Las cenizas de una maldición

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


 Me aferraba de una de las grandes almohadas de la cama, estando sentado en el suelo junto a Mephiles, escuchando su lectura de uno de nuestros libros favoritos, "La guerra de corazones negros". Mephiles describía una escena de suspenso, casi desmayándome de la emoción al oírlo usar una excelente interpretación de mi personaje favorito, Thiron.


- "Ya sea por puro empeño de tu soldado, no permitiré que vuelva a invadir mi aposento solo por obedecer una orden tuya". Dijo amenazante, acercándose al oído de Thomas para susurrarle lo último. "O ambos perecerán en mi espada por su atrevimiento".


Narro Mephiles, tomando buena voz del héroe que se dirigía hacia uno de los caballeros de otro reino.


- "Que lo sepa muy bien Raymon, ve a decirle". Ordeno, haciendo ademan de orden con su brazo para que se fuera. "¡Largo!". Observo paciente con un rostro molesto al soldado, viendo como marchaba rápido, lejos de la habitación, otorgando así, más calma hacia su morada junto a sus compañeros.


Levanto la mirada con una sonrisa, observándome mientras yo apretaba más la almohada entre mis brazos, esperando que continuara.


- "Deben de ser suspicaces. No permitan de más, incluso a nuestros aliados, ya que cuando menos lo esperemos, tendremos la empuñadura de sus espadas golpeando tras nuestras espaldas, con el filo atravesando nuestro pecho". Se lanzó hacia su sillón, como si fuese el rey y ese su trono. "No tengan dudas, si han de temer, sean valientes y enfréntense, no dejen someter otra vez a nuestras personas, a nuestro pueblo, ellos ya no son nuestros dueños".


- ¡¡Qué gran capitulo!! – Grite emocionado, apretando al almohada a mas no poder – Lo haces tan bien, me imagino todo con sumo realismo – Le entregue mis halagos, ruborizándome demasiado – Otra más, otra más, por favor.


- Jejeje, ya es el tercer libro que te leo hoy. Dejémoslo para otro día – Se levantó del suelo, tomando los libros a su alrededor para dejarlo sobre una mesita.


- ¡No! Por favor, por favor, por favor ¡Quiero escuchar más! Adoro como haces la voz de Thiron – Pedí un poco más, caminando de rosillas sobre el suelo aun sosteniendo la almohada.


- No uso ninguna voz con él, solo la mía – Refuto, girándose a verme confuso.


- Bueno... Si... Por eso me gusta – Confesé, ocultándome tras la almohada – Como sea, hay que volver a buscar alguna manera de salir de esta maldición, si, jejeje, casi lo olvidaba – Busque el pretexto, levantándome y caminando donde estaban mis cosas.


- Silver...


- ¿Si?


- Hay algo que quería mostrarte – Me tendió la mano, y escuchando la seriedad en el tono de sus palabras, fui directamente hacia él, tomando su mano, dejando que me llevara fuera de la habitación.


Los pasos del ente eran lentos y su silencio sepulcral, dejándome ansioso y preocupado por lo que quería mostrarme, caminando tras él, siendo tomado de su mano para que me guiase, viendo su cabellera, tratando de alcanzar a ver su rostro, pero cuando menos lo espere, habíamos llegado a la entrada de la mansión.


- ¿Mephiles?... ¿Qué hacemos aquí? Aún es demasiado temprano para salir – Dije para acercarme a él y poder ver su rostro - ¿Qué es lo que me quieres mostrar?


- Hay algo que te he estado ocultando... Desde hace dos meses – Dijo con voz suave y temblorosa, sacando dentro de su pecho un libro forrado de un cuero azul rey – Ya he tomado demasiado de tu tiempo... No quiero que siguas atado conmigo cuando tienes una vida por vivir – Abrió el libro, haciendo aparecer sobre este un sello en forma de cristal envuelto en hollín y plantas.


- ¿Qué?... ¿A qué te refieres? – Pregunte dudoso, retrocediendo inseguro.


- Desde hace tiempo conseguí la forma de como liberarte de la maldición, Silver – Confeso, viéndome con ojos fríos – No estaba preparado para volver a estar solo, así que no te conté nada y me reserve el libro para que no lo encontrases... - Agacho la cabeza, viendo decaído el cello – Pero ahora... Aun si quedo solo y atrapado hasta el fin de los tiempos, estará bien porque tú serás libre – Sonrió algo esforzado, tratando de transmitir una alegría que no se hallaba en él – Podrás tener otra vez tu vida normal, podrás ver el mundo y no estarás en peligro nunca más.


- Mephiles... Yo... ¿Realmente es lo que quieres? – Pregunte inseguro, viendo la expresión de su rostro formar una mueca al tratar de seguir sonriendo.


- Lo que yo quiero ya no importa – Cerro el libro y se acercó a mí, pasando sus dedos por mis mejillas con suavidad – Lo que más importa y quiero en este mundo es tu felicidad... Además – Se alejó de mí, caminando dirección hacia las puertas de la entrada – No quiere decir que... Ya no estemos juntos... Puedes venir a visitarme si lo deseas. Una, dos veces al año... O cuando puedas... No estas atado a estar conmigo... - Abrió las puertas, girando a verme con una sonrisa.


Me acerque con pasos lentos, viendo el sol en alto tras unas cuantas nubes sobre el cielo y bajo de este la tierra que era cubierta en nieve. Mire a Mephiles, observando como abría otra vez el libro, leyendo las paginas antes de comenzar a recitar, pero inmediatamente le interrumpí, cerrando el libro con sutileza, tomándolo para ver un poco mejor este antes de prenderlo en fuego.


- ¡¡Silver!! – Se acercó desesperado por tomarlo, pero lo lance al suelo, provocando que el mismo se deshiciera en cenizas – Silver... ¿¡Pero qué has hecho!?


- Debe de haber otras formas de sacarme de aquí, Mephiles... - Respondí viéndole con un rostro neutro – Pero no pienso irme hasta conseguir una forma de sacarte de aquí.


- ¿¡Pero qué dices!? ¡Silver! ¡Eso no importa! Yo ya estoy muerto, no mereces quedarte aquí, mereces vivir, no vale estar maldito por alguien que está muerto, por favor – Me regaño, pasando sus manos por sus púas despeinadas con un rostro angustiado – No... ¡No quiero que estés aquí! ¡No te quiero aquí! ¡Quiero que te largues a tu ciudad y vivas una vida feliz y normal!


- ¿Feliz? – Sonreí, agraciado por lo que dijo, viéndole irónico ante esas palabras – Era miserable, fingiendo estar bien con lo que tenía – Con mi magia, cerré las dos enormes puertas de la mansión, retumbando su sonido por todo el lugar al ser cerradas – Mephiles... Soy feliz, al estar contigo... No había sido feliz desde hace mucho tiempo... Quiero quedarme aquí, contigo, aun si estoy en peligro, aun si peleamos, aun si jamás logremos salir de la maldición... Quiero permanecer a tu lado... - Me acerque a él, abrazándome a su cuerpo, rodeando su torso con mis brazos, viéndole emocionado, sonrojándose y agitando mi cola rápidamente – Por favor... Déjame ser feliz contigo.


Él me veía incrédulo, con ojos conmocionados por lo que decía, moviendo sus manos a mis hombros, deslizándolas hasta mi espalda y cabeza, apegándome a él, viéndome con una sonrisa melancólica, asomándose unas pequeñas gotas negras en las esquinas de sus ojos. Beso suavemente mi frente, pasando su nariz sobre la mía, sin apartar sus ojos jades de mí, conmoviéndome su dulce semblante que se iluminaba de una linda manera al juntar sus labios con los míos.

Me acaricio con cariño, me sostuvo gentil para mantenerme cerca, me ato a su boca con pasión, me rodeo de su protección en forma de brazos, me volvió en alguien importante y delicado, alguien bueno y merecedor de su amor, alguien muy feliz con solo estar haciendo algo que todo el mundo podía estar haciendo en ese mismo momento, solo que lo mío era importante... Porque yo era importante para él, así como él lo era para mí.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Me agitaba con cada toque de sus manos en mi pelo, siéndome muy imposible concentrarme en el libro de estudio que leía estando sentado sobre sus piernas, soltando quejidos fastidiado para que dejara de estar haciéndome cosquillas, escuchando sus risitas tras mío.

En uno de sus varios toques acerco su mano a mis mejillas, apretándolas. Lo que hice fue girarme rápido para morderle con fuerza sus dedos, logrando hacerle soltar un quejido de impresión, volviendo a reírse por haber acabado con mi paciencia.


- ¿Qhe the pareje tdan grajioso? – Dije aun con mis dientes en sus dedos, mordiendo con bastante fuerza.


- Que pareces un pequeño ratoncito enojado – Se burló, moviendo sus dedos de un lado al otro tratando que lo soltara, pero no lo liberaría tan fácil – Debes de tener mucha hambre, ¿No quieres otra cosa más comestible? Mis dedos no son una buena dieta para ti.


- Dhe los arancage fhor ser un fasthidiojo – Amenace molesto.


- Hazlo – Incito, viéndome con una sonrisa fanfarrona.


Furioso, le vi retador, mordiendo con gran fuerza, logrando desprenderle dos dedos, sin poder prevenir en que estos se desharían en mi boca, casi atragantándome con estos al querer escupir su sustancia viscosa.


- ¡Jajajajajajaja! Oh, Silver, Jajaja – Se rio con fuertes carcajadas, viéndome sufrir con sus dígitos atorados en mi poca, pasando sus risas a pequeñas burlas retenidas en su boca cerrada, sonriéndome divertido antes de besarme, pasando su lengua a mi boca, resollando con mis labios atrapados en los suyos, aun aturdido por cómo me estaba llevando muy mal en esto – Aaahh... Silver, eres tan lindo – Había tomado la porción de él que tenía en mi boca al besarme, dedicándome una sonrisa mordaz antes de darme más besos, hundiendo su lengua, pasándola por mis labios, chupando estos, como si quisiese beberme – Tan lindo~ Eres tan lindo.


- Eh... Hey... - Apenas podía estar estable con cada arrebato de mi boca y mis palabras, dejándome desorientado en tantas entregas de sus labios y su lengua, queriendo lavar mi mente de esta forma, dejarme atontado por sus impulsos de deseo – Basta, Mephiles – Aleje mi rostro, pero el continuo besando mis mejillas, dando pequeñas lamidas como un cachorrito necesitado de atención, abrazándose fuerte a mí, no dejándome bajarme de sus piernas – Es mucho, por favor... Eres demasiado empalagoso.


- Ujum~ - Afirmo, ahora frotando su hocico en mi cuello, soltando ronroneos fuertes – Lo soy porque eres muy dulce.


- Mephiles – Me queje, empujando su cabeza, liberándome apenas de su agarre – Tienes que contenerte mejor que eso.


- No puedo contener más que eso – Respondió molesto, volviéndose a acercar a mí, arrinconándome para volver a abrazarme y colocarme sobre sus piernas. Podía aguantar esto, no era gran cosa, pero tenía que tenerlo a raya y estarlo deteniendo constantemente para que no se excediera, ya que lamentablemente yo era el único que podía poner un paro a sus cariños – Sigue estudiando y déjame abrazarte, estaré quieto.


Dijo, y así volví a mi lectura en el capítulo donde me había quedado, terminando el libro en cuestión de segundos, pasando así con los siguientes hasta que sentí la lengua del ente pasar toda mi cervical hasta mi nuca, electrizándome por la fuerte e increíble sensación que me provoco, sacudiéndome como si me hubieran electrocutado, sacando risas maliciosas de Mephiles.


- ¿¡Y vas a seguir!? – Regañe, dándole un codazo en sus costillas - ¡Compórtate!


- Jejejeje, no puedo, no cuando te pones así – Su sonrisa llego hasta sus zigomáticos, acercándose más para mordisquear mi cuello.


- ¡Ah! ¡Mephiles! ¡Por favor! – Chille ya rendido con poder seguir estudiando cerca del ente enamorado - ¿Cómo esperas que aprenda a ser un hechicero si mi propio maestro no para de acosarme?


- Ya ha sido demasiados estudios por ahora. Es invierno, hay que dormir más y comer más – Paso sus manos por mis brazos, bajándome de él para poder levantarse, tomándome de la mano para llevarme lejos de la biblioteca en donde estábamos – Podríamos invernar incluso, si quieres... - Me vio de soslayo, delineando en sus labios una sonrisa coqueta – Ya que los magos y hechiceros podemos hacer esto para recuperar energías – Agito sus orejas, pensando un poco en sus palabras – Aunque personalmente no quiero hacerlo este año, no cuando quiero aprovechar cada segundo contigo.


- Yo... - Cerré mi boca ante la impresión de lo que me decía, inflando mis cachetes receloso a sus coqueteos – Esta bien... A mí tampoco me parece, ya que me hiciste dormir durante dos meses – Atine en el clavo, viendo la verdad en Mephiles que agacho las orejas hacia atrás preocupado, callándose sin decir nada – Sé que lo hiciste, por eso no espero dormir tanto tiempo, pierdo la noción del tiempo así – Apreté más fuerte su mano, acercándome a su lado para cruzar mi brazo con el suyo, pegándolo a mi pecho para sostenerlo con fuerza – Así que no habrá hibernación.


- Está bien... Lo siento... - Se disculpó, agachando la cabeza. Calmado, me apegue a su brazo, siendo llevado a su lado.


- Bien, vamos donde los cultivos, te preparare algo – Apenas dije eso pude sentir su cola golpeando la mía de la emoción, apresurando su caminata hacia donde indique.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

- Pásame el cacao – Dije concentrado, recibiendo en mi mano tendida en espera que me diera lo que pedí, una taza con las semillas ya limpias y lavadas, lanzándolas a una hoya para tostarlas - ¿Cómo está la masa de la tarta?


- Ya ha aumentado de tamaño, pero aún le falta – Respondió, acercándose a ver como tostaba la semillas – Eres demasiado bueno, sabes cocinar de todo – Alago, posicionándose en mi espalda, apegándose de mi inconscientemente – A mí no me dejaban cocinar de pequeño porque teníamos sirvientes... Y cada vez que quería ayudar a mi nana, me regañaban diciéndome que eso era cosas de mujeres.


- Es que cuando tu vivías en los años mil seiscientos todos eran unos sexistas... - Comente con serenidad, pensando mejor lo que dije – Aunque... Hoy en día lo siguen siendo, nada ha cambiado... Pero ya no es extraño ver a un hombre cocinar, lo extraño es que un hombre cocine bien y no sea su vocación – Dije a la vez que disminuía el fuego de la hornilla.


- ¿Entonces eres una chica, Silver? – Dijo con voz juguetona, pasando sus manos por mis pechos – Tienes algo aquí~ ¿Puede que sean senos?


- Deja – Regañe, aun sin detenerme en lo que hacía – Soy un hombre, piensen lo que piensen los demás. Deja tus juegos insulsos, no me gustan.


- Está bien, perdona – Continuo en masajear mis pectorales, logrando perder mi concentración y estando a punto de tumbar la hoya donde estaba cocinando las semillas – Ops, ten más cuidado, no quieras botar el chocolate.


- ¡Lo haría si no estuvieras encima de mí como una garrapata! Suéltame – Bufe molesto, agitando mis brazos para que me soltara, no consiguiéndolo, ganándome entonces que apretara mis pezones - ¡¡Nhaaah!! – Mis manos temblaron fuerte, sacudiendo la paleta que usaba contra la cacerola, provocando mucho ruido con esta – Mephiles... Es... Es suficien-


- Sigue así hasta que termines de hacer el chocolate – Susurro en mi oído, tornando su voz ronca y gruesa, pasando una ligera lamida en mi oreja – O no me detendré – Pellizco con más fuerza mis botones, sacándome un agudo gemido que me avergonzó escuchar de mi – No dejes que se queme.


- Me-Mephiles... Tu... - Moví la paleta para no dejar de revolver las semillas, tornándose más doradas, sintiendo así como movía sus dedos alrededor de mis botones – No me gusta este juego.


- Jejeje, eres un mentiroso... - Soltó unas risas suaves en mi oído, suspirando leve - Te encanta, Silver, te encanta – Dijo con una voz maliciosa, mordiendo levemente mi oreja.


- ¡Ah! – Quise aguantar en no gemir demasiado fuerte, pero tenía razón, y sabia como me sentía – Me cuesta... Mas así.


- Oh vamos, solo un poco más, ya casi lo consigues – Me animo, ronroneando fuerte cerca de mí, olfateando mi piel – No me prestes atención, solo continua con lo que haces – Fruncí el ceño por como lo decía, ¡Como si me fuese posible ignorarlo al estar tocándome así! – Termina con el postre ya, me muero de hambre~ - Sus dientes pasaron por mi hombro, rosándolos casi tentado a clavarlos, haciéndome agitar ahí donde estaba.


- E-¡Eso hago! – Chille, distrayéndome demasiado, tratando de no dejar que ahora las semillas se quemaran – Por favor, Mephiles. No puedes estar distrayéndome así como lo has hecho hasta ahora, se bueno y compórtate.


- Oh, Silver... No creo que se pueda – Contesto, Soltando un leve suspiro, inclinándose más sobre mí para abrazarme fuerte – Estoy haciendo todo lo que puedo.


- ¡Pues no parece! – Termine de tostar todas las semillas, dejando ahora que reposaran lejos del fuego y se enfriaran. Su cuerpo se pegaba más al mío, demasiado, deshaciéndose como miel sobre mí, escuchando y sintiendo a la perfección sus ronroneos – Si sigues así no terminare de darte postre.


- ¿Por qué? ¡Tengo mucha hambre! – Se quejó, apretándome con más fuerza, frotando su rostro contra mi pelaje, despeinándome por completo y ganándose unos gruñidos molestos de mi parte – Tengo mucha hambre de ti, y me tengo que conformar con tu comida – Resoplo aburrido, aflojando un poco su agarre de mí, pero prosiguiendo sus caricias indebidas en mi pecho – Aun que es deliciosa y me encanta comerla, no terminas de hacer la comida rápido, por eso tus besos y tus caricias me calman – Sus manos pasaron a mi rostro, acariciando mis mejillas y mis hombros, de arriba abajo – Solo déjame calmarme y disfrútalo... Por favor.


Como si cien volteos de electricidad hubieran pasado por mi cuerpo, curvee mi espalda, paralizándome con un temblor hasta el último pelo en mi cuerpo, no sabiendo que hacer con sus peticiones, con lo quería hacer conmigo, pero no es como si quisiera retroceder y negarle; por dios, quería dejarle ir tan lejos como desease, pero él ya había tomado una decisión, tal vez solo tenía que dejarlo hacerlo a su modo y confiar en su palabra.


- Es... Está bien – Suponía que el sentía el calor de mi cara, porque una vez me ruborice, el apretó gentilmente mis mejillas, descendiendo sus manos a mi pecho, continuando sus caricias – Solo... Recuerda tu palabra... Mephiles


- Jamás olvidaría algo tan importante – Dijo con una voz dulce, lamiendo mi cuello para morder gentilmente mi piel, chupándola furioso, sacando de mis labios gimoteos avergonzados, continuando en verter la leche en la misma hoya donde las semillas, revolviéndola hasta que hirviera – Quiero darte todo mi tiempo y que te sientas querido... Amado... Cada segundo.


- Me-Meph-hiles... - Mi voz temblorosa dijo su nombre, exhalando fuerte y excitado por tanta atención – Me... Realmente me cuesta cocinar así.


- ¿Pero te gusta? – Pregunto serio, pasando su mano derecha a mis labios, acariciándolo con las yemas de sus dedos – Dime si te gusta o no, Silver. El punto del porque hago todo esto es para hacerte sentir bien, sino me detendré ahora... No me hagas dudar más - Volvió sus toques más apagados, dejándome a mí el veredicto final, Solo girando a verle de lado, callado...


Apague el fogón de la cocina, volteando tras de mi para verlo, esperando mi respuesta. Tímido, agache la cabeza, frustrado por ver como sus manos se alejaban de mí... Quería que siguiera tocándome... Me hacía sentir como si fuese una gema preciosa en sus manos... Me hacía sentir muy especial...

¡Malditas hormonas que no paran de acribillarme ante la situación! Estaba demasiado caliente, tanto que ya el pantalón comenzaba a apretarme, y mi camisa ya era asfixiante por el calor que experimentaba mi cuerpo. Solté un bufido de la impotencia, queriendo borrar expresión de mi rostro, solo consiguiendo apretar mis labios de forma infantil, terminando de girarme, estando frente a frente de Mephiles, rodeando mis brazos alrededor de su cuello para hacerle inclinar, besando sus adictivos labios, mordiendo el inferior, furioso, soltándolo luego para ver como aquel erizo feroz me miraba impresionado y anonadado de mis acciones tan lujuriosas, como si ahora yo fuese más peligroso.


- Claro que me gusta tonto, ya lo sabes... Siempre lo has sabido – Respondí molesto, dándole la espalda para ir donde se encontraba las semillas del cacao, ya frías, pelándolas para ir sacando el cacao de ellas – Aun si me distraes... Y si me cuesta hacer las cosas... - Agite mis orejas y mi cola, queriendo deshacer la vergüenza que me hacía sentir mis palabras – Quiero que me des mucha atención, ¡Toda! La quiero, la quiero sola para mí... Así que no te detengas de estar fastidiándome... Me gusta... Aun si te pones muy meloso y molesto... Me encanta... - Le lance una última mirada antes de volver a prestar atención en el chocolate, casi siendo tumbado por el mismo que se abalanzo para abrazarme de espaldas, besando con mucha emoción mis mejillas, tan frenético y entusiasta que me dolió un poco... Pero se sintió lindo.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Luego de tanto, sacaba el último postre del horno, protegido de mis manos con gruesos guante, dejando la tarta de moras sobre la mesa junto con galletas y otras tartas como el de chocolate y una tarta de Santiago. Me secaba el sudor de la frente, acalorado por el calor que desprendía el horno, demasiado, incluso para un invierno como el que estábamos pasando.


- ¡Todo se ve delicioso! – Decía Mephiles... Aun pegado a mí - ¿Puedo comérmelo todo?


- Solo si me dejas una porción – Dije, dándole unas palmaditas en su mejilla para que me dejase terminar el resto. Aparte un corte de cada tarta y unas cinco galletas, solo para esparcir mi magia al resto de la comida y que fueran posible su degustación para el ente – Ya está. ¡Buen provecho!


Apenas me di cuenta cuando ya Mephiles había embarrado todo mi pecho con una rebanada de la tarta de Chocolate, deshaciéndola toda, ensuciando mi pelaje blanquecino y mullido. Solo me quede viendo con un rostro desconcertado, aun sin saber el porqué, solo viéndole directamente a sus ojos, retador para que me diese las explicaciones, pero una vez termino con la porción, me tomo de mis brazos, acercándome a él para pasar su enorme lengua colgando de sus enormes fauces restregándola por todo mi pecho, finalizando su lamida en mi cuello, rozando la punta de esta con mi barbilla.


- ¡¡MEPHILEEEEEES!! ¿¡QUE MIERDA ESTAS HACIENDO!? – Me agite furioso, viéndole con ojos asesinos, queriéndolo matar ahí mismo - ¡¡SI TE ATREVES A DAR OTRA LAMIDA-


Como si no me hubiese escuchado, siguió lamiendo mi pecho, limpiando la tela de mi ropa con las migajas de la tarta, solo quedando ahora la crema del chocolate en mi pecho. Él gemía alegre, gruñendo feroz con cada bocado que tomaba del alimento sobre mi cuerpo, viéndome frívolo, con esos ojos jades brillosos y pervertidos, como si supiese que podía disfrutar de lo que hacía por su atrevimiento.


- ¡NO, NO, NO, NO, NO! ¡Déjame! ¡¡NOOO!! – Forcejeaba contra sus manos que se aferraban a mí, rodeándome con estas para apretarse más a mi pecho, dedicando a limpiar hasta la última parte con su lengua y su boca hambrienta - ¡Aaaahhh! ¡No!... Aaaahhh... Mephiles.


- Sabía que te quedaría delicioso, pero sabe tan estupenda cobre tu cuerpo... Es la perfección – Había terminado de limpiar el desastre que había hecho, dejando otro con su saliva en mi cuerpo, escurriendo de su boca poco homogénea – Perdona por abusar... Pero moría por probar, aunque sea una sola rebanada – Su sonrisa pícara logro sacarme una leve sonrisa, perdido en el fuerte calor en mi pecho y su escurridizo cuerpo sobre el mío, teniendo que sacudir mi cabeza para evitar que ganara sobre mí - ¿Quieres que pruebe otra rebanada?


- Tu... - Rojo como un tomate, lo empuje sobre la mesa, teniendo cuidado en no caer sobre los postres – Eres un bicho feo, pervertido y adictivo sin remedio – Dije con una sonrisa de lado, viendo al tendido erizo que me observaba divertido, victorioso de haber logrado convencerme a su sucio juego - ¿Qué diablos haré contigo?


Sus risas bajas y charlatanas fueron su respuesta, paciente en ver que más haría y que tan lejos llegaría. Sintiendo sus gestos como retos, solo vi la tarta de almendras, tomando con mis dedos un puñado, llevándolo a mis labios, dejándolos ahí mientras me acercaba a la boca de Mephiles, entregándole un bocado junto con mi beso.

La excitación dominaba en mi cuerpo inconscientemente. El sentir de sus manos sobre mi cintura apretando y su lengua enredándose con la mía, buscando ya no el alimento sino mi propio contacto, me enloquecía, volvía mi mente en un desorden con la fuertes ganas que traía en ese momento, apretando entre mis dedos su cabellera, aferrándome fuerte de su cuerpo, frotándome contra él, gimiendo en gozo por este enardecedor y dulce momento tan íntimo con este erizo que lograba vibrar mi cuerpo entero en ronroneos y gimoteos, revolcándonos un poco sobre la mesa, quedando ahora bajo el erizo.


- Vaya, vaya... De un tierno y molesto ratoncito pasaste a ser un minino apasionado y experto – Comento, levantándose un poco para verme bajo de él – Me gustaría ver más de eso, pero siento que debemos de detenernos aquí.


- ¿¡Qu-que!? ¿Ya? – Me quede perdido en algún sitio donde no hallaba donde aterrizar de mi fantasía sexual, viendo a Mephiles como si fuese un aguafiestas ahora – No me vas a dejar así como estoy ahora... ¿O sí?


- Silver~ Escúchate nada más~ - Se inclinó hacia mí, sosteniéndose de sus brazos para dejar un pequeño espacio entre nosotros, sonriendo egocéntrico, ya que él tenía el control... Siempre lo tuvo - ¿Qué tan lejos quieres que llegue? – Paso su mano hacia mi parte, apretándola y frotándola.


- ¡¡NHAA!! ¡Aaaahhh! – Me cubrí mi boca con ambas manos, viendo tan tímido a aquel erizo de ojos filosos jades, que ahora me daba cuenta de lo que estaba diciendo – Yo no quería... Es que... ¡Nyah! – Paso sus garras por mi entrepierna, logrando hacerme sacar un resuello frágil – Tie-tienes razón... Hay que parar... Mephiles... ¡¡Mmmh!! – Comenzó a masajear fuerte, logrando someterme a su manoseo – Mephiles...


- Silver... Dime la verdad, deja de evitarme – Gruño, tomando mis piernas para separarlas y recostarse sobre mí – Solo dime que necesitas.


- Te... Te necesito a ti... - Me abrase a él, apretándole fuerte, sosteniéndome con mis brazos. No quería dejar de sentirlo... Tan cerca de mí – Solo te necesito a ti... - El me arrullo con besos en todo mi rostro, recibiendo lo que deseaba tanto, acariciando mi cuerpo tembloroso con mucha delicadeza.


- Te amo... No me importa que digas... Te amo – Me levanto, dejándome sentado sobre la mesa, tomando otra vez su atención sobre mi cuerpo, devorándose mis labios y frotándose lento pero fervientemente contra mí – Adoro todo... Todo... Todo lo que tenga que ver contigo – Murmuraba sobre mis labios, viéndome con ojos entrecerrados, tomándome de mis mejillas, teniendo su mirada sobre mí, con aquellos ojos llenos de una admiración que no conocía de donde salía.


- Mephiles... - Aun me costaba decirlo, la voluntad y emoción para que saliera de mi boca las mismas palabras me terminaba de confundirme, como si fuese otro idioma, solo sabiendo la emoción que trasmitía el... – Te amo... También... - ¿Por qué dejaba que mi pasado me remordiera tanto? Solo tenía que soltarlo... Pero había sido tanto tiempo y tanto dolor que ahora sería un gran esfuerzo dejar este peso ir en mi cabeza y corazón – Me haces feliz... - Le devolvía cada beso, procurando ser suave, más calmado, solo demostrar cariño y apagar esa llamarada que desprendían nuestros cuerpos al estar a tal punto de emoción – Muy feliz.


- Es mi nuevo propósito – Su rostro revelo una bella sonrisa con todos sus dientes, pellizcando mis mejillas juguetonamente – Solo hacerte feliz.


Me frote contra sus mejillas, abrazándole con fuerza, bajándome por el impulso, quedando de pie frente a él. No tome bien equilibrio, casi tropezando para volver a caer sobre la mesa, pero me sostuvo bien, sin dejar que me apartase más, aun observándome con esa mirada que me hacía colorar furiosamente.


- Yo también quiero hacerte feliz...


- Ya lo soy.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Ya toda la tarde había pasado; luego de haber estado cocinando por tanto tiempo, claro que había pasado todo el día. Terminaba de comer las galletas, leyendo mis libros de estudios sobre herramientas mágicas de asociación de unión de energías, tenía que investigar un poco sobre lo que había hecho Mephiles conmigo, claro estaba.

Finalmente, luego de tanto alboroto, el erizo oscuro estaba tranquilo, leyendo igual tras mío, recostándose de mi espalda y yo la de él, entando ambos callados que comenzaba a asustarme, pero no podía romper la paz que había entre ambos, solo volvía mi atención a él con frotes y caricias mimosas, recibiendo a cambio un beso en mi mejilla o un codazo juguetón. Era algo hermoso.

Termine otro libro quedándome ya sin nada que leer, pensando ahora... Que haríamos...

Pensaba en que podríamos hacer ya que... No había otro medio para poder liberarnos de la maldición, al menos que fuese solo a mí, lo cual rechazaba a primera estancia. Entonces pensé un poco más...


- Mephiles... - Llame, sin girarme a verlo.


- ¿Si? – Pregunto aburrido.


- ... Sé que esto ya no importa pero necesito saber... Mataste a todos los Jackelopes para obtener su magia y poder escapar de la maldición junto conmigo ¿No?


No respondió de inmediato, pude sentir como sus púas se agitaron, titubeando un poco en responder ante mi pregunta. Yo calle, teniendo la paciencia para esperar su respuesta, escuchando atento y tratar de averiguar si ocultaba la verdad ante cualquier cosa.


- Si... - Su voz sonó apagada, casi triste, como si tuviese miedo de algo.


- Entonces... ¿Por qué no has usado esa magia aun? – Volvió a hacer silencio, no tomando mucho tiempo.


- Ya... No la tengo – Se separó un poco girando a verme – Tuve que usarla en otra cosa... No valió la pena...


- ¿En que la usaste?


- ... En mi... Y en ti – Respondió decaído, tomando sus manos nerviosos – Luego de... Nuestro conflicto... Quede muy mal herido, tuve que usar esa magia para volver a una forma menos... Penosa... Use mucha magia en eso, por eso digo que no valió la pena – Volteo a ver a otro lado, soplando fuerte desde su nariz – El resto... Lo use en ti, para protegerte y darte todo el poder para que pudieses usar toda la magia a tu máximo potencial.


Quede estupefacto, teniendo sentido ahora el cómo había logrado enfrentar con mi magia aquella bestia en el bosque, aun siéndome imposible creer que lo había hecho por mi propia cuenta.


- Entonces... Fue así como pude... - Trague saliva, sudando frio por saber que si no hubiera sido por Mephiles... Estaría muerto – Tiene sentido ahora... - Resople algo molesto, viendo ahora rabioso a Mephiles que agacho sus orejas asustados - ¿Cuánto tiempo más estarás salvándome? Por un momento pensé haber hecho las cosas por mi propia cuenta – Me cruce de brazos apartando la mirada del ahora fastidioso erizo.


- Perdona... Pero por nada del mundo dejaría de salvarte... - Poso su mano sobre mi hombro, tratando de hacerme volver a verlo, pero estando aun molesto para hacerlo – Eres mi vida... ¿Cómo podría dejar que algo malo te pasara?


Gruñí receloso, viéndole de lado para ver sus ojos dulces esperando que dejase el resentimiento. Suspire algo cansado, volviendo para verle a sus ojos suplicantes.


- Bien... ¿Entonces que paso con las almas de esas personas que tomaste?... ¿Qué fue eso?


Sus orejas se alzaron atento, abriendo más los ojos, no estado preparado para aquella pregunta. Algo apenado, desvió la mirada agachando la cabeza, ocultando sus manos sobre su regazo.


- Mephiles... Dime... - Tome su mano, tratando de hacerle sentir seguro – Me esforzare en entenderlo, no puedo molestarme más contigo... Pero dime lo que sucedió, por favor.


Con mi insistencia, suspiro fuerte, soltando mi mano y levantándose del suelo, caminando cerca de un gabinete, sacando de esta una caja de madera con detalles de pinturas hermosas en esta. Me levante del suelo, acercándome a él para ver de cerca el objeto en sus manos. Era pequeño, casi frágil como si se fuese a romper al dejarlo caer al suelo.

Él abrió la caja, dejando ver dentro de esta, varios engranajes oxidados y rotos en sus dientes, girando con mucho esfuerzo, dejando sonar un sonido chirriante que provocaban al tratar de encajar entre todas.


- Lo use casi todo en esto... - Saco uno de los engranajes, agitándose con más fuerza y desprendiendo chispas al tomarlo – Solo para corromper más la maldición... - Vio con odio el objeto, lanzándolo molesto a la caja, cerrándola y golpeándola sobre el mueble donde había estado – Solo para esa miseria de... Magia... - Me dio la espalda, sosteniéndose de sus brazos sobre el mueble, viendo aun la caja – Sin ni siquiera más de cien almas pudieron destruir la maldición... ¿Cuánto podría hacer la magia de unas pequeñas criaturas? – Guardo furioso la caja, encerrándola en el gabinete de un golpe – Lo siento... Realmente lo siento... Pero lo que me quedo de la magia de esas almas fue casi nada.


- ¿Estás seguro?


- ... Lo que queda es una miseria a comparación con la que use... Si la necesitas para algo, puedo dártela – Extendió su mano, dejando salir de su palma una esfera donde se hallaba una magia turbia y oscura como la suya – Solo te pido que la uses bien... No hagas el mismo error que yo... Ya que esto es el poder de varias almas en sufrimiento – Dijo decaído, viendo mejor la esfera en su mano – Con suerte pude darles su descanso una vez use todo su poder. Tienes que hacer lo mismo... ¿Esta bien?


- No – Aleje su mano de mí, viéndole a los ojos con seguridad – Confió en ti, Mephiles... Ya no puedo dudar más, aun cuando tú lo hagas contigo mismo, yo no lo haré – Le anime, dedicándole una sonrisa, acercándome más a él – No eres malo, no lo eres, sé que puedo contar contigo, siempre lo he hecho a pesar de las cosas incorrectas que hiciste por razones correctas – Alivie mi rostro, sintiéndome reconfortado. No hallaba mentiras en sus palabras ni falsedad en sus expresiones, confiando en lo que decía – Quiero que te hagas responsable de esto, sé que lo harás – Tome su mano, dejando que volviera a tomar la esfera, cerrando su mano y besando la misma - Lo harás por mi ¿Verdad?


- ... Por supuesto, Silver – Acaricio mi cabello, aproximándome a él para tenerme en sus brazos – Haría cualquier cosa por ti, lo indebido, lo justo, hasta lo imposible... - Se aproximó a mi rostro, revelando sus labios para besarme.


- ¡Bien! Entonces vamos con mis amigos – Sin permitirle acercarse más, me gire, tomando camino donde mis ropas.


- ¿Qué? – volví para verle de lado, sonriendo al ver sus labios como trompas, esperando aun que volviese para besarlo - ¿Con tus amigos?... ¡Pero de seguro me quieren muerto!


- Si, solo que ya lo estas – Me reí, tomando pares de cada prenda para estar tan abrigado como podía – No tienes que tener miedo, ellos son buenas personas, además... - Tome una bufanda gruesa y oscura, acercándome a Mephiles para envolvérsela en su cuello – Necesitas disculparte con ellos ¿Recuerdas?


- Lamentablemente... - Respondió apenado, cruzándose de brazos – Pero ¿Y si no les agrado? ¿Si igualmente me siguen odiando?


- No son personas que se les haga fácil odiar – Dije mientras tomaba unos materiales por si tuviese que crear algún otro objeto o talismán – Aprenderán a perdonarte porque... - Tome una bolsa, guardando todas mis cosas, yendo con él para tomar su mano y enredar mi brazo con el suyo – Eres la persona que más quiero.


Él mostro un rostro de duda, pero asintió luego de verme un momento, llevándome fuera de la habitación, recorriendo los largos caminos de la mansión hasta la salida de nuestro hogar.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

- Puede que no estén en casa... - Musito Mephiles, agachando la cabeza decaído al ver que pasaban varios minutos que nadie salía de la casa de Sonic al estar golpeando la puerta por un buen rato – Vámonos.


- No sé dónde viven los demás... Tendremos que ir donde Blaze – Dije bajándome de las escaleras de la cabaña, caminando sobre la nieve al lado de Mephiles.


- ¿¡Do-donde Blaze!? ¿No podemos ir a cualquier otro lugar? – Su voz asustada me hizo sonreír por lo gracioso que se comportaba, no pudiendo aliviarle de su preocupación – De todas las personas creo que es la que menos quiere verme.


- Puede que sea así, pero te perdonara de todos modos.


Caminábamos lentamente por la calle de la plaza, pasando cerca de varias personas que me anime a saludar a pesar de no conocerlas, solo siendo cordial y amistoso por sus miradas centradas en nosotros, preguntándose quienes éramos a pesar de haber hecho presencia varias veces en este lugar, aunque el pueblo contaba con más de trecientas personas para que todas nos hayan visto.

La nieve se hacía más gruesa mientras más nos acercábamos a donde vivía Blaze, teniendo que dar saltos sobre esta para seguir avanzando, tropezando en una y cayendo de cara contra la nieve, hundiéndome sobre esta.


- ¡Jajajajajajajaja! Ooow, Silver – Carcajeo con fuerza, viéndome tendido y cubierto de nieve, viéndole molesto por no parar de reírse e ir a ayudarme – Ten más cuidado, te vas a resfriar si te lanzas así sobre la nieve – Me tendió la mano ayudándome a levantar, sacudiendo la nieve en mi ropa y cara, soltando un par de risitas el terminar de quitar los últimos copos sobre mi pelaje. No tolerando más de él, le empuje con fuerza para que cayera de espaldas sobre la nieve, provocando que riera malicioso – Jejeje... ¿Tan fácil te enojas?


- Enojarme contigo es lo más fácil que he conseguido hacer en mi vida – Refunfuñe, cruzándome de brazos para verle irritado.


- Eso y... Enamorarte de mí ¿No?


- Eso fue lo más difícil – Fui callado con una bola de nieve en mi cara, escupiendo y limpiándome el rostro de esta - ¡Oye!


- Ten – Se había levantado, dándome una bola de nieve en mi mano, extendiendo sus brazos a sus lados, cerrando los ojos en espera – Hazlo.


Así, me impulse para golpearle con la nieve en mi mano, restregándosela en su rostro con fuerza, empujándolo un poco que se inclinó hacia atrás. Él comenzó a reírse entre dientes y no pude evitar aguantar las risas igual, limpiando su rostro para ver su sonrisa de orea a oreja, juguetón por estar haciendo niñerías en el medio de la calle.


- ¡Eres un inmaduro!


- Claro, señor – Bromeo, tomándome de la mano y continuar caminando sobre la nieve, esta vez, usando su magia para que no me hundiera sobre esta, notando también que él no necesitaba de eso, siendo omnipotente sobre la gravedad.


Al llegar a la casa de Blaze toque un par de veces, no siendo recibido por nadie, dando la media vuelta para irnos de ahí, pero tardando más, alguien abrió la puerta cuando ya nos disponíamos a marcharnos, asomándose un koala pequeño en la puerta, con un rostro maduro y serio, viéndonos muy poco amigable.


- ¿Qué se les ofrece? – Pregunto algo molesto, no terminando de abrir por completo la puerta.


- Oh, muy buenas tardes. Disculpe, somos amigos de la señorita Blaze ¿Se encuentra en casa? – Hable, siendo muy cortes, inclinándome como saludo, acercándome al koala.


- ¿Y quiénes son ustedes? – Dijo cortante, viéndome más molesto por algún motivo.


- So-somos sus amigos... Soy Silver the Hedgehog y él es mi compañero, Mephiles the Hedgehog... Somos trabajadores de la ciudad... No hicimos amigos de la señorita Blaze cuando-


- La señorita Blaze no desea estar con hombres como ustedes, es una dama ocupada y no permite a forasteros como ustedes como amistades – Me interrumpió, con un rostro poco amistoso, frunciendo más el ceño al verme – Así que será mejor que se marche, la señorita no compartiría su tiempo con ustedes y jamás lo hará – Cerro con fuerza la puerta, dejándome con la boca abierta, tan insultado y humillado por tal grosería de tan diminuta persona.


- Lo sabía, nos odia, me odia mucho... No quiere saber nada de mi – Dijo deprimido el erizo a mi lado, dando la media vuelta para irse del lugar – Si ella no nos quiere tampoco lo querrá el resto.


- ¡Espera, Mephiles! Ese sujeto está mintiendo – Le detuve, jalándole del brazo para que se detuviera – Hable con Blaze justo hace dos días, ella estaba feliz de verme y... Y le explique lo nuestro... - Dije algo avergonzado, desviando la mirada.


- ¡¡Es por eso que no quiere vernos!! ¡¡ME ODIA CON TODAS SUS FUERZAS!! – Chillo triste, jalándome de mis púas - ¿Por qué le dijiste tal cosa?


- Porque ya lo sabía de todos modos, boca floja – Golpee su nariz con un poco de mi magia deteniendo su lloriqueo – Vamos a buscarla, ella debe de estar en su habitación o en algún otro lado – Camine alrededor de la casa, buscando por las ventanas a la gatita para que nos dejase entrar a su morada – Debe de estar en alguna parte, ¡Estoy seguro! Es la chica más amable y dulce que conozco...


- Disculpen... ¿Son amigos de la señorita? – Dijo alguien cerca de donde estábamos, volteando tras nuestra para encontrar a una koala más pequeña, una chica con trajes de sirvienta, estando cerca del establo junto con las cabras que se acercaron a mí a olerme - ¿Cómo se llamaban?


- Bu-buenas tardes... Soy Silver y él es Mephiles... ¿Sabe dónde está la señorita Blaze? – Le pregunte, acercándome a la sirvienta, acariciando las cabezas de las cabras que respondieron con balidos alegres – Solo queremos hablar con ella.


- Ella no está en casa, lo siento – Contesto, agachando la cabeza cortésmente – Pero creo que fue a las zonas más antiguas del pueblo. Escuche que le decía a un erizo azul junto con un echidna rojo que irían a ver a un tal señor Bean.


- ¡Bean! ¡Claro, por supuesto! – Me acerque a la koala, asustándola un poco, tomando su mano para sacudirla de arriba abajo – Muchas gracias, señorita, es usted una persona muy gentil y bondadosa – Dije con alegría, provocando que la chica se ruborizara, riéndose abrumada.


- No hay de que, jejeje... Es por la señorita Blaze, es una buena niña después de todo – Sonrió con una mirada boba viéndome con ojos brillantes.


- Muchas gracias por todo, nos vamos – Mephiles tomo mi brazo, llevándome celoso lejos del koala, lanzándole a la chica una mirada molesta antes de rodearme con su brazo, apegándome más a él.


- Mephiles... Controla tu celos ¿Quieres? – Le vi de lado, no tan molesto sino fastidiado.


- No estoy celoso... Solo me molesta que te miren con ojos ilusionados, como si fueran merecedores de tu amor – Contesto rabioso, apretándome más contra él – Si ni siquiera lo soy yo, como ellos esperan serlo.


- Demonios, Mephiles, te comportas muy paranoico, esa chica solo se sintió alagada – Masculle molesto, caminando con él por el camino hacia las casas más apartadas.


- Todos deberían sentirse así al estar en tu presencia.


- No soy alguien tan importante, por favor. No puedes esperar que todos se comporten como si yo fuese de la realeza.


- Eres más que eso... - Enredo sus dedos con los míos, apretando con fuerza mi mano – Eres para mí un dios.


- Oh, Mephiles, no – Cubrí mi rostro, queriendo deshacer el enredo que hacía con mi brazo y el suyo – Estas exagerando, déjalo ya.


- ¡Lo digo muy enserio! – Gruño, viéndome con mando – Tienes que quererte más.


- Me quiero... Pero creo que tú me quieres más...


- ¡Por supuesto que sí! – Sin dejar que me alejara, deshizo su brazo para cubrir el mío en su esencia, soltado bufidos molesto – Y no hay nadie que te amé más que yo, por eso nadie debería de verte de la misma forma que yo lo hago.


- Escucha lo que dices, suenas tenebroso – Le vi con fastidio, moviendo mi brazo para que me soltara, agitando su extremidad como si ahora fuese un chicle – Más vale que no digas esas cosas cerca de nadie, pensaran que estoy con un psicópata posesivo – Resople cansado de su carácter, llegando con él a la casa de la vieja ave, aun sin darse cuenta de eso, estando aun aferrado de mi brazo.


- Eso dependerá si ellos se propasan o no – Toque la puerta de la casa, manteniendo mi vista en los ojos jades de Mephiles, sonriendo levemente por ver aquellos ojos molestos como si estuviera advirtiéndome – Solo yo puedo hacerlo.


- Si, si, si, solo tú.


- ¡¡Pero miren a quien tenemos aquí!! – El ave verde había abierto la puerta, viéndonos con una gran sonrisa, abriendo sus brazos – Hablando del rey de roma, aquí están los erizos faltantes... Eh... - Vio la unión del brazo derretido de Mephiles unido al mío, implantándose una mirada perdida antes de cambiar a una asustada - ¿¡PERO QUE ES ESO!? – Chillo aterrado - Dos hombre tomados de esa manera es muy vergonzoso ¿Qué no ven que están en público? ¡Sepárense tortolos empalagosos! – Con sus manos, alejo la unión de Mephiles y mía, metiéndonos a su hogar para cerrar la puerta tras nosotros – Sé qué hace frio, pero no se encaloren tanto.


- ¡Se-señor Bean! – Grite apenado, queriendo dar excusas a montón.


- ¡Bean! ¡Te he dicho que me llames Bean! – Me callo, golpeando con su puño sobre mi cabeza. Lloriquee adolorido mientras me sobaba mi cabeza, viendo frustrado al ave de aquel regaño gratis.


- ¡Hey! No le haga daño – Protesto Mephiles, acercándose al ave molesto.


- ¡Oh, Mephiles! ¡Viejo amigo! – Detuvo a Mephiles, abrazándolo y logrando alzarlo del suelo, soltándolo para que callera impresionado, viendo la gran fuerza del anciano – Oye, tienes que tener cuidado con el frio. Cuando hace tanto frio quema y cuando quema te derrites, por eso estabas unido al brazo de tu amigo ¿No? – Dijo con entusiasmo, posándose con una mirada socarrona, sintiéndose un genio por tal deducción.


- ... Claro... - Respondió muy confundido, viendo más adentro en el hogar del señor Bean – Eh... Silver.


- Auch... ¿Si? – Preste más atención en Mephiles, dejando de frotar mi frente, viendo donde Mephiles tenía su vista preocupado, girándome a ver a todos mis compañeros callados y pasmados al ver al ente – Chi... Chicos.


- ¿¡QUE HACE ESE TIPO AQUÍ!? ¡¡ES EL MISMO QUE TE SECUESTRO!! – Grito Knuckles, levantándose y apuntando con su dedo a Mephiles con mirada asesina.


- ¡¡ES EL MONSTRUO DE LA MANSION!! – Grito Tails, viendo con miedo al mismo.


Preocupado y asustado de la reacción de mis compañeros, espere algo de Sonic y Blaze que vieron con desconfianza al erizo, observándolo atentos, quietos en sus asientos sin decir nada. Trate de calmarme y ordenar las ideas en mi cabeza, temeroso de que pudiesen hacerle a Mephiles por rencor.


- ¡E-esperen! – Dije fuerte, alzando mis brazos para calmar al par – Esta bien... Él no le hará daño a nadie.


- ¿¡Que no le hará daño a nadie!? ¡Por poco nos mata mucho más rápido que el maldito Wendigo! ¡Lo mato en un momento con esos cristales! – Protesto Knuckles, viéndome molesto por defenderlo.


- Sin mencionar que te amenazo con la vida de Blaze – Añadió Tails, tomando una postura hostil contra Mephiles, acercándose a Knuckles - ¿No es así, Blaze? – La gatita agacho la cabeza, apretando sus manos sobre sus regazos, no respondiendo a Tails.


- ¿Mephiles? ¿Él? – Dijo Bean, viendo al erizo oscuro y a los dos jóvenes de uno en uno varias veces - ¿Hablamos del mismo Mephiles? – Se rasco la cabeza, meneándola en negación. Tomo del cuello a Mephiles en un abrazo fraternal, acercándolo a él - ¡Imposible! ¡Este sujeto es mi amigo! No podría lastimar ni a una mosca, solo miren lo gentil y calladito que es – Sonrió con ternura, apretando las mejillas del erizo que apretó sus labios apenados.


No apoye lo que dijo Bean, siendo muy erróneo por su parte mencionar que Mephiles era inofensivo y puro, claro que no lo era, pero aun así solo asentí y volví a ver a todos con mirada suplicante.


- Deben creerme, él se arrepiente de todo lo que hizo – Dije tocando mi pecho con mi mano derecha – Se los juro.


- Espera... ¿Entonces si lo hiciste? – Bean vio incrédulo a Mephiles, liberándolo de su agarre para que se parara firme, dando pasos hacia el grupo.


- Así es... - Su mirada topo con la mía, tomando aire para agarrar el valor necesario para dirigirse al grupo – Yo... De verdad lo siento mucho – Se inclinó hacia adelante, agachando la cabeza – No merezco el perdón de ninguno de ustedes... Y realmente no me importa...


- ¡¡Mephiles!! – Sisee furioso por lo que dijo.


- Es verdad... No les voy a llenar de mentiras... Lo que hice estuvo mal, muy mal y no merezco y no necesito el perdón de ninguno de ustedes, así como ustedes no necesitan de mí y mis disculpas – Apretaba mis puños mientras más decía Mephiles de manera grosera e irrespetuosa, viendo ya los rostros molestos de todos por su forma de disculparse – Pero... Los herí y los amenace... Y sobre todo... Herí a Silver, quien es el único que me importa, lo lastime y lastime a sus amigos, personas a las que le importa bastante – levanto la cabeza, irguiéndose recto ante todos – Por eso me disculpo, por dañar a quienes él quiere y por faltarles a todos el respeto... Ahh... Aunque lo haría otra vez de ser necesario... Sin pensarlo... Por eso espero contar con todos ustedes y trabajar en equipo para que no tenga que recurrir a eso y poder salvar a Silver y el pueblo de la maldición. No necesito su amistad, solo su devoción para poder cumplir con nuestro objetivo en común.


Su forma de hablar con sinceridad y seriedad, me hizo verlo con total admiración, pero a la vez con un gran miedo por lo que dirían todos al respecto. No esperaba una disculpa así, pensaba que él sería más humilde y se humillaría un poco con tal de ser aceptado, pero ahí estaba, disculpándose sin mucho remordimiento y con ojos fríos como el invierno presente, esperando cualquier insulto y rechazo de mis amigos por su descaro.


- Bueno... Así que eres esa clase de tipo – Hablo Sonic, Levantándose de un golpe y chocando sus pies contra el suelo de madera, moviéndose altanero hacia Mephiles, viéndole bastante molesto – Me das pena Silver... ¿De verdad eres amigo de este sujeto? – Abrí más los ojos, viendo el ceño molesto de Sonic, agachando la cabeza intimidado.


- No tienes que dirigirte a él de esa manera, no te debe de importar con quien es-


- ¡Tú cállate! – Movió sus brazos amenazante, zapateando contra el suelo, logrando hacer retroceder a Mephiles – La única razón por la cual no me alce junto con mis amigos es porque se lo muy importante que eres para Silver – Dijo raudo, logrando impresionar a Mephiles que me vio de reojo – Así que está bien... Aceptare a un tipo de tu clase en nuestro equipo de novatos – Se cruzó de brazos, descansando una pierna mientras extendía la otra – Solo por una condición.


- Sonic – Blaze hizo presente su voz, viendo con preocupación al erizo cobalto.


- Calla, Blaze. Defiendo el honor de todos junto con el tuyo – Respondió molesto, callando a la gata.


- Haré lo que sea necesario para que me acepten y puedan perdonarme, todo por Silver... - Dijo Mephiles, agachando la cabeza en espera de la condición de Sonic.


- ¡Uno! – Sonic levanto el dedo índice en alto frente a Mephiles, haciéndole levantar la mirada asustado – Recibirás un golpe de cada uno por lo que hiciste – Termino de decir, observando con seriedad al erizo frene a él.


- ¡Hey, no! No se peleen chicos, Mephiles no merece ser golpeados por todos, ¡Es todos contra uno! – Dijo Bean con miedo, viendo a todos con nervios – De verdad es muy simpático, no deberían-


- Está bien... - Respondió Mephiles, parándose firme, viendo a Sonic sin miedo alguno.


- Mephiles... - Musite, temeroso del daño que pudiese recibir – Yo no quiero que te lastimen...


- Tranquilo, Silver... No es como si pudiese morir de todos modos – Me sonrió, preparándose para los ataques que recibiría – Vamos, Sonic... Golpéame con todas tus fuerzas sin contenerte... Si lo haces no querré aceptar que me hayan perdonado.


- Oh, créeme... No me contendré en nada – Sonrió desafiante, moviendo su brazo derecho para calentar sus músculos.


- Y yo tampoco lo haré – Concordó el echidna, lanzándole una mirada fría a Mephiles.


- No... Si no te sientes muy bien luego... Podemos dejarlo así... - Murmuro Tail, aun intimidado por el ente.


- Todos lo golpearan quieran o no, sino no tiene sentido y sino... - Volteo tras Blaze, viendo su rostro triste – Yo lo haré por ustedes...


- Comparte algunos conmigo, hermano – Dijo Knuckles, apretando sus nudillos y haciéndolos sonar.


- Con mucho gusto – Sonic tomo postura de pelea, acercándose más a Mephiles, notándose la diferencia de tamaños con el joven y el adulto erizo. Le vi con un poco de pena por ser más pequeño que él... A pesar de que Sonic me superaba en altura... - Prepárate.


Mephiles tomo aire, cerrando los ojos y levantando la mirada, esperando el golpe que le encestaría el cobalto. Yo solo pude llevar mis manos a mi boca, viendo temeroso de lo que iba a suceder. El señor Bean también se unió conmigo en la intriga, tomándome de mi camisa y jalándola con fuerza, casi tumbándome al suelo por cada jalón y temblor que el anciano daba por el pavor de la pelea contra su amigo.

Sonic gruño, moviendo rápido su mano, encestándole un puñetazo en todo el rostro de Mephiles, escuchándose el golpe contra su cara tan fuerte que incluso provoco un fuerte eco en la pequeña casa. Solté un grito de la impresión, asustado de que tan herido estaba Mephiles, pero este solo retrocedió en un doble paso con el puño de Sonic clavado en su mejilla, sin mostrar gesto, sin mostrar dolor. Sonic solo había usado su fuerza bruta...


- ... Mh... Hgggg... - Sonic dejo escapar un siseo, viendo furioso el rostro inmutable de Mephiles antes de alejar su puño de su rostro, parándose firme ante el ente con una mirada seria - ... Mie... ¡¡MIERDAAAAAA!! – Se agacho en el suelo, sobando su mano enrojecida e hinchada, soltando varias lagrimas del dolor - ¿¡QUE MIERDA ERES QUE NO TE DOLIO NADA!?


- Pe-perdona – Dijo Mephiles apenado.


- ¡¡NO TE DISCULPES SI REALMENTE NO LO SIENTES!!


- Cierto... Pero solo sentí pena por ti...


- ¡¡CALLATE!! – Grito Sonic, lloriqueando en el suelo, viendo su mano con un hematoma en sus nudillos – Mi diestra... No volverá a golpear como antes.


- ¡Jajajaja! ¡Eso les pasa por meterse con mi amigo, Mephiles! – Se burló Bean, tomando a Mephiles otra vez del cuello con su brazo, haciéndolo agachar para que el ave frotara su mano sobre su cabeza – Es simpático pero duro ¿No es así, Mephiles?


- Bueno, en realidad...


- ¡¡BAH!! Sonic es un debilucho, por supuesto que no pudo tumbar a un sujeto con el doble de su tamaño – Vocifero Knuckles, dando pasos firmes y fuertes hacia Mephiles – Supongo que tendré que golpearte... - Saco sus dedos, contando un poco pensativo – Cinco veces por todos...


- ¡Deja de ser un estúpido presumido! Vas a dejarte de llamar Knuckles cuando te los rompa – Gruño Sonic, viendo furioso al echidna, mientras Mephiles se alejaba de Bean para esperar el golpe del rojo.


- Sigue llorando, ¡Yo usare verdadera fuerza! – Se lanzó con su puño, encestando en el estómago de Mephiles, lográndolo levantarlo un poco por su gancho, pero retiro rápido la mano para ver si había doblegado al erizo, viendo como este se acomodaba sus prendas sin alguna molestia - ... Es... ¡¡ES UN MONSTRUO!! ¡¡AAAAHHH!! – Se lanzó al suelo junto con Sonic, lloriqueando más fuerte que el erizo.


- ¡¡Te lo dije, cabeza hueca!! – Insulto Sonic, viendo molesto a su compañero.


- ¡¡JAJAJAJAJAJAJA!! ¡Pero que debiluchos! ¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA!! – Carcajeaba Bean, posando sus puños en sus caderas y riéndose como si fuese un héroe - ¡Ríe conmigo, Mephiles! ¡Que parezco loco!


- Jeje... Si... Jajaja... - Se rio como pudo, aun apenado por el dolor que causaba.


- ¿Enserio no te dolió nada? – Pregunto Tails impresionado de la resistencia del ente.


- No... - Respondió Mephiles, viendo hacia otro lado.


Trataba de contener la verdad en mis labios, viendo con remordimiento a los chicos que no sabían la razón de la ausencia del dolor del erizo oscuro.


- Entonces es mi turno, supongo... - Tails se acercó sin mucho miedo ahora, pasando al lado de sus amigos.


- ¡No, Tails! ¡Tus manos de alquimista se dañaran! – Advirtió Sonic, alzando la mano para detener al zorro.


- No me lastimare la manos como ustedes, par de brutos – Contesto Tails, haciendo callar a Sonic que siguió lloriqueando contra el suelo – ¡Solo pienso medir su resistencia! – Lanzo una alta patada a la entrepierna de Mephiles, no logrando siquiera moverlo - ¿¡Que!?


- ¿Tú también? ¿Enserio? – Dijo Mephiles, viendo con decepción al zorro. Yo solo calle avergonzado, sabiendo a que se refería.


- ¡¡No tiene testículos!! – Exclamo Tails, viendo con miedo a Mephiles.


- ¡Si los tengo!... ¿Cómo se atreve?... – Gruño molesto, zapateando contra el suelo impaciente.


- Señor Mephiles... - Blaze se levantó de su asiento, acercándose firme hacia Mephiles, levantando su mano y dándole una bofetada con bastante fuerza, provocando el sonido del choque en su mejilla - ¡La próxima vez lo quemare hasta que se haga cenizas si vuelves a asustar o a lastimar a Silver! ¿¡Entendió!?


Mephiles se sobo su mejilla, bajando la mirada, era como si le hubiese dolido el golpe.


- Si, señorita Blaze... Por favor hazlo si lo vuelvo a hacer, no dude... - La vio entristecido, inclinándose otra vez hacia Blaze – Lamento haberla intimidado, usted es quien entre todos merece mis más sinceras disculpas desde el fondo de mi corazón.


- Mephiles... - Blaze le vio conmocionada, tomando a Mephiles de sus brazos, volviéndolo a enderezar – Solo hazlo muy feliz... Es lo que importa...


- ... Lo haré


- ¡Jajajaja! ¡Falto yo! – El señor Bean tomo una tabla de madera, golpeando fuertemente esta contra la cabeza de Mephiles, reventándola al instante y dejando salir un montón de astillas por todos lados - ¡¡AH!! ¡Mi tabla!


- ¡¡Señor Bean! ¡No haga eso! Me asusto – Regaño Blaze, viendo preocupada a Mephiles que ni se había inmutado - ¿Estas bien, Mephiles?


- ¿Quién me golpeo con una almohada? – Pregunto, rascándose la cabeza y dejando caer las astillas de su cabeza.


- ¡¡Aaaahhh!! ¡¡Noooo!! – Bean se lanzó al suelo, llorando muy fuerte contra su cara al suelo.


- Vamos, viejo, ni siquiera lo golpeaste con tu mano limpia ¿No te dolió o sí? – Dijo Sonic, levantándose y viendo al ave junto a Knuckles, haciendo un charco con sus lágrimas.


- ¡No! ¡Mi tabla! ¡Era la que usaba para golpearme en la cabeza! ¡Ooooohhhhohohoooo! – Aulló desconsolado, tomando los dos pedazos de madera rota para tratar de juntarlos - ¿¡Por queeeeee!? – Los llantos del ave fueron interrumpidos en seco al escucharse el golpeteo de la puerta de la casa – Ya voooooy~ - Se levantó risueño del suelo dando trotes hacia la puerta, abriéndola y encontrándose con un rosa y dos gemas esmeraldas - ¡¡Amy!!


- ¡Bean! – Amy entro a la caza, abrazando al ave con fraternidad, agitándolo de un lado al otro - ¡Oh! Me alegra verte, viejo amigo.


- ¡Ahhg! Amy, que no soy un pollo de hule, ¡Me desnucas! – Chillo adolorido el ave, quedándose sin aire al escuchar su voz apagándose.


- ¡Ops! Lo siento – Le soltó al suelo, cayendo de trasero, ayudándolo de inmediato a levantarse, pero deteniéndose al ver a Sonic con todos los demás - ¡Sonic! – Volvió a soltar al ave, dejándolo caer de crudo al suelo.


- ¡¡Ahh!! Así mejor me dejas muerto – Chillo adolorido, lloriqueando nuevamente en el suelo por ser ignorado.


- ¡¡Sonic!! ¡Qué bueno verte! – Amy se acercó al erizo azul, tomando sus manos, logrando hacerle gritar.


- ¡¡Agghh!! ¡¡Amy!! – Lloro, tratando de soltar las manos de Amy de la suya - ¡Estoy lastimado!


- ¡Oh no! Déjame curarte, mi vida – Inmediatamente tomo con más sutileza la mano de Sonic, envolviéndola en su magia para aliviar el daño - ¿Mejor?


- Si... Deberías de ser más cuidadosa, Amy, ya te lo he dicho – Se quejó, tratando de no ver directamente a la eriza rosada.


- Lo siento, mi amor, sabes que no puedo contener la emoción cuando te veo y me derrito del amor cuando nuestras miradas cruzan – Dijo con voz melosa, viendo con ojos anhelantes a Sonic el cual refunfuño avergonzado, no pudiendo evitar de mi parte, soltar unas risas al igual que el resto al ver como el cobalto de coloraba fuertemente.


- Si, si, como sea – Se soltó de Amy, dándole la espalda, formando en sus labios una mueca con tal de aguantar la vergüenza.


- Jijiji, mi dulce Sonikuun~


- Jajajaja – Reí con fuerza, limpiándome una lágrimas de mis ojos, sonriendo con mucha calma y alegría hacia mis amigos – Gracias chicos... Significa mucho para mí que aceptaran a Mephiles.


- ¿A quién? – Amy se giró, viendo al ente, cambiando su rostro amoroso a uno rencoroso - ¡¡TU!! – Se posiciono en batalla, cubriendo a Sonic tras ella – No permitiré que lastimes a mis amigos, tu-


- Amy, cálmate. Ya todos concordamos en perdonarlo, ya se disculpó – Le interrumpió Sonic, posando su mano en su hombro.


- ¿Qué?... ¿¡Que!? – Vio los rostros de todos, angustiada por ver que era cierto - ¿Sin siquiera con una condición?


- Si, darle un golpe, pero el maldito es resistente – Añadió Knuckles, sobándose su mano inflamada.


- ¿Ah? Aaaahh, ya... - Vio a Knuckles y a Sonic, posando sus manos en sus caderas – ¿No me digan que lo golpearon en seco con solo su fuerza física?


Todos callaron avergonzados, viendo a otro lado tratando de hacerse los idiotas, más de lo que eran. Yo solo temí porque ahora sabía que Amy conocía la manera de lastimar a Mephiles.


- ¡Con razón! Él no es mortal como nosotros – Se giró a ver a Mephiles, asustándolo con una mirada siniestra – Es un ente y no sentirá daño físico si este no contiene magia – Se acercó intimidante hacia el erizo oscuro, que agacho sus orejas, viendo temeroso a la pequeña eriza rosada – Si todos concordaron en darte un golpe para compensar lo que hiciste... Entonces falto yo – Alzo su puño, viendo presumida a Mephiles – Digo... Si es que puedes resistir el golpe de esta dulce chica envuelta en una pequeña porción de magia.


- Su... Supongo que es justo... - Sonrió nervioso, esperando un buen golpe de la eriza – No se contenga conmigo, no puedo ser herido a muerte.


- Oh, tranquilo, lo sé – Sonrió carismática, denotándose demasiado lo cruda que sería con él.


Quise confiar que no sería tan malo, conociendo lo dulce y amable de la señorita Amy, pero al ver a los demás, vi la preocupación y el miedo que traían en sus caras, incluso Knuckles se mordía sus uñas, viendo con terror a la eriza rosa y Sonic... Sonic sonreía malicioso... Mierda...

El señor Bean se acercaba a mí, rayando uno de los trozos rotos de su tabla, mostrándome en esta el nombre escrito de Mephiles, diciendo en este: "Fecha de muerte: ??? Fecha de segunda muerte: 10/12/1898". Solo logro preocuparme más de lo que estaba.


- Bien, un solo golpe. Aguanta, "amigo" – Dijo presumida.


El ente asintió y cerró los ojos sacando el pecho, esperando el golpe. Amy se acercó rápido como en una envestida, envolviendo su mano con una poca cantidad de mana, golpeando el estómago de Mephiles que se encorvo con el impacto, siendo lanzado hacia un montón de corotos acumulados en un rincón de la sala, escuchándose un quejido adolorido de él tras el montón de cacharro que cayó sobre él.


- ¡¡Mephiles!! – Corrí hacia él, preocupado, retirando todo para sacar al pobre erizo que dejaba salir algo del líquido oscuro por su boca, respirando con dificultar y gimoteando adolorido – Oh, Mephiles ¿Estas bien?


- Nhhg... No... - Le ayude a levantarse, tomándose de su estómago mientras lo acercaba a un asiento, dejándolo ahí para que se recuperara – Tranquilo... Tú golpeas más fuerte...


- ¡No digas eso! ¡Estas herido! Dime que puedo hacer – Me acerque a él, viéndole preocupado.


- Con que estés a mi lado es suficiente, Silver – Esforzó una sonrisa débil, tratando de calmar su respiración – Buen golpe, señorita Amy... ¿No?


- Oh, si... - Se acercó donde el tendido erizo, estrechando su mano – Es un gusto, seamos amigos de ahora en adelante, y disculpa el golpe, pero hace que te respete más, y aún más al ver como lo resiste.


- Jeje... Gracias...


- Hey... ¿Entonces podemos volver a golpearlo pero con magia? – Pregunto Knuckles, viendo con desconfianza a Mephiles.


- ¿¡Que!? ¡¡No!! ¿No ves cómo quedo? – Negué molesto, tomando la mano de Mephiles que se sacudió como una trapo al tomarla – Ya perdieron su oportunidad por tontos.


- ¡Hey! – Se quejó Sonic.


- Bueno, Silver... Tu si sabias que él no sentiría dolor con simples golpes físicos – Dijo Blaze, cruzándose de brazos y viéndome juzgadora - ¿No?


Trague saliva, parándome firme como un soldado al tener todas las miradas clavadas sobre mí con molestias en sus ojos, incluso Bean me vio con una mueca furioso, rascando su tabla con sus uñas. Resople furioso, cruzándome igual de brazos y alejando mi mirada de todos.


- ¡Si! Y no se los hubiera dicho. Como si me gustase ver a mis amigos herirse unos contra otros.


- Jiji, ahí tienes un punto – Rio Amy, acercándose a mí – De verdad eres alguien bueno, Silver the Hedgehog y todos estaremos dispuestos a trabajar en equipo para ayudarlos – Asintió segura, recibiendo la afirmación de todos.


- ... Gracias.


- ¡Oh bueno! ¡Haré té entonces! Tomen asiento, vamos ¡Que este no es un campo de batalla! – Dijo Bean, desapareciendo a los interiores de su casa.


- ¡¡SIN PIMIENTA, BEAN!! – Gritaron Blaze y Amy, viéndose ambas y riéndose por conocer ese detalle del ave.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Tomaba un ligero sorbo del dulce y picoso té de manzanilla, suspirando aliviado y relajado al estar en armonía con todos en la sala, escuchando la travesía de todos que habían estado buscándome durante siete días hasta que di señal de mi paradero a Sonic y a Blaze.


- Por eso le dije a Sonic que sería mejor esperar a que se hiciera de tarde para buscar, pero él prefería hacerlo de día – Comento Tails, viendo de lado a Sonic que se mantenía tranquilo con su té.


- Tengo mi horario de sueño alterado, ahora suelo dormir más en la noche que en el día ¿No te pasa Silver? – Pregunto, tomando un ligero sorbo a su bebida.


- Si... Jeje pero lo tengo así desde que comencé a trabajar en mi antigua empresa – Comente, riéndome algo avergonzado, ya que no estaba trabajando más.


- ¡Ves! Preparándome para cuando vaya a la gran ciudad – Dijo presumido, sonriendo egocéntrico, colocando sus pies sobre la mesita de té.


- Jejeje, por cierto Silver... ¿Podrías decirnos como fue el reconcilio tuyo y el de Mephiles? – Pregunto apenada Blaze, viendo hacia mí, provocando que me asustara, cambiando a varias posiciones sobre mi asiento sin conseguir alguna donde no me sintiera tan expuesto.


- Eh, bueno... Tú sabes... Solo nos disculpamos ambos y... Prometimos ser mejores uno con el otro ¿No Mephiles? – Voltee donde Mephiles siendo recibido por una mirada molesta – Emjem... ¿No? ¿Mephiles?


- No, Silver – Respondió sin apartar sus ojos fríos de los míos.


- Mephiles... - Gruñí bajo, viendo a Mephiles que me ignoro tomando su té.


- ¿Y es cierto que no puedes saborear la comida, Mephiles? – Pregunto Bean, viendo interesado al erizo a mi lado.


- No... No si no tiene magia.


- ¿¡Entonces que haces tomando mi té si no puedes saborearlo!? – Grito molesto, levantándose de su asiento y viendo furioso a Mephiles.


- Porque lo preparaste tú y te importa a todos por igual, por eso lo tomo, porque sé que tú té es bueno y lo haces con mucho esmero – Respondió tranquilo, logrando calmar al anciano.


- Aaaawww, que amable de tu parte, querido amigo, jajajajaja – El ave se sonrojo ligeramente, sacudiendo su mano apenado, sentándose sobre su asiento tranquilo – Pero que agradable sujeto...


Reí un poco por eso, dejando ya mi taza vacía sobre la mesa, viendo a los demás ahora con una pregunta en mente.


- ¿Y que los trajo a todos a venir a la casa de Bean? ¿Paso algo?


El silencio de todos se formó, pasando este a murmullos y gestos nerviosos, terminando Blaze en desaparecer el misterio.


- Bueno, Silver... No solo estos últimos días han sido más ajetreado para nosotros, los dos meses que estuviste ausente fueron muy ocupados para todos... Sobre todo para mí – Dijo la gatita, viendo a Amy con confianza.


- Cuando descubrí que Blaze poseía una gran magia al igual que nosotros, me dedique a enseñarle todo lo que sé y ayudarle a controlarla para que lo usara para el bien – Termino de decir Amy, sonriendo alegre a su amiga morada.


- ¡Así como nosotros usamos nuestra magia para proteger el pueblo de monstruos y enemigos peligrosos! – Dijo alegre Knuckles, alzando su puño heroicamente.


- Y también ha aprendido con mi ayuda algo de pociones y encantamientos en objetos – Añadió Tails, juntando sus manos con un aire de soberbia.


- Y también le he enseñado un poco a como ser intrépida cuando es necesario – Dijo Sonic, reposando su cabeza sobre sus manos y el respaldar del sillón.


- Si... Eso no me ha sido de mucha ayuda – Comento Blaze, viendo seria al joven erizo.


- Sí, eso no ha sido mi culpa – Se excusó sin prestarle mucha atención.


- Como decíamos... Hemos estado enseñándole a Blaze a ser una buena y talentosa maga en este poco tiempo, después de todo, logro desarrollar y romper la ley de la maldición al igual que nosotros – Finalizo Amy, asintiendo con orgullo hacia Blaze.


- ¡Espera! ¿Dicen que rompieron la ley? ¿La ley de la maldición? ¿¡La misma que toma energía de los pueblerinos naturales de Roublin!? – Pregunto Mephiles, estupefacto al escuchar aquella información.


- ¡Así es, chico! Ni siquiera este viejo roble pudo romperla, casi nadie la rompe y menos en estas últimas generaciones. Solo magos con un gran, enorme poder mágico logran romper la ley de la maldición y poder desarrollar sus poderes por completo... O al menos parte de estos – Explico Bean, peinando su chiva con sus dedos.


- ¿¡Es eso posible!? – Pregunte, incrédulo de lo que decían.


- La magia que guarda en cada poblador de Roublin es increíblemente poderosa y puede lograr quebrantar con facilidad el poder de la maldición... Oh bueno, una diminuta parte, por decirlo así – Dijo Tails, viendo hacia Amy – Gracias a eso y a Amy que logro liberar nuestro verdadero poder con su magia.


- ¿Amy? ¿Tú? – Vi hacia la eriza rosada, que desvió la mirada algo apenada.


- Lo que ocurre es que no soy natural de este pueblo, provengo de otro lado... No estoy segura donde, pero recuerdo muy bien mi origen mágico – Confeso, pasando sus dedos por sus cabellos rosados – Me criaron aquí y cuando vi que Sonic tenía una gran magia guardada dentro de él... Le ayude a liberarla por completo, así junto con sus amigos.


- Wow... De verdad es asombroso – Me levante de mi asiento, acercándome a Amy para quedar delante de ella, tomando sus manos - ¡Entonces podemos destruir la maldición con tu ayuda! ¡Con la de todos ustedes!


- Si-Silver... - Soltó mis manos, bajando la cabeza decaída – No es así de sencillo... - Apago el entusiasmo en mí, borrando la sonrisa que traía en mi rostro – Esa maldición... Es peor de lo que me imagine... Es tan poderosa... Que podría aniquilar mi cuerpo y alma si tratase por mi propia cuenta en destruirla – Respondió con un miedo en su mirar, apretando su pecho con su puño cerrado – Lo único que sé es que... Fue creada por un hechicero... – Volteo a ver a Mephiles, escuchando atento lo que decía la chica – Y un mago oscuro...


- ¿Un mago oscuro? – Pregunte.


- Es un mago, pero mucho más poderoso que un mago común, bruja o hechicero – Respondió Blaze, viendo hacia un punto muerto – trabaja para cometer el mal y es conocido por su colosal poder por usar la oscuridad como fuente de su poder... Se alimenta del odio, la discordia y... De vidas inocentes...


Me quedaba más aturdido con todo lo que me decían, angustiándome más al saber finalmente a lo que realmente nos estábamos enfrentando.

Me senté en la mesita de té frente a Amy, apoyando mis codos sobre mis piernas, inclinado, viendo hacia el suelo, ya sin idea de que más preguntar.


- Eso no es todo, Silver – Dijo Amy. Alce la mirada, esperando escuchar buenas noticias – Algo extraño ha estado ocurriendo con la magia del pueblo y no proviene de la mansión... O no del todo de ahí – Dirigió su mirada donde Mephiles - ¿Han hecho algo con esta?


- Solo quebrantamos algunos fragmentos de la mansión – Conteste yo, aun decaído.


- No, eso no pudo haber provocado lo que está pasando ahora con la magia. Bean, cuéntales – Pidió, viendo con mucha seriedad al ave.


- ¡¡Bueno!! ¡¡Presten atención!! – Tomo la tabla que traía en mano, golpeándola fuertemente contra la mesa donde estaba sentado, volando muchos trozos de la misma y astillas por todo el aire.


- ¡¡BEAN!! – Regañaron todos, viendo molesto al anciano.


- Creo que cayo dentro de mi oreja – Me rasque y sacudí mis orejas, sacando un poco de esta.


- Bien, vean bien – Bean señalo en lo que quedaba en la tabla una grieta enorme que iba atravesando por la mitad sobre la madera – Esto es lo que está pasando con la maldición, no se está rompiendo, no... Se está dividiendo – Explico con ojos serios – Así como hice ahora, esto está ocurriendo en la mansión, desprendiendo un montón de magia oscura sobre todo el pueblo, contaminando también los otros pueblos cercanos, contaminando nuestra gente de esta sucia magia – Empezó a doblar la madera, tratando de romperla con sus manos – Alguien... Un mago, hechicero o brujo... Está tratando de dividir la maldición, solo para poder alimentarse de esa magia, de la esencia mágica de los pobladores... Del caos – Termino de partir el trozo de tabla, dejando volar aserrín y más astillas – Sospecho que lo hace con la única razón de poder tomar la energía conservada de la mansión durante todos estos siglos y seguir tomando de esta incluso después...


- Si... Lo único malo es que... - Amy hablo, tornando su voz en un temblor inseguro – Si logra hacer esto, la maldición... Se esparcirá por todo el pueblo...


Una presión fuerte comenzó a atacarme en la cabeza, pasando un frio gélido por todo mi cuerpo hasta la punta de mis dedos. Cerré los ojos, llevando mis manos frías a mi frente, ya estresado por lo que ocurriría si no hacíamos algo.

Escuche varias voces discutiendo, pero un pitido en mis tímpanos me aturdió y opaco las voces a mi alrededor. Débilmente observe a Mephiles hablando con Amy, discutiendo con todos. ¿Ahora qué?


- ¡No conozco quien más implanto la maldición a parte de mí! – Mephiles alzaba su voz, con ojos molesto por la insistencia del resto.


- ¿¡Como que no sabes!? Tuvieron que hacerlo al mismo tiempo ¿Cómo no vas a saberlo? – Dijo Sonic, agitando sus manos como si ahora si quisiera lastimar a Mephiles.


- ¡Sonic! El no recuerda nada, el perdió la memoria cuando murió, apenas sabe quién es – Blaze trato de tranquilizar al eufórico erizo, tomándole de los brazos.


- ¡Pues que empiece a recordar! ¡Si no lo hace todos estarán malditos!


- ¡No puedo recordarlo solo con quererlo! ¡He estado trecientos años intentándolo y solo pude lograrlo con Silver! – Mephiles... Se veía asustado, era como si quería correr lejos de ese sitio.


- Chicos, chicos, vamos a calmarnos... Demonios ¿Qué le puse al té esta vez? – Bean trato de tranquilizar, separando un poco a los dos erizos – No hemos venido aquí nada más por eso.


- Sí, pero eso no nos asegura nada – Añadió Knuckles, viendo a todos, apartado aun sobre el sofá – Si la ayuda no llega habrá que saber cómo solucionar nuestro problema.


- Vamos, todo tiene solución en la vida, incluso la muerte – Amy trato de animar, dedicando una sonrisa amable, dirigiendo su semblante alegre a Mephiles.


- Amy, sé que tratas de desaparecer la preocupación que tenemos todos... Pero esto es grave... Hay que buscar la manera de destruir la maldición o de buscar al sujeto que trata de dividirlo – Sonic desalentó, tratando de ser realista y franco con la erizita rosa – Así que... Quieras o no... Puedas o no, tendrás que recordar, por el bien de todos ¡Hazte responsable de lo que hiciste cuando estabas vivo!


- ¡¡YA BASTA!! – Calle a todos, exasperado por sus gritos de un lado al otro.


- ¡¡EHHH!! ¡¡SIIII!! ¡¡CALLENSE TODOS!! – Grito Bean, golpeando una hoya con un cucharon, callándose de inmediato al ver que todos le observábamos impacientes – Ay, que calladitos ya... - Tiro los corotos, provocando más ruido y terminando de largarse a la cocina.


- ... Sonic... - Camine hasta quedar al lado de Mephiles, sin apartar la mirada del cobalto – Si vuelves a dirigirte una vez más a Mephiles de esa forma, nos iremos.


- Pero-


- ¡¡Sonic, cállate!! – Regañaron Tails y Knuckles, haciendo cerrar la boca del joven erizo, cruzándose de brazos y tirándose al sofá.


- ... Mephiles y yo averiguaremos quien fue ese mago oscuro y como deshacer la maldición – Dije más tranquilo, viendo a Mephiles que mostro ojos preocupados.


- Silver... No puedo.


- Claro que sí, lo hemos hecho todo este tiempo, recuperar tus recuerdos, llevándote a cada sitio donde estuviste, lograremos recuperar to-


- ¿¡Que no entiendes que no hay nada más que recordar de este lugar!? – Contesto furioso, alejándose de mí. Sorprendido, me quede viéndole, aun sin creer lo que dijo – El ultimo recuerdo que tuve fue de toda mi vida en este lugar, todo lo que viví en este pueblo... Luego... – Su voz se escuchó baja, triste, bajando sus orejas y la mirada – Luego hui del pueblo... Ni siquiera sé a dónde, ni siquiera sé por cuanto tiempo... Solo... Los abandone aquí... A todos... - Trataba de aguantar el dolor, hacia frente con un rostro molesto, pero podía saber con verlo y escucharlo, que estaba sufriendo.


- Mephiles... Lo siento – Dije, tratando de acercarme a él.


- No... Yo lo siento... Ahora todos corren peligro por mi culpa. Pero algo puedo decir al respecto – Su mirada cayo en el erizo azul, observándolo atento – Si participe en crear esta maldición... No fue para herir a nadie... Fue para protegerlos.


- ¿Cómo vas a protegernos al crear una maldición? – Protesto Tails.


- ¡Si! ¡Eso no tiene ningún sentido! – Concordó Knuckles, golpeando el mueble, eufórico.


- Al menos... - Amy pensó un poco, llevando su mano a sus labios, abriendo bien los ojos al tener algo – Al menos que haya sido para contrarrestarla...


- ¿¡Que!? – El trio de chicos y Blaze preguntaron atónitos, levantándose de sus asientos.


- Mephiles... ¿Recuerdas que sentimientos usaste para crear la maldición? – Pregunto Amy, viendo esperanzada al ente.


- ... Recuerdo... Estar muy molesto... Tan molesto – Gruño, erizándose todas sus púas - ... Pero tan triste también, tanto que me dan ganas de llorar... Y también... Recuerdo algo como... Alivio... Como si al hacerlo, todo estaría bien – Mephiles mantenía sus manos en puños cerca de su pecho, aflojándolas de poco en poco, relajando su ceño serio, pasando su mirada hacia mí.


- Podría ser... Lograría tener sentido... - Mascullaba Amy, dando vueltas alrededor de la mesa de té, uniéndosele Bean que le pareció divertido el circulo vicioso que daba la eriza rosada - ¡Claro! – Se detuvo y Bean choco contra ella, cayendo al suelo por su imprudencia - ¡¡CLARO!! – Salió corriendo hacia los adentros de la casa, escuchándose un montón de corotos caer - ¡Bean! ¿¡Donde tienes el pizarrón!?


- Aquí, querida – Contesto Bean, sacando de entre sus cosas el objeto, siendo sorprendido por la eriza que salió corriendo hacia él, quitándole el rectángulo de madera de sus manos.


De inmediato, Amy coloco el pizarrón sobre un mueble, sosteniéndolo y rayando rápidamente sobre este con una tiza blanca, dejándonos a todos expectativos a lo que quería mostrarnos, acercándonos a ver qué era lo que dibujaba tan concentrada y apresurada.

La erizita termino, tirando la tiza blanca que solo ya quedaba un pequeño cacho, girándose hacia nosotros para vernos con un rostro inspirado en emoción y seguridad.


- Verán, cuando Silver me conto que estaba bajo la maldición de la mansión, quede extrañada – Se apartó un poco, mostrando la imagen de una... ¿casa? Donde salía curvas extrañas... ¿Un aura maligna? Y un dibujo de ella aterrada al lado – Desde que llegue aquí, siempre evite acercarme o evitar entrar en la mansión, porque así me lo dijeron, sobre todo por contarme la leyenda pero... Ujum... Cuando me entere bien de la maldición, me anime a acercarme, investigando un poco alrededor de esta, descubriendo la oscura magia que poseía. Así descubrí que la maldición provenía de magias muy distintas, ¡No solo de distintas personas! Si no de aura – Siguió moviéndose, mostrando ahora un dibujo de la misma casa, dibujando de un lado de esta, flores, corazones y ovejitas... Creo. Y del otro lado calaveras, fuego y... ¿Popo? No podía evitar reírme un poco por lo mal dibujante que era Amy – La maldición está construida por varios hechizos unidos, pero si puedo suponer... Creo que es posible que la porción más maligna de la maldición fue hecha primero... - Señalo con su dedo el lado malo de la mansión – Y luego... Mephiles uso la otra maldición, pero como ven, esta es de tipo protección y restricción... ¡Es totalmente inofensiva! Me arriesgaría incluso a decir que Mephiles estaba tratando de contener la maldición dentro de la mansión por el mismo motivo.


- Pero Amy... ¿Cómo puede ser posible? ¡El hecho de que haya combinado su maldición con la otra lo hace más peligrosa! – Opino Sonic, indeciso al ver los dibujos de la rosada.


- No, no es así – Sonrió, apartándose un poco más para revelar el resto de dibujos. El último era un dibujo de mí con una carita triste, atrapado en la mansión y la otra de Sonic dentro de la mansión con una sonrisa sonriente... Y corazones – La maldición funciona de esta forma: Todos los que hayan nacido o tengan consanguíneo de alguno antepasado del pueblo, no quedara atrapado dentro de la mansión y los que no, quedaran atrapados por la maldición, como Silver por ejemplo – Explico, señalando mi dibujo – También está el hecho de que la maldición protege de cierta forma al pueblo, y la forma en que hace eso es brindar un buen clima y buena cosecha, quiero decir... ¿Cómo es posible que todos los pueblos vecinos al nuestro no tengan buenos cultivos y nosotros sí? Incluso cuando ellos tienen mejor tierra que la nuestra.


- ¿Por qué somos geniales? – Sugirió Sonic, alzando sus brazos con dudas.


- ¡Porque toma de nuestra magia para eso! Usa parte de nuestra magia para protegernos ¿¡Lo ven!? La maldición que Mephiles uso fue para atar la antigua maldición, creando una sola para poder retenerla dentro de la mansión.


No podía creerlo, solo quedaba estupefacto al oírla... Ella realmente confiaba en Mephiles, ni siquiera yo hubiera imaginado algo tan descabellado como eso, pero no estaba nada equivocada, era posible, y para Mephiles y para mí era una oportunidad, una luz de esperanza que nos decía... "Hay una forma"


- ¿De verdad crees eso Amy?... ¿De verdad puede ser posible? – Dijo Mephiles, tratando de formar en sus labios temblorosos un semblante alegre.


- Estoy segura – Asintió, expresando en toda su esencia seguridad – Dije que todo es posible ¡Y yo no miento! – Coro alegre, sonriendo de oreja a oreja.


Mephiles se acercó a la eriza, moviendo sus brazos para abrazarla, sorprendiendo a la chica. Pude escuchar un fuerte suspirar cansado, aliviado, proviniendo de él... Estaba feliz. Amy algo desconcertada por la acción del ente, solo puso palmearle la espalda, conmovida por la emoción del erizo.


- ¡Hey! Ya fue suficiente – Sonic aparto a Mephiles con su mano, tomando a Amy de la cintura y acercándola a él – Eres un pervertido. No puedes durar tanto tiempo abrazado de una mujer, ella tienen senos ¿Entiendes? – Regaño Sonic, viendo molesto a Mephiles. Se me escaparon varias risitas, viendo al cobalto como se sonrojaba, viéndome ahora apenado - ¿De qué te ríes? ¡Es cierto! No puedes abrazar mucho tiempo a una mujer porque sería acoso.


- Si, También tomarla de la cintura contra tu cuerpo – Inquirí, riéndome al ver como Sonic se daba cuenta de cómo estaba sosteniendo a Amy, y la muy aprovechada sonreía con toda su cara roja, echando humos por sus orejas.


- ¡A-Amelia! Pe-per-perdona... No era mi intención – La soltó, igual de rojo como lo estaba Amy – Fue sin querer... No puedes... No debes... - Su sonrisa nerviosa no hacia competencia con el alegre rostro de Amy, viéndole encantadora.


- Jejeje... Está bien... Después me lo compensas, amorcito – Comento llevándose su mano a su mejilla, viendo de manera perversa al erizo.


- ¿Q-Q-Q-Que? – Sonic se quedó parado, viendo hacia la nada con un rostro de pánico, moviendo una de sus piernas a una gran velocidad.


- Jajaja, tranquilo Sonic, no vayas a salir corriendo – Comente, cubriendo mi sonrisa amplia con mis manos.


- ... Ah... Ah... (¿Qué quiere decir con compensar?) – Pregunto en un susurro, sudando frio, ahí tieso.


- Jajaja, pero que manera de dejarlo paralizado, Amy – Bean se rio, sentándose sobre su asiento – Se más sutil.


La eriza rosa soltó varias risitas cómplices, borrando ahora los dibujos del pizarrón, para ir escribiendo sobre este varias cosas.

Me acerque a Mephiles, jalando su camisa para dedicarle una dulce sonrisa, alegre por el apoyo que todos ofrecían para nosotros... Pero el respondió con una mueca seria, alejándose de mí y sentándose con el resto. Sin comprender mucho su comportamiento, me senté igual, apartado de Mephiles, viendo ahora lo que Amy quería mostrar.


- Bien, así estábamos armando las cosas hasta ahora – Amy golpeo con fuerza el pizarrón, tomando la atención de todos – Desde que descubrir lo que está pasando con la maldición, comenzamos buscar ayuda de afuera. Mi criadora me sugirió a este mago. Es experto en desprender y modificar las maldiciones más poderosas y complicadas de todas – Señalo la opción "1" que decía: Mago ayudante – También podemos intentar de alguna forma en ayudar a Mephiles a recuperar sus recuerdos. Yo digo que no deberíamos darnos por vencido de manera tan sencilla – Señalo la opción "2": Recuperar recuerdos del Hechicero – También está la idea de usar algún hechizo de intercambio de objeto y poder sobre la maldición para que deje de apresar el alma de Silver y Mephiles e igual con el pueblo, pero claro, solo digo si es que cabe la posibilidad de conseguir el hechizo remplazante... - La opción "3": Cadena de hechizos – La cuarta opción sería explicarles a los pueblerinos del peligro y planificar una evacuación inmediata en el caso de no poder solventar el problema a tiempo... - Opción "4": Evacuación – Y lo último... Es que entre en la mansión y consiga la forma de romper la maldición con un hechizo de sacrificio rojo – La última opción era... ¡Suerte Amy!


- ¡No! ¡Esa opción no es aceptable! ¡Negada! – Dijo Sonic, moviendo sus manos para que borrara la opción – No dejare que nadie más se arriesgue a quedar atrapado dentro de ese lugar – Se levantó, tomando la manga de su camisa para borrar la última línea – Silver me conto lo peligroso que es ese sitio. De ninguna manera dejare que te adentres en ese sitio... Dejaremos, no dejaremos que vayas...


- Sonic, no estaré sola, Mephiles y Silver me ayudaran ¿No es así chicos? – Vio hacia nosotros, buscando el apoyo de su opción.


- Nop, denegada – Dije cruzándome de brazos.


- ¿Qué? ¡Silver! – Reclamo Amy, viéndome molesta.


- Ya se dijo que no entraras a la mansión – Añadió Mephiles, mucho más serio que todos – Y si te atreves a entrar te echare a patadas.


- ¿¡Que!? Pe-pero ¿Por qué?


- Ya se tomó una decisión, Amy. Nadie dejara que te sacrifiques – Blaze hablo, sonriendo presumida hacia Amy – Por que conseguiremos destruir la maldición antes de que la maldición sea dividida.


- ¡Así es! Somos el equipo más genial de todos, compuesto de hechiceros y magos ¡Nada podrá detenernos! – Exclamo Tail, parándose sobre el sofá con sus brazos en alto.


- Jejejeje ¡Sí! ¡Los novatos junto con los profesionales! Esa maldición parecerá un juego de bebes una vez hayamos terminado – Dijo egocéntrico Knuckles, mostrando los dientes en su sonrisa fanfarrona.


- Chicos... - A Amy se le salían pequeñas lágrimas de sus ojos, viendo conmovida a todos.


- Y yo que pensaba en sellar todas las entradas de la mansión para detenerte con la madera de sobra que tengo – Comento Bean, riéndose malicioso con el martillo y tablas en sus brazos.


- No se discute más, Amy. Quieras o no, te quedaras alejada de la mansión – Sonic, tomo los brazos de Amy, hablándole con mandato.


- Pero... Si no lo logramos... Silver y Mephiles se quedaran atrapados por toda la eternidad – Amy volvió su mirada a nosotros – ¿Cómo quieren que viva con la conciencia limpia al saber que quedaran atrapados por siempre en ese sitio?


- Amy – Le interrumpí, tomando aire mientras sacaba pecho y juntaba mis manos – Sinceramente no es algo que me preocupe. Sería feliz si pasara los resto de mi vida dentro de esa mansión – Todos callaron, viéndome incrédulos con sus bocas bien abiertas – Claro que me gustaría ser libre, ver el mundo y tener una vida normal... Pero desde que quede atrapado ahí... - Pase una mirada rápida donde Mephiles, sonriendo más amplio por tener una buena sensación en mi pecho – He sido más feliz de lo que he sido en toda mi vida.


Creyendo que mantendría la compostura luego de decir eso, empecé a temblar, bajando mis orejas avergonzado. Trate de decir algo más, pero al abrir mi boca solo quede tartamudo, balbuceando cosas en voz baja sin sentido, provocando así que temblara y me erizara completamente, ahora deseando que la tierra me tragara.


- Yo... Yo... - Me mordí los labios, no sabiendo donde mirar, topando con cada mirada divertida de mi comportamiento, sobre todo Sonic que se reía entre dientes por cómo estaba. Refunfuñe, buscando el coraje, pero tope con los ojos de Mephiles, con su dulce y hermosa sonrisa, terminando ruborizado y perdido al punto que quería decir – Olvídenlo, solo déjenme morir...


Todos rieron, algunos más fuertes que otros, acercándose todas las chicas a pellizcarme las mejillas como si fuese un bebe, soltando quejidos fastidiosos, permitiéndoles esto solo por no saber la forma menos penosa de negárselos. Solo no dejaba de ver... A Mephiles lanzándome miradas tiernas, como si me estuviese diciendo que... Me adoraba. Eso solo provoco que me siguiera ruborizando y erizándome más, ahora recibiendo codazos y jalones de pelo de los chicos.


Ya era bastante tarde, estando muy oscuro afuera que el señor Bean tuvo que prestarnos tres linternas de aceites, ayudándonos a encenderlas para que nuestro camino fuese bien iluminado por estas. La noche era tranquila, apenas cayendo varios copos de nieves alrededor sin que hubiera viento que los soplara con violencia.


- Por favor, cuídense ambos – Blaze hablaba conmigo, mientras el resto se ayudaban entre ellos en cómo se usaba la linterna - ¿Seguro que están bien en esa mansión con este frió?


- Jeje, a veces me gustaría que no estuviese maldita y fuera como antes, donde todos los aldeanos se refugiaban en esta y pasaban diciembre viviendo dentro de ese castillo – Comente, acomodando mejor la capa de la gatita, ajustando bien la capucha para que no le molestara en sus orejas – Es muy acogedora... Y tenemos a dos aves de invitados hasta que llegue la primavera, están empollando unos huevos.


- ¿Enserio? – Rio emocionada, respondiéndole con un cabeceo rápido – Vaya, los tuvieron muy tarde... Pero con suerte los consiguieron a ustedes – Sus mejillas se pusieron rojas, agitando su cola – Bueno, todos tendremos que esperar hasta la primavera. El mago que vendrá a ayudarnos también vendrá en fechas cercanas al fin del invierno.


- De seguro tendremos suficiente tiempo para entonces – Dije optimista, alzando los hombros.


- Ya estamos listos – Mephiles aviso, acercándose hacia donde estábamos, formando una capa grande y oscura con su cuerpo, cubriéndome con su brazo en esta – Sera mejor irnos ya, no vayan a pescar una neumonía ustedes dos – Dijo con voz mandona, ya fastidiándome de inmediato al ser un aburrido anciano.


- Está bien, está bien... - Caminamos junto a todos devuelta al camino a nuestras casas.


- ¡¡Adiós muchachos!! ¡¡No se olviden de visitarme en navidad!! – Grito Bean a lo lejos, despidiéndose con un rápido movimiento de manos.


- ¡¡Adiós Bean!! – Grito Amy con tanto entusiasmo como el ave, despidiéndonos el resto con movimientos de manos.


En poco tiempo llegamos a la plaza del pueblo, paseando cerca de la fuente para ver la misma con su agua congelada. Todos concordaron en ir con los demás a pasar la noche. Blaze y Amy irían a la casa de la gatita y Amy se iría a la suya para mañana e igual Sonic con sus amigos, y nosotros... Bueno, no es como si hubiera opción.


- Fue un placer el día de hoy, Mephiles, espero nos vaya mejor la próxima – Dijo Amy, tomando la mano del erizo para agitarla de arriba abajo.


- Igualmente, señorita Amy. Cuídese mucho – Respondió cortésmente.


- ¡Que pase buenas noches, señor Mephiles! Igual tu Silver – Se despidió el zorrito, sacudiéndose la nieve que ya cubría su hocico, soltando un pequeño estornudo por eso – Oh, no... - Tomo aire, absorbiendo sus mocos.


- Pásense por mi casa en víspera de navidad, estaré haciendo una buena fiesta – Dijo Knuckles, dándonos cordial invitación de su casa para aquel día.


- Ya sabes, Mephiles. Cuida bien de Silver – Dijo seria la gatita, acercándose al ente para verle muy por encima por su tamaño comparado a ella.


- Si... Cuídense también ustedes – Dijo Sonic, poco confiado viendo al ente, pasando su mirada hacia mí – Sobre todo tu, Silver... Yo tendría más cuidado siendo tú.


- Ahh... Ya ha sido suficiente para mí, señor Sonic – Mephiles camino firme, pasando de lado de Sonic, dándole una mirada retadora antes de quedar frente a mí – Si no lo haces tú lo haré yo – A pesar de estar frente a mí, la oscuridad no me dejaba ver bien su rostro apenas logrando visualizar sus verdes jades mirándome impaciente.


- ¿Eh?... ¿Qué cosa, Mephil-


Solo chille bajo sus labios, siendo levantado por él mientras me abrazaba, moviendo de manera atadora y furiosa sus labios contra los míos, bajándome lentamente, no dejándome separarle, inclinándome con aquel robo imprevisto de la nada, escuchando de los demás exclamaciones sorprendidas y perdidas del habla al soltar exaltación por lo que veían. Quería desaparecer en ese momento... Pero... Mephiles estaba dando uno de sus mejores besos, siéndome imposible no seguir este hasta que el aire fuese escaso en nuestros pulmones fríos, dejando que incluso el muy atrevido introdujera su lengua en mi boca, demostrándoles a todos que yo era suyo...

Finalmente me separo de aquel embriagador momento, viendo retador a Sonic que apenas mantenía el contacto visual sobre nosotros, apenado por vernos hacer eso.


- Él me ama, tanto como yo a él... Así que deja de decir que tenga cuidado, está bien conmigo y nadie más que conmigo – Gruño, mostrando unos colmillos como amenaza – Así que te sugiero mantener tus asuntos lejos de ¡¡AHH!! – Lo calle con una patada en su pantorrilla, tumbándolo sobre la nieve - ¡Pero!... ¿¡Por qué!?


- ¡¡Imbécil!! – Le patee otra vez en su pierna, viéndole con tal furia que deseaba darle otro golpe - ¿¡Cómo se te ocurre hace eso frente a todos!? ¿¡Que no tienes vergüenza!? ¡Animal! ¡Pervertido! ¡Cochino! – Le insulte, envolviéndolo en mi magia para lograr arrastrarlo sin mucho esfuerzo de su brazo - ¡No puedes hacer esas cosas solo porque quieres! ¡La próxima vez se más discreto y deja tus estúpidos celos y tu actitud posesiva! ¿¡De acuerdo!?


- Sí, mi amor – Apenas pudo lograr decir con un quejido de dolor, siendo llevado lejos de todos sintiendo sus miradas tras nosotros. Cuando ya logre llevarnos lo suficientemente lejos de la plaza, vi hacia atrás, pasando mi mirada donde Mephiles.


- Aaahhh... No me importa que haya sido frente a ellos... Solo no quería que Blaze me viera haciendo esas cosas sin pena alguna delante de ella – Dije en voz baja, viendo como el resto tomaba su camino, incluso Blaze que no volvió su mirada hacia nosotros - ¡Por eso te patee! ¡Estúpido!


- Pe-perdona... No lo pensé – Rápidamente se levantó, aun sin soltar su mano de la mía, volviéndome a abrigar con su cuerpo – Me disculpare con ella luego.


- No, déjalo así...


Llegamos a la habitación, dejando caer la ropa de sobra que traía hacia el suelo, quitándome los zapatos y lanzándome a la cama, apenas teniendo mi torso superior sobre esta y el resto de mi cuerpo hacia abajo en el suelo. Mephiles me ayudo a terminar de subirme, apagando las luces y acostándose a mi lado, envolviéndome en la cobija, manteniéndose callado e igual yo.

Gire lentamente, topando con su rostro, aun sin verle a los ojos, algo apenado por todo.


- Perdona por ser... Cortante haya con los demás... - Dije bajo, acurrucándome más en su pecho.


- Tranquilo, yo también lo fui... Solo quería que le digieras a todos lo nuestro y forcé que eso saliera así como así sin importar a quien hiriera... Lo siento.


- Deja de disculparte – Gruñí, acercándome más a su rostro – Quiero que me beses otra vez de esa forma...


- Jejeje, ¿De qué forma? – Divertido por lo que decía, se abrazó más a mí, rosando su nariz en mi cuello para hacerme cosquillas – No te entiendo.


- ¡Si sabes! Jajaja...Va... Vamos – Busque sus ojos, encontrándome estos brillando fuertemente, mostrando cariño junto con la sonrisa que decoraba sus labios.


- Claro que si, jejeje – Adoraba sus gestos tan encantadores y coquetos, la manera en cómo me ataba a sus brazos y trataba de cuidarme como si fuese un cristal frágil... Claro que eso era vergonzoso, pero adoraba sentirme así de débil cuando me trataba tan bien – Buenas noches, amor.


- ... Buenas noches...

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

A pesar de adorar compartir la compañía de Mephiles, adoraba la paz que tenía al estar solo... Solo que ya eso no era común, no después de... Nuestro reconcilio. Mephiles no paraba de estar encima de mí, distrayéndome, buscando mi atención, o la manera de fastidiarme. A veces buscaba entre todo ese montón de amor y empalagases al hechicero serio y distante, pero sin importar cuanto intentase molestarle o sacarle de quicio, el erizo solo respondía con manoseos violentos y acoso a un cierto grave nivel, yo se lo permitía porque me era... Excitante... Y ya me comenzaba a volver nuevamente adicto a ese tipo de juegos...

Por eso mismo había tenido que hace algo un poco drástico...


- ¡¡Silver!! – De entre varias veces, Mephiles me había vuelto a llamar, esta vez, agotado de sus gritos incesantes me gire a ver que quería - ... Suéltame por favor.


Aquel erizo con un ceño de niño regañado me observaba desde lejos en una esquina, atado de manos y piernas contra la pared en el suelo con cadenas mágicas que yo mismo había creado, moviendo en ejes sus muñecas, tratando con sus propios medios en liberarse de las cadenas al usar otro hechizo de llave en patrón, pero no lo conseguía y no lo conseguiría, había llegado a un nuevo nivel de atadura de retención mágica, que ni siquiera Mephiles lograría deshacer. Con el ego en alto, le miraba con una sonrisa presumido, riéndome para mis adentros por verlo así de indefenso ahora.

¿Quién ríe ahora? ¿Eh?


- Lo siento – Subí mis hombros, negándole con la cabeza que no sería así – Aun no termino de leer.


- Yo también tengo que leer, suéltame – Dijo como excusa, moviendo los pies para tratar de deshacerse también de las cadenas de sus piernas - ¡Por favor! No te molestare ¿Si?


- Nop~ - Pase las páginas del libro, ya dejándole de prestar atención – Has dicho lo mismo todo el día y no has dejado de fastidiarme – Pase mi dedo pulgar por mis labios para poder pasar con más rapidez las hojas – Que irresponsable maestro te has vuelto. Stch, stch, stch, stch – Mene la cabeza, buscando la manera de hacerlo sentir culpable – Es indebido a muchas maneras ¿Lo sabes?


- ... Jejeje, si... - Paso su lengua filosa por sus labios, condecorando su rostro pícaro con ojos provocativos, casi logrando perder mi postura - ¿Lo puedes imaginar? – Con voz grave y perversa fue atrayendo mis oído de escuchar su indebidas insinuaciones – Mírate... Haciéndole esto a tu maestro. Oh, Silver... - Movió más sus muñecas, casi consiguiendo deshacerse de las cadenas, ganándose un quejido asustado de mi parte – Tendré que tomar represalias contigo. Un estudiante no puede hacerle esto a su profesor de magia ¿Sabes que tendría que darte horas de castigo, no? – Mis bigotes se encresparon, viendo de soslayo hacia el erizo que lanzaba sus advertencias peligrosas, mortales para mi pobre corazón – No sé si lo sigan haciendo... Pero en mis tiempos se acostumbra a golpear a sus estudiantes, claro, yo no haré eso – Levanto sus manos, creando entre estas una regla de madera, tomándola de inmediato para sostenerla con sus manos – Solo usare una regla... Tratare de no romperla en tu lindo y blanco trasero.


Trate que aquello no me sacara de mi estado, pero lamentablemente las imágenes vinieron a mi cabeza. Mephiles siendo rudo conmigo, poniéndome bocabajo sobre sus piernas para descubrir mi trasero bajo mi ropa interior, tomando aquella regla de madera para azotarme sin piedad, diciéndome lo muy desobediente que había sido. ¡Oh dios!

Grite tan agudo como para que mis cuerdas vocales se jodieran. Oculte mi rostro rojo tras el libro que tenía en mano, arrastrándome por el suelo, lejos de la vista de Mephiles que reía con malicia por mi reacción.


- Jajaja, ¿De verdad te gusto la idea?


- ¡¡Cállate, imbécil!! – Grite tras la cama, apretando con tanta fuerza mis ojos como si eso pudiera deshacer ese pensamiento - ¡Ni siquiera me dejas estudiar estando lejos de mí!


- Perdóname, amor... Pero es que adoro ver cómo te comportar, eres tan lindo... - Escuche sus leves risas, calmándome un poco – Tan lindo como podrías estar al escribir en una pizarra sin pantalones "No debo encadenar a mi profesor y debo de ser un buen y lindo chico obediente" cien veces, frente a mí.


Otro chillido se me escapo, esta vez mas impotente que el anterior, poniéndome inmediatamente de pie para lanzarle junto en su cara el libro que tenía en mis manos.


- ¡¡ERES UN SIN VERGUENZA, MEPHILES!! Deja de decir cosas tan indebidas – Regañe, estando ya cansado de sus juegos, pataleando fuerte contra el suelo por sus bromas.


- Pero veo que te están gustando – Comento, haciéndome notar a la vez a lo que se refería al ver su mirada más debajo de mi rostro.


- ¿Eh? ¡Ehh!... ¡¡AAHH!! – Un grito agudo raspo mi garganta, tapando con mis manos aquel aumento de volumen en mis pantalones - ¡¡Es todo por tu culpa!!


- Oh... Bueno... Déjame hacerme responsable, quitare tu molestia tan rápido como vino – Humedeció su hocico con su larga lengua, sonriendo perverso por verme ahí temblando parado frente a él.


Apreté con fuerza mis dientes, haciéndolos rechinar por la impotencia que aumentaba mientras más salían palabras de la boca del ente. Mi paciencia estaba siendo colmada, sobre todo con mi pequeño problema ahora. Mephiles dejaba asomar entre las partes de su piel sus colmillos, siendo parte de su semblante fanfarrón.


- Cuidado con tus palabras, Mephiles, habías dicho que no haríamos nada de-


- Hay muchas formas de complacer a alguien sin necesidad del coito, Silver – Así de cortante y serio como había hablado, me interrumpió, rotando más sus muñecas, volviendo a fallar en liberarse de las cadenas – Solo será un momento, sé que lo necesitas... - Eso era todo, tenía que aumentar las medidas.


- Mephiles the Hedgehog – Con mi telequinesis tome una hoja y con mi crayón empecé a escribir unas runas sobre esta.


- E-espera ¿Qué haces? – Intimidado, dejo su comportamiento pervertido de lado - ¿Qué piensas hacer con eso? ¿Qué es? – La hoja de papel voló rápido a su boca, callándolo de golpe y escuchándose a cambio unos quejidos molestos - ¡¡Mmmh!! ¡¡MMHHFFF!!


- Ni siquiera puedo estar estudiando aun cuando no estas sobre mi tocándome – Me senté cerca de él, dándole la espalda, tomando otro libro y ya dejando de prestarle más atención – Voy a tener que mantenerte también callado, lo siento, medidas para poder estudiar.


Mas quejidos molestos salieron de él, pero se calmó rápido al darse cuenta que no lo liberaría hasta haber culminado mis estudios. Silencioso, proseguí, tomando otro libro.


Casi impresionado, había terminado mi investigación sobre la fusión de magias, algo tan delicado y también poderoso. Tomaba admiración de Mephiles de haberlo logrado en un solo día, girándome para verlo con una sonrisa, encontrándome a un Mephiles dormido, recostado sobre la pared.

Unas risitas se escucharon por mi parte, dejando el libro de lado, pensando bien en como Mephiles estuvo determinado a lograr algo tan increíble él solo... Él decía que yo era un hechicero ejemplar, pero cada vez que él hacía algo me sentía mucho más atrás de su poder y talento mágico. También tenía que esforzarme para ser tan bueno como él.

Cuatro tomos de libros me había leído con cuidado para saber los usos, dotes y peligros de unir la magia de dos magos... Se suponía que esto solo podía emplearse con magos o brujos, pero Mephiles logro hacerlo con dos hechiceros; habría que hacer un quinto tomo para eso, pensé, buscando ahora entre todos los libros que se hallaban en el cuarto, algo más para leer. La fusión de magias era algo delicado de hacer, si las magias no eran combatibles entre ellas lograría dañar mortalmente a uno o ambos usuarios, siendo uno de los mejores casos que su magia solo se fracturara y no le fuese posible usar hechizos fuera de su magia base, permanentemente.

Al fusionarse nuestras magias no solo lograría hacer mejor uso de hechizos combinados, ya por ser su magia oscura y la mía blanca, sino que también estaría más sincronizada tanto en magia preventiva, magia curativa y magia de combate, ¡Tenia muchos usos ahora que nuestra magia estaban enlazadas entre ellas! Solo podía imaginarme las grandes posibilidades de ello, siéndonos ahora mucho más sencillo lograr liberarnos de la maldición.

Entre todos los libros donde escarbaba encontré algo interesante, un libro verde con el título de "Casamiento de Almas". Gire mi cabeza, curioso para saber de qué trataba, sentándome en el suelo ahí mismo, leyendo su contenido rápido...

Algo no estaba bien...


Me levante con el libro en mi mano, llegando donde el ente dormido, liberándolo de sus cadenas rápido, asustándolo por lo imprevisto, despertándose de golpe y viendo a todos lados hasta encontrarme frente a él. Le quite el cello en su boca, finalmente para que pudiese hablar.


- Eres muchos más frio que yo a veces ¿Lo sabias? – Comento, levantándose y acercándose a mí – Bueno... No creas que lo que dije antes solo va a quedar como fantasía... Me la de-


- Mephiles ¿Qué es esto? – Le interrumpí con un tono de voz molesto, mostrándole el libro abierto en una página en especial.


Él se calló de golpe, borrando toda expresión de su rostro, viendo con ojos vacíos hacia las páginas, pasando su mirada nerviosa hacia mí. Trataba de evitar algún gesto delatador, pero le era difícil, podía verlo, sudaba, tragaba saliva y sus ojos temblaban, apenas logrando mantener contacto directo de los míos sin titubear. Tomo aire profundo, tomando el libro para cerrarlo y mandarlo a flotar con los otros.


- ... Sí que eres curioso – Desvió la mirada de forma agotada, queriendo evadirme ahora.


- Mephiles – Volví a decir su nombre, esta vez con reclamo, buscando la manera que me volviese a ver – Explícame que es eso...


- ... Escucha... - Se rasco la cabeza, llevando su mirada al techo, pensándolo mucho – Cuando fusione nuestra magia fue por el único motivo de poder trabajar mejor con nuestros hechizos, para nada más... Luego conseguí este libro y pues... Solo lo tome... No es como si lo hubiese planeado desde un principio ¿Si? Créeme.


- No te creo – Lo empuje del pecho ahora molestándome más con él – No... Me mientas...


- Silver, no te miento.


- ¡Lo haces! – Grite, logrando hacerlo callar. Apreté con mucha fuerza mis puños, sintiendo mis garras lastimar mis palmas. Trate de calmarme, volviendo mi respiración lenta y profunda, sin apartar en ningún momento mi mirada de Mephiles - ... Dime... La verdad.


Hacia como si lo que decía era paranoia, pero al escucharme otra vez reclamarle la verdad, bajo sus brazos, mostrando un semblante culpable.


- ... Silver – Forzaba en mantenerlo, en no decir nada, pero trato un poco más, viéndome directamente a los ojos – Si... Yo quería casar nuestras almas... Y el primer paso era fusionar nuestra magia.


- ¿Por qué no me lo dijiste?


- Porque sabía que te molestaría.


- ¡¡Claro que me molesta!! Pero me molesta más que me mientas en la cara aun cuando ya lo sé – Trataba de contener las ganas de golpearle en la cara, pero sabía que si lo hacía me arrepentiría - ¿¡Por qué!?


- No... - Bajo sus orejas, decaído, bajando la mirada al suelo – No sabía si ibas a estar de acuerdo... No sabía si ibas a querer, así que solo tome el primer paso para que nuestras almas también estuvieran unidas y así pudiéramos... - Unió sus manos frente a mí, hasta entrelazar sus dedos – Esta juntos por siempre... En vida y en muerte...


- Mephiles... Eso está mal... ¿Por qué hiciste algo así sin mi consentimiento? – Me acerque más a él, asustándolo que retrocedió intimidado.


- Porque quería hacerlo... ¡Quería hacerlo! Sin importar que decidieras... Lo siento, lo siento... Sigo siendo tan malo como antes, sigo haciendo las cosas que quiero sin pensar en ti... Lo siento – Termino arrinconado contra la pared, ya no logrando verme directamente – No sabes... Lo mucho que te quiero, te amo, créeme, créeme cuando te digo que te amo y cuando digo que lo hice pensando en estar siempre contigo, no en hacerte daño.


- Aun así pensaste solo en ti – Me detuve frente a él, llevando mi mano a su rostro, presionando mi pulgar en su mejilla – Sabes que tendré que reprimirte por eso.


- ... Si... Está bien.


- Tengo que enseñarte que es lo que está mal... Así que... - Baje con lentitud mi mano hacia su brazo, pasando sobre este en una acaricia hasta llegar a su muñeca, tomándola con fuerza – Te enseñare como se debe hacer...


Afloje el agarre, tomando su mano con sutileza pero a la vez firme, dejando reposar su palma sobre mi mano izquierda, llevando mi mano derecha para cubrir el dorso de la suya. Me incline, bajando al suelo y dejando que mi rodilla me sirviera de apoyo y la otra aun firme sobre el suelo. Alce la mirada, acercando su mano, acariciando y besando su dorso con mucho cariño, aun sin apartar mi mirada de la suya.


- Mephiles... ¿Te casarías conmigo en vida y muerte por toda la eternidad? – Dije con mi voz más pulcra y suave, sin sonreír, solo viéndole, lleno de una emoción dulce dentro de mí, cautivado por su rostro ante mi proposición.


La escena plantada frente a Mephiles logro dejarlo mudo durante unos instantes, colorándose todo lo que tenía como cara, llegando el rubor hasta sus orejas. Dejo escapar un quejido muy poco varonil de él, comenzando a temblar y a verme asustado, dejando que el rosa melocotón de sus ruborizadas mejillas formara un hermoso brillo con sus ojos jades brillantes. Unas pequeñas lágrimas oscuras se asomaron por sus ojos, deslizándose sin vergüenza sobre sus mejillas queriendo hacerlas ver poco importantes al formar una tímida sonrisa.


- Si-Silver – Su voz se escuchó muy baja, como si tratase de ocultar el temblor en su voz sin éxito alguno - ¿De verdad? ¿De-de verdad? – Pregunto incrédulo, bajando a mi altura, quedando de rodillas ahora frente a mí.


Yo solo asentí, volviendo a besar su mano, aun esperando su respuesta con mucha paciencia. Mephiles formo una gran sonrisa, cerrando los ojos con fuerza mientras dejaba escapar unas risas de alegría, volviéndome a ver con un rostro amoroso.


- Si... Acepto, Silver – Me beso de golpe, pronunciando el beso con gran emoción, deteniéndose y abrazándome con fuerza - ¡Acepto! Sería tan feliz al estar contigo por toda la eternidad... Como mi dulce y hermoso esposo.


- ... A mí también me gustaría – Dije, ahora también sonrojado, aceptando su abrazo con gusto, palmeándole la espalda – Bueno... Ahora te tocaría a ti pedirme matrimonio – Interrumpí, viéndole con seriedad.


- Oh, claro, jajaja – Dejo de abrazarme, tomándome de las manos y viéndome con aquella encantadora sonrisa, aun con rastros de sus lágrimas – Silver... ¿Te querrías casar conmigo en vida y muerte por toda la eternidad?


- No.


Él mantuvo su sonrisa, como si esperara aun que dijese "si", pensando que bromeaba, pero al cabo de unos pocos segundo su alegría se espumo, dejando a cambio un triste rostro, soltando mis manos y volviendo a bajar sus orejitas.


- ¿Qué?... – Dijo confundido, aun esperando el "si".


- Tómalo como tu castigo por ahora – Me levante del suelo, sacudiéndome mi ropa con reproche – No aceptare ante ninguna propuesta tuya hasta que lo hagas lo más romántico y perfectamente posible – Me cruce de brazos, viéndole mandatario – Tiene que ser perfecto, inesperado, que me sorprenda y que me llene de tanta emoción que no importa la situación, diré que sí.


- Pe-pero... ¿Qué este no es el momento? – Se levantó igual, buscando la razón de mi negación rotunda.


- Lo seria, sino me hubieras mentido y no me hubieras ocultado la verdad – Pose mis manos en mi cadera, sacando el armamento de culpa que quería hacerle sentir – Ahora pagaras con hacer la proposición de matrimonio más genial que jamás me haya imaginado – Sonreí presumido, sabiendo que él tendría que hacerlo como decía.


- Pe... ¿¡Por qué!? – Volvió a tomarme de mis manos, viéndome con suplica y desesperación – Yo quiero realmente casarme contigo, realmente quiero casar nuestras almas ¿Qué con eso no es suficiente? ¡Yo quiero casarme ya!


Le di un cocorrón en su frente, logrando sentir el golpe al envolver mi magia en mis nudillos, sacando un quejido adolorido de Mephiles que se sobo su frente.


- Si te vas a comportar egoísta yo también puedo – Regañe, observando la cara asustadiza del ente – Te estoy enseñando como se hacen las cosas en este tipo de situación, ahora tu deber es hacerlo el doble de genial que yo lo hice ¡Tienes que aprender! – Sermonee, meneando el dedo índice como regaño – Te estoy dando la oportunidad de que puedas pedir mi mano en matrimonio, así que no lo arruines.


- Es-está bien – Respondió desilusionado, hasta que me gire a verle molesto, cambiando su rostro a uno más alegre - ¡¡Esta bien, amor!! ¡Lo haré tan bien que te sentirás como un rey ante mí al ser cortejado de tal manera que me dirás que te haga mío! – Dijo fuerte y claro, apretando sus ojos y motivándose así mismo a la vez.


- Jum... Así me gusta – Me acerque rápido para besar su mejilla, alejándome apresurado para que su emoción no pasara a algo más – Bueno... Ya es algo tarde, deberíamos ir a hacer el almuerzo, pidiéndote de antemano que no me estés interrumpiendo a cada momento con tu acoso.


- No prometo nada~ - Contesto, llevando su mano a mi cintura para ir llevándome a su lado hacia la salida.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

- Bien, ¿Qué se te antoja comer hoy? – Le pregunte a Mephiles dejando todo sobre el mesón para comenzar a cocinar.


- Puedes hacer lo que te parezca mejor, pero... - Tomo uno de los tomate que había traído de los cultivos, viéndolo durante un rato – Quiero cocinar tu comida esta vez ¿Esta bien?


- ¿Quieres cocinar? ¿Para mí? – Una sonrisa curiosa se formó en mi rostro, viendo con fascinación el rostro de Mephiles que mostraba entusiasmo, asintiendo con firmeza – Por mí está bien, ¿Pero que me cocinaras?


- Sera sorpresa – Respondió con algo de malcriadez, viéndome con un puchero en sus labios.


- Está bien, está bien... ¡Hazlo bien delicioso! – Moví mi mano de lado a lado, dándole su espacio – Mientras yo cocinare su comida.


Así tomamos cada uno nuestros ingredientes, siendo la cocina dividida en el lado mío y el de Mephiles. El ente picaba rápidamente las verduras con un cuchillo, haciendo cortes rápidos y perfectos, dejándome como un idiota por mi lentitud y mi distracción al ver su agilidad. Sacudí mi cabeza, volviendo a lo mío, sintiendo ahora... Que esto se volvía una competencia.

Preparaba unos guisantes junto a unos pimentones rellenos con arroz, guiso, crema bechamel y queso que había restado la vez anterior, llevando todo esto en una bandeja directa al horno, topando también con Mephiles y su platillo que pensaba llevar al horno. Le mire un rato, esperando que me cediera a mi primero para cocinar mi comida, pero se quedó viéndome con su rostro de idiota perdido como si esperase que yo le dejase a él primero.


- Ejem... Necesito cocinar mis pimentones rellenos – Dije indiferente, esperando que se apartase.


- Yo también tengo que cocinar mi comida – Respondió serio, sin dejarme espacio – Solo metamos los dos platillos al mismo tiempo.


- ¡No! Los olores y sabores se combinaran y no quedara bien – Proteste, alejando mi bandeja de la suya, notando lo que iba a preparar - ¿Un ratatouille? ¿Enserio?


- ¿Qué es un ratatouille? No sería capaz de servirte ratas como comida, Silver – Dijo algo molesto, como si lo hubiese ofendido, no pudiendo evitar torcer los ojos por su inevitable ignorancia – Como sea, nuestros platillos son solo hortalizas preparadas de diferentes maneras, no van a cambiar su olor o sabor, así que por favor...


- ¡No, no, no, no, no!


Mi berrinche no sirvió de nada, ya que Mephiles había tomado mi bandeja de mala gana, metiéndola al horno junto con la suya, cerrando con firmeza esta antes de verme molesto. Gruñí y patalee su rodilla sin lastimarlo, furioso por desafiarme así. Ya estaba sentado, esperando al lado de Mephiles a que la comida estuviera lista, estando en silencio, no queriendo hablar con aquel erizo grosero.


- ¿Qué pasa con mi Silver? – Pregunto, tocando mi mejilla con su dedo - ¿Fue porque no te di suficiente cariño esta mañana? Si tú mismo saliste corriendo al baño para que me detuviera – Refunfuñe, por lo que dijo, cruzándome de brazos y dándole la espalda para no verlo - ¿O fue porque no te traje panqueques como a ti te gusta? Me habías dicho que querías bajar de peso. Comiendo panqueques todas las mañanas no te ayudaran y lo sabes... - Mi cara ahora estaba más roja de la vergüenza y furia por lo que decía, sintiendo que toda la culpa la traía él por tener todo un comedor con todos los platillos más dulces del mundo – Aunque sinceramente me gusta justo ahora como estas – Sentí sus manos rodearme, dejando sus manos en mi barriga para apretarla con sus dedos, chillando molesto por su abuso – Si tienes unos kilos de mas no me importara, seguirás siendo adorable... Incluso creo que podrías ser mucho más adorable con una barriguita.


- ¡En tus sueños! – Tome sus manos para soltarlas de mi abdomen – No pienso engordar aun si estoy encerrado en un cuarto lleno de dulces... Tendré que tener cuidado en no volver a quedar atrapado en esa habitación pequeña... - Dije más para mí mismo.


- Bueno, podríamos hacer algunos ejercicios para cuidar tu figura... Como sumo – Comento, dándome como primera opción aquel deporte japonés.


- Pero ese deporte es para hombre obsesos – Me queje viendo molesto a Mephiles.


- ¡Hey! Claro que no, se llaman hombres gigantes... - Me corrigió tratando de ser paciente conmigo – No importa el físico que tengas... Pero se basa en un deporte entre dos hombre... Tocándose... Con solo una prenda muy reveladora – Sonrió con perversión, acercándose más a mí – Suena divertido ¿No?


- Estas enfermo – Dije molesto, no queriendo pensar mucho en la idea.


- Jejeje, entonces podemos probar con yoga – Me dio otra opción, desconociendo de aquel deporte.


- ¿Y qué es eso?


- Oh, solo es un deporte relajante, menos exigente – Termino de acercarse, dejando su silla pegada a la mía – Solo es hacer flexiones, estiramientos, posiciones... Interesantes, con ayuda de otra persona para que puedas realizarlas...


- Me suena sospechoso – Dije quejumbroso, viéndolo de lado algo irritado - ¿Qué no hay un deporte para uno solo?


- El yoga puede hacerse solo, pero siempre necesitaras ayuda para hacer las posiciones más... Difíciles – Susurro lo último con su voz grave y profunda, logrando lo que quería al hacerme erizar – Jejejeje, ¿Te gustaría? Deberías escoger una y así podrás comer panqueques.


- Uuuf... ¡Eres un pesado! – Quise alejarme de él, pero me atrapo y me puso sobre sus piernas - ¡Hey! ¡Mephiles! – Me sacudí furioso, queriendo bajarme de él, pero me mordió con fuerza de mi hombro, haciéndome chillar asustado del dolor - ¡¡Ah!! ¡No!


- Deja de ser como un niño malcriado – Dijo luego de liberarme de su mordida – O te dormiré hasta que la comida este lista.


- He-ey... Aahh – Un bostezo se me escapo, viendo aun molesto al erizo bajo de mi – Deja de amenazarme, no lo hare aun si me duermo.


- No te dormirás... No implante demasiado somnífero – Me tomo mejor, sentándome frente a él con mis piernas abiertas, abrazándome para que reposara mi cabeza en su hombro – Solo estarás muy cansado para seguir quejándote – Comenzó a acariciar mi cabeza, ganándome por astucia y por estar comenzando a relajarme y sentirme cómodo.


- Eres un aprovechado y abusivo – Dijo menos molesto ahora, acurrucándome más y rodeándole con mis brazos – No puedes estar usando tu magia contra mí de esa manera.


- No, pero quiero hacerlo... - Giro un poco para verme, besando mi mejilla – Y sé que tú también, solo que eres muy tímido para pedirlo.


- ... Tal vez... Pero tal vez es para evitar que te propases – Musite, no sintiendo ya la necesidad de apartarme de él.


- Es como pedir que deje de respirar, adoro tu cuerpo, adoro como te comportas, adoro todo de ti... ¿No te pasa lo mismo?


El sueño se despejo un poco, abriendo más los ojos por lo que dijo, callando y aferrándome bien de su espalda, tomando aire para olerlo, suspirando cansado.


- Si... Pero como ya sabrás, no pienso hacer como tu... Eso es algo muy personal.


- Pues tiene que serlo, y más que eso... - Palmeo mi cabeza, separándose un poco de mi – Debió de ser muy grave...


- Así es – Olfatee la comida, asomándome tras de Mephiles para lograr ver como estaba, e igual hizo Mephiles– Aahh... Ya debe de estar casi lista – Relamí mis labios, ansioso por probar lo que preparo Mephiles.


- Si, de seguro te encantara como me quedo mi plato – Comento, acompañando su entusiasmo con una sonrisa.


- Si es mejor que mi comida te regalare dos minutos de algo que quieras – Plante mi reto, seguro de que no quedaría tan buena como mi comida.


- ¿¡Enserio!? – Pregunto ilusionado, sosteniéndome bien de mi cintura.


- Claro, somos... Pareja... Y prácticamente estamos casi comprometidos – Por algún motivo los nervios jugaban conmigo, sonrojándome por lo que fuese hacer.


- Entonces quítate que tengo que echarle algo más a mi rata de hortalizas – Me retiro sobre él, dejándome sentado sobre la mesa, corriendo rápido por los gabinetes de la cocina, sacando especias para ver si podía echárselas, tomando también un huevo con queso para ir mezclándolo todo, arreglando todo y preparando su nuevo arsenal.


- Ay, que decepción que eso si logre motivarte al cien por ciento – Me cruce de brazos, perdiendo el sueño y la emoción del momento, observando como el ente trataba de deslumbrar en su platillo.


Termino y ambos sacamos nuestro platillo, dándole sus últimos toques finales. Serví los pimentones rellenos junto con guisantes y él me dejo un plato con una gran cantidad del guiso. A pesar de que en la preparación el ente se destacó, en la presentación del platillo no... Entregándome un plato con todas las verduras revueltas con poco estilo, bañadas en crema de ajo y limón. Vi hacia él, recibiendo una sonrisa orgullosa, como si ya hubiera ganado, así que fui desinflando su globo.


- Por la presentación te quito cinco puntos – Dije, tomando una cucharadita del guiso.


- ¿¡Que!? ¡No es justo! Si lo hubiera sabido lo hubiera hecho mejor, por favor.


- Lo siento, pero es lo que destaca un buen cocinero-


Al tener la comida en mi boca sonreí por el exquisito sabor, sintiendo luego el terror por saber qué ocurriría. Quise fingir que estaba mal... Pero no podía hacer lo mismo que Mephiles, seguí comiendo, rápido y animado a terminarme todo el plato.


- Umm... ¿Así que esta bueno? – Dijo presumido, viéndome aun sin probar su comida.


- Sí, tengo que admitir que me impresiona que alguien que no puede degustar la comida común tenga tan buen gusto de la sazón – Me limpie con una servilleta los labios luego de haber terminado mi comida, estando lleno y satisfecho - ¿Y qué hay de mis pimentones? ¿Están buenos?


- Jum, déjame ver... - Se llevó un bocado, no pudiendo contener y llevarse todos los pimentones enteros a su boca como si fuesen pequeños bocadillos - ¡¡Mmmhhh!! ¡Están buenísimos!


- Así que gano yo ¿Eh? – Me levante de la mesa, llevando mi platillo para lavarlo.


- ¿¡Qué!? ¡Claro que no! Yo gane – Reclamo, levantándose luego de comerse todo apresurado y furioso - ¡Dijiste que ganaría si mi comida era mejor que la tuya!


- ¿Y lo es?... – Él callo, ahora consiguiendo el fallo de mi reto – Eso es lo que pasa cuando te ilusionas y te dejas emocionar, no ves las contradicción del reto. No puedo probar mi platillo y degustar bien del sabor luego de colocar mi esencia mágica y tú no puedes saber si tu comida quedo buena si no puedes probarla – Levante los hombros negando con la cabeza – Lo siento, mejor suerte la próxima ves o estate mejor atento.


Un ceño molesto se formó en su rostro, erizándose y apretando con fuerza sus puños, soltando vapor con cada expiración soltada por su nariz. Calmo un poco su mal genio, viéndome con ojos serios y fríos, cruzándose de brazos y agitando su nariz.


- Como sea, lo haré de todos modos – Dijo desafiante, viéndome atento.


- ¿¡Que!? ¡Hey! Eso no, no te dejare.


- No me importa – Aparto la mirada, cerrando los ojos con poca paciencia – Lo haré en cualquier momento, tal vez hoy o mañana, pero lo haré para que no vuelvas a engañarme.


- Mira el burro hablando de orejas...

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

- Hey Mephiles... - Le llame, saliendo de la ducha aun somnoliento por el poco somnífero que me paso.


- ¿Hm? – Finalmente lo veía con un libro en mano, haciendo algo útil, para variar.


- ¿Estás seguro que no podemos recuperar tus memorias? – Deje la toalla en un mueble, sentándome en lama, observándolo en su asiento.


- ... Cómo sería posible si el resto de mi vida la viví fuera del pueblo – Cerro el libro, inclinándose de lado para apoyar su mentón sobre su mano – No quiero frustrarme más, ni siquiera sé a dónde fui luego de que... G se fuera...


Me trague mis ideas, apenado por hacerle recordar esas cosas, viendo ya su decaimiento aparecer en sus ojos.


- Hey... ¿Me cepillas el cabello? – Lo saque de sus pensamientos, tomando el cepillo y entregándoselo, sentándome en sus piernas para que se le hiciera más sencillo – Tenemos que recordar tu pasado, no el dolor.


- No tienes que preocuparte de eso... Lo único que me importa es el ahora – Comenzó a pasar el cebillo por mi melena, dejando escapar un suspiro tranquilo, gustoso al ser atendido por él – De alguna manera u otra los recuerdos traerán el dolor que tuve, pero lo haría de todos modos solo por ti...


- Jijiji... Eres demasiado bueno – Susurre, alagado por como decía las cosas.


- No lo soy... - Termino de cepillarme, abrazándome para que me recostara sobre su pecho – Solo te amo demasiado.


- ... Eso te hace la mejor persona en mi mundo – Respondí, acariciando sus mejillas para regalarle una sonrisa radiante – Pero realmente quiero seguir intentando – Me senté mejor, estirando mis manos para mover con mi magia mi maleta que se encontraba lejos, concentrándome bien para abrirla y sacar con cuidado el cuaderno que una vez me regalo el sujeto del espejo. Lo acerque hasta tenerlo en mis manos y abriéndolo para observar varias páginas que nos faltaba por ver – Funcionaron las otras veces sin ningún fallo, no habría colocado tanta información de no haber sido porque hay alguna posibilidad de lograr hacer que recuerdes más.


- Mmmm... No me gusta confiar en lo que tiene esa cosa... Pero tienes razón – Tomo el cuaderno, dejándolo de lado para volverme a abrazar y que siguiera reposando en su pecho – Mañana buscaremos ¿Si?


- Mephiles, deberíamos hacerlo esta noche – Discrepe, moviendo sus manos para que me soltara, pero no me lo permitía – No hay que perder ni un solo segundo.

- Así es... - Dejo reposar su cabeza en mi hombro, ronroneando fuerte, frotando su mejilla con la mía – No quiero perder ni un solo segundo estando así contigo...


Quería decirle que no era así y que teníamos que tomar cartas en el asunto... Pero era tan dulce. Me sostenía con delicadeza, solo abrazándome, acurrucándome con él en el sillón, pensando que era más importante buscar la manera de acabar con la maldición y no estar sin hacer nada... Pero...

Él me giro para que quedara de lado sobre sus piernas, tomando mi cabeza para que lo viese. Esa mirada tan tranquila, feliz. Dios... Amaba ese rostro... Sus amorosos ojos y su tierna sonrisa que revelaba colmillos de su boca poco homogénea. ¿Cuándo logre enamorarme de esto? Era tan irreal para mí que parecía estar en un hermoso sueño y no había forma de que yo lo terminara, o por lo menos, no en ese momento.


- Está bien... Pero mañana si hay que buscar ¿De acuerdo? – Dijo a regañadientes, aferrándome más en su pecho, dejando que me sostuviera como un niño.


- Si, mañana nos ponemos manos a la obra – Casi se enredó conmigo, quedando muy cómodo sobre él, cayendo dormido poco a poco – Descansa, mi Silver.







=========================================


¡Hola a todos! ¿Como están? Uuff que mes tan difícil =w=U bueno ya casi pasaba un mes desde el ultimo capitulo, así que decidí subir el siguiente!! Espero que les haya gustado el love empalagoso-picante y las revelaciones!! owo Por que viene aun mas! >83 

Dejen su comentario y una Estrellita bien feliz si les gusto el capítulos y hasta el siguiente capitulo! ^w^

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro