Hogar, peligrosa prisión

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


 Con pesadez, volvía a la conciencia, pero era por solo unos fragmentos de segundos, una y otra vez, sin lograr despertarme del todo; percibía a alguien a mi lado, atento de mi estado, pero no lograba saber de quien se trataba... Tal vez solo necesitaba dormir más hasta tener las fuerzas necesarias para levantarme...

Una vez más, estaba consiente, esta vez, con suficiente energía para poder moverme y abrir mis ojos somnolientos. Pude observar a alguien sentado al lado de la cama, frente de mí, mantenía su cabeza gacha, brazos entre las piernas, inmóvil... Era Mephiles... Estaba aliviado...

Con delicadeza, estire mi brazo, jalándole de su camisa con sutileza para que alzara la mirada y que supiera que ya me encontraba bien. El ente miro impresionado todo mi ser, mostrando su sonrisa con alegría y alivio, levantándose de la silla con emoción.


- ¡Silver! – Se agacho frente de mí, acariciando con su mano mi mejilla, lo cual correspondí, frotándome con esta – Estas bien, realmente estas bien...


- Si... ¿Y tú? ¿Estás bien? – Pregunte, incorporándome en la cama poco a poco, retirándome las sabanas.


- No tengo ni un rasguño, no tienes por qué preocuparte. En cambio tu... - Sin terminar de escuchar lo que decía, me percate que estaba sin pantalones, lleno de vendajes en mis glúteos y brazos. Sin siquiera decir nada, le lance una mirada acusadora, dejándolo tieso en el sitio - ¡Te juro que no te hice nada! – Respondió de inmediato – Estabas herido y tuve que retirar tus pantalones... ¡No hice nada indebido! – Aun, con mi mirada persistente, trataba de sacar toda la verdad de él – Y... Y Tienes un bonito cuerpo... - Termino de decir, avergonzado, mirando hacia otro lado con sus pómulos ruborizados.


Chequee bajo la cobija con la que me cubría, si lo que decía era verdad, comprobando que estaba en lo cierto, y no había nada fuera de lo normal. Suspire tranquilo, retomando la calma que tenía hace unos momentos, mirándole a los ojos para que volviera a centrarse en mí. Le hice seña de que se sentara al lado mío en la cama, acatando él la orden, aun con pena en su semblante.


- Lo siento... - Dije, una vez estaba al lado mío, pudiendo recostar mi cabeza en su hombro.


- Silver... ¿Pero por qué te disculpas? – Pregunto sorprendido, sobre todo por mi cercanía, viéndome curioso.


- No hice caso a lo que me pediste... - Hacia memoria a la noche pasada – No active el octavo hechizo por que no soporte verte así... No podía simplemente dejarte así, tenía que ayudarte y entonces todo...


- Tranquilo, Silver, no tienes que preocuparte, hiciste bien... - Me acaricio la cabeza de manera que me hacía sentir pequeño ante sus palabras, recibiéndolas sin algún reproche – De hecho... Yo iba a pedirte disculpas... - Dijo frotándose la nariz con su dedo – Si hubieras activado el hechizo habrías tenido que usar casi toda tu energía para emplearla, yo no me encontraba en las mejores condiciones para activar el séptimo hechizo contigo, te hubiera conllevado a gastar toda tu energía vital, matándote...


Estaba espantado con lo dicho ¡PODIA HABER MUERTO! No lo podía tomar muy a la ligera. Tan solo me reí nervioso, viéndole como un tonto antes de darle un fuerte puñetazo en su brazo, alejándolo un poco de mí.


- ¡¡Y me lo dices ahora!! ¡Demonios! – Gruñí, viéndole con molestia.


- ¡Lo sé! ¡Lo siento! – Me vio nervioso, dándome mi tiempo para que me calmara - ... ¿Qué fue lo que sucedió exactamente luego de que esa cosa me atacara?... – Interrogo, viendo hacia la nada, confundido.


- Esa cosa... ¡Ese demonio! – Abrase mis brazos, recordando aquel momento mientras un escalofrió pasaba por mi espalda – Te poseyó y empezó mortificarme, a atormentarme. Decía cosas de mí que jamás le había contado a nadie... Decía ser tú... Un Mephiles que no conozco... Pero sé que eso no es cierto... Tú no eres ese monstruo que vi... - Le conté, pero cuando vi su rostro, este mostraba miedo y molestia, una angustia que le carcomía y hacia mostrar un ceño amargo en su rostro inexpresivo - ... ¿Mephiles?


- Esa cosa... - Se tomó el entrecejo apretándolo con sus dedos, tomando aire profundo y soltándolo como una fiera que había sido perturbada de su tranquilidad – Silver... Antes que nada. Tienes que saber que no hay demonios ni ningún ser infernal en esta mansión. La combinación de hechizos que hicimos esa noche no conjuro ninguna criatura de la oscuridad, así que lo que me ataco no fue ningún demonio... - Volvió a tomar aire, desviando la mirada lejos de mí – Conozco a ese sujeto... Ese... Monstruo, a habitado la mansión desde que estoy atrapado aquí. No sé cómo o que es lo que quiere, solo sé que está atrapado al igual que yo... Y que dice ser yo, pero aun así...


Podía notar por su tono de voz como decaía, parecía afligirle un poco. Temía que lo que había dicho esa criatura fuese verdad... Pero no podía siquiera hacerme la idea de eso.


- Lamento no haberte contado antes sobre él... Pero yo...


- Está bien, Mephiles... Tú no eres esa criatura, lo sé – Anime, palmeándole el brazo – El Mephiles que conozco se ha arriesgado a todo para protegerme, no para lastimarme... - Dije a la vez que frotaba mis heridas, que al tacto dolían – Fue así que me llegue a lastimar... Tú en cambio, eres el que me cuida – Le sonreí cariñosamente, pero el agacho la cabeza sin aun volver a verme - ¿Mephiles?


- Yo... Realmente lo siento... - Volvió a decir, apagando más la voz – Pero... Aun así hay cosas que no pueden ser justificadas... - Alzo la mirada, viendo al frente con ojos tristes – Temía ante esa idea, aun al verlo con mis propios ojos. No puedo creer aun lo que mostro el quinto hechizo.


- Te refieres... ¿A las sombras? – Recordé, preocupándome ahora por lo que pasaba en la cabeza del ente.


- Si... - Suspiro pesadamente, pensando en ese momento – Silver... No creo haber hecho esas cosas – Dijo viéndome con preocupación – Esa sombra se parecía a la mía. Si se trataba de mí, cuando estaba vivo, no puedo creer haber hecho todas esas cosas.


- Puede que sea difícil de pensarlo, sobre todo porque no eres una mala persona. Pero aún no sabemos si las personas pueden cambiar después de morir – Dije, pensando en esa posibilidad.


- ¡No pude haber sido yo! Vivo o muerto, jamás hubiera hecho esas atrocidades – Me miro a los ojos buscando la confianza que le faltaba – Silver, tienes que creerme, yo no hice esas cosas – Su tono de voz se escuchó desgarrado, como si realmente dijese la verdad, insultado por haber sido acusado de tales delitos - ¡Te lo juro por mi alma inmortal, que yo jamás le hubiera hecho eso a mi pueblo!


- Te creo, Mephiles – Lo acalle, tomando sus mejillas con mis dos manos – Pero tú, más que nadie, tienes que creerlo... Estamos enfrentando una gran maldición ¡Por Dios! Puede ser que mostrara una estela de mentiras para confundirnos – Decía, tanto para Mephiles como para mí mismo, deseando tanto como él, negar aquella posibilidad – No tienes por qué jurarme nada, se quién es la persona que tengo frente a mí – Le acaricie la cabeza, siendo aceptadas mis caricias por él de manera avergonzada y tímida, apretando los ojos con fuerza mientras se frotaba con mis manos.


- Gracias, Silver... - Sujeto mis manos con delicadeza, logrando tranquilizarse un poco por lo dicho


- Solo te ayudo a poner los pies en tierra – Sonreí, sin apartar la mirada de él.


- Así es... - Se rasco la nuca, volviendo a desviar mirada, esta vez con un suave sonrojo en sus mejillas - ¿Aun recuerdas lo que revelo el quinto hechizo? ¿Los hechizos que implementan la maldición?


- La verdad... No recuerdo de mucho, tan solo de los dos primeros. Después de volverte a la normalidad todo se volvió muy borroso para mí – Confesé apenado, esperando que mi compañero no sufriera de la misma falta de memoria que yo.


- Eso suponía... Estabas muy agotado para estar atento en esa parte – Levanto un poco la mirada, tomando una postura más firme – La maldición en la que estamos atados está compuesto de varios hechizos, entre ellos están; Atamiento de furia, piel de un muerto con el poder del odio, enlace de antepasados,fragmentos de la conciencia primaria, embocando del corrupto, esencia maldita,atadura de alma despedazada...... - Iba nombrándolas una por una con sus dedos, hasta otras que no conocía, apareciendo en su mano más dedos para nombrarlas todas – Eso suman en total... de doce ¡Oh! Y una muy oscura... Desprendimiento del cuerpo a alma dañada.


- Wow... Son varias... - Me frote la cabeza, sintiéndome sobrecargado con tantos hechizos oscuros.


- Lo son y faltaron por ver... – Oculto los dedos sobrantes, fretándose luego la barbilla, pensando con detenimiento – Lo que no logro comprender es esa extraña combinación de hechizos defensivos y protectores con los hostiles. Haya sido yo o alguien más que haya implantado la maldición, no tiene sentido...


- Por lo menos conocemos algunos hechizos... Podemos intentar destruir la maldición con la información obtenida – Opine, buscando los puntos positivos.


- Si... Aunque me temo, que no podemos volver a usar la combinación de hechizos que utilizamos la noche pasada – Añadió, bajándome los pocos ánimos que tenia de golpe – Tampoco podemos usar alguna parecida. Esta maldición es muy poderosa, y tiene memoria, no lograríamos nada con intentarlo...


- Oh... Ya veo... Entonces todo fue para nada... - Dije cabizbajo, restregando mi rostro desilusionado.


- Bueno... No del todo... - Se levantó de la cama, posicionándose delante de mí, sacando de su bolsillo un objeto que cabía fácilmente en su palma, un engranaje con varias fisuras, moviéndose con una agitación como si tratase de girar, logrando producir un sonido seco y atascado entre sus piezas de metal – Conseguimos quebrantarla... Tan solo un poco, pero es algo.


- Ah, Me alegra tanto. Es tan pequeño, pero es nuestro primer avance – Comente, feliz y aliviado, llevándome la mano al pecho, sintiendo un acelero en mi corazón por la esperanza que volvía en mí.


- También es mi primer avance, y sinceramente... Jamás lo hubiera conseguido solo – Guardo el engranaje y me miro directamente, mostrando su distintiva sonrisa amable llena de colmillos – Lo que hicimos no lo hubiera conseguido ni el mejor mago, se requiere de mucho talento y determinación incluso para dos hechiceros... Tengo que agradecértelo, Silver – Inclinándose como gesto de agradecimiento, mantuvo su mirada en mí, con una sonrisa ladina que me dejaba más que apenado, pero más por el gesto, que por su rostro frente al mío – Desde que he estado atrapado no he conseguido avanzar en conseguir mi libertad. Si no hubiera sido por ti, nada de esto hubiera sido posible... Gracias...


- ¡¡No tienes que agradecer!! – Me levante de la cama, inclinándome igual para ser cortes.


- ¡Silver! - Se irguió, viéndome muy impresionado. No podía evitarlo, era simple inercia de mi parte al no sentirme cómodo con tales actos de cortesía y etiqueta.


- ¡Yo soy el que debería de agradecértelo! Gracias a ti estamos más cerca de conseguir nuestra libertad. Yo solo soy un tonto inexperto que está aprendiendo de ti... Así que no tienes por qué agradecer...


- Silver... - Desvió su mirada, notándose el rubor en todo su rostro – Esta bien... Yo... Te conseguiré un pantalón limpio...


Apenas dijo eso, me quedé estupefacto, bajando mi mirada a mis piernas descubiertas, tan solo con mi camisa que me cubría, con suerte, parte importante de mis muslos. Totalmente rojo y apenado, tome la cobija para cubrirme como podía viendo como Mephiles traía en manos unos pantalones mientras cubría sus ojos, acercándolos a mí.

Estaba impresionado por su actitud, pero solo me dispuse a vestirme completamente, observando aun al ente con los ojos cubiertos, tratando de averiguar con la audición si estaba aun con él.


- Me impresiona tu comportamiento, estas mejorando – Alague, terminando de acomodar mi ropa.


- Solo trato de dar lo mejor de mí – Respondió con una pizca de egocentrismo, descubriéndose los ojos para observarme - ¿Puedes caminar sin problemas?


- Si, solo fueron pequeños rasguños, nada de qué preocuparse – Pose mis puños en mis caderas, sintiéndome en total capacidad para cualquier cosa, lo cual me era extraño... - Mephiles... ¿Por cuánto tiempo he dormido?


- Dos días – Suspire ante su respuesta. Me alegraba que no hubiera pasado semanas.


- Tiene sentido, por eso me siento como nuevo – Afirme con un cabeceo, viendo a mi compañero con un sonrisa carismática – No me dejes dormir tanto la próxima vez.


- No es decisión de ambos – Gruño, viéndome con reclamo – Siempre será necesario dormir bien para un hechicero si es que este quiere sobrevivir – Se cruzó de brazos, tomando aire autoritario.


- De acuerdo, de acuerdo... - Su comportamiento serio y maduro volvía, ganándose unas risas juguetonas de mi parte, calmando su tensión ante mis peticiones – Me alegra que hayamos conseguido toda esta información, ¿Pero cuál será el siguiente paso?


- Qué bueno que lo preguntes... - Entre sus cosas, levito un libro, el cual se posó frente a nosotros, abriéndose para mostrar sus páginas – Conocemos los hechizos y parte del origen de la maldición... Ahora más que nunca, estoy de acuerdo con que lo que se mostró esa anoche, fue un engaño para encubrir el verdadero origen de la maldición.


- ¿Pero por qué?


- ¡Porque con ello se puede destruir la pieza central de esta polimerización de hechizos! ¡La razón de la maldición! – Dijo con voz en tonante y llena de emoción, pasando rápidamente las páginas del libro.


- Entiendo... ¿Pero cómo conseguiremos averiguar el origen de la maldición? Nadie en el pueblo parece conocer sobre el pasado de este, en realidad...


- Lo sé... Pretendo buscar hoy un poco sobre la descendencia de los pueblerinos, alguien que tenga una conexión más cercana con alguno de los primeros en estar en presencia de aquel día – Mostro en el libro unos datos sobre una familia, con su árbol genealógico – Solo espero que alguno este vivo y dentro del pueblo.


- Oh, bueno... - Observe como cerraba el libro, deslizándose este sobre sus manos, sosteniéndolo con fuerza entre sus brazos y su pecho. Se notaba cansancio en su mirada, y a pesar de las nuevas buenas, se veía algo afligido – Por ahora, hay que tomarnos esto con calma – Me acerque a él, tomando el libro para dejarlo en un mueble cercano – Lo que hemos hecho se merece celebrarlo... – Vi su ceño mandón, sintiendo como respuesta que no era el momento –...Celebrarlo con un descanso... Después de todo, apenas estamos comenzando – Reí bajo, palmeándole el hombro con una sonrisa simpática – Propongo ir a desayunar, yo preparo la comida... – Pude ver como su rostro se ilumino, mostrando un semblante alegre –...Para los dos ¿Te parece? – El solo cabeceo rápidamente, sin decir nada, caminando hacia la salida para comenzar con el día.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Picaba unos aliños y especias para el desayuno. Con suerte el camino hacia el comedor nos llevó hacia los cultivos, dándome oportunidad de tomar varios ingredientes para preparar una Pizca Andina. Al ya tener en cocción la sopa, empecé a amasar una masa para preparar unos panes para acompañar, llevándolos al horno, en espera de que el resto de la comida terminara de hacerse.


- ¿Ya está lista la comida? - Preguntaba por quinceava vez el ente, impacientándome por su ansiedad.


- No, por última vez. Ve a leer un libro o algo y déjame terminar de cocinar en paz - Regañe, revolviendo el caldo, sin querer prestarle más atención.


- Ya termine de leer todo - Sin dejarme en mis asuntos, me hizo voltear a verle, viendo la mesa llena de libros, apilados ordenadamente, notando como en un fila se iban flotando hacia la salida, dejando la mesa despejada en poco tiempo.


- Jump, hechicero presumido - Refunfuñe, revisando como había quedado de sabor la sopa. Estaba a la perfección, ya me maquinaba como agregarle mi esencia mágica, pero fui interrumpido por el abrazar del ente, que se había apoyado tras mío - ¡Mephiles!


- ¿Ya está lista?


- ¡No! Deja de recostarte de mí - Trate de apartarlo con mis brazos, pero no le importaba en lo absoluto mi incomodidad - ¿Que no podías comportarte por un rato más?


- No exijas mucho, no todo lo bueno dura por mucho - Se trató de asomar entre mi hombro para oler la comida, quedando mejilla a mejilla conmigo - No puedo esperar a poder olerla y probarla... - Carraspee molesto, haciéndolo notar de nuestra cercanía mientras le miraba molesto - Mmm pero puedo conformarme contigo - Hundió su nariz en mis púas, aspirando profundamente, provocando que me erizara por su atrevimiento.


- ¡Me-Mephiles! - Chille histérico, sin poder evitar alzar mis púas a la defensiva, atravesando el cuerpo del azabache - ¡M-mira lo que haces! ¡Sepárate de una vez! - Se sentía raro al estar pegado a él de esa manera, provocándome escalofríos y asco al sentir su cuerpo disolverse en mis espinas.


- Tu solo te lo provocas... Ahg – Se separó de mí, agitándose cual gelatina al volver a su forma y consistencia normal – Así que te pido amablemente que te apresures. Desearía ser más paciente como deseas pero ya no depende de mí – Al verle podía deslumbrar en su mirada una ansiedad, pudiéndose confundir con un deseo incontrolable. No tenía opción. Apresure mis manos y me dispuse a terminar todo lo antes posible.


Había apartado mis platillos de los de Mephiles, vertiendo mi esencia mágica nada más en los suyos; presentándole mi desayuno en una mesa bien preparada, la cual el ente no tomo mucho en cuenta, solo se sentó dando las gracias, comiendo lo más controlado posible. Por lo menos no hacia desastre.

Observe con atención mientras comía, los gestos del ente que degustaba con tal entusiasmo y afinidad la pizca andina, esperando escuchar de su parte un cumplido o una felicitación por el platillo.


- Mmm esta delicioso - Pudo decir con la boca llena, al notar que le observaba con paciencia.


Desvié la mirada, alegrándome por la respuesta que esperaba, dudando por un momento por si había leído mi mente, pero descartando la idea de inmediato al pasar mis dedos por el talismán en mi cuello. Voltee a verle, esta vez con un ceño lleno de capricho, solo parar responder con una sonrisa presumida.


- No hables con la boca llena - Regañe, terminando de comer.


Sabía que el talismán funcionaba... Lo que no sabía era si mi rostro era tan descriptivo u obvio para que se pudiera adivinar lo que pasaba por mi cabeza...

Mephiles, después de terminar, se ofreció a lavar los platos; pero apenas le quite la mirada de encima para arreglar la mesa, vi como los platos eran lavados solos por obra de la mansión, dándome Mephiles como excusa de que no podía evitarlo... "Que la intención era lo que contaba". Trate de no reír, pero las pequeñas risillas salían entre la comisuras de mis labios, siendo contagiosas para el ente, que igual en voz baja, rio.

Después de salir de la cocina, nos dirigimos a la gran biblioteca, solo para sumergimos en enormes pilas de libros. Increíblemente, mi velocidad en la lectura había incrementado bastante, logrando leer varios tomos de libros en tan solo horas, consiguiendo formar un asiento de libros con los que ya había leído. Me sentía de alguna manera superior, orgulloso de mi avance, pero este fue opacado arrasadoramente por Mephiles, que superaba por miles de veces mi velocidad, logrando crear un trono de dos metros en la misma cantidad de tiempo en lo que yo había leído.

Solté un resoplido cual mula, tirando el último libro que tenía en manos al suelo sin muchos ánimos de continuar la búsqueda. Me levante de mi diminuto asiento y empecé a husmear entre el resto de repisas un libro de mi disfrute.


- ¿A dónde vas? - interrogo Mephiles al ver que me alejaba.


- Quiero buscar una novela que me entretenga ¿Es mucho pedir? - Dije, dándole el frente y marchando de espaldas, deteniéndome para buscar con rapidez un bueno libro de mi gusto.


Lamentablemente solo había varios sobre hechizos y pociones, y otro de puras novelas y tragedias románticas, provocándome un poco de repulsión por el tipo de lectura que contenía la famosa "Gran biblioteca". Con suerte, pude hallar unos pequeños libros, de temática infantil, cuentos de hadas, pero de los cuales jamás había oído o leído, teniendo que conformarme con esos; uno llamado "Blanca nieves y Rosa roja" el otro "La hermana y sus siete hermanos" y el ultimo "La hija de nuestra señora".

Ya apunto de marcharme, repase una última repisa, reconociendo el lomo de uno de los libros, tomándolo para contemplar el dichoso libro de "Las penas del joven Werther". Tanto era mi alegría de volver a tenerlo en mis manos que ahí mismo lo abrí, terminando de leer el ultimo capitulo que me faltaba por leer...

Mala decisión...

Cerré el libro, sin nada de ánimos ahora, pues había terminado de leerlo y como era de esperarse para tal novela trágica, el final era un desenlace que llevaba a la muerte de nuestro protagonista, su suicidio, solo por no soportar más la soledad, el fracaso, el desamor de la mujer que más amaba en todo ese mundo... Todo, fue demasiado para él... De alguna manera sentía su decepción, su tristeza, su lamento, esperando con muchas fuerzas que mi final no llegase a ser como el de él...


- ¿Qué libro lees? - Dijo Mephiles que sin darme cuenta se encontraba a mi lado. Casi se me caía el libro de mis manos de no ser que lo había golpeado con fuerza sobre la repisa, guardándolo con los otros libros - ¿Qué ocurre? ¿Por qué esa cara? - Volvió a preguntar, con un rostro curioso.


- Nada, nada, solo terminaba de leer ese espantoso libro, eso es todo. No espero que lo leas, de verdad no vale la pena - Conteste, con una sonrisa tonta, esperando que no siguiera con más interrogantes.


Ciertamente, no me importaba que supiera que libro estaba leyendo, ni que supiera que su historia me había afectado bastante, solo no deseaba que leyera ese libro y sintiera esa misma decepción que yo, ese martirio que desprende la depresión en cualquier hombre y mujer...


- Oh, está bien... Tomare tu palabra - Dijo, pasando la mirada por el libro - Quería saber si querías retirarte a tu habitación, aprovechando que dentro de poco se abrirá un atajo directo a este.


- ¡Claro! Me encantaría... Necesito estar a solas por un momento... - Confesé, sujetando los otros libros entre mis manos y mi pecho - Quisiera leer estos cuentos con suma tranquilidad.


- ... - Bajo su mirada para observar los libros que tenía, soltando un monosílabo, dudoso por algo - Esta bien, sígueme...


Caminamos un rato entre los largos corredores de la biblioteca, hasta lograr divisar en una cruzada, un enorme reloj de péndulo, tan grande que superaba por un par de centímetros las enormes estanterías del lugar. Asombrado, gire alrededor del reloj, detallando con curiosidad cada detalle de su diseño fino con mi ojo de artista.


- Tu deseando tanto un reloj y tienes posiblemente el mejor del mundo en tu propia morada - Comente, lanzando una mirada fanfarrona al ente que con una mueca sonriente me devolvió la mirada.


- Tal vez, pero no cumple con su propósito... - Se acercó al reloj, quedando a mi lado, sacando su reloj de bolsillo para chequear la hora - Es la una de la tarde, y este reloj marca las sietes y cincuenta... Además de ese simple y tonto detalle el cual se puede arreglar con un simple ajuste de sus manecillas, ocurre que a esta precisa hora, pasa esto...


Con la mirada señalo el enorme reloj, haciéndome alzar la mirada para ver también, ante mí, como todas las manecillas empezaban a avanzar rápidamente, hasta tal punto en que parecían hélices de un avión, no podía distinguirlas, no podía seguirles la velocidad. Una luz empezó a desprender del cristal donde se hallaba el péndulo, abriéndose la puertilla para mostrarnos un pasadizo lleno de luz y los colores pasteles que resguardan las paredes de este lugar encantado.


- Aun vuelva a colocar la hora como es, las manecillas se volverán a desordenar por si solas – Suspiro sin remedio ante su problema.


- ¿Esto puede llevarme a la habitación? 


- Y a cualquier parte de la mansión, pero a esta hora, de este día nos lleva precisamente a tu habitación – Dijo revisando su reloj de bolsillo quisquilloso –Sera mejor que entres, antes de que se cierre. Tienes que entrar e ir recto hasta el final.


- ¿Estás seguro que me llevara a la habitación? – Pregunte un poco inseguro, viendo la entrada a ese extraño portal, caminando lentamente hacia este.


- Tan seguro, como que tu piel es las más blanca y hermosa que he visto – Su coqueteo me tomo por desprevenido, haciéndome titubear en mi paso, viéndole con vergüenza por lo que dijo. Él tan solo rio bajo, viendo mi expresión, como si fuese divertido provocarme así...


- Tu... Tonto – Reí nervioso, dándole la espalda para entrar al portal.


Al atravesarlo, contemple mi alrededor; solo había un camino suspendido entre el vacío de ese paisaje de colores infinitos. Debería tener miedo, pero tan solo sentía una atracción con ese lugar, a pesar de conocer el peligro que este traía... Tal vez era por lo hermoso que se veía...

Continúe caminando, volteando tras mío una que otra vez para observar a distancia de donde había venido, siendo observado por Mephiles que se aseguraba de mi seguridad. Le sonreí, marchando ahora sin mirar atrás, llegando hasta una puerta de madera carbón. La abrí y al otro lado todo estaba oscuro; tome valor y me adentre, aun si ver donde pisaba. Mientras más avanzaba, más pequeño era el lugar, teniendo que agacharme y seguido estar a gatas, viendo una luz que finalizaba mi recorrido.

Sorprendentemente, me encontraba saliendo de bajo de la cama de mi habitación. Como había dicho Mephiles, ese camino me llevaba a mi cuarto, tan solo no me esperaba ese tipo de entrada... Hubiera podido soltar una risa de lo irónico, pero tenía algo molestándome desde hace rato, unos pensamientos que había tratado de evadir durante toda mi estadía en este lugar...


Aquel libro me trajo a una cruda realidad de la cual estaba siendo ignorante por las consecuencias que me traía al estar en un lugar maldito, lleno de magia y encantos que me dejaban ciego ante las razones y deberes que me había traído a esta...

Pensaba... ¿Qué sería de mí una vez saliera de esta mansión? ¿Aun tendría mi trabajo? Probablemente no, conociendo al jefe de mi empresa, ya me habría despedido hace mucho por no informar ningún reporte de mi trabajo... ¿Tendría a un lugar a donde volver? Teniendo en cuenta las políticas de mi departamento, seria desalojado dentro de poco con todas mis pertenencias que resguardaban en mi vivienda... ¿Mis padres me recibirían a pesar de ser un fracaso de hombre?... De seguro que no... No quedamos en buenos términos la última vez que hablamos...


... ¿Aun tendría magia después de salir de este sitio?...


Jajajaja... Posiblemente no. Conociendo mi mala suerte, esta desaparecería o terminaría en acabarse algún día...


¿Qué me quedaría entonces después de todo esto? ¿Para qué insistía tanto en salir de aquí si afuera no tendría libertad? Ya estaba arruinado un vez me quede atrapado en este lugar... Ya nada tenía sentido para mi... Me abrazaba a mis piernas, aun en el suelo recostado a la cama; deje los libros a un lado y tome la cobija tras de mi para envolver mi cuerpo que comenzaba a tiritar por el estrés que volvía en mí.

Tanto había luchado para nada, tanto me había esforzado para perderlo todo en un abrir y cerrar de ojos, tanto había sacrificado para lograr mantenerme en pie por mis propios medios... ¿Para qué?... ¿Para qué?... Sentía un horrible nudo en mi garganta, mis ojos me ardían y picaban, indicando que se querían aproximar unas lágrimas para derramar, pero con toda mi voluntad y el poco orgullo que me quedaba, apreté con fuerza mis ojos, mordiéndome la lengua para aguantar en no llorar por mí mismo... Ya no más...

Suspiraba fuertemente, queriendo deshacer esas preguntas llenas de inseguridad, diciéndome una y otra vez lo que me había dicho a mí mismo hace varios años...


«Tú solo saldrás de esta. De ti depende ser lo que quieres ser, esa es la única bendición que tienes»


Con ese auto-apoyo mental logre conseguir todo lo que tenía hasta ahora. Entonces, si pude hacerlo una vez, podía hacerlo otra vez...

Me frote el rostro con la cobija para despejar cualquier rastro húmedo de mis ojos, sacando de mí aquella amargura que me inundaba, casi asfixiándome, pero no era la primera vez que me pasaba, no era la primera vez que me sentía así, como a cada persona, tenía mis momentos de debilidad, con suerte me encontraba solo para que nadie viera mi herida...


Asome mis ojos entre la cobija con la que me cubría, notando como algo se movió frente de mí. Subí la mirada y lo que había visto moverse era un espejo grande, rectangular, con enmarcado de oro con adornos florales. Rápidamente espabile y me lance tras la cama, ocultándome de aquel objeto.

Recordaba a la perfección esa vieja advertencia de Mephiles, no podía olvidarla sabiendo en qué lugar me encontraba; ahora el único problema es que me encontraba solo con esa cosa, tenía que resguardarme hasta que llegara... ¿Pero eso era lo mejor que podía hacer?

Me asome entre el borde de la cama, observando como ese espejo flotaba aún en el mismo lugar. Apunte con mis manos aquella cosa, convocando un pentagrama de ataque, tratando de no tener miedo.


- ¡A-aléjate! ¡No dudare en destruirte si me siendo amenazado! – Fue lo único que se me ocurrió decir, aun presa del miedo. El espejo ni se inmuto, se mantenía flotando aun sin hacer nada mas - ¡Te hablo a ti!... ¡Cosa! – Solo podía ver mi reflejo en el espejo mientras me iba levantando del suelo. Tal vez no se trataba del mismo espejo... Aunque así recordaba la descripción que me había dado Mephiles hace ya mucho tiempo - ... Esta estúpida mansión...


Me levante, observándome completamente en el espejo; nada estaba fuera de lo normal, aun que sentía que mi reflejo tenía algo diferente, tal vez me veía un poco desaliñado, pero como no estarlo sin tener donde verme. Tenía las púas todas alborotadas, a pesar de que en todas las mañana las peinaba, mi ropa estaba arrugada y se veía totalmente brincaposa en mi cuerpo aun de chico prematuro; me daba vergüenza aun no tener el cuerpo de un hombre adulto, pareciendo aun un chico de quince años. Trataba de acomodar mi ropa para que se viera un poco más decente, logrando tan solo parecer a un chiquillo mal arreglado con ropa vieja de oficina.


- Jijijijiji – Pude ver como mi reflejo se rio, ocultando con su mano su boca mientras me veía con gracia. Inmediatamente volví a tirarme al suelo, asustado por lo que vi, aun sin creerlo del todo – Tranquilo, no te asustes... Solo no puede evitar reírme por tus inseguridades – Dijo aquella cosa, usando mi voz. No entendía nada.


- ¡Retrocede! ¡No me quieras ver la cara de tonto! – Amenace, volviendo a convocar un pentagrama, esta vez de defensa.


- Cálmate, no te voy a lastimar, no es como si pudiera – Respondió mi reflejo, posando sus manos sobre el cristal del espejo, provocando un efecto de ondulación con su toque, como si fuese agua – Perdona por reírme de ti, pero no pude evitarlo – Confeso, viéndome con una expresión idéntica a la que yo hubiera puesto al estar apenado – No tienes que temer, no te puedo hacer daño.


- ... ¿Quién eres? – Finalmente me acerque, viendo de frente el espejo que levitaba delante mío, observando atento como mi reflejo ya no se movía a coordinación conmigo - ¿Qué es lo que quieres?


- ¿Qué quién soy? – Su rostro no mostro expresión durante unos segundos, luego sonrió lleno de carisma - ¡Pues soy tu reflejo, claro! ¿Y qué es lo que quiero? Mmm... Eso si no sabría decirte, últimamente quiero muchas cosas... - No creía del todo a sus respuesta, esa cosa me daba mala espina – Y ya que termine con la primera ronda de preguntas... ¿Cómo te llamas?


- ... - Dude en responder, no era bueno darle el nombre a un ser de origen misterioso, podía usarlo en mi contra, pero también era descortés. Si quería que respondiera ante todas mis preguntas tenía que entablar una mejor relación... - Me llamo Silver ¿Cuál es tu nombre?


- Yo no poseo nombre, soy nada más el reflejo de lo que se posa frente a mí, no he de necesitarlo si no poseo una forma que me identifique – Respondió con suma cortesía, viéndome entusiasmado.


- ¿Qué haces entonces aquí?


- No tengo ni idea, normalmente aparezco al azarmente en varias partes de la mansión, no es algo que pueda controlar – Dijo sin preocupación. Por algún motivo su actitud me era algo molesta, al hablar de esa forma, con mi apariencia, con mi voz y mi actitud, es como si estuviera imitando una muy mala versión de mí.


- No me refería a eso ¿Qué haces en esta mansión? ¡Responde! – Alce mi voz, apuntándole con mi mano extendida.


- Eso tampoco lo sé... – Contesto, esta vez, sin expresiones en su rostro, viéndome con seriedad – ¿Es que acaso no vas a disparar? Te veo totalmente inseguro con todas tus acciones, no sé si vas a atacarme o vas a huir despavorido. Ya te lo dije, no te puedo hacer daño – Sonrió amablemente, mostrando un semblante tan característico de mí que pensé que de igual modo yo sonreía – Soy el único vulnerable aquí ¿Lo ves?


Sin apartar la mirada, baje mis brazos, viéndole atentamente por si trataba de tenderme una trampa. Lo rodee, revisando bien el objeto; él igual cayado, siguió mis movimientos, sin dejar de sonreírme tranquilamente.


- Entonces... ¿Qué es lo que quieres exactamente?


- Como dije, son muchas cosas las que quiero, pero entre todas ellas solo deseo una, con todas mis fuerzas... - Comento, levitando hacia el techo.


- ¿Y qué es? – No despegaba mirada de él, notando como este giraba en torno al espejo, como si estuviera haciendo un baile.


- Salir de aquí – Contesto, acercándose otra vez a mí, presionando contra el cristal que me separaba de él.


- ¿Del espejo?...


- Por los momentos, si, es lo único que pido – Afirmo emocionado – Tú podrías ayudarme, solo necesito ayuda de alguien con magia, como tú.


- ¿Y qué hay de Mephiles?


- ¿Mephiles?... – Su sonrisa desapareció, meditando mientras sus ojos se clavaban en mí, confundido – Ah, ¿Te refieres al otro erizo que esta en esta mansión?


- Sí, me dijo que tuviera cuidado con un espejo con marco de oro – Le mire serio, pero a la vez sereno. Mi reflejo solo mostro una expresión de curiosidad y de confusión, llevándose un dedo a sus labios, mordiéndose la uña, volviendo a meditar por lo que le había dicho – Es obvio decir que eres algo peligroso, de no ser así, ¿Por qué Mephiles me advertiría de ti? ¿O porque él mismo no te ha ayudado a salir del espejo?


- Mmm... ¿Pues cómo no va a liberarme? Ese sujeto no se soporta así mismo – Dijo en forma de burla, sin alguna pisca de preocupación.


- ¿A qué te refieres?


- Veras, Silver... - Se cruzó de brazos y cerró los ojos – Al ponerme frente de alguien tomo su apariencia y su voz, pero también tomo un poco de su personalidad... - Decía seriamente, levitando por toda la habitación – Al estar con Mephiles, actuó como él. Y si hablamos del mismo sujeto, conocemos los desvariado y explosivo que puede llegar a ser a veces – Con una sonrisa sabionda, termino de explicar, posándose nuevamente delante de mí – Es por eso que me puede ver como una amenaza, no lo culpo – Levanto los hombros como si no hubiera remedio con el problema de Mephiles – En cambio tú, eres diferente... - Sus ojos mostraron alivio al verme como lo escuchaba atento – Tu si puedes ayudarme, tu eres inteligente, valeroso, amable y cuerdo. Además, tú más que nadie sabes lo que se siente estar atrapado ¿No? – Dijo con suplica en su voz. Realmente parecía que necesitaba salir de ahí - ¿Me ayudaras, Silver?


No estaba seguro de nada, tan solo veía como mi reflejo me sonreía en espera de que le ayudara. No debería ayudarle, todo era tan sospechoso, pero al escucharlo hablar, sentí que era igual que yo, hablando, como yo al estar atrapado en el libro de doble filo, como si el supiera por lo que pase todo ese año; tanto tormento, tanto esperar, no podía dejarlo así.


- Es... Esta bien... Se lo que se siente – Me acerque al espejo, reaccionando con total alegría mi reflejo.


- Sabía que entenderías, Silver – Comento mi reflejo, tocando el cristal – Conoces lo que es estar atrapado, desesperado por salir – Añadía, viéndome directamente a los ojos.


- Si... - Estaba por tocar el espejo, pero titubee, retrocediendo mi mano, ocultándolo en mi pecho con recelo – Pero si estas en lo cierto... Y no eres una amenaza, esperaras aquí conmigo hasta que Mephiles vuelva, y hablaremos todos juntos sobre esto...


Una mirada seria se impregno en el rostro de mi reflejo. Durante varios segundos que me parecieron minutos, me observo callado, mostrando en tan solo un momento un ceño molesto pero desapareciéndolo de inmediato con una sonrisa; juguetón, rio, alejándose un poco, calmando esa extraña tensión que había implantado con su silencio.


- Jajajaja, por supuesto. Por mí, no hay problema – Agacho su cabeza, asintiendo con tranquilidad, sentándose en el suelo para observarme atento – Solo espero que no tarde tanto, no sé en qué momento vaya a aparecer en otro lado.


- También espero que no tarde mucho... - Comente, sentándome igual, pero en un asiento.


- No te molestaría si charlamos mientras ¿No? Tengo tantos años que no converso con alguien – Dijo con añoranza, paseando su mirada a los alrededores de la habitación.


- Claro... ¿De qué te gustaría hablar?


- Oh... De tantas cosas... ¿Pero qué tal si te respondo a cualquier duda que tengas sobre mí? Así generamos un poco más de confianza – El espejo se roto, al parecer, observando cada parte de la habitación.


- Bueno... Lo que quisiera sabes ante todo ¿Qué eres exactamente? – Me cruce de brazos, alerta a cada acción que hacía.


- Buena pregunta, con buen comienzo – Se giró a verme, acercándose lentamente – Soy lo mismo que casi todo lo que hay en este lugar... Magia – Extendió sus manos, mostrando como por medio de un destello del cristal, colores alegre y vivos pasaron en el espejo – Un día solo aparecí aquí, siendo algo sin forma, inerte, apenas con pensamientos propios, hasta que me encontré a ese erizo oscuro y por primera vez tome forma, apariencia, emociones nuevas... Hermosas... Y así como así, una y otra vez dejo de ser algo y vuelvo a ser algo.


- Eso... Es algo frustrante – Comente, viéndole con pena.


- No tanto... Bueno... Solo con el hecho de que estoy mantenido en este espejo... Deseo salir y poder formar parte de algo más grande – Suspiro con añoranza, viendo hacia la nada, mostrando una mueca sonriente.


Tome aire, pensando en que más preguntarle sin que fuese a tocar ese tema tan delicado que faltaba por aclarar.


- Y... ¿Qué cosas te gustan? – Pregunte, desviando la mirada hacia otro lado por no tener una mejor pregunta.


- Oh, me gustan los días soleados, los días lluviosos, me gusta el silencio, me gusta los sonidos, ¡Me gusta casi de todo! Todo es hermoso – Respondió con un tono de voz fantasioso, viéndose algo extraño de ver con mi apariencia.


- ¿Todo? Jajaja, debe de haber algo que te desagrade


- Solo cuando las cosas no me salen como quiero... ¿Pero a quien no? Jajaja


- ... Si...


Me quede callado por un rato, no pudiendo apartar mirada de mi reflejo. Hacia tantas expresiones exageradas y tan pocas de mí, que se veía muy extraño... Pero no tenía por qué impresionarme, no era ninguna novedad... Recordaba cuando hace mucho tiempo también hacia esas expresiones, incluso me atrevo a decir, que mucho más exageradas; cuando era un chiquillo tonto e ingenuo, pensando que al tomar ese comportamiento, podría ganarme a todos... Eso me hacía sentir un desprecio hacia ese reflejo, pero no podía odiarlo, más bien... Me daba lastima...


- ¿Cuál es tu postre favorito? – Pregunte al fin, después de un rato.


- Jajajajajajajajajaja – Su risa escandalosa y coqueta atormento en mis oídos como un zumbido. Ni siquiera podía creer que pudiera reírme de esa manera – Que gracioso, Silver, jajaja. ¿Cómo crees que un ser como yo ha podido probar algún alimento en toda su existencia? Jajajaja – Se sujetaba de su barriga mientras giraba con todo y espejo en el aire – Jaja... Jaaaa... No... No tengo ningún postre favorito... ¿Cuál es el tuyo, Silver?


- ... El pie de coco... - Conteste con una mueca de molestia en mi rostro, ya no queriendo ver mi reflejo por su infantil comportamiento - ¿Qué es lo primero que quieres hacer al salir del espejo?


- Besar a alguien – Respondió, casi inmediatamente, sonriendo encantadoramente. Su respuesta me dejo fuera de lugar, teniendo que tragar saliva, viéndole otra vez, con desconfianza – Tranquilo, no pienso besarte a ti, tonto. Solo a alguien más... Sin importar quien sea – Rio risueñamente, ocultando su sonrisa con su mano.


- Bien... - Aclare mi garganta, pensando un poco más en que preguntarle - ¿Tienes algún tipo de libro favorito?


- Si. Me gustan mucho los libros de misterio, ocultismo y sobre todo... - Soltó un gran suspirar, mirando ligeramente hacia arriba, identificando de inmediato cual respuesta soltaría – Tragedias románticas...


- Jajajaja, siento decir que era algo de esperar para alguien como tú – Comente, riendo sutilmente.


- Supongo que si... Y he de suponer también que a ti te gustan los cuentos de hadas infantiles – Añadió, girándose a ver los libros que había dejado en el suelo.


- La verdad no, me tengo que conformar con estos... Ciertamente, no soy muy fanático de las novelas románticas, leí muchos de esos en mi vida y me agote de lo poco creíbles e irreales que son – Dije con algo de pena, esperando que no tomara mal mi comentario.


- Oh, está bien, cada uno con sus gustos, jejeje – Mostro un semblante alegre con una radiante sonrisa.


Hubo un rato más de silencio, pero esta vez uno tranquilo y más confortable, a veces intercambiando miradas con mi reflejo, como si ambos tratáramos de descifrar lo que pensaba el otro... Que irónico era.


- Entonces... No tienes nombre ¿Cómo debería llamarte entonces?


- Como dije antes. No necesito de un nombre, adquiriré la forma de la primera persona que se pose delante de este espejo, no tiene importancia... Aunque... Si algún día llegase a salir de aquí... Desearía tener un nombre con el cual se puedan dirigir hacia mi... - Comento pensativo, posando su mano en su mejilla.


- ¿Y qué tal si te inventamos un nombre? ¿Te parece bien?


- ¡Oh! ¡Me encantaría! – Exclamo mi reflejo, juntando sus manos, viéndome cual niño emocionado por un nuevo juguete – Pero me gustaría que fuese un nombre en latín, si no te molesta, claro.


Trague saliva, tratando de ocultar un miedo que surgía en mí, esforzándome por opacarlo con una sonrisa serena.

 Solo los seres infernales y criaturas oscuras usaban nombres en latín y en otros idiomas antiguos y prohibidos; el hecho de que me lo estuviera pidiendo con esa emoción me preocupaba, pero no quería parecer más inseguro de lo que él me veía, tenía que demostrarle que no me daba temor tener que jugar con temas peligrosos.


- Está bien, no me molesta – Dije acomodándome mejor en el asiento. El espejo cortó distancia, esperando a que comenzara a elegir nombres por él.


- No tiene por qué ser muy complicado, solo usa uno que tenga que ver con lo que soy ahora – Inquirió, notando ansiedad en su voz.


- Okey... Que tal... ¿Speculum? – Dije con vergüenza, ya que no se me ocurría otra mejor.


- Jajaja, muy gracioso, pero no sonaría mejor... ¿Pondero Meam?


- Suena bien, pero... Y si usamos ¿Cogitario?


- Vamos, piensa en algo mejor... Como Internal Link.


Medida íbamos diciendo uno a otro cada nombre que se nos ocurriera, él comenzaba a reír coquetamente, haciéndome mantenerme introvertido ante la situación.


- ¿Te gustaría Partum Uigiliarum? – Pregunte, tratando de tomar el mismo entusiasmo que mi reflejo.


- No, para nada. Tiene que ser más genial... - Contesto aburrido, llevándose un dedo a su nariz, viendo pensativo hacia el techo - ¿Qué tal Reflectitur Tenebris? – Sonrió con un rostro tonto, tratando de hacerme reír, esperando mi afirmación, pero la tan sola mención de esas palabras me hizo negar rápidamente con la cabeza.


- ¿Por qué no Reflectitur Lumen? – Dije con un leve temblar en mi tono de voz, tratando de sonar una risa juguetona como lo hacía mi reflejo, consiguiendo tan solo soltar un quejido lastimero.


- Jajajaja, no, uno mejor. ¿Corporia Fibra?


- Mmmm ¿Secretum Lucent?


- Meh, algo como... Masking Desiderio


- No lo sé, mejor Mico Consciousness – Sonreía con dificultad, sentía una extraña tensión pero hacia poca importancia de esta, tomando atención en todo lo que decía mi acompañante.


- Me gusta, pero creo que me quedaría mejor Producat In Animo Mundus Ut Illud Maculant – Sonrió de oreja a oreja, viéndome con ojos brillantes, pero tan solo temblé y me mordí la lengua.


- Esta bien... Si te gusta, toma ese nombre – Me levante de mi asiento, temiendo por esa última frase que dijo, decidiendo parar con su juego.


- Eres bastante bueno con el latín, Silver – Me alago, llevándose las manos a su espalda.


- Gracias... Pero apenas conozco algunas palabras, apenas estoy comenzando con mis estudios de magia... - Admití, viendo varias de las salidas y entradas de la habitación, deseando que llegara de una vez el anfitrión.


- Tienes razón, apenas eres un novato – Rio con un tono de malicia, viéndome como si fuese un chiste – No te distes de cuenta que estábamos haciendo un hechizo, jajajajaja – Su risa alegre hizo que me congelara del miedo, teniendo que retroceder para tomar distancia de él.


- ¿Cómo dices? ¿¡Que hicistes!?


- Hicimos, Silver - El reflejo empezó a distorsionarse, como si fuese de agua, agitándosevarias veces con cada paso que daba hacia atrás – Realmente... Me agradas mucho. Eres tan adorable pero lo que más me gusta de ti es tu dulce inocencia ¿Cómo diablos aun tienes algo de eso? Después de todo lo que has hecho – Sonrió de una manera inusual, mientras el cristal se moldeaba de maneraque salía en forma de un líquido de este, rodeándome para dejarme sin escape – Tranquilo, de una manera u otra, me ayudaras, jijiji.


- ¡Desgraciado! – Convoque un escudo, pero este fue atravesado sin ninguna dificultad - ¡¡Lo pagaras, imbécil!! – Gruñí, tratando de escabullirme, pero siendo atrapado e inmovilizado por el cristal deformado, atrayéndome hacia el espejo - ¡¡SUELTAME!! ¡MALDITO!


- Jajajajaja, Silver... Déjame... Demostrártelo – Fue diciendo mientras su voz se distorsionaba al igual que su apariencia.


Forcejeaba con todas mis fuerzas con tal de alejarme, pero lentamente, fui introducido en el espejo, terminando por atravesarlo y saliendo por otro lugar diferente.


- ¡¡DEJAME IR!! ¡¡TE DESTRUIRE!! ¡ME OYES! – Y Antes de que soltara más insultos aquellos cuerpos me soltaron en el suelo de ese blanquecino lugar.


Revise todo mí alrededor, preparando símbolos y pentagramas de defensa y ataque, antes de que pasara un segundo más, realmente asustado de donde estaba y de donde se encontraba ese sujeto que me había engañado.

 Al estar en la espera de que algo pasara o de que mi reflejo apareciera, empecé a movilizarme por el lugar.

No estaba el espejo de donde había entrado, no había más que un color blanco y dorado en aquel inmenso lugar en donde estaba. Había puertas, ventanas y varias formas de espejos flotando en el espacio de aquella zona en donde me encontraba totalmente perdido, sin tener idea de cómo era posible eso, pero sobre todo, sin saber si alguna de estas me llevaría a la salida.

Después de un rato podía escuchar unas leves carcajadas roncas a la lejanía, o eso me parecía por el fuerte eco de esta. Gire varias veces a mí alrededor, tratando de encontrarme a quien quiera que estuviera ahí... Que dejá-vu estaba experimentando.


- ¡¡Sal a dar la cara, bastardo!! – Grite, apretando mis puños con fuerza, buscando manera de deshacer los nervios en el temblar de mis manos.


- ... Por supuesto...


Respondió, seguido de que pequeñas gotas oscuras salieran de cada esquina y objeto cercano, acumulándose frente a mí para ir creando una enorme masa de la cual salió un cuerpo semi-corpóreo, casi deforme, tan solo mostrando el torso hacia arriba. Unos ojos inyectados en un rojo sangre aparecieron, deslumbrando un color notorio en sus pupilas, las cuales me miraron atento, terminando de formar una boca espeluznante, llena de colmillos bañados en una sustancia oscura como la de su cuerpo. De su cabeza, cuales cuernos, se formaron sus púas transformándose cristal en sus puntas, un cristal celeste, las cuales poseía igual en sus garras y orejas, dando la impresión en ser filosas y cortantes con el más simple rose con estas.


- ¿Esta es la cara que esperabas ver? – Pregunto aquel ser de apariencia similar a la de Mephiles, que sonrió perversamente en mi dirección.


- Tu... Te conozco... ¿No es así?


- ¡Bravo! Que listo, Silver – Dijo aquel ser, acercándose muy lentamente donde estaba – Déjame presentarme otra vez... - Se inclinó, bajando la cabeza para luego volverse a levantar – Soy Mephiles... El que aún no conoces...


Una vez más, estaba frente aquel ser, el mismo que había visto hace dos noches controlando a Mephiles, o eso quería suponer. Sabía que estaba en total peligro y si no era cuidadoso, podría acabar ahí mismo todo lo que habíamos hecho.


- ¿Qué es lo que quieres de mí? - Pregunte con voz suave y calmada, ocultando perfectamente el miedo y el repudio de estar frente aquel ser.


- No, Silver. La pregunta correcta es ¿Que no querría de ti? - Se burlo, viéndome con una sonrisa tétrica, acercándose, o más bien, arrastrándose hacia mí – Me alegra finalmente tenerte aquí, finalmente, estando frente a ti...


- ¿Fingías entonces ser mi reflejo? – Dando pasos discretos, retrocedía según él se acercaba - ¿Solo para atraparme aquí? Temo decirte que si ni un libro mortal pudo contenerme, menos lo harás tú.


- No me estés comparando con hojas y cuero, erizito – Gruño, mostrando disgusto – No finjo ser nada más allá de lo que las personas ocultan en sus almas... Cada persona tiene una parte oscura que ni ellos conocen... Incluso tú, Silver – Sonrió de lado, apretando sus nudillos, haciéndolos sonar – Y te aseguro... Que no te dejare ir a ningún lado mientras me sea posible – Una mueca torcida se dibujó en sus labios, mostrando una emoción que me hacia temer...


- ¿¡Qué clase de criatura eres!? – Con mi mano izquierda cree un pentagrama azul con un símbolo triangular, apuntándole en la cabeza - ¿¡Cómo diablos conoces de mi pasado!?


- Jajajaja. Perdona, tal vez no te hayas dado cuenta... Pero la sección de preguntas termino – Con sus extremidades inferiores fue creando tentáculos, acercándolos a mí.


- ¡¡NO TE ACERQUES MAS O DISPARO!! – Cargue al máximo mi rayo, mostrando un ceño molesto.


- ¡Oh! ¡Oh no! ¡El rayo no! Jajajajajajaja – Carcajeo, siendo sarcástico mientras me miraba cual hormiga mísera.


Dispare sin esperar más, pero fácilmente lo esquivo, deformando su cabeza para crear un espacio por donde paso el rayo. Dispare continuas veces sin detenerme, siendo inútil aquel hechizo, pues, fácilmente los esquivaba, acercándose a mí momentáneamente.


- ¡Detente ya! – Forme una línea de fuego entre nosotros, deteniéndole, pero tan solo un momento, ya que logro atravesarlo, saltando como una masa de alquitrán - ¿¡Por qué haces esto!?


- ... Porque deseo... Transfórmate – Se levantó de entre toda esa masa con una sonrisa ansiosa, dedicándome una mirada perdida en excitación – Tienes que dejar florecer esa bella parte oscura de ti, Silver... Yo lo hare posible.


No tenía que escuchar más, hui lo más rápido de ahí, a donde fuese, tenía que escapar, esconderme; este no era un monstro como los que ya había enfrentado, este era peligroso, totalmente peligroso. Tenía que planificar alguna manera de poder derrotarlo, pero nada sabía.


- ¡Eso es! ¡Huye! Así será más divertido, jajajajaja – Carcajeo aquella criatura, persiguiéndome luego de darme unos segundos de ventaja – Corre, corre, corre ¡Jajajaja! Diviérteme un rato antes de que te atrape y termine el juego.


Apresure más mi paso, sintiendo su presencia muy cerca de la mía pisándome los talones; mi corazón retumbaba a una gran velocidad, mis piernas vacilaban, el miedo se estaba apoderando de mí. Tenía que concentrarme, tenía que enfocarme, ¡Recuerda lo que has aprendido, maldición! En mí emprendida, mire mí alrededor, divisando el bendito espejo de donde había entrado a lo lejos.

Frene de golpe para cambiar de dirección rápidamente como en un derrape, corriendo con desesperación hacia la salida.


- ¡Oh no! No te dejare ir tan fácilmente – Dijo tras mío, y sin percatarme, disparo como una lanza una de sus extremidades, pasando está al lado mío, destruyendo el espejo delante de mis ojos. Tan solo me faltaban unos pasos para llegar, pero al ver como los cristales caían al suelo, me tropecé y caí de rodillas, lastimándome las piernas, exhausto y atemorizado de tener al monstruos a mis espaldas – Tan cerca... Es una pena – Dijo con sarcasmo, soltando risas entre dientes.


- Te dije... ¡Que no te acercaras! – Con un hechizo de aire, hice un corte, haciendo que retrocediera para esquivarlo - ¡Aléjate de una vez! – Lance varios cortes de aire, pero él rápidamente los esquivo, acercándose hacia mí con movimientos zigzagueantes.


Estaba por alcanzarme, pero antes de que me pudiera tomar con su mano, cree un pentagrama, congelando su mano al instante y dándome la oportunidad de escabullirme y tomar distancia de él.


- Eso es, eso es, estás haciendo esto muy divertido – Pude escucharlo decir, aun sin tener el valor de mirar atrás – Oh, será tan bueno, tan dulce – Su voz se escuchaba muy próxima a donde estaba y sin poder evitarlo, chillaba del miedo con tal solo escucharle hablar de manera tan perversa – Quiero atraparte ya ¡Para poder destrozar todo lo bueno que te queda!


- ¡¡HNIIG!! – Lo había escuchado muy cerca de mi oído, demasiado. No pude contener más mis chillidos y solté un grito lamentoso, sintiendo que en cualquier momento me golpearía y caería al suelo a merced de él. Atreví a voltearme a ver qué tan cerca estaba de mí, notando por la cercanía que no iba con toda su velocidad y que solo jugueteaba conmigo, divirtiéndose en mi persecución como un gato con su presa - ¡¡Aah!! – Finalmente tropecé con mi propia cuenta y rodé por el suelo, dejando varias magulladuras en mi piel.


- Jajajaja ¡Pero que torpe eres! – Se burló de mí, tapándose la cara y apuntándome con el dedo como si fuese el mejor chiste en la historia – Eres tan torpe como un ciervo recién nacido – Sus insultos me llegaron, sobre todo por que comenzaba a temblar sin poder levantarme del suelo, observándolo con impotencia mientras apaciguaba sus risas estrepitosas – Tengo aun ganas de jugar. Te daré unos segundos de ventaja para que puedas huir. Así que ¡Vamos! ¡Corre y trata de escapar! Jajaja ¡Vamos!


No pude moverme, incluso trate de mover mis brazos y mis piernas para levantarme, pero era como si estas ya no estuvieran conectadas a mí. Trataba de hacer todo a mi alcance para aun que sea, ponerme de pie, siendo inútil cada quejido y gruñido que soltaba para poder levantarme.


- ¿Qué pasa? ¿No vas a correr? – Pregunto, viéndome con poca paciencia, en espera de que hiciera algo - ¿No? ¿¡Qué no me tienes suficiente miedo para huir!? – Golpeo fuertemente el suelo, muy cerca mío, pero solo pude cerrar mis ojos con fuerza y protegerme con mis brazos. Ya no podía controlar el miedo que se difuminaba en todo mi cuerpo – Uh... ¿Así de fácil te rindes? – Me levanto con sus extremidades, dejándome frente a él mientras me mantenía los brazos y piernas inmovilizados - ¿Ya no quieres vivir? ¿Es eso? – Volvió a preguntar, insistiendo curiosamente con su mirada y su rostro poco expresivo – Jejeje... Jajajajajaja Ooowww... Qué pena, que pena – En su cara, una mirada divertida con una sonrisa de horror se formaba frente a mi rostro, provocando que el miedo me carcomiera en vida, haciéndome temblar mientras pequeñas lágrimas salían de mí... Realmente estaba perdido.


- Po-por favor... Déjame ir... No me lastimes – Suplique, esperando un poco de compasión, pero apenas termine de hablar unas carcajadas monstruosas se escaparon de sus fauces. Sus ojos verdes se clavaban en mí, impresionados y fascinados, lanzándome una mirada sádica por escuchar un poco más de mi – Por favor... Por favor... - Solo pude decir en un lamento, agachando la mirada y dejando todas mis fuerzas por no soportar más con la presión.


- Jojojo, ¿Entonces así de fácil? – Pregunto una vez más, haciéndome levantar la mirada para presenciar su sonrisa torcida – Bien, esperaba de todos modos con ansias para jugar con tu cuerpo... - Paso su mano por mi torso, logrando sentir sus garras sobre la ropa, amenazando con romperla y rasgar mi piel. Solté un grito aterrorizado, entrando en pánico por lo que iba a hacerme – Me alegra ser yo el que lo pruebe antes que al tonto Mephiles que tienes como amigo... - Su mano subió a mi mejilla, acariciándola para ver mi reacción de asco por su toque – Te tendré cada vez que lo desee, tanto que mi cuerpo estará impregnado al tuyo como una enfermedad...


Con su otra mano apretó mis glúteos con mucha fuerza, aun me dolía, no pudiendo aguantar en soltar un grito de miedo por su brutalidad, pero el rio con gozo, como si le satisficiera mi sufrimiento. Con sus garras fue rompiendo la tela de mi ropa, subiendo su mano lentamente hasta llegar a mi pecho, descubriendo mi blanquecino pelaje entre las aberturas de mis prendas.


- Tus gritos son músicas para mis oídos, pero yo deseo algo mejor... - Me corto la piel de mi pecho con un zarpazo, deslumbrando el carmesí que empezaba a bajar hasta mi vientre. Trate de aguantar el dolor, pero los quejidos se me escapaban con mis sollozos – Jajajaja, no, no... Algo... Mucho mejor que eso... Ah, sí solo entendieras... - apretó mi herida, haciéndome soltar un lamento combinado con furia e impotencia, deseando aguantar en no gritar más, pero siéndome totalmente imposible.


Empecé a llorar sin importarme casi nada ya, temblando por el dolor, por lo débil que estaba, por no poder evitar estar en peligro cada vez que no estaba con Mephiles... Ya no quería depender de él, pero lo necesitaba mucho ahora...


- Dime... ¿Por qué tan desanimado? – Esa sustancia oscura iba subiendo por mis piernas y brazos, apretándome con fuerza - ¿Este es el gran hechicero del que Mephiles está orgulloso? Jajaja que gran chiste. Ni siquiera puedes moverte, ni siquiera puedes responder, ni siquiera lo intentas - Mis labios temblaban, las lágrimas salían sin vergüenza... Ya me había dado por muerto... - Por lo menos se bueno en algo y grita fuerte por mí - Me abofeteo en mi mejilla izquierda, sintiendo de inmediato un líquido caliente brotar de esta, por haber provocado un corte con aquel golpe - Que hermoso color, es tan precioso, como hace juego con tu hermoso color de piel - Acaricio mi mejilla derecha y seguido volvió a abofetearme con mucha más fuerza, obligándome a soltar un gemido doloroso - Eso es, buen chico. Quiero escucharte más, quiero oírte gritar y suplicar por más... Vamos... Suplica un poco más para que no te mate. Quiero ver tu rostro patético pidiéndome porque te deje vivir - Decline, volteando a ver a otra dirección, no deseando darle la cara para llenarse de satisfacción por mi sufrimiento, pero así tomo oportunidad, y acerco a lamer mi mejilla llena de sangre, empapando todo mi rostro de su asquerosa saliva - ¡Oh, que delicia! ¡Tú magia es tan divina! – Se estremeció, sacudiendo cada fibra de su cuerpo.


- ¡¡Nngh!! - Exclame asqueado, tratando de retroceder, pero siendo sostenido con su mano, forzándome a voltear al otro lado para limpiar mi otra mejilla - ¡¡Aaahg!!


- ¿Eso es todo lo que puedes decir? ¿Estás tan asustado como para decir alguna palabra coherente? – Tomo con fuerza de mis pelos, volteándome para verle a la cara – Deja de lloriquear, marica. Quiero verte quebrantar todo lo puro que resta en ti.


«Sus palabras... Y sus acciones... Hacían retumbar en mi pecho un calor que jamás había sentido con suficiente fuerza.»


Con su mano, abrió más la herida en mi pecho, riendo en un siseo por la agonía que mostraba en mis quejidos – Solo eres un cobarde, un cobarde que disfrutare hasta el último aliento que des –.


«Algo que estaba ahí desde un principio pero que siempre trate de apagar para no perderme en esa emoción... Oscura... Terrible... Pero... Que necesitaba desde hace mucho tiempo.»


Más incrustaba sus garras y yo soltaba otro quejido doloroso, tratando de mantenerlo inútilmente.


«... Si... Todos lo terminan necesitando, esa bella emoción que todos ocultan para proteger a los demás... Si... Esa temible pero bella emoción que saca lo peor en nosotros...»


Con su lengua relamía la sangre que brotaba en mi pecho, podía sentir como trataba de llegar a mi órgano cardiaco, escarbando con sus uñas mi piel y mi musculo, siendo un gran dolor el mantener mi gritos en mi interior, pero sintiéndolo en ese momento mucho más necesario que respirar.


«¿Por qué había tenido que esperar para tanto para sentirla así como nunca?»


- ¿Sabías que el apuñalamiento es un tipo de coito?... – Pregunto con voz ronca y áspera, susurrando en mi oído acompañado de una risa – ¿Sabes por qué?...


«Me odiaba por eso, por dejarme lastimar, por dejarme humillar por tanto tiempo, por dejar que este maldito me hubiera engañado, que se aprovechara de mí y mi debilidad...»


- Lo es porque hay penetración, aun cuando no es en algún orificio natural... - Mi estómago se hacía un revoltijo, sintiendo las náuseas por venir – Es mi tipo de sexo favorito... Tan dulce... Tan carnal... Tanto rojo...


«¿Por qué no terminaba de dominarme esa emoción aun?»


Se atrevió a acercarse, mordiéndome cerca de la herida en mi pecho, saboreando como sangre nueva brotaba de otro lado.


«¿Por qué sentía lastima por mí mismo?»


Gruñía exasperado, tratando de sacar más gritos y quejidos de mí, pero aguantaba con recelo en darle más el gusto, reteniendo con toda mi fuerza de voluntad el condenado dolor que me hacía sentir.


«¿Por qué no podía responder?»


Apretaba los ojos para no presenciar más de esa horrible vista.


«¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?...»


Volvía a respirar, tomando aire como si hubiera estado ahogándome.


«¿¡Por qué demonios seguía llorando!?»


Y era como si volviera a ser un ser vivo que luchaba por vivir...


Grite a todo pulmón, pero esta vez con euforia y rencor. Ya no lo soportaba más... No más... No más...


Ese sentimiento, lo necesitaba con desesperación, como jamás lo he necesitado en mi vida...


«La ira.»


- ¡¡YA PARA!! – Gruñí viéndole con impotencia, temblando aun y llorando a mares, pero ya no podía tener miedo, todo ese sentimiento se había ido y otro nuevo estaba en mí. Estaba molesto, sumamente molesto - ¡¡TE MATARE!!


- Oh... - Se alejó un poco para presenciarme con detalle, sonriendo con curiosidad - ¿Y de dónde salió ese coraje? Jejeje – Mostré una mueca de molestia, apretando con fuerza mis dientes al verle aun burlándose de mí – No sirve de nada... Ya perdiste, no puedes contra mí... Solo sede ante el sufrimiento – Se trató de acercar a mi rostro, pero le escupí en la cara, deteniéndole de golpe para verme fastidiado - ... Ja... Que infantil... - Se limpió un poco, aun sin borrar esa sonrisa fanfarrona de su rostro.


- Te voy a hacer pagar... - Tome bastante aire, agachando la cabeza, concentrándome con todas mis fuerzas – Lo vas a pagar... Monstruo...


- ¿Ah sí? Pues... - Una vez más me tomo de mis pelos, alzando mi mirada, viéndome retador – Demuéstramelo, Silver...


Con un gruñido, forme un pentagrama en cada mano, de color azul claro, provocandouna fuerte ráfaga de viento y hielo a mí alrededor, transformando esa sustancia oscura que me apresaba en un cristal frágil de hielo, del cual me libere con toda velocidad, apuntando seguido a su cara, congelándola incluso más rápido.

Aproveche y seguido libere mis piernas de la misma forma, y corrí lejos de ahí a donde estaba el espejo hecho pedazos.


- ¡¡Maldito mocoso mal nacido!! – Pude escuchar como gruño y comenzó a insultarme, persiguiéndome no muy lejos, pero teniendo algo de distancia. La suficiente - ¡¡Vuelve aquí si no quieres que te de una muerte dolorosa!!


Llegue donde estaban los cristales esparcidos, haciendo un encantamiento sobre estos para reconstruir el objeto. Las piezas se elevaban y como un rompecabezas se armaba rápidamente, mostrándome algo que me dejo confundido...

Podía ver mi habitación desde el espejo... Y a mí mismo durmiendo en el suelo, recostado aun de la cama envuelto en su cobija.


- ¿Pero qué es esto?... – Dije aun sin entender lo que pasaba realmente. Toque el espejo, sin lograr atravesarlo, incrédulo ante lo que veía.


- Inútil intento... - Lo escuche decir tras mi espalda. Me levante rápidamente, envolviendo mis brazos en sellos y símbolos de combates, – Realmente te gusta sentir dolor ¿No? ¿Por qué habría otra razón de desafiarme?


- Dime como salir de aquí... ¡¡AHORA!!


- Jajaja ¡Púdrete! – Lanzo el primer golpe, pudiéndolo esquivar apenas.


Trazando un circulo imaginario en el aire, envolví aquel monstruo en un haz azul, estrangulándolo y dejándolo inmóvil. Así convoque un pentagrama gris, de donde salieron flechas de metal, atravesándolo, pero sin hacerle daño.


- ¿Eso es todo? ¿Pequeño hechicero? – Pregunto con sarcasmo, destruyendo con un poco de esfuerzo el círculo. Gruñí con molestia, posicionando rápidamente mis manos en el suelo para crear un pentagrama bajo los pies de la criatura, deteniéndola por lo repentino de esto - ¿Qué haces?


"Agua en polvo, fuego en cenizas, salud en enfermedad. Aniquila y destruye al marcado que me ha de desafear"


El cuerpo de aquel ser empezó a deshacerse como barro en lluvia, tratando de volver a su forma una otra vez, tan solo pudiendo dispersarse rápidamente en varios y pequeños puños de aquel líquido, escapando y escurriéndose como cucarachas.

Con el tiempo en curso, empecé a correr, buscando otra manera de salir, paseando en un trote apresurado por todo el lugar, probando puerta tras puertas, llevándome a distintos lugares de aquel lugar, pero sin lograr escapar de esa zona. Una última puerta por probar me llevo hacia una caída que no pude evitar por ir marchando en el abrir de esta, cayendo de una altura de aproximadamente dos metros. No iba a entrar en pánico, planeaba aterrizar de manera que no me lesionara, pero mientras caía, todos esos puñados de masa oscura de acumularon debajo de mí, formando unas grandes fauces que me atraparon de un solo bocado.


- ¡¡AHH!! – Estaba en el interior de aquel monstruo; no era doloroso, pero no le quitaba lo desagradable. Trate de moverme, de salir de él, pero me mantenía retenido en el mismo lugar - ¡¡Suéltame!!


- Ni pensarlo. Sabes realmente delicioso – Comento, riéndose perversamente, apretujándome aún más – Puedo saborearte aún mejor de esta manera.


- ¡¡Desgraciado infeliz!! – Me agite con mucho frenesí, pataleando y golpeando con todas mis fuerzas - ¿¡Quieres mi magia!? ¡Pues tenla! – Apreté con fuerza mis puños, rompiéndome las palmas, liberando de estas al igual que en mi pecho, una gran cantidad de mana que me envolvió, como un aura, separándome de aquella retención de esa masa pero aun permaneciendo dentro de ese monstruo.


- ¡OH! ¡Que dulce! ¡Delicioso! – Exclamo con sumo deleite, estremeciéndose a la vez que tomaba de esa energía que me envolvía – Solo haces que sea mas placentero tenerte así, pequeño tonto.


Maldecí entre dientes, liberando más mana de entre mis heridas, impulsándome para salir de aquel ser, siendo eyectado hacia afuera por la potencia en la que libere toda esa magia. Rodé un poco por el suelo, estando finalmente fuera de aquel interior, observando como aquella masa seguía absorbiendo aun mi magia residual que había quedado atrapada en él.

Una maldición vino a mi mente, una que había leído no hace mucho, recordando bien el encantamiento para activarlo. Tome aire, suspire y con mis manos extendidas empecé a recitar.


"Una gota, una fibra, una esencia parte de mí, se haya muy en el fondo, dentro de su ser. Conviértelo en el dolor y tortura que me dio, hasta que sea dada la última orden".


Primero escuche un pequeño quejido y luego un gemido doloroso que se intensifico más mientras todo su cuerpo empezaba a burbujear. Con movimientos débiles y erráticos, volvía a su forma semi-homogenea, retorciéndose dolorosamente, lanzándome una mirada molesta a su vez que se levantaba para acercarse en un arrastre de su cuerpo burbujeante.


- Tu... ¿¡Que me has hecho!? Uhg... – Se tomó del estómago, encorvándose por el dolor, acercándose casi hasta estar frente a mí - ¡Ah! Hijo de puta, maldito... Arg... ¡¡Quítame esto dolor ahora o continuare torturándote!!


Por algún motivo sonreí... Soltando una risa seca, llenando mi puño en una estela de mana verde menta, cubriéndolo casi todo en mi brazo. Tome posición cual bateador, levantando mi brazo para impulsarme con todo mi cuerpo, golpeando la cara de aquel sujeto con tanta fuerza que lo tumbe lejos de mí.

Escuche su grito ahogado, privado por el intenso dolor que por primera vez estaba experimentando, teniendo que mantenerse bocabajo en el suelo para soporta la gran calamidad que pasaba por su cuerpo, ahora sensible a todo daño que le afligiera. Se me escaparon un par de risas antes de que borrara la sonrisa que tenía en mi rostro y me acercara a pasos firmes a aquel sujeto que gimoteaba como un animal moribundo.


- ¡¡AAH!! ¡¡AHH!! ¿¡QUE DEMONIOS ME HICISTES!? ¡¡QUITAME ESTE DOLOR!! – Grito con desesperación, apenas levantándose para tratar de lastimarme con sus largas extremidades, pero con mi mana envolviendo mis brazos, los aparte como si este ahora fuera toxico para él. Le tome de sus pelos, levantándolo por completo para luego tenderle consecutivos puñetazos en su rostro, ciertamente perdí la cuenta, pero me detuve cuando escuche su primera suplica - ¡¡PARA!! ¡Por favor! – Lo escuche decir, pero solo lo mire aún más molesto.


- ¿Quién suplica ahora? ¿Eh? – Dije molesto, aun sosteniéndole.


- ¡¡CALLATE!! ¡¡ESTUPIDO-


Le di otro golpe, tumbándolo al suelo, callando sus palabras y siendo opacadas estas por sus quejidos. Lo estaba disfrutando y eso me daba miedo, pero no debía detenerme, tenía que terminar lo empezado. Le patee fuertemente en su estómago, sacándole aire y algo de esa sustancia de la que estaba hecho; él tan solo gruñía y se quejaba en lamentos inentendibles, viéndome ahora con temor.


- Dime como salir de aquí – Dije en un tono de voz suave, tranquilo, esperando que obedeciera. Se volvió a levantar, sosteniéndose el estómago como si le fuese a explotar.


- Ja... Jaja... ¿Para qué? – Tenia una mueca retorcida, una combinación de odio y burla, mostrando sus colmillos torcidos – Aun no lo entiendes... - Logro pararse totalmente erguido, soportando el dolor – Sera lo mismo, estés afuera o dentro de este lugar, te esperara lo mismo con tu amigo, ¡Somos la misma persona! Y siempre existiré, siempre existirá, sin importar lo que hagas – Se aproximó, hasta estar cerca de mi rostro – Compréndelo, jamás lograras escapar... Así que deja de fingir tener valor para enfrentarme – Trato de agarrarme por el cuello, pero tome su brazo y lo apreté con fuerza, escuchando su chillido de dolor por mi bruta fuerza que tomaba por mi magia.


- Primero... - Golpee su pecho, dejándolo guindado del brazo, procesando el choque del golpe – No te vuelvas a comparar nunca más a Mephiles – Lo lance por el suelo con otro golpe, esta vez en su mejilla, lanzando un quejido lamentoso – No le llegas ni a los talones.


- Para... Duele... - Gimió, arrastrándose cual sabandija.


- Segundo... - Me acerque, volviéndolo a levantar por sus púas, dándole un par de golpes – Jamás volverás a lastimarme ni por mucho que lo desees, porque aun tengas la capacidad y la oportunidad... - Al igual que él había hecho, hice un corte de aire, abriéndole el pecho del cual salió un borbotón de líquido oscuro, empapando todo el suelo.


- ¡¡AAAAHHH!! ¡¡DETENTEEE!!


- Te torturare y te hare sufrir un millón de veces más de lo que hiciste conmigo – Dije viéndole directamente a los ojos sin chistar, sin mostrar alguna expresión para que entendiera la seriedad de mis palabras – Y tercero... - Le patee y pisotee su abdomen, dejándolo como una plasta en el suelo.


- ¡Aaahgg! ¡Por favor! ¡¡HAAAA!! ¡¡DUELE!! ¡Hhhaag! – Vocifero con quejidos, agitando sus manos en tratar de detenerme.


- Soy el hechicero más poderoso que conocerás en tu existencia... Así que deberás tratarme con el mismo respeto que merece tal título... - Amenace con mi puño envuelto en mana cerca de su rostro, mostrando ahora la molestia que tenía desde hace un buen rato.


- No podrás hacer esto por siempre... Uuhg... No puedes usar tu magia para siempre... Ah... Terminaras matándote ¡Imbécil! – Gruño con un tono de temor, viéndome impotente – Morirás y dejare de sentir dolor... No puedes...


- Oh, sí puedo ¿Y sabes cómo lo haré? – Dije con total confianza, sonriendo de lado al verle tan insignificante en el suelo – Dejando que la ira consuma mi cuerpo en mi último aliento para que mi magia jamás se extinga y así torturarte para toda la eternidad – Mostro un gran miedo en sus ojos ensangrentados, tiritando al oír mis palabras. Me pare firme y di un paso hacia atrás, satisfecho por verlo de esa manera – Así que obedecerás hasta la última orden o te haré sufrir con todo gusto hasta que dejes de existir ¿¡ENTENDISTES!? – Afirmo con un cabeceo rápido y tembloroso, viéndome con sumo temor – Bien... No lo volveré a repetir... - Prendí en mana ambos brazos, mostrándose como llamaradas verdes en mis manos, solo para intimidarlo completamente para que respondiera de una vez - ¿Cómo salgo de aquí?


- ... Tienes... - Trago saliva, levantando su cabeza – Tienes que despertar...


- ¿¡Que!? – Interrogue molesto, notando como él trataba de hacerse más pequeño - ¡¡No estoy jugando!! ¿¡A que mierda te refieres con que despierte!? ¿¡No vez lo muy despierto que estoy!? ¿O tengo que golpearte más para que lo notes?


- ¡¡No, no!! Por favor... Tienes que despertar... Ahí... - Señalo el espejo con su dedo el cual temblaba al apuntar – Ya no más... - Se deshizo por completo, tomando distancia segura de mí, observándome con miedo desde lejos.


No dije nada más, y rápidamente fui al espejo, tocando el cristal de este, sin poder atravesarlo aun. Golpee con fuerza el espejo, escuchando un eco retumbante tras el otro lado; así comencé a golpear varias veces, sin poder romper el cristal, pero si viendo como del otro lado, me movía por el incesante ruido.


- ¡Silver, despierta! – Dije no muy seguro, sobre todo por auto-llamarme - ¡¡Despierta!! – Golpee varias veces seguida, continuando llamándome mientras mi vista se iba nublando - ¡Despierta!... Despierta, Silver...


Movía mi cabeza tratando de deshacerme de un fuerte zumbido que había empezado a escuchar, logrando abrir mis ojos y levantarme de un solo impulso por la impresión de encontrarme inmediatamente en otro lugar. Impactado por el cambio de ambiente, sostenía con fuerza la cobija con la que me había estado abrigando, viendo a todos lados, preocupado de si aún pudiera estar en peligro.


- Por favor... Ayúdame... - Escuche mi voz, hablando desde arriba, e inmediatamente mire sobre mí, viendo el espejo reflejando mi reflejo triste y con lagrimas en los ojos – Duele mucho...


- Deja de fingir ¡Maldito! – Mi reflejo cambio su cara a un ceño molesto, volviendo a tomar la forma de aquel sujeto.


- Ya te deje ir... Quítame este dolor ahora – Pidió con molestia, apoyándose del cristal del espejo.


- Jum... Déjame pensarlo... - Rápido, cree un pentagrama y dispare hacia el espejo, rompiéndolo en varios pedazos que quedaron flotando en el aire - ¡Permanecerás con ese dolor hasta que obedezcas mi última orden!... – De entre los cristales, me observaba con miedo, temblando en espera de escuchar una petición que le hiciera lamentarse de su existencia - ¡Jamás volverás a lastimarme, ni a atraparme, o todo lo que sentirás de ahora en adelante, será dolor y sufrimiento!


- ... - Se quedó viéndome sin expresar emoción alguna, soltando luego una suave risa, cerrando los ojos – Jeje... Como usted lo ordene... - Pude escucharlo decir, con una serenidad inmensa. Los cristales se iban deshaciendo en una estela de polvo brillante, ascendiendo hacia el techo – Fue divertido... Pronto nos volveremos a ver... Otro día... Jajaja...


- ¿Qué? ¡E-espera! – Sin poder detenerlo, se terminó de esfumar, dejándome en soledad en mi habitación, abatido por todo lo que me había hecho pasar - ... ¡¡AAAAAAHHHHH!!


Fue como una pesadilla, una tortura que jamás pensé vivir, aún mantenía esa ira contenida, teniendo que soltarla con un grito escandaloso, aun sin ser suficiente para calmarme, no después de todo lo que me hizo... Me senté en la cama, temblando y limpiando las lágrimas que salían sin razón por mis ojos... A pesar de todo seguía siendo débil, tan débil como lo podía ser en ese momento.

Revise mis heridas, notando que no las tenía, ni en mi pecho, ni en mis mejillas, pero el dolor permanecía ahí... Las únicas heridas que tenía eran las que me infligí en mis manos, dejando suponer que realmente estaba dormido, estando en una pesadilla donde aquel ser tomo de mi energía.

Conociendo por mediante de mis estudios, ese tipo de hechizo que había usado era muy antiguo, sintiéndome mal por no haberlo investigado mejor; tal vez hubiera podido evitar todo esto si no lo hubiera leído por encima de los textos. Con ese tipo de hechizo, la única forma de escapar era despertando, como lo había hecho, pero tenía que ser por medio de magia, la cual tenía que liberarla desde fuera del mundo onírico... Eso requería una gran fuerza de voluntad, siendo posible gracias a que me lastime las manos, liberando esta aun inconsciente... La suerte estaba de mi lado, solo por esta vez...

Me envolví nuevamente en la cobija, a esperas de que llegara el anfitrión de la mansión. Sabía que Mephiles no era el mismo sujeto que él, que ese monstruo solo mentía, mentía con todo su ser al decir que eran la misma persona, no era cierto, nada de lo que dijo era cierto, solo era su forma de intimidarme y hacer que le temiera... Pero aun así... Su apariencia era la misma, y tener que volver a verle, aun siendo mi querido amigo, me daba escalofríos; solo esperaba no tener que vivir lo mismo con alguien a quien si apreciaba.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Pasaron las horas, permanecí sin hacer nada todo el transcurso del día, teniendo sueño, cabeceando varias veces, pero sin dormirme por el miedo de volver a despertar y estar con aquel monstruo el cual no deseaba ver nunca más. Escuche a alguien aproximarse afuera de la habitación, siendo abierta la puerta seguido de que Mephiles entrara con un carrito lleno de comida, junto con varios libros flotando a sus costados.


- Disculpa la demora, Silver. Estaba muy concentrado en la biblioteca que sin darme cuenta se me fueron las horas... - Dijo terminando de leer un libro que al parecer iba leyendo en camino a la habitación – Te traje la comida como disculpas de mi tardanza – Por primera vez se volvió a verme, sonriéndome con algo de pena, cambiando su semblante al ver que no respondía como de costumbre - ¿Paso algo mientras no estuve?


Estaba debatiendo internamente en mi cabeza, no sabía que responderle, tan solo lo miraba en busca de ese tétrico rostro, una señal que me indicara que era un trampa, que era ese monstruo engañándome otra vez, pero no, no lo era... Era él... Completamente él... El Mephiles del cual me había encariñado.


- ...¿Silver? – Volvió a decir preocupado de no haber hecho ni dicho nada durante un minuto.


- Mephileeeeeeeees – Dije en un lloriqueo arrastrando su nombre, levantándome para ir caminando hacia él con fuertes pasos hasta estar frente a él, abrazándolo con todas mis fuerzas, provocando que soltara los libros que sostenía en el aire con su magia.


- ¿¡Que, que, que pasa!? – Apretaba su torso contra mí, sintiendo como pasaba sus manos en mis brazos y en mi cabeza, revisando si estaba bien - ¿Paso algo al cruzar el portal? ¿Te lastimaste al llegar?... ¿Hice algo malo? – Pregunto asustado, sin comprender aun mis acciones.


- Cállate, tonto... - Frote mi cara en su pecho, aliviado de que estuviera con él y que se preocupara por mi bien estar, como siempre lo había hecho – Solo... Solo... No te vuelvas a tardar tanto...


- ... Está bien... - Acaricio mi cabeza con delicadeza, pasando sus manos por mi larga melena, tranquilizándome con ese simple mimo que me otorgaba para poder calmar mi ansiedad – Ya eres un erizo adulto, Silver... No deberías comportarte de esa manera por estar tanto tiempo solo... Dime... ¿Qué fue lo que paso?


- ... - Finalmente me separe de él, viéndole impresionado por como adivinaba que algo andaba mal conmigo. Me mordí la lengua, sintiendo como mis mejillas quemaban por un sonrojo, sin saber la razón aparente de por qué me apenaba – Yo... Si paso algo... Pero no quiero hablarlo ahora... No aun... - Agache la cabeza, esperando que no siguiera insistiendo.


- Está bien, ¿Pero no estas herido? ¿No te duele nada? – Pregunto, revisándome de cerca para hallar algún daño en mí, teniendo que llevarme las manos a mi espalda por instinto, esperando que no las viera, pero noto lo que hice, tomándome con fuerza los brazos para ver mis heridas en mis palmas - ¿Te las hiciste tú? – Asentí aun sin verle a la cara, no queriendo que se enojara conmigo - ¿Fue para defenderte? – Volví a asentir, levantando la mirada tímidamente. Escuche como suspiro, aliviado, despeinándome mis mechones como un padre – Ah, tranquilo. Me alegra que estés bien, me habías asustado... - Me volvió a abrazar, besando mi frente varias veces.


- Eh ¡Hey! Y-ya estoy bien – Me queje, pero solo continuo besándome la cabeza, despeinándome más aun de lo que ya estaba - ¿Quién te dio permiso de besarme?


- No lo sé, jejeje... Solo parecía que necesitabas un par de besos para volver a comportarte como tú – Dijo, haciéndome sonreír totalmente apenado por lo que decía – Eso, jaja ¿Mejor?


- ... Si... Mucho mejor – Cerré los ojos, mucho más tranquilo, pero siendo interrumpido por el fuerte rugir de mi estómago – ¡Oh, lo siento!


- Jajaja, está bien, era de esperar. Pasaron exactamente... Nueve horas desde la última vez que comiste – Dijo chequeando su reloj de bolsillo – De acuerdo con las horas de ingesta de los mortales, ha pasado tu hora de comer – Comento, entregándome el carrito de comida, mostrándome varios platillos para probar.


- ¿Qué? ¿Estuviste leyendo sobre nutrición en la biblioteca?


- ... Tal vez – Respondió a lo que yo reí por su contestación, comiendo el almuerzo con tranquilidad.


Nuevamente, Mephiles leía los libros, sentado en la cama, mientras yo comía una ambrosia como postre, casi terminándomela hasta que sentí la mirada de Mephiles, clavada en el alimento como un animalito hambriento. Al verle directamente hizo que volviera su vista al libro, fingiendo demencia de saber que lo había visto velando mi comida.


- Puedo cocinarte algo si es que quieres – Dije sacándolo de sus pensamientos, erizándose algo nervioso por sacarlo de su tranquilidad.


- No es necesario, no necesito comer como tú para sobrevivir...


- Pero disfrutas comer al igual que yo. Puedo hacerte un pastel o un pan de estos – Inquirí, terminando de comerme el pan.


- No es... Yo quiero comer carne – Dijo algo decaído, volviendo a su lectura.


- Oh... Bueno... Tendría que cazar al animal, matarlo y... Preparar su carne... - Me asquee con tan solo la idea, sacudiéndome por el asco de tener siquiera que atrapar al animal.


La única manera de que Mephiles pudiera degustar la comida, era que la preparara el mismo mago que fuese a desprender el sabor de esta, y la única manera de lograr eso es preparar desde cero el alimento; en el caso de los alimentos de origen animal, tendría que cazarlo y preparar la carne, y eso requiere destripar al animal. De tan solo imaginar tener que degollar a la pobre criatura y ver su sangre me daban ganas de vomitar. Lamentablemente era muy sensible al ver grandes cantidades de sangre.


- Lo siento... No creo que pueda hacerlo...


- Está bien, no tienes que hacerlo – Sonrió débilmente, haciendo completo silencio.


Igual, quede en silencio, pensando en cómo complacer esa pequeña petición de Mephiles, pero la tan solo idea de hacer esa labor me hacía sudar frio... Pero entonces se me vino una idea a la mente, algo que si podía hacer, ya que cuando era pequeño tome esa práctica, con uno de mis familiares.


- ¡Mephiles! – Llame de golpe su atención, haciéndole ponerse atento - ¿Hay algún tanque con peses dentro de la mansión? – Pregunte con mi emoción a tope, esperando una afirmación.


- Lamento decirte que no... ¿Por qué? – Desanimado agache la cabeza junto con mis orejas, volviendo a encorvarme.


- Ah... No... No importa, era para... - Volví a pensar un poco más, retomando nuevamente la emoción - ¡El río! ¿¡En el río hay peses también, no!?


- Obviamente, Silver – Ante su respuesta, me levante de la cama, hiendo hacia mi maleta, buscando entre mis pertenencias varios materiales para crear algo - ¿Por qué esa repentina importancia hacia los peces? No creo que sea normal, quiero decir...


- ¿No lo entiendes? – Amarre un hilo a un palo que había hecho, amarrándolo en la punta con un alambre - ¡Vamos de pesca! – Dije finalmente, posando junto con la muy mala caña improvisada que se rompió justo cuando me levante frente a él.


- ¿Pescar? – Dejo su libro a un lado, observándome confundido - ¿Es por lo que te pedí? Ya te dije que no tienes que hacerlo.


- ¡No seas aguafiestas Mephiles! Si digo que vayamos a pescar es porque quiero ir a pescar ¡Vamos, vamos, vamos por favor!


- Mmm... No lo sé... - Se rasco el mentón, pensando con la mirada dirigida a un punto muerto.


- Por favor, Mephiles... - Pedí con voz suave, haciéndolo voltear a verme – Quiero salir tan solo un momento... Quiero distraerme y dejar de... Preocuparme, por favor – Él se quedó mirándome anonadado, levantándose de la cama para acercarse donde estaba.


- Está bien... Vamos a salir...


- ¡¡Hurra!! – Exclame feliz, alzando mis manos en son de celebración. Tome mis ropas para mejor uso en el campo que tenía en la maleta y me dirigí al baño a cambiarme.


- Pero solo iremos a pescar y luego regresaremos – Lo escuche decir cual padre a regañadientes. Realmente me daba gracia cuando se comportaba así...

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Una suave y cálida brisa otoñal me saludo al salir de la enorme mansión junto con Mephiles, dándome ánimos para calmar mis augurios que había vivido ese largo día que aún faltaba por terminar. Gire tras mío, viendo la imponente mansión que era mi hogar y también mi prisión, provocando que sonriera melancólicamente para mi propia fortuna, ya que tome como escusa el ir a pescar para poder alejarme de ese sitio, por lo menos, para lo que restaba del día.

Gracias a que habíamos quebrantado un fragmento de la maldición, podíamos salir un par de horas antes de la puesta del sol, pero eso solo sería durante unos días, luego tendríamos que tomar la misma rutina en donde tendríamos que esperar a que anocheciera. Aun así, me alegraba volver a sentir la luz del sol topando en mi rostro, tendría que aprovechar esa tarde, sin importar nada más.

Traía como vestimenta una vieja camisa blanca que tenía una que otra mancha y ruptura, que normalmente lo usaba como pijama, unas botas viejas desgastadas y un pantalón que tenía varios desgaste en el ruedo; este me quedaba bastante apretado, lamentándome por dentro por haber subido un par de kilos con toda esa comida alta en carbohidratos que comía sin preocupación alguna, y aun así, como ahora, llevaba una canasta con algunos ingredientes para preparar el pescado una vez lo atrapáramos.

Bajábamos por el sendero camino al pueblo, viendo desde la distancia a la gente que aun pasaba por los comercios y la plaza. Se veía encantador, me alegraba mucho poder estar afuera durante el día, se había sentido una eternidad desde la última vez.


- Habrá que comprar materiales para ir a pescar. Solo lo necesario – Dije en el camino viendo de reojo a mi compañero, el cual asintió sin mucho interés – Pero solo si tú pagas, claro – Sonreí en broma, viéndolo en espera de algún reproche.


- Está bien – Dijo sin demora, viendo hacia otro lado desinteresado, dejándome con otras expectativas en espera.


Ya al llegar al pueblo, mi compañero miraba a todas las direcciones, notándose algo ansioso y preocupado, como si algo fuese a salir mal.


- Oh no... - Dijo una vez estábamos por llegar a la plaza, observando con nervios a toda la cantidad de personas pasando de un lado a otro ajetreadas – No creo poder hacerlo... Son muchas personas.


- ¿Qué? ¿Acaso tienes miedo, Mephiles? – Pregunte, pareciéndome cómico su comportamiento.


- ¡Po-por supuesto que no! – Hincho su pecho y dio un par de pasos firme, pero deteniéndose al poco tiempo al tener varias miradas sobre él, dejándolo paralizado y luego temblando, teniendo que retroceder y ocultarse tras una pila de cajas y barriles – No, no, no. No puedo hacerlo. ¿Y si me descubren? ¿Y si preguntan quién soy y de dónde vengo? – Decía entre respiraciones forzadas, hiperventilándose por el miedo escénico.


- Tranquilo, tranquilízate, respira conmigo – Hice prácticas de respiración con él, estabilizando de apoco – Solo eres un viejo compañero de trabajo en mi empresa, que ha venido a ayudarme en mi trabajo, eso es todo. Solo estaremos de pesca el día de hoy como pasatiempo – Le tome del hombro, guiándole hacia la plaza para que caminara estable y sin tambaleos.


- Si... Solo soy tu compañero de trabajo y vamos a pescar... Nada más... - Un poco más tranquilo continuo a mi lado, con pasos inseguros - ¿Y si me pregunta que puesto de trabajo ocupo en la empresa?


- ¡Ya! Solo invéntate algo, no es como si esta gente supiera – Regañe, terminando de llegar con el ente a una tienda de pesca, siendo recibidos por un viejo que nos revisó desde la cabeza hasta la punta de los pies. Tome lo más esencial para la pesca como ya conocía y esperaba el monto de todo para pagar con mis ahorros la cantidad que costeaban los artículos.


- Son setenta dólares – Dijo el anciano, mirándome con un ceño aburrido, es espera de su dinero. Quede boquiabierto por la gran suma de dinero, sintiendo que aquella cabra trataba de estafarme.


- ¿¡Setenta dólares!? Diablos, no tengo esa canti-


- Yo lo pago – Me interrumpió Mephiles, dejando dos monedas, una de bronce y otra de plata. El anciano ojeo impresionado las monedas, mordiéndolas para asegurarse de su autenticidad, sonriendo contento al comprobar de su veracidad – Puede quedarse con el cambio – Dijo antes de tomar todo y salir con calma fuera de la tienda, siguiéndole tras suyo, atónito por la gran cantidad de dinero que había dejado por una cubeta, dos cañas, anzuelos y una red.


- ¡Vuelvan pronto, jóvenes! ¡Y que tengan una feliz pesca! – Grito en un canturreo, despidiéndose de nosotros a lo lejos.


- Mephiles, cuando decía que pagaras tú, lo decía en broma – Dije una vez estábamos camino hacia el rio – Además, le dejaste mucho dinero a ese viejo ladrón – Me queje, cruzándome de brazos.


- No tengo problemas con la cantidad de dinero, pero si en cuanto es el valor de cada cosa hoy en día. Todo termina aumentando o disminuyendo su costo que ya no sé cuánto debe de valer cada cosa – Respondió fastidiado, guiándome hasta los primeros riachuelos que vimos.


El sonido del agua fluyendo entre las piedras hacia que me relajara, sintiéndome tan tranquilo al caminar rio abajo en busca de aguas más profundas para pescar. En silencio, ambos descendíamos, dejándonos apaciguar por el dulce sonido del río... Hasta que las risas y gritos escandalosos nos sacaron de nuestro trance pasivo, poniéndonos alerta de donde provenía el bullicio.

Logramos divisar a un gran grupo de pueblerinos, preparando fogatas para la pesca del día, redes, fogones y alcohol a la intemperie; parecía ser que era un tipo de festividad, pues casi todos estaban reunidos en las dos orillas del rio, nadando, pescando y cantando canciones campiranas.

Todo se veía como... Como un desmadre... Realmente divertido, incluso me sentía animado a unírmeles y empezar a tocar el banjo, pero esas cosas no eran lo mío, solo lograría hacerme sentir incomodo, aun así, era bonito de ver. Continuamos bajando sintiendo las miradas curiosas y juzgadoras de las personas, dejando a mi compañero temblando de nervios, teniendo que sujetarme del brazo con fuerza.


- Tranquilo, no pasa nada... Solo que somos nuevos y es normal que se nos queden viendo – Dije para calmarle.


- Lo sé, lo sé. Pero no puedo evitar sentirme tan... Asi... - Me mostro como la mitad de su rostro se iba derritiendo como un barro mojado, teniendo que acomodárselo, caminando más rápido para que nadie notase aquella anormalidad de mi amigo.


- Solo eres un trabajador normal, una sujeto normal, que va a ir a pescar como el resto de personas normales... - En ese preciso momento, una mujer voluptuosa soltó una gran e increíble carcajada cual cotorra, continuando con siseos y jocosos sonidos que le siguieron con zapateos fuertes en el suelo, dejándonos a Mephiles y a mi más que asustados – Bueno... Hay excepciones entre las excepciones... - Reí en voz baja, siendo acompañado por mi amigo que se tapó la boca para cubrir sus risas divertidas por lo que acabábamos de ver.


Continuamos un poco más tranquilos, viendo a nuestro alrededor lo muy acogedor que era estar entre todas esas personas felices y despreocupadas. Incluso llegue a divisar a la familia del señor Chuck al otro lado del rio, muriéndose de risa por ver como su sobrino huía asustado junto con sus amigos de una adorable eriza rosada con un vestido de bellos volantes junto con su parasol, hiendo tras Sonic cual chica hechizada por las flechas de cupido, pidiendo a gritos infantiles a su amado que la esperara, ya que se le hacía totalmente complicado correr en tacones por aquel camino. Sonreí ante la escena, e igual hizo Mephiles, continuando entre risas conmigo hasta llegar a una buena zona para pescar.

Dejamos todo los materiales en el suelo, preparando la pesca con su anzuelo y las redes para pescar. Todo iba bien hasta que mi acompañante me interrumpió, provocando que me pinchara el dedo.


- ¿Y cuándo atrapamos el pez? – Pregunto curioso, viéndome en espera de que ya le diera el bendito pescado.


- ¿Cómo esperas atraparlo si aún no he preparado el anzuelo? – Dije terminando de enredar una lombriz al anzuelo, enrollando bien la caña.


- No lo sé ¿Por qué no simplemente entrar al agua y atrapar al pez con tus manos? – Pregunto nuevamente, atento a todo los preparativos que hacía.


- Ah... Tal vez para ti sea sencillo ese método, pero no todos somos aprueba de agua y sobre todo a la hipotermia – Masculle algo molesto, finalizando con lo que hacía – En tal caso, utilizamos la caña. Antes de que mi abuelo enfermara, me enseñó a pescar, el sabia atrapar cualquier tipo de pez, sin importar su tamaño o su forma – Comente emocionado, levantándome para preparar el lanzamiento – Lo primero que hay que hacer es estirar todo y... ¡Lanzar! – Deje que la línea saliera, siendo lanzada muy lejos por el rio, sentándome en una roca para finalizar – Con algo de práctica podrás hacerlo así de bien...


- ¿Algo así? – Sin darme cuenta había hecho todo exactamente como yo, habiendo lanzado igual de lejos la línea, sentándose al lado mío como si fuese lo más sencillo del mundo - ¿Y cuándo pesca el pez?


- Uhg... ¿No podías fingir aunque sea que es un poco complicado?


- ¿Y eso en que ayudara en atrapar al pez?


- ... Jajajaja, olvídalo... - Suspire, tomando firme mente el mango de la caña de pescar, viendo el movimiento del agua, hipnotizándome por los oleajes que hacía con la corriente al chocar contra la orilla.


- ... ¿Y cuándo pescara el pez?


- ¡Ah! No pescara nada si no te callas – Regañe, viéndole con un ceño molesto – El punto de pescar es la paciencia y el silencio, tienes que esperar a que atrape el sedal y luego recoges ¿Okey?


- ... Pues no creo que pescar sea lo tuyo, no eres muy paciente que digamos...


- ¡¡Haaa!! – Vocifere, cansado de sus preguntas y de sus tontos comentarios, haciéndolo callar por mi molestia.


Con suerte, pasamos el rato en silencio, tan solo con el sonido del agua como trasfondo, manteniéndonos quietos en nuestros sitios hasta sentir picar el anzuelo.

Tanta calma y silencio me ponía de alguna manera... Ansioso, y no sabía el por qué , simplemente era molesto, a pesar de que lo que quería en ese momento, era estar callado; puede que tanta tranquilidad avivara mi mente con pensamientos mórbidos sobre lo que había pasado en la mansión, dándome ideas y pensamientos atroces sobre lo que debí haber hecho cuando tenía en merced a aquel sujeto; tan solo el recordar su maldito rostro me hacía prender en odio, euforia, deseando oír mas de sus lamentos y gritos de dolor mientras suplica por piedad, dejando que ese calor en mi pecho se agrandara más hasta sentir como apretaba con fuerza el palo de pesca, tanto, tanto, que deseaba romperlo, pero me contenía, como siempre lo había hecho.


- ¡Silver! – Grito mi compañero, sacándome de esos pensamientos. Le mire asustado, del por qué el repentino llamado de preocupación – Tus caña se está quemando.


- ¿¡Que!? – Mire entre mis manos y era cierto, mis manos estaban envueltas en fuego, quemando el palo de madera, sin sentir dolor o cambio alguno en mi piel – ¡Mi-mierda! – Lance la caña de pesca al agua, apagando las llamas, revisando si no estaba tan dañado, que con suerte, solo se había chamuscado un poco – Con suerte no fue nada... - Dije tomando el palo con mis manos temblorosas.


- Silver – Tomo mis manos, calmando el temblar con su toque, viéndome algo preocupado – Sé que no quieres hablar de eso, pero... El hecho de que provoques fuego inconscientemente debe de ser a algo que te esta afligiendo demasiado – Su tono de voz era suave, apaciguador, su mirada igual de suave con una pequeña sonrisa. Desvié la mirada, sintiendo de alguna manera como me presionaba para responder ante sus dudas.


- Estoy bien. Aun... No estoy muy animado para contar – Deje la caña sostenida entre unas rocas, cruzándome de brazos sin la misma energía alegre que había traído a esa tarde en el rio.


- Lo sé, tranquilo. Tarde o temprano me lo dirás, lo harás cuando te sientas listo.


Dijo en un suave susurro, dirigiendo su mirada al rio, con esa sonrisa en su rostro, esa sonrisa tan buena y pura, totalmente diferente a la del otro sujeto que se autoproclamaba el mismo sujeto. Tome aire, soltando un resonante resoplido, rascándome la cabeza con frenesí. Todo esto era demasiado, pero no estaría tranquilo si seguía resguardando estos pensamientos.


- ¿Cómo haces aun para saber lo que pasa en mi cabeza? – Pregunte con una sonrisa, pero en un tono molesto.


- He aprendido a conocerte... Quiero decir... Sé que no hemos estado el suficiente tiempo juntos y que aún me falta por conocerte, pero, se lo que te molesta, lo que te gusta... Con eso puedo suponer cuando estas de buenas y de malas – No se giraba a verme, solo hablaba viendo hacia el rio, moviendo sus manos entre el mango de la caña – También sé que no tienes con quien hablar sobre estas cosas, tan solo me tienes a mi... No quiero que tengas que contarme cosas que no te...


- Me encontré con el espejo de oro – Dije antes de que digiera algo más, sacándolo de esa hermosa tranquilidad para que se pusiera histérico y molesto.


- ¿¡QUE TE ENCONTRASTES EL ESPEJO!? – Grito bastante molesto, tratando de calmarse rápidamente, sin conseguirlo del todo - ¿El mismo espejo que te dije que te alejaras? ¿¡Ese!?


- Si... Lo siento... Pero entre dentro de este.


- ¿¡DENTRO DEL ESPEJO!? – Grito con más fuerza, asustándose por haber llamado demasiado la atención - ¿Y cuándo esperabas en contarme? ¿Eh?


- No esperaba contártelo por la misma razón por cómo te estas comportando ahora – Respondí fastidiado, viéndole de lado, notando como las personas más cercanas se nos quedaban viendo por el jaleo que estaba haciendo Mephiles – Además que aquí afuera tienes que mantenerte más tranquilo y no hacer el escándalo que podrías montar dentro de la mansión – Sonreí socarronamente, viendo el ceño de furia de Mephiles que trataba en no contestarme con regaños.


- ... Pues espero que estés alegre, pues si fuera por mí, te estaría haciendo una gran penitencia por hacer nuevamente todo lo contrario a lo que te digo... Aunque... - Pensó un poco, agachando la cabeza – De seguro... Mi reflejo ya habrá hecho eso... ¿No?


- ... Si... Y cosas mucho peores – Respondí con tristeza, apretándome con fuerza los brazos – Mephiles... No quiero que me expliques nada, no quiero saber si aquel sujeto tenía razón, no quiero saber si son la misma persona ni nada más, solo quiero saber... Si está bien que sienta este odio irracional hacia alguien como él, que desee tanto lastimarlo, torturarlo... Yo no soy así.


- Es totalmente normal, Silver. Ese sujeto saca lo peor de ti – Me palmeo la espalda, dedicándome una sonrisa combinada con algo de amargura – La emoción que sientes es mutua a la mía que tengo con ese sujeto, no tienes que preocuparte.


- No es solo eso, Mephiles. Deseo, disfruto y ansió hacerle daño... ¡No está bien! – Proteste, sacudiendo la cabeza en gesto de total desaprobación ante esas ideas que surgían y dejaba salir por mi boca – Es horrible, se siente horrible... Pero me gusta... ¿Eso me hace una mala persona... No?


Mi compañero se quedó callado, viéndome directamente a los ojos durante unos segundos, antes de sonreír, peinándome mis mechones despeinados con sus garras, sin dejar de sonreírme de esa manera tan gentil.


- No, Silver. No eres una mala persona, o por lo menos, para mí no lo eres.


El verlo de esa manera, me hacía sentir seguro, al escucharlo decir esas palabras fue suficiente para despejar esas inseguridades que sentía. No me hacía falta escuchar de otro esas mismas palabras; con que fuera él, la mejor persona que conocía, me era más que suficiente.


- Gracias, Mephiles... Es lo que necesitaba escuchar – Sonreí, volviendo a tomar la caña de pescar, enrollando el sedal para sacarlo del agua – Creo que no lograremos pescar nada por aquí, estamos muy rio abajo y de seguro todas las personas arriba ya habrán atrapado los peces más gordos. Vayámonos – Él afirmo con un cabeceo, tomando el resto de cosas, caminando tras mío de vuelta hacia rio arriba.


Sintiéndome con los ánimos que deseaba tener para esa excursión, iba en un trote de roca en roca, dejando muy atrás a Mephiles, que iba torpemente entre las piedras, provocando que me riera por su lentitud, sacándole un refunfuño que otro.


- ¡¡Silver!! – Escuche la voz de una chica llamándome. Me volví hacia el rio, viendo de lejos a la señorita Blaze, saludándome contenta, estando acompañada del señor Vector y de una pequeña mapache.


- ¡Señorita, Blaze! ¡Hola! ¿Cómo está? – Respondí como pude, devolviéndole el saludo con rápidos movimientos de mi mano. Blaze hizo señas de que no me escuchaba bien, señalando con su mano un puente que había un poco más arriba para poder encontrarnos - ¡De acuerdo!


- ¿Quién es? – Pregunto Mephiles, viendo con molestia a la gatita.


- Es una amiga, ¡Vamos! – Corrí, al igual como Blaze, hacia el pequeño puente que había tras una pequeña cascada, encontrándonos en el medio de este - ¡Alcaldesa Blaze! – Me incline como saludo, tomando su mano para besarle el dorso con suma delicadeza, lanzándole una tonta sonrisa.


- ¡Señor Silver! Ya le he dicho varias veces que no soy la alcaldesa, solo ocupo el puesto hasta que mi padre vuelva de la ciudad – Me corrigió, retirando su mano con capricho, viéndome con un ceño molesto pero divertido.


- ¡Ujump! – Carraspeo la mapache, estando de brazos cruzados con los ojos cerrados.


- Oh, Silver... Ella es mi amiga Marine the Raccon. Marine, él es Silver the Hedgehog, el trabajador del que te hable – Dijo Blaze, presentándome a su pequeña compañera.


- Es un placer, Señor Silver – Dijo dando unos pasos hacia mí, extendiendo su mano para que saludara de igual forma que había hecho con Blaze.


- Es un placer... - Hice lo que esperaba, recibiendo como respuesta un monosílabo de su parte, viendo ahora a la señorita Blaze como si estuviera presumiendo – Es un gusto verlo igual, señor Vector – Salude al cocodrilo, el cual desinteresado cabeceo, girando a ver hacia otro lado. Escuche un sutil tosido de mi compañero, esperando que igual lo presentara - ¡Ah! Chicos, él es mi compañero de trabajo, Mephiles the Hedgehog.


- Es un placer conocerlos en esta bella tarde – Dijo Mephiles, inclinándose ante todos, viéndolos con suma calma con aquellos ojos verduscos. Los tres respondieron con un saludo y un cabeceo, pero Blaze se quedó viéndole durante más tiempo, dejando un rostro pensativo, antes de volver a verme con una tierna sonrisa.


- ¿Entonces han venido a pescar salmones? – Pregunto Blaze, llevándose sus manos tras la espalda, moviéndose de un lado al otro, contoneando su falda en giros.


- Si... Disculpa, ¿Dijiste salmones? – Respondí dejando otra pregunta.


- Así es. Es raro que aun haya a esta época del año, pero es una suerte que aun haya en el rio, ya que esta época es la mejor para su consumo – Comento, mostrando como el señor Vector cargaba los materiales de pesca – Esperaba, si ustedes lo desean, acompañarnos a pescar...


- ¡Pero Blaze! ¡Ya no quedan muchos peses en el rio! No vamos a poder pescar ni uno con tanta gente – Reprocho la mapache, pataleando contra el suelo viendo cual hermana menor molesta hacia Blaze.


- Si, además, se hará de tarde y pronto nos tendremos que ir para terminar el trabajo de la alcaldía – Concordó igual el cocodrilo, viéndonos con indiferencia – No lo tomen a mal, solo lo digo ya que salimos tarde para la pesca de hoy.


- Pero, chicos... - Iba diciendo decaída la gatita morada.


- Está bien, no tienen de que preocuparse – Interrumpió Mephiles, viendo comprensivo a la señorita Blaze que se desanimó un poco por los comentarios de sus amigos – Pueden ir a pescar tranquilos... No hace falta tener que ser amable, señorita Blaze.


- Pero yo...


- Además, ¿No es bueno un poco de competitividad? Entiendo el hecho de querer atrapar más peces que él otro – Sonrió ladino, sujetando bien las cosas que llevaba en mano – A sido un gusto. Les deseo suerte en la pesca de hoy, ya nos retiramos – Término de decir, sin permitirle a Blaze decir algo más, marchando rio arriba sin mí.


- Lamento esto, señorita Blaze... - Me disculpe, agachando la cabeza, viéndole totalmente apenado – Ya tendremos tiempo para hablar mejor para una próxima. Adiós... - Marche apresurado tras Mephiles, viendo tras mío como la gatita sonreía triste, despidiéndose a lo lejos – Mephiles... ¡Mephiles! Detente por un momento. Eso que hiciste allá fue totalmente grosero – Le regañaba, ahora siéndome difícil seguirle el paso, ya que él se desplazaba de una roca a otra convirtiéndose en una masa, deslizándose rápido por el suelo.


- Lo siento. Pero sé complacer a las personas que no desean nuestra compañía – Respondió secamente, deteniéndose cerca de un árbol, recostándose sobre este de brazos cruzados.


- Eso no es cierto. Es lo que dijiste. Solo era algo de competitividad y...


- ¡Oh, por favor, Silver! No te creas todo lo que digo – Dijo molesto, viendo en dirección donde marchaba el grupo de Blaze – Solo lo dije para poder irnos de ahí.


- No digas mentiras, Mephiles. La señorita Blaze mostraba muchas ganas de estar con nosotros, no puedo creer que estés tan celoso.


- ¿¡Celoso!? – Gruño, golpeando el tronco sin mucha fuerza – No soy celoso y menos de ella, ellos. ¿Acaso se te olvida que puedo leer las mentes de las personas? – Menciono, apretando los dientes en molestia.


- No... - Claro, lo había olvidado, pues realmente no sé cómo lo conseguía, obviando aquel truco de magia que podía hacer – Entonces... Ellos no querían realmente estar con nosotros.


- Por supuesto que no – Contesto brusco, agachando sus orejas hacia atrás – Solo querían largarse, nos veían como unos extraños que no merecen la pena... Te veían como un tonto de la ciudad presumido, un forastero en su pueblo que desean ver marcharse de una maldita vez – Sus ojos brillaban cual relámpago, iluminando su rostro de ese jade que parecía desprender su furia y magia combinado en ese brillo tan llamativo.


- ... Oh... Ya veo... - Tristemente sonreí, viendo hacia el rio con mi autoestima por los suelos, volviendo a verle para asegurarme que no mentía – Incluso... ¿La señorita Blaze?...


Levanto la mirada, abriendo más los ojos, sonrojándose y mirando hacia otro lado. No contesto, tan solo callo meneando su pie tras su talón, esperando evadir mi pregunta con el pasar de los segundos.


- Mephiles... - Insistí, acercándome más a él.


- Ella... Ella no pensaba nada de eso – Confeso, agachando la cabeza.


- ¿¡Entonces por qué decías esas cosas sobre ella!?


- ¡Por que no tiene el valor para decírtelo! – Alzo la voz haciéndome callar, incrédulo ante lo que dijo – Ella... No cree que seas un tonto... De hecho, le agradas tanto como para pensar en tenerte como una pareja... - Añadió, dándome la espalda para continuar el camino con paso lento – Lo siento... Tal vez si sea celoso...


- Así es...


- ¡Pero ella no cree en la oportunidad! Lo ignora completamente, cree que puedes ser una pérdida de tiempo, cree que tal vez no valgas la pena para intentarlo – Continuo diciendo, girando a verme para no decirle lo contrario – Perdona por haberme comportado así, pero no soporto estar con gente que no cree que vales lo mismo que ellos, porque para mí, vales un millón de veces más que ellos.


- Mephiles... - Estupefacto, lo observe anonadado, sin saber que responderle.


- Siento que... Haya actuado así, no lo volveré hacer - Agacho sus orejas en son de vergüenza, encorvándose ante mí para disculparse. Tan solo solté una suave risa y le acaricie su cabeza, haciendo que se volviera a levantar.


- Está bien. Ya había supuesto que era eso – Le sonreí pacientemente, dándole luego un toque en su nariz – Esta te la perdono – Le tome de la mano, llevándolo por el camino – Solo porque te has comportado muy bien y me has animado bastante el día de hoy – Le guiñe el ojo, provocando que se sonrojara y abriera completamente los ojos, viéndome atontado mientras lo llevaba por el camino casi arreste por sus pasos torpes.


- Gracias...

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Estuvimos caminando durante varios minutos, viendo a través de los arboles como se acercaba la puesta del sol, provocando sombras entre los abedules y pinos del bosque que nos rodeaba y nos ocultaba del cielo, pero no privándonos de los hermosos rayos del sol que topaba en nuestro costado. Nos guiábamos por el rio, subiendo montaña arriba, consiguiendo riachuelos y caudales pocos profundos, siendo tonta siquiera la idea de tratar de pescar ahí.


- Creo que debemos buscar otro río... ¿Conoces algún otro cerca de aquí? – Pregunte, saltando para cruzar un riachuelo.


- Mmmm. Creo que hay uno cerca, sí. Por el este... - Continúo adelante mío, saltando fácilmente cada rivera.


Le seguí confiado de que conociera el camino, siendo paciente en el tiempo que estuvimos adentrándonos en el bosque.


- ¡Hey Silver! ¡Mira! – Llamo mi atención, mostrándome como había atrapado un enorme bagre con sus manos, sujetándolo con sus brazos y su pecho. El animal se sacudía con todo su cuerpo, golpeando la cara de Mephiles continúas veces, provocando que se agitara igual que el pescado - ¡L-lo-lo atr-tr-trape-e-e! – Dijo entrecortado por los movimientos que le arremetía el pez.


- Jajajajajaja, Mephiles, jajaja – Me sostuve fuertemente de la barriga, viendo esa escena tan graciosa – Déjalo. Creo que sería mejor atrapar un salmón, pero si no tenemos mucha suerte puedes atrapar otro como ese, así de fácil como lo hiciste ahora.


- Creo que sería un desperdicio – Le dio una sola mordida a la cabeza del pez, matándolo al instante. Aun sin asquearme del todo, Mephiles dejo deslizar la carne masticada del animal entre su boca, mostrando disgusto por el sabor – Insípido, Ug. Además tiene muchas escamas.


- ¡Eres un puerco! Por lo menos espérate a que lo prepare, ¡Animal! – Regañe, viendo como tiraba el pez en la orilla, continuando como guía en el camino.


Caminamos un poco más antes de que Mephiles diera un doble paso dudoso, girando a ver a todos lados, casi asustándome por si se trataba de alguna bestia del bosque estaba cerca. Se volteo a verme, dándome una sonrisa juguetona, continuando un poco más apresurado.


- Recordé algo... - Dijo en su corrida muy delante mío.


- ¡Espérame! – Me costaba mucho correr por aquel denso bosque, tropezando, casi cayendo con todas las piedras y raíces que sobresalían del suelo, haciéndome lento en mi trote débil. Finalmente llegamos donde un viejo abedul, solo que este era muy pequeño, apenas superando un poco la altura de Mephiles; en el suelo, alrededor del árbol, era rodeado por un circulo lleno de hongos rojos y hojas cecas, perfectamente alineadas, casi como si esto marcara un punto exacto, como una x en el mapa de un tesoro - ¿Qué es esto? ¿Qué recordaste? – Pregunte emocionado, acercándome donde Mephiles; este sonrió, posando una mano sobre el árbol, rodeándolo para luego desaparecer al girar este.


Lo seguí, pero ya no estaba, había desaparecido, dejándome totalmente confundido. Pensé rápidamente y trate de imitar lo que había hecho, girando alrededor del árbol, viendo ante mis ojos como todo a mí alrededor cambiaba, tornándose más oscuro, topando con alguien al terminar de girar alrededor del tronco.

Mire hacia arriba, encontrándome sus jades, viéndome con un semblante alegre, algo sonrojado, tal vez por la cercanía en la que estábamos. Nos separamos al mismo tiempo, viendo hacia otro lado para ignorar aquel momento.


- Este es un pasadizo que usaba con mi madre cuando era pequeño – Comento, llevándome por la mano fuera de aquel oscuro matorral de hojas donde nos manteníamos ocultos – Solo los que poseen magia y se conocen el truco pueden venir hasta aquí.


- ¿Y dónde es aquí?...


Fui callado por una luz que topo ante mis ojos, revelando al despejar las hojas de entre los arbustos, una pradera amplia y llena de flores silvestres, siendo iluminada por el crepúsculo del atardecer, que desprendía colores anaranjados y rosados sobre el campo, adornando cuales cristales las semillas de dientes de león que flotaban sobre aquel mágico y hermoso lugar que me había robado las palabras, dejando en cambio un glorioso sentimiento de nostalgia y alegría al estar presente ante tan esplendido lugar, sintiéndome a la vez frustrado por no tener aunque fuese una bendita libreta para poder dibujar aquel maravilloso cuadro, obra de arte.


- Aquí es donde mi mamá me traía luego de un día difícil... Para ambos... Me alegra no haberlo olvidado del todo – Respondió, viéndome contento por mi reacción.


- Es... ¡Increíble! – Deje todo lo que tenía en mano, corriendo y saltando por el prado, provocando que pequeños grillos saltaran alrededor de mí, sintiéndome tan feliz y emocionado por estar en aquel sitio, riendo mientras iba de un lado al otro, brincando como un niño de cinco años en un circo - ¡Es totalmente hermoso! – Me lance a la grama, acostándome en el suelo, oliendo el dulce aroma de la tierra húmeda junto a especias y polen que se podía respirar en aquel lugar - ¡Todo esto es hermoso!


- Si... - Mephiles se acercó a mí, sentándose en el suelo al lado mío, viéndome feliz por mi alegría – Pero no tan hermoso como tú – Comento, acomodándome los mechones que tenía en toda la cara, sonriéndome con dulzura, observándome casi hipnotizado en donde estaba. Al igual que él, me quede observándole, sintiendo como mi rostro se enrojecía por aquellas palabras y mirada penetrante, teniendo que levantarme rápidamente para detener ese abrumador momento.


- Va-vamos a pescar... Se hará de tarde – Dije para interrumpir, tomando las cosas que tenía Mephiles para ir preparando todo.


- Está bien – Afirmo, cerrando los ojos, levantando el resto de cosas para ir preparando junto conmigo las cosas.


Teniendo todo listo, lance primero el sedal hacia el rio, sentándome luego en el suelo con total paciencia, pero mi tranquilidad fue interrumpida ya que Mephiles al haber lanzado su sedal, había pescado algo casi de inmediato, haciendo leves movimientos de forzamiento.


- Creo que pesque algo – Dijo con tranquilidad, enrollando el sedal rápidamente.


- Jaja, que suerte – Vi como había atrapado un salmón de buen tamaño, dejándolo luego en el cubo, preparando otra carnada para volver a lanzar la línea al rio – Pero no es tan fácil. Como dije antes, la clave es la paciencia – Y así como había dicho, algo volvió a pescar en el anzuelo de Mephiles, enrollando rápidamente la línea.


