La consecuencia de la tormenta

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—No hay mucho que agregar aquí, alguacil —el doctor Brown se inclinó sobre una mesita junto a la cama, mientras llenaba un certificado de defunción—. No parece una víctima normal de ahogamiento, pero se enredó en algo serio. Tiene rasguños por todo el cuerpo y pequeños cortes profundos en el costado izquierdo. Estoy de acuerdo en que podría haber sido una cerca de alambre. Sé que Leese había estado probando alambre de púas para demarcar propiedad. Son visibles desde aquí. Me parece una práctica bastante peligrosa, pero se está haciendo popular entre ganaderos. Si lo sacaron con tiempo del agua, digamos en cuando redujo el golpe de corriente, entiendo que no se aprecie hinchado.

El doctor estaba agotado después de una noche de vigilia y el parlotear del policía le estaba empezando a parecer molesto. Así que decidió cerrar el caso lo más pronto posible. Tener a alguien que se hiciera cargo de las cosas, especialmente cuando había muerto un pilar de la comunidad, era un alivio, y el recién llegado capitán parecía capaz.

Jax se quedó en el porche con Clara, tras la partida de los hombres. Seamus andaba haciendo la encomienda en la casa grande. Decidieron que era mejor mantener al tendero fuera de la atención del alguacil. Las tensiones habían aumentado y Jax no estaba muy consciente de hasta donde podía extender su teatro.

—Kendall nunca fue muy cercano a su familia, ¿verdad? —Pelman estaba tramando un plan—. No recuerdo que haya recibido muchas visitas en el Instituto Militar.

—Su familia extendida no vio con buenos ojos su matrimonio con madame Miranda. Todo fue orquestado por su padre, quien quería hacer crecer su negocio a través de un matrimonio de conveniencia. Él apenas tenía dieciocho años y ella era viuda con un hijo a los veintitrés. Fue un escándalo comparable a desposarse con una divorciada... o una mujer por debajo de su estación.

Clara se pasó los dedos por su cabello rubio trigo y suspiró. No estaba acostumbrada a abrirse a extraños, pero estaba aprendiendo rápidamente que era lo mejor para todos.

—Intuyo una historia tras la historia, pero ya he sido muy poco caballeroso hoy como para ejercer presión. Recuerdo esa boda. ¡Vaya escándalo! Nadie pensó que se trataba de una unión por amor, pero él se encargó de hacer ver a todos lo contrario. Una pregunta... ¿Cómo crees que los chicos han de reaccionar a la llegada del "primo Jax"?

—¡¿Estás delirante?! No hay forma de que nos aferremos a esta historia después de hoy. Eleanor sospechará de entrada. Y no olvidemos a Toby. Tiene un apego especial a su padre. El dolor de perderlo es suficiente como para mentirle en añadidura y Kendra... mi niña es especial. —Clara sonrió con orgullo—. Si los tres se ponen de acuerdo, seguro te atrapan en un desliz. Yo he servido al señor Leese por más de quince años, y, sin embargo, no estoy al tanto de detalles anteriores a mi llegada. La historia de la familia es algo que no se trata con extraños. Ellos van a ponerte a prueba con todo, van a comparar tus historias con cualquier cosa dicha por su padre.

—Eres una guarda. Sabes que hay maneras de tener acceso a sus memorias. Solo tienes que dibujar un esquema para mí, y prometo no alejarme del libreto. —Clara achicó los ojos con desconfianza. Jax no podía darse el lujo de perderla—. Verás, mis habilidades funcionan como ráfagas. La mayor parte de mi energía se invierte en evitar que este cuerpo se descomponga y que mi mente se desvíe. Beber su sangre mientras estaba vivo podría haber funcionado, pero ahora estamos más allá de eso. Estoy dispuesto a arriesgarme a que haya probado mi sangre antes de morir. Soy inmune a mi propio veneno, pero necesito tu ayuda y me consta que la tarea ha de ser dolorosa y desagradable para ti. Pero considera lo que recién acaba de suceder y el hecho que vas a necesitar ayuda para mantener la casa, ante los que llegarán haciendo preguntas.

—¡No pienso trabajar té oscuro para ti!  —Un destello verde atravesó el marrón de sus ojos, la señal de una verdadera bruja. Jax no pudo evitar sentir un toque inexplicable de nostalgia.

—Has estado sirviendo a las sombras por él por años, Clara. De lo contrario, Leese hubiera muerto en el primer intento de transformación. No te hagas la ofendida. No te queda bien. Lo estuviste protegiendo de sí mismo y es evidente. Leese no es un garou de sangre. Ha estado conteniendo un poder que no le pertenece a su linaje. Es por eso que supe... qué hacer. Los garou de sangre no se ven afectados por la plata. —No quería perderla recordándole que había matado a Leese, pero no podía permitirse el lujo de no ser honesto. En todo caso, ocultaría el hecho de que si se le presentara otra opción, hubiese escogido darle muerte de todos modos—. Prometo que no me aprovecharé, al igual que él no lo hizo. Pero debes confiar en mí, porque tu vacilación es una pérdida de tiempo y él se está pudriendo allí. Muerto, sin retorno. ¡Si quieres que alguien proteja el bienestar de la niña, entonces tendrás que dar un paso de fe!

Clara consideró la urgencia de la demanda de Jax y cómo en las últimas horas se había encontrado entre lo que parecían ser aliados impuestos. Sin embargo, ella había estado allí, en esos últimos y agonizantes minutos de la vida de Kendall Leese. El hombre se mostró confiado en su asesino.

—Me estás pidiendo que profane su cuerpo. Que derrame lágrimas.

Jax tomó sus manos sobre las de él. Sin palabras, Clara entendió que entre ambos existía una conexión profunda. Él había amado y perdido tanto como ella. Antes cambiar de opinión, le hizo saber.

—Consígueme un cuchillo afilado que pueda manejar. Por favor, nada de plata. No haré que su cuerpo sufra ultrajes innecesarios después de la muerte. Y déjame sola. Ve, haz tu parte. Por venenosa que sea, necesitaré tu sangre. Vierte un poco en una olla de cobre.

Jax hizo lo que le fue indicado. La sangre de un revenant es oscura, pesada al punto de la coagulación. Era doloroso verter, pero le constaba que la mujer en la habitación de Seamus tampoco la estaba pasando fácil. Después de un rato, Clara salió, con un cuchillo de desollar en una mano, y en la otra, una delgada tira de carne cortada justo debajo de la clavícula de Leese.

Tomó la pequeña cazuela de cobre de las manos del revenant y junto con la sangre mezcló carne, sus propias lágrimas, agua y miel, hirviendo lentamente. Todo para darle a Jax una ventana al alma de otro hombre...

***

La tormenta dejó duras secuelas. No hubo inundaciones, pero eso no impidió que los arroyos crecieran y se descontrolaran.

Según las cuentas oficiales, dicho golpe de agua dejó como saldo una vida. Varias casas resultaron afectadas por el viento, los escombros o la caída de árboles. Era de esperarse.

Y luego, estaba la casa de los Adams.

Nadie supo lo que sucedió allí en realidad, por ende, fue clasificado como una desgracia. Algún animal salvaje, tratando de refugiarse de la tormenta, debió haber descubierto un acceso a la casa mientras la partera y su esposo dormían. Sus gritos de auxilio, si alguno, fueron ahogados por las ráfagas de viento. Pudieron haber intentado correr, pero quedaron atrapados entre la criatura invasora y el huracán inclemente.

Si bien el pobre Sr. Adams murió de un ataque cardíaco, su esposa no tuvo tanta suerte. La criatura desgarró sus entrañas, comiéndose su hígado y corazón.





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