezar y volver a caer de cara contra los almohadones.

- Jajajaja, lo siento... Quería hacerlo... - Me acerqué a él, tropezando igual, cayendo varias veces antes de ayudarlo a sentarse – quería saber cómo se sentía estar así... Tan cerca luego de tanto... Jajajaja... Lo lamento, no he sido yo últimamente – Me fregué el rostro, limpiándome unas pocas lagrimas traicioneras – Pero fue hermoso, lo vistes... ¿No?

- Está bien, solo... Avísame antes, realmente me cague – Me abrazó, soltando un pesado suspirar – La verdad... Es que si fue hermoso... Me... Me gusto. Gracias...

- Jejeje... ¿Quién es el mejor esposo del mundo?

- Tu – Respondió feliz, acariciando mi cabeza.

- No, tú lo eres, tonto – Acaricié su rostro, encontrándome esa bella sonrisa que opacaba su siniestro aspecto, transformándolo en el hombre que había logrado poseer mi corazón – Hace poco... Tenía miedo de no tener control en nada. Un miedo de no poder salvarte a ti ni a nadie... Pero ahora sé que poder hacerlo si veo esa sonrisa en ti que me llena de fuerza – Junté su frente con la mía, acariciando su rostro, sintiendo su lento y pesado respirar.

- ... Entonces... Sonreiré más de ahora en adelante para darte todas las fuerzas que necesites, amor... - Sus manos frías pasaron por mi cuello, bajando a mi hombro, separándose lentamente, viéndome en todo momento a los ojos – He conseguido el libro, Silver...

- ¿El de tu recuerdo?

- Si... Contiene más que hechizos, Silver... - Peinó mis mechones, remordiéndole las palabras que seguía conteniendo, decayendo su semblante lentamente, plantando la preocupación en mi – Tiene un diario... Silver...


Alcé mis orejas en alto, casi sorprendido de aquella noticia, a punto de dar un salto de la impresión, pero las palabras siguiente, detuvieron esa emoción...


- Yo lo hice... Yo... Yo planifique la condena del pueblo...












======================================================


¡Hola a todos! Uuuff Mucho tiempo, lo sé u.u Pero lamentablemente atacaron las tareas de cuarentena TwT (Ni siquiera he terminado las de esta semana xD) En fin... Espero que les haya gustado y si desean ver los dibujos lemon de las mejores escenas del fanfic pasen a mi Inkbunny que esta en mi perfil, ya que wattpad no me deja :''3 me los elimina. Espero que los que suba aqui tampoco sean eliminados. 


Y antes de despedirme! Unos bocetos de Mephiles erizito ^^ 


Y a un Silver con su vestido de novia >//w//<


Se les quiere! ^3^ hasta el siguiente capitulo
















Esta muy cerca... El tiempo se agota.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro