18 | Suficiente

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Alec: ¿Puedo llamarte después de la iglesia? 08:22 a.m.

Erin: Claro  = )  08:33 a.m.

Alec: Sería alrededor de las cinco para ti si te llamo a las doce. 08:36 a.m.

Erin: Funciona. 08:37 a.m.

Aquella mañana, Alec se había dirigido solo a la iglesia. Suponía que allí estarían los chicos, como siempre. Era su último año y, dado que vivían en residencias distintas, se encontraban en el vestíbulo.

Como siempre, iba de traje y con su desgastada Biblia en las manos, además de su cuaderno de oración.

Le escribió a Erin mientras desayunaba, porque entraría a la iglesia de nueve y media a diez y media, y tardaría al menos media hora en entrar al comedor y elegir lo que comería en su dormitorio, pues no pensaba quedarse con sus amigos. Normalmente almorzaría solo mientras jugaba en línea, leyendo los comentarios que le llegaban mientras avanzaba en sus episodios, pero aquel día quería hablar con alguien.

Había revisado el menú del domingo esa mañana, por lo que le avisó a Erin que comería pasta.

Alec: Si te molesta verme comer, puedo apagar la cámara. 08:41 a.m.

Erin: ¿Por qué me molestaría? Pensaba comer contigo. 08:44 a.m.

Así que Alec decidió arriesgarse.

Había hablado con Jin Hyun el día anterior, sábado por la noche, cuando este entró al dormitorio alrededor de las nueve y, quitándose los zapatos mojados, le preguntó qué hacía.

Alec alzó los ojos de las anotaciones que hacía en su cuaderno de oración. Miró a Jin Hyun a los ojos y respiró hondo.

—Estoy pensando en cambiarme de religión.

Jin Hyun chasqueó la lengua. Soltó la mochila junto a la cama y apartó la silla frente al escritorio para acomodarse ante Alec.

—¿Por qué estás haciendo esto? —inquirió, y giró un poco el laptop de Alec para ver lo que leía, pero descubrió que había pausado su videojuego de terror. No había iniciado ninguna transmisión.

—¿Por qué te hiciste cristiano? —quiso saber Alec, y Jin Hyun apoyó un puño contra su mejilla.

—Creo que es más conveniente hablar de por qué tú lo eres.

Alec suspiró, desganado.

—Porque es lo que mis padres creen. Y sé que Dios es real, pero a lo mejor no es el verdadero Dios. Me faltan muchas respuestas a demasiadas dudas que tengo, sobre el cielo y la muerte, y la salvación y...

—Cualquiera que te predique una doctrina diferente —replicó Jin Hyun, y agarró la Biblia de Alec sobre la mesa— miente, y es un engañador, y un anatema.

—Pero otras cosas también suenan lógicas —protestó Alec—. ¿Cómo me explicas que Dios creara a Satanás sabiendo lo que iba a hacer? ¿Cómo me explicas la vida, el propósito nuestro? ¿Para qué me creó Dios? Nada tiene sentido.

—¿Por qué crees eso?

Alec apretó los dientes y sus mejillas se hundieron. De repente, sintió que el único que le escuchaba en verdad era Jin Hyun.

—Me han diagnosticado depresión clínica —masculló.

—¿Y qué?

Alec parpadeó.

—Que eso no existe.

—Claro que existe. ¿Te dijeron por qué?

Alec se encogió de hombros.

—Por falta de hierro. Y por la ruptura.

—Y supongo que lo de tu hermano también te afecta.

El rubio asintió varias veces. No solo eso, sino también la pérdida de su padre y el matrimonio de su madre, aunque ya llevasen seis años casados, y la soledad de la universidad, además del noviazgo con Zion.

Jin Hyun apartó la enciclopedia médica frente a él.

—Puedes salir de la depresión —le dijo—. Sé que llevas años sintiéndote así, pero hay soluciones. Hay medicamentos, vitaminas, alimentos y... Hay alguien que puede cargar con todas tus ansiedades por ti.

—Dios no me va a sanar por arte de magia, Jamie —protestó Alec.

—No he dicho eso. Estoy hablando de que tenemos la mente de Cristo.

—Todo lo quieres arreglar con la Biblia.

—Lo aprendí de ti, Alec.

—Pero llega un momento donde no es suficiente.

—¿Dios no es suficiente?

—Piénsalo, Jamie. Dios creó todo cuando no podría haber pasado nada. Existimos porque nos creó, porque decidió que quería escribir una historia. ¿Cuál es el punto? ¿Construir todo un mundo y llenarlo de seres pequeños que hacen su vida, que Él predestina para aceptarlo o rechazarlo? ¿Y el único propósito es pasar la eternidad con Él? ¿No podía solo habernos creado en el cielo, evitar a Satanás y todos ya estaríamos allí? ¿Tenía que hacernos sufrir, crear el pecado, hacer sufrir a Cristo? ¿No suena demasiado fantasioso?

—Alec, cálmate.

Jin Hyun empujó el laptop de Alec para cerrarlo y mirar al rubio cara a cara. Luego hojeó la Biblia de Alec, y vio todos los pasajes y versículos que había subrayado, todas sus anotaciones en bolígrafo, resultado de ocho años de lectura constante de la Palabra.

Por fin, lo miró a los ojos.

—Tienes muchos más años conociendo a Dios que yo —espetó—. Yo apenas llevo cuatro años en esto y, desde que te conozco, has sido la persona que más he admirado. Quiero amar a Dios como tú, quiero enfrentar la vida como tú, quiero... saber tanto como tú.

Alec lo observaba sin valor de separar los labios.

Él ni siquiera se consideraba alguien admirable.

Jin Hyun también había tenido problemas con sus padres, e incluso con su hermano. La única razón por la que estudiaba allí era por los precios, no porque fuera cristiano, y convertirse le había acarreado varias discusiones con su padre.

—Si Dios lo hubiera hecho como propones —prosiguió—, yo no tendría ni idea de lo que es ser escogido en un mundo donde siempre me han rechazado. No sabría lo que es ser aceptado como soy, sin necesidad de impresionar a mi Creador. No sabría lo que es ser perdonado a pesar de mi caos.

Alec no dijo nada, sino que lo contempló en silencio, porque la voz de Jin Hyun temblaba.

Por eso era cristiano: porque el Señor Jesús, a quien había conocido gracias a Alec, había sido la única persona que lo había amado sin que él hiciera nada a cambio.

—Toda mi vida —añadió Jin Hyun, y el chico vio sus pupilas vibrar—, he tenido que hacer cosas para ganarme la aprobación de los demás. De mi padre, Alec, y de mi hermano. He tenido que sacrificarme y llorar, y sufrir, y trabajar muy duro y muchas horas para solo obtener un "es parte de tu responsabilidad hacer esto". Pero Dios lo hizo todo por mí. No tuve que impresionarlo, no tuve que esforzarme. Me escogió con mis fracasos y me dijo "solo quiero tu corazón". ¿Cómo no iba a querer dárselo?

Al final, el surcoreano se apartó el cabello negro de la frente, revolviéndoselo, y se echó atrás hasta recostarse contra la silla.

Infló el pecho, llenándose de aire los pulmones, y Alec bajó al vista hacia su Biblia. Jin Hyun se había detenido en Deuteronomio 29:29, subrayado en amarillo por el mismo Alec, que acarició con cuidado las palabras escritas en letra pequeña. Se le había empañado la vista de tal modo que ya no leía con claridad.

—La Biblia es suficiente. Es suficiente para saber cómo ser salvo y para conocer a Dios. Queremos saberlo todo sobre el mundo espiritual, la muerte y... En realidad, todo lo que necesitas ya está en la Biblia. Y si Dios no quiso dar más explicaciones, está bien, porque no nos debe nada.

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