El enamorado del muerto

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


Sin percatarse de nada, continuaba su rutina diaria. Llevaba nuevamente la comida en aquel carrito, arrastrándolo hasta la cama. Acomodaba todo como la hacía desde ya varios días; abría las cortinas, movía la silla, se sentaba en esta, destapaba las cobijas y me acomodaba en la cama sentándome, manteniéndome lo más inmóvil posible, ignorando mi mirada de odio hacia él mientras me cambiaba de ropa.


- Buenos días – Dijo luego de mucho tiempo de estar callado, alistándome con ropa limpia sin haberle dado el permiso - ¿Cómo amaneciste?


No respondí, pero tampoco desvié mi mirada de su rostro alegre, antipático a toda cordial o amistosa conversación con el ente. Él prosiguió sin desalentarse, sacando un cepillo y peinando mi cabello junto con mis púas. Él se tomaba cada segundo haciéndolos convertir en horas, pasando las cerdas del utensilio de aseo sobre mi cabeza, creyendo así que lograría relajarme o abobarme lo suficiente como para dejarle hacer su trabajo más sencillo.

Me molestaba que me creyese como un tonto, conocía que cepillo era ese que usaba, ese cepillo de porcelana... Una reliquia que tenía el poder de lavar la mente de las personas por un cierto tiempo, solo tenían que ser peinadas con estas durante unos minutos y así podría funcionar.


- ¿Por qué lo haces tan difícil? – Pregunto con ojos tristes, viéndome decaído por mantenerme meditando – Sé que una parte de ti quiere que sea así... ¿Crees que no lo sé?


Seguí en silencio, bajando la mirada donde el cepillo que dejaba a un lado, ya cansado de frotarlo por mi cabello. Observe como destapaba la comida de su tapa, liberando un apetecible aroma que hizo llorar a mi estómago que rugió por el lamento de no haber comido nada durante varios días, iracundo a aceptar alguna oferta de amabilidad o cortesía de aquel ser oscuro.


- Sabes que me preocupas... - Levanto un cubierto lleno de comida, acercándolo a mis labios, no atreviéndome a abrirlos a pesar de lo muy hambriento que estaba – Ya han sido cinco días y no has comido ni una migaja... Necesitas recuperarte.


Lentamente moví mi cabeza hacia otro lado, resoplando molesto. Como si no supiese lo muy importante que recuperar de una vez toda mi magia para poder alejarme de él y buscar mis medios de liberarme de la maldición.


- No puedo permitir más tu berrinche, Silver – Paso su mano en mi mejilla como una caricia – Por favor... Solo te lo pediré una vez más. Come aunque sea un bocado o lo haré a la fuerza.


Ignore sus palabras y sus amenazas, tratando de volver a mi meditación e ignorar toda palabra del ente hasta que volviese a dejarme solo en mi habitación.


- Bien... Si así lo quieres...


Trate de hacerme el dormido cerrando los ojos, escuchando como movía los platos y los cubiertos. Curioso abrí los ojos viendo como el ente se comía toda la comida, terminando rápidamente.

Se levantó y sostuvo mis mejillas, abriendo mi boca con sus manos, uniendo su boca con la mía para ir pasando todo el alimento masticado. Con total repulsión, trate con todas mis fuerzas en liberarme de las cadenas mágicas que mantenían mis manos y mis piernas sujetadas en la cama, agitándome y sacudiéndome de un lado al otro desesperado para separarme, pero inútilmente, él termino y cubrió mi boca para que no devolviese la comida, motivado en hacerlo a pesar de ello, pero sin importar cuantas arcadas di o cuanto trate de sacar algo, nada salió, aceptando mi estómago todo lo que me forzó a tragar.


- ¡¡MALDITO!! – Le insulte, escupiendo todo lo que quedaba en mi boca - ¡¡Te odio!!


- No digas eso, por favor – Tomo un pañuelo para limpiar mi rostro, pero apenas volvió a acercarse le di un fuerte golpe con mi cabeza contra su rostro, sin lograr lastimarlo - ¡Basta! Te haces daño ¿Por qué no entiendes que solo quiero que te mejores?


- Porque tu no entiendes que prefiero morir antes de aceptar cualquier cosa de ti.


Su rostro mostro sorpresa antes de formar un semblante triste, agachando las orejas y su cabeza, alejándose de mí, tomando todas las cosas antes de ir dando pasos lejos de la cama.


- Y tú no entiendes... Que deseo morir si no fuese por ti... Me das un motivo para vivir otra vez – Arrastro sus pies hasta salir de la habitación tras un mueble, dejándome finalmente solo.


Paso casi una hora desde que se fue y conté cada segundo y minuto para asegurarme, pasando luego a recitar en voz alta un hechizo que requería tanto tiempo como magia, tomándome desde que comencé a emplearlo... Cinco días.


"¡Con control y esencia, transformo estas cadenas en cristal! ¡Libérame de toda magia oscura que me esté reteniendo de mi poder y voluntad de huir!"


Una y otra vez repetía las mismas palabras, sin importar cuantas veces las dijese y no funcionase, aun sin darme por vencido, sintiendo mi boca seca de tanto repetir la misma frase, pasando horas haciendo lo mismo hasta que sentí mi pulsera cambiar de temperatura, dejando hasta ahí mi recinto.

El ente volvió a hacerse presente en la habitación, entrando tras las cortinas, trayendo consigo un montón de cosas, además de su gran pila de libros.


- El otro día estabas leyendo estos libros en la biblioteca... Te gustaron ¿No? – Mostro los susodichos libros, tomando rápido mi atención que no pude evitar alzar las orejas en sumo interés – Jejeje. Así que te gustan estos libros... Tengo que decir que son muy atractivos e interesantes. No pude evitar imaginarme todo y hacer... Una pintura... - Al escuchar eso desvié la mirada, esperando que entendiera que no deseaba verlo - ¿Quieres verlo? – No le di respuesta, pero el igual saco de entre sus cosas un pequeño cuadro, una pintura del hermoso paisaje que describía una escena del libro. No era como me lo había imaginado, pero era hermoso; montañas en forma de pilares con sus copas verdes llenas de árboles y césped tan verde que dejaba un hermoso color entre el gris de las rocas y del cielo azul con las nubes claras – Dime que piensas...


Hice silencio no sintiéndome a gusto para hablar con él de eso. El insistió, acercándome la pintura aún más, cargado de emoción y ternura en sus ojos. Como me dolía.

Apreté mis puños, tan molesto al ver como lo volvía a hacer, como jugaba conmigo y mis sentimientos, como hacía que todo fuese como si nada malo entre él y yo no hubiera pasado, como si lo hubiera borrado de la existencia y tenía que tratarlo del mismo modo que siempre.


- Sé que aun necesito práctica... Por eso quería saber tu opinión como artista... De seguro tu harías un mejor trabajo


- ¿Por qué haces esto?


Callo al escucharme hablar, mostrando confusión en sus ojos antes de abrir la boca y balbucear algo.


- ¿Qué? ¿Pintar? Me-me gusta pintar... Ya lo sabes...


- ¡No! ¿¡Por qué me torturas!?


- Yo... No lo hago – Agacho la cabeza, viéndome apenado.


- ¡Si! ¡¡SI!! ¡Lo haces! – Forcejee con fuerza sentándome firme sobre la cama - ¿¡Por qué me haces esto!? ¿Qué esperas conseguir haciendo esto? ¿Esperas que vuelva otra vez a tratarte bien? ¿A decirte cosas lindas? ¿A besarte con la misma pasión con la que tú me besas? – Reí bajo, lanzándole preguntas irónicas, viendo como bajaba los brazos ocultando la pintura - ¿Crees que lograras convencerme de algún modo que sea tu pareja? ¿¡Que te perdone!?


- ... No... No – Soltó la pintura dejándola caer sobre el suelo – Es solo que... Que... No quiero que dejes de tratarme del mismo modo... No quiero


- Dime una cosa, Mephiles... - Dije, haciendo que me viese a los ojos – Si estas tratando de convencerme de hacer algo que no quiero... De convertirme en algo que no quiero... ¿Por qué no lo hiciste el primer día que llegue a la mansión? ¿O cualquier otro día cuando tenías la oportunidad?


- ... - Se agacho a recoger la pintura, dejándola sobre la mesa de noche, girando su cabeza a mi dirección – Porque no te amaba... Por eso...


Tomo el resto de cosas y las dejo a un lado, tomando entre varios libros uno para abrirlo he ir leyéndolo hasta cierto punto.


- Te quedaste en este capítulo... ¿No? – Sin esperar mi respuesta, releyó la página, ante raspar su voz – "Las armas habían sido entregadas al escuadrón a tempranas horas del amanecer, dando distinguidas espadas y escudos a cada capitán y soldado..."


Leía el capítulo en voz alta, pasando las paginas tan lento que se me hacía tardío el escucharlo hablar tanto tiempo a comparación de lo rápido que se nos era leer, pero la manera en como leía cada párrafo y cada dialogo me era atractiva, casi tanto como leerla, haciendo buen uso de su voz en escenas de tragedia, trama y de combate, era casi algo... Vergonzoso, a decir verdad, como imitaba las voces de los personajes y gritaba en donde era necesario alzar la voz; si hubiera sido una obra de teatro, Mephiles se hubiera llevado el mejor premio por mejor interpretación de múltiples personajes.


- "Impregnados en paz y esperanza, vivieron otro día más, dejando de lado las tempestades que habían dejado su pasado hacia el recorrido que los trajo hasta el final de su viaje..." - Termino el libro, cerrándolo y dejándolo a un lado - ... ¿Te gusto?... Creo que ahora es mi libro favorito...


Lo observe por un momento, viendo más de los libros que llevaba consigo.


- Sé leer sin ayuda. Ya me habría terminado toda la saga en menos de dos horas – Dije sin verle al rostro – Si querías leerla en voz alta pudiste hacerlo en cualquier otro lugar, no necesito que me lo leas.


- Pero no dijiste nada todo el tiempo que lo leí – Contesto con una sonrisa - ¿Quieres que lea otro para ti?


- Si quieres complacerme, puedes dejar el libro abierto sobre mis piernas, o mejor aún, puedes liberarme y podré leerlo mucho más cómodo – Respondí secamente, sin esperar que hiciera lo que pedía.


- Me gustaría, realmente me gustaría, Silver – Se acercó hasta estar apoyado sobre la cama, acercando su mano a mí rostro para acariciarme con sutileza – Te liberare si prometes algo a cambio...


- Jajaja... ¿Puedo adivinar? – Dije con ironía, viendo con una sonrisa falsa al ente que estaba cerca de mi rostro - ¿Entregarme completamente a ti?


- No... - Musito algo triste, enredando sus dedos entre mis mechones – No merezco que me ames... Realmente no merezco nada de ti – Sus ojos melancólicos cruzaron con los míos, atrapados en ese punto sin apartarlos – Pero realmente es una tortura seguir existiendo en este mundo sin descanso alguno. Lo único que hace que el dolor se vaya es tu amabilidad y tu bella sonrisa – Paso su pulgar sobre mis labios, provocando que frunciera el ceño, diciéndome constantemente en mi cabeza no dejarme caer por sus suplicas – Lo único que quiero es que me perdones... Perdóname, Silver...


Apreté con más fuerza mis puños, deseando, esperando que por la ira una ola de magia se viniera sobre mí para poder deshacerme de una buena vez de esas malditas cadenas. Sin lograr nada, solo lastimarme las muñecas y mis tobillos, solté un fuerte suspirar, viendo otra vez al erizo oscuro que esperaba algo de mi... Siempre esperando algo más de mí...


- Jeje... Te hubiera perdonado ese día, Mephiles... Aun si hubiera sido mentira, aun si realmente no lo sentías... Si me hubieras suplicado perdón aun con tus manos llenas de sangre... Te hubiera perdonado. Pero lo que dijiste fue: "No tienes que recordar nada de esto. No tienes que recordar nada malo de mi". ¿Por qué te perdonaría luego de decir eso?... ¿Creíste que si conocía el monstruo que realmente eres dejaría de tratarte del mismo modo?... – Pregunte harto en risas sarcásticas, viendo al sujeto a mi lado como una mísera cucaracha – Por favor, Mephiles... He estado con sujetos mucho peores que tu... ¿¡Sabes que es lo que no puedo perdonar!? – Con mis brazo y piernas sostenidos fuertemente sobre la cama, me alce, haciéndole frente al ente que me vio asustado – Me engañaste... Me mentiste y me manipulaste, maldito. Y yo permití que volvieran a hacerme lo mismo... Otra vez... Confié...


- Yo... Yo no-


- ¿¡Vas a seguir mintiéndome!?


- ¡Yo no te mentí!


- ¿No? ¿Enserio? – Trate de levantarme de la cama, pero el primer intento fue inútil, quedándome aun sentado viéndole – Cada vez que me dices que me amas es una estúpida mentira.


- ¡Yo no te miento cuando te digo que te amo! Realmente te amo, Silver.


- Si me amaras... No estaría aquí atado siendo tu estúpida confortación de tu maldita existencia – Agotado, volví a recostarme en la cama, apartando mi vista de aquella cosa – Todo, todo lo que haces que me hace dudar, es porque me manipulas ¿¡Crees que no lo sé!? Sé lo que se siente ¿Qué acaso también estoy equivocado en eso? ¿Eh? ¿Mephiles?


- ... No – Aquel leve susurrar me hizo volver a ver su rostro, aun inocente, aun incrédulo de oír su leve confirmación. Él, decaído, rodo los ojos hacia abajo, apretándose las brazos con sus garras – Yo... No pensaba... Lo hice con el fin de mi propio beneficio...


Me quede observándole, aun incrédulo de lo que decía con decaimiento, como si pudiese creer que estuviese arrepentido, todo lo que hacía ahora para mí, era una condenada farsa.


- Lo hiciste... Sin pensar que me llegase a molestar por eso.


- Lo hice... Pensando que sería lo mejor para los dos...


- ¿Los dos? Oh, los dos, los dos, los dos, los dos... ¿¡Los dos!? ¿¡Oh solo para ti!? Bastardo – Gruñí molesto, mostrando una mueca enfurecida y vulgar que no pude ocultar por la euforia - ¿¡En que mierda hubiera podido beneficiarme tu egoísmo!?


- ... ¿Qué no lo sabes? – Alzo la mirada, desprendiendo un destellos siniestro de sus ojos – Logre liberarte... Por poco tiempo, pero lo hice... Y no me arrepiento ni un poco de eso.


- ¿¡Liberarme!? ¿¡De que-!?


Coloco su mano sobre mi boca de manera tan brusca y repentina que me intimido y me asusto lo suficiente para petrificarme bajo suyo al ver sus ojos impacientes hacia mí, casi gritándome en silencio que dejara de hablar y que dejara de acuchillarlo con cada grito e insulto.


- No lo sé... Pero tu muy bien lo sabes – Dijo claro y fuerte, viéndome suspicaz – Te dije una vez que pude ver atreves de ti, pero no todo. Hay algo que resguardas muy mal, algo que no pude ver, algo que te impide ser feliz, buscar la paz y hallar la calma en otra persona – Soltó su mano de mi boca, bajándola lentamente por mi cuello – Tu mismo te has podido ver cómo te sientes al dejar eso que tratas de mantener, te liberas y te sientes tan libre que puedo sentir tu felicidad tan fuerte y caliente que me quema – Continuo bajando su mano hasta mi pecho, llegando hasta mi vientre – Solo... Desearía poder lograr que lo dejaras de una vez, sin importar con quien estés, sin importar si deseas que sea otro que provoque esa sensación – Presiono con su mano abierta sobre mi estómago, soltándolo antes de bajarse de mi – Si, te manipule, cada vez que me convenía, cada vez que quería mantenerte a salvo, despreocupado, junto a mí. Lo hice, lo hice tan bien que te costó darte cuenta como lo hice... - Paso su mano por su rostro, tomando aire profundo – Fingí tristeza, fingí miedo, fingí dolor, fingí soledad y fingí una y otra vez para que hicieras lo que deseaba...


Más que atónito, miraba al ente con sumo miedo, su rostro mostraba frialdad y tanta seriedad en sus duras palabras que me hicieron temblar sobre la cama. ¿Qué más podía hacer? ¿Qué más lograría hacer para su propio bien? ¿Qué tanto? Solo esperaba que si quedaba algo de conciencia en la cabeza de este muerto, fuese lo que me salvase de no convertirme en una marioneta para este monstruo.


- ¿Por qué?... ¿Por qué?... ¿Qué no te carcome saber que me haces daño así?


- Si... Lo hace. Créeme cuando te digo que me duele tanto como saber que no me harías caso si dejara de fingir – Paso sus garras por la tela de la cama, dejando sonar el raspar de esta – Es algo que no puedo dejar de hacer... Es una muy mala maña que nadie pudo quitar de mi cuando estaba vivo y menos muerto – Choco sus uñas con la parte de madera de la cama, haciendo un sonido seco contra esta al golpearla levemente – Lo hago sin pensar y me molesto conmigo al no poder corregirme de algo tan sucio... Pero trato de tener buenas excusas para hacerlo. Tú eres una, Silver.


- Eso no te da el derecho de jugar así conmigo... - Respondí dolido, tratando de mantenerme serio y molesto, sin lograrlo al sentirme despedazado.


- ¿Ah sí? – Sonrió con amargura, viéndome por encima – Ahora te haré una pregunta, Silver... ¿Por qué me besaste?


- ¿Qué?... Fue... Fue porque yo... - Pensé tener la respuesta, pero calle al darme cuenta... Que no tenía mucha razón el por qué había hecho eso.


- ¿Hmm? ¿Fue por lastima acaso? – Pregunto en espera de acertar - ¿Por qué pensaste que si no lo hacías te dejaría por tu cuenta? ¿¡O fue para mantenerme tranquilo y que no perdiera la paciencia contigo y te tomara a la fuerza!?


- ¡No! ¡Claro que no!... Yo... Aun no logro saber por qué lo hice... Pero no fue por nada de eso – Exasperado, la ansiedad me golpeaba fuerte, agotándome al dolerme la cabeza con gran intensidad, apenas si pudiendo mantenerme consciente y lucido ante la discusión – No tienes el derecho de acusarme de nada. Con todo lo que has hecho no tienes el derecho de molestarte conmigo por una sola cosa que hice.


- Si no tengo el derecho entonces tu tampoco lo tienes con todo lo que hice, por que quieras o no, tú también te beneficiaste, quieras verlo o no – Se dio la vuelta, caminando firme lejos de mí.


- ¿Piensas dejarlo hasta aquí? ¿Ya crees que tienes la razón?


- No... Solo que ya no tengo nada que aclarar – Así, salió del cuarto dejándome con incertidumbre y dudas en mi cabeza.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Me había quedado dormido, con suerte aun mi hechizo se mantenía, logrando saber cuánto tiempo había pasado.


- Un día... ¿Cuánto tiempo espero seguir aquí atrapado? – Me dije a mi mismo, tratando de incorporarme sobre la cama, buscando con la mirada al ente sin hallarlo a plena vista – Bien...


"¡Con control y esencia, transformo estas cadenas en cristal! ¡Libérame de toda magia oscura que me esté reteniendo de mi poder y voluntad de huir! ¡¡Con control y esencia, transformo estas cadenas en cristal!! ¡¡Libérame de toda magia oscura que me esté reteniendo de mi poder y voluntad de huir!!"


Repetía constantemente, sintiendo suficiente magia fluyendo dentro de mí, continuando más motivado en decir una y otra vez el recinto, confiado que esta vez lograría romper las cadenas.


- Buenos días – Su repentina llegada me sobresalto, gritando asustado al verlo aparecer sin previo aviso.


- ¡Ah! ¡Mierda! – Deshice mi magia y trate de disimular demencia ante lo que estaba a punto de lograr - ¿¡Por qué malditas sigues apareciendo aquí!? Solo déjame morir de hambre, así seremos dos muertos atrapados en ese maldito lugar.


- Deja de maldecir por un minuto – Me regaño, trayendo consigo una maleta para dejarla sobre la cama, abriéndola y sacando un arsenal de instrumentos que jamás había visto en mi vida – Y quieras o no, comerás. Solo desearía que fueras más cooperativo y comieras la comida que te doy, no eres el único que le desagrada tener que pasar la comida como lo hacen las aves.


- ¿Qué es eso? – Pregunte viendo como sacaba un objeto de metal de extrañas roscas - ¿Qué vas a hacer con eso?


- ... ¿Tienes miedo?


- Más que eso. Impotencia por no darte la golpiza que mereces – Respondí altanero, amenazándole con la mirada.


- Bueno... Si logro liberarnos te lo permitiré – Saco de la maleta una tabla la cual creo una pata para transformarse en una mesa, dejándola al lado de la cama para ir colocando cada una de esas herramientas – Escucha bien. Voy a hacer unas pruebas con tu magia y la mía para saber cómo podemos usarlas sin que las dos no fluctúen entre sí.


- ¿Qué?


- Ya lo veras. Solo colabora conmigo y esto será rápido –Tomo una extraña paleta transparente, acercando está a mi mano para que esta formara un aguja y me pinchara.


- ¡¡Auch!! ¡¡Déjame!! – Forcejee deteniéndome al ver como mi magia se elevaba como un humo hacia aquel instrumento, formando una burbuja en su paleta para dejar mi magia dentro de esta - ¿¡Para que haces esto!?


- Ya te dije para que – Observo bien mi magia dentro del cilindro transparente, viendo como este se agitaba dentro del instrumento – Deberías calmarte, tu magia está muy irradiada de furia.


- Oh, claro, como si me fuera fácil calmarme cuando tengo un maldito psicópata jugando conmigo al conejillo de indias.


- ... A veces olvido lo irritante que puedes llegar a ser – Tomo otro instrumento, este tenía un extraño espiral, acercándolo a mi antes de que este comenzara a estirarse y cambiar de forma como si estuviese vivo – Te pido que te calmes, o sino dolerá.


- Necesitas mucho más que pedir, estúpido ¡¡Ahhg!! – Sentí como algo se retorcía en mi pecho y luego en mis brazos, era como si diminutas hormigas mordieran todo mi cuerpo - ¡¡Para!!


- Silver, cálmate... - Coloco su mano sobre mi frente, irradiando algo cálido y sereno que me hizo tranquilizarme tan solo un momento. Tome aire y deje que continuara, viendo atento como aquel objeto se abrió en forma de flor sobre mi frente – Así es... Tranquilo... Ahora déjame terminar y no te molestare más... - El objeto acerco una aguja hasta hacer un ligero pinchazo en mi cara, sintiendo luego de esto una gran presión en mi cabeza – Relájate... Concéntrate.


- No... No quiero – Gruñí, soportando la molestia que me generaba.


- ... Silver – Se acercó a mí, casi recostándose a mi lado.


- ¡¡Déjame!! Aaahh... ¡Aléjate de mí!


- Deja de hacerte daño por un momento y escúchame – Regaño, acercándose a mi oreja – No te haré nada malo, solo trato de ayudarte... Descansa solo por un momento... - Acaricio mi cabeza, no siendo lo suficiente para hacer lo que me pedía – Estas agotado... Estas furioso, pero déjalo ya, solo por un momento, deja de luchar... - Su voz profunda y suave sonaba en mi cabeza, ganando un ligero alivio escucharlo así luego de tanto tiempo, cerrando los ojos en inercia – Nada malo te pasara... Podrás hacer lo que quieras, te dejare en paz, solo trata de calmar tu ira, contrólala, deja que la paz llegue a tu cuerpo – Continuo acariciando mi cabello, haciéndome casi bostezar al estar suficientemente relajado – Bien, eso es... Lo haces bien... - Me apremio con más caricias y un beso en mi mejilla, no logrando molestarme por ello, ni siquiera protestar por su abuso – Ya casi... Sigue así, Silver... - Sus caricias pasaron por mis mejillas, descendiendo hasta mis brazos, estremeciéndome por su tacto tan suave y su voz hipnotizaste – Al dejar ir eso que te enfurece, logras conseguir eso que tanto quieres ¿Tan difícil es olvidarlo?


- ... Mmgh... No lo entiendes...


- No, no lo entiendo, pero quiero hacerlo – Se acercó más, rosando su nariz con la mía – Esta bien... Ya está.


Abrí los ojos viendo como una extraña luz junto con mi magia formaba un remolino entre aquel objeto. Mephiles se separó, dejando el instrumento suspendido sobre mí, levantándose para tomar dos instrumentos más, sentándose en una silla al lado de la cama. Uso el primer instrumento que había usado conmigo, sacando de su cuerpo su esencia mágica; esta era oscura y turbia, quedando atrapado en la esfera del objeto. Luego tomo otro instrumento, con varias hojas extrañas que formaban en sus puntas esferas y espirales.

Con esto en mano, el objeto se movió y deformo hasta que quedo ubicada sobre el pecho del ente, abriéndose igual como una flor antes de pincharlo con una aguja y formar en todo el cuerpo de Mephiles venas y cicatrices dolorosas que palpitaban entorno a la ligera lesión.


- Ah... Solo falta... Ver si funciona... - Su magia salió como su propio ser viscoso, rodeado de una extraña sustancia rojiza brillante, formando un espiral hacia el objeto – Ahora solo toca... Unirlas...


- No lo hagas – Por algún motivo esto me daba mala espina, no tenía entendido que ocurriría si trataba de unir nuestra magia de esa manera, pero preferiría evitarlo – No, por favor.


- Tranquilo, Silver... Tranquilo... Se lo que hago – Tomo ambos instrumentos y los unió, logrando que cada estela de nuestra magia se uniera como una conexión.


Un fuerte escalofrió se apoderó de mi cuerpo, nuevas sensaciones diferentes y extrañas no pertenecientes a mi, lograba percibirlas como una corriente. Mi corazón empezó a ir a un ritmo tan rápido que por un momento pensé que moriría, pero luego se estabilizo a una normal, casi mareándome por el bajón.

Luego de un momento al tratar de acostumbrarme a lo que pasaba con mi cuerpo, observe al erizo delante de mí, notando como este hacia lucha al tratar de mantenerse quieto, apretando su mano derecha que forzaba en detener aquella conexión. Su rostro adolorido y sus venas pulsando con más fuerza provocaron un gran temor en mí, como si lo que pasaba el ente fuese algo horrible a comparación de lo que yo sentía.


- ¡Me-Mephiles! – Sin poder moverme, trate de levantarme, pero no conseguí siquiera incorporarme bien.


- Está bien... Está bien... - Tomo aire y estabilizo su respiración, provocando que la conexión entre nuestra magia se calmara como una corriente de agua ligera, provocando a la vez que aquella sensación en mi cuerpo se transformara en una más... Satisfactoria – Ahora... Está mucho mejor – Retiro los instrumentos y los dejos a un lado, recostándose sobre la cama, dejando escapar varios suspiros y quejidos agotados – Realmente... Me odias.


- ¿Aún no lo terminas de entender? – Dije fastidiado de verle tan relajado.


- Jejeje... Si... - Levanto la mirada, viendo aquella onda que formaba la conexión de nuestra magia, moviéndose como las olas del mar – Pensé que no funcionaría... Pero ahí está... Debí hacer esto antes de tratar con los Jackelopes... - Comento, ocultando su rostro entre las cobijas de la cama.


- ¿Qué?... ¿Qué es lo que has hecho?


- ¿Esto? Solo fusione nuestra magia por un breve momento, eso es todo. Tenemos que mantenernos así por un rato – Se fregó la cara con su mano, como si estuviera sintiendo sueño – Es para cuando vayamos a hacer algún hechizo juntos y nuestra magia logre fusionarse como corresponde y no termine en separarse o romperse por algún poder más fuerte e inestable. Lo que quiero lograr es eliminar cualquier infraestructura en la unión de nuestras magias al acostumbrarlas a interactuar juntas de esta forma – Explico, sonriendo tranquilo.


- ¿Y por qué no lo explicaste antes?


- Porque de igual modo no hubieras accedido ¿O sí? – Sonrió hacia mí, sabiendo cual sería mi respuesta.


- ... De igual modo no pienso trabajar contigo nunca más – Dije con frialdad, observando nuestra magia agitarse y cambiando a distintos colores.


- Tienes que hacerlo quieras o no... Que nuestra relación haya cambiado no es excusa para que abandones nuestro trabajo.


- ¡Tú lo abandonaste al romper tu promesa! – Respondí furioso, provocando que la conexión se agitara como un rayo, lastimando a Mephiles que trato de contener un quejido de dolor – Per... Perdona...


- Está bien... Uh... Me lo merezco – Sonrió débilmente, calmándose así la unión entre nuestra magia.


- ... Deja de ser condescendiente... Odio que sonrías de esa manera – Dije no tan molesto, solo queriendo ser grosero con él.


- Lo soy porque lo quiero – Se acercó más junto con la silla, provocando que la conexión entre nuestra magia se acortara más - ... Se siente extraño... Pero bien...


- No me gusta.


- Jejeje, de seguro no – Paso su mano por su pecho, observándome con curiosidad – ¿Puedes sentirlo?


- ¿Qué?


- Nuestra magia. Yo puedo sentir la tuya – Suspiro lleno de calma – Es muy hermosa...


- La tuya no tanto – Conteste con amargura.


- Lo sé... Es horrible y mórbida – Vio con desprecio su lado, mostrando desinterés – Por eso me impresiona que se hayan conectado tan bien.


- Lo mismo digo – Una corriente cálida invadió mi ser, alterándome un poco al ver como la conexión adquiría un color miel, tan dorado y brillante - ¿Qué está pasando ahora?


- Ya queda poco... Se ve tan bien así... - Movió su mano hasta tomar la mía, apretándola levemente.


- Deja de comportarte así. Molestas.


- Lo sé... Lo sé... - Continuo en levantarse y ponerse al lado mío sobre la cama – Lo sé...


- Mephiles... Basta...


- No... ¿Me extrañas? – Pregunto con voz baja, casi tímido, apegándose a mi mientras la conexión en nuestras almas se acortaba más y solo quedaba una pequeña luz entre nosotros.


- ... ¿Qué podría hacer si fuera así?... No volverá a ser lo mismo... - Respondí cabizbajo, moviéndome en esfuerzo para alejarme de él sin conseguir nada.


- Claro que puede... Solo tienes que aceptarlo – La luz de nuestra magia resplandecía más fuerte, me comenzaba a sentir mareado, como si la magia de él se adentrase en mí y la mía en su cuerpo, recargándome de su poder, era casi embriagador – Puede ser como tú quieras, Silver... Solo tienes que pedirlo y lo haré...


- No... No es así – Acerco su rostro al mío, viéndome con esos ojos cargados en amor, tan dulce me miraba que me ruborice fuertemente, atontado, indefenso nuevamente al ver como lograba hacer que mi cuerpo débil temblara al ser rodeado por el suyo – Aun no... -


Su boca se formó lentamente a la vez que sus labios chocaban con los mío en un leve rose, juntándolos para probarme, estando tan unido conmigo que me deje llevar y me uní en ese beso arduo y desesperado en buscar la calidez de ambos.

Logre mover mis manos y mis pies al sentir como habían sido liberados, y en inercia los moví para abrazarme a él, juntándome contra su pecho, pidiendo con bocanadas y chupones más de sus besos y caricias. Gemía bajo y débil, confundido por no saber cómo me convertía en un desastre al tenerme así bajo de él, perdido en todas las sensaciones que experimentaba mi cuerpo al sentir su magia unida a la mía.

Aquella luz ceso y deje de sentir nuestra magia fusionada. Él me sentó sobre sus piernas, abrazándose a mí, aun devorando mis labios como yo hacía con los suyos, abrazándome con fuerza, acariciando mi cuerpo, resoplando y ronroneando sobre mí, terminando ese beso para apartarse un poco y verme.

Era tan lindo... Como me sonreía de esa forma tan hermosa, tan dulce y amorosa. ¿Qué me estaba pasando?


- Estúpido – Apreté mi puño, apartándolo de mi – Eres un estúpido.


- Silver... Por favor – Acaricio mi mejilla, haciéndome verlo molesto – Te lo suplico... Deja de pelear, deja de alejarme. Tú sabes que lo necesitas...


- ¡¡No!! – Sacudí mis brazos furioso, alejándome de él - ¡¡SOY UN ESTUPIDO!! ¡Un gran estúpido!


- ¿Silver?


- ¿Por qué me sigues engañando? ¿¡Por qué me sigo engañando!? – Ahora el pecho me dolía, parecía que quisiera expulsar algo pero no sabía bien que era - ¡Siempre vuelvo a caer en el mismo juego! Nada ha cambiado, seguiré siendo un tonto niño patético que se deja ilusionar con promesas de amor vacías.


- No son promesas vacías. Te juro que mi corazón jamás había latido tan fuerte luego de muerto – Trato de acercar sus manos a mí, pero me retraje, arrastrándome para que no me alcanzase - ¡Silver, por favor! No me dejes... Realmente lo hago, lo hago, te amo.


- ¡No es cierto! – Le grite furioso, queriendo golpearlo para que se callara - ¡Deja de decirlo! ¡No quiero creerlo! ¡Deja de intentar que te crea! – Comencé a llorar, sin resguardarme cualquier sollozo – No quiero... No quiero...


- Silver, por favor... No...


- No quiero creerte... No quiero volver a cometer el mismo error – Limpie las lágrimas con mis manos hechas un temblor, viendo el entristecido rostro del ente – Vete... Déjame solo.


- No quiero dejarte, quiero ayudarte – Se acercó tan solo un poco y fue suficiente para mí.


- ¡¡Dije que te fueras!! – Con mi telequinesis lo lance lejos hacia la puerta, escuchando junto con su quejido un fuerte estruendo que provoque al golpearlo - ¿¡Que podrías tu saber sobre amor!? Solo sabes manipular, mentir, hacer todo a tu antojo ¡¡No sabes nada!!... Y yo tampoco... ¡¡LARGO!!


Dejando raspas sus garras contra la madera de la puerta, descendió hasta que sus zapatos tocaran el suelo. Temblaba, podía verse. Su rostro angustiado fue remplazado con un semblante triste, manchando sus mejillas del negro de sus lágrimas. Era como si él... Se hubiera roto.

Con un lamento se deslizo por la puerta, agachando la cabeza y desapareciendo de la habitación. Solo quedo el sabor de sus labios en mi boca y su magia en mi cuerpo que termino en lastimarme lo suficiente para reventar en llanto, ahogándome en mi soledad y en mi autocompasión.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Más días habían pasado y se sentía que solo habían pasado horas. Agobiado con los conflictos que seguía enfrentando en mi cabeza, el tiempo no era suficiente para buscar la solución de mis problemas. Ciertamente, ya no sabia que hacer...

Tres días en el mismo cuarto, tal vez esperando que Mephiles volviera y me encadenara otra vez a la cama y volviese a hacer su paciente psiquiátrico, o solo estaba rendido de seguir vagando por la mansión, pudiendo toparme con el ente nuevamente y crear otro conflicto por nuestro encuentro. Por mucho que deseaba comer y lo mucho que deseaba volver a salir de la mansión a buscar la ayuda de mis preocupados amigos, permanecía encerrado en esa habitación, solo teniendo la compañía de la pareja de aves que aún se encontraba en el respaldar de la ventana, abrigándose y obteniendo su alimento de unos diminutos envases, los cuales ya se agotaban.

Si el recorrido de meses dentro de la mansión con el mejor guía que podía haber había sido fructífero, podría moverme hasta el comedor y volver a la habitación tan rápido como me era ir al baño de la habitación, pero el miedo de volver a verlo... Me dejaba aferrado dentro del cuarto. No esperaba convertirme en un agorafóbico, pero no me sentía listo aun, necesitaba meditarlo más, necesitaba...


- No... No lo necesitas – Me dije molesto, abrigándome más con el sweater de lana con el que me había vestido aquella ocasional mañana de tormenta.


Paseaba de un lado al otro dentro de la habitación en una caminata moderada, desgastando mis zapatos en eso al pasarme todo el día haciendo eso únicamente, luchando con la ansiedad de mi mente, corazón y estomago que formaban al no hallar solución para otro día a mis indecisiones, esperando calmar cualquiera de sus exigencias... Las prioridades de mi estómago iban ganando.

Las aves calmaron la tormenta en mi cabeza con su singular canto, haciendo un encantador dueto con sus silbidos arrulladores que hacían competencia contra el fuerte eco del viento aullando en el exterior. Camine hacia la pareja, sentándome cerca de ellas, solo admirando su calma al estar abrigándose una a la otra sobre el nido, dándole al mismo tiempo calor a sus huevos.


- Son tan lindos... - Musite, observando con añoranza al par – Me gustaría tener algo así de lindo... Tener a alguien que vele por mí y yo por él... Si solo pudiese ser verdad lo que dice – Me recosté, apoyando mí mentón de mi mano – ¿A quién no le gustaría vivir en una hermosa mentira? Yo lo hice por mucho tiempo y mira lo que me hizo... - Le hablaba a las aves, pero la conversación iba más hacia mí mismo - ¿Cómo que se llama? – Alce la mirada, viendo hacia el techo con su diseño rococó - ¿Filofobia?... Si... - Hice una mueca viendo hacia la ventana, indiferente hacia la enorme tormenta que se desataba – Espero los del pueblo estén bien...


La preocupación de haber dejado a mis amigos al ser llevado a la fuerza por un monstruo quedaba muy por debajo de mis principales problemas. Solo esperaba que cada uno estuviera bien, deseaba dejarles algún mensaje para que supieran que no me encontraba en peligro.


- Sí, eso haré – Me levante, dándole un último vistazo a las aves que me observaron curioso de mi repentino cambio – Y también les traeré algo de comer, no sé preocupen...


Camine donde mi maleta, tomando ropa bien abrigada hasta quedar abultado en prendas gruesas y acolchonadas. Camine por toda la habitación en busca de una salida, encontrándola solo al abrir una gaveta de uno de los muebles, desprendiendo luz que era el camino de un portal; inseguro, me adentre en esta un pie tras otro, lanzándome hacia el portal y caer sobre un sofá afuera de la habitación, estando otra vez en los pasillos.

Poco iluminado y tétrico tras la fuerte tormenta que se veía afuera tras los enormes ventanales, la mansión se veía tenebrosa, como una casa de terror, ruidosa con el eco de la fuerte ráfaga de viento que se formaba afuera en la fría nieve. Con poca motivación ahora, camine apresurado, buscando algún camino reconocible para llegar hacia la entrada de la mansión, tomándome solo unos minutos de caminata hasta finalmente hallarla luego de cruzar una pared.

Trague saliva, sabiendo la inclemente fuerza natural que me esperaba afuera, pero aun así trate de armarme de valor, sentándome en el suelo en espera de que pasasen las horas y fuese el momento de salir.


Creaba con cuero y ganchos de bronce unos medallones que lograban transmitir una señal al ser activado con magia, dicha señal sería un brillo que lograba compartir energía vital o en tal caso, de mandar una alerta al chispear con frenesí. Finalizado, termine con cinco medallones, dispuesto a dárselos a mis amigos en caso de emergencia y no estar juntos para ayudarnos.

La hora llego y justo cuando termine, levantándome del suelo para usar mi magia y abrir las puertas. Casi caí otra vez al suelo por la fuerte ráfaga de viento que se adentró al apenas abrir las dos enormes puertas, abriéndolas del toda para hacerme frente al fuerte clima. Con pasos fuertes y firmes, envolviéndome en mi magia, camine sobre la nieve, tan rápido como me lo permitía el furioso viento que me hacía retroceder y mover de un lado al otro.

Casi perdido por la poca visibilidad entre el blanco de la nieve moviéndose violentamente a mi alrededor, caminaba hasta conseguir el camino de piedra, casi oculto por la nieve hacia el pueblo. Sin perder más tiempo, forme una esfera con mi magia, un campo de magia que evitaba que el viento entrara en esta, protegiéndome para poder moverme más rápido, llegando así hacia las primeras casas, donde tuve que deshacer el campo para no llamar la atención.

Llegue hacia la cabaña del señor Chuck, golpeando con fuerza la puerta para que acudieran rápido a abrirme, y el primero en recibirme fue...


- ¿¡Silver!? – El joven cobalto al verme tras su puerta, me agarro en un fuerte abrazo, adentrándome en su hogar para cerrar la puerta tras mí - ¿¡Como estas!? ¿¡Que paso contigo!? Diablos, perdóname por no haberte buscado mejor en esa vieja pocilga – Dijo liberándome de su abrazo, viéndome preocupado.


- Tranquilo, tranquilo – Le palmee la cabeza como si fuese un pequeño niño al ver a su hermano mayo luego de mucho tiempo – No me hubieras encontrado jamás sin importar que buscaras bajo de la misma mansión – Le regale una sonrisa cálida, sacudiéndome la nieve de mi ropa antes de comenzar a sentirme a gusto – Perdona ¿Esta tu tío Chuck en casa?


- ¿Eh? Está atrapado en la cantina de al lado... Siempre le pasa lo mismo cada invierno, estará bien – Respondió soltando un suspiro – Pero ¿En dónde has estado todo este tiempo? Todos te buscamos estos últimos días... Excepto hoy. El clima esta terrible... Y aun así viniste con toda la nieve... Rayos, me haces sentir como una mierda, amigo.


- Lo siento, lo siento de verdad, pero no sabía si tendría otra oportunidad de salir de ahí – Trate de compensar al buscar el medallón que había hecho, sacándolo entre mis cosas.


- ¿Otra oportunidad? ¡Es cierto! – Se golpeó la frente, cambiando su rostro a uno más preocupado - ¿¡Quién demonios era ese sujeto que te llevo y nos pateó el trasero!? ¡Esa cosa no era natural, era un monstruo!


Detuve lo que estaba haciendo, volviendo a guardar el medallón y bajado la mirada pensativo con sus palabras, estando tan de acuerdo pero a la vez... En total desacuerdo. Busque donde ponerme en comodidad, sentándome en el sofá de su sala, haciendo él igual en espera de mis explicaciones.


- Si... Es un monstruo, de hecho... Pero... No... No es mi enemigo... Y en tanto tampoco el suyo – Respondí decaído, viendo la reacción de confusión de Sonic.


- ¿¡Que estás diciendo!?... Bueno, sí, ese sujeto termino de rematar a lo que quedo del Wendigo... ¡Pero se devoro todas las almas como si fuesen fideos! ¡Tú lo viste! Sin nada de remordimiento ¡Y luego te estuvo amenazando en ir con él y nos hizo a todos a un lado como simples moscas! – Sin detener cada objeción del erizo azul, asentía con cada cosa que decía, no teniendo algo con que defender las acciones del ente – Y tu presenciaste de cerca como amenazo contra la vida de nuestra amiga Blaze ¿¡Como que no es nuestro enemigo!?


- Sí, eso es algo de lo que tengo que hablar seriamente con él una vez lo vuelva a ver...


- ¿Hablar? ¿Lo volverás a ver? – Pregunto curioso de modo neutral, más curioso que desconcertado - ¿¡Que acaso esa cosa es como un compañero tuyo o qué diablos!? – Termino de molestarse con mi respuesta, desorientado al no terminar de explicarle del todo.


- Yo... Lo siento... - Entendí su confusión y solo pude agachar la cabeza como disculpas, apretándome las manos con suma vergüenza – Es que... Es difícil de explicar... Pero más que todo... - Hice pausa de lo que decía, teniendo el desagrado de confesar.


- ¿Qué relación tienes con ese sujeto? ¿Y quién es en realidad? Silver – Volvió a preguntar, más serio, inclinándose hacia adelante sobre su asiento – Puedes confiar en mí, Silver, somos amigos después de todo y todos estamos dispuestos a ayudarte por cual sea la situación... Solo cuéntame.


Realmente era alguien que a pesar de ser menor que yo, me brindaba la confianza como si fuese superior a mí, alguien como un líder, transmitiendo calidez y seguridad al estar cerca de él. Tome aire, deshaciéndome del nudo que se hacía en mis manos al estarlas frotándolas nervioso, levantando la mirada con plena seguridad.

Le conté todo lo más esencial, desde el inicio cuando conocí a Mephiles y de nuestra situación, revelando todo sobre la maldición y la capacidad mágica de ambos, más todo lo que habíamos logrado conseguir con tal de poder deshacernos de la maldición. Ahora lo más difícil era... Explicar de nuestro conflicto.


- Entonces... Él... Mato a los Jackelopes, si... Es algo horrible, todo... ¿Pero tanto como para buscarte como un loco por la nieve y atentar con nuestras vidas? – Confuso aun, se cruzaba de brazos, ya consiguiendo los huecos argumentales de mi historia.


- Si... Sobre eso... Es que... - Agache la cabeza de nuevo, ya no teniendo mucha confianza – Él y yo... Él...


- Son pareja.


- No, es que él y yo somo... - Mis orejas y mi rostro culpable de un rojo se alzó, viendo dirección hacia el cobalto con su rostro juzgador y serio - ¿¡Que!? ¡No, no, no, no, no, no! Eso... Eso... - Sin poder ocultar la verdad, solo me quede un momento en shock por no saber cómo el conocía eso - ¿¡Cómo es que lo sabes!?


- Solo junte varias piezas – Subió los hombros sin preocupación, alzando su dedo en alto – Uno. Te habías comportado muy extraño el día del cumpleaños de mi tío, como si fueses más confidente con los chicos semejantes a tu edad – Saco su primera evidencia, siendo muy minucioso en ese punto – Dos. El señor Vector ha estado más gruñón que nunca, culpando a un homosexual por agredirlo a él y a su amiga. Específicamente describió a un chico con cara de bebe – Sonrió burlón, sacándome un gruñido por aquel comentario – Y tres... Blaze ha estado muy confusa con respecto a algo que dijo aquel sujeto antes de llevarte – Paralizado, quede estático, sabiendo a lo que se refería - ... Sea lo que sea, Silver. No deberías estar con ese tipo, es peligroso y totalmente desequilibrado. No es normal lo que hizo.


- No... No es su culpa... Es un alma atormentada, atrapado entre dos planos sin lograr conseguir la paz.


- Silver – Se levantó dando un paso hacia mí, viéndome seriamente molesto - ¿Acaso dices que tú también lo amas?


Un escalofrió de miedo paso por mi cuerpo, comenzando a sudar nervioso, viendo las interrogantes de Sonic como jeringas cargadas en un veneno que me lastimaría dependiendo cual fuese mi respuesta.


- Vamos, solo tienes que decir que no... Pero tu silencio responde por ti – Agacho la cabeza con decepción. Moría de vergüenza, solo podía verlo, sin siquiera negar lo que decía – No puedo creerlo, la verdad – Se tomó de sus púas, peinándolas hacia atrás, desviando la mirada lejos de mí – Pensaba mejor de ti...


- Lamento decepcionarte... Yo también lo estoy – Junte mis manos, no pudiendo verle más la cara.


- No me decepcionas – Negó, volviéndose a sentar – No me molesta ni me desagrada tu orientación sexual... Lo que ocurre es que... No pareces el tipo de sujeto que se enamoraría de un tipo... Como él...


- Enamorarme... – Repetí, viéndole algo ingenuo por las palabras que uso - ¿Realmente parezco estar enamorado de un muerto?


- Uh... ¿Bueno que sino?... Digo... No necesariamente, yo... - Se coloro viendo a todos lados nervioso – Es lo que supongo, yo no entiendo mucho estas cosas... Ni siquiera entiendo mucho lo que siento por una amiga... Lo único que puedo hacer es... Correr – Su pie comenzó a moverse con rápidas zancadas, llevando su mirada al suelo – Esas cosas son demasiado complicadas para mi cabeza llena de aire... Solo... Puedo comprender como se siente estar atado a ese sentimiento y como es tan fuerte y exasperante que se siente como un enorme peso del que no tienes fuerza para poder levantarte... Tan grande que sin importar cuanto corra... No puedo escapar...


Sus ojos llenos de un brillo encantador, algo decaídos, mostraban un ensueño reconocible para mí, una misma mirada que había visto antes. Sonreí, conociendo de quien se tratase.


- ¿Te refieres a Amelia Rose? – Él levanto la cabeza, ahora portando el mismo sonrojo que yo cargaba hace un momento por haber sido revelado su verdad.


- ¿¡Que!? ¿¡Acaso leíste mi mente!?


- Jajajajajaja, oh por dios, no, no hubiera sido más sencillo que verlo en tu cara – Reí, cubriendo mis labios con mi mano, ya no sintiéndome tan indefenso al conocer también por quien latía su corazón – Ella también está muy atraída por ti, y tienen la misma mirada de anhelo al pensar en su amor... Es... Lindo – Sonreí débilmente, haciéndome ilusiones de pensar que Mephiles tuviera las mismas expresiones que yo al pensar en él – No te preocupes, no diré nada si es que te preocupa... Pero deberías decírselo.


- ¿¡Estás loco!? Ella me ataría en matrimonio y ya no podría hacer las cosas que me gustan – Protesto con una cara más berrinchuda que triste.


- ¿Pero no la amas?


- ... Tanto como correr a toda velocidad en libertad... Pero ella no me dejaría ser como yo quiero y dejarme ir a donde quisiera... Es por eso que es muy complicado lo nuestro...


- ¿Y ya has hablado de eso con ella? – El cobalto callo, no sabiendo que respuesta dar con seguridad.


- No... Pero no creo que ella me lo permita... Por eso prefiero dejarlo así...


- Pero los lastima a ambos... ¿Por qué lo retienes tanto? – Pregunte, pero calle al darme cuenta de mis palabras. Arrugue el rostro, molesto conmigo mismo por ser tan estúpido – Yo...


- ¿Crees que ella aceptaría mi deseo? – Su pregunta interrumpió mis pensamientos, viéndome esperanzado de mi consejo.


- Yo... La verdad no lo sé... - Desalentado, trate de ver mis errores y ver a través de Sonic como si fuese una mejor oportunidad que la mía – No sé realmente cual sea su respuesta... Pero sea cual sea, si ella te ama así como tú a ella, aceptara tu deseo, porque tu felicidad es lo más importante para ella, así como la suya es para ti – Algo tímido, sonreí, dándome cuenta... Que debía tomar mi propio consejo también para mí.


- ¡Tie-tienes razón! – Se levantó alzando su puño en alto, totalmente entusiasmado - ¡Eres el mejor en dar consejos, Silver! – Me alago, pero para mi propia arrogancia y terquedad, fue más como un golpe por ser tan ciego para la solución de mis problemas.


- No, no tienes que agradecer...


- ¡Lo digo enserio! – Dijo con seriedad, levantándome de mi asiento para sacudirme con fuerza – Tu situación es tan difícil y complicada que los más simples y tontos problemas de amor son tan sencillos para ti que sabes cómo resolverlos – Mis labios se estiraron en ancho, muriendo de vergüenza por ser todo lo contrario, no pudiendo ver la cara alegre de Sonic por su altas expectativas en mí.


- No... En serio... No es cierto.


- Tonterías, eres el mejor dando consejos en todo – Me golpeo leve en el hombro, sacándome un quejido triste por ser demasiado patético para mi propio sistema – Sea el problema que tenga entre ambos, lo solucionaras... Porque se aman... ¿No? – Volvió su sonrisa a mí, tan entusiasta y emocionado que solo pude agachar la mirada entristecido.


- Realmente no lo sé... Pero si es así... Espero que tengas razón – Tome mi bolso, sacando de este el medallón que había preparado, entregándoselo al cobalto que miro curioso el objeto – Esto nos ayudara a todos a mandar señales de ayuda y asistir con aportes de magia si es necesario.


- ¿¡Enserio!? ¡¡Wow!! ¡Genial! – Se la coloco sobre su chaqueta, posando luego como si fuese un conmemorativo para un capitán - ¿Cómo se me ve?


- Grandioso – Sonreí de manera amable, tomando tres medallas más, dándoselas a Sonic – Necesito ver a Blaze y luego regresar a la mansión. Por favor, entrégale estos medallones a Knuckles, Tails y Amy.


- No hay problema, amigo... - Marche hacia la salida con todas mis cosas, abriendo la puerta, dejando entrar una ráfaga fuerte – Espera, ¿Piensas irte ahora? ¿En el medio de la tormenta? Eh... Tengo que esperar a mi tío, pero no quiero dejarte solo por toda esa nieve...


- Tranquilo, no me pasara nada. Quédate a esperar a tu tío y dale mis saludos... - Me abrigue mejor, dando un paso hacia el exterior – ¡Ah! Antes de irme – Retrocedí, viendo a Sonic con una sonrisa tonta - ¿Sabes dónde vive Blaze?...

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Varias veces había golpeado la puerta sin recibir alguna respuesta, nadie salía a atenderme, algo desalentador al pensar si realmente estuviese a punto de morir congelado me encontraría al día siguiente como un cubo de erizo congelado. Revise alrededor de la casa buscando en todos lados alguna señal de que alguien se encontrase dentro de esta, pero nada, parecía vacía.


- Por dios, que no haya salido a buscarme... - Dije en voz alta, volviendo por mi camino, hasta que me detuve por ver cerca de la casa una pequeña choza, acercándome a esta al distinguir que dentro de esta había luz. Abrí la puerta lentamente, asomando mi cabeza para ver dentro de esta - ¿Hola? ¿Hay alguien?


- ¡¡Aah!! – La gatita morada se había caído tras un montón de heno de la impresión al verme, espantando varias cabras bebes que se abrigaban con ella junto al frio - ¡Silver! – Con la hierba en sus cabellos y rostro, se asomó pasmada con los ojos bien abiertos - ¡Estas bien! – Salió de su escondite, corriendo hacia mí para abrazarme, fregando su cara en mi pecho.


No rechace su abrazo, la abrase con fuerza, acariciando sus cabellos, aliviado de verla totalmente bien. Realmente la apreciaba mucho, no deseaba que nada malo le pasase jamás, no a alguien tan bella como ella.


- Oh, Blaze, perdóname por irme de forma tan trágica – La rodee con mis brazos, aferrándome de su pequeño y delicado cuerpo – No tienes idea de lo feliz que soy al volver a verte.


- El sentimiento en mutuo, Silver – Tomo mi mano, pasándolo por su mejilla ruborizada, viéndome con ojos llenos de amor - ¿Qué fue lo que paso? ¿Cómo pudiste escapar de él?... ¿Realmente estamos a salvo de ese monstruo?


Sabiendo muy bien lo último que vio, entendía sus ideas y expectativas del ente, pero solo respondí con agachar la cabeza, ya no logrando ver ese monstruo del que todo el mundo hablaba; si lo era, ya no era capaz de reconocerlo, solo veía un amigo, alguien por quien mi corazón dolido trataba de latir. ¿Acaso estaba siendo otra vez manipulado por él? ¿Nuevamente volvía a caer en su juego? Solo podía esperar que estuviese equivocado y que todo esto pudiese enmendarse.


- Blaze... - Musite, apagando mi alegría.


- ... O es... ¿Cierto? – Se alejó, viendo despectiva. Yo agache la mirada, no teniendo la necesidad de negarle lo que decía pero tampoco de afirmárselo - ... Te enamoraste de él.


- ... Lamento que te hayas tenido que enterar de esa forma – Frote mi brazo con culpa, como si esperase lo peor de mi amiga por lo que era.


- No lo entiendo... ¿Por qué de todos él?... Me hubiese dado igual si hubiera sido cualquier otro chico... ¡Enserio! Después de todo ya me habías rechazado... - Ella igual bajo la mirada, caminando por el pequeño establo, pasando su mano por la cabeza de una pequeña cabra – Digo... Me hubiera sentido peor al saber que te hubieras enamorado de otra chica, pero... No lo termino de entender.


- Yo tampoco... - Confesé, siguiéndola a una distancia prudente – Aun... No estoy seguro que siento por él... Es horrible – Me senté sobre el suelo, soltando un pesado suspirar, siendo acompañado por Blaze que igual se sentó a mi lado – No he deseado a volver a amar otra vez en mi vida, ya he sufrido lo suficiente por amor y ahora... De todas las personas... Un muerto – Chasque mi lengua, pateando la tierra con mis zapatos – Mi corazón debe tener un asqueroso gusto con los chicos...


- Jejeje, claro que no... - Poso su mano sobre mi brazo, dedicándome una sonrisa amable – Eres una buena persona, Silver. Eres amable, bondadoso, justo y tierno... Alguien tan bueno como tu hizo que algo de amor saliera de aquel hechicero, algo que también logro sacar de ti aquel ente que se enamoró perdidamente de ti – Dijo con dulzura, cambiando su rostro de un momento a otro a atónita, ruborizándose por completo, sonriendo avergonzada – No... No lo culpo por lo que hizo... Realmente trato de no lastimarnos... - Se llevó la mano a su pecho, estrujando la ropa bajo su mano – Yo hubiera hecho los mismo que él si hubiera tenido la oportunidad... La oportunidad de ganarme tu corazón... Él estaba tan desesperado tan determinado para volver a tenerte otra vez... Pero a la vez desafío tus decisiones y deseos y eso es algo que no puedo perdonar – Su rostro mostro un ceño molesto, volviendo a verme – Por eso no entiendo muy bien... ¿Qué es lo que quieres hacer? ¿Qué es lo que hizo para que volvieses a confiar en él?... A pesar de que te ama... ¿Es alguien bueno para ti?


La gatita conocía, era sabia al respecto, tal vez por tener o haber tenido los mismos sentimientos... Pero era demasiado para mí. Todos esperaban demasiado de mí y lo único que quería era escapar de tantos problemas y conflictos, de dejar todo atrás y dejar mis preocupaciones... Por eso había aceptado el trabajo de ir a este pueblo perdido en la nada, por eso había estado tan entusiasmado de alejarme de mi vida aunque fuese un día... Pero ahora... Estaba atrapado.

Y eso solo me llenaba de una extraña felicidad.


- Blaze... Nunca he estado seguro de lo que quiero... Solo soy un chico tonto que hace las cosas por impulso antes que por conciencia – Reí bajo, tomando su mano – Volveré a la mansión y resolveré todo... No será sencillo, pero haré todo porque el respete mis deseos y decisiones, así como los de ustedes.


- Espero que lo consigas. Solo deseo que seas feliz – Dijo con una sonrisa cálida, ocultando en su rostro una ligera tristeza que forzó en disfrazar con su alegría.


Me levante del suelo, dirigiendo la vista al exterior, viendo como la tormenta se calmaba.


- Solo... No entiendo una cosa – Dije antes de avanzar hacia mi camino, volviendo a ver a la gatita aun sentada en el suelo - ¿Por qué todos dicen que lo amo? Yo ni siquiera estoy seguro de eso.


Ella rio bajo, levantándose elegantemente para tomarme ambas manos, viéndome paciente.


- Solo pones esa mirada cuando escuchas de él – Soltó mis manos sutilmente, dejándolos caer al deslizarlo por sus dedos – Tus ojos... Se iluminan de manera encantadora... Cuando piensas en él...


Me recogí los mechones que cubrían mi rostro, colorándome por aquel comentario. ¿Tan cierto era que parecía estar enamorado? ¿Cómo podía saberlo? ¿Cómo ellos podían saberlo? ¿Con una simple expresión?


Tímido, trate de deshacer la expresión que decía ella que hacía, sin saber si lo estaba haciendo en ese mismo momento, como si eso también fuese a deshacer lo que sentía. Apreté mis labios como si evitara sonreír, algo cálido se apoderaba de mi cuerpo, cubriendo mis mejillas en calor del rubor. Que tonto debía de parecerme, pues sino, ¿Por qué Blaze reía cariñosa y se sonrojaba al verme?


- Me siento algo tonto... Por favor, no te sigas riendo – Pedí apretando mis ropas con fuerza.


- Jajaja, lo lamento, no quería hacerte sentir mal... - Dejo sus risillas dulces, viéndome animada – Créeme... Estará bien.


- Gracias por todo, Blaze. De verdad eres una verdadera amiga – Me acerque a ella, plantándole un beso en su mejilla, logrando que se esponjara como una mota de algodón – Ahora estamos a mano, jajajajajajaja


- ¡Hey! – Se sacudió, bajando su pelaje – No es justo – Gruño, viéndome con ojos berrinchudos.


- Lo sé, jejeje – Camine hacia la salida del pequeño establo, escuchando tras mío los pasos de la gatita siguiéndome de cerca, junto con las campanas y cascabeles de las pequeñas cabras siguiéndola – Nos veremos pronto, cuídense todos... - Saque de entre mis cosas su medallón, entregándoselo en su mano – Cuídate.


- Lo mismo va para ti, Silver the Hedgehog – Respondió con una sonrisa de lado, viendo desde dentro del granero como me marchaba.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

- ¡Qué frio! – Chille, terminando de cerrar las puertas de la mansión, notando como la nieve se deshacía rápido en agua sobre mi ropa – Ahora... Debería de buscar comida...


Marche por los pasillos solo un par de minutos y llegue sin ningún problema al comedor, estando repleto de comida y sin nadie quien la comiese. Llene mis bolsillos de arroz y tome el agua necesaria para las aves, aprovechando igual, comiendo todo lo que pude, retirándome a donde pertenecía mi habitación.

Casi una hora caminando y finalmente había entrado a la habitación, siendo la entrada por el techo, cayendo hacia la cama dando varios rebotes sobre esta, algo agitado por el susto, calmándome luego de dejar de rebotar sobre esta.


- Uh... Aún no ha vuelto Mephiles... - Dije al notar lo vacío de la habitación, siendo recibido por dos cantos alegres, viendo dirección a las aves que salieron volando hacia mí, reposando en mis hombros – ¡Tranquilo pequeñines! Ya les traje comida – Baje de la cama, sacando un puñado de arroz para dejarlo en el plato de las aves, finalizando con llenarles su bandeja de agua limpia y nueva - ¿Mucho mejor? – La pareja voló un poco alrededor, tomando luego de la comida para comérselo con moderación.


Sin nada más pendiente que hacer, recorrí de poco la habitación, ya impaciente por la espera del ente. Pasaban los minutos lentos y apenas el pasar de una hora me frustraba de la ansiedad, tan solo viendo el exterior oscuro, ya siendo bastante tarde.


- ... Tal vez... Se haya quedado en una biblioteca leyendo un libro – Me dije a mi mismo, deshaciéndome de mis prendas, alistándome para dormir – Mañana vendrá... Ya han sido varios días, debe estar muy preocupado por mi... Si...


Me monte sobre el colchón, destapándolo del grueso edredón para envolverme con este, acostándome y acomodándome sobre la enorme y blanda almohada, apretándola con mi mano, como si esperase que me apretara igual mi mano devuelta. Suspire preocupado. Algo aun me sabía mal.



La mañana llego repentina, siendo mi alarma las aves que cantaron con la salida del sol. Me levante casi desorientado, frotándome el rostro aun dormido, viendo soñoliento la silla vacía que Mephiles siempre ocupaba.

Me fui a preparar, aseándome, vistiéndome y alimentando las aves, comiendo junto con ellas, dejando pasar el tiempo para que Mephiles volviera a aparecerse en el cuarto... Pero no llego.


- ¿Ustedes saben a donde habrá ido? – Les pregunte a las aves sin recibir respuesta de ambas - ... ¿Estará bien? – Comencé a preocuparme. Antes de que abandonara la habitación le había rechazado, insultándolo y lastimándolo. ¡Por supuesto que no estaba bien! Nuevamente le había herido y esta vez lo logre lastimar – ¿Por qué siempre le hago daño? – Fui donde estaban mis cosas, viendo cerca de estas varios libros - ¿Son?... – Tome uno, reconociendo este de la saga de libros que había estado leyendo – Los dejos aquí – Abrí uno, leyendo tan solo un poco del prólogo - ... Debería esperar a leerlo con él... - Los colores claros de un cuadro me hicieron ver hacia este, viendo la pintura de Mephiles - No es nada como me lo imagine – Comente, viendo todo el detalle del pincelado en la pintura, siendo especial cada línea y manchado de la brocha en el lienzo – Es mucho mejor de lo que me imagine – Me sentía culpable de no haber confesado lo bueno que era. Observe con más detenimiento la obra de arte, viendo tras esta un escrito de color verde – Para Silver... De Mephiles – El corazón me fue rodeado por muchos alfileres al ver esto, no teniendo otro pensamiento que el de volver a verlo – Tengo que buscarlo.


Tome mis cosas de inmediato, buscando por todos lados la salida, consiguiendo escapar de la habitación rápidamente, corriendo ahora por los pasillos, gritando su nombre.

Tras habitación en habitación, continúe sin detenerme, cambiando una y otra vez de un trote moderado a una corrida apresurada, casi asustado de no hallar al erizo oscuro. Gaste rápidamente mi energía, sin poder correr o levitar por los aires a causa de mi agotamiento físico, teniendo que tomar reposo en una de la habitaciones; está en diferencia de las demás, tenía una enorme colección de maletines, apilados de distintas formas, creando muebles como sillas, mesas, esquineros, entre otras cosas. Maletines de distintos tamaños, formas y colores, consumiendo la habitación en estos.

Me senté sobre uno de estos con forma de silla, tambaleándome tan solo un poco antes de acomodarme mejor y descansar un momento hasta estabilizar mi respiración.


Al lograr calmar mi respirar y el fuerte y rápido palpitar de mi corazón empecé a revisar mejor la habitación desde donde estaba, confiando que dentro de esta no pasaría nada malo. Así, tome un momento para saber cómo me disculparía con Mephiles, ¿Qué podría hacer? Él también debía de estar cansado de todo esto. Una y otra vez intentando acercarse a mí, una y otra vez tratando de conquistarme, una y otra vez... Tratando de ganarse mi corazón. Aun si fuese sincero y cierto lo que comenzaba a sentir, mi cabeza no me permitía del todo aceptar esta relación, volver a dar toda mi vida por alguien, era algo que me hacía temblar del miedo.

¿Tan dañado estaba que lograba ser toxico en estas cosas? Desde un principio deseaba no siempre estar enfermo del amor, deseaba ser curado, deseaba poder volver a enamorarme de alguien otra vez... Pero el miedo podía conmigo, y del miedo pasaba a la apatía, y de la apatía pasaba el rechazo, rechazaba con todas mis fuerzas que alguien ofreciera palabras de amor en vano, sin importar si eran ciertas o no, ya no deseaba ser lastimado... ¿Pero debía rechazar el corazón de un muerto enamorado? Mi cabeza decía: "¡Absolutamente!" Pero otra parte de mí decía: "... ¿Qué más podría hacer latir el corazón de un muerto que el verdadero amor?"

La gran incógnita por la que me detenía en poder creer, en poder confiar, era si realmente decía la verdad... Tan solo tenía que intentar, intentar así como lo hacia él, porque algo era seguro... Si el me quisiera para su propio deseo, para su propia satisfacción, ya lo hubiera hecho. Oh... Hubiera hecho mucho más de lo que yo hubiera podido hacer, no por nada era mi maestro.

Con mi mente fuera de lo que me rodeaba, fui sorprendido con el abrir de uno de los maletines frente a mí, saltando de la sorpresa sobre mi asiento, temeroso de lo que tuviese adentro, pero este solo contenía una hoja vieja enrollada, un pergamino. Lo tome y lo abrí con cuidado, revisando su contenido con mucha cautela, siendo este un pequeño mapa, el cual marcaba con flechas y símbolos, puertas y pasillos de la misma mansión, llevando al final del simple mapa hacia una mancha negra.


- ¿Podría ser... Donde esta Mephiles? – Algo me decía que era así, levantándome de donde estaba, viendo donde tenía que tomar camino según indicaba el mapa.


Luego de salir de la habitación, fui con pasos cuidadosos por donde me guiaba el mapa, terminando muy rápido mi búsqueda al terminar en un callejón sin salida, donde el mapa indicaba otro camino en la misma. No había salida de este camino, trate de atravesar las paredes, el techo o buscar una compuerta, pero nada. Revise el mapa algo molesto por su cruel engaño, viendo con más detenimiento una marca, un triángulo, siendo un signo que explicaba a un lado sobre un pasadizo que se activaba al cambiar un patrón; el patrón era cambiar los muebles y girar un candelabro y al hacerlo la pared al final del pasillo se deshizo como agua, continuando así hasta llegar a otra habitación.


- ¡Que útil! Ya necesitaba uno desde hace mucho tiempo – Dije contento, quedando en una habitación sin más puertas, solo ventanas. Revise el mapa divisando en esta un símbolo, una cruz, significando esperar hasta que el sol estuviera en 58° grados, y así, tuve que esperar – La paciencia es una virtud... Supongo... - Guarde el mapa después de revisarlo otra vez, recordando que camino tenía que tomar después.


La nueva habitación en la que me encontraba estaba adornado de varios cristales, jarrones, copas, candelabros, platos, sillas, mesas, incluso relojes, todos hechos de vidrio, era sorprendente y muy atractivo. Me acerque a la mesa donde se encontraba una botella con un líquido rojo dentro de esta; lo destape y olfatee un poco, reconociendo el olor del vino. Curioso quise probar, sorbiendo tan solo una pequeña cantidad, siendo demasiado fuerte para mi paladar.

Lo deje en su sitio, siguiendo el recorrido por la habitación, revisando y observando con esplendor cada detalle del diseño de los cristales. Aun con lo hermoso que era todo, no era el momento de dibujar, y me contuve con la idea, tenía que estar atento con la posición del sol para continuar mi camino y conseguir al ente.

Unos de los adornos junto con varios sobre una linda mesita de cristal atrajeron mi mirada y trayéndome un triste recuerdo... La figura de cristal de un Jackelope. Se me achico el corazón, observando un poco más el diseño de este hasta que de repente el cristal comenzó a fracturares y luego...


- ¡¡AAAHH!! – La figura había estallado, rompiéndose en varios pedazos por todo el lugar, haciéndome retroceder asustado - ¿Qué? ¿Qué fue?


- ¿Extrañas a tus pequeños amigos peludos? – Esa voz... No podía ser, y precisamente ahora.


Gire a mi lado, viendo el cristal del espejo apareciendo junto con su marco de oro y junto a su respectivo reflejo, siendo este el mío, tan similar como lo podía ser. Aquel sujeto sonrió cerrando los ojos, inclinando su cabeza ligeramente mientras subía los hombros con emoción.


- ¿Qué haces por aquí?... Si se puede saber.


Me aleje, dándole la espalda, caminando sobre el suelo lleno de cristal, rompiendo los pequeños fragmentos con mis zapatos.


- Oh, la ley de hielo ¿Ahora? No puedes evitar hablar conmigo, Silvy, soy tu fuente de información y tu mi fuente de entretenimiento – Dijo a mis espaldas mientras caminaba hacia la ventana, mas impaciente por que fuese el momento de moverme de habitación – Tenia tiempo sin verte ¿Sabes? No tanto como la última vez, claro, dos meses, uuff ¿Quién soportaría tanto tiempo lejos de alguien tan lindo como tú? – Chasqueaba mi lengua por sus absurdos y brutos comentarios – Aaahh, pero la última vez fue mucho mejor que este encuentro, después de todo, presenciaste en carne propia el monstruo del que te enamoraste ¡Jajajaja! – Apreté mis puños conteniendo la ira, trataba de ignorar sus comentarios, pero como un Tulpa me atormentaba hasta hacerme ver la cruda verdad - ¿Aun estas dispuesto a ser manipulado de todas las formas por él?


Continúe en silencio, bajando la cabeza, escuchando el eco de su pregunta en mi conciencia que recordaba mis promesas.


- ¿Solo porque te estas enamorando? ¡Bah! Tan sencillo que es que lo odies – Escuche varios cristales caer sobre el suelo, volteando a ver el espejo introduciendo dentro de su cristal el vino, así volteando para mostrarme como mi reflejo bebía este con grandes tragos – Solo... Ahg, volverás a jugar al novio hasta que se cansen de ti y te dejen como un trapo usado ¿Eso? Ese es un nuevo nivel de masoquismo. Aplausos – Dejo la botella flotando cerca de él, aplaudiendo con sarcasmo.


- ... ¿Y qué te incumbe de todos modos? – Pregunte más curioso que molesto por sus insultos.


- Nada me incumbe, en absoluto – Tomo más del vino, casi acabándoselo – Pero... ¿No es frustrante? Es como ver a un bebe volviendo a tomar la rosa cargada en espinas venenosas una y otra vez, solo para presenciar de cerca la belleza de la flor, sin importar el daño, el dolor, el sufrimiento.


- Lo es – Respondí asertivo, aun si moverme de mi sitio – Pero al igual que en esto, todo en la vida lo es.


- Uhhg ¿Cuándo llegaron esas ideas a tu cabeza? Se me revuelve el estómago de tan solo escucharte decir cosas tan cursis – Se tomó del estómago sacando la lengua como un reflejo, lanzándome una mirada molesta antes de volver a tomar de la botella. Dejando unos segundos de silencio, soltó varias risas, carcajeando en sus adentros – Oh... Ya veo ya veo... Estoy equivocado ¿No?


- Claro que sí, tú no sabes nada de mí.


- ¡Mentiras! – Lanzo la botella vacía hacia mí, apenas esquivándola al lanzarme al suelo – Jajajajajaja, sucias, sucias, asquerosas mentiras – Rio con fuerza, mordiéndose la lengua con un rostro grotesco, viéndose tan repulsivo de mi reflejo – Eres un mentiroso~ Mentiroso, mentiroso, mentiroso – Siguió riéndose, señalándome con su dedo índice acusador – Tu sabes que yo conozco tooooodo de ti, tu pasado, tu forma de pensar y ver las cosas ¡Y a eso me refiero! – El espejo levito, acercándose a mí – Lo deseas, lo deseas tanto. Te sientes tan solo, solito, lo necesitas, tu cuerpo lo necesita. Esa adicción que generaste por tantos años vuelve a brotar en su cuerpo y por eso lo deseas, crees amarlo por eso.


Atónito por sus acusaciones, quede en shock por tales palabras, tratando de hacer frente a su lógica, presenciando ahora un escenario de mi pasado en mi mente, volviendo a estar arrinconado contra aquel monstruo que negaba todo lo que yo decía era verdad.

No podía ser cierto, solo jugaba conmigo. Usaba bien cada palabra contra mí, usaba bien el conocimiento de mi pecado. No podía creerle, menos sabiendo diferenciar el amor con el deseo mejor que nadie.


- Te cuesta creer, como veo, como siempre – Su apariencia cambio a la de Mephiles, tan idéntico como podía ser - ¿Acaso tengo que demostrártelo como siempre? – Su voz también había cambiado, usando el mejor acento que Mephiles sabía usar – Oh, mi pobre Silver. Tan solo, tan deprimido, tan necesitado ¿Necesitas de mí? – Él dio un paso fuera del cristal, siendo envuelto por todo su cuerpo con una capa transparente aun unido al espejo, caminando por el suelo como una persona normal – Dime que es lo que deseas y lo cumpliré, dime que es lo que más anhelas... ¿Anhelas sentir otro cuerpo contigo? – Dio varios pasos hacia mí, sonriendo de la misma forma que Mephiles sonreía, moviendo sus hombros al caminar, inclinando su cabeza, haciendo gestos corporales que ponía mi pelaje de punta – Cualquiera puede complacer aquel pecado que yace en tu codicioso corazón, pero si deseas que sea yo el que los cumpla... Solo tienes que pedirlo – Frente a mí, mantuvo el espacio entre nuestro cuerpos, acorralándome con sus brazos a mis costados sin llegar a tocarme – Puedo ser quien quieras, lo que quieras, lo que sea, cumplir hasta la última petición... - Sonrió con todos sus dientes acercando su rostro al mío, pero yo rechace apartando mi rostro – O... ¿Esta no es la cara con la que deseas buscar placer? – su rostro cambio, creando un reflejo borroso de alguien que una vez conocí, sonriendo burlonamente.


Golpee con fuerza aquel sujeto, derrumbando su cuerpo en un líquido semitransparente. Él soltó varias carcajadas, volviendo a formarse con el reflejo de Mephiles, esta vez, sin nada de su ropa.


- ¿O lo prefieres así? – Tan asustado como avergonzado me aleje de él, decidiendo no verlo más - ¿A que le temes? No hay nada que no hayas visto – Lo escuchaba acercarse... Y sí... Algo me pedía que volviera, que le permitiese avanzar – Lo quieres así, solo deseas satisfacerte, solo quieres otra vez probar que se siente ser complacido hasta atiborrarte en placer, es así y siempre lo será, Silver... Pero no tiene nada de malo – Tomo mi hombro, haciéndome girar para verlo directamente – La carne es débil, eres mortal y necesitas satisfacer tus necesidades, necesitas satisfacer tus deseos – Mostro una sonrisa arrogante con un toque seductor, rodeándome con sus brazos – Puedo ser yo, puede ser tu Mephiles el que te satisfaga, nada malo pasara con tenerlo, con pedirlo, con desearlo.


Temblaba involuntariamente, mi cuerpo junto con mis espinas se sacudían, ¿Nuevamente él tenía razón? Me estaba deshaciendo en la desesperación. Quería estar con Mephiles, tan mal, no me importase el cómo, solo lo necesitaba conmigo, ¿cómo podía saber si era por amor?

Y claro estaba ahí la respuesta.


- Aun si es cierto que lo deseo así como tú dices – Empuje su cuerpo con mi telequinesis apartándolo de mí y recibiendo un rostro extrañado – No hay nada que quiera más que... Verlo sonreír tontamente y escuchar su risa – Al decir esas palabras me ruborice horriblemente, terminado en sacudir con fuerza mi cuerpo, deshaciendo ese cosquilleo en mis mejillas, pasando mis manos por estas al estar tensionadas por mi sonrisa – No solo eso... Quiero que él sea feliz... Quiero... Quiero que sea feliz conmigo. Y aun si no llegue a funcionar esta locura, no creo poder estar tan loco para enamorarme de alguien mejor que él.


Aquel reflejo falso quedo sin palabras, boquiabierto por lo que dije, deformándose al formar un ceño frustrado, gruñendo enfurecido mientras todo su cuerpo volvía en un jalón hacia el espejo, chocando contra este que provoco que girara por el aire, revelando luego la desfigurada criatura tomando su aspecto cristalino y bizarro.


- ¡¡No!! ¡Eso no es!... ¡¡No es!! – Se tomó de sus púas, jalándoselas frenéticamente mientras maldecía contra mí - ¿¡Por qué quieres eso!? ¿¡Que no ves que es falso!? ¡Nada de eso importa! Él está muerto, ¡Muerto! Y te manipula, juega contigo y tus emociones ¡Tienes que odiarlo! ¡Tienes que hacer que page! ¡Debes de manipularlo así como lo hizo contigo! No dejar que él tome el control de ti ¡Debes de ser tú! ¡Tú! ¡Tú! ¡¡Tú!! – Grito y pataleo desde el otro lado, sacudiendo su cabeza de un lado al otro frustrado - ¡¡Realmente eres un imbécil aguafiestas!! ¡Por eso eres un perdedor! ¡Un donnadie! ¡Nadie te toma enserio! ¡Solo eres un fastidio!


- Demonios, ¿Que hice para recibir tanta afección de ti? – Dije sarcástico, riéndome del molesto reflejo – El único que me manipulaba eras tú, y como ya no te salen las cosas como quieres, haces el berrinche. ¡Que dicha verte sufrir luego de tanto!


- ¡¡Cállate!! ¡Cállate, cállate, cállate! – Golpeo el cristal con varios golpes, provocando con el fuerte sonido que todos los adornos de cristal de quebraran y se rompieran en toda la habitación – Tu no lo entiendes.


- Y no me importa entenderlo – Justo a tiempo, por la ventana el sol llego a su posición, transmitiendo con su luz justo sobre esta, transformándola en un portal luminoso – Lo siento, pero no hay forma de que evites esto.


- ... No... No la hay – Levanto su vista hacia mí, con ojos apagados y sin emoción aparente – Pero... Tu si puedes – Sonrió de manera siniestra, revelando varios colmillos al verme – Jeje... Jejeje... Tu... Si... Puedes – Dejo escapar un par de risillas más antes de tomar aire y recuperar la compostura – Tarde o temprano... Lo harás... - El cristal comenzó agitarse por su propia cuenta, deformando aún más al reflejo – Bueno... Que les vaya bien en su dulce reunión... En el calabozo – El espejo se rompió como el resto de cristales, deshaciéndose su forma a solo fragmentos de vidrio sobre el suelo.


Algo conmocionado por lo que dijo, no titubee en continuar, elevándome sobre el suelo para alcanzar el portal e irme de ese lugar. Luego de atravesar ese campo de luz, salí por otra ventana, llegando a una habitación pequeña pero espaciosa de largo hacia el techo.

Verifique el mapa para saber dónde tenía que ir, siguiendo el camino hasta llegar al techo donde había una puerta de madera oscura, llevándome a esta a una habitación con todos sus muebles sobre el techo. Descendí al suelo, revisando por toda la habitación una compuerta bajo el suelo, estando está bajo la alfombra; pase por esta, apareciendo luego por los pasillos y así avance hasta llegar finalmente a la última habitación.


Entre por una puerta, adentrándome cansado, viendo que en esta solo había un enorme agujero, apenas si habiendo algo de suelo alrededor de esta. Era tétrico, parecía ser una entrada hacia el mismo infierno.

Si era cierto que ahí estaba Mephiles y que donde estaba era en el calabozo... ¿Por qué estaría ahi de todo los lugares? Él mismo había dicho que era un sitio muy peligroso y que de tan solo pensar en quedar atrapado ahí le causaba estrés... Fuera lo que fuera, tenía que ir por él... Y sacarlo de ese sitio.


- Querido dios si es que existes y estas ahí... Solo ayúdame a encontrarlo... Y mansión... Ayúdame a no morir... - Pedí a cualquier ser que me escuchase, dando un salto hacia el vacío, bajando rápidamente al abismal descenso.


A pesar de lo escuro que estaba podía divisar las paredes del túnel que cambiaban a un bloque grisáceo y luego de un oscuro hollín que termino de consumir toda luz del lugar. Me envolví a mi magia, apresurando la caída para luego de un minuto aterrizar sobre un suelo de roca, escuchándose el eco de mis zapatos al tocar el suelo. Asustado por el enorme silencio de aquel lugar, revise mejor en donde estaba; solo un pasillo oscuro con algunas cadenas en las paredes, sucias, oxidadas y llenas de telarañas, solo indicaba el poco uso de estas, algo bueno a mi parecer.

Camine con lentitud y cuidado por el oscuro lugar, siendo iluminado con mi magia apenas ante la enorme oscuridad de esa mazmorra. Paso tras paso, me detenía a cada momento por imaginarme escuchar susurros y leves chasquidos contra el suelo, pero solo era el miedo que me hacía escuchar cosas, aun así, no dejaba de estar atento, viendo cada lado y tras mis espaldas con el temor de tener alguien tras mío.

Asustado de generar algún sonido, me concentraba en respirar despacio y suave para no hacer ruido alguno, aturdiéndome de mas que ya hacia bastante escandalo con mi caminar. Con la tensión en alto, me detuve luego de mucho, ahora inseguro al ver dos caminos al final del pasillo. Sin importar cual tomaría, ambos se veían sumamente aterradores y ya no sabía cuál sería el camino más rápido hacia Mephiles.

Tome mi muñeca revelando el brazalete que había hecho, desenvolviéndolo de un paño que anulaba su función, sintiendo de inmediato un tenue calor sobre el frio aterrador del lugar.


- Esta aquí... - musite levemente, moviendo mi mano cerca de los dos caminos, siendo el de la derecha donde irradiaba más calor.


Camine con más seguridad por este, tomando una marcha más rápida, guiándome por el calor que iba aumentando lentamente en el amuleto. Observe mejor el accesorio, no distinguiendo ningún color, preocupándome esto ya que normalmente debía de cambiar según como se sintiese Mephiles, teniendo que apresurar más mí paso para llegar a él.

Un fuerte y simple raspar contra la piedra me detuvo en seco. Aquel sonido había venido más adelante del pasillo donde estaba, volviéndose a escuchar, distinguiendo este como el sonido de algo metálico rozar contra la pared rocosa.

Aterrado, retrocedí, buscando razón u origen no sobrenatural de aquel sonido, terminando mi vista en el brazalete, que no cambiaba de color ni de temperatura, siendo aún demasiado frio para que lo que fuese que estuviese provocando ese sonido fuera Mephiles. Apague la luz que generaba con mi magia, apoyándome de las paredes con mis manos y conseguir guiarme en retroceso lejos de lo que provocaba aquel tétrico sonido.

El golpe de aquel metal retumbo fuerte contra el suelo, generando una chispa que ilumino por un momento el que lo había provocado. No muy lejos de mí, casi a cinco metros o menos, una figura alta vestía con el atuendo de un verdugo, con patas largas con largas garras, portando un cuerpo ancho y torcido, de brazos esqueléticos con dos dígitos largos que finalizaban con garras, y apenas, visualizando su boca innaturalmente abierta como si su quijada se hubiese partido, aquella figura de las pesadillas soltó un quejido ahogado como si su garganta estuviese seca.

Arrastro el hacha que llevaba por el suelo, iluminando mejor su camino hacia mí, iluminando así también la capucha que cubría parte de su rostro. Con más quejidos ansiosos y eufóricos, aquel monstruo aumento su caminata a un trote, dejando saltar el hacha contra cada piedra, acelerando rápidamente para atraparme.

Yo ni sabia en que momento había comenzado a correr, todo estaba oscuro, solo podía ver las chispas que iluminaban a aquel ser que corría a mi dirección, ¡Ni siquiera sabía si podía verme! Solo corría y corría con desesperación, apenas manteniéndome de pie al tener mis manos por la pared, logrando girar en una esquina al ver como esta terminaba y así corrí con más velocidad, perdiendo de vista la luz que creaba las chispas del hacha.

Seguí corriendo hasta que el camino volvió a dividirse, esta vez en tres, tomando otra vez el de la derecha, avanzando más lento y sigiloso, atento de cada ruido que no proviniese de mí y de mi respiración agitada. Me guie del calor del brazalete, aun sin iluminar mi camino, solo guiándome de las paredes y dando pasos suaves para asegurarme de que le suelo seguía ahí.

El calor en mi muñeca aumentaba, siguiendo así hasta sentir con mis manos un tubo metálico, una reja, la cual se encontraba abierta a una celda. El calor era más intenso dentro de esta, casi quemante, adentrándome rápido en esta para comenzar a buscar.


- Mephiles, Mephiles... Por favor responde – Busque en toda la oscuridad sin hallarme con nadie, teniendo que prender una luz con mi magia, encontrándome una celda vacía, sintiendo el calor más fuerte cerca de la pared - ¡Mephiles!... Estoy aquí, por favor, ven.


El golpe del metal contra el suelo me paralizo, girando rápido tras mío para encontrarme a aquel monstruo fuera de la celda, alzando su largo brazo hacia mí, tomándome de las púas con brutalidad.


- ¡¡AAAHH!! ¡¡NOOO!! – Fácilmente me levanto del suelo, golpeándome contra la pared, alzando con su otro brazo el hacha, moviéndolo rápido directamente hacia mi cuello - ¡¡BASTA!!


Apenas pude evitar el corte del filo del metal al usar mi telequinesis, reteniendo con mucho esfuerzo que el monstruo terminara de decapitarme, pero su fuerza pudo más contra mi magia, sacudiendo su brazo para retirar el hacha y liberarse de mi telequinesis, alzando otra vez el arma junto con un alarido retorcido, teniendo esta vez que usar un campo de protección que logro a su vez cortar el brazo que me estaba sosteniendo de mis púas.


- Maldito bicho... ¡Aléjate o te destruiré! – Amenace, volviendo mis brazos en cellos azulados que llego hasta mis palmas, apuntando contra aquel ser.


Aquella cosa siseo como un reptil, tomando su brazo cortado para unirlo nuevamente a su cuerpo, levantando su hacha para cortarme en dos. No me preocupaba en absoluto el arma ahora con el escudo, pero al impactar contra este, se deshizo tan fácil como un cristal rompiéndose, teniendo que saltar en retroceso por instinto, no pudiendo evitar del todo el daño, cortándome parte de mi antebrazo. Me volví a levantar, esta vez dispuesto a volver añicos aquella criatura, pero note como mi brazo herido perdió los sellos mágicos, quedando inútil para crear un buen ataque. No tuve tiempo de pensar en algo para arreglarlo, pues otro ataque fue lanzado por el monstruo con su hacha y un zarpazo hacia mí.

Esa arma bloqueaba mi magia, no había forma de lastimarlo al menos que atacase directamente a su cuerpo. Con mi brazo bueno, cree un pentagrama rojo, lanzando una llamarada de fuego hacia el monstruo, pero este corto el fuego con su hacha como si fuese una cascada contra la roca, avanzando hacia mí con sus garras dispuestas a atraparme de nuevo.

Salí corriendo lejos de ahí, logrando hacer distancia de esa cosa al usar mi telequinesis y salir volando rápido de ese lugar.


- ¿Qué demonios es eso? ¿Por qué siempre me tengo que enfrentar a monstruos tan peligrosos? – Me oculte tras una pared, tratando de volver a usar mi magia en el lado de mi brazo lesionado sin consegirlo – Espero y solo sea temporal – Volví a concentrarme en el rastro de calor del brazalete, yendo esta vez rápido por mi camino, deteniendo mi corrida al llegar a una sala iluminada, al parecer, un túnel que dejaba entrar la luz del sol desde muy arriba del cuarto tras un rejado – Puede ser una salida en caso de no tener otra opción... - Otra vez, el ruido del metal contra el suelo volvió a sonar en uno de los varios caminos que conectaba el lugar – Esta vez no huiré – Con mi único brazo útil, forme varios pentagramas y cellos que envolvieron mi brazo, sobrecargándolo en una descomunal magia - ¡Acércate, bestia!


De uno de los caminos se escucho el ruido del metal, pero luego, se escuchó varias veces, combinado, como si fuesen varios trozos de metal golpeando contra la piedra, aumentando la frecuencia con la intensidad, saliendo de la oscuridad otra criatura deforme de cuatro patas, bastante grande como un jabalí cubierto de hojas de espadas por todo su cuerpo, corriendo hacia mí para envestirme y atravesarme con su coraza afilada.

Di un gran salto, levitando sobre el suelo para poder esquivar el ataque, no siendo suficiente ya que varias espadas se alargaron hacia mi dirección, logrando cortar mi pierna. Esquive como pude el resto de las espadas, siendo rodeado a tal punto que toda la sala estaba siendo cubierta de cuchillas afiladas, incrustadas por las grietas de las paredes.


- ¿¡Qué demonios es ese bicho!? – Estando acorralado en un pequeño rincón rodeado por cada esquina de hojas afiladas ,pensaba como salir de esta, pero como el tiempo era oro, la bestia no me regalo ni un segundo más y comenzó a agitarse en el suelo, moviendo consigo todas las cuchillas - ¡¡AHH!! ¡Mierda! – Varias me cortaron, tan solo un poco, pero siendo así suficiente para perder estabilidad y caer lentamente al suelo por estar perdiendo conexión de mi cuerpo y mi magia - ¡No! ¡No puede ser!


Llegue al suelo y la criatura giro hacia mí con su cuerpo robusto y repulsivamente carnoso, levantando su cabeza cual agonizante ser mostrando unos ojos tan negros y enormes que cobrian casi toda su cabeza, acompañado de una pequeña pero tétrica boca circular cubierta de colmillos como una sanguijuela. El monstruo froto las hojas contra el suelo, soltando asquerosos gruñidos como un porcino y así, luego de un momento, el anterior monstruo que me seguía apareció por el camino donde yo había llegado.


- Debe de ser una broma...


A punto de tirar la toalla, el monstruo cuadrúpedo se lanzó hacia mí, lanzando consigo las espadas, tan solo tuve que esquivarlas al rodar por el suelo, corriendo luego donde el monstruo más grande para lanzarle con mi puño envuelto en un pentagrama amarillo, golpeando hacia su estómago. Me logro lastimar con su hacha el brazo bueno, perdiendo así la capacidad de volver a atacar, pero con el costo de poder inmovilizarlo al atraparlo en un hechizo de deterioro, paralizándolo en el sitio.

Rápidamente esquive otro ataque del monstruo más pequeño, retrocediendo un poco para tomar distancia y lograr evitar un corte más de aquellas cuchillas hechizadas. La criatura empezó vociferar con furia, agitando más las espadas contra el suelo, gritando un poco más con su horrible chillido y volviendo a correr hacia mí.

Levante mi pierna e hice equilibrio, lanzando una patada que desprendió una fuerte ola de mi magia hacia el monstruo, logrando darle y hacerlo rodar por el suelo. No le di ni un segundo y pise con gran fuerza el suelo, provocando así que saliera un montón de rocas que comprimieron a la criatura, aplastándolo contra la pared. Camine hacia el monstruo bípedo y con mi pierna lance una patada certera hacia su torso, destruyéndolo como arena, deshaciéndose su cuerpo en tierra.

Ambos hechizos habían agostado gran parte de mi magia, teniendo que tomar un momento para continuar... De no ser por que varios sonidos de metales contra algo se volvieron a escuchar no tan lejos de los otros caminos que conectaba con la sala.


- Coño... ¿¡Que no dejan de salir más de esos monstruos!? – Corrí donde el rastro de calor era más fuerte, siendo precavido en cuanto ruido provocaba al correr por el silencioso camino.


El sonido del metal se escuchaba tras mío en un eco, temiendo que los otros monstruos supiesen donde estaba. Pero sin importar cuanto me tomase, seguí corriendo, aun si volviese a encontrarme un monstro peor, más fuerte y peligroso, seguía corriendo, en busca de Mephiles y de sacarlo de este infierno.

El calor disminuyo luego de seguir de largo por un pasillo, proviniendo el calor nuevamente de la pared. Busque desesperado alguna forma de atravesarla o de conseguir un interruptor, pero no había forma.


- ¡Demonios, Mephiles! ¡Sé que me oyes! ¡Por favor sal de ahí! – Grite desesperado, buscando aun como llegar hacia él.


Seguí corriendo, buscando otro camino, rodeando la pared hasta conseguir una entrada del otro lado, entrando en esta para continuar por un corto pasillo y entrar a una celda... Y ahí... Mephiles... No estaba.

Incrédulo, revise mi pulsera, estando tan caliente que quemaba. Aquella celda oscura y vacía no contenía absolutamente nada, y así, me derrumbe. Me deje caer sobre el suelo, estando tan asustado, tan solo y debilitado, y tan preocupado por no lograr encontrar a aquel erizo por el que había estado buscando con suma desesperación, lamentándome una y otra vez, haberle hecho tanto daño.

Si continuaba ahí los monstruos terminarían alcanzándome y terminarían conmigo, pero ya no sabía dónde huir, ya no sabía dónde ir... Ya no sabía que hacer... Tontamente lloraba, aguantando los sollozos para no revelar mi presencia inútilmente, algo que sin importar cuanto silencio hiciera, terminaría siendo encontrado. Ya no conocía forma de encontrarlo y ahora, no había forma de saberlo al estar acorralado, atrapado otra vez, cerca de la muerte.


- ¿Por qué has venido aquí? – Su voz se hizo presente, tenue, pero la escuche bien, alzando la mirada, volviendo la esperanza a mi corazón – Te dije claramente que jamás tratases de venir a este lugar... ¿Qué siempre te gusta llevarme la contraria? – Su cuerpo se materializo al reunir varias partes de él ocultas en la celda, creando su ser viscoso ante mí, arrodillándose para ver mejor mi rostro.


- Mephiles... - En vez de detener mi llanto, solo empeoro, derramando más lágrimas y soltando pequeños sollozos ahogados en hipos – Perdón... Perdóname... - Me agite, viendo triste al ente.


- No puedo molestarme ya porque me estés desobedeciendo... No es como si tuvieras que obedecer mis órdenes ya – Paso su mano por mis mejillas, limpiado mis lágrimas – Ya no tienes que hacerme caso y tampoco tienes que buscarme... - Vio mis heridas y paso sus manos sobre estas, notando la profundidad de cada corte - ¡Te lastimaron!... – Con su magia curo mis lesiones, terminando rápidamente – Tienes que irte, la magia no volverá aun luego de curarte, sus armas tienen una gran inhibición hacia la magia, tardara horas en volver – Me levanto del suelo, llevándome de la mano lejos de ahí.


- Mephiles... - Murmure decaído, viéndolo tan serio como podía estarlo, llevándome por los pasillos casi arrastrado por su apresuro en ponerme a salvo – Por favor...


- Ya casi llegamos – Dijo cortante, apretándome fuerte la mano – Aquí esta – Había una pequeña puerta redonda al final de un pasillo con dos cruces, llevándome hasta esta para abrirla con su magia, revelando un portal tras esta – Entra y vuelve a la habitación, ahí estarás a salvo – Camino lejos de mí, retomando su camino – Nada malo te pasara allá arriba, no tienes por qué buscarme, puedes continuar sin mí, sé que puedes... Eres mucho más poderoso que yo – Trato de animar, dándose la vuelta para regresar – Cuídate.


- ... ¡MEPHILES! – Grite, haciéndole detener, corriendo hacia el para tomar su mano – Vine aquí por ti... No pienso irme sin ti...


- ... Lamento decir que no puedo estar más contigo – De un jalón se soltó de mi agarre, aun si volver a verme – No quiero... Estar más contigo... - Dijo con dolor en su voz, sin basilar – No si te provoco tanto dolor, no cuando lo único que consigo es que llores desesperado y humillado... No quiero – Volvió a caminar, no permitiéndoselo del todo al volver a tomar su mano – Silver... No necesitas depender de mí... Tu puedes, realmente puedes liberarte de la maldición... Existe la forma... Jamás te la dije porque eso implicaba alejarte de mí y no soportaba estar otra vez solo, pero ya no hay razón – Mi mano se resbalo de la suya al él formar la suya en algo viscoso y escurridizo, alejándose más de mi – En la biblioteca, busca, ahí está en los libros... No te tomara mucho, lo prometo... Podrás irte y se acabara tu sufrimiento, así que... Vete...


- ¡¡Mephiles, no pienso irme a ningún lado sin ti!! – Grite casi a punto de quebrarme. Él se giró para verme confuso, preocupándose al ver mi rostro aun lleno de lágrimas, rojo y despeinado, tembloroso hasta no poder estar firme de pie – No me importa liberarme de la maldición, no me importa estar aquí contigo y sufrir día tras día con monstruos y peligros mortales, ¡No me importa pasar el resto de mis días atrapado en este lugar!... – Mi voz se debilitaba, siéndome difícil alzar el tono y decir en claro lo que dictaba mi corazón – Lo único que siempre me ha importado es ver que estas bien y verte feliz cuando estás conmigo, lo único que quiero-


- Basta – Sus ojos mostraron dolor y aun con su rostro apagado formo un ceño triste – Estoy cansado, Silver. No trates de hacerme sentir bien con tu lastima, por favor, duele más que me digas el monstruo que soy... Deja de fingir y tratar de animarme a quedarme contigo – Sus puños provocaban un sonido doloroso al ser apretados con gran fuerza, rígidos a sus costados, estremeciéndose por la tensión – Dije que no quería... Y perdóname si mis deseos son más importantes que los tuyos, pero es algo que jamás cambiara y jamás cambiare el monstruo que soy... Jamás cambiara. Te manipulare, jugare contigo, me aprovechare de ti cada vez que lo quiera y tenga oportunidad... Y no hay forma de que logres cambiar eso... Lo lamento... Por eso tengo que permanecer aquí... Hasta que logres irte y puedas vivir una mejor vida, con alguien que si te merezca. Así que, por favor... Te lo pediré una vez más... - Dio un paso hacia atrás, bajando la mirada con ojos deprimentes, tan muertos como los de un cadáver – Vete...


Solté el aire de mis pulmones por mi boca como una fuerte exhalación, desboronandome ante él, a sus advertencias, a sus negaciones. No tenía ninguna fuerza ahora en mi ser para poder convencerlo de lo contrario, ya había hecho suficiente para convencerlo de alejarse de mí y ahora... ¿Yo pedía que estuviese otra vez conmigo? Que mala broma era la que se estaba llevando por mis indecisiones, agotado como él decía, de seguir intentando y de seguir buscando la forma de cambiar y también de convencerme a mí de permitirle formar algo conmigo.

Con mis brazos débiles volví a acercarme a él, tomando sus dos manos, apoyando mis rodillas en el suelo, alzando la mirada lentamente, encontrándome con sus ojos inmutados a mis acciones. Tome aire con mucho esfuerzo, dibujando una sonrisa en mis labios antes de hablar.


- Por algún motivo... Tengo un gran deseo de que me lastimes... De que me manipules, que te aproveches de mí, que juegues con mi corazón hasta volverlo una fresa aplastada... ¿Quieres saber por qué? – Más lágrimas salieron, pero eran más tibias, más suaves, tanto que tranquilizaron mi voz – Porque nadie lo había hecho con tanto amor como tú... Solo tú lo haces con tanto amor y a pesar de que tenga tanto miedo de que duela y que tema al abandono, sabré que fue de verdad, porque... ¿Es verdad? ¿No? – Ruidos de metales golpeándose se escuchaban a lo lejos, dejando un tenue sonido de su eco tras nosotros – ¿Es verdad que te amo así como tú a mí?


- ... ¡Tonto! – Se lanzó al suelo, abrazándome con fuerza, abrigándome en sus brazos - ¿Por qué preguntas si tú me amas? ¿Por qué?... ¿Por qué lo preguntas? ¿Qué respuesta quieres que te diga?... Acaso... Quieres saber si es verdad... - Sollozos fueron soltados por su parte, envolviéndose más en mi - ¿Si es verdad que me amas así como yo a ti? ¿Quieres que te de la respuesta de eso?


- Si... Porque tú sabes cuál es mi respuesta... Lo has sabido desde la primera vez que nos vimos, lo has sabido por que conoces cual será mi respuesta...


- Silver... - Chispas del metal se divisaban a lo lejos del pasillo, viéndose tras esta, sombras deformes corriendo hacia nosotros – Sí. Te amo, te amo, te amo, te amo, te amo... Te amo así como tú a mí.


- ... Me alegro tanto – Me sentía en paz ahora, como si volviese a respirar, como si ahora estuviera en tierra firme del enorme mar con sus profundas aguas oscuras que me atrapaban y me asfixiaban – Te amo, Mephiles.


Apreté con más fuerza el cuerpo del Mephiles al ver la gran cercanía de los monstruos de nosotros, tratando de levantarme para atacarlos y alejarlos de nosotros, pero él me sostuvo con fuerza, tomando mi cabeza para apegarme a él, inmovilizándome en su fuerte abrazo. Quise avisarle, decir algo pero los monstruos dieron otro paso más y él creo tras su espalda grandes y oscuras púas filosas, atravesando a todos los monstruos tras suyo en un instante, apagando el sonido que traían hace un momento y terminando con sus vidas con mucha facilidad, retirándolas rápido para dejar caer sus cuerpo.

Se levantó cargándome en sus brazos, apegándome con recelo a su cuerpo, caminando hacia la salida con aquella sonrisa que me aliviaba de todos los males que había pasado por su ausencia.


- Hey... Puedo caminar...


- ¿Quieres que te suelte?


- ... No.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Apretaba con fuerza mis manos, lloriqueando adolorido por su feroz mordida en mi hombro, tolerando un poco el dolor punzante de sus colmillos atravesándome la piel. Unas lágrimas se me escaparon, no siendo suficientemente resistente para aguantar por un poco más hasta que finalmente me soltó, limpiando con su lengua la herida y luego con su magia.


- Ya está ¿Te dolió mucho?


- Se me había olvidado lo dolorosa que son tus mordidas – Me queje, frotándome el hombro dañado - ¿Era necesario pasar el suero por mordida y no por una aguja?


- No tengo agujas más que mis dientes y saliva – Se relamió los labios con su filosa lengua – Además de ser más efectivo contra la infección del tétanos, pude probar tu sangre otra vez – Sonrió burlón, acariciando mis dos mejillas con sus manos.


- No es gracioso – Regañe acompañado de un puchero molesto.


- Claro que no, es delicioso – Froto su nariz con la mía, haciéndome ruborizar con violencia, terminando de elevar mi temperatura al robarse un rápido beso de mis labios – Oooww, sabe muy dulce.


- ¡Mephiles, no! – Me retraje, erizándome hasta tener todas mis púas de punta.


- Mephiles, si – Volvió a acercarse, viéndome con esos ojos encantadores, con su sonrisa llena de colmillos filosos, robándome además de los besos el habla, no silenciándome con su beso pero si calmándome al sentirlo contra mis labios, dejándome reposar sobre su frente al separarse, algo mareado por la ola de calor que pasaba por mi rostro a causa de sus atrevidos besos – Adoro cada cosa de ti, realmente lo adoro...


- Ya para – Volví a regañarle, llevando mis manos temblorosas a sus hombros, apretándolo impotente – Que abusador.


- ¿Pero adoras eso de mí? – Pregunto curioso, agitando su cola con fuerza.


- ... Si... Lo adoro – Respondí con mi voz temblorosa, inclinándome más para que no pudiese ver mi rostro, deteniéndome para abrazarme y tumbándome sobre la cama donde me encontraba sentado – Po-por favor – Dije débilmente, sin dejar de temblar bajo de él – No te sobre pases, bruto.


- No lo haré, eso debe de ser muy especial. Solo que no puedo esperar más, necesito besarte y llenarte de mucho cariño – Empalagoso, paso sus manos por mi cintura, acomodándome mejor bajo de él, frotando su cuerpo contra el mío mientras olisqueaba mi cuello, pasando cortas y rápidas lamidas – Eres demasiado adictivo, me es imposible no hacer esto.


Mas besos pasaron por mi cuello hasta mis mejillas, suaves y húmedos, tomando control de mis sentidos con la fuerte sensación de sus labios haciendo camino con sus besos en mi cuerpo. Gimoteaba débil, me sentía indefenso, pero esa emoción era adictiva como decía él, quería controlarme y detenerlo pero no me encontraba en la posición ni en el derecho, solo dejaba que lo hiciera, derrotado por sus juegos con mi mente agotada.


- Silver, que lindo gimes – Me cubrí de inmediato la boca avergonzado por escucharlo decir eso, sacudiéndome para que me dejase de una vez – Ops, ya volviste.


- Que imbécil eres – Gruñí rabioso, arrastrándome en la cama para hacer distancia de él – Provoca golpearte con lo bruto que eres.


- Jejeje, perdona, si soy un imbécil – Volvió a acercarse, pasando sus manos por mi melena – Pero soy tu imbécil.


- Si, lo eres – Sonreí, acercándome a él para regalarle un beso, separándome rápido al sentir su lengua tratando de entrar a mi boca - ¡Mephiles!


- Perdón... - Se acercó para volver a besarme, atrapándome en un atador beso de lengua, inclinándose hasta acostarme otra vez, acariciando lentamente mis hombros, gimiendo suave sobre mi boca, dejando de ultimo una lamida en la comisura de mis labios - ¿Mejor?


Mis orejas se doblaron hacia abajo, estando abobado, tonto por sus coqueteos y sus provocaciones a mi débil cuerpo hacia toda estimulación de excitación. Solté un quejido reprimido con un gemido, tomando las cobijas bajo mío, cubriéndome por completo, tratando de estabilizar el rubor en mi cuerpo y las fuertes palpitaciones en mi pecho; ya había pasado bastante estrés y aun luego de estar a salvo la adrenalina no descendía.


- ¿Qué pasa?... ¿Quieres descansar?


- Si, por favor – Respondí aun sin descubrirme de mi refugio de sabana y edredón – Estoy cansado.


- Oh, tienes razón... - Aplaudió dos veces, apagando las luces de la habitación, escarbando bajo las telas para quedar bajo estas, atrapándome en un abrazo para que no escapara de él – Te acariciare y besare tus mejillas hasta que te duermas en mi pecho como recompensa ¿Si? – La oferta fue deliciosa, asintiendo rápidamente para acomodarme sobre él, frotando mi nariz en su pecho mullido y sonriendo tranquilo al sentir sus manos acariciarme – Ya estás bien... Solo descansa, mañana habrá mucho más que hacer... - Su voz sonó suave y tranquila, ganándome el sueño al escucharla tan calmada – Ya no tienes que preocuparte por nada... Te sacare de este sitio y podrás ser libre... Solo duerme...


Libre... Que irónico sonaba para mí esas palabras. Sé que se refería a salir de la maldición, pero lo que él aun no sabía era que... Desde que había quedado atrapado en esta mansión... Jamás me había sentido tan libre...

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Por mucho que tratase en despertarme y levantarme, sus manos se aferraban a mi cuerpo, tomando firme mi piel con sus garras para apegarse más a mí. Hipnotizado por su olor y su tacto volvía a cerrar los ojos, agotado de intentar despertarme en esa fatídica mañana, estando unido al ente, a Mephiles, mimándome y buscando en sueños mi compañía, negando inconsciente que me apartase ni un centímetro. Debía de estar muy cómodo, debía estar alegre de estar con él, de no ser así, estaría regañando al erizo para que se levantase de una vez, pero me era imposible terminar nuestra cercanía al tenerlo conmigo así de cerca.

Una vez más me despertaba, abrigado con su cuerpo, con su respiración tibia, con el calor de su pecho. Apenas me había dado cuenta que había comenzado a ronronear fuerte, vibrando tan fuerte como lo hacía Mephiles. No contuve mis ganas de besar su rostro, depositando tan sutiles besos en sus mejillas y nariz que apenas se movió y agito por la sensación, revelándose luego sus labios aprovechando para besarlos, despertándolo así.


- Bue... Buenos días – Dije avergonzado, cubriéndome mejor con la cobija.


- Mmm... Un rato más – Me apretó con fuerza, dejándome inmóvil con él.


- Mephiles, ya es de tarde, despierta.


- No – Negó con voz mimada, frotando su cabeza contra la mía – Estoy muy cómodo.


- Mephiles – Me moví tratando de zafarme de su agarre - ¡Mephiles! – Hostigado por su empalagues, solo gruñí esperando que se detuviera, no deteniéndose en sus peticiones de cariño - ¡¡Tengo hambre!! – Le grite fastidiado, logrando finalmente levantarlo.


- Está bien, está bien – Con voz ronca y soñolienta se levantó, dejándome solo en la cama, sintiéndome victorioso por hacerlo ir a buscar mi desayuno, volviéndome a acurrucarme en toda la cama sola para mí – Ya querías que me fuera ¿No?


- Tal vez.


- Ja... Cuidado como juegas – Dijo con voz desafiante, no prestándole atención, escuchando luego silencio, indicando que ya se había marchado.


- Bien, tengo que apresurarme.


Me levante de un salto, pasando rápido a través de toda la habitación, recibiendo saludos de las aves con su canto antes de desaparecer tras una pared, llegando al baño para poder realizar todas mis necesidades de aseo, tomando el poco tiempo que tenía para hacer todo en cuestión de minutos.

Al terminar de bañarme me vestí bien, echándome algunas lociones en mi piel blanquecina, secando bien mi pelaje y mi larga melena. Nuevamente tenía las púas demasiado largas, tomándome más tiempo en peinarla, llegando así el anfitrión con la comida, soltando un par de risitas al verme.


- Pensé que estarías en la cama todo el día – Comento, acercándose donde me encontraba peinando con esmero mis largas púas.


- Lo mismo pensé contigo. ¿Sabes qué hora es? – Dije viéndole de lado, sacándole una sonrisa culposa – Mas de las diez, y pensabas seguir durmiendo. Enserio ¿Qué no tenemos cosas que hacer?


- Claro que si – Tomo el cepillo que tenía en mano, pasándomelo por mi cabeza, tomándome algo desprevenido esto que no pude evitar erizar mis púas – Hay que pasar el resto del día juntos, acariciándonos, - Pasaba sus manos por mi melena, dejando deslizar las cerdas hasta las puntas – Besándonos, - Al tener sus manos en mí y su voz hablándome de esa manera, volvía cada toque suyo como una fuerte electricidad que me agitaba en mi asiento con nervios y... Emoción – Mimándonos, - Percibí como se acercó tras mío dejando el cepillo de lado, pasando sus manos por mis brazos y rosando sus labios en mi mejilla, suspirando seductor hasta acercarse a mi oreja – Amándonos mucho... ¿Te gusta la idea?


Quería brincar de mi asiento y correr lejos de este depredador experto, mi instinto me lo gritaba, me lo suplicaba, pero estaba demasiado nervioso para moverme de la silla, temblando, mudo con mi cuerpo caliente por sus insinuaciones bien plantadas. Demonios ¡Era tan tentador! Oh, pero no podía caer así de llano ¿O sí? Aun cuando me lo pedía tan bien, tenía que mantener sus deseos bajo control, al igual que los míos... Por ello había dudado tanto en confesar este confuso sentimiento que tenía hacia él.


- Me-Mephiles... - Trate de apartarme, pero deslizo sus manos por mi pecho, abrazándome así para que no me moviese del asiento – Oye... Te estas sobrepasando y lo sabes... Sabes... Sabes que no haré todo lo que quieras... Aun si quisiera.


- ¿Por qué? – Pregunto juguetón, frotando su hocico en mi nuca, olfateando mi aroma, provocando a su vez que me estremeciera tan fuerte por la sensación.


- Es algo que no debo hacer, por favor... Respeta mi decisión.


- Mmmm ¿Qué debo de hacer? – Paso sus garras por mi ropa, tentando a la tela a ser rota por el filo de estas; casi se me paraba el corazón por esto, pero un pequeño beso en mi mejilla me hizo calmar – Sé que lo quieres tanto como yo, Silver... Ahh, pero no sé por qué te niegas tan fuerte... Tal vez tengas razón, no debe de ser así – Alejo sus manos de mí, separándose de la silla. Me gire a verlo, algo impresionado por ver como se auto controlaba – Si, estoy decidido... - Camino hasta estar frente a mí, tomando de mis manos.


- ¿Mephiles? Que... ¿Qué haces? – Quería soltarme, pero él sostenía mismanos con suavidad y sutileza, no sintiendo tan necesario apartarlas, aun mas conmocionado por saber lo que estaba por hacer.


- Silver... No quiero tomar tu cuerpo, no, eso es solo un mero pecado que resta en mi ser que no murió con mi cuerpo, hay algo que deseo más, algo mucho más – Acaricio el dorso de mi mano con su pulgar, observándome con sus ojos jades con un brillo hermoso – No tratare de persuadirte a eso, ya no, no cuando sé que me amas – Se levantó, jalándome sutilmente para que me parara a su lado – Ya no... No quiero hacerlo al menos que todo tu ser lo desee con todas tus fuerzas. Quiero que sea así, quiero que sea con tanto deseo de amar que lo carnal pase a ser tan absurdo como la tonta idea de que podamos volver a la cordura cuando hagamos el amor por toda la noche – Dijo esto con un gran rubor melocotón en su rostro, sonriendo entusiasmado, casi imaginándose la idea a carne propia – Haré que seas mío, comenzando primero con tu corazón y luego con tu ser, mi dulce Silver.


Abrí mis ojos pasmado, no teniendo la elegancia de cerrar mi boca a la impresión de tales palabras tan indebidas pero tan hermosas a su vez. Toda mi cara se coloro, ¿Qué sino al sentir el ardor en mis pómulos y en mi nariz? Era como si la emoción y el sentimiento quisiese salir a gritos... Pero me contenía, como en ese momento, realmente abrumado por lo que decía aquel hechicero, este erizo que declaraba una única razón para hacerme suyo, un solo motivo para no tomar más mis excusas y mis negaciones, solo una que pedía todo de mí.

Sus ojos, su rostro al declarar algo tan inusual, atrevido, era como si fuese a conseguir el mayor tesoro de todos. Mis piernas comenzaron a fallar, temblaban de un lado al otro, siéndome forzoso estar ante él, otra vez tan pequeño, otra vez tan vulnerable, pero amaba eso, porque cada vez que me hacía sentir así, me trataba como lo cosa más importante de su mundo, algo que tuviese que estar sobre todo lo demás, logrando así, aliviar el desorden en mi cabeza, y a su vez, la cicatriz en mi corazón.


- Mephiles... ¿¡Por-Por qué!? – Me aferre a sus ropas, ocultando mi rostro en su pecho - ¿Cómo esperas lograrlo al decirlo de esa manera tan desvergonzada? ¡Pervertido!


- Jajajajajajajajaja, oh, Silver – Acaricio mi cabeza, tomando mis mejillas con sus manos para levantar la mirada, depositando un beso en mi nariz - ¿No estás enamorado de este pervertido? Jajaja... No encuentro otra manera mejor de decir lo que deseo, no deberías ser tan exigente conmigo.


- No... No es eso – Agite mis orejas, tratando de explicar, de responder bien, teniendo que sacar todo mi voz para eso - ¡Solo no puedo dejar de ilusionarme! Ahh... Amo... Amo como lo haces sonar, amor como tu rostro muestra ese brillo... Uhg, me siento tonto ahora... ¡¡Me da frustración como te es tan sencillo decir estas cosas y a mí me cuesta la compostura!!


Él solo se hecho a reír, tomándome en un abrazo, acercándose en un balance para besarme suave, separándose para reír un poco más, viéndome sonriente, no logrando contener mi emoción y proseguir en tomar más besos, poniéndome de puntillas para seguir hasta donde mis labios llegasen, drogándome con saborear su boca, sus labios carnosos, su lengua. Todo esto me hacía dudar y temer de si pudiese realmente contenerme, no deseando detenerme, no queriendo retroceder al estar a este punto de adicción.


- Hey, wow... - Acaricio mis orejas logrando detenerme – Ahh, Silver... Eres tan lindo, pero controla esos labios – Dijo pícaro, pasando su pulgar por estos, haciéndome ver el resultado de mis acciones – Debes de tener hambre ¿No? Primero come tu desayuno, luego puedo ser tu postre – Me guiño el ojo, no tomándome muy enserio aquel coqueteo barato.


- Ahora solo presumes, tonto – Lo empuje molesto, más porque sabía que era débil a la tentación.


- Está bien, sé que soy tonto, no te molesto más.


- ... Más vale...

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Ya la tarde había llegado y apenas terminar de comer, le conté todo lo último que había pasado con mis amigos del pueblo antes y después de nuestro encuentro, hablando con él seriamente, sentados en el respaldar de la ventana junto con las aves.


- ¡Y por eso! ¡Si vuelves amenazar la vida de mis amigos! ¡Te haré papilla! – Le regañe furioso, jalando sus largas orejas de un lado al otro, escuchando sus quejidos fastidiados que le tuviera moviendo la cabeza de un lado al otro.


- Si, perdón, perdón – Dijo en un lloriqueo, estirándose su rostro como una masa moldeable – Yo igual no lo decía enserio, solo te manipulaba, lo siento.


- ¿Lo sientes? – Lo solté, cruzándome de brazo para arrojarle una mirada amenazante – Pues parecías hablar muy en serio cuando decías que sería mejor para ti matar a Blaze, así no se interpondría para que estuvieras conmigo.


- Tal vez... Pero a pesar de eso me agrada Blaze – Confeso, rascándose la mejilla con su dedo – Si lo dije fue realmente para que aceptaras venir conmigo... Pero ya no tengo que preocuparme – Se acercó a gatas para frotar su frente en mi cabeza, soltando un suave ronroneo como si se tratase de un felino – Tú me quieres a mi ¿No es así?


- Sí, pero tendrás que darle una enorme disculpa, a ella y a todos – Conteste, acariciando su cabeza y tras de sus orejas – Claro, no me hago responsable si te llegan a lastimar.


- No, me lo merezco... No me quejare.


- ... Pero si te duele... - Me detuve, estando en desacuerdo – Cuando usan magia contra ti... Te duele...


- Lo sé, pero eso no importa – Acaricio mi cabeza, dándome en beso en la frente – No tienes de que preocuparte, nada malo me pasara, ya estoy muerto.


- ... Yo... - No queriendo recordar el horrible momento de nuestra disputa, las imágenes cuando lo estaba lastimando vinieron a mí – Aun así sufres... - Me apreté las manos, arrepentido de haberle causado tanto dolor – Tu jamás me has hecho daño y yo... No...


- Si te he hecho daño, no quieras evitar lo que realmente ocurrió – Interrumpió, palmeando mi cabeza con gentileza – Si te he lastimado, y no solo físicamente... - Poso su mano en mi pecho sutilmente, viendo directamente a mis ojos – Aquí también... Y es el peor daño que te he hecho – Me rodeo con su brazo, apegándome a él, posando su cabeza sobre la mía – Realmente lo lamento mucho. Si pudiera, regresaría atrás para evitar lo que te hice – Beso mi cabeza, dejándome apaciguar por su cariño, por sus caricias de disculpa, reposando mi cabeza en su hombro – No quiero hacerte nunca más daño... No quiero – Sus dedos se cruzaron en mis mechones, peinándolos lentamente – Pero no sé si pueda evitarlo...


- Aun si fueses a lastimarme, tarde o temprano te perdonaría – Cerré los ojos acercándome a su pecho, escuchando sus latidos – Ya te lo había dicho, así lo quiero, así lo prefiero... Porque la vida es reír y llorar, sufrir tanto como ser feliz – Por un extraño motivo, me acerque a su cuello, mordiéndolo con fuerza.


- Eh, hey ¿Qué haces? Jajajajaja – Sostuvo mi cabeza, sin siquiera alejarme o detenerme, esto por no sentir dolor, enfureciéndome más por ni siquiera hacerle soltar un quejido - ¿Quieres hacerme daño? ¿Es eso?


- Solo un poco... - Rodee mi dedo índice de mana, dándole un golpecito en su nariz, chillando por sentir el dolor – Tome.


- ¡Auch! ¡Oye! – Me tumbo sobre el respaldar de la ventana, dejándome bajo de él para hacerme cosquillas – ¡No lastimes a tu novio!


- Pfff, jajajajajaja, no, no me obligaras, jajajaja – Trataba de aguantar la risa, pataleando fuerte al no poder separar sus manos de mi barriga - ¡Jajaja! ¡Para que me hago pipí!


- Jajaja, entonces no me detendré hasta que supliques – Con una sonrisa maliciosa, continua sin detenerse, burlándose de mi tortura.


- ¿¡Y que estoy haciendo!? ¡Jajajajajaja! ¡¡Que me hago!! – Saliéndose las lágrimas de la risa, se me acababa el aire, doliéndome el pecho y la cara - ¡Por favor para, Mephiles! ¡Por favor! Jajajaja, No aguanto más, jejeje, jajajaja, Ay, por favor, por favor, ¡Por favor! Jajaja-


Él había detenido las cosquillas, aproximando su cercanía hasta estar cara a cara conmigo, con una sonrisa suave y... Realmente se veía apuesto y lindo. Él solo estaba viéndome, sin dejar de mostrar ese semblante dulce y amoroso.

Sonreí en respuesta, terminado de cortar el espacio para besar rápido sus labios, provocando que mi pelaje se levantaba, agitándose por estar demasiado nervioso.


- ... Eres tan lindo cuando ríes – Dijo para luego levantarse, dándome mi espacio.


- No es cierto, mira – Me limpie el rostro empapado en sudor y lágrimas, viéndole apenado – No dejo de volverme un desastre con algo tan simple.


- Si, jaja... Pero eso no quita lo lindo que eres... - Tomo mi mano, acercándome para abrazarme, dejándome reposar en su pecho para ver el exterior desde la ventana – Quiero verte siempre así, así de feliz... Siempre – Decía hasta volver su voz en un susurro, rodeándome con sus brazos en mi pecho.


- ... ¿Siempre?


- Por siempre.
















============================================

Hola a todos mis lectores!! Ya decían de seguro que paso bastante desde la ultima publicación... Pues yo no lo siento así :'u 

 He estado en pruebas finales últimamente, así que no he podido hacer mucho y puede que siga así por un tiempo, pero no se preocupen, el escribir es mi pasatiempo primordial, apenas tenga un rato para echarme un pedo, me pongo a escribir y me retengo el peo xDD


 Espero que les haya gustado el capitulo. El final fue demasiado empalagoso :'''3 y se va aponer así y un poquito más picante 7w7 ya era hora ¿No? Ya silver aflojo un poco, esa perra difícil XD pero así quería que fuese, bien difícil de tumbar pa' la cama! >:^ Haste respetar Silvy!!


Bueno uwu nos vemos luego los quiero <3 <3 <3 

























 - Que divertido se va a poner - Rayón tras rayón, terminaba varias de sus hojas en su cuaderno - ¿Que camino sera al final?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro