jennie kim

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La delta se encontraba sentada en el sofá de la sala mientras escuchaba a sus amigas.

Se sentía muy estresada últimamente, su pecho le dolía cada vez más y su respiración se hacía pesada.

—Kim, de verdad tienes que ir al médico —le dijo Seungwan, o como la mayoría la conocía, Wendy.

—Ya te dije que estoy bien, no me ha pasado nada estos últimos ocho años —le dijo cerrando sus ojos fuertemente—. No va a pasar nada...

—Pero no es común que te duela el pecho hasta el punto que te cueste respirar —esta vez fue Joohyun, alias Irene, la que habló.

Jennie soltó un suspiro pesado, apreciaba mucho a sus amigas y agradecería mucho que se preocuparan por ella.

—De verdad, chicas, tengo mucho trabajo como para ponerme a platicar —les comentó parándose de su lugar.

—Sabes que no puedes vivir así y no le hace bien a tu loba encerrarte en estas cuatro paredes y tampoco ir a la empresa para encerrarte en tu oficina —eso hizo que Jennie se quedara parada en su lugar.

La delta volteó a verlas.

—Mi loba murió hace ocho años y eso ustedes lo saben, ella murió por una estupidez mía —desvió la mirada a otro lado—. Ella no sufre porque yo la maté.

Seungwan volvió a ver a Joohyun y esta negó con la cabeza para después salir de la residencia Kim.

La omega siguió a la delta, quien se había ido a su oficina que tenía en su casa.

—Por lo menos puedes pensar en la idea de contratar a un asistente personal —le pidió.

—No sería un asistente personal, sería más como un niñero que me va a cuidar —murmuró mientras veía unos papeles.

—No quiero que estés sola, no otra vez.

Jennie alzó su cabeza para verla, notó a su unnie con sus ojos cristalizados; la misma mirada de dolor que una vez le dio hace ocho años.

—Si lo hago... —pausó un momento—, ¿ya no dolerá? —le preguntó con una mueca.

—No lo sé, pero vas a ir saliendo de esto —se acercó hasta poder tomarle la mano—. Pero todo a pasito de pingüino, ¿si? —le sonrió mientras le daba un apretón cariñoso.

—¿Pasito de pingüino? —repitió confundida.

—Despacito —Jen se rió al escuchar la respuesta de Seungwan, quien también rió al escuchar otra vez esa risa y la sonrisa que tanto había extrañado.

Aquella sonrisa que perdió hace años.

Después de eso Jennie le dijo que hiciera todo lo necesario para contratar al "asistente personal", lo cual Jennie le decía "niñero", pues era lo que iba a hacer a partir de que le contrataran según ella.

Todo va estar mejor, Jennie se dio ánimos a sí misma, todo el dolor se va a ir.

***

Lisa se encontraba sentada en la sala de espera de aquella empresa, atenta a que la llamaran para pasar y dar su entrevista.

La verdad, había investigado un poco más a la señora Kim y había muchas cosas que se preguntaba, pero claro, no era momento de hacerse cuestionamientos de una persona que no conocía.

Muchas personas decían que lo más extraño era que no permitía que alfas trabajaran en su empresa y sus únicas amigas eran dos alfas y una omega, no había mucha información de Jennie, solo que tenía veinticuatro años y que le faltaba poco para los veinticinco.

Era lo único que conocía y ella creía que era lo suficiente, o mejor dicho, lo que necesitaba.

Salió de sus pensamientos una vez escuchó que una omega decía su nombre, se paró del asiento y entró en la oficina.

En el lugar sólo habían tres personas.

—Así que tú eres Lalisa Manoban —dijo la que estaba en medio de las otras dos.

—Así es —afirmó.

—¿Por qué quieres este trabajo? —le preguntó con una sonrisa.

—Uhm... seré sincera, sólo vine a hacer la entrevista porque necesito un trabajo para poder pagar las cuotas de la universidad y debo encontrar un departamento.

—¿Cuántas horas tienes disponible? —habló ahora la mujer de la izquierda.

—A decir verdad, por las mañanas son más clases y una que otra por la tarde, pero a partir de las tres de la tarde estoy libre —respondió con una sonrisa.

Su mirada se dirigió hacia la persona que permanecía callada desde que llegó ahí, la de la derecha, pero apartó sus ojos de inmediato cuando esta misma la descubrió. Todo sin saber que Wendy notó cada movimiento que estaba haciendo la tailandesa.

La entrevista siguió como una media hora más para después terminar. Lisa se paró de la silla y se despidió.

Caminaba despacio y cuando iba a llegar al ascensor, alguien la llamó.

—Espera —le pidió y eso hizo que Lisa volteara y vio que era la omega que estaba en esa sala—. Mi nombre es Shon Seungwan —le sonrió.

—Mucho gusto.

—Igual —se tomó unos segundos—. Si Jennie no decide aceptarte para este trabajo, puedes llamarme —le entregó una tarjeta que traía un número.

—¿Gracias? —dijo algo confundida.

—Eres indicada para este trabajo, así que intentaré hacer lo posible para que te quedes con el puerto —murmuró, pero Lisa la escuchó.

—Gracias de nuevo —dio una reverencia—. Hasta luego.

Mientras iba bajando por el elevador, su mente recordó ver la foto de Jennie Kim y se quiso dar un golpe. La que no habló en todo lo que ella estuvo en esa oficina era Jennie.

A Lisa le parecía que Jennie era una persona extraña y también le causaba mucha curiosidad.

Porque los ojos de Jennie parecían pedir ayuda a gritos, porque Lisa vio terror reflejado en aquellos ojos gatunos.

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