- ¡Otro más! ¡Qué suerte! – Dijo contento, sacando otro salmón de tamaño un poco más grande que el primero – Esto es divertido – Menciono, dedicándome una sonrisa dientuda, pero solo pude responder con otra, no tan contenta, sino más bien, envidiosa.


- Bueno, por lo menos tenemos que comer si no termino atrapando nada...


- ¡Otro más! ¡Pero qué fácil! – Grito entusiasta, enrollando sin ninguna complicación el sedal.


- ¡¡Oh, vamos, por favor!! ¡No es nada justo! – Dije furioso, echando humos por la condenada suerte de mi compañero - ¡Solo un maldito pescado! ¿¡Que tan difícil es pescar uno solo en este rio encanta-¡? – Un fuerte jalón de mi caña me hizo callar, teniendo que ponerme en pie para hacer resistencia y no dejar que el pez me tumbara al suelo – Te-ten-tengo uno... ¡Jajaja! ¡Atrape uno!


- Bien hecho, ya lo tienes – Me animo Mephiles, sacando otro salmón de igual tamaño a los anteriores – Creo que con estos serán suficientes para mí.


- ¡Ah! ¿Cómo diablos lo habrás hecho tan fácil? – Pregunte retóricamente, luchando con el pez que ponía una enorme resistencia, teniendo que soltar y jalar varias veces el sedal para que pudiera acercarlo a la orilla - ¡Como sea! ¡Este pez, es el PEZ de entre monstruos! Jajajaja ¡Ah! Mierda – Casi me caía por un repentino jalón ejercido por el pez, sacándome de mis casillas por lo mucho que me estaba costando en sacarlo del agua.


- ¿Quieres que te ayude? – Pregunto, acercándose a mí para poder tomar el mango de la caña, pero le di un codazo para apartarlo.


- ¡Para nada! ¡Lo tengo! ¡Este es mío y nada más que mío! – Reclame, retrocediendo con todo y caña, forzando todo mi cuerpo en arrastras el bendito pez. Divise la aleta dorsal del animal, viendo lo enorme que era este - ¡¡Jajajaja!! ¡Mira ese monstruo! ¡Es enorme! ¡Aaah! – Retrocedí por otro jalón del animal, que no daba reposo a ninguno de sus esfuerzos por liberarse - ¡Hijo de puta!


- Silver, creo que deberías tomártelo con más calma, pareciera que estuvieras por...


- ¡¡Tú cállate y ve prendiendo la fogata, que a este me lo como por que sí!! – Grite eufórico, dando todo de mí para finalmente acercar al pez a la orilla - ¡¡Sí!! ¡Te tengo! – Rápidamente me metí en el agua, lanzándome sobre el pez, aferrándome a este en un fuerte abrazo - ¡Aja! ¡Vas a saber sabroso a la leña! – Dije alegre, siendo respondido con fuertes coletazos en mi cara por parte del pez, tratando de liberarse, logrando lastimarme la cara y mi pecho, rompiéndome la camisa. Como pude, cargue el enorme pez, lanzándolo fuera del agua, dándome tan solo unos segundos de respiro, ya que rápidamente comenzó a brincar de regreso al rio, teniendo que darle una fuerte patada para que rodara lejos de la orilla del rio - ¡Oh no! ¡No te dejare ir luego de tanta lucha! – Me volví a lanzar hacia pez, no logrando inmovilizarlo del todo aun con todo mi peso, teniendo que tomar la piedra más cercana, golpeándole la cabeza varias veces, matándolo y terminando la increíble lucha – Si... ¡¡SIIIIIII!! ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA! – Reí a todo pulmón, gritando al cielo por mi victoria.


- ... Demonios, Silver – Dijo Mephiles, viéndome asustado por todo lo que había tenido que pasar para atrapar tan solo un pez.


- ¿Qué? ¡Cállate, envidioso! Mi pez es mucho más grande que cualquiera de los tuyos, jajajaja – Me senté en el suelo, respirando forzado, con una sonrisa en mi cara por tener la adrenalina aun circulando en mi ser.


- Estás todo lastimado, ¿Realmente lo valió? – Dijo viéndome con preocupación.


- Dio una buena batalla, merecedor de ser mi platillo... - Conteste, suspirando con una risa acompañada – Se ganó mi respeto... Coloso... Oremos – Agache la cabeza, haciendo silencio por la caída de la bestia del rio.


- Eso es totalmente hipócrita. Sin mencionar que no eres creyente - Comento Mephiles, mientras lo ignoraba completamente.


El fuego estaba listo. Terminaba de preparar los pescados de Mephiles, rellenándolo con varias verduras y aliños para empalarlos y ponerlos sobre la fogata, desprendiendo un exquisito olor el cual me animaba a ir preparando mi pescado también, notando un color particular sobre este.


- Jajaja, estaba en lo cierto al pensar que era mi día de suerte. ¿Ves este color? – Dije mostrándole a Mephiles el color rojizo en el abdomen hinchado de mi pesca – Es una hembra, jajaja, ¡Colosal! Y tiene huevos, jajaja, hoy comeré caviar – Canturrie, terminando de preparar mi comida.


- Jeje, me alegra que te hayas divertido hoy, pero la próxima vez ten más cuidado, te has roto el pecho y la cara por querer presumir, sin contar que has terminado de arruinar ese harapo de camisa.


- Nah, nadie lo extrañara, además, tu puedes curarme ¿No?


- Si... Jejeje, eres un caso.


La comida ya estaba lista, le entregue a Mephiles en un plato que había traído, el pescado y pan para acompañar, desprendiendo su sabor con mi magia antes de dárselo, observando lo mucho que le gustaba, comiendo contento y con un calma para degustar cada bocado de la comida.

Iba comiéndome mi comida, suspirando en un gozo por lo bueno que estaba, casi derramando lagrimas por lo delicioso que me había quedado, probando todo junto con el caviar, impresionado por la gama de sabores tan dulces que estaba saboreando.


- Diablos que si valió la pena. Esto sabe a gloria – Comente, apenas yendo a la mitad del enorme pescado.


- Sí que lo estuvo – Dijo Mephiles, terminando de comerse su tercer pescado, sobándose la pansa por lo tan hinchada que lo tenía.


- Increíble, eres un bestia – Comente, prosiguiendo con mi platillo, estando bastante lleno como para dar otro bocado – Uff... - Suspire pesadamente, esperando tomar un pequeño reposo para continuar, de no haber sentido la mirada de Mephiles sobre mí, o más bien, sobre mi platillo – Mephiles... ¿Te sirvo otro pescado? – Pregunte por curiosidad.


- ¡Si! ¿Quedo más pescado? – Contesto con emoción, esperando que le sirviera más.


- Lo siento, no queda más... Ten... - Le entregue mi plato, viendo como el me miraba apenado – Ya estoy lleno... Pero me preocupa que tú no lo estés...


- E-estoy bien, solo que no me puedo zacear... - De un solo bocado se comió el resto del pescado, sacando seguido las espinas, arrojándolas lejos – Gracias – Dijo sonriente, entregándome el plato.


- ... Me refiero a que es preocupante que sin importar la cantidad que comas, jamás estarás lleno o satisfecho...


- Lo sé... Es que... - Entrecorto sus palabras, frotándose las manos, mirando el suelo sin expresiones en su cara – Tu magia es muy deliciosa... No puedo dejar de tomarla... No quiero volverme adicto a ella pero es muy buena...


- Jeje, está bien... Supongo – Me levante tomando todo para ir guardándolo, siendo ayudado en todo momento por Mephiles.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Caminaba lentamente hacia el pasadizo junto a mi compañero, siéndome difícil divisar donde pisaba por lo oscuro que estaba, pues la noches ya había llegado. Me detuve al ver que Mephiles se había quedado parado, viendo hacia donde habíamos estado hace unos minutos, sin parpadear, sin decir nada, sin siquiera mostrar alguna expresión en su rostro tan frio, siéndome increíble como este podía mostrar gestos tan vivos y cálidos en algunas ocasiones.

Me acerque a él, viendo a la misma dirección sin poder ver nada, volviendo a verle directamente a sus ojos en busca de alguna razón de su comportamiento, contestando él, con un leve cabeceo, señalando hacia la misma dirección. Volví a ver aquel lugar, siendo deslumbrado por pequeñas luces que aparecían por el prado, revoloteando por todas partes, atenuándose su brillo, desapareciendo y volviendo a aparecer, creando un hermoso paisaje, tan bello como el que había hace unas horas.

Emboce un sonrisa ante lo que veía, sintiéndome tan lleno de bellos sentimientos, sentimientos de los cuales no hallaba manera de expresar, tan solo sonreír tontamente, suspirando cual chica enamorada, sin poder apartar la vista ante ese panorama nocturno.

Percibí como Mephiles, sutil, y sigilosamente, se acercaba más a mí, haciéndose el desconcertado ya cuando estaba totalmente pegado a mi lado, rosando su mano con la mía, tratando de tomarla torpemente, tocándome varias veces nervioso por no saber si hacerlo o esperar a que yo se lo permitiera. Le mire con una mueca fastidiada, provocando que se erizara por miedo de haberme hecho molestar, retrocediendo lentamente, pero antes de que se alejara más, le tome de su menique, enredándolo con él mío, sosteniendo nuestras manos con ese pequeño pero resistente agarre de nuestros dedos.

Nos quedamos un rato así, presenciando aquel lugar, antes de sentir como el agarre de Mephiles se aflojo, llevando su mano a mi espalda baja, moviéndome para apegarme a él, quedando ambos de frente. Sus ojos jades, muy concentrados en mí, no se desviaban a otro lado, en cambio yo, tenía que mirar muy por debajo para no sentir esa mirada tan penetrante, no permitiéndomelo, pues, tomo mi mentón para que levantara la mirada para verle, llevando su mano a mi cuello, acariciándome tan suavemente, subiendo su mano aún más para llegar a mi mejilla, pasando sus garras con ternura y sutileza, terminando en pasar su pulgar por mis labios con un rose.


- Mephiles – Dije ya molesto, pero más conmigo por dejarlo ir tan lejos, teniendo que mirar hacia otro lado.


- Silver... - Susurro, acercándose totalmente a mí, abrazándome y reposando su hocico en mi cabeza, suspirando cansadamente sobre mi pelaje – Solo... Un momento, por favor – Pidió, acariciando mis púas, provocando que me erizara irracionalmente, acompañado de débiles temblares que pasaba por mi cuerpo – No hare nada... Solo... Quiero decirte algo.


- ... Está bien... - Dije débilmente, no pudiendo evitar acurrucarme en su pecho, sintiéndome tan refugiado de esa manera, siendo envuelto en sus brazos... Había pasado mucho tiempo desde la última vez que me sentí así, una condenada eternidad...


- Silver... Has pasado por tanto hasta ahora, solo por haber caído en una maldición que posiblemente haya plantado en vida. Lo único que lamento es en no lamentarme por que hayas quedado atrapado en esta... - Dijo con un tono de cortesía, sin parar sus caricias, moviendo levemente su mejilla sobre mi cabeza. Su comentario me había dejado confundido y algo molesto, pero le permití continuar con lo que tenía que decir – En toda mi muerte no había podido conocer a alguien más, sobre todo a alguien como tú, me alegra tanto eso... Pero a la vez me entristece, pero no por mí, sino por ti.


- ¿Y eso por qué?...


- No tienes a nadie que te admire como yo... - Respondió sin algún rastro de narcisismo, separándose un poco de mi para verme a los ojos – Se que no sientes tener, ni deseas el derecho de ser tratado superior a los demás, que solo deseas tener compañía y que te hagan sentir... Que formas parte de algo importante, pero... No deberías ser tan conformista – Su rostro se mostraba desanimado, aun sosteniéndome con sus brazos, reflejando que deseara decir más que eso, pero ahogando sus palabras en pequeños suspiros – Silver... Deseo tu felicidad, sin importar a que costo, pero no puedo hacerte feliz ¿No es así? – Sonrió con tristeza, notándose cristalino sus ojos.


- Mephiles, yo... No lo sé, yo no...


- Eso no es lo que me importa ahora – Continuo, jalando mi mejilla con un leve pellizco – Quiero que tu consigas ser feliz, pero jamás lo serás si estas rodeado de personas que no conocen tu verdadero valor.


- ¿Y tú qué sabes sobre eso?... – Murmure, queriendo detenerlo antes de sentirme colmado por todo lo que decía saber sobre mí - ¿Tu en que me conoces? ¿Qué tanto puedes conocerme si no has vivido lo que yo?


- No lo he vivido... Lo he visto... El primer día que llegaste al pueblo – Confeso con algo de pena. Me aparte de él, viéndolo con desaprobación por lo dicho – Sé que no te agrada el hecho de que tenga esa capacidad de... Ver atreves de las personas. Pero lo único que hago es ver lo que han vivido y sus pensamientos... Lo único que hice fue dar un vistazo esa primera vez, para saber cómo habías llegado a acabar así... No pienso mucho si podría molestar a alguien al hacer eso, nunca espero contárselo a quienes le leo la mente, pero tu... Por algún motivo no me moleste en ocultártelo, y eso es porque te aprecio y te respeto mucho.


Él apretaba sus manos, conteniendo palabras, meditándolas demasiados al ver que no me contentaba mucho lo que me decía, aunque no me encontraba molesto, no me molestaba lo que me decía, tan solo era que estaba siendo muy sincero, no me sentía a gusto, saber que él sabía tanto de mí y yo tan poco de él.


- No quiero decir que conozco todo sobre ti o que me he visto tu vida entera, hay cosas que se omiten... Tan solo pude ver lo que más ha resaltado en tu vida, y me entristece que hayas luchado tanto por lo que tienes que... No deseo que lo pierdas – Me tomo la mano, apretándola con firmeza, cambiando su rostro nervioso y triste a uno más serio – Por eso necesito que me prometas... Que no dejaras que nadie decida por ti, que nadie pueda decirte lo que puedes hacer o no, que nadie te detenga en hacer algo que realmente amas... - Poso su mano en mi mejilla, provocando que le mirara a los ojos - ... ¿Podrías prometerlo... Silver?


Así como varias veces lo había hecho, me sonrió, con esa ternura que oculta con esos ojos fríos, con su rostro inexpresivo ausente de labios que solo son revelados para mí para dedicarme una de las más hermosas y sinceras sonrisas que me hacían dudar de mis palabras, de mis pensamientos... De mi sentimientos. Era ridículo... Como en un solo día dos diferentes Mephiles me habían hecho llorar. Me sentía tonto, feo, débil, torpe, pero él jamás me vería así... O por lo menos no ahora.


- Silver, por favor prométemelo. Quiero que seas fuerte, por favor promételo... - Lo volví a escuchar, pero por algún motivo no le podía ver el rostro, no podía porque... - Por favor no llores... No quiero verte llorar, quiero verte feliz... Por favor – Dijo con una linda y suave risa nerviosa, notándose como su voz se quebrantaba.


- ¡Te lo prometo, idiota! ¡Demonios! ¡Deja de hablarme así y déjame llorar! – Respondí furioso, limpiándome las lágrimas con mi puño - ¡Estoy bien! Solo... Yo jamás había pensado poder recibir tan bellas palabras de alguien tan bueno como tú – Confesé, sonriendo con un temblar en mis labios – Lo siento, lo siento – Empecé a reír débilmente, viéndole un poco más calmado – También te prometeré... No llorar tanto y tratar de sonreír un poco más – Le extendí la mano, extendiendo mi pulgar en espera del suyo. Él, algo dudoso, acerco su mano a la mía, enredando su menique con el mío, mostrando alegría en sus ojos por mi respuesta.


- Tengo tanto que agradecerte... - Muy rápidamente, me volvió a abrazar, besándome la mejilla y en mi frente, dejándome tan aturdido e impactado por su repentino atrevimiento.


- Tanto como yo... - Suspire, devolviéndole el abrazo, esperando que terminara... Lamentablemente las promesas conmigo mismo eran más importante que las suyas, teniendo que tenerlas antes que las suyas, aunque eso no querría decir que no las cumpliría – Mephiles... - Realmente... No deseaba que terminara... - Vamos grandulón, ya fue suficiente.


- Perdón – Me soltó, volviendo a su estándar tranquilo y reservado – Solo, quería dejar en claro, lo muy feliz que me hace estar contigo...


- Lo sé...


Asentí, persiguiéndole con la mirada mientras tomaba camino hacia la salida de ese lugar... Lo observe durante un instante, sintiendo que el tiempo se me acabaría rápido antes de saber qué hacer con mis decisiones tomadas y por tomar, esperando que este ente, este muerto, me brindara más de su tiempo en este mundo para aprender y saber que hacer conmigo.

Saliendo de mis pensamientos, sacudí mi cabeza, tomando el presente mucho más importante que mis divagaciones, corriendo tras Mephiles para volver juntos a la mansión, dejando cada incertidumbre que había tenido aquel día, muy lejos, donde lo hubiese llevado el rio.






________________________________________________________________________________





Hola a todos!! Lamento mucho la tardanza de ese capítulo, pero a diferencia de los anteriores, ese estaba en proceso, no como los otros que ya estaban terminados uwu Ahora quisiera informar... Por fallas técnicas (sobre todo por la situación de mi país :''v ) Tardare aproximadamente un mes en subir un nuevo capítulo, espero comprendan y sean pacientes ;w; Hago todo lo mejor que puedo pero es complicado cuando se va la luz dos a tres veces al día durante varias horas, además de dañarte todo los equipos electrónicos u.u

Con eso al tanto, espero que les haya gustado el nuevo capítulo ^w^ Ya que lo tuve que reescribir. No quedo tan chévere como la primera vez que lo escribí pero... Esta bueno y tiene varias correcciones que tenía la primera vez que lo escribí xD.

Los quiero y hasta la próxima >3<


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro