reglas y condiciones

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Lisa se encontraba profundamente dormida, su primera clase empezaba a las diez de la mañana y eran las seis y media. Aunque su sueño fue interrumpido por una llamada.

Estiró su mano hacia la mesita de noche donde estaba su celular y contestó sin checar quién era.

—¿Bueno? —fue lo primero que dijo.

—¿Este es el número de Lalisa Manoban? —preguntó la otra persona tras el teléfono.

—Sí, ¿quién habla? —se talló los ojos con su mano libre.

—Soy el secretario de la señora Shon Seungwan y me dijo que le informara que la espera después de que salga de la universidad —le comentó.

—¿Se puede saber por qué me citó? —se sentó en la cama.

Para que vea si usted va aceptar el trabajo de asistente personal de la señora Kim —le contestó.

Lisa sonrió al escuchar eso.

—Oh, claro, muchas gracias —después de eso y de que el secretario de la señora Shon le diera unas cuantas indicaciones, colgó la llamada.

La omega estaba tan contenta que el sueño había desaparecido, así que se dirigió hacia la cocina y empezó a preparar el desayuno para todas -cuando ella se refería a todas se trataba de la señora Kim, Jisoo y Rosé-.

Tal vez las cosas iban a ir para mejor a partir de ahora.

Una media hora después el desayuno ya estaba casi listo, pero en eso entró la señora Kim a la cocina, sorprendiéndose al encontrarla ahí.

—¿Qué haces aquí, cariño?

La tailandesa sonrió y contestó con obviedad.

—Haciendo el desayuno.

—Ya me di cuenta de ello, pero no eres una de esas personas que se levantaría para hacer el desayuno —le recordó.

—Bueno, estoy feliz ya que hoy después de la universidad voy a ir a ver si firmo un contrato para ponerme a trabajar un tiempo —habló con una sonrisa.

La señora Kim dio un grito al escucharla.

—¡Estoy muy orgullosa de ti, cariño! —dijo mientras acariciaba la mejilla derecha de la omega.

Esta apartó su mirada al escucharla, cómo deseaba que aquellas palabras fueran de su madre...

—¿Por qué estamos orgullosas de Lisa? —preguntó una adormilada Jisoo.

—Es que Lisa ya va a poder trabajar —respondió su mamá con una sonrisa.

—¡¿De verdad?! —preguntó sorprendida y todo rastro de sueño se esfumó al ver a Lisa asentir con la cabeza—. ¡Joder, ya me vas a mantener! —dio unos cuantos brinquitos en su lugar.

La mayor de la casa rió al escuchar el comentario de su hija.

—Bueno, yo termino ya el desayuno, ahora se los pongo en la mesa, vayan a sentarse —le dijo la señora Kim y Lisa ya no pudo protestar porque Jisoo se la llevó de la cocina.

El desayuno fue entre risas y platicas de cualquier cosa.

***

Horas más tardes, Lisa se encontraba un poco nerviosa, eso no iba a mentir.

Estaba caminando hacia la empresa de Jennie Kim mientras pensaba muchas cosas, entre ellas eran:

¿Por qué Jennie Kim necesita un asistente personal?

¿Por qué sus ojos le pedían a gritos que la ayudaran?

¿Cuál era la razón por la que era tan misteriosa?

¿Qué llevó a que tomara la empresa tan joven sin todavía cumplir la mayoría de edad?

Tal vez la segunda pregunta, todo lo que Lisa veía en aquellos ojos, no era tan cierto y solo estaba alucinando, tal vez Kim no necesitaba ayuda en varios aspectos de su vida.

Pero que su mirada esté tan perdida que no era capaz de mirar a alguien a los ojos... era un poco raro. Bueno, para ella Jennie ya lo era.

Una vez llegó a la empresa esperó pacientemente a que la llamaran y se asustó cuando alguien tocó su hombro.

—Hola, Lalisa —la saludó la omega de nombre Seungwan.

—Buenas tardes, señora Seungwan —la saludó de vuelta.

—No me digas señora que no estoy vieja —le dijo y vio asentir a Lisa—. Ven, te voy a llevar con Jennie y ella te va a dar algunas "reglas y condiciones" —las últimas dos palabras las dijo entre comillas que hizo con sus manos.

—Oh, está bien —asintió ante las palabras de la mayor.

—Solo te voy a decir que Jennie es alguien un poco complicada —le dijo en un murmuro.

Lisa siguió a la omega mayor en silencio, subieron al elevador y vio que le picó al botón del último piso. Después en los cinco minutos que duró el pequeño viaje la pelinegra iba viendo a sus pies.

—Solo toca la puerta y entra cuando ella te dé permiso —le indicó la otra esperado a que saliera del elevador.

Lisa tocó la puerta y escuchó un pase y entró a la oficina.

—Buenas tardes —saludó Lisa haciendo una reverencia hacia la delta.

—Buenas tardes —le regresó el saludo—. Solo te voy a decir las reglas y condiciones que tienes que cumplir y si ya después aceptas todo lo que pido, tendrías que ir otra vez con Seungwan para firmar el contrato —habló seria.

Lisa solo hizo una mueca y pensó que si solo la iban a hacer que diera vueltas por toda la empresa.

—Claro, dígame, ¿cuáles son?

—Tienes que vivir conmigo sí o sí —fue lo primero que dijo, y aunque podía parecer extraño, Lisa ya había leído aquello en el anuncio, y a decir verdad, no era tan poco común que los empleados de los jefes tuvieran que irse al hogar de estos para estar controlados, atentos y ese tipo de cosas—. Quiero que seas ordenada, no puedes llevar a nadie a mi casa, empezarás a trabajar desde las cinco de la tarde que es cuando yo llego y allá me pongo a trabajar —empezó a numerar.

La omega asintió a todo lo que decía.

—Tienes que ser puntual cuando yo te pido que hagas algo, si te digo que tienes que ir a un lado, vas a ir, también tienes que tener ropa elegante pues algunas veces voy a juntas importantes o fiestas y necesitaré que me acompañes.

—¿Eso sería todo? —preguntó la menor con el ceño fruncido.

—Por ahora sí —asintió—. ¿Tienes alguna pregunta?

—Hasta ahora no —le regaló una sonrisa y Jennie desvió su mirada.

—El secretario te va a llevar con Seungwan y ella te hablará del pago y esas cosas.

—Está bien, me retiro, con permiso —eso fue todo lo que dijo antes de dejar sola a Jennie.

Kim se llevó una mano al pecho una vez que Lisa se fue de su oficina. Otra vez le estaba dificultando respirar.

Quería que toda esta mierda acabara de una vez, estaba harta.

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