에피소드 3

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El oso de pelaje frondoso fue el primero en dar un paso hacía Jimin, pero solo logró que este retrocediese asustado hasta chocar con el espaldar de un mueble. Entonces se detuvo, el pelo marrón pegándose a la carne bronceada y exponiendo brazos y piernas desnudos, al igual que aquel inconfundible y hermoso rostro. Su señor.

—Jimin-ah —llamó, ignorando su desnudes para caminar con lentitud hacia él—. Jimin-ah, está bien, soy yo —su voz fue suave, como cuando se acostó con él la primera vez, calmando su angustia y siendo tierno, pero esta vez no funcionó. El rubio, tan pálido como un pergamino, recogió las piernas y encogió los hombros, convirtiéndose en una cosa tan pequeña, que Jungkook —aún en forma animal— le recordó a un pequeño pollo indefenso.

—Taehyung —gruñó—. No te acerques, esta asustado.

—No necesitas decírmelo, es obvio que lo está.

—No —respondió—. No de nosotros —podía olerlo y verlo tan claro como si de una imagen se tratase; el miedo, el terror, la angustia. Jimin se estaba deshaciendo en una bruma oscura que solo él veía.

El pueblo, el templo, los chamanes, los aldeanos, el sacrificio; Jimin sentía que todo estaba regresando a él. Volvía a sentirte atado a cumplir órdenes, a arrodillarse ante personas que solo lo abofeteaban por su insuficiencia, a dormir en un cobertizo frio y sucio, a ser repudiado por la persona que amó, a ser lastimado y sacrificado por un pueblo al que no le debía nada más que odio.

Si los hombres frente a él eran realmente sus dioses, entonces solo debía aceptar el hecho de regresar a ser nada más que carne para sacrificar ¿Por esa razón lo mantuvieron en el palacio tanto tiempo?

Entonces su señor realmente no lo amaba, solo esperaba el momento oportuno mientras se divertía con él, jalando por completo los malestares de su cuerpo para fundirlo en una ensoñación agradable, besando sus labios con dulzura y robando cada parte de cordura.

Entonces ¿Realmente nunca tuvo una segunda oportunidad? Nacido solo para sufrir y morir en nombre de otros, que irónico destino.

Jungkook podía saborear los amargos sentimientos de Jimin incluso a tantos metros, pero supo que eso era mejor a tener que soportar sus pensamientos, como Taehyung, quien apretaba el puño, con los nudillos pálidos, la mandíbula rígida y el ceño caído, al poder conocer los desastrosos recuerdos y pensamientos del menor. Sabía sobre el mal trato que había tenido el día del sacrificio, pero no que su trato previo fue tan barbárico.

—Jimin —Taehyung finalmente se detuvo a solo centímetros de él. Se veía tan diminuto arrinconado contra el sillón de terciopelo negro, con las piernas recogidas en su pecho y los brazos apretados contras sí mismo—. Jimin-ah, basta, no sigas pensando esas cosas —le murmuró, pero ¿Cómo se supone que debía olvidarlo? Todas esas palabras maliciosas y dolorosas seguían haciendo estragos en su cabeza, lo recordaba como si siguiese atascado en esa isla, bajo la mano firme de chamanes que parecían disfrutar de su dolor.

Y esta estaba allí, de nuevo. Tenía 8 años y sus padres lo estaban arrastrando hasta el templo mientras él lloraba y se sacudía, ensuciando su pequeño hanbok azul mientras intentaba clavar los pies a la tierra y huir del chaman de mirada rígida que lo esperaba en la entrada. Fue reprendido esa misma noche.

—Un buen siervo nunca reniega de sus labores —decía el hombre mientras estrellaba una y otra vez las tiras de paja sobre sus manos. Tuvo que llevar vendadas las manos por una semana completa.

—Un buen siervo siempre obedece a sus superiores —le regañaron una vez, cuando uno de los chamanes empujó su cabeza con la madera fría para que recogiera con la lengua los granos de arroz que se le habían lanzado.

—No suplicas con persistencia ¿Y así quieres que nuestros dioses nos escuchen? —cuestionó otro, un día en donde su posición flaqueó ante el tapiz de las deidades, demasiado cansado como para evitar dormirse en medio de una plegaria.

—Jimin, no eres un buen siervo —le había comentado una sacerdotisa.

—Que inútil y patético —le había ducho otro siervo.

Algo pareció colmar el vaso rebosado cuando confesó amar a su mejor amigo, imaginó en su mente tantas posibilidades, en como este agarraba su mano y paseaban felices. En cambio, Hoseok se tapó la boca después de que lo besara y lo miró como si fuera el monstruo más bárbaro que hubiese visto.

Lo visitó una noche antes del festival, solo se quedó al otro lado de la habitación, con los puños apretados y el ceño fruncido—. Espero que los dioses tengan misericordia de alguien como tú.

Entonces lo único que le daba color a su vida se derrumbó sobre él, como una casa en llamas.

Un buen siervo. Un buen siervo ¿De que servía?

—Jimin-ah —Escuchó la voz de Taehyung tan lejana, oculta entre los malos deseos de cada persona con la que se cruzó, pero algo se sacudió cuando una mano fue puesta en hombro y alejada de repente.

Entonces todo fue silencio e incredulidad.

Su mano temblaba en el aire, a centímetros de la cara de Taehyung y vio como su mejilla comenzaba a colorarse. Lo había abofeteado.

El aire se atoró en su garganta y su mente se bloqueó en la búsqueda de algo para decir, pero ¿Qué? Había levantado una mano en contra de su señor, la persona que solamente lo trató con dulzura y cariño desde que llegó.

La mano de Taehyung entonces subió de su posición y Jimin se encogió en su lugar esperando un golpe que jamás llegó. Solo lo vio ponerla en su mejilla enrojecida y levantarse con suavidad, alejándose para darle vía libre a la salida, en donde Jungkook —ahora humano— mantenía la cabeza agachada, completamente en silencio.

Él también se hizo a un lado y Jimin no supo cómo fue que sus piernas reaccionaron, tomando impulso con las manos y corriendo fuera de la oficina, con las piernas desnudas, la piel fría y el chaellik en sus hombros.

El camino se le hizo una eternidad, sin importa lo cercano que estuviese su habitación. Se derrumbó dentro y gritó, rasgando con las uñas la alfombra bajo su cuerpo e ignorando la insistencia de Jin para que se levantara y buscara refugio en sus brazos. ¿Por qué lo haría? Merecía la miseria después de lo que había hecho.

La voz se le fue solo un segundo antes de que la inconsciencia lo dominara.

Hoseok tenía razón.

"Alguien como yo no debería de seguir con vida".   

—Jimin-ssi —se cubrió más con las sábanas cuando uno de los lobos entró por la puerta con una bandeja de comida en las manos—. Jimin-ssi, debe de comer algo. 

No importaba si su estómago rogaba por algo para comer, no iba a dejar de auto-torturarse por sus acciones días atrás. Así que se mordió el labio y permaneció callado, rogando porque lo dejaran solo nuevamente. 

—Yo me encargo —escuchó la voz de Jin incluso cubierto por el montón de telas. 

La cama se hundió por su peso a su lado y su mano fue encontrada entre el desastroso nido de mantas. 

—Jimin-ssi-

—No voy a comer —dijo, claro y rotundo, sorprendiéndose de haber podido decir algo más que sollozos en todo ese tiempo aislado. 

—No te voy a obligar —respondió con suavidad, acariciando sus dedos y buscando subir por su muñeca—. Escucha, Jungkook-ssi me contó lo que ocurrió, nada fue tu culpa. 

¿Cómo podía decir eso? Lo había golpeado, lo había lastimado tal y como lo hicieron con él en el pasado ¿Acaso no podía ver la gravedad sus acciones? Merecía ser reprendido. Espero durante días a que Taehyung abriese la puerta y lo destrozara a golpes por su soberbia, siguiera que mandara a alguno de los lobos a cumplir el castigo, sin embargo, todo siguió igual y diferente al mismo tiempo. Él no lo había llamado y Jimin tampoco tenía el valor de ir a verlo. 

—Jimin-ssi —las manos delgadas escarbaron en la cama, descubriendo su pálido rostro oculto entre las telas y la sola vista del menor hizo que sus cejas curvaran en un gesto preocupado. Acarició su mejilla, mirando los labios agrietados y rotos por haber estado mordiéndolos sin piedad—. No te hagas esto a ti mismo. 

Creyó que no podía llorar más, pero ahí estaba, otra lagrima, cayendo despacio por la piel blanquecina. Creyó que toda energía lo había abandonado cuando el hambre se había hecho casi inaguantable, sin embargo, parecía que su cuerpo quería seguir luchando. 

—Me duele mucho —confesó.

—Lo sé, oh lo sé —se acurrucó con él, apoyando la barbilla en su cabello y acariciando su espalda—. Pero no puedes seguir así, Jimin-ssi, aquí hay muchas personas que te quieren y te necesitan. 

—Soy alguien despreciable ¿Por qué? 

—Te llamas a ti mismo despreciable cuando solo has actuado por miedo ¿Te has llevado la vida de alguien? ¿Has robado algo que no es tuyo? ¿Has obrado mal en nombre de otros? —parecía tan obvio ¿Acaso no podía darse cuenta de sus errores? —. Taehyung-nim no ha sido el mismo estos días, te necesita. 

—Le he lastimado, debe de odiarme. 

Jin permaneció en silencio unos largos minutos, hasta que se acomodó junto a él, sonriendo con dulzura—. ¿Por qué no se lo preguntas tu mismo? 

Jimin se encogió de hombros, ocultando la cara en las almohadas y amortiguando el sonido de su voz—. No se lo debo preguntar. 

—¿No te han dicho que sacar conclusiones adelantadas es malo? 

—Jinnie —llamó—. Por favor, no sigas. 

El nombrado suspiró, demasiado sobrecogido por la preocupación. 

—Está bien, te dejaré solo, pero solo piensa en lo mucho que Taehyung-nim y Jungkook-ssi te aman —acarició una última vez se cabello y se levantó—. Lo hicieron antes y lo seguirán haciendo por siempre, Jimin-ssi. 

Lo amaban... ¿Lo amaban? ¿De verdad? Podría esperar al menos un poco de agrado por parte de Taehyung, después de todo lo había estado solicitando durante semanas, llenándolo con regalos invaluables, comidas exóticas y cariños entrañables, pero no podría decir que fuese amor... aunque ¿Así era amar a alguien? 

No se había dado cuenta hasta entonces que su conocimiento en el amor era igual de nulo que su fluidez en otros idiomas. Pensó en Jungkook, él tendría incluso menos aprecio por Jimin que Taehyung, por el hecho de que solo habían estado juntos una hora y no superaban la semana de haberse conocido. 

¿Realmente lo necesitaban?

—Espera —se enderezó de repente, cargando con un mareo que lo abrumó al instante y le hizo volver a recostarse, la falta de nutrientes comenzaba a pasarle factura. Jin regresó a su lado, recogiendo la bandeja de comida que había dejado BulTan antes de retirarse.

—¿Comerás ahora?

Jimin asintió, derrotado no solo por lo cansado que se sentía, sino también por la preocupación del lobo. Quiso vomitar cuando el primer trozo de fruta llegó a su boca y el dolor de cabeza afloró en él. Los siguientes bocados fueron más soportables, y al cabo de una larga hora terminó exitosamente con todo sobre la bandeja. 

—Jinnie ¿Podrías... ayudarme a vestir? —recibió una suave sonrisa de regreso. 

Sería echado del palacio, era un hecho. Puede que Taehyung fuese de corazón bondadoso para no matarle por su irreverencia, pero eso no quería decir que lo perdonase, ningún noble dejaría pasar una falta así. 

Iría a ofrecer sus más sinceras disculpas y se despediría. 

No lloró cuando un Jin lo armo con un hanbok gris, tampoco cuando su cabello fue tiernamente peinado y luchó para no hacerlo cuando fijó rumbo a la oficina de su señor. No, de Taehyung-nim, desde ese momento dejaría de ser algo para él, sin importar lo angustioso que le resultase tan pensamiento. 

Jimin no era nadie para seguir manteniéndose a su lado.

Los pasillos se veían opacos mientras caminaba, ni siquiera cuando llegó al jardín pudo ver el sol, pues el cielo estaba tapado por porosas nubes oscuras y el viento movía la copa de los árboles con brusquedad. Al parecer el clima se sentía igual de desolado que él. 

Extrañaría el lugar, por supuesto. Las alfombras coloridas, los asientos mullidos, la comida exquisita y el sentimiento esperanzador que afloraba en su interior cuando paseaba por los alrededores. Echaría en falta las voces armoniosas de los lobos y la grave de Taehyung. 

Tal vez también pensaría en Jungkook ¿Se habrían vuelto cercanos de tener el tiempo suficiente? 

Sus pasos disminuyeron la velocidad conforme se acercaban a las altas puertas dobles de la oficina. Una estaba parcialmente abierta, así que dudó en entrar de inmediato, prestando atención a la baja conversación que tenían en el interior. 

—...supongo que las pruebas son claras ¿Sería todo? —era Taehyung. 

—Si, señor —Oh ¿Era BulKan? 

—¿Cómo actuará, señor? —y ese era BulGon. 

¿De que hablaban?

Jimin se pegó a la puerta que aún seguía cerrada, siendo silencioso para esperar el momento oportuno para entrar y disculparse. 

—Él tendrá que irse. 

Su cuerpo se quedó congelado al escucharle. Entonces tendría que dejar el palacio, claro, era muy obvio, no entendía porque de igual forma le sorprendía tanto oírlo en voz alta. 

—Pero señor, él-

—Ha actuado deliberadamente en contra de mí y a mis espaldas, mi decisión ha sido tomada. 

La mano le tembló cuando la puso sobre su boca para detener el sollozo que nacía en su garganta. El dolor creció en su estómago, subiendo por su pecho y cortándole la respiración. Tuvo que apartarse de la puerta o terminaría haciendo mucho ruido. "Él", había hablado de Jimin como si fuese un desconocido. Tan frío y serio, nunca lo trató de ese modo... hasta ahora. 

Se tambaleó por la pared y sus pulmones comenzaron a exigirle oxígeno a través de sus dedos. Entonces echó a correr hacía el jardín, buscando tierra, aire, agua, lo que sea que lo ayudara a mitigar la agonía. 

—¿Por cuánto tiempo estará fuera? —preguntó un lobo.

—BulSan nunca ha sido problemático, mi señor —comentó el otro.

—Pero informó a Jungkook sobre mis acciones, todo en contra de mi conocimiento. Puede que sea algo pequeño, pero si lo dejo pasar con facilidad, nada me asegura de que no se repita en el futuro. 

—Entiendo señor. 

—Será un año.

—¿No es demasiado? 

Taehyung pareció pensarlo unos segundos. BulSan había estado mandando notas a Jungkook sobre su plan de mantenerlo lejos de Geum por un tiempo, por fortuna no había mencionado a Jimin, sin embargo, eso provocó que el tigre regresara antes de tiempo y ocasionara un caos. 

De no haber sido por su sirviente, Jimin no estaría pasando por un mal momento y el curso de las cosas habría sido pausado y con calma. 

—9 meses, nada menos. 

—Está bien, señor —dijeron ambos lobos casi al mismo tiempo, pero fueron detenidos antes de marcharse.

—Jimin... ¿Ha aceptado comer por fin?

—No señor, no hasta el momento, hemos intentado de todo. 

—Insistan —ordenó, apretando el puño de la impotencia—. Iré a verle más tarde. 

—Si señor. 

Solo, soltó el suspiró que contuvo durante horas, pasándose una mano por el cabello con desesperación y agachando la cabeza con nerviosismo. Observó el cordel verde y dorado que yacía enrollado en un delicado nudo sobre el escritorio. Apenas lo vio supo que era obra de su hermoso tesoro y no puso amarlo en doble, solo con saber que Jimin había pensado en él para darle un detalle que lo alegaría. 

Había estado evitando caer en la tentación de tomarle bajo el estrés y hacerle daño, pero no pensó en las consecuencias que tendría esta decisión. 

—No quiero volver a perderte —susurró, acariciando la borla con los dedos—. Te necesito.

El aire frio picó su garganta cuando se abrió paso por el jardín nublado, arrastrando los gatsin azules por el camino de tierra y el pasto corto.

Tropezó en un momento, estrellándose contra el camino arado y ensuciando sus ropajes claros. Pero no podía quedarse ahí por mucho, aunque su cuerpo quisiese solo parar. Que importaba, después de todo su mente era un desastre sin pies ni cabeza, las palabras escuchadas y las acciones cometidas desde que llegó a Geum daban vuelta sobre si, chocando sin dar sentido a alguna idea o pensamiento coherente.

Quería desaparecer, que se lo tragara la tierra y los granos inundaran sus pulmones hasta asfixiarlo. El sentimiento de angustia iba a venia en su pecho, una opresión gélida que le hacía temblar.

No sabía a donde se suponía que debía ir, el palacio no tenía ninguna salida conocida, no había puertas por ningún lado, ni siguiera ventanas que dieran al exterior. Ahora empezaba a comprender algunas cosas del lugar. Por supuesto, un castillo tan extravagante y lleno de decoraciones exóticas no podía ser de alguien que no fuese un dios. Ni siquiera los señores más adinerados y eruditos podrían aceptar aquella explosión de cultura extranjera. ¿Y los lobos? Nunca se detuvo a pensar detenidamente en ello. Le agradaban, los consideraba sus amigos, pero no buscó algo que explicara el porqué de la cola y las orejas. Se concentró en disfrutar del pequeño placer que le confería el palacio, ignorando por completo si todo lo que ocurría tenía coherencia o no.

Una pregunta llegó a su cabeza como si de un golpe de realidad se tratase.

¿Taehyung lo había manipulado todo ese tiempo? ¿En realidad lo amaba como solía decir?

Pero lo había echado. No, Jimin lo entendía. Taehyung no lo amaba porque le había traicionado, se había acostado con alguien más y le había agredido físicamente. Incluso el más benevolente perdería los estribos ante eso. Sin embargo, por más que comprendiese a Taehyung, el dolor pareciese no querer terminar.

Terminó frente al árbol de sándalo cerca de la laguna, en donde el agua se mantenía calmada y lisa, reflejando la tempestad que se alzaba en el cielo; todo revuelto, oscuro y opaco. Una fina lluvia comenzó a caer y el viento golpeaba las ramas del sándalo.

Un calor asfixiante cubrió su cuerpo y las lágrimas ya no eran lo único que empapaba su rostro.

—Lo siento —murmuró, más para sí mismo, pues nadie le estaba escuchando—. He hecho cosas horribles...

Sus hombros dolían como si el pesó de sus acciones buscase hacerlo caer de nuevo. Ya no tenía fuerzas y solo quería que la presión que lo atormentaba se marchase, pero ahora estaba ardiendo que si estuviese en medio de una hoguera y sin importar la lluvia que lo empapase este no diezmaba. ¿Qué diría Taehyung si lo viese en tan penosa situación?

Mojado, sucio y desahuciado. No quería eso, quería irse, desparecer antes de que lo encontrase así.

—Basta —rogó—. Lo siento, por favor, por favor, basta.

Un murmulló llegó a sus oídos cuando sus pasos llegaron al borde empedrado del estanque, agua cristalina que se tornaba oscura y turbulenta en el fondo, pero no en la superficie.

—¡Jimin!

Su corazón se detuvo y su cuerpo giró sobre si mismo queriendo ver al dueño de esa voz, pero sus gatsin resbalaron en el borde y el cielo nublado fue lo último que vio antes de caer a las aguas negras de la laguna.

Su mente se perdió por unos largos minutos, esperando a que sus pulmones se atascaran con el líquido y la profundidad se lo tragase, sin embargo, continuaba sintiendo el aire entrar y salir por su nariz. Pero parecía que el fuego en su cuerpo baja de intensidad, así que no luchó por volver a la superficie, igual ¿Para qué regresar si se tendría que marchar en algún momento?

Era agradable; el silencio, la paz, el frio. ¿Y si se quedaba allí? Tal vez podría dormir para siempre en ese lugar. Nadie lo extrañaría, ni lo buscaría. Con el tiempo comenzaría a olvidar su vida y con ellos el dolor.

Olvidar. Eso se escuchaba bien.

De repente sus rodillas tocaron algo y en cuestión de nada la gravedad cayó sobre él, terminando arrodillado en un suelo liso. Todo era absoluta oscuridad, solo percibiéndola por la luz que parecía transmitir su propio cuerpo; una delgada luminiscencia blanca que cubría su piel y sus ropas sorprendentemente secas.

—¿Dónde...? —se podía ver las manos y el hanbok azul aun manchado de tierra, pero nada más—. ¿Dónde estoy?

Se sintió ligero al levantarse y dar pequeños pasos inseguros, pero cuando empezó a caminar el frio aumentó y algunos árboles brillantes se mostraron ante él, de corteza y hojas blancas como nunca antes había visto. Se regaban por todos lados, haciendo ver al lugar mucho más grande de lo que creía. Y eso era todo, solo arboles naciendo del suelo negro y liso, sin tierra, ni rocas, tampoco había flores o animales a la vista. Era un paisaje hermoso y enigmático al mismo tiempo.

Se abrazó a sí mismo, cerrando los puños entorno a la tela de las mangas, soportando el frio que le cubría cada vez más, tanto que podía ver el vaho salir de su boca cuando respiraba.

¿A dónde se supone que había ido a parar?

"Jimin-ah" alguien susurró.

—¿T-Taehyung-ssi?

Una figura negruzca se alzó del suelo como barro viscoso, los bordes formando piernas, brazos y cabeza, pero nada más, tan negro y carente de luz como la oscuridad misma.

Jimin tembló cuando esa cosa habló de nuevo—. ¿Por qué?

—¿Eh? —su sorpresa salió temblorosa, como su cuerpo.

—Yo te di todo ¿Por qué me engañaste?

El aire pareció volverse tan pesado, imposible de tragar con facilidad.

—Jimin —otra voz apareció, al igual que otra figura, y no tuvo que ver sus facciones para saber de quien se trataba—. Eras mi mejor amigo.

Y otra silueta más—. Hijo, pensé que sería obediente —su madre.

—Jimin, sigues fallando —su padre.

—Solo eres un muchacho inservible —un chaman.

—Me apiado de ti, Jimin —una sacerdotisa.

Y más llegaban, todas figuras de su vida que llegaban para continuar atormentándolo, recordándole el mal hijo que era. El mal amigo que era. El mal siervo que era.

El mal amante que era.

Todas esas creaciones de barro estaban empedernidas en recordarle sus errores; susurrando, murmurando y gritando para que comprendiese por fin que no eran sus acciones, era él, la equivocación.

Se arrodillo aun con los brazos sobre sí mismo, inclinándose sobre sus muslos y encogerse en un ovillo sollozante y tembloroso. El frio comenzaba a ser tan fuerte que sentía el hielo creciendo en su piel y avanzando por su cuerpo.

Quería que todo terminara de una vez; que el dolor de detuviese y los murmullos parasen.

—J...

—Lo siento, lo siento.

—Jim...

—Es mi culpa.

—¡Jimin!

Su cuerpo fue jalado con brusquedad. El hanbok congelado crepitando por el movimiento rápido al ser alzado por los aires y sus brazos buscando algo en lo que sujetarse, encontrando pelo blanquecino y negro bajo sus dedos.

El enorme cuerpo bajo él se sacudió al caer de nuevo al suelo oscuro y las patas esquivaron a las masas de barro que buscaban ponerles una mano encima. Un rugido profundo y chirriante se escuchó, obligando a Jimin a mirarle por fin.

—Hol-

—¡Jimin! Maldición ¿Estas bien?

Los labios del rubio se entreabrieron de perplejidad.

—¿J-Jungkook?

—Menos mal te encontré —su voz sonaba tan clara y melodiosa como cuando lo conoció—. Te he estado buscando durante días, negaba a creer que terminaste en este lugar.

—¿Este... lugar?

—Agárrate bien, tenemos que salir de aquí.

Tan pronto como habló se echó a correr, saltando entre los espacios libres de barro para escapar hacia la nada. Jimin enterró la cabeza entre el pelo bicolor y sujeto con fuerza los mechones bajo sus manos para no caer cuando la velocidad fue demasiada. ¿Qué hacía Jungkook ahí? ¿Por qué fue tras él?

Su corazón retumbaba al mismo ritmo que las patas del gran tigre blanco. Y cuando creyó que se le saldría del pecho, el galope disminuyó, comenzando una caminata lenta y segura.

—Jimin —le escuchó decir—. Ey ¿Estas bien? —pero no contestó y no sabía si su cuerpo temblaba por el frio o por el miedo—. Ahora estas a salvo, no tienes que temer.

Jungkook entonces se detuvo, bajando primero las patas traseras y luego las delanteras para reposar en donde quiera que estuviesen. Al alzar la vista se topó con un bosque, uno normal, sin suelos negros ni arboles brillantes.

Se deslizo torpemente del lomo peludo, tropezando con sus propios pies y casi terminando en el suelo si no fuese por el hocico de Jungkook, del que pudo apoyarse para no caer.

—No estas herido ¿Verdad? —Jimin negó y Jungkook suspiró aliviado—. Menos mal.

—¿Por qué estás aquí?

—¿Qué no es obvio? Por ti, niño bonito.

Jimin abrió la boca para preguntar, pero la volvió a cerrar, vacilante. Se fijó entonces en el tigre; pelaje blanco y negro, ojos de un dorado brillante y pudo ver sus rasgos humanos incluso siendo un animal. Era hermoso.

Paso los dedos por el pelo suave de su cuello, dando largas caricias y haciéndole ronronear como si fuese solo un gato enorme.

—¿Qué estabas pensando al entrar aquí tu solo?

—No lo sé —dijo con sinceridad, avergonzado—. ¿Dónde estamos?

—Tonto, es el reino de los espíritus —gruñó bajo—. No sé cómo terminaste en la zona de los condenados, pero pudiste terminar muy mal.

—Dijiste que... me buscaste por día.

—¡Claro! —mostró los dientes por un par de segundos—. ¿Cuánto tiempo crees que has estado aquí?

—Lo sentí muy corto.

—Fueron 5 días, Jimin, te vi correr por el jardín, pero cuando te llamé solo te lanzaste al agua.

—Me caí —corrigió.

—Da igual —resopló.

Prefirió no seguir contrariándole y se encogió de hombros, bajando la mirada y apretando la tela de hanbok porque aún seguía teniendo frio.

Jungkook le miró un momento y luego se levantó, sacudiendo el enorme torso y escondiendo el pelaje bicolor tras la piel blanca, los brazos robustos, los hombros anchos y el pecho firme.

Cuando Jimin volvió a mirarle, lo encontró desnudo y sin un solo rastro de pudor, estirando los brazos y despeinándose el largo cabello negro. Se acercó a Jimin, pasando la mirada rápidamente por él sin ver nada mas de sucio y ropa rasgada.

Dio un corto suspiro y lo envolvió entre sus brazos, apretándolo contra la piel caliente y enterrando su coba en la mata de cabello dorado—. Tenía tanto miedo de no ser capaz de encontrarte a tiempo —susurró—. No puedo perderte.

La lagrima que más costó fue la primera, pero cuando esta se deslizo por su mejilla el resto fue más fácil y solo lloró en su pecho. Había estado aterrando, angustiado, afligido, no solo por el desconocido lugar sino también por sus propios pensamientos autodestructivos.

—Lo siento —chilló y Jungkook solo siseó, calmándolo.

—Tranquilo, todo está bien.

—N-no quería seguir siendo un problema —confesó—. Todo fue mi culpa y lo acepto, pero no podría soportar escucharlo pedir que me vaya.

—Espera ¿Irte? ¿Quién te dijo que te ibas a marchar?

—Taehyung-ssi dijo-

Jimin intentó no sobrecogerse ante la carcajada que lazó Jungkook de repente—. ¿Te lo dijo de frente? —pero no contestó—. Tonto, ese estúpido cerebro de oso nunca te echaría de Geum, es tu hogar, debiste escucharle decir otra cosa.

¿Lo había mal interpretado? Pero ¿A quién se refería si no era Jimin?

—No puedes irte, Jimin, no a menos de que lo quieras y-

—¡No! —chilló—. No quiero hacerlo.

La sonrisa del mayor pareció iluminar por completo el tenue bosque—. No sabes cuanto me alegro de oír eso —dio un rápido beso, corto y casto—. Eres nuestro, Jimin, tanto como nosotros somos tuyos.

—Sigo sin entender del todo...

—Eres nuestro esposo, Jimin, mío y de Taehyung, lo fuiste antes y lo eres ahora que Dangun por fin encontró tu alma ¿Necesitas una pequeña clase de historia?

Jimin solo pudo asentir, inseguro sobre lo que por fin se le revelaría.

—Vamos andando, aún queda un buen tramo para regresar a casa.

El bosque era particularmente único, aunque tuviese aquella vista simplista. Arboles altos, matorrales, tierra y pasto. No había un solo animal, aunque no ahondó en eso, después de todo Jungkook había mencionado que era el reino de los espíritus. Lo único que rogaba era por no encontrarse con ninguno.

—Una vez hubo un príncipe divino llamado Hwanung... —comenzó, tomando al menor por sorpresa—. ...Quien era el hijo de Hwanin, Dios de los Cielos. ¿Conoces la leyenda?

Él asintió—. Hwanung, por su deseo de ayudar a los seres humanos, pidió a su padre que le diera permiso para gobernar la península coreana. Descendió cerca del divino árbol sándalo en las laderas de la montaña de Taebaeksan. Tomó el título de Rey Celestial y fundó Sinsi, la ciudad de Dios.

—Exacto —sonrió—. En aquellos días, un oso y un tigre vivían en una cueva grande cerca del árbol sándalo donde Hwanung se había hecho humano. Ellos, todos los días, iban al árbol sagrado para suplicar a Hwanung que les convirtiera en seres humanos. Finalmente, el Rey Celestial, conmovido por las súplicas, los llamó, les dio veinte bulbos de ajo y el divino ajenjo, y les dijo: "Coman esto y no vean la luz solar durante 100 días".

《 El oso y el tigre comieron ajo y ajenjo encerrados en la cueva. Pero, como el tigre era tan impaciente para sobrevivir a esta prueba, salió pronto. En cambio, el oso esperó con paciencia y después de 21 días se convirtió en un hermoso hombre conocido como Taehyung —los labios de Jimin se separaron en un gesto de perplejidad, llevando rápidamente la mirada del suelo al rostro del mayor, quien solo se encogió de hombros con una picara sonrisa—. Hasta yo acepto que ese cabeza de burro es apuesto.

La alegría del hombre no duró mucho porque no pudo encontrar a alguien que se casara con él. Visitó otra vez al sándalo para pedirle la dicha de tener una pareja. Hwanung, otra vez, se compadeció y convirtió un arbusto de Forsithya, en una mujer, con cabellos dorados iguales a los pétalos de la flor y cuerpo delgado como sus ramas. De esa forma concibieron a un hijo, Dangun, quien llegó a ser el primer rey humano de la península. Estableció su capital en Pyeongyang y puso el nombre Joseon a su reino. Más tarde, trasladó su capital a Asadal en la montaña Taebaeksan y gobernó durante 1,500 años, acompañado de su espíritu protector, un tigre. Después abdicó el trono y se convirtió en el dios de la montaña y le concedió a su siempre fiel compañero... —dijo llevándose una mano dramáticamente al pecho y Jimin se tapó la boca para ocultar la diminuta risa—. ...la forma de un humano.

Cuando el tigre se volvió a reencontrar con el oso, su mujer cayó perdidamente enamorada de él, rogándole a su marido que le permitiera unirse a ellos, creando un lazo entre los tres que vencería incluso el tiempo. Pero la mujer hecha de Forsithya falleció, regresando a la tierra y dejando a sus amados desamparados. Ante el dolor de su padre y la tristeza de su protector, Dangun prometió cazar el alma de su madre para que renaciera, rompiendo un pesado de tierra en la costa y preservando el lugar en donde la Forsithya se había marchitado 》

Toda choson conocía la leyenda de Gom y Holang-i; el cómo ambos, de formas distintas, habían conseguido convertirse de dioses menores, ganando más relevancia con el tiempo, sobre todo en Kkumo DanGun, donde todo lo bueno se lo atribuían a ellos. Pero era la primera vez que se mencionaba a la mujer de la leyenda, puesto que la versión enseñada en el templo era diferente.

—¿Y qué pasó con la mujer?

Él le miró con ojos brillantes y una sonrisa apacible—. Renació y volvió con ambos.

Jimin frunció el ceño confuso, más para sí mismo cuando intento recordar si vio alguna figura femenina en el palacio, pero no había nadie además de los lobos, ellos dos y por supuesto, el rubio.

Jungkook se detuvo, acariciando una de sus mejillas y besándole suavemente—. Eres tú, niño bonito. Hemos estado esperando por ti tantos siglos y ahora finalmente te tenemos de regreso —Jimin quiso pensar profundamente en la inesperada revelación, pero el azabache apenas y le dio tiempo a tomar aire correctamente, dominando sus labios con voracidad y colando las manos bajo el hanbok roído—. Puedes creerme o no, Jimin, pero eso no cambiara el hecho de que te amé antes y lo sigo haciendo, aunque no haya pasado mucho entre nosotros.

Los ojos claros del rubio se toparon con los profundos y oscuros de Jungkook, era como si pudiesen leer cada célula en su cuerpo, comprender cada sentimiento y conocer cada pesar. Entonces no tenía que irse, había hecho exactamente lo que Jin le dijo que no hiciese; sacar conclusiones apresuradas. Solo era un tonto chico sensible que había dejado que todo se le viniese encima.

Bajo la mirada un par de segundos, mordiéndose el labio mientras recordaba lo agradecido y feliz que se sentía por haber llegado a los brazos de ambos hombres; uno que lo cuidaba y otro que lo protegía, pero ambos lo amaban ¿Qué más podía pedir? ¿Sería egoísta querer tener para si mismo todo de ellos?

¿Que importaba si lo era? Lo disfrutaría, incluso si en algún momento todo terminase, guardaría para si mismo cada recuerdo de ellos.

Sus manos viajaron a la cara del mayor y levantó la cabeza para besar su barbilla, luego las comisuras y al final sus labios, en donde se empeñó para demostrarle que había tomado una decisión por fin. Y Jungkook se sintió tan feliz como cuando le conoció la primera vez, siglos atrás, con el pelo largo bañado en oro y los ojos claros.

Él se inclinó sobre el cuerpo del menor, sujetando sus caderas y robándole cada fracción de aire.

Jimin jadeó por aire cuando Jungkook rompió el beso para cargarlo, tambaleándose hasta chocar despreocupadamente contra un árbol y depositarlo en el pasto. Rompió el desastroso hanbok azul, dejando que las mangas colgaran en sus brazos mientras arrancaba por completo el baji roído y saboreaba la lujuria llenar su boca.

No tuvo que pedirle nada, Jimin obedientemente se deshizo del pedazo de tela molestando en sus piernas y se giró, sosteniéndose con los brazos en el tronco de un árbol. Jungkook levantó la tela blanca que tapaba el trasero del menos, dejando que reposase en la curva de su espalda mientras acariciaba las tersas y pálidas nalgas, extasiado con la suavidad y lo apetecible que se veían.

—Puedes gritar todo lo que quieras, niño bonito —dijo inclinado sobre él, mientras un dedo frotaba su entrada y lo sugestionaba de placer—. Aquí solo estamos tu y yo —finalizó, con un beso en su cabeza.

Y así lo hizo, siendo tan ruidoso cuando Jungkook enterró la cara entre sus nalgas y lamió todo lo que tuvo a su alcance, apretando la carne blanquecina bajo sus dedos y empujando la lengua en su entrada.

—Ahh ¡Mhg! J-Jung- Ah

El sonido de sus labios humedeciendo y estirándole le hizo descender por una espiral de excitación, enterrando las uñas en la corteza del árbol y separar más las piernas para permitir que los dedos largos y delgados se unieran a su lengua en la ardua labor de lubricarle.

Jimin solo tuvo que agachar la cabeza para ver lo duro que estaba, al igual que el azabache. Llevó una mano a su propio miembro, acariciando y flotando para estimularse, regalándole gemidos ahogados que solo impacientaban más a Jungkook, quien, en un momento de casi perdida, estuvo apunto de palmear el terso trasero.

Algo que sin duda no espero fue que Jimin le apretase una mano y le pidiese parar—. Ya estoy listo —dijo, ansioso y deseoso de él—. Por favor.

—No tienes que decirlo dos veces —le oyó responder. Se apoyó en las rodillas, dando un ultimo vistazo a la entrada rosácea mientras restregaba su miembro dispuesto y emocionado, siseando por la agradable sensación de humedad y tragándose un gruñido cuando le penetró; las paredes cálidas y resbaladizas dando la bienvenida y apretándolo—. Ahh, tan estrecho, no sabes cuanto me encantas, niño bonito —gimió contra las hebras de cabello dorado.

Empezó con vigor desde el principio, empujando profundo y rápido, sin darle tiempo a Jimin de acostumbrarse a tiempo, sus manos resbalándose del agarre en el árbol y sus piernas temblorosas por cada embestida brutal. Pero no le molestaba, de hecho, lo estaba disfrutando. Sabía las diferencias entre Taehyung y Jungkook, y no tenía problema en acoplarse a ellos, porque le gustaba; los amaba.

Las uñas de Jungkook —aunque cortas— se clavaron en la piel blanca cuando perdió el control y arremetió con brusquedad, sujetando con fuerza los muslos y levantándolo unos centímetros del suelo para hacerle chocar contra su pelvis. Jimin cayó irremediablemente contra el pasto al no poder sujetarse por mucho tiempo, su torso quedando más abajo que su cadera.

Chilló cuando el miembro del azabache tuvo el perfecto ángulo para golpear su punto dulce con ímpetu, volviéndolo un desastre sollozante y haciendo que terminará en su pecho inclinado.

Jungkook lo dejó reposar mientras él continuaba buscando su liberación, levantando su cabeza por el cabello para besarle y sujetándole esta vez por los brazos.

Jimin volvió chillar cuando sintió la carga de esperma derramarse dentro suyo y Jungkook gemía en su hombro, con el sudor decorando su rostro varonil y el ceño fruncido.

—Te amo —le susurró, jadeando por aire y dándole una suave sonrisa.

Jungkook le besó una vez más antes de responder—. Y yo a ti.

Más allá del placer que le proveía el momento erótico, era un sentimiento de confort, de bienestar, algo extraño que lo hacía sentir en paz.

Una serendipia.

Había encontrado por fin la armonía en su interior.

Jungkook lo obligó a descansar sobre su pecho unos minutos antes de regresar, colmándolo de pequeños besos y palabras suave que no dudo en corresponder.

—¿Te quedarás? —le preguntó entonces, ansioso por saber si en verdad quería permanecer al lado de ellos o regresar al mundo humano.

—Tendré que disculparme con Taehyung-ssi antes —confesó, sobrecogido—. Me siento tan avergonzado de lo que hice.

Jungkook se carcajeó—. Le diste un buen golpe.

—N-no, me refiero a acostarme contigo. No sabía quien eras y aún así me entregué a ti —se encogió de hombro—. Tenías razón cuando dijiste que me acostaría con cual-

—Ey, espera —lo interrumpió—. No debes de tomar tan en serio las cosas que digo excitado. Sabía que me aceptarías porque estamos conectados, no porque sea verdad que permites que cualquiera te toque.

—Entonces... ¿Por qué estaban peleando fuera de la oficina?

—Taehyung me envió a hacer tontos trabajos por semanas enteras para que no regresara al palacio mientras aún te adaptabas, y en parte tenía razón, de habernos visto el primer día, te sentirías intimidado por mí.

—Si me sentí intimidado por ti —respondió burlón—. Pero supongo que es así con todos los gatos.

—Auch, que malvado fue eso —rió, contagiando a Jimin.

—De todas formas, tendré que hablar con él, lo evité durante días... bueno, en realidad a todos.

—No pienses en eso —pidió mientras acariciaba su mejilla—. Solo dile lo que piensas, estará feliz de escucharte por convicción propia en ves de leer esa linda cabecita que tienes.

—Gracias, Jungkook —respondió, descansando la cabeza en su hombro por largos minutos, hasta que fue tiempo de regresar. 

Resultó un poco extraño regresar, sobre todo por el hecho de que para él solo habían pasado un par de horas en comparación con la semana y media que Jungkook mencionaba cuando pisaron el pasto seco del jardín.

A Jimin se le encogió en corazón en ver la ruinosa situación en la que se encontraba el lugar; los arboles marchitos, el agua sucia del estanque, las piedras agrietadas y mohosas. Todo se veían aún peor iluminado por el feroz sol en el cielo claro.

—¿Qué pasó aquí?

—Demonios —exclamó Jungkook a su lado—. Pero que-

Jimin le miró, mientras sujeta su hanbok roto para ocultar solamente de las caderas para abajo, aún no tenía el valor para andar desnudo como Jungkook—. Es mi culpa, debe sentirse horrible —comentó al caminar hacia los pasillos.

—Creo que lo mejor ser-

—¿Jimin? —el nombrado se congeló en su lugar, girando lentamente la cabeza para ver a Taehyung a unos metros detrás de él y realmente le dolió encontrarlo tan lúgubre, con el hanbok arrugado y desajustado, las ojeras bajo sus ojos, el cabello revuelto, los labios agrietados y una barba de días que nunca le había visto lucir—. Por los dioses ¡Jimin! —corrió hacia él, deteniendo a solo un metro para mirarle con atención, levantando la mano temblorosa, pero sin atreverse a tocarle.

Jimin tragó saliva, nervioso por habérselo encontrado antes de siguiera pensar en una disculpa, pero no dudo en tomar su mano con delicadeza y entrelazar los dedos. Pudo verle sobrecogerse por el contacto después de no saber de él por casi dos semanas, preocupado y temeroso por su bienestar.

—Estoy aquí —dijo, regalando la mejor sonrisa que podía ofrecerle.

La mandíbula de Taehyung se apretó, luchando por no llorar, pero era en vano. Las lagrimas salieron con libertad, surcando sus pálidas mejillas, y sus labios temblaron al contestarle—. Bienvenido a casa —lo abrazó con fuerza y delicadeza al mismo tiempo, llorando contra el hombro descubierto del menor y acariciando su cabello—. Lamento lo que hice, debí decírtelo el primer día, pero-... pero tenía miedo de que fuera demasiado para ti cuando acababas de pasar por un momento horrible y tampoco sabía de las cosas que te había hecho, si te hubiese encontrado antes lo habría evitado... en serio lo siento.

Jimin siseó—. Esta bien, esta bien, no es tu culpa —respondió—. No es la culpa de nadie.

—Ninguno sabía lo que ocurriría —comentó Jungkook, con los brazos cruzados sobre su pecho.

Jimin se separó de Taehyung para limpiar con suavidad sus parpados—. Creí que te habías ido para siempre.

Él negó, aun mantenido una pequeña sonrisa.

—Ahora lo sé todo, sobre lo que pasó antes y... lo que se supone que soy.

Taehyung levantó la vista hacía Jungkook mientras apretaba los labios.

—Y estoy bien con eso —dijo, antes de que se le ocurriese insultar al felino—. Creo que ahora todo más sentido.

—No te obligaré a nada.

—Lo sé.

—Si quiere decidir sol-

—Taehyung-ssi —llamó, cogiéndole de la cara y dándole un corto beso—. Quiero quedarme aquí porque te amo —aprovechó y tomó la mano de Jungkook antes de que se le ocurriese desaparecer—. A los dos.

—Y nosotros a ti —contestó Jungkook, apoyando la barbilla en su cabeza mientras lo abrazaba. Taehyung sonrió, repitiendo la acción y pegándose a ambos.

Se sentí bien el despegarse por completo del pasado, de sus demonios interiores y de su temor constante, porque ya no los quería y nunca los necesitó. Su madre, su padre, Hoseok, los chamanes, el templo, Kkumo DanGun; por fin podía ponerle fin a su tormento invisible, sin seguir guardando rencor y mucho menos odio. Park Jimin no volvería a sentirse atado a los deseos y ordenes de nadie más.

Recibió los regaños y abrazos de los lobos con una sonrisa, sobre todo de Jin, quien cargó con el mal humor de Taehyung todo el tiempo que estuvieron fuera, pero estaba aliviado de que regresara sano y salvo.

Jungkook puso un dedo sobre sus labios cuando vio las intenciones de contarle al castaño su mal momento en aquel lugar frio y oscuro—. No busque que al viejo le de un ataque cardiaco —le susurró—. Mantengámoslo en secreto por un tiempo —y acepto, ocultando una sonrisa confidente tras los dedos.

Todo pareció mejorar con el paso de los días. El jardín había vuelto a su particular esplendor colorido y el cielo claro y cálido iluminaba los espacios abiertos de los pasillos. Incluso Taehyung había regresado a su belleza varonil, con las hondas de su cabello perfectamente peinadas, el porte orgulloso, la ropa bien anudada, la piel canela y la barbilla libre de vellos.

Jungkook se volvió su más leal guía, casi su sombra, manteniéndose a su lado incluso cuando las labores se acumulaban en su propia oficina. Y Jimin fue un poco desvergonzado cuando le pidió mantener ocupado a Taehyung mientras él se encargaba de un "asunto".

—Tengo curiosidad por ver que escondes en esa pequeña cabecita —comentó, inclinándose sobre él son los brazos cruzados.

—Es una sorpresa —respondió pícaro, plantándole un rápido beso y escapando antes de que el tigre lo entretuviese por más tiempo.

Estuvo corriendo de un lado al otro el día entero, solo deteniéndose cuando Jin lo interceptó para que llenara su estomago antes de continuar, siendo un poco cómplice de los planes del rubio y dando su visto bueno cuando hubo terminado.

—¿Les gustará?

—Claro que sí, es precioso.

—Ah Jinnie... —buscó la manera correcta de preguntar—. Jungkook me dijo que eres un bulgae.

—Ese boca suelta —rió, negando con la cabeza—. Sí, es cierto ¿Asustado?

—No, pero debo parecer un tonto por no darme cuenta antes.

—Tranquilo, ya no somos tan reconocidos como antes, los días de crear eclipses se acabaron.

—Leí una vez que eran bonitos.

—Tal vez pueda pedir permiso a Taehyung-nim para que nos permita hacer uno para ti.

Jimin sonrió entusiasmado, pero se llenó de nervios cuando la noche cayó y el esperaba paciente a que sus dos amantes llegaran. La solución más eficaz que Jungkook encontró para mantenerlo fuera del alcance del menor era sacarlo de Geum por unas horas, sobre todo porque ahora los tres compartían la habitación de Taehyung ya que era la más grande y por supuesto amaban permanecer juntos.

Revisó a ultimo minuto que todo estuviera en orden.

El lugar estaba decorado con velones blancos puestos estratégicamente alrededor de la cama y del nido hecho de almohadas y frazadas gruesas que cubrían un gran espacio del suelo alfombrado, además de la bandeja llena de frutas y bebidas. También se había encargado de obtener varias botellas de lubricante, solo porque sabía que a Taehyung le gustaba que estuviese más preparado en comparación a Jungkook, quien —literalmente— podría disfrutar causándole un poco de dolor; solo lo suficiente para dar placer, no para herirlo.

Se paseó por la habitación revisando que todo estuviese en óptimas condiciones, quería que la velada fuese perfecta, quería que fuese placentero para los tres y de paso disculparse por sus cuestionables acciones.

—Oh ¿Qué esta pasando aquí? —la primera voz que escuchó fue la de Jungkook, llegando con su siempre leal chaellik oscuro. Jimin le respondió con una sonrisa mientras esperaba a que Taehyung también entrase, también llevaba un Hanbok negro, pero un poco más delicado.

—¿Jimin? —ni siquiera habían hecho nada aún, pero la voz gruesa del oso ya lo tenía ansioso.

—¿Cómo les fue?

—Todo bien —respondió rápidamente el azabache—. ¿Así que esto es por lo que me pediste entretener a cabeza de burra? —Jimin soltó una corta risa cuando Taehyung golpeó su nuca, pero nada más que tontas burlas entre ambos.

—Sí, bueno, estuve haciendo varias cosas —comentó, mirando rápidamente a la habitación—. Yo quería hacer algo especial para ustedes y pasar la noche juntos.

Jungkook fue el primero de acercarse con emoción, rodeándolo con los brazos sin dejar de mirar la cama decorada con algunas pequeñas flores—. Entonces ¿Qué esperamos?

—No seas ocioso, Jungkook —le recriminó su compañero, optando por primero quitarse el durumagi oscuro antes de ir al lado de ambos.

—Oh, cierto, hice esto para ti —dijo antes de que se les ocurriera alguna otra cosa, mientras colocaba el cordel intrincadamente bordado por él mismo—. Hice uno para Tae, pero-

—Lo tengo —le interrumpió el mayor, mostrando la funda de su espada, de donde colgaba el cordel verde y dorado, solo que la versión de Jungkook era purpura en vez del color pastoso. Jimin se alegró por saber que Taehyung al final si lo había recibido.

—¡Es increíble! —exclamó Jungkook, viéndolo detenidamente antes de dejarlo reposar en algun mesón cercano—. Lo ataré a mi propia espada luego, por ahora... —se giró a ver al menos de los tres—. ...Tenemos algo más importante entre manos.

El rubio no pudo contener por más tiempo su entusiasmo, sentándose en el borde de la cama para recibirlos con los brazos abiertos.

Taehyung, al ser el primero en desnudarse fue quien obtuvo atención al instante, viéndose sorprendido y excitado cuando Jimin se arrodillo frente a él, con la lengua humedeciendo sus labios y la mirada puesta en el miembro semi-erecto. Se sacudió con la primera lamida, solo una pequeña caricia a la punta antes de poner ambas manos en sus muslos y abrir la boca para introducirlo. El castaño gimió por el agradable calor de la pequeña boca entorno a su pene, viendo como desaparecía en la cavidad y la saliva lo embadurnaba hasta la base.

La atención de Jimin entonces cayó en Jungkook cuando apareció a su lado, desnudo y deseoso por unirse—. ¿No me darás amor a mi también? Fui quien te enseñó ese truco.

Fu complaciente cuando alejó los labios de Taehyung y besó el miembro del azabache, colocando una mano en su muslo para evitar perder el equilibrio, pero dejando que la otra siguiese acariciando el pene del castaño.

Chupó con vehemencia, alternando entre ambos hombres, con las manos llenas de pre-semen y la boca estirada, abarcando hasta donde pudiese llegar. Pero sabía cuanto le gustaba al tigre ir un poco más allá, agarrándolo por el cabello y marcando su propio ritmo, rápido y profundo, como si fuese solo otro agujero por usar. Fue el primero en terminar, derramándose en su garganta y exigiéndole que tragase mientras retomaba fuerzas sobre la cama.

—Así que ¿Un nuevo truco? —preguntó Taehyung entre jadeos cuando siguió el ejemplo de Jungkook y fue más brusco con su boca, empujando profundo hasta que su nariz estuviese pegada a los vellos de su pubis y sacándolo por completo para que pudiese tomar un respiro antes de repetir la acción más veces. Jimin solo lo miró, ahogándose con el grueso miembro unos segundos y dándole más placer a través de esto. Se corrió en cara después de sacarlo por completo. Los chorros de semen ensuciando sus labios, mejillas y parpados, dándole una imagen tan lasciva.

Después ambos se unieron a Jungkook sobre la cama, quien otra vez excitado, comía un par de uvas mientras su mano iba y venia en su miembro, listo para otra ronda.

Jimin se arrodillo frente a ellos, deslizando su propio durumagi blanco por sus brazos y dejándoles ver que no traía absolutamente nada debajo, lo había planeado todo perfectamente.

—¿Te preparaste solo? —preguntó Taehyung cuando se puso entre ambos, limpiándose la cara con la propia ropa.

—Un poco, no me alcanzó el tiempo para estar lo suficientemente listo —respondió mientras enterraba la nariz en el cuello del azabache.

—Entonces déjame encargarme de eso —respondió, yendo por las pequeñas botellas. Jungkook dominó la boca del rubio, dejando que sus pequeñas manos se encargaran de su pene, mordiendo los belfos abultados y pellizcando sus pezones hasta ponerlos duros.

Su cara cayó sobre el pecho del tigre cuando Taehyung vertió una generosa cantidad de liquido sobre su entrada rosácea, haciendo lentos círculos con el dedo antes de presionar en el anillo muscular y meterlo, viendo que efectivamente, podía albergar al menos uno más por el momento. Gimió cuando efectivamente otro dedo se unió al anterior y bajaron hacia su punto sensible, tamborileándolo con ritmo.

—¿Te gusta? ¿Hmm? ¿Como Tae te coge con los dedos? —la voz socarrona de Jungkook se coló en su oído como una directa incitación—. Siembre tan necesitado por tener algo dentro de ti ¿No es así? —lo jaló del cabello, levantando su cabeza para mirar el sonrojo en sus mejillas y ver como el labio inferior era mordido por sus dientes.

—N-no-

—¿No? ¿Me dirás que es mentira? —pellizco un pezón con sus uñas, recibiendo un chillido en cambio—. Ey —llamó entonces la atención de su compañero—. No seas tan diligente, le encantará ser penetrado desde el principio.

Taehyung tenía su propio estilo suave y paulatino, aumentando el nivel conforme las cosas se fueran dando, pero admitía que tener a Jungkook —alguien con un rango solo un poco menor— dándole ordenes de empezar mucho más rápido con Jimin, era sumamente lascivo.

Recogió las piernas del menor a cada lado de las de Jungkook, colocado las suyas en medio y sujetando las pequeñas caderas para que bajaran hacia su miembro, frotando un corto tiempo antes de empujarse dentro, viendo como el anillo muscular rosáceo cedía para dejarlo entrar, robándole un gemido largo y tendido. Quiso llegar solo hasta la mitad, pero no pudo aguantar y dejó que su cadera bajara con fuerza sobre su pelvis y lo penetrara de golpe.

Las uñas de Jimin se clavaron en los hombros de Jungkook, temblando sobre él cuando Taehyung levantó sus caderas y las volvió a bajar, siendo más rápido esta vez, marcando un ritmo continuo que lo volvió un desastre de gemidos y jadeos. El azabache no perdió el tiempo, sujetando su miembro y el del menos con una mano y dejando que las embestidas de su compañero los frotara.

—S-¡ah! Se siente b-bien —farfulló sobre el pecho blanquecino del tigre—. M-ás, más, ahhh-

Taehyung lo complació, dejando sus caderas estáticas mientras se levantaba para aumentar el ritmo, sujetándolo por las muñecas y jalando con cada empuje.

Jungkook se apoyó en sus codos, disfrutando la maravillosa vista de sus amantes.

Apretó el miembro de Jimin en su mano, apretando mientras lo acariciaba, sonriendo cuando se corrió entre sus dedos, manchándole el estomago bajo él.

Taehyung lo usó unos minutos más, abrazándolo para que no cayese sobre Jungkook y clavándose cuando su liberación llegó de nuevo.

—Quita, es mi turno —espetó Jungkook, con el pene duro y palpitante queriendo tenerlo para si mismo en esa oportunidad.

—Dale un momento —pidió el castaño, acomodándose para salir del rubio.

—Espera —le detuvo el azabache, recogiendo las piernas y acomodándose debajo de Jimin para presionar su miembro bajo el Taehyung—. Sácalo ahora —dijo, encajándose rápidamente en el estirado agujero cuando su compañero por fin estuvo fuera, buscando que todo el esperma siguiese adentro—. Ahhh, ugh, esto se siente increíble.

—Jimin ¿Estas bien?

El rubio solo alcanzó a balbucear antes de que Jungkook comenzara con sus embestidas brutales, haciéndole chillar y perder el equilibro, pegando su espalda al pecho de Taehyung mientras el tigre enterraba las garras en sus caderas para arremeter contra sus nalgas.

El castaño besó sus labios, tragándose cada gemido y presionando los dedos en sus pezones.

—¿Quieres ver algo? —le preguntó, dándole una contundente mirada a Jungkook para que redujera la velocidad—. Sujétate a mi cuello y mira bien.

Jimin obedeció, levantando los brazos y bajando la mirada hasta donde Taehyung entornó las manos en su pequeña cintura y estiró los pulgares sobre su vientre, forzándolos hacia abajo y dejando ver el bulto en movimiento que causaba el miembro del azabache en su interior. Esa obscenamente excitante y se sentía increíblemente bien, el como sus paredes eran presionadas sobre el gran pene.

Tembló por la sensación húmeda y llena en su trasero, como el semen de Taehyung chapoteaba en el interior con cada embestida de Jungkook.

—Ahh, ahh m-me corro —advirtió, apretando las piernas en las caderas de Jungkook.

—Puedes descansar —comentó el mayor cuando tanto Jimin como el azabache se corrieron, uno en el interior y contra su propio estómago.

Se habían corrido dos veces, pero al parecer solo a Jimin era a quien le pasaba factura, temblando entre los brazos de sus amantes mientras esto lo colmaban de besos y dejaban marcas rosadas sobre su piel nívea.

Pero la calma no duró mucho.

—Tengo una idea —exclamó Jungkook, levantándose sobre sus rodillas y jalando las piernas de Jimin hacía él.

—Espera, dame un momento.

Pero este le ignoró, o bueno, ambos lo ignoraron, porque Taehyung sonrió con lascivia cuando el azabache cargó al menor por la espalda, con los brazos bajo sus rodillas y obligándole a sujetarse del dosel acolchado sobre ellos.

Un pene duro y listo de nuevo lo embistió sin preámbulo, golpeando directamente en su punto dulce. Los brazos le temblaron y si no fuera por su propia fuerza de voluntad pudo haber estado a punto de caer encima de Taehyung.

Jungkook besó su nuca al mismo tiempo que embestía, esperma escurriéndose por sus muslos hasta manchar las sábanas. El castaño vio esto como una invitación, parándose frente a ellos mientras frotaba su miembro en sus manos—. Te vez tan hermoso —murmuró contra el oído de Jimin, dejando que soltase el dosel y se apoyase esta vez en sus hombros—. ¿Te gusta?

—¡Mgh! ¡Si! Ah, ah

—¿Tendrás espacio para uno más?

—N-

—¡Si! —le interrumpió Jungkook, emocionado por la idea de algo nuevo, como siempre.

—E-esper- ahhh

El tigre solo se detuvo para darle tiempo a que Taehyung restregara la punta contra el agujero estirado y comenzase a oprimir, suspirando cuando el anillo muscular le permitió la entrada, luego solo empujó hacia arriba, quedando al mismo nivel que Jungkook.

Jimin grito, largo y tendido cuando su ano estuvo abierto más allá de lo que pensó posible, albergando el miembro de sus dos amantes. Le dieron tiempo a que se acostumbrara, regalando elogios suaves y dulce caricias.

Taehyung fue el primero en moverse, siseando u gimiendo por la sensación apretada que le generaban las paredes húmedas del menor y el miembro de su compañero. Pero fue Jungkook quien instaló un ritmo, saliendo cada vez que el castaño embestía y entrando cuando este se retiraba.

Ninguno de los dos pudo evitar morder el cuello del rubio, dejando marcas de dientes a cada lado.

Y parecieron ponerse de acuerdo cuando eyacularon al mismo tiempo, instalando una presión en el vientre de Jimin que disminuyó cuando ambos salieron y todo el semen creó un obsceno charco bajo sus nalgas.

Perdió el conocimiento por unos minutos, despertando junto a un Jungkook dormido, respirando con calma y apretándolo en un abrazo. Taehyung estaba a su lado, bebiendo agua de una copa y acariciando sus dorados cabellos cuando se dio cuenta de que había despertado.

—No creo que despierte por ahora —comentó, colocando la copa en sus abultados labios para que se hidratase antes de seguir descansando.

—¿No dormirás? —preguntó, su voz ronca y agotada por tanto uso.

—Sí, pero estaba esperando para que tomaste algo antes de continuar durmiendo, los has hecho bien —felicitó, besando su frente y su cien—. Mi tesoro, tan bueno para nosotros.

—Te amo.

—Y yo a ti —respondió con añoranza, dejando la copa a un lado y acurrucándose junto a él, dando un corto beso a Jungkook quien se acomodó entre sueños—. Ahora duerme —pidió—. Mañana estaremos aquí cuando despiertes.

No pudo mantener sus ojos más tiempo abiertos, dejándose llevar por el agotamiento y el calor de sus amantes.

Sus amantes; Gom y Holang-i.

Si hubiese sabido que este era su destino cuando fue vestido y subido a aquel yeongyeo para ser sacrificado, no habría renegado tanto de ser una ofrenda de DanGun.

Había encontrado un lugar para ser feliz. Al lado de ambos.

- Gatsin: Zapatos tradicionales (Parte del Hanbok)

- Bulgae: Criaturas mitológicas con forma de perro que persiguen la luna y el sol y cuando logran atraparlos crean un eclipse.

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